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LECTURAS PARA EXEQUIAS


PRIMERA LECTURA


1ª.:  Jb 19, 1. 23-27


1-1: Jb, 19, 21-27

Ver lectura del JUEVES de la Semana 26ª


1-2.

-¡Piedad, piedad de mí, vosotros mis amigos! ¿Por qué me perseguís, como hace Dios?  El rechazo de la consolación. ¡Callaos! No aumentéis mi pena.  ¡Guardad silencio a mi alrededor! 

-Quisiera que se escribiera lo que voy a deciros, que mis palabras se grabaran sobre bronce con punzón de hierro y con buril, que para siempre en la roca se esculpieran.

Job es consciente de que lo que ahora dirá es decisivo. Sus palabras han sido elegidas por la Iglesia para una de las Lecturas de la liturgia de difuntos: cinco siglos antes de Jesucristo; ¡realmente son notables! 

-Sé que mi libertador está vivo, y que al final se levantará sobre el polvo de los muertos. Job se halla a las puertas de la muerte. No ha ganado su pleito. Desea que, por lo menos, sus palabras queden grabadas de modo definitivo sobre un material indestructible, para que, algún día después de su muerte, el proceso pueda continuarse. En efecto, hay que afrontar la muerte misma para descubrir el sentido último del sufrimiento.

La respuesta final a la cuestión, no está "aquí abajo". Hay que esperar hasta «el final» para juzgar la obra de Dios.

-Tras mi despertar me mantendré en pie y con mis ojos de carne veré a Dios.

¿Cómo no ver en esas palabras el anuncio de la resurrección?  Vimos ayer que la respuesta de Job a la pregunta: «¿por qué existe el mal, el sufrimiento y la muerte?» era: «el mal es incomprensible, pero soy demasiado débil para comprender, y quiero confiar en Dios que ha  hecho cosas tan buenas y tan hermosas». Aquí su pensamiento ha  progresado, hasta el punto de creer que nada es imposible a Dios... 

Incluso la muerte no puede ser un obstáculo a Dios... Más todavía: si  todas las apariencias terrenas me dicen lo contrario, yo continúo  creyendo en Dios». La fe es una apuesta, un salto en lo desconocido  total, pero confiando también totalmente en «aquel a quien me he  confiado».

-Sí, yo mismo veré a Dios y cuando mis ojos le mirarán, El no se  apartará de mí.

El punto final será allá, y sólo allá y no antes.

HoY, en efecto, la «obra de Dios» está inacabada. Hay que esperar  el final.

Y Job llega a pensar que el horizonte no se iluminará aquí abajo; que  no ganará el proceso antes de morir: a pesar de todo, sigue  esperando... a pesar de todo, espera una salvación... a pesar de todo  espera la felicidad...

Pero es más allá de la muerte, cuando todo quedará iluminado. El que confía en Dios afrontando la muerte, lanzándose a lo  desconocido de la muerte... este tal, no cae en la nada, sino en las  manos del Padre y cara a cara con ese Padre: «¡veré a Dios, con mis  ojos, y El no se apartará de mí!» Así lo hizo Jesús: «Padre, en tus  manos encomiendo mi espíritu. » 

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 4 
PRIMERAS LECTURAS
PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑOS PARES 
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 314 s.


1-3. Jb 19, 01-29 

Job contesta a Bildad, no exactamente a sus palabras, ya que éstas,  como dijimos al comentarlas, no aportan nada nuevo. Se sirve del  discurso de Bildad para dar un paso más en su teodicea. No son las  potencias del mal, contra lo que cree Bildad, las que han reducido a  Job a la situación de castigo de sus pecados; es toda la creación la  que está sometida a juicio. Es decir, la sentencia tradicional de los  sabios no sirve, porque en este mundo son castigados también los  inocentes; y Job, como buen oriental, no matiza y echa la culpa a Dios. 

En realidad, lo que se debe poner en duda es el concepto que los  amigos tienen de Dios. Es demasiado sencillo ver en el mal una obra  de las potencias enemigas de Dios; eso es maniqueísmo.

La situación de Job es triste. Su mujer le desprecia, los siervos no le  obedecen, los niños le desdeñan, y él pide piedad. Pero él, consciente  de su inocencia -eso es lo que da sentido al drama-, querría que sus  palabras se grabaran en roca para que se conservaran eternamente.  En cualquier caso, hay que darle la razón.

A partir del v 25 leemos el gran acto de fe de Job que la liturgia  aplica, en la misa de los difuntos, a la esperanza de la salvación. Las  palabras de Job no tienen exactamente el sentido que les da la liturgia,  como tampoco hay que ver a Jesús en el vocablo goel. Según Lv  25,25, goel es el que puede hacer valer un derecho: «Si un hermano  tuyo se arruina y vende parte de su propiedad, vendrá el rescatador  (goel), su pariente más próximo, y rescatará lo vendido por su  hermano". Según esto, Job desea que se examine su causa, aunque  sea después de la muerte. El autor del libro desconoce en realidad la  resurrección. Habrá que esperar hasta el libro atribuido a Daniel para  que esta idea entre en el AT. La fuerza de Job está precisamente en  que espera en Dios sin conocer una recompensa en la otra vida. Pese  a que sólo piensa en la vida umbrátil del sheol, Job quiere ver el triunfo  de su causa.

Así el libro de Job preludia la idea de la resurrección y, sobre todo,  aclara el concepto de Dios: Dios no se reduce a nuestras pobres  concepciones, con frecuencia interesadas. La derrota de los amigos y  de sus miras interesadas es evidente.

J. MAS BAYÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 305 s.


1-4: Job 19,1.23-27a. Yo sé que está vivo mi Vengador.

El libro de Job presenta una reflexión sobre la implicación o no de  Dios en el problema del mal y del sufrimiento, especialmente en el  pobre inocente. Se trata de una compilación de textos de épocas  distintas con gran riqueza de estilos y recursos literarios. A propósito  de un antiguo cuento popular no israelita, un sabio de Israel elabora un  verdadero debate teológico a base de grandes poemas, enmarcados  por los dos únicos textos en prosa: el prólogo y el epílogo.

La lectura de hoy forma parte de un magnífico poema en el que Job  se queja a Dios por todas sus desgracias y formula una profesión de fe  que anticipa la esperanza de la resurrección (19,25-27). Job se  solidariza con el sufrimiento de los inocentes de todas las épocas, por  eso quiere que sus palabras queden escritas, grabadas en cobre,  escritas para siempre en la roca. Aunque por un instante apele Job al  juicio de la historia, la fe le abre a un juicio mejor: el Dios de los padres  y de los sabios de Israel le salvará.

¿Quién es el goel (vengador o defensor en hebreo) que espera Job?  La fe de Israel reconoce al Señor como a su goel, su salvador, porque  defiende la causa del huérfano (Pr 23,10-11), de su pueblo (Jr 50,34) o  de su fiel (Lm 3,58). ¿Y cuándo actuará Dios a favor de Job? Los  Padres de la Iglesia no dudan en contestar que Dios se manifestará  después de la muerte de Job, resucitándole. En efecto, lee así la  Vulgata: Sé que está vivo mi Vengador y que en el ultimo día yo me  levantaré de la tierra. Ahora bien, en sintonía con los datos  veterotestamentarios y con el mismo libro de Job, hemos de afirmar  que Job espera ver, todavía en vida, la intervención de Dios. Su  esperanza consiste en contemplar a Dios (19,26). Job espera asistir a  su rehabilitación y ver a Dios con sus ojos mortales. Al final, cuando  todavía no ha muerto, afirma Job: Tan sólo había oído hablar de ti,  pero ahora te han visto mis ojos (42,5). Por tanto, no piensa Job en la  resurrección, pero reconoce que corresponde a Dios la última palabra,  que se ha comprometido hasta el limite por él. Job desconoce cómo lo  hará Dios para eternizar su amistad, tan sólo sabe que el vengador a  quien ama es eterno.

JAUME FONTBONA
MISA DOMINICAL 1999, 14 13


 

2ª.:  Sb 02, 01-05. 21-23 

2-1.-Sb 2. 1a/12-22 

En la primera lectura, el profeta nos presenta cómo las fuerzas del  mal, encarnadas en los impíos, quieren ahogar la fuerza de Dios que  se manifiesta en la vida de los justos. Es el conflicto de siempre, que  pasa por el mismo corazón del hombre. Este fragmento se dirige  directamente a los judíos fieles de Alejandría que son perseguidos y  despreciados por los judíos renegados y por los paganos. La Iglesia ve  en este texto un anuncio de la pasión de Cristo, el hombre bueno por  excelencia.

MISA DOMINICAL 1990, 7


2-2.

En la primera lectura, el profeta nos presenta cómo las fuerzas del  mal, encarnadas en los impíos, quieren ahogar la fuerza de Dios que  se manifiesta en la vida de los justos. Es el conflicto de siempre, que  pasa por el mismo corazón del hombre. Este fragmento se dirige  directamente a los judíos fieles de Alejandría que son perseguidos y  despreciados por los judíos renegados y por los paganos. La Iglesia ve  en este texto un anuncio de la pasión de Cristo, el hombre bueno por  excelencia.


2-3.

En el Evangelio de hoy, se siente estrecharse la conspiración  alrededor de Jesús. Se concreta el complot que dentro de unos días  llegará al desenlace.

-Los que meditan el mal se dicen en su interior «Tendamos un lazo  al justo...

Este pasaje del Antiguo Testamento parece un análisis, por  adelantado, de lo que pasará durante la Pasión.

A medida que va acercándose la Semana Santa, sería conveniente  que yo tratara de entrar más en una contemplación de Cristo sufriente:  lo que ha sufrido, El, que preveía todo, El, que sentía estrecharse el  cerco, quince días antes de su muerte.

La experiencia de estar «rodeado de odio»... acorralado. Saber que hay gente que está en contra y que busca dañaros.

-Se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos lleva la contraria, nos  reprocha el desobedecer a la ley de Dios, se llama a sí mismo «Hijo de  Dios». Es un reproche viviente de nuestros criterios.

Estas frases me ayudan a penetrar en uno de los muchos  sufrimientos de Jesús. El, el muy puro, el muy santo, el todo amor, el  fidelísimo al Padre vivía al contacto de esos pobres pecadores que  somos todos nosotros... podría decirse en la espantosa promiscuidad  de los pecadores.

Jesús «reproche viviente» por su sola conducta.

-Proclama dichosa la muerte de los justos, y se ufana de tener a  Dios por Padre.

Sin embargo, ¡todo es verdad! 

Y ¿cómo decir lo contrario, cuando se está seguro de que es  verdad? 

Si este Justo es Hijo de Dios, Dios le asistirá...

-Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y  probar su entereza. Condenémosle a una muerte infame, pues, según  dijo, alguien cuidará de El.

¡Qué maldad atroz! Pobre humanidad.

De hecho, al pie de la cruz, tales propósitos se han mantenido: "Si  eres hijo de Dios... baja de la cruz". «¡Deja! Veamos si Elías viene a  salvarle.» No puedo meditar sobre esto quedándome «ajeno».

No tengo derecho a condenar como si yo estuviera totalmente  indemne de esos propósitos llenos de desprecio y de hiel. De ningún  modo puedo olvidar que mis propios pecados tienen algo que ver aquí. 

Por unos momentos, me pongo ante un crucifijo... y rezo...

-Así discurren; pero se equivocan: Les ciega su maldad.  Desconocen los secretos de Dios.

En medio de los sarcasmos, éste es el sentimiento sereno de Jesús.  Descansa totalmente sobre el secreto de Dios: se sabe comprendido y  amado de El.

Contemplo tu paz, Señor Jesús.

¡Danos esta paz. 

Que sepamos apoyarnos sobre "los secretos de Dios".

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO, NAVIDAD,
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 146 s.




3ª.: Sb 03, 01-09 


3-1. HEDONISMO. VIDA ETERNA. MORALIDAD: SIN FUNDAMENTO DE  LA VIDA ETERNA ES DIFICIL MANTENERLA. 

* A modo de prólogo: ¿Merece la pena vivir, de forma cabal, en este  mundo? 

-En los primeros capítulos de este libro aparece, en repetidas  ocasiones, la contraposición entre justos o buenos, y malvados o  insensatos. Oigamos la opinión de estos últimos: "Nacimos  casualmente y luego pasaremos como quien no existió...; cuando la  chispa del corazón se apague, se cuerpo se volverá ceniza y el espíritu  se desvanecerá como aire tenue" (2. 2-3); "...la vida es corta y triste, y  el trance final del hombre, irremediable; y no consta de nadie que haya  regresado del abismo" (2. 1). No es raro en nuestros -al menos,  "curiosos"- velatorios ideas muy similares en forma de chistes. 

-Y si nuestra vida es sólo una "llamarada" que se extingue sin dejar  rastro ni nombre (cf. 2. 4 ss), si nadie vuelve de la ultratumba, ¿cómo  debemos vivir nuestra existencia? Según los insensatos, la respuesta  es clara, epicúrea: "¡Venga..., a gozar de las cosas con ansia juvenil"  (2. 6), "que no quede pradera sin probar nuestra orgía..." (2. 9). No  tenemos por qué respetar a nada ni a nadie: "atropellemos al justo...,  no nos apiademos de la viuda ni respetemos las canas venerables del  anciano; que sea nuestra fuerza la norma del derecho, pues lo débil...  no sirve para nada" (2. 10 ss.). Y como el bueno nos molesta  acusándonos, ¡acabemos con él! (2. 12 ss.). 

-Una concepción de vida como ésta, y por desgracia tan frecuente,  ¿merece la pena ser vivida? 

* Texto.

-Los malvados condenan al bueno  a muerte para comprobar si es verdad lo que dice: "si... es hijo de Dios,  él lo auxiliará..., pues dice que hay quien mire por él" (2. 18-20). ¡Además de injustos, irónicos con la vida intachable del justo! El  texto litúrgico de hoy nos dice que los que piensan así están  equivocados, ya que los justos "están en manos de Dios" (3. 1), "están  en paz", siguen al lado de Dios y éste les cuida (v. 9).

Los buenos han entrado en un nuevo reino de paz en el que el  Señor cuida a sus elegidos, se apiada de ellos... Este es el galardón de  su vida intachable (2. 22). Así la muerte no es una desgracia ni una  destrucción, como pensaban los malvados. El justo puede gloriarse de  tener por Padre a Dios. -Los malvados probaron al justo para ver su paciencia, si es verdad  lo que dice... (2. 17/19), pero en realidad es el Señor quien los prueba  como oro en crisol, "...y los halló dignos de sí" (3. 5). Los pequeños  castigos se convierten en grandes favores (3. 5). 

-El fuego que resplandece (v. 7) es imagen clásica de escatología. El  triunfo final de los justos sometiendo a los pueblos y gobernando  naciones bajo el mandato divino (vv. 7-8) son imágenes claramente  escatológicas. ¿De un futuro ultraterreno o extraterreno? El texto no  dice nada. 

* Reflexión.

-De todas las oposiciones entre justos y malvados, "...la  más importante es la acción oculta de Dios, que ahora se manifiesta; el  que creyó en ella en vida, transformó toda su vida en esperanza (v. 4),  una esperanza que hace comprender la verdad (v. 9) de que Dios  quiere a los suyos" (cf. Alonso Schökel, "Sabiduría" en "Los Libros  Sagrados", Ed. Cristiandad, Madrid 1974, de donde he sacado la  mayor parte de estas ideas).

A. GIL MODREGO
DABAR 1986, 54


3-2. /Sb/03/01-15 

El presente texto del libro de la Sabiduría, leído en la fiesta de los  mártires, sirve para alabarlos y ensalzar su nombre. A pesar de que en  realidad no se refiera directamente a los mártires, sino más bien a los  justos, éstos son considerados en cierto modo como aquéllos. Murieron  de un modo que su tránsito significó a los ojos de los insensatos una  especie de descalabro y destrucción: fueron unas víctimas. Pero los  hombres no entendieron nada sobre la muerte de aquellos justos. 

Cierto que eran víctimas, pero no en el sentido otorgado por sus  contemporáneos. Efectivamente, los impíos que les atormentaron ni  remotamente podrían sospechar que prestaban un gran servicio a los  designios de Dios. En realidad los suplicios que les infligieron se  convertían en pruebas de su justicia, pues de este modo "Dios los  probó como oro en crisol, y los recibió como sacrificio de holocausto" (v  6). Murieron, es verdad, pero sus almas están ahora en las manos de  Dios, inexpugnables a los tormentos. Esta es la otra cara de la  moneda, la que cuenta de veras, la gloriosa, cuando se les evidencia  cuán segura y cierta fue la confianza que pusieron en Dios. En  consecuencia, lo que los hombres juzgaron la verdad, no lo fue. El  descalabro pasó a ser camino de gloria, de enaltecimiento de los justos  sobre razas y pueblos, para juzgarlos y dominarlos, sin otro rey que el  Señor.

Para los que desean ser justos en este mundo no les resulta  ciertamente fácil el camino. Por ello, debido a las dificultades es casi  impensable e incomprensible -hasta rozar con la injusticia- que fuese  posible la inutilidad de aquel denuedo y, sobre todo, que la suerte final  del impío pueda ser también venturosa. Con todo, no dejaría de ser  oportuno contrastar este texto del libro de la Sabiduría con las palabras  de Jesús en la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que  hacen» (Lc 23,34). Y reflexionar acerca del encuentro, en el cielo, del  mártir y del verdugo, aunque el uno esté en lo más alto y el otro más  bajo.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981._BI-DIA-DIA.Pág. 857 s.



4ª.: Is 25, 06a. 07-09 

4-1.-DOMINGO 28 A:  Is 25. 6-10a

4-1-1.

Este pasaje pertenece al llamado "apocalipsis de Isaías" (capítulos  24-27 de su libro). El profeta anónimo, discípulo del gran Isaías y que  vive ya después del destierro de Babilonia, describe en este  apocalipsis (o "revelación") el juicio de Dios.

Los acontecimientos inmediatos de la historia le sirven como signos  que señalan lo que aún ha de venir cuando todo se revele y  desaparezca el velo que ahora cubre todas las naciones. Nuestra  lectura recoge, bajo el símbolo de un banquete, el aspecto positivo de  este juicio de Dios. Se trata del banquete que Dios ha preparado para  todos los pueblos (cf. Mt 8. 11; 22. 2-14; Ap 19. 9), del banquete de la  entronización de Yahvé (cf 1 S 11. 15; 1 R 1. 25s.). Pues ha de reinar  sobre todos los pueblos (24. 23), poniendo fin a nuestros  nacionalismos estúpidos.

El "monte" es el Sión, porque Dios ha querido que la salvación del  mundo venga de los judíos. La manifestación de Dios, su epifanía,  quitará el velo que cubre todas las naciones; esto es, acabará con el  error que impide a los pueblos ver con claridad (cf. 29. 10; 2 Co 3.  15s.).

Y el conocimiento de Dios, mejor, el reconocimiento y aceptación de  Dios, acabará con el pecado y con sus terribles consecuencias: el  dolor y la muerte.

En ese día Yahvé pondrá fin al oprobio que padece su pueblo  elegido y se acabará la mofa de sus enemigos. Este pueblo que aún  espera contra toda esperanza, en la diáspora -"¿Dónde está vuestro  Dios?", le preguntan con sorna los incrédulos-, reunido en presencia  de Dios y ante todos los pueblos, encontrará al fin una satisfacción  para su esperanza y la contestación a las burlas de sus enemigos. Dirá  entonces y responderá con gozo: "Aquí está nuestro Dios, de quien  esperábamos que nos salvara". Y comenzará una fiesta sin ocaso. 

EUCARISTÍA 1987, 48


4-1-2. RD/BANQUETE ES MAS QUE UNA BUENA COMIDA.ES SABER QUE TODOS LOS MALES DESAPARECEN. DESAPARECE EL DRAMA DE UNA HISTORIA DESQUICIADA Y EL DRAMA DE TODA LÁGRIMA EN TODO OJO HUMANO: ALEGRIA/VE 

La primera lectura complementa hoy relevantemente el tema central  del evangelio. La promesa de vida de Dios se dirige a todos y promete  una plenitud que es gozo, liberación de todo mal, ternura. El banquete  es más que una buena comida: es saber que todos los males  desaparecen, desaparece el drama de una historia desquiciada y el  drama de toda lágrima en todo ojo humano. Un texto para repasar y  meditar frase por frase. 

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1990, 18


4-1-3.EN TODO RELATO ESCATOLÓGICO LAS AFIRMACIONES SON  MAS PRODUCTO DE LA FE QUE DEL CONOCIMIENTO. AMENAZAS.  EL QUE SE COMPLACE EN ATORMENTAR A LOS SERES HUMANOS  CON EL MIEDO AL CASTIGO ES UN POBRE Y TRISTE HOMBRE QUE  NI ES FELIZ NI SOPORTA QUE LOS OTROS LO SEAN.

* Contexto.-La lectura de este domingo forma parte de una unidad  literaria del libro de Isaías, denominada "Escatología" (cap. 24-27). 

Estos capítulos son muy posteriores al profeta, y fueron insertados en  esta obra en una época posterior al destierro.

Al leer el texto no debemos nunca de perder de vista el hecho de  que nos encontramos con un relato escatológico en el que las  afirmaciones son más producto de la fe que del conocimiento. El autor  sueña con un futuro, que cree real, en el que el Soberano Juez de la  historia inaugurará su verdadero reinado en cielos y tierra, en todo el  universo. ¿Cuándo tendrá lugar? El escritor sólo sabe que se trata de  un futuro.

* Texto.-Para entender esta perícopa vamos a leer también Is 24.  21-23, trozo muy unido a nuestro relato. 1) 24. 21-23 y 25. 6-8: En un tiempo futuro, afirma el poeta, el  Soberano hará un juicio sobre todo el Cosmos, tanto sobre las huestes  celestes como sobre los reyes de la tierra. Las huestes o ejércitos  celestes son las estrellas, consideradas por los orientales como seres  divinos. Más tarde, en la literatura apocalíptica, estas huestes se  identificarán con los coros de ángeles (en el libro de Enoch se habla,  indistintamente, del castigo de las estrellas o de los ángeles).

El juicio divino es un examen de separación: investigada la culpa se  le elimina. Los agentes de la misma, ya sean humanos o divinos, son  encerrados en la mazmorra a la espera del castigo.

Nuestro texto no habla para nada de la destrucción del sol y de la  luna, como afirman otros relatos apocalípticos sino que sólo se  constata el hecho de que las dos "grandes" luminarias "se  avergüenzan", expresión similar a nuestro "salir los colores": un  desorden interno aflora al exterior en un "ponerse rojo como un  tomate".

Sobre este fondo de juicio resalta el hecho de "la soberanía divina  sobre Sión" (24. 23b), idea muy repetida en la teología de los círculos  de Jerusalén. Es el inicio del reinado del Señor.

Y este acontecimiento se celebra con un espléndido "banquete" al  que están invitados todos los pueblos (25. 6-8a) sin excluir a los judíos  (v. 8b). El banquete es imagen de la liberación gozosa de la era  mesiánica (cf.lectura del NT). El Señor es un generoso anfitrión que  nos ofrece los mejores manjares y los más exquisitos licores, y los  ofrece a todo el mundo sin excluir a nadie.

Y para colmo de la dicha, este gran anfitrión nos hace "un regalo  inapreciable": aniquilar de forma definitiva la muerte y, con ella, su  cortejo de sufrimientos y de lágrimas. 2) vs. 9-10a: Es un canto de agradecimiento entonado por todos  aquellos que han experimentado en sus carnes la liberación del Señor. 

Con gozo inmenso la comunidad exclama: el Señor está en medio de  nosotros y notamos su mano. A pesar de todas las dificultades de este  valle de lágrimas, Dios es el áncora de nuestra vida.

* Reflexiones.-Aunque el escritor del AT no menciona a ningún  Mesías, ya que Dios en persona es el Soberano, esta profecía  veterotestamentaria nos lleva a una era mesiánica en una lectura más  profunda y conjunta de toda la Biblia. Con el cumplimiento de la  profecía en Jesús de Nazaret, la perspectiva cambia. Él es el Mesías  que instaura el Reino del Padre, y resucitando de la muerte triunfa  sobre ella y sobre sus consecuencias: el dolor y llanto. A cuantos  responden a su invitación a formar parte de su reino les hace participar  de alguna manera, y en alguna medida aunque no definitiva, en su  triunfo sobre la muerte.

El autor no dice cuál es el origen, la causa de nuestro dolor y de  nuestras lágrimas. Es nuestra finitud la culpable de los mismos. Y la  imagen de un Soberano enjugando las lágrimas de los seres finitos es  conmovedora. Él es el ser solidario con el hombre con amor total hacia  cada uno de los miembros de la humanidad. Él es el gran consolador  que no sólo anuncia la extirpación futura del dolor y de la muerte sino  que se entretiene con el quehacer diario de consolar en el momento  presente. Así debe ser la actitud de la Iglesia, de todo cristiano:  anunciar el final glorioso de esta limitación humana, pero mientras esto  acaece no desentenderse de las lágrimas de nuestro mundo. Son  demasiado copiosas, y los gritos muy desgarradores. ¡No cerremos los  ojos ni taponemos nuestros oídos! El banquete eucarístico es signo del  banquete escatológico. El Señor es un generoso anfitrión que nos  ofrece todo lo mejor, sin excluir a nadie. El Papa, los obispos, la Iglesia  deben ser generosos con todos y en todo, sin tratar de excluir a nadie,  sin querer ofertar sólo café y prohibiendo los otros licores. Y la razón  es muy sencilla: ninguno de ellos es el anfitrión y deben respetar la  voluntad del amo. ¡No caigamos en teologías baratas de "alter Xtus"! El  amo sólo es uno.

Al instaurar su reinado, el Señor consuela a los que están tristes  ofreciéndoles un banquete, signo del gozo y de la alegría. Dios quiere  mostrar su soberanía haciendo a los hombres felices, el banquete y la  destrucción de la muerte son sus imágenes más plásticas. Si Jesús  sufre es para que nosotros vivamos alegres. Este debe ser el mensaje  del hombre evangélico.

El que se complace en atormentar a los seres humanos con el miedo  al castigo es un pobre y triste hombre que ni es feliz ni soporta que los  otros lo sean.

A. GIL MODREGO
DABAR 1990, 50


 

4-1-4. MU/DIA-NATAL."ANIQUILARA LA MUERTE PARA SIEMPRE".

"Aniquilará la muerte para siempre".- Esta es nuestra perspectiva. 

Más aún, el Señor ya la ha aniquilado: "muriendo destruyó nuestra  muerte, y resucitando restauró la vida", "porque en la muerte de Cristo  nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado  todos", cantamos en los prefacios de Pascua. Por eso el Ap habla de  "segunda muerte": ésta es la muerte verdadera, pues la primera, para  el creyente, no es muerte sino tránsito. Y los primeros cristianos  celebraban el "dies natalis" de los mártires: el día de su muerte era el  día de su nacimiento a la gloria. ¿Y quién sino el Señor puede enjugar  las lágrimas de todos los hombres? Realmente, "aquí está nuestro  Dios, de quien esperábamos que nos salvara: celebremos y gocemos  con su salvación". 

 

J. TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1987, 19


4-1-5.FE/VICTORIA-MU: MU/V 

-Para anunciar los tiempos mesiánicos,  Dios anuncia que será el anfitrión de su propia mesa. No reservada  exclusivamente al pueblo de Israel, cuya salvación se extenderá sobre  todos los hombres y todos los pueblos.

-Dios celebra una victoria al invitarnos a esa festín gozoso. La  victoria sobre la muerte. La muerte es la gran obsesión de la  humanidad, el gran fracaso, el gran absurdo "y arrancará en este  monte...".

Dios enjugará las lágrimas de los rostros de todos los hombres. Nos  debe reconfortar la esperanza de ese día: nacerá un nuevo orden de  cosas, una nueva escala de valores regirá las relaciones humanas y  divinas, que ya no volverán a romperse.

-En el monte Sión donde estaba el templo de Jerusalén, morada de  Dios.

-Aniquilará la muerte para siempre, y porque la mayoría no creen en  la victoria de la vida sobre la muerte por eso viven solamente para  sacarle el máximo jugo a la vida. Como creen que van a desaparecer  para siempre viven solamente para verlo todo y gustarlo todo.

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4-1-6. /Is/25/06-12: /Is/26/01-05:

La montaña de Sión es la habitación de Yahvé, en el futuro no sólo  los judíos subirán para adorarlo, sino todos los pueblos. En este  encuentro de todos los pueblos en Jerusalén desaparece la distinción  entre judíos y gentiles (vv 6-7). La destrucción de la muerte, de la cual  se habla en el v 8, reviste el mismo significado que en 11,9: «No harán  daño ni estrago en todo mi Monte Santo, porque está lleno el país del  conocimiento de Yahvé, como las aguas colman el mar».  En el reino  mesiánico desaparecerán la violencia y la sangre. En la segunda parte  del texto, 26,1-6, hay una exhortación a la confianza: Dios concede la  paz a los que se apoyan en él en lugar de apoyarse en otras  «seguridades»: «Confiad siempre en Yahvé, pues Yahvé es la roca  perpetua» (v 4).

La primera parte describe el papel de Sión después del juicio. Yahvé  ofrece a las naciones paganas una fiesta suntuosa en el lugar donde  se reconoce su realeza. El ágape mesiánico, que congrega en la  misma mesa a Israel y a las naciones, se sirve en Sión: es en la ciudad  santa donde los gentiles entran en comunión con Yahvé. Isaías,  uniendo la tradición cultual de Jerusalén con la venida de los últimos  tiempos, da al encuentro de las naciones con la ciudad de Yahvé una  significación escatológica.

El substrato biológico común no es suficiente para expresar la  unidad de la humanidad, que sobre todo es unidad personal expresión  de la unidad de vocación y de destino de vida. Se trata de una unidad  que no se da, sino que se ha de llevar a término. En la visión isaiana,  esta tarea es la respuesta a una iniciativa de gracia por parte de Dios:  la comunión querida por Dios entre todos los hombres es un don  divino. Esta manera de constituirse la humanidad gracias a la  mediación de un hombre, o de una colectividad concreta, se va  haciendo cada vez más clara a lo largo del Antiguo Testamento hasta  acabar en el Nuevo en la figura de Cristo. La idea de la mediación  demuestra que los hombres dependen los unos de los otros. El hombre  ha de encontrar al hombre, las naciones han de encontrarse entre  ellas como hermanos y hermanas, como hijos de Dios. La unidad entre  los hombres es una gracia; la plegaria es indispensable para honrar la  naturaleza profunda de esta unidad.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981._BI-DIA-DIA.Pág. 27


MIÉRCOLES DE LA SEMANA PRIMERA DE ADVIENTO

4-2-1. Is/25/06-10a 

-Aquel día, el Señor, Dios del universo, preparará, sobre su  montaña, un banquete de manjares muy condimentados y de vinos  embriagadores, un banquete de platos suculentos y de vinos  depurados...

En las costumbres orientales y bíblicas el banquete forma parte del  ritual de entronización de los reyes. Con frecuencia la magnificencia en  el aderezo de la mesa, la calidad de los manjares y de los vinos eran el  signo del poder de un rey, y muy particularmente eran el modo de  celebrar una victoria.

También nosotros festejamos nuestras alegrías en familia con una  comida más exquisita.

Para anunciar los tiempos mesiánicos, Dios anuncia que será el  anfitrión de su propia mesa. Jesús hizo de la comida el signo de su  gracia.

¿Me doy cuenta de que en la eucaristía Dios me recibe en su propia  mesa? ¿Es una comida gozosa, una fiesta? ¿Tengo algo a  conmemorar o a celebrar cuando voy a misa? ¿Valoro la acción de  gracias? 

-Para todos los pueblos... sobre toda la faz de la tierra... Ese universalismo, es sorprendente para aquella época. Un Mesías no reservado exclusivamente al pueblo de Israel.

Un Mesías cuyos beneficios se extenderán sobre toda la humanidad:  promesa divina...

¡Señor, ensancha nuestros corazones hasta la dimensión del mundo  entero! ¿Es para mí un sufrimiento pensar que todavía HOY son  muchos los hombres que ignoran esa buena nueva? 

-Apartará de los rostros el velo que cubría todos los pueblos y el  sudario que envolvía las naciones.

Destruirá la muerte para siempre.

Efectivamente, Dios celebra una victoria al invitarnos a ese festín  gozoso. En la victoria sobre la «muerte». El enemigo. La muerte es la  gran obsesión de la humanidad, el gran fracaso, el gran absurdo, el  símbolo de la fragilidad y del sufrimiento. Es también la gran objeción  que hacen los hombres a Dios: si Dios existe, ¿por qué hay ese mal? 

Debemos escuchar la pregunta y también la respuesta de Dios. Hay  que darle tiempo, saber esperar su respuesta.

«El Señor quitará el sudario que envolvía los pueblos». ¡Tal es su promesa, su palabra de honor! «El Señor destruirá la  muerte para siempre.» 

Tal es la buena nueva de Jesucristo. Comenzada en Jesucristo y  celebrada en cada misa.

Cada eucaristía, ¿es para mí una comida de victoria sobre la  muerte? Proclamamos tu muerte, Señor, celebramos tu resurrección.

-El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros.

¡Lo ha prometido! 

¡Admirable imagen! Dios... enjugará... las lágrimas... de los rostros  de todos los hombres! 

¡Señor, cuán reconfortante será ese día! Lo espero en la Fe y, en la  espera de ese día procuraré consolar algunas lágrimas del rostro de  mis hermanos.

-Se dirá aquel día: ¡Ahí tenéis a nuestro Dios, en El esperábamos y  nos ha salvado... exultemos, alegrémonos, porque nos ha salvado! 

La muerte no es el final del hombre, no es su fin.

El fin es la exultación, la alegría, la salvación.

Esto es lo que Dios quiere, lo que Dios nos ha preparado.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3 
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO, NAVIDAD,
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL 
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 12 s.




5ª.: Lm 03, 17-26 

5-1.  D/SILENCIO 

El texto bíblico que acabamos de leer ha sido todo él desahogo de  sentimientos de sorpresa y de impotencia producidos por el  contratiempo, por la prueba, o como es vuestro caso, por la sorpresa  de la muerte que "os llena de amargura y os envenena".

Se tiene la impresión de que todo se hunde y la vida llega a perder  toda perspectiva de felicidad.

En el silencio de lo incomprensible debemos seguir esperando en  Dios contra toda esperanza.


5-2. /Lm/03/01-33 

Tanto por el contenido como por los elementos formales, estas  patéticas confidencias recuerdan las llamadas "confesiones" de  Jeremías y los salmos de lamentación individual, las plegarias más  sinceras y apremiantes que han brotado del corazón creyente de  Israel. Comienzan por la exposición del caso (vv 1-20). Es una especie  de voce mea ad Dominum clamavi (Sal 142). Los males que afligen y  abruman al orante están descritos en un crescendo aterrador: se halla  sumergido en el dolor y las tinieblas, estrujado física y moralmente;  Dios le es hostil, lo acecha como un oso, como un león en la  emboscada; pero siente sobre todo la crueldad del silencio de Dios:  «Por más que grito y pido socorro, se hace sordo a mi súplica» (v 8),  que ocasiona la burla de todo el pueblo.

En un segundo momento, cuando se siente más ahogado por la  tiniebla, el autor de esta lamentación, creyente auténtico, no de fe  endeble y vacilante, abre su corazón a la confianza en Dios. Este  movimiento que conduce de la angustiada tristeza a la serena  confianza atraviesa las partes autobiográficas del libro de Jeremías y  de todo el salterio. El autor de estos versículos, que no es un simple  espectador de la tragedia, sino que vive sumergido en ella, sabe que la  historia de la salvación está inseparablemente ligada al  hesed-rahamim, que es bondad benéfica y amor entrañable de Dios. 

Por eso con profundidad teológica y con gran eficacia literaria afirma:  «La misericordia de Yahvé no termina, y no se acaba su compasión,  antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad!»  (22-23).

El hombre aparece aquí como un ser que espera, que confía. Su  esperanza se apoya exclusivamente en Yahvé, meta, garantía y  síntesis de toda esperanza. Es una esperanza que encuentra sentido  en el amor fiel de Dios. La confianza del paciente representa el triunfo  de la fe sobre los determinismos de la carne. Con sus propias fuerzas,  el hombre puede llegar a ser un héroe trágico, pero no un caballero de  la fe.

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981._BI-DIA-DIA.Pág. 575 s.


5-3.

El libro de las Lamentaciones está formado por cinco poemas  independientes (que corresponden a cada uno de los cinco capítulos  del libro) escritos con motivo del gran desastre que fue la caída de  Jerusalén en manos de las tropas babilonias el año 587 a.C. La biblia  griega atribuyó el libro a Jeremías, y con este nombre pasó a la  traducción latina y a la liturgia cristiana, pero esta atribución es poco  probable . Sea quien fuere su autor o autores, parece que la  recopilación se formó en la misma Palestina, muy cerca de la ciudad  destruida, durante el tiempo en que la mayoría del pueblo estaba  deportado, y antes del decreto de Ciro que permitía el retorno (538  a.C.).

La caída de Jerusalén y la destrucción del templo son el momento  más trágico de la historia del Antiguo Testamento. Las promesas de  Dios parece que hayan fallado: y no es sólo que Dios no ayude al  pueblo, es que Dios mismo parece que se haya convertido en el  enemigo del pueblo. Ante esta situación, el israelita que escribió  nuestro libro se siente hundido en el dolor y lo expresa con toda  crudeza. Después reflexiona y, a la vez que reconoce el pecado con  que el pueblo ha vivido, acepta -¡como Job!- que ante Dios lo único  que puede hacer es esperar: esperar que el Dios fiel vuelva a  mostrarse, y decirle su confianza.

El fragmento de hoy es una buena síntesis de estos sentimientos:  primero, la manifestación del dolor expresado sin pudor ni subterfugios;  después, el "traer a la memoria" todos aquellos sentimientos que  permiten "esperar en silencio" que el Señor vuelva a mostrar su  bondad.

El libro de las Lamentaciones es un texto capaz de expresar unos  sentimientos universales, que superan el hecho de la caída de  Jerusalén y pueden ser vividos por todo creyente. Por eso fue utilizado  en el Oficio de Lecturas del triduo pascual (y, perdido con ocasión de  la reforma litúrgica, ahora ha sido nuevamente recuperado), y por eso  lo podemos leer para expresar el dolor y la esperanza ante la muerte. 

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 14



6. Dn/12/01-03 


6-1. RV/PROGRESO: RS/RV:

Todo lo que tiene de breve la presente lectura lo tiene de importante  en la historia de la revelación. Por su lenguaje, repetido en algunos  pasos al pie de la letra por Jesús refiriéndose a los últimos tiempos,  somos conscientes de que el apocalíptico hace ahora de profeta. Por  vez primera en todo el Antiguo Testamento se nos asegura, con  inspirada garantía, la resurrección de los muertos.

La chispa fue provocada por la persecución de Antíoco. El rescoldo  donde había ido incubándose el problema de la retribución durante  varios siglos sin respuesta definitiva. Ahí quedaba Job revolviéndose  en su inocencia y sufrimiento. Fue necesaria la crisis macabaica, los  mártires de la persecución, para que brotara la fe en la resurrección,  que terminaría convirtiéndose en dogma.

En los capítulos precedentes el autor había insistido, con todos los  artificios del lenguaje apocalíptico, en la instauración del reino de los  santos, que sustituiría a todos los reinos históricos. Animados por esta  esperanza, muchos habían defendido su fe hasta la muerte. El  interrogante surgió angustioso. Cuando llegue el reino de los santos,  de los judíos fieles a su Ley y a Dios, ¿cuál será la suerte de todos  estos mártires de su fe? ¿Podrá ser la muerte y el sheol común su  premio? Y el autor, inspirado, abre las puertas a una nueva y  desconocida esperanza. "Entonces", sin precisar tiempo, pero con  garantía absoluta, "los que duermen... despertarán". El eufemismo es  ya toda una revelación. Cristo lo usará refiriéndose a la muerte de su  amigo Lázaro y deberá explicárselo a sus apóstoles. Es el sueño de la  muerte, porque la muerte, para quien cree, es el dormirse de un  glorioso despertar en Dios.

Pero esta resurrección queda muy particularizada y lejana aún de la  perfección que dará el Nuevo Testamento. Sólo se salvarán  -resucitarán- los inscritos en el libro de la vida. Porque no todos los  hijos de su pueblo habían sido fieles a su fe. Entonces ¿no resucitarán  todos? Ateniéndonos al texto y al contexto, nuestra respuesta no  puede ser afirmativa. En el texto (vv. 1-2) se habla tan sólo del pueblo  escogido. Por el contexto sabemos que las esperanzas se mantenían  aún a nivel terreno. La resurrección o vuelta a la vida, concebida como  recompensa, sólo podía ser concedida a los justos. Eran éstos los  únicos que necesitaban revivir para recibir en justicia el premio de sus  obras y de su fe. Era absurdo concebir esta grandiosa recompensa  para los pecadores. Y menos en el alborear de este articulo de fe. La  resurrección de los pecadores y la resurrección universal de todos los  hombres será un desarrollo posterior neotestamentario.

Nada se nos dice sobre el objeto de la futura felicidad de los  resucitados en este mundo. Se les supone, por el contexto,  participantes del reino mesiánico eterno. Al autor sólo se le ocurre,  para realzar su situación, compararlos con el esplendor y brillo de las  estrellas del firmamento. Eso sí, ellos serán los "sabios", no quienes se  lo creyeron con la sabiduría de este mundo. A la misma comparación  estelar acudirá Pablo para contrastar la diferencia entre los escogidos. 

Casi sin percatarnos estamos llegando a las puertas del Apocalipsis o  Revelación plena en Cristo.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITÚRGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 801 s.

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6-2.

* Situación ambiental.

-Nuestro texto nos dice que "entonces"... serán tiempos difíciles  como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora" (12, 1). 

En un primer plano, nuestro autor parece referirse a la etapa de  opresión contra los judíos llevada a cabo por Antíoco III y IV, de los que  fue contemporáneo. El sumo sacerdote Onías es vilmente asesinado,  se comete un robo sacrílego en el templo de Jerusalén al apoderarse  de las copas de oro y demás utensilios. Antíoco IV llega a proscribir el  judaísmo y coloca una estatua de Zeus en el mismísimo templo (cfr. II  Mac. 5). Alguno judíos colaboraron con Antíoco: son los apóstatas;  otros se resisten con fuerza: Los Macabeos, los mártires (11, 21-39). 

Así nacen algunos de los partidos político-religiosos de los judíos.

-Pero Daniel no se conforma con desarrollar los hechos históricos  conocidos (cap. 10-11, 39) sino que nos describe, con motivos  tradicionales del A.T., los últimos momentos que precederán a la  instauración definitiva del reinado de Dios (11, 40-12, 1ss.) El rey del  Sur (= Egipto) atacará y Antíoco morirá, no en algún lugar de Palestina  "entre el mar y la Perla de la Santa Montaña" como nos dice el texto (I  Mac. 6 y II Mac. 9), sino en Persia el año 163 a. Xto, como  consecuencia de una misteriosa enfermedad. Guerras e intensos  sufrimientos antes de la instauración del reino de Dios son temas  básicas de toda la Apocalíptica.

* Texto.

-Los vs. que leemos hoy constituyen la lógica conclusión al relato  que comenzó con el cap. 10. En medio del sufrimiento y de la gran  tribulación, el Arcángel Miguel protegerá y librará al pueblo de Dios que  ha permanecido fiel. Está tan seguro de ello el autor que llega a afirmar  que los nombres de los salvados están "inscritos en el libro".

En esta época tardía encontramos la idea de ángeles guardianes o  tutelares de los reinos. De la porción escogida de Dios, Israel, se  ocupará Miguel (no quiero entrar en el oscurísimo origen de estos  seres angélicos. Una opinión muy en boca los considera como  divinidades inferiores de los panteones orientales, desclasadas).

-Por dar testimonio de Dios, los mártires han perdido su vida durante  la persecución. ¿Su final será el mismo que el de los malvados? 

¿Buenos y malos acabarán sus días en el "sheol" compartiendo una  misma suerte? Daniel introduce algo nuevo en la revelación  veterotestamentaria: "muchos de los que duermen en el polvo  despertarán..." (v. 2). Se trata de una resurrección individual, no  universal: Daniel parece mencionar sólo a los caídos durante la última  persecución.

Y tras la resurrección un juicio de separación: "...unos para vida  eterna, otros para ignominia perpetua" (v. 2). Pero debemos ser muy  cautos con el significado de "eterno". No se trata de un algo sin final  absoluto (concepción filosófica griega) sino de una vida en la nueva  etapa que Dios instaura (nuevo reino), libre de sufrimientos y de  persecuciones. En esta nueva etapa del reino (siempre dentro de una  continuidad histórica). Lo que nosotros entendemos hoy por vida  eterna no aparece en Daniel. Los llantos, gritos, cadenas, fuego... que  sufrirán los perversos, son ideas no bíblicas sino de la literatura  apocalíptica no canónica.

* Aplicación: ¿Y cómo instaurar este nuevo reino de Dios de paz y  felicidad? En el v. 3 el autor señala "un grupo privilegiado entre los  salvados: no son los guerreros (Macabeos y secuaces), ni siquiera los  mártires (Eleazar y otros), sino un grupo de maestros que predican con  éxito la conversión... Convertir es en hebreo Masdikê Harabbim, o sea,  devolver al estado de justicia; es decir, la instauración del nuevo reino  no es un acto soberano independiente de las actitudes humanas..."  (Alonso Schoker, L., Los Libros Sagrados, Daniel..., p. 106).

A. GIL MODREGO
DABAR 1988 57


6-3.

El libro de este profeta seguramente fue escrito en tiempos difíciles para Israel, tiempos de persecución y resistencia. Pero, por encima de los hechos inmediatos, el autor interpreta la historia como una lucha en la que Dios toma parte en favor de su pueblo y en contra de los dominadores de turno. Con esto trata de levantar la esperanza de los justos y abrir una brecha a través de los gruesos muros de la angustiosa realidad presente. Por el género utilizado y el objetivo que persigue, se trata de un libro en cierta manera parecido el Apocalipsis del NT.

MIGUEL/ARCANGEL:En los dos capítulos anteriores se han descrito los acontecimientos históricos desde el punto de vista o perspectiva escatológica, esto es, teniendo en cuenta el desenlace final. Así, estos versículos que nos ocupan constituyen la conclusión del relato y de su interpretación. En ellos se anuncia cómo todo llegará a un nuevo punto culminante y decisivo, en el que Israel será protagonista y vencedor, y 
se cumplirán los planes de Dios. Esto es lo que quiere decirse 
aludiendo a la victoria del arcángel san Miguel, que es el ángel 
custodio del pueblo de Dios y la personificación de la especial 
providencia divina en favor de Israel.

EUCARISTÍA 1988, 54


6-4./DN/LIBRO:

Con toda seguridad este libro de Daniel fue escrito en tiempos 
difíciles, en tiempos de persecución y de resistencia. 

Concretamente los comentaristas actuales sitúan su redacción entre los años 167 y 164 a C., durante la dominación de Antíoco Epífanes y antes de la victoria de los Macabeos.

En los capítulos anteriores se describen los acontecimientos 
históricos desde un punto de vista o perspectiva escatológica, esto es, teniendo en cuenta el desenlace final. De manera que estos cuatro primeros versillos del capítulo 12 constituyen la conclusión del relato y de su interpretación. En ellos se anuncia cómo todo llegará a un nuevo punto culminante y decisivo, en el que Israel será protagonista y vencedor y se cumplirán los planes de Dios. Esto es lo que quiere decirse aludiendo a la victoria del arcángel San Miguel, que es el ángel custodio del pueblo de Dios y la personificación de la especial providencia divina en favor de Israel.

En los pasajes apocalípticos (cfr., por ejemplo, el evangelio de hoy) la "gran tribulación" o "los tiempos difíciles" aparecen como una señal de salvación definitiva de los justos. El autor ve en los mártires de su tiempo la señal de la victoria, descubre la situación extrema que precede a la salvación del pueblo que ha resistido en la fe.

Este es "el libro de la vida" (Ex 32, 32; Sal 69, 29; Flp 4, 3; Ap 3, 5). Se trata de una imagen utilizada para expresar que Dios conoce a los suyos y los protege hasta el final.

No hay en todo el Antiguo Testamento, si exceptuamos el texto de Is 26, 19, ningún otro lugar en el que hable tan claramente de la resurrección de los muertos que "duermen en el polvo". 

Aunque se dice que "despertarán" (esto es, resucitarán) "muchos", esta palabra quiere decir con frecuencia "todos", y éste parece aquí su sentido. La resurrección es para nuestro autor un postulado de la justicia divina, que no puede dejar sin premio a los mártires y sin castigo a sus verdugos (cfr. 2 Mac 7, 14). La fe en la resurrección de los muertos aparece tardíamente en el credo de Israel. Con todo, el autor del Génesis intuye esa verdad de fe el plantear la pregunta: "¿Acaso el juez de toda la tierra no va a hacer justicia?" (Gn 18, 25). 

A la que responde claramente Daniel en este pasaje.
No falta una palabra de esperanza y una promesa para los "sabios", esto es, para los que enseñan a practicar y no sólo a conocer lo que es justo a los ojos de Dios. Hay para ellos reservada una gloria especial e imperecedera.

EUCARISTÍA 1982, 52


6-5.D/AUSENCIA.

Se habla de la resurrección de los muertos (despertarán). Para 
aquellos que vivían bajo la persecución era la única alternativa ante la apostasía y la muerte. La resurrección era el premio de los mártires. 

Ellos han preferido perder la vida antes que perder el reino.

En este texto y en toda la perícopa, Dios ni siquiera es mencionado. 

Está detrás de la historia. Parecen escritos desde una mentalidad secularizada. En una concepción estrictamente científica Dios no existe como realidad. Hablar de la presencia y providencia de Dios parece algo fuera de la realidad. Hay hechos cotidianos que parecen confirmar la ausencia de Dios. El texto habla de la tribulación y no hace más que mirar a la experiencia cotidiana.

Pero este modo de ver las cosas no es el único ni impide admitir la misteriosa presencia de Dios tras los acontecimientos. El hombre puede tener experiencia de Dios en las realidades profanas.

PERE FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985, 22


6-6. /Dn/12/01-13:RS/AT:

El libro de Daniel es muy fecundo en símbolos, visiones, escenas 
evocadoras, imágenes brillantes y en una filosofía de la historia que le confiere alto precio entre los libros santos. Precisamente la aportación más valiosa del libro la encontramos en los versículos que vamos a comentar.

Se puede afirmar que, hasta la redacción de este capítulo 
desconoce el AT la doctrina de la resurrección. Sería tarea prolija explicar el concepto de vida de ultratumba que tenían. De todos modos, aparece ya clara esta idea: los justos resucitarán. 

Pero hay más. Daniel insiste: los que se mantienen firmes en la palabra de Dios resplandecerán por siempre, eternamente, como las estrellas (v 3). La doctrina no puede ser más consoladora. Dios nos protege en esta vida y nos da, más allá, la vida eterna.

Estamos habituados ahora a hablar así, se nos antoja natural Pero fijemos nuestra atención en la audacia del autor que formula por primera vez y tan diáfanamente esta doctrina. Y si aseguramos que se trataba de un autor inspirado, caemos en la cuenta de que esta condición no nos excusa los esfuerzos. Como no los excusa el autor del libro a sus lectores, pese a que les promete la ayuda de Dios.

El autor de Daniel conoce la condición humana y hasta sus más 
grandes debilidades. Nos habla del orgullo de Nabucodonosor, de la impiedad de Baltasar y de la lubricidad senil de los acusadores de Susana; no es, desde luego, un ingenuo. Durante su vida ha 
presenciado crímenes y persecuciones, no ha vivido en un claustro alejado del mundo. Se trata de un hombre de carne y hueso, pero un hombre de fe, y hasta intransigente a veces. Y es con esa fe en Dios como cobra confianza, la más grande confianza habida en la historia, la que provoca el escepticismo irónico de los griegos frente a san Pablo, pero que a su vez fortalece a los creyentes más que suficientemente para soportarlo todo a fin de mantenerse firmes en su fe para con 
Dios.

J. MAS-BAYÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 433 s.



7ª.: 2M 12, 32-45 

7-1. PURGATORIO/SUFRAGIOS HAY QUE INTERCEDER DELANTE DE DIOS CON LA ORACIÓN Y EL SACRIFICIO.

vv. 32-45:Una parte del ejército judío, mandada por un tal Esdrías, sufrió una derrota importante en una batalla contra Gorgías, general del ejército real del sur de Palestina. La oportuna intervención de Judas-Macabeo disminuyó las consecuencias de la derrota que nuestro autor insinúa, pero que guarda bien de manifestar, no fuera motivo de que la fama de los héroes de la resistencia se viera disminuida. Debido a la proximidad del descanso sabático, y para evitar que los soldados quedaran contaminados el día de la fiesta por el contacto con los cadáveres, dejan a los muertos en el campo de batalla. Pero por Pentecostés ya hace calor y, pasado el sábado, van rápidamente a enterrarlos. Entonces encuentran en sus vestidos objetos idolátricos, guardados supersticiosamente o bien para aprovechar el oro y la plata que los cubrían, cosa que estaba igualmente prohibida (Dt 7. 26). El autor ve en este hecho la causa del desastre, mientras Judas aprovecha la ocasión para demostrar las funestas consecuencias del pecado.

Sigue después el texto de contenido doctrinal probablemente más importante de todo el libro. Judas hace una colecta para que en Jerusalén se ofrezca un sacrificio por los caídos, hecho que va acompañado de una reflexión teológica del autor en la que habla claramente de la posibilidad del perdón de algunos pecados en la otra vida, suponiendo la existencia de un estado intermedio: para los que han muerto piadosamente la resurrección gloriosa es cierta; para los otros, hay que interceder delante de Dios con la oración y el sacrificio. 

Falta el nombre, pero es innegable la presencia de la idea del 
Purgatorio. Del mismo modo es clara la afirmación de la resurrección de los muertos y de la retribución futura, así como la de la validez de la oración por los difuntos.

Tal vez en la intención de Judas la razón principal del sacrificio era la de librarse del castigo que, por solidaridad con los difuntos culpables, podía llegar a los vivos. Pero la doctrina del autor es clara, aunque por encontrarnos en el inicio de la explicación de estas verdades necesite otros complementos.

No es extraño, pues, que sea un texto que la Iglesia católica ha 
utilizado siempre para recomendar la oración por los difuntos.

J. ARAGONES/LLEBARIA
LA BIBLIA DIA A DIA.
Comentario exegético a las lecturas de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 421 s.