COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Flp 3, 17-4, 1

Ver VIERNES DE LA 31ª SEMANA

 

1.

El contexto es parenético o exhortatorio. Pablo quiere motivar en profundidad a sus cristianos para vivir como tales. Por ello menciona su propio ejemplo pero como un puro tránsito para presentar la condición de Cristo y, por tanto, del cristiano. La condición de Cristo es la que nos espera.

Jesús comenzó a vivir esa realidad en su propia Resurrección de modo total. Nosotros esperamos eso mismo. Por la unión que tenemos con El.

Consecuencia de esto es reconocer la precariedad de nuestra existencia. Pablo no es inconscientemente optimista. Ve los fallos, pero no se deja dominar por ellos. Tiene esperanza.

Siendo Cristo la causa de esta futura transformación, ella no sucede de modo mágico o impersonal, sino humano. Uno "coopera".

No obliga a Dios, pero es coherente con la situación en que el Señor le ha colocado. Por esa razón este párrafo exhorta a un modo determinado de vida aquí y ahora. El hecho de que "nuestra ciudadanía sea del cielo" no es para reencarnarnos -aunque así se emplee muchas veces-, sino para hacernos conscientes de nuestro punto de destino.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1986, 16


2.

Los enemigos de la cruz de Cristo son los judaizantes, de los que ha hablado Pablo a partir de 3, 1. Su afán en predicar la circuncisión neutraliza el "escándalo de la cruz" (Gál 5, 11); "honran a Dios con su estómago", su religión se reduce a un código legal, distinguiendo los alimentos puros de los impuros (esta frase no indica afición al comer y beber). Además ponen su gloria en aquella parte del cuerpo, llamada comúnmente "vergüenzas". ¡Pobre religión la que anuncian! A Pablo le produce lágrimas, y su fin, en el juicio divino, no será la salvación, sino la ruina. Por todo esto, los filipenses no deben seguir su ejemplo.

CR/PEREGRINO: El cristiano siempre debe tener en perspectiva su auténtica morada, el cielo, que es también la de su salvador. Esto no implica una despreocupación por las tareas terrenas, pero el cristiano nunca podrá perder de vista que es un peregrino en la tierra, donde "aguarda" (=espera) la venida escatológica del Señor. La salvación -ya incoada en este mundo- llegará a su plena realización con dicha venida; ello implica la plenitud de la resurrección, formando parte de esa creación renovadora, fruto y efecto del poder de Cristo resucitado (Col 1, 15-20; Ef 1, 10s; 1 Cor 15, 25s).

EUCARISTÍA 1989, 9


3.

Pablo invita a los filipenses a participar en la carrera que él lleva y a seguir su ejemplo. Ya conocen cuál es el sentido de la vida y lo que deben hacer para alcanzar la meta cristiana. Pero este conocimiento no es más que un primer paso, del que no deben retroceder (3, 6). Ahora necesitan lanzarse hacia delante y correr hasta alcanzar "el galardón de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús" (3, 4). Hay algunos que ya le siguen en este empeño, pero es preciso que todos se enrolen en la carrera.

Porque hay otro camino, mucho más fácil, que conduce a la perdición, y tiene también sus secuaces incluso entre los que se llaman cristianos pero aborrecen la cruz de Cristo. Pablo se refiere probablemente a algunos malos cristianos de Roma (Rom 16, 17 ss) y de Corinto (1. Cor 6), porque esta crítica, que hace "con lágrimas en los ojos", no encaja con la conducta de los filipenses, a los que llama "su gloria y su corona" (4, 1).

El verdadero camino es el de la cruz de Cristo. Por él marchan cuantos "han crucificado su carne con sus pasiones y apetencias" (Gál 5, 24) y no "aspiran a cosas terrenas". Porque son "ciudadanos del cielo", porque han adquirido con su bautismo la ciudadanía en la Jerusalén celestial y ahora viven como peregrinos al encuentro del Salvador.

El Salvador consumará su obra cuando haga extensiva a nuestros cuerpos mortales aquella fuerza transformadora y vivificante de su resurrección. Porque "nuestra condición humilde" -nuestro cuerpo mortal- ha de transformarse "según el modelo de su condición gloriosa". Para que el último enemigo, la muerte, sea vencida en todos los frentes.

De esta esperanza se alimenta el caminante, cobra fuerzas el atleta: "manteneos así, en el Señor". De modo que la esperanza se hace paciencia, resistencia y coraje.

EUCARISTÍA 1982, 11


4.

- "Seguid mi ejemplo": El apóstol no es sólo un comunicador de un mensaje; es, ante todo, un discípulo del Maestro que atrae a la imitación de su seguimiento.

- "Hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo": la invitación al seguimiento va acompañada también de un poner de manifiesto los caminos equivocados de entender el Evangelio. La crítica de san pablo parece que se dirige hacia el grupo de judaizantes que hay en la comunidad de Filipo. Algunos comentaristas, sin embargo, se inclinan por una lectura más simple, refiriéndola a cristianos que actúan de forma liberal en lo moral. Viendo una referencia a los judaizantes, queda más claro que "su gloria" en "sus vergüenzas" es la confianza en la circuncisión y en las obras de la Ley.

- "Nosotros somos ciudadanos del cielo": Por la unión con Cristo, el cristiano ya ha alcanzado otro nivel: está donde está Cristo.

La nueva ciudadanía no se logra por el cumplimiento de los preceptos de la Ley -Pablo les da una dimensión sólo humana-, sino por la incorporación transformadora con Cristo resucitado (cf. 1 Co 15,47-55).

JOAN NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1986, 5


5. /Flp/03/17-21 /Flp/04/01-09

Pablo propone a los filipenses, como modelo, su propia vida y la de todos los que se comportan como él. Coherente con lo que decía en el texto de ayer, ama la cruz de Cristo, y ve en el hecho de compartir sus sufrimientos y de configurarse con su muerte la garantía de su propia resurrección. El camino de la cruz lleva a la resurrección. Por eso hablar de la cruz de Cristo significa no reducirse a hacer referencia al crucificado, sino que incluye la invitación a tratar de descubrir la señal de la cruz en la existencia misma del creyente, incapaz de salvarse por sí solo y que vive, a la vez, en un «cuerpo miserable». Pero la cruz, a pesar de su sentido de realismo respecto a la vida y situación del hombre, tiene enemigos. Son aquellos que caen en la trampa de hacerse una vida de mentira, que huyen hasta de la mera palabra cruz, que hacen de la comida su dios y se glorían de sus vergüenzas. Pablo deja entrever una inexplicable incoherencia en la vida de tales seres: «Sólo piensan en la tierra» (3,19). Es realmente incomprensible e inexplicable para quien puede anunciar a creyentes y a quien no creen: «Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como salvador a nuestro Señor Jesucristo» (20).

El descubrimiento de la cruz de Cristo en la existencia del creyente no quiere decir que la vida de cualquier cristiano tenga que pasar necesariamente por las mismas o parecidas vicisitudes que las del Apóstol. Más bien, la cruz señala la forma personal de vivir y hacer camino de cada creyente, de paso por este mundo. Dejando satisfacciones terrenas que sólo conseguirían distraerle y detenerle, camina derecho y con paso ligero hacia su ciudad celeste. Desea poder hacer su camino en paz. Y, entre tanto, de todo lo que encuentra por el camino, sólo se afana por aquello que "hay de verdadero, respetable, justo, limpio, estimable..., todo aquello que sea virtuoso y digno de alabanza" (4,8). Y acaba Pablo insistiendo nuevamente en que pongan en práctica todo aquello que de él han aprendido, recibido, escuchado y visto. Es consciente de que éste es el camino para encontrar la paz de Dios.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 265 s.


6.

Imitar a Pablo está bien, pero sólo en tanto en él se reflejaba Cristo. Físicamente Pablo era «de aspecto raquítico» (2Cor. 10,10) no era un tipo humanamente brillante, a imitar. Pero en Pablo había otro hombre interior espléndido, y éste había de prevalecer. «El transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa». Según ese modelo todos podemos ser transformados, transfigurados.

A vivir en esta gran esperanza nos invita cariñosamente el mismo Pablo, porque «somos ciudadanos del cielo».

Para llegar a esta transfiguración no se puede ser «enemigo de la cruz» y «aspirar sólo a cosas terrenas». Es precisamente en la cruz donde Dios se nos ha manifestado, renovando su alianza con nosotros. Y es también en la cruz donde el cristiano se transforma y se transfigura.

Sea la cruz nuestra gloria. La cruz no tanto de los ayunos cuanto del amor a los hermanos.

CARITAS
PASTOR DE TU HERMANO
CUARESMA 1986.Págs. 29 s.


7. /Flp/03/07-21 /Flp/04/01-09

El texto que hoy leemos, de la carta a los cristianos de Filipos deja sentir un claro regusto autobiográfico. En efecto, Pablo intenta expresarlo por medio del cambio que experimentó su manera de pensar al descubrir lo que representaba creer en Cristo. El anhelo último de su vida había sido desde siempre la justificación, llegar a ser justificado. De hecho, lo había buscado en el cumplimiento estricto de la ley judía, cosa en lo que se tenía como un «hombre sin tara». Así, pues, en eso, y también por razón de su nacimiento, educación y celo en el judaísmo, tenía suficientes motivos de gloria, tal vez más que todos sus correligionarios. Pero he aquí que un día se le hizo evidente la inutilidad y la esterilidad de todos sus afanes anteriores. Descubrió sencillamente que la verdadera justicia no provenía del cumplimiento de la ley, sino que viene de Dios por la fe en Cristo. De aquí que ahora, al mirar su vida anterior, lo considere todo como perjuicio y pérdida, ya que se ha dado cuenta de que solamente una cosa vale la pena: conseguir la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, su Señor. "Conocerlo a él, la potencia de su resurrección y la solidaridad con sus sufrimientos" (3,10). Desde entonces todo en él se ha convertido en tensión hacia adelante, no teniendo otro objeto para vivir que el de «perseguir el premio al que Dios llama desde arriba por Cristo Jesús» (14).

EP/QUÉ-ES: «Somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos también como salvador al Señor Cristo Jesús» (20). Quieras o no, no se puede negar esta ley de desengaño que entraña vivir la esperanza cristiana. La fe y la esperanza en Jesucristo como único salvador implican la incredulidad en cualquier otra cosa y en nadie que no sea él. La esperanza cristiana es la esperanza de los desengañados de todo aquello que no sea Dios o Cristo. De todo el resto ¿existe algo en lo que se pueda poner «toda» la esperanza? Sin embargo, no parece que nadie pueda manifestar el porqué todavía. A pesar de la decepción constante y continuada, aparece ante los ojos de los hombres, hasta llevárselos tras ella, la ilusión de una vida liberada y completamente feliz sobre la tierra. Los santos son hombres que, aun creyendo que para Dios nada hay imposible, no creen ni esperan en otra cosa que no sea él.

M. GALLART
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 877 s.


8.

Como preparación y tránsito de la parte dogmática a la de exhortaciones, encontramos este breve párrafo.

Por una parte anima a seguir su ejemplo, en contraposición con la gente que vive mal. Pablo es realista. No cree que la conducta humana surja de forma involuntaria o sin contar con la persona. Está convencido de que el fundamento de todo es el Señor Jesús y la condición humana que ha creado en nosotros, pero también es posible desligarse de esa forma de vida.

No se sabe del todo a quien se refiere con los términos de enemigos de Cristo. Pero no es lo más importante. De hecho está claro que pueden ser muchos, de aquel tiempo o de otros. La idea general es clara.

Pero, coherente con su modo de ver las cosas, Pablo tiene que recordar una vez más el fundamento de la ética y conducta cristianas. Aquí lo hace con la afirmación de la situación del cristiano con la metáfora de la ciudadanía celeste. Este hecho era importante en el mundo antiguo, quizá más aún que en el actual, porque ser ciudadano era algo muy diferente de no serlo.

La ciudadanía celeste cristiana es todo un modo de ser y de vivir, que viene dado por algo hasta cierto punto independiente de cada uno. No significa que hayamos de desligarnos de lo presente, ni mucho menos. «Celeste» en este contexto significa, más o menos «divino», no espiritualista o lejano de la realidad. Somos lo que Cristo es. Por eso tenemos que vivir de acuerdo con esta manera de ser y no con la de aquellos que la han olvidado o no la conocen. Hay esperanza y motivación para proseguir en el camino comenzado, porque aún no hemos llegado al final y confiamos, estamos seguros, de acabar siendo como El es. Porque este cambio no depende de nuestros esfuerzos, sino de El. Aunque, como dice todo el párrafo, hayamos de intentar vivir lo cotidiano desde esa perspectiva.

FEDERICO PASTOR
DABAR 1995, 17


9.

"Seguid mi ejemplo": El apóstol no es sólo un comunicador de un mensaje; es, ante todo , un discípulo del Maestro que atrae a la imitación de su seguimiento.

- "Hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo": La invitación al seguimiento va acompañada también de un poner de manifiesto los caminos equivocados de entender el Evangelio. La crítica de san Pablo parece que se dirige hacia el grupo de judaizantes que hay en la comunidad de Filipo. Algunos comentaristas, sin embargo, se inclinan por una lectura más simple, refiriéndola a cristianos que actúan de forma liberal en lo moral. Viendo una referencia a los judaizantes, queda más claro que "su gloria " en "sus vergüenzas" es la confianza en la circuncisión y en las obras de la Ley.

- "Nosotros somos ciudadanos del cielo": Por la unión con Cristo, el cristiano ya ha alcanzado otro nivel: está donde está Cristo. La nueva ciudadanía no se logra por el cumplimiento de los preceptos de la Ley -Pablo les da una dimensión sólo humana-, sino por la incorporación transformadora a Cristo resucitado (cf. 1Co 15,47-55).

JOAN NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1995, 4