COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mc 1, 12-15
Par.: Mt 4, 1-11 Lc 4, 1-13
1.
La escena inicial en los vv. 12-13 está en estrecha relación con la anterior en la que Jesús ve rasgarse el cielo y al Espíritu descender sobre Él. Es este Espíritu el que ahora toma la iniciativa impulsando a Jesús al desierto. Aquí y durante cuarenta días Jesús es tentado, convive con animales salvajes y es servido por ángeles. En el escueto relato de Mc la tentación no se produce al final de la estancia en el desierto, sino que se extiende a lo largo de toda ella.
Cediendo a escrúpulos teológicos, la traducción litúrgica presenta la tentación desde la óptica permisiva de Jesús. "Dejándose tentar por Satanás" es incorrecto. El original está escrito desde la óptica del narrador, quien habla de una permanencia de Jesús en el desierto durante cuarenta días, "tentado por Satanás". De igual manera que la tentación, el servicio que prestan los ángeles no se sitúa al final de los cuarenta días, sino que tiene lugar durante todo ese tiempo, durante el cual los ángeles suministran alimentos a Jesús. En el relato de Mc no hay, pues, ayuno de Jesús, sino, al contrario, alimento milagroso continuado.
La escena siguiente en los vv. 14-15 se desarrolla en Galilea después del arresto de Juan. Aquí el sujeto de la acción es Jesús lanzando a los cuatro vientos "la Buena Noticia de Dios". La primera parte del v. 15 especifica en qué consiste esa buena noticia: "Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios" La segunda parte del c. 15 formula las actitudes a adoptar de cara a la Buena Noticia: cambiar la mentalidad-comportamiento y dar crédito a la Buena Noticia.
Comentario.
Con la primera escena del texto de hoy concluye Mc el primer bloque de su Evangelio. Es un
final fascinante, situado en un espacio (el desierto) y en un tiempo (cuarenta días) con
resonancias de recuerdos y de experiencias ideales para el hombre de la Biblia. Se trata
del mismo espacio y del mismo tiempo de los comienzos, cuando, en medio de la dificultad y
de la prueba, todo era, sin embargo, esperanza.
Era la opinión generalizada entre los contemporáneos de Jesús que el final de los tiempos se correspondería con el comienzo, con el de la esperanza de la Humanidad (paraíso) y con el de la esperanza del Pueblo de Dios (desierto). Comienzos sujetos siempre a la prueba, a la tentación (serpiente, becerro de oro). Pero comienzos armónicos y prodigiosos, cuando las fieras no hacían daño y el alimento no faltaba. Todo esto se da cita en la construcción de Mc. Para decirnos qué, para significar qué. Es muy sencillo. Basta tener un poco de sensibilidad. En la llegada de Jesús ve Mc la llegada del tiempo final. No es un tiempo irreal, no es una quimera. Es un tiempo de prueba y de tentación. Pero es también un tiempo armónico y prodigioso, el tiempo de la esperanza de una tierra por estrenar, el tiempo del Reino de Dios que llega. Eso sí, deberemos cambiar de mentalidad y de comportamientos, deberemos dar crédito a la Buena Noticia, creer en ella.
No me cabe la menor duda de que nos hallamos ante uno de los textos más sugerentes y grandiosos de todo el Nuevo Testamento y, a la vez, uno de los más comprometedores. Marcos es un autor muy parco en palabras; por ello las que emplea son de las que hacen mella. De nuestro cambio y de nuestro asentimiento a la buena noticia depende el que el lobo habite con el cordero, el león coma paja con el buey y el niño juegue en el escondrijo de la serpiente. A buen seguro, querido lector, que has caído en la cuenta de que estoy citando con Isaías. Lee, en efecto, el capítulo 11, 1-9 de este profeta. Los dos primeros versículos del texto de Marcos tienen mucho de este texto de Isaías.
ALBERTO BENITO
DABAR 1988, nº 16
El mismo Espíritu que descendió sobre Jesús en el bautismo, es el que lo conduce al desierto para que sea tentado (Mt 4. 1).
Marcos no se entretiene en darnos a conocer un número preciso de tentaciones y de victorias de Jesús en el desierto, pues entiende que se trata del comienzo de una lucha, de lo que se ocupará a lo largo de todo su evangelio. En efecto, la expulsión de los demonios, tan frecuente en su relato, no es otra cosa que la constante demostración de que Jesús es, frente a satanás, "el más fuerte" (3. 27). Por lo demás, las tentaciones en el desierto, tal como las relatan los otros sinópticos, no son otra cosa que una composición literaria para expresar de una vez la lucha decisiva de Jesús contra los poderes del mal.
En este pasaje de Mc hay un contraste muy marcado: Jesús durante estos cuarenta días es tentado por satanás; pero vive pacíficamente entre alimañas y servido por los ángeles. Es posible que se refleje aquí, antes de comenzar la vida pública, aquella situación originaria del éxodo, en el que, durante cuarenta años, Israel fue sometido a todas las tentaciones y a la vez fue objeto de los beneficios de Dios.
Por otra parte, la pacificación de las fieras viene a ser el restablecimiento de un orden paradisíaco (Gn 2. 19s) que Isaías había anunciado como una señal mesiánica (Is 11. 6-9; 65. 25). Además, el servicio de los ángeles significa el trato familiar que mantiene con el Padre el que ha sido llamado y es en verdad su "Hijo amado". Todo ello indica que va a comenzar una nueva creación y que en Jesús va a ponerse en marcha el nuevo pueblo de Dios.
Unos meses más tarde, al comenzar el verano del año 28 y después de ser apresado Juan Bta, comienza la predicación de Jesús en Galilea. Y así, reducido al silencio el último de los profetas, Jesús, que es la misma Palabra, se alza en medio del pueblo anunciando la Buena Noticia. También ahora, en el principio, está la Palabra.
El contenido del mensaje de Jesús se expresa programáticamente en estas palabras: Pasó el tiempo de la espera, se acerca el reinado de Dios; los que deseen participar de los bienes del reino, han de convertirse y creer la Buena Noticia.
El advenimiento del reinado de Dios pone al hombre ante la decisión, pues ha de cambiar de mente y de corazón; que esto es hacer penitencia. Sin embargo se trata de un anuncio gozoso, de una buena noticia. La respuesta del hombre ha de ser un cambio gozoso, una salida al encuentro de Dios, que viene en JC, a liberarnos.
EUCARISTÍA 1985/09
3. J/ADAN/PARAISO TENTACION/ADAN/J. EL MISMO PARAÍSO: ADÁN CAE Y JESÚS TRIUNFA. EL HOMBRE DEL PRINCIPIO Y EL HOMBRE DEFINITIVO.
Marcos no presenta a Jesús en el desierto en una situación de peligro y de ayuno, sino todo lo contrario: vive en paz con los animales del desierto pues con él ha empezado el tiempo mesiánico, y recibe el alimento providencialmente de los ángeles. Existe un cierto paralelismo con Adán: en una misma situación paradisíaca, Adán cae en la tentación, mientras Jesús triunfa. El hombre del principio y el hombre definitivo.
J.
NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1988/05
4. J/EV/MC
Marcos es el único evangelista que ha titulado "evangelio" su libro sobre Jesús. Pero es Pablo quien utiliza con más frecuencia este término: evangelio de Jesucristo. La obra de Marcos hay que colocarla en el ámbito de la predicación interna de la comunidad. Es ante todo el anuncio de Jesús. La idea clave es el misterio de Jesús-Mesías.
Los contemporáneos de Jesús no podían comprender lo que era ya claro para los lectores del evangelio: la persona de Jesús es el evangelio, pero también el escrito de Marcos es evangelio.
De la lucha contra las fuerzas demoníacas se deduce que Jesús constituye el momento de la transformación del mundo. Las continuas disputas con los adversarios manifiesta que el reino de Dios está presente y que se desarrolla a través de obstáculos. La etapa entre la resurrección y el retorno comporta para los discípulos sufrimientos y servicio.
El Mesías es una persona que debe sufrir la tentación, superar peligros y correr riesgos. El sujeto y el objeto de la predicación es Jesús. La palabra es la presencia escondida que pronto se manifestará. El desierto y la presencia de las fieras es la tierra de Satanás pero es también el lugar donde se encuentra a Dios.
Galilea y no Jerusalén es el lugar del evangelio. El inciso "cuando arrestaron a Juan" es una indicación teológica más que temporal. Juan debía preparar el camino. Jesús lleva a término el reino de Dios. Este reino es una realidad que trasciende el mundo de los hombres. De ahí la invitación a convertirse y a creer en la Buena Noticia.
La fuerza del Espíritu, el bautismo y la tentación constituyen una realidad única. Vocación y prueba coinciden. El inicio del reino de Dios exige que se pase a través del desierto. En momentos de pesimismo el texto de Marcos es una invitación a la fe y a la penitencia que proviene del gozo de haber sido llamados al evangelio.
P.
FRANQUESA
MISA DOMINICAL 1985/05
5. J/BAU/MISION.
Marcos relata de forma muy sumaria la estancia de Cristo en el desierto (vv. 12-13), pero no carece de interés el ver que hace de este episodio el eje sobre el que giran el bautismo (vv. 9-11) y la inauguración del ministerio de Jesús (vv. 14-15).
Marcos es, en efecto, el único evangelista que ha conservado el bautismo de Jesús como el hecho inaugural del Evangelio, fiel en esto a la predicación apostólica primitiva (Act. 10, 37). El rito se desarrolla en una serie de acontecimientos que hay que analizar en sí mismos: la abertura de los cielos (v.10), la bajada del Espíritu (v. 10) y la voz celestial (v.11).
CIELO-ABIERTO. a) Los profetas relatan muchas veces sus visiones presentando, como circunstancia previa, los cielos que se desgarran para dejar paso a sus miradas (Ez. 1, 1; Ap. 4, 1). Se trata, pues, de una imagen poética perteneciente a un género literario apocalíptico. La apertura de los cielos, por lo demás, no está hecha tan solo para dar acceso a los secretos de Dios, sino también, como en Is. 63, 19 y Jn. 1, 51, para dar paso a Dios: en adelante ya no habrá más oclusión entre el cielo y la tierra (en el mismo sentido: el desgarramiento del velo del Templo: Mc. 15, 38), y el predicador del Reino (vv. 14-15) se verá realmente habilitado, como el profeta antiguo, para hablar de Dios a los hombres.
J/MOISES. b) La oración de Is. 63-64 que ha inspirado el tema de los cielos que se desgarran (/Is/63/19) suscita igualmente otra idea: el recuerdo del gesto de Yahvé retirando de las aguas del mar al pastor de su pueblo (Is. 63, 11) y desparramando el Espíritu sobre ese rebaño (Is. 63, 14). ¿No es esa la fuente de inspiración inevitable de la bajada del Espíritu sobre el nuevo Moisés justamente en el momento en que sale del agua? (v. 10). El nuevo Éxodo anunciado por el Segundo Isaías va a producirse y Jesús aparece como el instaurador y el pastor del nuevo pueblo.
J/EX: c) Si el bautismo de Jesús es presentado ante todo como una respuesta a la oración de /Is/63/11-12 en la que pedía al Padre que sacara del agua un nuevo pastor que conduciría a su pueblo en el nuevo Éxodo, la estancia de Jesús en el desierto adquiere una significación particular: el Éxodo es realmente una realidad en marcha: Jesús pasa cuarenta días en el desierto, lo mismo que el pueblo anduvo por él cuarenta años; es conducido a él por el Espíritu, lo mismo que el pueblo era conducido por la nube; es tentado en el desierto, lo mismo que lo fue el pueblo (Dt. 8, 1-4; Sal. 94/95). Pero, como es el Mesías, Jesús es igualmente servido en él por los ángeles (Sal. 90/91, 10-12) y victorioso de las bestias salvajes (Dt.8, 15; Sal. 90/91, 13), tal como una interpretación mesiánica del Sal. 90/91 lo requería.
Estar bautizado significa fundamentalmente dejarse sumergir en el agua y, sobre todo, en la condición humana (con la muerte) representada en el agua. Cuando Cristo se hace bautizar, acepta su condición humana con sus ambigüedades y sus sufrimientos, con la muerte como final. Si se le ha elegido como predicador del Reino, ha sido precisamente a costa de la aceptación de esa condición. Mas la tentación vino inmediatamente a atacar a Cristo con el fin de ayudarle a comprobar si su decisión era firme y profundamente incorporada a su vida. Significaba también que estaba capacitado para predicar el Reino de Dios; un reino que no se instaura sino justamente en la fidelidad del hombre a sí mismo hasta la muerte.
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pág.
24-25
6.
Texto. El espíritu que empuja ahora a Jesús al desierto es el mismo que en la escena anterior de Mc. 1, 9-11 se ha posado sobre él. Hay, pues, una insistencia deliberada por parte de Marcos en presentar a Jesús invadido por el Espíritu de Dios.
La frase inicial es, por lo demás, urgente y lacónica. El sentido que tiene el desierto en ella es objeto de discusión.
El tenor escatológico tanto de la escena precedente (Mc. 1, 9-11) como la de la de hoy, aconsejan ver en el desierto el lugar de procedencia del profeta del tiempo final. Según la tradición judía, en efecto, este profeta hace su aparición en el desierto. Por la escena anterior sabemos que este Jesús no es sólo el profeta del tiempo final; es, además, el hijo de Dios.
El v. 13 no nos ofrece una sucesión temporal de escenas sino una simultaneidad de tres cuadros. Todo acontece a la vez y prolongado durante cuarenta días: tentación-animales salvajes-ángeles. Una única gran escena, fantástica y paradójica. Toda ella nos introduce de nuevo en el imaginativo mundo de la tradición judía sobre el final de los tiempos. Una escena paradisíaca del tiempo final. Un recurso expresivo de la fe en Jesús y de que con él se ha inaugurado el Reino de Dios.
De hecho, éste es el tenor de los dos versículos finales, ya comentados más en detalle el tercer domingo ordinario. Jesús trae la buena noticia (el evangelio de la traducción litúrgica) de que ya ha llegado el reino de Dios y que, por consiguiente, el tiempo de espera del mismo ha concluido.
Jesús pone dos condiciones para que este reino de Dios sea efectivo en nuestro mundo: cambio de estructuras en las personas y asentimiento a la buena noticia.
Comentario. El texto de hoy es un ejemplo perfecto de lo importante que es no mezclar unos evangelios con otros. Marcos no es un evangelista didáctico, como lo son en este texto Mateo y Lucas; Marcos es un evangelista de impacto. Con el texto de Marcos en la mano hay que hablar hoy de la buena noticia de la llegada a nuestro mundo del reino de Dios, de la necesidad de un cambio de estructuras en nosotros y de lo importante que es el que de verdad nos creamos la buena noticia que Jesús nos ha traído.
Marcos no nos confronta con un Jesús tentado, sino con un Jesús profeta y Mesías; no nos propone un modelo a imitar, sino una realidad (la del reino de Dios) que pide de nosotros una conversión radical.
No me cabe la menor duda de que nos hallamos ante uno de los textos más sugerentes y grandiosos de todo el Nuevo Testamento y, a la vez, uno de los más comprometedores. Marcos es un autor muy parco en palabras; por ello las que emplea son de las que hacen mella. De nuestro cambio y de nuestro asentimiento a la buena noticia depende el que el lobo habite con el cordero, el león coma paja con el buey y el niño juegue en el escondrijo de la serpiente. A buen seguro, querido lector, que has caído en la cuenta de que estoy citando con Isaías. Lee, en efecto, el capítulo 11, 1-9 de este profeta.
Los dos primeros versículos del texto de Marcos tienen mucho de este texto de Isaías.
A.
BENITO
DABAR/91/14
7. /Mc/01/12-13.
Marcos construye el relato de las tentaciones de Jesús en torno a tres elementos, que sitúa uno al lado del otro sin una vinculación aparente: el Espíritu "empuja" a Jesús al desierto; Jesús permanece cuarenta días en el desierto tentado por Satanás; vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían.
Antes de señalar con claridad las líneas de fondo convendrá analizar, aunque sea brevemente cada uno de estos elementos.
"Enseguida el Espíritu lo empujó al desierto": el Espíritu empuja a Jesús al lugar de la tentación, pero no se dice que tentase él a Jesús (en el A. T. era Dios el que sometía al hombre a la prueba) ni que ayudase a Jesús a superar la tentación (como ocurrirá luego con la experiencia de la comunidad postpascual).
DESIERTO/SENTIDO: Se recuerda por dos veces con énfasis al desierto: Jesús vive allí durante cuarenta días, recorriéndolo. El desierto puede significar soledad y encuentro con Dios, pero también el sitio donde reside el mal (este segundo sentido forma parte de la mentalidad judía en tiempos de Jesús); en el evangelio de Marcos el desierto es el lugar de la oración solitaria (1, 35), del refugio que aísla de la gente (1, 45), del descanso (6, 31-32), de la multiplicación de los panes (6, 35).
También la expresión "cuarenta días" está llena de evocaciones bíblicas: "cuarenta" es un número simbólico para indicar el tiempo de la opresión y el tiempo del camino hacia la salvación: los cuarenta días del diluvio (Gén 7, 12), los cuarenta años de Israel por el desierto (Sal 95, 10), los cuarenta días de Moisés en el Sinaí (Ex 34, 28; Mt 9, 18), los cuarenta años de dominio de los filisteos sobre Israel (Jdt 13, 1), los cuarenta días de la marcha de Elías por el desierto (1 Re 19, 8).
"Tentado por Satanás": según Marcos la tentación no tiene lugar al final de los cuarenta días (como resulta en Mateo y en Lucas), sino que parece acompañar a Jesús a lo largo de todos ellos.
El verbo "tentar" (peirazein) indica, en sentido religioso, la forma con que el hombre pone a prueba al hombre, para medir su valor: el ejemplo que acude enseguida a la memoria es el de Abraham (Gén 22). Hay otras tres ocasiones en que se usa el verbo "tentar" en el evangelio de Marcos (8, 11; 10, 2; 12, 15): en todos estos casos se trata de los fariseos que ponen a prueba a Jesús en alguno de los temas de su predicación, o le piden un signo mesiánico. La discusión es siempre la misma: ¿es bueno el camino mesiánico que ha emprendido Jesús? "Vivía entre los animales salvajes y los ángeles le servían": para algunos la presencia de los animales subraya la soledad y las molestias del desierto, mientras que para otros (quizás más acertadamente) evoca un tema paradisíaco, la vuelta a la paz entre el hombre y los animales, tal como soñaba Isaías (11, 6-9) y como se pensaba de Adán en el Edén (Gén 2, 9). También el servicio de los ángeles es probablemente un símbolo de la comunión que se ha restaurado entre el hombre y Dios.
Pero el análisis de cada uno de los elementos del relato no basta para poner de manifiesto el sentido profundo del episodio.
Hemos de acudir a dos observaciones más globales.
Primero: observemos que a Marcos le interesa que fue tentado Jesús, pero no le interesa en qué consistía concretamente la tentación. Es una perspectiva muy distinta de la de Mateo y Lucas. Marcos no pretende ofrecer a la Iglesia una catequesis sobre la tentación (advirtiendo a la comunidad sobre las posibles tentaciones con que puede encontrarse), ni tampoco intenta describir aquí las dificultades mesiánicas a las que se vio sometido Jesús. Considera más importante subrayar que Jesús, después del bautismo, fue tentado por Satanás. El vínculo entre el bautismo y la tentación (ese "enseguida") es estrecho e intencional, rico en sugerencias. El Espíritu, que se da en el bautismo, no separa a Jesús de la historia y de la ambigüedad; al contrario, coloca a Jesús dentro de la historia y en el interior de la lucha que en ella se desarrolla.
BAUTISMO/LUCHA. Como respuesta al bautismo, Jesús comienza la vuelta al desierto, o sea, una existencia en la que se experimenta el enfrentamiento con Satanás y al mismo tiempo la ayuda de Dios (los ángeles); se vive en la lucha y al mismo tiempo en la paz. En definitiva, se trata del acostumbrado misterio de Cristo: Hijo de Dios, pero tentado. Y es también el misterio del bautizado: la vida en la que lo introduce el bautismo está hecha de luchas pero está bajo el signo de la victoria y de la paz.
Segundo: a pesar del análisis de cada uno de los elementos, la narración, como hemos dicho, sigue siendo oscura. No sólo no nos dice mucho sobre la naturaleza de la tentación, sino tampoco de su desarrollo y de su resultado. El relato queda como incompleto, casi como un interrogante. La respuesta nos la dará todo el evangelio; la historia sucesiva es la que indicará la naturaleza de la tentación, sus peripecias y su resultado. Toda la vida de Jesús es un enfrentamiento entre el "fuerte" (Satanás) y el "más fuerte" (Jesús: cf. la discusión de /Mc/03/21-30) un rechazo de las ideas mesiánicas ambiguas y finalmente una victoria de la fidelidad de Dios sobre la lógica de Satanás.
BRUNO
MAGGIONI
EL RELATO DE MARCOS
EDIC. PAULINAS/MADRID 1981.Pág.
24 s.
8. ACI DIGITAL 2003
13. Entre las fieras del desierto de Judea:
chacales, lobos, zorras, etc. Detalle exclusivo de Marcos.
15. Arrepentíos y creed: Esta expresión sintetiza todo el mensaje de Jesucristo.
Todo hombre debe confesarse pecador y creer en la buena nueva de que Dios es un
Padre que perdona (I Juan 1, 8 ss.; Luc. 13, 1 ss. y nota). El rechazo de este
mensaje por parte del pueblo llevó a Jesús a la Cruz.