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I. DE TIPO GENERAL

1) Se acerca la fiesta de Navidad

El IV domingo de Adviento está penetrado por el deseo y la convicción de que la meta de la Navidad está a punto de ser alcanzada. Por eso la poscomuni6n pide que el pueblo cristiano "sienta el deseo de celebrar dignamente el nacimiento de tu Hijo al acercarse la fiesta de Navidad". Este deseo se convierte en súplica en la antífona de entrada (Is 45,8): "Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad la victoria; ábrase la tierra y brote la salvación". Esta salvación es la gracia del Emmanuel que la Iglesia pide en la oración colecta: "Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel (a María) la encarnación de tu Hijo"... El prefacio II proclama en este domingo: "El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza". La perspectiva de Navidad, ya cercana, marca los textos e invita a una preparación más intensa.

2) María es quien alumbra al Salvador

El IV domingo pone a María en conexión profunda con el Mesías que viene. En la antífona de comunión se propone el versículo de Mt 1,23 que recoge a Is 7,14: "La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel". La oración sobre las ofrendas reza: "El mismo Espíritu, que cubrió con su sombra y fecundó con su poder las entrañas de María, la Virgen Madre, santifique... estos dones que hemos colocado sobre tu altar". María es la tierra fecunda, que por la acción santificadora del Espíritu Santo, da a luz al mundo, al Dios- con-nosotros. Este IV domingo la contempla como figura culminante del Adviento, en su actitud de donación y fecundidad generosa. María "esperó (a su Hijo) con inefable amor de Madre". María, portadora del Hijo de Dios, lo lleva a casa de Isabel. María es la "bendita... entre las mujeres" y lo que es porque ha "creído". Al final "se cumplirá... lo que... ha dicho el Señor" (evangelio).

También la Iglesia llegará a la Navidad siendo dichosa si acoge a Jesús como María, si cree lo que el Espíritu Santo le comunica en la Palabra y en los signos de los tiempos, si es portadora de Dios (=evangelizadora) y lo comunica con fidelidad y en actitud de servicio.

3) Deseo profundo de celebrar dignamente la Navidad

DESEO/ORACION Ante la proximidad de la celebración de Navidad, la Iglesia ora a Dios con insistencia. Le pide avivar el deseo que le ha acompañado sobre todo desde el III domingo. Deseo de poder celebrar con piedad, con provecho espiritual el nacimiento del Hijo de Dios en la carne (poscomunión). Este deseo lo alimenta la Iglesia, en Adviento, sobre todo a partir de la Eucaristía, "la prenda de su salvación" (Ibid.), garantía de la plenitud gozosa del cielo. San Agustín hablando de este deseo que se expresa en gemidos (Sal 37) dice: "Tu deseo es tu oración". Si este deseo es constante, constante será también la oración. Y añade: "Cualquier cosa que hagas, si deseas aquel reposo sabático (=verle, contemplarle, estar con él, amarle, trabajar por él) no interrumpes la oración". La oración sólo cesa cuando se deja de amar. El trabajo y los afanes diarios no suprimen el amor. Por eso quien desea vehementemente celebrar el nacimiento del Señor vive esa espera en el amor y servicio, vive con profundidad el Adviento.

II. LAS LECTURAS

1) "El tiempo en que la madre da a luz" (1. lectura). El profeta Miqueas, ocho siglos antes anuncia el nacimiento del Mesías en la pequeña aldea de Belén de Efrata. Será "el jefe de Israel". Cuando "la madre dé a luz" todo cambiará para el pueblo elegido. Esa madre dibujada vagamente por Miqueas es María de Nazaret, la Virgen. La Madre del que "pastoreará con la fuerza del Señor", aquel cuyo "origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial", el Hijo eterno del Padre. Sus dones serán: la "tranquilidad" y la "paz". Este anuncio resuena con dulzura.

2) "Aquí estoy" (2. lectura). ¡Cómo resuenan sinceras y comprometidas las palabras de la Carta a los Hebreos! Jesús a punto de entrar en el mundo (Navidad-Encarnación), expresa sus sentimientos, en oferta gozosa al Padre. Son palabras garantizadas por el Espíritu Santo y puestas en boca del Hijo eterno, que se desposa con la humanidad para rescatarla y elevarla: "... me has preparado un cuerpo... Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad". Palabras casi idénticas, pero en situaci6n dramática, dirá en Getsemaní, poco antes de aceptar la pasión (Lc 22,42). La Navidad ya encierra la Pascua.

3) "María se puso en camino y fue aprisa a la montaña" (evangelio). En este domingo María es la gran figura del Adviento para la Iglesia. María, conocedora de la situación de Isabel "se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá". Sale de su tranquilidad y presurosa, va a ayudar a su prima. Ejemplo de servicio, pero sobre todo figura de quien se deja conducir por el Espíritu, para llevar a Cristo a los demás. María modelo de evangelización, portadora del gozo de Dios. Dichosa por su fe; modelo privilegiado de las actitudes que pide el Adviento a la Iglesia. Así se está dispuesto y preparado para recibir a Dios en la Navidad. María es la aurora que anuncia la cercanía del nuevo día: Cristo-Jesús.

R. GONZALEZ
MISA DOMINICAL 1994, 16