PRIMERA LECTURA

Abrahán camino del Moria es paradigma de confianza. El gesto de desprenderse de su hijo único, querido, obedeciendo al que se lo pide, es el único «lógico» en el que lo espera todo de él. Retener es inferior modo de posesión a esperar. La confianza se lo devuelve nuevamente regalado. Y en él está ahora la infinitud de la promesa: el pueblo numeroso. La prueba destaca al justo: es el que no renuncia al todo esperado por lo inmediato poseído..



Lectura del libro del Génesis 22,1-2. 9a. 15-18.

En aquel tiempo Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:

-¡Abrahán!

El respondió:

-Aquí me tienes.

Dios le dijo:

-Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, sobre uno de los montes que yo te indicaré.

Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí un altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor gritó desde el cielo:

-¡Abrahán, Abrahán!

El contestó:

-Aquí me tienes.

Dios le ordenó:

-No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.

Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:

-Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho eso, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.