SEGUNDA LECTURA

El cristianismo es una religión del amor; pero este amor no es simple fruto de unas puras relaciones humanas, sino resultado de una iniciativa de Dios, que ha derramado su Espíritu sobre nuestros corazones. Por eso un creyente que no ore es inconcebible.

 

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 5,5-11.

Hermanos:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

En efecto, cuando nosotros estábamos todavía sin fuerza, Cristo, en el tiempo fijado, murió por los impíos -difícilmente se encuentra uno que quiera morir por un justo; puede ser que se esté dispuesto a morir por un hombre bueno- pero la prueba del amor que Dios nos tiene nos la ha dado en esto: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Y ya que ahora estamos justificados por su sangre, con más razón seremos salvados por él de la cólera.

En efecto, si cuando éramos todavía enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con más razón, reconciliados ya, seremos salvados por su vida.

Más aún, ponemos nuestro orgullo en Dios por nuestro Señor Jesucristo por el que ahora hemos recibido la reconciliación.