COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
2 Co 5, 17-21

1.

Las barreras que dividen a los hombres y los clasifican ya no existen para el que está en Cristo y es una criatura nueva (cf.Gál 3,28 y Ef 2, 14-16). Este hombre nuevo deja de guiarse por los deseos humanos; ahora es el Espíritu quien lo guía (Gál 5, 14-16).

A muchos les gusta decir: Jesús es amor. Y es verdad. Pero no hay que olvidar que este amor es su respuesta al amor del Padre que quiere reconciliarnos: debemos acabar con la idea de un Dios enojado al que Cristo trata de apaciguar (Rom 3, 25).

La misión del cristiano no consiste primeramente en cantar alabanzas al Señor, ni en ser una persona de vida tranquila, sino en tomar parte activa en la obra de la reconciliación universal, la cual supone tanto denunciar las injusticias y pecados, como tratar de superarlos en forma colectiva, mediante un espíritu de valentía, amor y sacrificio.

Presentarse como mensajeros de Cristo es algo que atañe a todos, porque todos tienen la misión de acercarse al hermano, superando recelos, creando espíritu de confianza que logre la convivencia fraterna entre hombres que viven los problemas de un mismo mundo. En este marco, Pablo recuerda el misterio de la cruz: la reconciliación no se lleva a cabo sin víctimas voluntarias (Cristo no cometió pecado) que saben tomar sobre sí el odio y los pecados de los hombres.

EUCARISTÍA 1989, 11


2.

Al morir Cristo por todos y en lugar de todos, es como si todos hubieran muerto en Cristo (v. 14). Al pagar con su sangre nuestro rescate, todos somos de Cristo. Se acabó lo antiguo. Los que creen en Cristo y saben que ahora le pertenecen experimentan en sí mismos la fuerza de la resurrección, la nueva vida. Son criatura nueva. El principio de esta segunda creación, el principio de esta nueva vida, es Cristo resucitado.

Aunque, en última instancia, todo esto viene de Dios, que es el que realiza en Cristo la obra de la redención y "reconcilia al mundo consigo sin pedirle cuentas de sus pecados". En la distancia de Dios estamos perdidos, y con nosotros el mundo, todo está entregado a la muerte. Pero Dios salva por propia iniciativa, salta el abismo que habíamos interpuesto con nuestros pecados.

Todo esto constituye el contenido del evangelio, que es mensaje de reconciliación universal. El que cree este mensaje no lo cree sólo para sí mismo y debe comunicarlo gozosamente a los demás hombres. El que cree es un enviado.

Es preciso que los hombres respondan a la iniciativa de Dios en Cristo, respondan al mensaje de reconciliación. Porque no basta que Dios nos reconcilie consigo, es preciso que nosotros aceptemos esa reconciliación y la extendamos por todo el mundo.

El que era inocente, pagó por todos. Pablo dice que Cristo se hizo "pecado" por nosotros, no que hiciera pecados. Esto es, tomó sobre sí la culpa de todo el mundo. Unirse al justo que padece, que expía, no es sacudirse la culpa o "hacerse el inocente". Más bien es aceptar nuestro pecado y estar dispuestos, con Cristo y en Cristo, a expiar por nosotros y por los demás. Confesando nuestro pecado nos situamos delante de Dios y nos alcanza su justicia. Sólo que esta justicia viene entonces sobre nosotros como una gracia, como perdón. Porque Dios ama a los pecadores, y unidos a Cristo recibimos la salvación.

EUCARISTÍA 1986, 12


3.

Este párrafo se inserta en el contexto general del ministerio de la reconciliación que forma el tema principal. Sin embargo, la primera y la última parte tocan otros puntos muy importantes, aunque un tanto diferentes del principal, aunque conectados con él.

La reconciliación y su ministerio. Es una de las maneras con que Pablo describe los efectos de la obra de Cristo. "Reconciliación" es una imagen que no puede tomarse literalmente, sino sólo en cuanto al "tertium comparationis". En este caso significa que Dios y el hombre se han encontrado, como dos personas que se reconcilian. Renuevan una amistad maltrecha. No significa, con todo -eso sería exagerar la imagen- que Dios y el hombre sean enemigos mutuos. Sabemos que Dios nunca lo es del hombre. Conviene presentar, pues, a Dios a su propia luz en cuanto sea posible.

La novedad de lo cristiano (J/NOVEDAD). Es una alusión en primer lugar a alguien que se hace cristiano. Para él Cristo es una novedad enorme. Pero para quien ya lo es también el Señor tiene una permanente y eterna novedad que aportar. Es esencial no creerse que porque seamos cristianos desde hace tiempo o la Iglesia tenga casi dos mil años ya lo sabemos todo sobre Cristo y Dios y su revelación, y nos escleroticemos en actitudes superadas, individuales y colectivas.

Cristo hecho pecado (J/HECHO-P). La expresión más fuerte en todo el Nuevo Testamento. La traducción es mala, al hablar de expiación por los pecados. Parece que no se ha atrevido a proponer el original paulino que dice: "a quien no conoció el pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros a fin de que fuésemos justicia de Dios en El". Significan la participación integral de Cristo en la condición humana, en el pecado y la muerte, su consecuencia, aunque no fuera pecador personal. Pero un mundo injusto y roto le afectan en su ser personal humano asumido por amor a los hombres.

De ahí provendrá la modificación de la existencia humana hasta llegar a ser "justicia de Dios", otra expresión paulina paralela a la de reconciliación para indicar la forma del ser del hombre unido a Cristo.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1992, 21


4. /2Co/05/01-21

Este capítulo tiene dos partes bien diferenciadas: la primera (vv 1-10) viene a ser el final de la perícopa de ayer, exponiendo la actitud cristiana respecto a los últimos tiempos; la segunda (11-21), profundiza el tema del ministerio apostólico. Más que un orden lógico de exposición, notemos que la carta encuentra su contexto en la situación concreta de la comunidad de Corinto.

En la primera parte, Pablo no puede hablar de experiencias suyas, sino que expresa una comprensión particular del último momento, la parusía. Este tema, tratado ya en la primera carta (1 Cor 15), fue siempre un punto oscuro para la comunidad de Corinto y, probablemente, lo motivó la misma predicación del Apóstol. Siguiendo el pensamiento judío, parece creer en un estado intermedio, de existencia semimaterial, que tendrá lugar después de la muerte y antes del retorno de Cristo. Habla de él como de un estado de desnudez que, en principio, quisiera evitar, es decir, prefiere que la parusía tenga lugar en vida, de manera que el hombre sea sobrevestido de inmortalidad sin pasar por la muerte (2 y 4). Por otra parte, sin embargo, considerando la existencia del hombre como un destierro (17), piensa que la muerte, al dar lugar a este estado de desnudez, comporta un acercamiento a Cristo (8). El dilema teórico persiste, y Pablo lo supera sólo con un acto reflejo de voluntad y de fe: lo importante es agradar a Dios, sirviéndole en cualquier situación (9).

En la segunda parte encontramos uno de los pasajes más importantes de esta carta: la radical novedad de la existencia humana, que corresponde a la reconciliación del hombre con Dios, operada por Cristo. El pensamiento de Pablo hay que enmarcarlo dentro de la escatología profética que pregona los últimos tiempos en términos de salvación y de nueva creación. Si el realismo de Pablo le obliga, en algunas cartas, a insistir en la necesidad de una tarea a realizar, en ésta encontramos la afirmación de la nueva realidad como una situación ya presente (17) que afecta a todo el universo, pero principalmente al hombre.

Sólo Cristo como gran ministro, ha podido realizar este estado de reconciliación cósmica que implica la justificación para el hombre (21). El ministerio apostólico es siempre una invitación a "reconciliarse con Dios" (20).

A. R. SASTRE
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 245 s.


5. J/RECONCILIACION:

Reconciliación es la palabra clave del texto. repetida en cada versículo. Otras palabras parecidas son: expiación, salvación, renovación. Esta es la obra de Cristo y es también nuestra misión y nuestra tarea.

Cristo es reconciliación viva. Cristo es la bandera blanca que Dios envía al mundo. Cristo es el abrazo personal entre Dios y los hombres. Cristo es nuestra paz. El se hizo responsable de nuestros pecados, cargó con ellos y los clavó en la cruz. Así, Dios, por medio de Cristo, no destruyó a los enemigos sino a la enemistad. Entonces brotó el arco iris que abrazó al cielo y a la tierra.

Tarea nuestra es actualizar esta reconciliación de Cristo, seguir anunciando la paz y trabajar por ella. Reconciliar unos hombres con otros, unos pueblos con otros, y todos, el mundo entero, con Dios. ¡Qué tarea más difícil, pero a la vez qué gratificante, la de reconciliar personas, familias, Iglesias, regiones, pueblos, etnias, Estados! Sigue siendo necesaria la cruz, la de Cristo y la nuestra, extender bien los brazos para abrazar al mundo.

Hay que derribar primero muchos muros de incomprensión, odios y resentimientos, injusticias y opresiones... Pero todo es viejo y «lo antiguo ya ha pasado». En Cristo ya ha empezado algo «nuevo».

CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
CUARESMA Y PASCUA 1992.Págs. 92 s.


6.

-"El que es de Cristo es una creatura nueva": La Antigua Alianza ha pasado y, con la resurrección de Cristo, ha empezado algo nuevo transformador de la existencia y de la historia humanas. Esta obra nueva tiene a Dios como autor y unos hombres han sido llamados a colaborar con ella. La obra nueva consiste en una acción de reconciliación desde la misericordia de Dios, manifestada en Jesucristo. Los destinatarios son la humanidad e -indirectamente- toda la creación (aquí el término "mundo" tiene este sentido complexivo; sin tener, al contrario que en Juan, ninguna connotación negativa). Dios se comporta para con el hombre como si no hubiera habido pecado. La misión del apóstol es la de ser un comunicador de esta conducta de Dios.

-"En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios": Pablo pasa ahora a la exhortación. El anuncio de la buena noticia de la reconciliación puede quedar estéril si no encuentra acogida en el hombre.

-"Al que no había pecado, Dios lo hizo expiación por nuestro pecado": Literalmente dice: "lo hizo pecado". La traducción es un intento de explicación del significado de la expresión. Aquí se sitúa dentro del contexto de la reconciliación. Lo que queda claro es que la frase juega con una doble dimensión: quien no ha cometido pecado alguno ha sufrido por el pecado de los hombres.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1995, 4