SAN
AGUSTÍN COMENTA EL EVANGELIO
Lc 1,39-45: La Iglesia, como María, virgen y madre
Nos hemos propuesto hablar sobre la virginidad. Ayúdenos Cristo, hijo de la Virgen, esposo de las vírgenes, nacido corporalmente de un seno virginal y unido espiritualmente en espiritual desposorio. Siendo también la Iglesia universal virgen desposada con un solo varón, que es Cristo, como dice el Apóstol, ¿cuán dignos de honor no han de ser sus miembros, que guardan en su carne lo que toda ella guarda en su fe? La Iglesia imita a la madre de su esposo y Señor, porque la Iglesia es también virgen y madre. Pues, si no es virgen, ¿por qué celamos su integridad? Y si no es madre, ¿a qué hijos hablamos? María dio a luz corporalmente a la Cabeza de este cuerpo; la Iglesia da a luz espiritualmente a los miembros de esa cabeza. Ni en una ni en otra la virginidad ha impedido la fecundidad; ni en una ni en otra la fecundidad ha ajado la virginidad. Por tanto, si la Iglesia universal es santa en el cuerpo y en el espíritu y, sin embargo, no es toda virgen en el cuerpo, aunque sí en el espíritu, ¿cuánto más santa sería en aquellos miembros en los que es virgen a la vez en el cuerpo y en el espíritu?
La santa virginidad 2,2
Lc 1,46-56: La Iglesia es madre de los miembros de Cristo que somos nosotros
Únicamente esta mujer es madre y virgen, no sólo en el espíritu, sino también en el cuerpo. No es madre según el espíritu de nuestra Cabeza, el Salvador, de quien más bien es espiritualmente hija, porque también ella está entre los que creyeron en él y que son llamados con razón hijos del esposo. Pero ciertamente es madre de sus miembros, que somos nosotros, porque cooperó con su caridad para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros de aquella Cabeza de la que es efectivamente madre según el cuerpo. Convenía que, por un extraordinario milagro, nuestra Cabeza naciera, según la carne, de una virgen, para significarnos que sus miembros habían de nacer, según el espíritu, de la Iglesia virgen. Solamente María es, por tanto, madre y virgen según el cuerpo y según el espíritu: madre de Cristo y virgen también de Cristo. Mas la Iglesia, en los santos que han de poseer el reino de Dios, es, según el espíritu, toda ella madre y toda ella virgen de Cristo; pero no lo es en su totalidad según el cuerpo, pues en algunos miembros es virgen de Cristo y en otros es madre, pero no de Cristo. Son también madres espirituales de Cristo las mujeres fieles casadas y las vírgenes consagradas a Dios, porque cumplen la voluntad del Padre con sus santas costumbres, con la caridad de corazón puro, conciencia recta y auténtica fe. Las que en la vida conyugal engendran corporalmente, dan a luz a Adán y no a Cristo; y como saben qué es lo que han alumbrado, se apresuran a hacer miembros de Cristo el fruto de su seno, purificándolo con los sacramentos.
La santa virginidad 6,6