COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ex 17. 3-7

 

1.DUDA. CONFIANZA. MURMURAR DE DIOS. FE. SEGURIDAD. LIBERTAD.

"¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?" (v. 7). O como decíamos el domingo pasado: ¿y si todo fuera una mera ilusión? Lo que era sólo una insinuada duda en el relato de Abrahan, aquí es una pregunta abiertamente formulada por el pueblo que camina hacia la tierra prometida, hacia la salvación. Una diferencia patente salta a la vista entre los dos relatos: Abrahan se fía a pesar de que la promesa es solamente una realidad futura, mientras que el pueblo de Israel duda y eso tras experimentar la salida de Egipto, la liberación de la esclavitud. Así la confianza del pueblo en el Señor es de muchos menos quilates que la de Abrahan.

-Texto.-La estructura del texto es muy sencilla: ante la dificultad, la falta de agua (v.1), el pueblo protesta contra Moisés y contra Dios (v. 2) tergiversando así el sentido de la salida de Egipto (v. 3). Moisés suplica (v. 4) y Dios ordena golpear la roca del Horeb (vv. 5-6); Moisés ejecuta lo ordenado y da nombre al lugar (v. 7). Un texto paralelo puede leerse en Nm 20. 1-13.

-En el duro caminar del pueblo hacia la liberación -como en todo caminar humano- siempre surgen dificultades. Es lo más normal, ya que la liberación es un bien, pero difícil de alcanzar, por eso la dificultad y el riesgo son sus eternos acompañantes. La historia de la humanidad contemporánea, en su lucha por obtener la libertad, es un buen testigo de esta afirmación.

-La actitud correcta del pueblo ante el riesgo y el peligro debería ser el tratar de superarlos, pero no ocurre así, sino que se dedica a hacer lo más fácil: protestar. La queja es el elemento constante en todos estos versículos: "murmuran" (v. 3), "riñe" con Moisés y "tienta" al Señor. Con murmuración y protesta se abre y se cierra el relato, de ahí el nombre dado al lugar: "Meribá"=riña, altercado o querella, y "Massa"=tentación (v. 7). Israel tergiversa su salida al interpretar su liberación como una salida hacia la muerte. Es la ofuscación del pueblo ante el peligro.

-Moisés, agente de la liberación, es el que sale peor parado: "poco falta para que me apedreen" (v. 4). Moisés es el auténtico líder que comparte con el pueblo las dificultades y tiene que soportar, además, sus quejas. Por eso a veces se queja de que el pueblo le trate mal, pero siempre acaba intercediendo por él (v. 4).

TENTAR/D.-El pueblo tienta a Dios desafiándole a que dé pruebas (signo evidente de su inmadurez en la fe). Aquí tentar a Dios es dudar de él, no fiarse a pesar de las pruebas que les ha ido dando hasta entonces. ¡Han experimentado en su carne la liberación de la opresión y ahora van diciendo que Dios los ha sacado para morir en el desierto! Reflexiones.

-"¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?" A la duda del pueblo responde, con su presencia, Dios haciendo eficaz la acción de Moisés. De la roca de Horeb mana un agua corriente y viva que calma la sed y es presencia salvadora (v. 6). Según la interpretación rabínica, la roca acompañó a Israel en su peregrinar por el desierto. Pablo nos dirá que esta roca es Jesús (1 Co 10. 4), presencia de Dios salvadora, fuente de agua cristalina que calma la sed de todo hombre (Jn 4. 13ss; 7. 37ss;Ap 7. 17; 21. 6; 22. 17...). Y los cristianos muchas veces tentamos al Señor abandonando la fuente de agua viva y cavándonos en su lugar aljibes agrietados incapaces de retener el agua (Jr 2. 13; 17. 13...).

- La murmuración y la queja son los eternos acompañantes de toda liberación. ¡Eterno sino de una humanidad que siempre se revuelve como una víbora cuando se le ofrece el don de la libertad! ¡Amamos más la seguridad con esclavitud que la libertad con riesgo! -Moisés, líder, es el que sale peor parado, ya que debe compartir las dificultades del pueblo y cargar con sus quejas.

Nuestros líderes políticos y religiosos cargan con nuestras quejas, ¿pero comparten también nuestras angustias? Dicen que se aprietan el cinturón subiéndose el sueldo en un cinco por ciento, que cobran menos que sus colegas europeos, que... ¡Pobre pueblo!

A. GIL MODREGO
DABAR 1987/20


2. 

Cuando las dificultades empiezan a apretar, hasta el recuerdo de los ajos y cebollas de Egipto es más fuerte que la confianza en el Dios que libera: ¿está Dios de nuestra parte o no? En el desierto, más que en ningún otro sitio, el agua crea, mantiene y acrecienta la vida. El agua es la vida. Dios da el agua salida de la roca.

Pablo escribe a los corintios que la roca era Cristo (1 Co 10. 4). Juan nos cuenta cómo el último día de la fiesta de las tiendas, mientras el sacerdote llevaba el agua de la piscina de Siloé en el aguamanil de oro, en medio de los hosannas y el susurro de las palmas, Jesús decía: "Si alguno tiene sed venga a mí. Y beba el que cree en mí; como dice la Escritura, ríos de agua viva manarán de su seno (del seno del Mesías).

Seguidamente explica el evangelista que se refería al Espíritu Santo.

EUCA 1987/15


3.

La estructura del relato es la misma de otros estereotipados episodios del desierto: falta de agua, protesta del pueblo, mediación de Moisés, orden de Dios de golpear la roca para que salga agua, ejecución de la orden, etiología del nombre del lugar. El sentido teológico es fundamentalmente el mismo que el del capítulo anterior y que el de la versión sacerdotal en Núm 20. El plano trascendente se superpone al natural: una sed de agua que hay que leer también como sed de infinito (Jn 4, 13s), una protesta contra el guía humano que lo es también contra el Dios invisible, un agua para beber que sacia también la sed en el sentido profundo, en cuanto que señala el poder y la actitud salvadora de Dios.

El pueblo es presentado aquí en camino entre Egipto y la tierra prometida, entre el origen y el destino, entre la servidumbre y la liberación. También en todos estos puntos los planos se superponen. En el episodio laten dos preguntas. Una se le dirige al pueblo para que examine qué hace él para alcanzar el destino hacia el que ha sido despertado. La otra la dirige el pueblo a Dios, que ha despertado en él ese destino, para que manifieste en signos perceptibles que continúa siendo fiel a su propósito. En la formulación el relato la pregunta del pueblo suena así: "¿Está el Señor entre nosotros?".

D/PRESENCIA/SIGNOS. En la dialéctica del relato la respuesta a esta pregunta está en el agua de la roca, arrancada maravillosamente ante los ojos del pueblo por la misma vara poderosa que tocó las aguas del Nilo y dividió el mar Rojo. El mismo Dios del éxodo es el que sigue mostrando poder y voluntad de salvar, a pesar de la desconfianza y de la rebeldía de los que tienen que ser salvados. Estas actitudes repetidas y frecuentes acusan un eclipse de presencia de Dios. Su presencia percibida no es algo disponible, sino don al que confía, aun en la oscuridad; pero también a veces al que lucha con Dios, como en ese caso Israel, para hacerle manifestarse. El tentar a Dios o el probar si está o no está es una tentación que acompaña precisamente a la fe. Por lo demás, los signos de su presencia son siempre desproporcionados: mudos para el que los observa desde fuera; significativos para el que los ve ya desde Dios.

Los nombres de Masá y Meribá, etimológicamente relacionados con el hecho de tentar y de contender, de que habla el relato, son nombres de lugares por los que generalmente pasan todos los creyentes; por eso no importa mucho si ignoramos en dónde están y en qué desierto. La leyenda judía ideó que esa roca iba siguiendo a los israelitas por el desierto. Y de ahí tomó pie Pablo para glosar, desde la perspectiva del cristiano que ve en Cristo el gran signo de Dios: "Y la roca era Cristo" (1 Cor 10,4).

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 178 s.


4.

El pueblo de Dios, liberado de la esclavitud opresiva de Egipto, tendría que pasar por otras esclavitudes no menos primarias y fundamentales antes de llegar a la tierra de la libertad. Habrían de pasar por el desierto, que es desarraigo y desamparo, carencia y enfermedad, hambre y sed, duda y tortura, la prueba. El Massá y Meribá, el lugar de la tentación y la crisis.

Y la tentación constante era: ¿está o no está el Señor en medio de nosotros? Si nos sacó de Egipto, ¿por qué no nos libra de la sed y de los enemigos? ¿Se puede creer en un Dios que nos deja tirados en el desierto? Necesitaríamos más pruebas de su presencia. Pero el que busca pruebas no se satisface nunca. Como pasaba en tiempos de Jesús. Como pasa también en nuestro tiempo.

Nuestro Massá y Meribá: ¿Se puede creer en un Dios que permite el hambre sin entrañas o el terremoto devastador? ¿Se puede creer en un Dios que permite este accidente o esta enfermedad o este fracaso? ¿Se puede creer en un Dios que permite una Iglesia dividida, atrasada y pecadora? ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros? Dios no dará más pruebas. Ofrece sólo algunas señales de su presencia para los que tienen ojos y quieren ver. Siempre puede brotar de la roca agua para los sedientos. El desierto puede llegar a ser lugar de encuentro y amor.

CARITAS
UN CAMINO MEJOR
CUARESMA 1987.Pág. 59


5.

El pueblo de Dios, antes de llegar a la tierra prometida, pasó por el desierto. El pueblo de Dios sufrió en el desierto el desarraigo y el desamparo, la escasez y la enfermedad, la duda y la tortura, la prueba. El pueblo de Dios pasó por la experiencia de Massá y Meribá, lugares que significan reyerta y tentación.

Y la tentación y la querella fue ésta: ¿Se puede querer y amar a un Dios que nos deja en el desierto, que no nos libra del hambre y de la sed, que no nos proporciona victorias definitivas sobre los enemigos, que no nos lleva en sus palmas hasta la tierra prometida? " ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?".

También hoy pasamos por muchos Massá y Meribá: la injusticia dominante, el hambre consentida, la violencia imparable, el paro creciente, las crisis multiplicadas, los interrogantes sin respuesta; por otra parte, la mediocridad de la Iglesia, los pecados y errores de la Iglesia, las divisiones de la Iglesia; y, por otra parte, el silencio de Dios... "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?".

Pero siempre se encontrará un profeta que tal vez no dé pruebas, pero sí señales de que Dios está con nosotros. Y siempre habrá una roca de la que brotará agua. Y la roca puede ser el pecho de Cristo, o de un cristiano, o de una comunidad viva.

CARITAS
LA MAS URGENTE RECONVERSION
CUARESMA 1984.Pág. 41