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H O M I L Í A S 

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DOMINGO IV
DE CUARESMA

CICLO C

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CV/RC/ETAPAS 

Al hablar durante este tiempo de Cuaresma de RECONCILIACIÓN tenemos el peligro de quedarnos sólo en las palabras. Para evitarlo (para vivir de realidades y no sólo de palabras) puede sernos útil considerar cómo JC nos presenta lo que es la reconciliación en la parábola que hoy hemos escuchado.

-Primer personaje: el hijo que reconoce su error y emprende el camino 

Primera realidad o, dicho de otro modo, primer personaje: EL HIJO QUE DESCUBRE Y RECONOCE su error. Cuando, durante este tiempo de Cuaresma, hablamos de reconciliación, de conversión, quizá a menudo nos SALTAMOS ESTE PRIMER PASO. El paso que todos debemos dar si queremos jugar limpio, si queremos ir a lo hondo. El paso de reconocer el mal, el pecado que hay en nosotros. Un mal que no es sólo individual, porque está también en nuestra sociedad y en nuestras comunidades cristianas. Quien se cree limpio de culpa no necesita salvación, no necesita acoger la Buena nueva de JC. CR/PECADOR: Quién se cree sin pecado no puede ser cristiano. Porque para ser cristiano, seguidor de JC, el primer paso es reconocerse pecador. Sólo después de este primer paso podremos emprender -individual y colectivamente- el camino de reconciliación, de conversión. A este primer paso indispensable sigue otro no menos necesario. No basta descubrir y reconocer el mal que hay en nosotros. Después de confesar la vana ilusión que es buscar la felicidad lejos de Dios, ES NECESARIO EMPRENDER EL CAMINO hacia el Padre. Es el camino de la reconciliación. La conversión no es sólo reconocerse pecador y acusarse: es emprender el camino que lleva a la vida, al Reino de Dios.

-Segundo personaje: el Padre que ama y organiza la fiesta

La segunda realidad es también fundamental: para recorrer el camino ES NECESARIO UNA FUERZA QUE HAGA CAMINAR. Y no la podemos aportar nosotros. Es Dios quien impulsa este camino. Si no creemos decididamente en el amor del Padre, en el perdón siempre renovado del Padre, no haremos camino. Quizá nosotros -como el hijo pródigo- tengamos una imagen desfigurada de este Padre que siempre ama y siempre espera. Pero AL HACER CAMINO, IRA CRECIENDO NUESTRA FE, porque Dios irá entrando en nuestra vida. El hijo se propone decir al Padre: "Ya no merezco llamarme hijo tuyo". Pero AL LLEGAR SE ENCUENTRA con un padre que lo recibe de todo corazón, que corre a abrazarlo, que inmediatamente organiza una gran fiesta para celebrar la reconciliación.

A nosotros nos es difícil comprender este extraño amor del Padre que olvida el pasado y sólo piensa en la alegría del reencuentro. CONFESION/RC/FT: Quizá por ello, cuando pensamos en el sacramento de la Penitencia, pensamos MAS EN LO QUE DIREMOS nosotros QUE NO EN LA FIESTA que Dios quiere celebrar. Deberíamos comprender que en la Penitencia -el sacramento de la Reconciliación- LO MAS IMPORTANTE no es nuestra acusación sino la celebración del amor de Dios que siempre perdona y renueva. Nuestro Dios es mucho más un Padre que organiza una gran fiesta que un juez que contabiliza culpas.

-Tercer personaje: el hijo que no entiende nada 

Hay en la parábola un tercer personaje que no podemos olvidar: el hijo mayor, EL HIJO FIEL que nunca ha abandonado la casa del Padre pero que NO SABE RECIBIR al hermano que vuelve ni sabe alegrarse con el Padre. Es el hombre que se cree fiel cumplidor, que se cree justo y bueno, pero que en realidad nada entiende del Padre. Es un personaje frecuente entre nosotros: nadie lo podrá acusar de "grandes pecados" pero vive cerrado a la vida, al amor.

No ha roto con el Padre pero NO HA APRENDIDO A AMAR como el Padre. Por eso tampoco sabe alegrarse como el Padre. Para él, hablar de conversión o reconciliación sería cumplir con unas normas, obedecer unas orientaciones. No pensará que reconciliación o conversión significa SALIR EN BÚSQUEDA del hermano que se fue. Seguirá encerrado en sus pequeños problemas. No sentirá la necesidad de reconocer su falta de amor, la necesidad de emprender también él un camino hacia el Padre. ¿Cómo puede hacerlo si se cree mejor que los demás? En este cuarto domingo de Cuaresma -ya cercanas las celebraciones de Pascua- nos es necesario reflexionar seriamente esta parábola de JC. Que nos ayude esta celebración de la eucaristía, que es siempre CELEBRACIÓN DE LA FIESTA del Padre. Participamos en ella no como justos sino como pecadores. Como pecadores que quieren caminar hacia la casa del Padre. Impulsados por su amor siempre renovado. Por eso podemos ya ahora empezar a participar de la alegría del Dios que organiza una fiesta eterna para todos sus hijos pecadores.

JOAQUIM GOMIS
MISA DOMINICAL 1980, 6

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