COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Gn 9, 8-15

1. 

-Contexto:
Para el viejo narrador de esta historia la tierra corrompida y llena de crímenes (6. 9ss.) evocaba una fuerza caótica, destructora de la "obra muy buena" de la creación (1. 31). El pecado acabó con aquel mundo paradisíaco de Gn 1, y además provocó el diluvio (6. 5-9. 17) como castigo divino para aniquilar el desorden y violencia humana.

Gn 9. 1-17 inaugura una segunda etapa en la historia de la humanidad. Es cierto que la violencia empieza a reinar en esta etapa: los animales temen al hombre y le sirven de alimento (cf. por antítesis Gn 1.), y a pesar de esta maldad humana, la primera palabra de Dios en esta etapa de la historia es de bendición (9. 1-7) y de alianza (9. 8-17).

El Señor continúa bendiciendo a su imagen, el hombre (9. 1-7) para que pueda propagarse al igual que en la primera creación (vv. 1/7; 1. 28). Por voluntad divina el hombre dominará a los animales, los matará para subsistir (v. 3) pero Dios sigue siendo el soberano absoluto que impone límites al instinto sanguinario humano: "al hombre le pediré cuentas de la sangre de su hermano" (vv. 4-6;1. 27).

-Texto:
En estos vv. Dios establece con la humanidad una alianza que regule las relaciones entre criatura y creador (vv. 8-17). El arco es la garantía visible de dicho pacto. Los dobles de este pasaje (2x se da la promesa del pacto: vv.9/11; dos veces se indica la señal del mismo: vv. 12/17...) indican la existencia de dos versiones de un mismo hecho.

Por primera vez en la Biblia suena la palabra Alianza. Las diversas Alianzas con Noé, Abrahám y Moisés, cada uno con signo diverso, marcan la sucesión de las épocas del mundo en su relación con Dios. Pero por oposición a las otras dos, esta alianza no se hace con un individuo o con un pueblo sino con todos los seres vivientes (hombres y animales: cf. Os 2. 20; Is 11. 5 ss.; 65. 25) y regula las relaciones entre ellos.

Además es una alianza unilateral, para nada depende del actuar humano (el arco iris no es obra humana como lo es el cumplir el sábado...). No es una alianza cúltica, sino ética. NOE/ALIANZA-ETICA En virtud de esta alianza, el Señor promete no enviar otro diluvio: "el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra" (v. 11; cf. 8. 20-22).

Este triunfo del Dios creador sobre las fuerzas caóticas se celebraba cada año en los pueblos orientales en la fiesta del Año Nuevo. Este texto del Gn afirma que no debe temerse ninguna batalla anual, ya que la alianza es el triunfo de la vida sobre el caos y sus fuerzas. El arco (en sí es un término guerrero puesto en manos del Señor: /Ha/03/09) ya no se usará para la guerra sino que Dios lo cuelga de las nubes con fines pacíficos. En el futuro, la misericordia divina prevalecerá sobre su justicia en sus relaciones con la humanidad. Así la historia del hombre puede continuar.

-Reflexiones:
Nuestro mundo tampoco vive aquel estado paradisíaco de Gn 1. El caos de la violencia, de la muerte, del hambre, de la guerra... ¿provocarán también el final de nuestro mundo? Este es el miedo y la angustia de los hombres del siglo XX. En medio de tanta oscuridad deben resonar de nuevo estas palabras: "...el diluvio no volverá a destruir la vida...". Dios no quiere que el hombre pase su vida bajo el terror de amenazas apocalípticas. El hombre debe vivir con la esperanza en un Dios que no quiere la destrucción del mundo.

Dios quiere establecer un reino de paz en el mundo. Por eso el arco, símbolo de la guerra, se cuelga en el firmamento como símbolo de paz. Misión de todo hombre será buscar esta paz porque tenemos derecho a ella; ser fiel al pacto divino consistirá en luchar, sin descanso, por implantar esta paz y exigir a los gobernantes nuestro derecho a la misma. Todo hombre debe luchar contra todas las fuerzas que intentan destruir nuestro planeta: guerras, terrorismo, armamento.

Queremos un arco que no lance flechas, exigimos que los misiles, sin cabezas nucleares, adornen nuestros parques, y que las estaciones en las galaxias puedan convertirse en los nuevos parques de atracciones de los niños del s, XXI. Así podrán cumplirse las palabras de Is/11/06 ss.: "...habitará el lobo con el cordero..., la vaca pastará con el oso...".

A. GIL MODREGO
DABAR 1988, nº 16


2. PAZ/SIMBOLOS 

El signo de la alianza no es un mito acerca del origen del arco iris, sino una reflexión simbólica y poética acerca de la naturaleza. El arco iris, formado por los rayos del sol que atraviesan la bóveda celeste durante la lluvia, anuncia a los hombres el fin de la tormenta o la borrasca (símbolo de la ira divina) y la reaparición del sol (imagen de la misericordia de Dios). Todo esto son signos simbólicos del pacto de paz por parte de Dios de cara a toda la creación viviente: "Tras la tormenta, todo se serena, el aire es más limpio y transparente. Se respira hondo y huele a tierra nueva. Parece como si todo comenzase otra vez. Como si nada hubiera ocurrido. Dios perdona, Dios bendice, y el alma siente una paz alegre y reposada".

EUCARISTÍA 1991/08


3. NOE/ALIANZA-CREACION  ALIANZA/GRATUIDAD  ALIANZA/SIGNOS 

Sacado del discurso, de origen sacerdotal, que se supone mantuvo Dios con Noé después del diluvio.

a) Su tema esencial es el de la alianza. Noé se convierte en el padre de la humanidad con el mismo derecho que Adán: por eso Dios establece con él una alianza, lo mismo que lo había hecho con el primer hombre (Gèn. 1) y le bendice de la misma manera que al antepasado primigenio.

Al igual que las demás alianzas selladas por Dios en la tradición sacerdotal, la iniciativa viene de Yahvé y solo El se compromete; es una muestra de su bondad; tiene una repercusión cósmica y universal, del mismo modo que las alianzas con Adán (Gén. 1), con Abraham (Gén. 17) y con Moisés. Cada una de estas alianzas está marcada por un signo: la bendición de Adán, la circuncisión de Abraham, la economía sabática de Moisés y el arco iris de Noé. El arco-iris es el arco mediante el cual Yahvé lanzaba sus flechas de relámpago (Sal. 7, 13;; Hab. 3, 9-11) sobre la tierra; ahora está depositado sobre las nubes y Dios ya no volverá a servirse de él.

b) Realmente, si los hebreos han admitido en sus Escrituras el relato del diluvio, lo han hecho menos en virtud de un interés especial por esta catástrofe que por introducir la promesa de Dios de que no volvería a haber otro diluvio. Y la promesa es justamente, en última instancia, lo que diferencia a la Biblia de una manera radical de las demás tradiciones paganas sobre el diluvio. Ningún otro dios ha prometido jamás no provocar otro diluvio, porque ningún dios pagano es creador. Solo el creador puede asegurar que su obra será estable y que los hombres que habitan sobre la tierra encontrarán en ella la necesaria seguridad. Los dioses paganos habían recurrido al diluvio para aniquilar a una humanidad demasiado numerosa y demasiado amenazadora para las divinidades. La Escritura, por el contrario, nos presenta a Dios preocupado por bendecir al hombre y desearle fecundidad y multiplicidad. Encontramos aquí los puntos de vista del optimismo sacerdotal sobre Dios y sobre el mundo, expuestos ya en el primer capítulo del Génesis.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pág. 14-15


4. /Gn/09/01-15 CREACION/ALZ/CAOS MAR/MAL/CAOS 

En el epílogo del diluvio sitúa el yahvista la promesa de que Dios mantiene la vida y el ritmo de la naturaleza, pese a la maldad humana; el teólogo sacerdotal coloca ahí, con el mismo sentido, la alianza de Dios con Noé. Es la primera de las tres alianzas que jalonan su historia (la segunda es con Abraham y la tercera con el pueblo, en el Sinaí). En el preámbulo de esta alianza evoca el autor su relato de la creación del hombre en Gén 1. El hombre es ahora Noé con su familia, sacados del caos acuático, como lo era allí el mundo.

En una nueva acción creadora, al hombre se le repiten las mismas palabras de allí: crecer, multiplicarse, llenar la tierra, dominarla, hacer de ella morada. Son palabras que suenan también como la promesa patriarcal.

Pero junto a esa orden-promesa está la orden-mandato que sale al encuentro de la violencia de que la humanidad estaba acusada (Gén 6, 11s). Es el mandato categórico de respetar la vida, desde la animal hasta la humana. En el caso del animal el respeto se limita al tratamiento ritual adecuado de la sangre. En el caso del hombre, la vida tiene que ser salvaguardada en absoluto, bajo pena de la propia vida. Además de esa razón elemental de que la vida del otro vale lo mismo que la propia, es Dios mismo quien la defiende, con su presencia en ésa que es su imagen y semejanza en el mundo. La violencia hace emerger el caos, lo contrario de la creación.

La alianza es una promesa de Dios de que no habrá otro diluvio que destruya la tierra, ni la vida, en ninguna de sus formas.

A la luz del precepto previo de respeto a la vida, esa promesa significa que Dios hace con ella un pacto de defensa. La ofensa contra la vida es ofensa contra Dios. En otras palabras, Dios afirma la vida y el orden natural, lo cual quiere decir que éstos son lugares teológicos en que la fe ha descubierto la acción creadora y salvadora de Dios. Ante las múltiples emergencias de lo caótico, el orden natural aparece como un verdadero don de Dios.

La promesa tiene como señal el arco iris: una señal de orden natural en un pacto con la naturaleza. La señal "recuerda" al Dios del universo su promesa; para los que reciben la promesa es como un testigo: cada vez que se muestre el testigo, testifica que es Dios quien mantiene el orden del mundo. Esa precisa señal del arco hace referencia al agua diluvial: sostiene las cataratas de las aguas. Pero coincide que el término que designa el arco iris (geset) designa también el arco de la guerra, que en el simbolismo se transforma en arco de la paz.

El destinatario directo de esta promesa de alianza es el pueblo bíblico en el destierro. La catástrofe significa sacudida de fundamentos, hasta el grado de sentir como inestable el mismo orden cósmico y humano. El exilio es un diluvio que lo ha arrasado todo. El teólogo-pastor reafirma en nombre de Dios la estabilidad del mundo, la continuidad de la vida, el sometimiento del caos, para los que son justos como el justo Noé. Es a la humanidad como Noé a quien se hace la promesa. Los destinatarios entienden qué significa alianza: ámbito de paz, de vida, de salvación de Dios. A los hijos de la fidelidad de Noé no les perturban los diluvios que puedan sobrevenir, pues para ellos es el signo de la paz el que da la justa perspectiva.

A pesar de esa inmediata intención pastoral, el P sitúa esta alianza más allá de la sinaítica y de la abrahamítica, para deshacer todo particularismo en el propósito de salvación de Dios. Se sale del reducto particular de salvación e incluye la humanidad entera y hasta el cosmos. Es promesa de salvación para quienes no pertenecen a una historia particular de salvación. El Dios creador y salvador está en todas las historias humanas de elección y aun fuera de ella. La ley sencilla de esa alianza universal es el respeto a la vida del otro como a la propia, por cuanto el otro es para el yo la imagen viva de Dios.

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA AT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.Pág. 93 s.


5.

El autor sagrado evoca el relato de la creación del hombre. El hombre es, ahora, Noé con su familia. En una nueva acción creadora, al hombre se le repiten las mismas palabras: crecer, multiplicarse, llenar la tierra, dominarla.

Ahora manda Dios como ley fundamental de la religión cósmica y con toda energía la confraternidad humana: "Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya". Este principio es fuente y razón de aquella circunstancia de la creación que el Génesis no se cansa de proclamar: "porque Dios hizo al hombre a su imagen". En seguida recuerda el cristiano aquella frase del N.T., que se corresponde con ésta dialécticamente: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros" (Jn 13, 35).

ALIANZA/CLASES: Esa ley fundamental proclamada para la humanidad salvada por Noé encuentra su confirmación divina en aquel hecho misterioso que se llama la alianza. Por primera vez en la historia del A. T. aparece esta palabra misteriosa. Quien conozca, aunque sea superficialmente el A, T. se maravilla ante esta palabra y lo que ella significa. A la alianza personal con Adán, sigue la alianza familiar con Noé, se convierte en alianza tribal con Abrahan y termina en la alianza mosaica con todo el pueblo.

Dios, el creador del mundo, el Señor de toda criatura, su juez y salvador, habla a un hombre, a su elegido, al gran patriarca. Dios le imparte su bendición. Le asegura su protección. Le promete fidelidad. Sí, Dios promete a Noé, a sus hijos y descendientes, tener gracia con ellos. No sólo ser justo, sino tener gracia con ellos. Dios promete que, pase lo que pase, guardará la tierra, conservará a las criaturas y protegeré al hombre.

Dios establece su comunidad con el hombre. Como consecuencia de ello el hombre sabe que no está expuesto a una norma cósmica universal, a una brutal ley natural o a un ciego destino, sino a una persona que está más allá del mundo, al Dios vivo. Y a un Dios que es amigo del hombre, que le quiere bien, que le permite vivir y obrar en gracia. "Y Dios añadió: Esta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades. Pondré un arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra".

En el marco maravilloso de la revelación tienen carácter de signo aquellas realidades que nos hemos acostumbrado a considerar naturales.

La nube que flota entre el cielo y la tierra, por poner un ejemplo, es para el hombre bíblico, por una parte, el signo de la excelsa majestad de Dios, y por otra, el de su benévola proximidad.

Una nube sagrada dirigirá la peregrinación de Israel por el desierto, oscura durante el día y luminosa de noche.

Moisés es ocultado en la cima del Sinaí en la oscuridad de la nube. Se deja caer en el arca de la Alianza. En la consagración del templo de Salomón llenará una nube la casa del Señor. Elías es arrastrado hasta Dios en un carro de nubes de fuego. También Jesús, el Mesías, sobre el monte Tabor, entra en una nube y el resucitado es recibido en una nube que le introducirá para siempre en su señorío. De una nube se oye la voz de Dios que proclama la autoridad mesiánica del Hijo muy amado. Se podía casi hablar de una teología de las nubes.

Y ahora el arco iris. Quien lo contempla con ojos claros, lo percibe como signo de natural amistad. Porque el arco iris aparece entre el mal tiempo que se retira, y el nuevo esplendor del cielo que se avecina. Y este signo lo coloca Dios en la dimensión de la revelación.

En dos versículos que no trae la lectura de hoy dice Dios: "en cuanto esté el arco en las nubes, yo lo veré para recordar la alianza perpetua entre Dios y toda alma viviente, toda carne que existe sobre la tierra". "Y dijo Dios a Noé: esta es la señal de la alianza que he establecido entre yo y toda carne que existe sobre la tierra".

SV/PAGANOS: ¿Qué quiere decir esto? Dios se vincula a su signo de amistad a sí mismo más que al hombre. Por encima de toda posible infidelidad humana, el Dios de la alianza cósmica promulga por medio de un signo la ley de su inquebrantable fidelidad.

Con esto se afirma que todos los pueblos paganos, que viven aparente mente fuera de la historia de la salvación, tienen también una promesa de salvación. El pagano no está fuera del alcance de la gracia. No existe humanidad alguna en el mundo que se encuentre fuera del alcance salvador gratuito de Dios que luego ha hecho alianza particular con un pueblo concreto.

La ley sencilla de esa alianza universal es el respeto a la vida del otro como a la propia, por cuanto el otro es para el yo la imagen viva de Dios.


6.

Noé, librado del diluvio, es la imagen más clásica del «Resto», es decir, de los hombres que, formando parte del mundo antiguo, son preservados en la catástrofe para ser principio del mundo futuro.

Así nos es presentado Noé en el "Apocalipsis de Noé", que forma parte del "Libro de Henoch", el más importante de los apocalipsis palestinenses, y que data del siglo Il antes de Cristo. El autor escribe en él: «Dale el nombre de Noé, porque él será verdaderamente un resto, y él y sus hijos serán salvos». «El autor extrae esta doctrina de una etimología del nombre de Noé, que él relaciona con la raíz «nouah», que significa "el que resta", mientras que el Génesis la explica como significando «reposo» (V, 29: Le dio el nombre de Noé, porque dice «él será quien nos proporcionará... una consolación»); entonces la raíz sería «noh». Esta doctrina de Noé, considerado como «resto», es una proyección en el pasado de la concepción del «resto» según los profetas); (·DANIELOU-J, Sacramentum futuri). De la misma manera, ·Orígenes, en el siglo lll, ve con toda naturalidad en Noé el «Resto» que será la semilla de la renovación. Se trata de un pasaje curioso de Ezequiel (XIV, 13-14): «Cuando por haberse revelado pérfidamente la tierra contra Mí, tienda yo mi brazo contra ella..., aunque hubiesen estado en ella tres varones: Noé, Daniel y Job (este personaje de Daniel, junto a Noé y Job, debía ser conocido por la tradici6n israelita), ellos por su justicia hubiesen salvado su vida». A propósito de este pasaje que cita tipos de justos salvados, Orígenes inserta un comentario rabínico:

«Yo escuché hace tiempo a un judío explicar este pasaje y decir que ellos estaban citados por haber conocido los tres tiempos: dichosos, infelices, dichosos... Ve a Noé antes del diluvio, cuando el mundo está intacto. Mírale salvado en el arca, cuando el mundo entero naufraga. Mírale salir después del diluvio, convertido en cierto modo en creador de un nuevo universo» (Hom. sobre Ez. IV, 8; P. G., 703, B).

En el siglo primero, ·Filón exponía la misma idea bajo una forma distinta. Es como un eco de la tradición judía: «Dios juzgó a Noé digno de ser fin y principio de nuestra raza; fin (en griego: telos) de las cosas anteriores al diluvio; principio (en griego: arché) de las posteriores» (De Abr., 46). De este modo, Noé es el «telos-arché», la «bisagra» de dos universos. En ello es figura del Mesías, «telos-arché» por antonomasia.

L. HEUSCHEN
LA BIBLIA CADA SEMANA
EDIC. MAROVA/MADRID 1965.Pág 118 s.