COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Hch 4, 33. 5, 12. 27b-33. 12, 1b

 

1. Hch/04/33 pertenece al segundo de los sumarios del libro de los Hechos (4. 32-37). Es un verso extraño al tema central (la comunicación de bienes en la primera comunidad), pero sirve muy bien para enmarcar la muerte de Santiago, sobre todo por el tema del testimonio (martirios, en griego). La gracia de Dios apoya la predicación apostólica y el apóstol vence su miedo natural predicando con valentía. Se da testimonio de la resurrección del Señor, no de algo confuso y abstracto sino de algo bien concreto, conocido en vida. El apóstol y el creyente sólo saben lo que experimentan, y de eso dan testimonio.

Detrás del hecho de la predicación de los apóstoles está la crítica que se hace a la actitud de los judíos respecto a la muerte de Jesús. Comienza ya a cumplirse aquella predicación de Mt 27. 25 en que el pueblo judío acepta conscientemente la sangre inocente de Jesús. La presencia de los testigos resulta molesta cuando pone a los hombres ante el espejo de la verdad. El destino del que predica la fe es sufrir la incomprensión del que no se ha comprometido y rechaza una apertura hacia Dios acogiendo el evangelio.

El autor pone en boca de los apóstoles un "kerigma", una predicación concisa e incisiva que tiene como contenido los puntos fundamentales de la fe en Jesús: su resurrección y exaltación. Jesús es presentado como Salvador de Israel (cf. 13. 23) recogiendo así la tradición veterotestamentaria del mesías salvador (cf. Is 59. 20). Según el uso bíblico (cf. Dt 17. 6) se citan dos testigos que fundamentan lo que se proclama: los mismos Apóstoles y el Espíritu que asiste a los que obedecen a la fe, a los que viven según la fe (cf. 2. 38). El que da, con su vida, testimonio de lo que cree, va a lo esencial, al núcleo de lo cristiano. No se siente desatendido en esta tarea, sino que el Espíritu de Jesús apoya todas sus decisiones.

Como ocurre frecuentemente en la primitiva comunidad, a Santiago, por ser apóstol, le ha venido la muerte de forma violenta. Aunque el motivo último o aparente, el detonador es el querer congraciarse con los judíos (v. 3), hay todo un contexto de rechazo, tanto por parte del poder religioso, como del poder civil. El verdadero profeta, el que vive lo que predica, es molesto para todos. Para los que queremos vivir la fe, la actitud de estos primeros creyentes se nos convierte en estímulo y en responsabilidad.

EUCARISTÍA 1978, 34


 

2.

La predicación es el principio de un proceso que lleva con frecuencia a los testigos del evangelio ante los tribunales públicos e incluso ante la misma muerte. Pero esa muerte, como la de Santiago, es el más claro testimonio y la mejor prueba que pueden dar los apóstoles de que Jesús ha resucitado y su causa sigue viva en el mundo. "Mártir" significa lo mismo que "testigo", por eso los testigos de Jesús no retroceden ante el martirio. Sacerdotes y saduceos, que constituían la clase dirigente y dominante, se alarman al ver el éxito que tienen con el pueblo los discípulos de Jesús. Y mandan apresar a los apóstoles, que tienen que comparecer ahora en el sanedrín, lo mismo que Jesús.

El sumo sacerdote comienza el interrogatorio. En sus palabras se percibe la gran preocupación y el miedo que tienen estas autoridades de que el pueblo se vuelva contra ellas para pedirles cuentas por la sangre de Cristo que hicieron crucificar.

Los tiempos han cambiado considerablemente y está lejos aquella situación en la que los judíos, cegados por el odio al nazareno, pidieron a gritos: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos". Ahora resulta que nadie quiere cargar con las responsabilidades del crimen: sacerdotes y saduceos están interesados en olvidarlo todo y en hacerlo olvidar al pueblo. No quieren recordar ni tan siquiera el nombre de Jesús, y cuando hablan de él dicen "ese hombre". Pero los testigos mantienen viva la memoria de Jesús y enseñan al pueblo en su nombre. Por eso son objeto de persecución.

La respuesta de Pedro, en nombre de los demás apóstoles, es una clara denuncia y un anuncio abreviado del evangelio. Pedro denuncia abiertamente el crimen del sanedrín, que condenó a muerte a Jesús, y anuncia que este mismo Jesús es ahora el Señor en cuyo nombre es posible la conversión y el perdón de los pecados.

Santiago es la primera víctima de los apóstoles. Herodes lo manda decapitar para complacer a los judíos. Es el mismo Herodes que decapitó al Bautista. El martirio de Santiago es un estímulo para cuantos han recibido la misión de predicar el evangelio con oportunidad y sin ella, porque es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres.

EUCARISTÍA 1990, 34