COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Hb 2, 14-18

1.

El fragmento destaca que Jc, para traer la salvación a los hombres, ha asumido totalmente la condición humana. La salvación consiste en la liberación de la muerte (hasta aquel momento la muerte era un final inexorable: desde entonces es paso a la resurrección), que se ha producido porque JC, venciendo al pecado con su muerte, le ha quitado todo poder al diablo, que era dueño de la muerte (recuérdese el relato del Genesis: el diablo ha provocado el pecado, y la consecuencia del pecado ha sido la muerte).

JC, para poder liberar a los hombres del pecado (=para poder ser "pontífice"), tenía que ser totalmente como un hombre y presentar ante Dios la imagen de hombre perfecto, fiel a su voluntad hasta el final. De este modo, por una parte Dios puede contemplar su modelo de hombre libre del pecado, ruptura definitiva de la situación de pecado en que se hallaba la humanidad entera; y por otra, los hombres ven el camino al que están llamados realizado por uno que ha pasado por las mismas pruebas que ellos.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1975, 3


 

2. /Hb/02/09-17 

1. Jesús, el Salvador, es uno de los nuestros; ha compartido nuestra sangre y nuestra carne y no se avergüenza de llamarnos hermanos (2,11.14). Hb dice con palabras propias lo mismo que nosotros queremos expresar con el tono entrañable de Navidad.

Jesús ha asumido todo lo humano: alegría, amistad, familia, sencillez. Ha asumido esto clavado esencialmente en nuestra sangre y en nuestra carne: dolor, limitación, sufrimiento, muerte. Más aún, aceptó a los hombres tal como son, limitados, mediocres, pecadores, con sus odios pequeños e irracionales; Jesús asumió a los hombres como hermanos, hasta en la terrible y absurda mezquindad que los lleva a matar al justo precisamente porque les habla de paz, de sinceridad, de vida limpia, de Dios.

Ya desde Belén Jesús aprendió cuán difícil es acoger a los hombres reales. Hb subraya todavía un último paso: Jesús sufrió también la angustia de la muerte (2,14-15; 5,7), resumen de todos los miedos humanos; la angustia del hombre que siente un anhelo infinito de vida y felicidad y se encuentra diariamente con sus desesperantes limitaciones hasta acabar en la amenaza total de aquel anhelo en la oscuridad de la muerte. Todo este misterioso y complejo mundo humano está dicho entrañablemente en el niño débil, ignorado, alabado y perseguido de Belén.

2. En el núcleo del misterio de su sencillez, Navidad es una sorpresa inesperada. A través de la experiencia humana vivida por Jesús, con sus sufrimientos, incomprensiones y muerte, consiguió el propio Jesús la perfección (2,10), la gloria y el honor (2,9) de entrar en comunión total con Dios (9,11-12), por la muerte halló la vida y nos liberó de la angustia de la muerte (2,9-15). Jesús empieza ya en Belén su inesperada revelación. El hombre sólo encuentra la verdadera vida en Dios, el único absoluto; esto comporta asumirlo todo tal como es. No es rehusando su propia vida o engañándose, sino asumiéndola como limitada y mortal, como el hombre se entrega a Dios hallando en él la vida verdadera. Belén es la recuperación del hombre. El hombre que vive en Dios aprende a no rehusar su vida humana y a amarlo todo y a todos, tal como son, excepto el pecado.

3. María es la humanidad que concibe al Hijo de Dios y lo arraiga en la tierra humana. Por María, Jesús se ha hecho uno de los nuestros, convirtiendo la vida humana en el más sublime acto de culto a Dios como Hijo suyo. Ella ha sido la primera en seguirle, acogiendo a Dios en la sencillez y generosidad de su vida.

G. MORA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 53 s.