EVANGELIO

La Iglesia no va a ser menos que Jesús. Ella también será tentada de milagrismo (creerse dispensada del esfuerzo común de los mortales), de triunfalismo (presentarse como un espectáculo a aplaudir) y de ambición política (integrarse en el poder o convertirse ella misma en poder).

La Eucaristía celebra el pan de la Palabra de Dios, verdadero alimento que recupera la vida humana. Es el pan de vida. En ella celebramos la actitud de Jesús, que fue capaz de despojarse de toda ambición de poder, siendo el servidor de todos, humillándose hasta la muerte de Cruz. Estos signos humildes, nada espectaculares, del pan y del vino santos, son el sacramento de nuestra fe.


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 4,1-11.

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre.

Y el tentador se le acercó y le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.

Pero él le contestó diciendo:

-Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:

-Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras.

Jesús le dijo:

-También está escrito: No tentarás, al Señor, tu Dios.

Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo:

-Todo esto te daré si te postras y me adoras.

Entonces le dijo Jesús:

-Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.

Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y lo servían.