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SUGERENCIAS

 

1. SALVADORES/SEGURIDAD:

El hombre necesita salir de sus angustias, superar sus preocupaciones; y cuando no puede hacer esto por sí mismo busca a alguien que le libere de sus problemas, necesita de alguien que sea capaz de resolver aquellas situaciones conflictivas que para él se presentan como insolubles o ante las que se siente impotente para resolver.

En esta situación de impotencia el hombre busca uno o varios "salvadores", y en ellos pone sus esperanzas, sus ilusiones; estos salvadores se presentan ante el hombre angustiado como la solución definitiva (?) a sus problemas y necesidades. Y, como las necesidades de los hombres no son pocas, nos encontramos con un mundo en el que tampoco son pocos los salvadores. Téngase en cuenta además que, si por sí solas no son ya pocas las necesidades del hombre (fundamentales y no fundamentales), la sociedad consumista contemporánea ha creado una fabulosa colección de necesidades artificiales que vienen a sumarse a las necesidades naturales.

Tenemos, pues, una serie de necesidades y una serie de salvadores en quienes depositamos en muchas ocasiones nuestras esperanzas porque nos han prometido resolver nuestras necesidades, angustias y problemas: nos encontramos, de esta forma, con los líderes políticos que prometen resolverlo todo; con los "predicadores" autónomos, profetas de sí mismos, con los consultorios sentimentales que tienen recetas para todo, etc. En otras ocasiones el hombre es capaz de poner sus ilusiones incluso en quienes nunca han prometido nada ni tienen intención de hacerlo: cantantes, futbolistas, actores de cine o teatro..., también ellos, sin prometer nada, sin presentar solución a ningún problema, son capaces de hacerse con las ilusiones de no pocos: son los ídolos que se enseñorean de las vidas de muchos porque esos muchos así lo han querido.

Pero todos estos "salvadores" ¿son el verdadero salvador que necesitamos? El evangelio de hoy nos da la clave para saber si estos salvadores son el verdadero salvador: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" ¿Qué respuesta pueden dar los abundantes salvadores de nuestro tiempo a esta pregunta? ¿Acaso pueden responder con la misma firmeza con que respondió Jesús? ¿Acaso son capaces de presentar, no argumentos, promesas, bonitas palabras, sino hechos claros, inconfundibles, aplastantes, como hizo Jesús? Nuestros pequeños salvadores actuales no están capacitados para salvar íntegramente al hombre; es cierto que su acción es, en muchas ocasiones, válida, realmente salvadora; pero nadie, absolutamente nadie, puede decir de sí que es capaz de salvar al hombre; nuestros pequeños salvadores de hoy son capaces de resolver problemas, pero son incapaces de salvar al hombre en su totalidad. ¿Son éstos los que tenían que venir? ¿O tenemos que esperar a otro?

DABAR 1977/04


2.RD/DON.

"Aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él". Juan es el más grande de los hijos de mujer, es el culmen de lo que puede producir la tierra. Pero el reino es mucho más: ante él palidecen todos los resplandores terrestres, con los que no existe comparación posible. Para pertenecer al reino es necesaria una nueva intervención de Dios, un nuevo nacimiento, que ni el más grande de los hombres puede lograr por sí mismo.

(...) Marca así la diferencia entre el A. y el N.T. Pero a esta novedad no es introducido el hombre sólo por el bautismo de agua; se requiere el nacimiento del Espíritu. Y no podemos olvidar que la mayoría de los cristianos hemos nacido del agua, pero ¿cuántos han nacido del Espíritu? ¿Cómo pretender ser "hombres nuevos" y vivir de espaldas a lo que Jesús representa hoy? Acostumbrados a tanta "grandeza humana", el reino nos aparece como un grano de arena. Ni con todas nuestras fuerzas ni sumando grandeza sobre grandeza lo conseguiremos. Simplemente nos es dado.

FRANCISCO BARTOLOME GONZALEZ
ACERCAMIENTO A JESUS DE NAZARET - 2 PAULINAS/MADRID 1985.Pág. 63


3. DESIERTO/YO-AUTENTICO 

El desierto es un lugar estéril, árido, abrasado por el sol. Pero es también el lugar ideal para el crecimiento de los principios sólidos, de las convicciones profundas. Es en el silencio y en la soledad que hay en él donde pueden nacer y desarrollarse las profundidades del ser humano. Es en él, en todo lo que bíblicamente representa, donde el ser humano puede alcanzar el fondo de sí mismo, el gusto por la interioridad. Y como no podemos vivir de verdad sin principios y convicciones sólidos y profundos, debemos acudir frecuentemente al desierto para encontrarnos con nosotros mismos. Demasiadas personas pretenden hacer frente a la vida equipados solamente de impresiones, de entusiasmos pasajeros, exaltaciones momentáneas, fórmulas de modo... Por eso son tan volubles, tan incapaces de aceptar el mínimo compromiso.

Para perseverar en una vida que lleve el signo de lo absoluto es necesario tener unos ideales que no se desvíen ante las dificultades. Y como los ideales más verdaderos son los que cultiva uno mismo, es necesario buscar el silencio y la soledad para madurarlos. No podemos vivir solamente con las respuestas y soluciones que otros nos den a nuestras preguntas; y menos vivir de las ideas y costumbres de moda.

Es verdad que debo escuchar, observar, confrontar, recibir de todos, buscar en todas las direcciones. Pero todo ello debe ser después elaborado, transformado por mí mismo. Debo poner en movimiento mi espíritu crítico, mi imaginación, mi capacidad de reflexión. De esa forma mi vida llevará mi marca inconfundible.

Para que mi vida sea mía, debo pagar regularmente el precio del sufrimiento, de la búsqueda, la paciencia, el silencio, la reflexión, las esperas angustiosas. Solamente las ideas de los demás son regaladas, no cuestan nada; pero no resisten las dificultades.

FRANCISCO BARTOLOME GONZALEZ
ACERCAMIENTO A JESUS DE NAZARET - 2 PAULINAS/MADRID 1985.Pág. 72


4. J/ESCANDALO  

La sorpresa, el escándalo que causará siempre la presencia y la intervención del Dios de Jesús de Nazaret entre nosotros está expresado en esta pregunta de Juan Bautista.

Jesús fue objeto de sorpresa y escándalo para sus contemporáneos y sigue siéndolo para todos nosotros. Jesús se encontró con una religión de ritos, hecha a nuestra medida, impuesta desde arriba, alcahueta de los poderosos y ella misma poderosa, opresora del pueblo. Una religión establecida, natural, lógica. Una religión que tiende a ser espontáneamente nuestra religión si no nos esforzamos continuamente en superarla y en ahondarla. Una religión en la que lo esencial era exaltar la majestad de Dios, su poder, su gloria, reconocer sus derechos y conseguir sus favores por medio de cierto número, lo más definido posible, de ofrendas, ritos y oraciones. Una religión en la que Dios castigaba a los malos -que siempre son los otros- y premiaba a los buenos.

Cuando Juan Bautista vio a Jesús hecho dulzura y bondad, que aconsejaba a todos el desprendimiento de las riquezas y que invitaba a su reino interior; cuando oyó que exaltaba a los dóciles, a los pacíficos, a los misericordiosos..., el pobre Juan se quedó sin saber qué hacer.

Jesús renovaba todas las cosas, realizaba una tremenda revolución en nuestras concepciones religiosas: revelaba una "religión" que ninguno había conocido hasta entonces y que aún no hemos acabado de comprender los cristianos. Ni acabaremos nunca.

Habían creído -y seguimos creyendo- que Jesús iba a revelar lo que ya conocían, la religión que habían seguido hasta ese momento y que representaba a un Dios a la medida de nuestras ideas, que obraba según nuestros planes. El reino de Dios anunciado por Jesús es una realidad totalmente nueva. Ante él palidecen todas las grandezas humanas y todos los montajes religiosos.

FRANCISCO BARTOLOME GONZALEZ
ACERCAMIENTO A JESUS DE NAZARET - 2 PAULINAS/MADRID 1985.Pág. 62)


5. SIGNOS/C:

Juan estaba en la cárcel. El hombre hoy se encuentra en el "cautiverio". Juan espera el Reino de Dios y se preguntaba por el Mesías. El hombre hoy espera el cambio y se pregunta por las personas o movimientos o iglesias que lo hagan posible. Analizando esta confusa esperanza de cambio, podría traducirse por una sociedad nueva, en que:

-Se valore a la persona por encima de las cosas;

-La persona no sea amansada, embotada, explotada, marginada;

-No se viva bajo el signo de la tristeza y/o el miedo;

-La amistad y la solidaridad sean algo más que palabras;

-El progreso no sea dios cruel e inhumano;

-La naturaleza no sea violada ni destruida;

-La palabra prevalezca sobre las armas, que deben ser destruidas;

-Se ofrezcan razones válidas para vivir y morir;

-El ser y el sentir, la verdad y el amor sean valores primarios.

Nosotros, profetas y continuadores del Mesías, debemos dar una respuesta esperanzada. Diremos: No os escandalicéis del mal abundante, la locura suicida y el sufrimiento injusto por parte del mundo, y la aparente debilidad, la infinita paciencia y el desconcertante silencio por parte de Dios. Ni os escandalicéis del pecado, la fealdad y el error que pueden darse en las iglesias.

Mirad: ya se pueden ver signos de renovación y se pueden oír anuncios de la cercanía del Reino. Hay espacios y comunidades, en que los "ciegos" han visto nuevos valores de presencia y amistad; los "sordos" oyen las palabras del hermano y el soplo del Espíritu, palabras y soplo que incluso resucitan a "los muertos".

Hay comunidades en que todo se comparte en comunión integral, por eso todos son "pobres" y todos son "ricos" y todos se "evangelizan" mutuamente. Allí se encuentran medicinas que "curan" y energías que fortalecen. Allí no existen la tristeza, la soledad, el miedo, la mentira... ¿Será esto ya el principio de la nueva humanidad? ¿Será que el Reino de Dios está ya entre nosotros?

CARITAS
LA MAS URGENTE RECONVERSION
ADVIENTO Y NAVIDAD 1983.Pág. 46


6. J/PASION/A

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para la consideración más profunda del tema de la paciencia. La paciencia pertenece a la categoría del amor. Mas el hombre es con mucha frecuencia impaciente, ya que inconscientemente busca la eficacia; desea palpar resultados tangibles, y si emprende un proyecto a largo plazo, tiende a hacer un inventario de las realizaciones parciales. Le gustaría, en el dominio espiritual y moral, llegar a la cumbre al primer intento y se subleva contra las necesarias vueltas a empezar. El cristianismo, puesto que está fundado sobre el amor, invita a reaccionar contra estas tendencias espontáneas, y es importante reflexionar sobre ellas.

En este sentido, el tema de la paciencia es un buen complemento del tema de la conversión. Algunos identificarían gustosamente la Iglesia de los convertidos con una Iglesia de "puros" que, según ellos, sería distintamente eficaz que una Iglesia de pecadores.

Pero una Iglesia de estas características sería, de hecho, inoperante, ya que pronto adquiriría el aspecto de la intolerancia.

-La paciencia de Jesús, encarnación de la paciencia divina.

Jesús inaugura el Reino de los últimos tiempos. Pero, en vez de aparecer aparatosamente como el juez que establece una línea divisoria entre los buenos y los malos, se presenta como el pastor universal. Ha venido, ante todo, para los pecadores, e invita a todos a reconocerse como tales. A nadie excluye del Reino: todos están llamados a él, todos pueden entrar. Por su actitud a lo largo de su vida, Jesús encarna la paciencia divina para con los pecadores. Ningún pecado aparta al hombre del poder misericordioso del Padre. La voluntad divina de perdón es ilimitada.

El secreto de esta paciencia de Jesús es el amor. Jesús ama al Padre con el mismo amor que es amado, pues es el Hijo. Cuando se vuelve a los hombres, los ama con el mismo amor que el Padre.

Este amor es, por naturaleza, universal. Veamos ahora por qué el amor encuentra en la paciencia una de las mejores expresiones de él mismo.

El amor invita al diálogo, a la reciprocidad perfecta. Para Jesús, amar a los hombres es invitarlos, con un infinito respeto de lo que son, a dar una respuesta libre de colaborador. Esta respuesta libre de colaborador en el amor, puesto que es única e irreducible a cualquiera otra, exige tiempo; se edifica poco a poco, y el itinerario en que toma cuerpo constituye una verdadera aventura espiritual donde las avanzadas limitan con los retrocesos, la entrega de sí con el repliegue sobre sí. El amor con que Jesús ama a los hombres puede ser calificado de amor paciente, ya que hay respeto íntegro del otro en su propia alteridad.

No está todo dicho. Para Jesús, amar a los hombres es amarlos hasta en su pecado, hasta en su negativa al designio de Dios sobre ellos. Es el pecado de los hombres lo que conduce a Jesús a la cruz. Pero la mayor prueba de amor es dar su vida por los que uno ama. El amor persiste, se hace más profundo, se afirma victorioso incluso donde el pecado del hombre hiere a Jesús de muerte. En su pasión es, por tanto, donde se manifiesta plenamente la paciencia de Jesús. En el momento supremo en que el plan divino parece puesto en tela de juicio por la actitud de los hombres, el amor se hace totalmente misericordioso: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Jesús ha amado a los hombres hasta el final.

La paciencia de Jesús escandaliza, ya que es testimonio de un amor a Dios y a los hombres construido en la total renunciación de Sí. Dejarse atar por el amor que Jesús propone a los hombres, supone que uno acepta, a su vez, esta exigencia de pobreza radical. Pero el hombre siente pavor ante este total desprendimiento, pues tiene la impresión de perderlo todo.

Jesús, al mostrarnos con su vida y con su muerte el misterio de la paciencia divina, nos invita a perderlo todo para ganarlo todo.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 122


7.

"LA VENIDA DEL SEÑOR ESTA CERCA" (SEGUNDA LECTURA)

Esta confesión resonaba entre los primeros cristianos como una liberación, una norma moral relativizada y una exigencia de rectitud ante el inminente juicio. El tiempo fue corrigiendo el error de la comunidad apostólica y situando con realismo al creyente ante la historia. La misma confesión ha adquirido así nuevas resonancias.

"Está cerca". Lo que de El nos separa no es la distancia del tiempo, ni la magnitud de su grandeza, ni la inaccesibilidad de su misterio, sino la pobreza de nuestra fe. La fe raquítica, los afanes del mundo y de la riqueza, junto con la inconsciencia, son velos que oscurecen la contemplación de la gloria del Señor. Estos obstáculos nos alejan de El, encerrándonos en el egoísmo, la mentira, la insolidaridad o la desesperación.

"Está cerca". En el pobre y en el que sufre. En los acontecimientos, cuando sabemos vivirlos como estímulos al crecimiento y al amor. En la naturaleza, huella y obra del Creador. En nuestro interior profundo que reclama acercarse a su origen divino por medio de experiencias positivas de paz, de crecimiento, de riesgo justificado, de amor, de gozo, de eficacia.

"Está cerca, pero misteriosamente. Sólo la fe dócil y confiada sabe leer sus mensajes y presencias, a veces tan raras y sorprendentes.

L. TOUS
DABAR 1992/03


8.

Es cierto que llevamos en nosotros la palabra y la fuerza del Reino. Pero ¿qué hacemos de esa fuerza? Ante las cegueras de hoy, ¿qué hacemos para curar el analfabetismo y la manipulación informativa? Ante las parálisis modernas, ¿qué hacemos para que otros crezcan como personas y progresen en todos los sentidos? Ante las lepras actuales, ¿qué hacemos por la integración social de todos los tipos de marginados? Ante las sorderas que aíslan en soledad, ¿cómo favorecemos la relación de las personas? Ante los muertos a toda esperanza, ¿qué hacemos para que surja luz en esa oscuridad? Ante los pobres que los sistemas vigentes condenan a serlo siempre, ¿qué inquietud y qué acciones llevamos a cabo? De nuevo el Bautista pregunta: ¿sois vosotros los que teníais que venir o seguimos esperando a otros?

EUCARISTÍA 1989/58


9.

SITUACIÓN LITÚRGICA

El domingo Gaudete -tercero de Adviento- es, o era, muy conocido y reconocido. La pedagogía de las rúbricas indica, este día, una moderada acentuación de los elementos festivos: la música, las flores... Esto implica que, en los demás domingos de Adviento, estos elementos no estén. Por otro lado, tampoco se trata de excederse, como si ya estuviéramos celebrando la fiesta de Navidad.

En este domingo se subraya sobre todo el aspecto de "jucunda expectatio" que tiene el adviento. Para definir el motivo del gozo, uno piensa en aquella frase de san Agustín: "No me buscarías si no me hubieras encontrado ya". Es decir, no esperaríamos con alegría la venida del Señor si no le tuviéramos ya con nosotros.

De hecho, el evangelio del tercer domingo es, cada año, una proclamación de la presencia del Mesías entre los hombres. Este año, de un modo más directo, es el mismo Jesús quien se autoanuncia.

La semana que empezamos es también la semana que inaugura las siete ferias mayores antes de Navidad: del 17 de diciembre al 23. Son días de una gran riqueza de textos bíblicos y eucológicos, fuente de meditación y alimento espiritual.

P. TENA
MISA DOMINICAL 1986/23


10.

ADV/ALEGRIA: El hombre está hecho para expansionarse en el gozo. El que vive la espiritualidad de Adviento descubre el sentido de la alegría cristiana. Porque la Navidad que se acerca es fiesta de gozo y salvación, desde este domingo "Gaudete" se comienza a vivir la esperanza feliz y desbordante de la cercanía del Señor. La alegría es respuesta al gran anuncio, a la cercana presencia. Los sueños de felicidad se van a hacer realidad con el nacimiento salvador de Jesús.

Es oportuno recordar hoy que las grandes felicidades proceden del cielo y que las pequeñas alegrías, de los hombres. Los cielos de Adviento llueven alegría para todos y eliminan la contaminación atmosférica de la tristeza anticristiana. En todos estos días luminosos hay que aumentar la provisión de alegría, para poder disponer de ella en los días oscuros.

La alegría comienza en el instante mismo en que uno suspende sus afanes de búsqueda de la propia felicidad para procurar la de los otros. En el corazón del hombre inquieto, el hambre de felicidad es hambre de Dios. Desventurados los satisfechos que, empachados de placeres, ahogan lo infinito de sus deseos.

Bienaventurados, por el contrario, quienes tienen todavía hambre. Benditos los que proporcionan alegría a los pobres; en la cúspide de la entrega y del olvido de sí, florece la alegría y se reencuentro la vida.

En Adviento se vuelve a recordar que el camino de la felicidad no arranca de las personas o de las cosas, sino que parte de uno mismo hacia los otros, es decir, hacia Dios que es causa de alegría. La entrega a Dios es una entrega a la alegría.

ANDRÉS Pardo


11. Para orar con la liturgia

A Cristo, Señor nuestro, todos los profetas anunciaron,
la Virgen esperó con inefable amor de Madre,
Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres.

El mismo Señor nos concede ahora prepararnos
con alegría al misterio de su nacimiento,
para encontrarnos así, cuando llegue, 
velando en oración y cantando su alabanza.

Prefacio II


12.

Eres tú?

El pasado domingo atravesaba nuestras celebraciones la figura de Juan Bautista como un gigante del desierto que con su fuerte voz fustigaba a la muchedumbre echándole en cara su poca fe.

El evangelio de hoy presenta al mismo personaje pero en una situación totalmente distinta. Está prisionero por denunciar los pecados del rey Herodes, pero sobre todo su espíritu está inmerso en la desolación.

El que pregonó con toda seguridad la venida del Mesías, el que le reconoció y lo presentó como el Cordero de Dios, ahora ya no tiene seguridad ninguna y envía a dos discípulos a preguntar a Cristo: "Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?".

Si nos detenemos un poco a pensar en el drama personal del Bautista caeremos en la cuenta de que es un drama muy actual, pues se respira un ambiente poco propicio para las certezas y, sobre todo, para la esperanza.

Esto es tan cierto que basta comparar el mensaje que nos propone la liturgia de Adviento en palabras de Isaías "el desierto florecerá como flor de narciso... se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán... etc." con lo que nos decimos unos a otros. Efectivamente, hablamos de cuestiones tan importantes como la situación de la familia, el futuro de la juventud, la herida del tercer mundo, la situación del ecosistema, etc. sin que se nos ocurra pensar que a Dios le interesa esto mucho más que a nosotros y que, por tanto, hemos de seguir pensando que la utopía es posible.

El apóstol Santiago nos exhorta a la paciencia para que sepamos ver la realidad presente a la luz de la esperanza "porque la venida del Señor está cerca".

Antonio Luis Martínez
Semanario "Iglesia en camino"
Archidiócesis de Mérida-Badajoz
Número 279.13 de diciembre de 1998


13. AG/VOZ-PAL

Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio.

Suprime la palabra, y ¿qué es la voz? Donde falta la idea no hay más que un sonido. La voz sin la palabra entra en el oído, pero no llega al corazón.

Observemos el desarrollo interior de nuestras ideas. Mientras reflexiono sobre lo que voy a decir, la palabra está dentro de mí; pero, si quiero hablar contigo, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que ya está en el mío.

Al buscar cómo hacerla llegar a ti, cómo introducir en tu corazón esta palabra interior mía, recurro a la voz y con su ayuda te hablo. El sonido de la voz conduce a tu espíritu la inteligencia de una idea mía, y cuando el sonido vocal te ha llevado a la comprensión de la idea, se desvanece y pasa, pero la idea que te transmitió permanece en ti sin haber dejado de estar en mí.

Y una vez que el sonido ha servido como puente a la palabra desde mi espíritu al tuyo ¿no parece decirte: Es preciso que él crezca y que yo disminuya? Y una vez que ha cumplido su oficio y desaparece ¿no es como si te dijera: Mi alegría ahora rebasa todo límite? Apoderémonos de la palabra, hagámosla entrar en lo más íntimo de nuestro corazón, no dejemos que se esfume.

¿Quieres ver cómo la voz pasa y la divinidad de la Palabra permanece? ¿Dónde está ahora el bautismo de Juan? Él cumplió su oficio y desapareció. Pero el bautismo de Cristo permanece. Todos creemos en Cristo y esperamos de él la salvación; esto es lo que dijo la voz.

Y como es difícil discernir entre la Palabra y la voz, los hombres creyeron que Juan era Cristo. Tomaron a la voz por la Palabra. Pero Juan se reconoció como la voz para no usurparle los derechos a la Palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Le preguntaron: ¿Qué dices de tu persona? Y él respondió: Yo soy la voz del que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor.", como si dijera: "Soy la voz cuyo sonido no hace sino introducir la Palabra en el corazón; pero, si no le preparan el camino, la Palabra no vendrá adonde yo quiero que ella entre."

¿Qué significa: Preparen el camino, sino: "Rueguen, insistentemente"? ¿Qué significa: Preparen el camino, sino: "Sean humildes en sus pensamientos"? Imiten el ejemplo de humildad del Bautista. Lo toman por Cristo, pero él dice que no es lo que ellos piensan ni se adjudica el honor que erróneamente le atribuyen.

Vio dónde estaba la salvación, comprendió que él era sólo una antorcha y temió ser apagado por el viento de la soberbia.

De los Sermones de san Agustín, obispo