COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Rm 04, 13. 16-18. 22
Pablo propone a los creyentes de origen judío el ejemplo de su antepasado Abrahán. Y pregunta: ¿Por qué Abrahán fue el amigo de Dios y llegó a ser el modelo de los creyentes? ¿Por haber creído en las promesas de Dios o por pasar el rito de la circuncisión? Es como preguntar a un cristiano. ¿Qué es más importante, haber creído en Cristo o haber sido bautizado? La respuesta es clara. Somos testigos de Dios por creer en sus promesas. El rito del bautismo confirma con un sello divino y manifiesta públicamente nuestro compromiso con Dios, además de santificarnos. Así, el bautismo y los demás sacramentos son "signos" de la fe, que los recibimos para aumentarla.
Abrahán es el modelo de creyente, pues "no dudó en su fe a pesar de que su cuerpo ya no podía dar vida". Así, pues, Abrahán tenía ya una fe semejante a la del cristiano que cree en la resurrección de Jesús. A nosotros, que afirmamos que Jesús resucitó, se nos pide creer en un Dios que da vida y para el cual nada es imposible.
EUCARISTÍA 1990, nº 14