SEGUNDA LECTURA

El cristianismo es, al mismo tiempo, pesimista y optimista: la historia humana está empecatada desde sus comienzos y lo estará hasta el final. Pero simultáneamente hay en ella un fermento de vida, que estimula a los cristianos a incorporarse entusiásticamente en toda lucha de liberación. Este fermento es la fe en la resurrección final o sea el éxito definitivo de la historia humana.


El texto entre [ ] puede omitirse por razones pastorales.

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 5,12-19.

Hermanos:

Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron...

[Pero, aunque antes de la ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había ley.

Pues a pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con un delito como el de Adán, que era figura del que había de venir.

Sin embargo, no hay proporción entre la culpa y el don: si por la culpa de uno murieron todos, mucho más, gracias a un solo hombre, Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos.

Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: la sentencia contra uno acabó en condena total; la gracia, ante una multitud de pecados, en indulto.]

Si por la culpa de aquél, que era uno sólo, la muerte inauguró su reino, mucho más los que reciben a raudales el don gratuito de la amnistía vivirán y reinarán gracias a uno solo, Jesucristo.

En resumen, una sola culpa resultó condena de todos, y un acto de justicia resultó indulto y vida para todos.

En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.