COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Is 40. 1-5/9-11

 

1.

-Contexto.

* Empieza el gran poema de la vuelta del destierro (Is II). El uso abundante de imperativos en Is 40. 1-11 prólogo del poema, nos sugiere una orden de partida. Es el comienzo de un nuevo éxodo o liberación que llegará a su "climax" con el "salid" de 52. 11 (cf. 55. 12: "saldréis"). Nos encontramos en los últimos años del destierro de Babilonia.

* Los cuatro gritos (vv. 2/3/6/9) dan unidad al relato y la repetición del "consolad" (v. 1; es un rasgo estilístico de Is II, cf 51. 9/17...) denota prisa, casi urgencia. Dios insiste en consolar a un pueblo que se halla al borde de la desesperación. Ante la inminencia de una pérdida de fe se requiere un "SOS" de aliento; un momento después puede ser demasiado tarde.

-Texto.

vv. 1-2: Consolar es compadecerse del desamparado (59. 13), es hacer que el gozo y la alegría triunfen sobre la tristeza (51. 3/12). Dios ordena consolar a su pueblo, hablarle tiernamente como lo hace el amado con su amada y reconquistarla si ésta ha sido infiel (Gn 34. 3; 50. 21; Os 2. 16...). Israel, esposa de Dios, debe alegrarse porque su fortuna ha cambiado, su servicio o esclavitud a extraños ha terminado. El crimen que la llevó al destierro ha sido saldado con creces.

Y estas palabras de consuelo no son baldías. Con la preparación del camino en el desierto (vv. 3-5) se pone en marcha la orden de partida del v. 1. Camino, desierto... son términos más teológicos que geográficos e indican el final del sufrimiento y el retorno gozoso a la tierra (Éxodo).

En Babilonia, sus dioses y reyes eran llevados en procesión por el camino o calzada preparada para tal acontecimiento.

Estas procesiones constituían y eran manifestación visible del poder de sus dioses y reyes sobre dioses y reyes de los pueblos sometidos. También el Dios de Israel con su pueblo (aunque de éste nada se diga) van a recorrer procesionalmente el camino que lleva hacia la libertad. El Dios vencido va a cumplir su palabra de dar la tierra prometida; liberando a su pueblo, revela su gloria y todos los demás pueblos se dan cuenta de ese actuar suyo en la historia. En la ruta hacia la libertad surgirán obstáculos, pero todos ellos deben ser superados. El desaliento no debe cundir porque la palabra de Dios, por contraposición a las humanas siempre se cumple (vv. 6-8; cf. 55. 10ss).

El poeta habla como si la liberación ya hubiera acaecido. El pueblo debe ser consolado porque la salvación es ya una realidad (vv. 9-11). El heraldo es el vigía o evangelista que comunica la buena nueva de lo que ve: llega el Señor con su salario, con su pueblo rescatado. Este Señor es poderoso, pero a la vez es el pastor condescendiente con su rebaño. Cada uno recibe el cuidado que necesita y todos comparten el gozo del retorno.

-Reflexiones.

* Muchas páginas proféticas son mensaje de denuncia, pero el texto de hoy es un mensaje de consuelo que debe llegar al corazón humano dándole coraje y ánimo. El predicador debe conocer la psicología humana y no ser un mero agorero de denuncias y desgracias. El hombre necesita, y frecuente- mente, consuelo en este valle de lágrimas. Desdichas, desgracias... acaecen a todas las horas, angustias recorren nuestras entrañas... ¡Dejemos respirar a la humanidad! Necesitamos apertura, aire libre... Un momento después puede ser demasiado tarde.

* Toda la vida humana es un destierro. Jesús es el consuelo que esperamos (Adviento). Él es la vía a través de la cual nuestro Padre viene a nuestro encuentro, y nosotros nos acercamos a Él. Jesús es nuestro Salvador, liberador, nuestro mensajero de consuelo, Él es el Buen Pastor que, con solícito amor, cuida de cada uno de nosotros.

A. GIL MODREGO
DABAR 1987/02


2. /Is/40/01-11: D/TERNURA:

"Consolad a mi pueblo, dice Dios..." Sí, Dios consuela a su pueblo. ¿Os habéis parado ya a pensar en la ternura de Dios? No quiere que uno solo de los humildes se pierda; como un pastor apacienta su rebaño. Nunca dejó de expresar la Escritura lo inexpresable, la ternura de Dios, maravillosamente unida a su poder. Sí, el Dios que viene y que alza arrogante su brazo victorioso, es también el Pastor que lleva en sus brazos los corderos y cuida de las ovejas.

En aquel tiempo, cuando el destierro de Babilonia había arrebatado al pueblo el último resto de valor, era necesario que Dios le consolara, que se pusiera al frente del gran cortejo que iba a atravesar el desierto para regresar al país. Valles que levantar, montes que abajar, escarpaduras que salvar y caminos tortuosos que enderezar: no faltaban trabajos. Pero Dios, con una palabra que no podía fallar, prometía que él mismo se pondría al frente de la caravana y caminaría a su paso.

En nuestros días quedan muchas murallas por derribar y muchos obstáculos por superar para que el pueblo de Dios pueda vivir tranquilamente en su casa, en medio de un mundo pacífico, unido y fraterno. Un mundo en el que los más pequeños sean los más queridos, y las relaciones humanas pasen por el corazón más que por las armas. Muchas veces, la tarea parece imposible y vivimos como exiliados, lejos de un Evangelio que ha perdido su sabor de Buena Noticia...

"¡Consolad a mi pueblo!, dice Dios otra vez. ¡Alza la voz, tú que llevas la Buena Noticia!". Necesitamos, ante todo, descubrir de nuevo la ternura de Dios, su amor, su paciencia, su dulzura.

Dejar que nos tome en sus brazos, reconocernos todos heridos por un mundo desviado. Porque he aquí que viene Dios y va a cambiar nuestra tierra. ¡Dichosos los que lo acojan con corazón sencillo y bueno! Ellos serán, con Dios, los artífices de la nueva paz.

DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989. Pág. 32


 

3. Is/05/01-11

-"Consolad... doble paga por sus pecados".

Dios está conmovido. Su corazón no quiere el castigo del pecado, sino sólo su arrepentimiento. Los profetas siempre interpretan el destierro a Babilonia como un castigo por los pecados del pueblo de Israel. Pero ahora todo está perdonado. Nos encontramos ante la experiencia muy humana de un padre o de una madre que sufre por tener que hacer o permitir un daño a su hijo por su propio bien.

-"Una voz grita... del Señor". Durante sus trabajos forzados la voz del profeta les invita a esperar. Se está abriendo un camino para Dios.

¡Dios viene! Hoy se me invita a "preparar", a "abrir" un camino para El... en las tierras áridas de la estepa... con grandes esfuerzos, ¡desplazando los montes si es preciso! ¿Cuáles son mis montañas, las tuyas?

-"Súbete a lo alto... aquí está nuestro Dios. Evangelizar, dar la buena nueva, es decir. "Ahí está vuestro Dios, el Señor viene".

Ejercítame en ver la "venida" de Dios a través de los signos imperceptibles. Porque no hay que hacerse ilusiones; no se verá esta venida de modo visible. No será esplendorosa -excepto al final de los tiempos; y sin embargo esta venida se está realizando ya por debajo de las apariencias. Dios está viniendo.


4.

El domingo anterior hablábamos de las tres recopilaciones que forman el libro de Isaías. El texto que hoy leemos es la solemne apertura de la segunda recopilación: la vigorosa profecía que escribió un profeta de nombre desconocido, al que designamos con el nombre de Segundo Isaías, que proclamó al pueblo exiliado en Babilonia la proximidad del retorno a la patria.

El Segundo Isaías habla en un tono lleno de fuerza, de entusiasmo y de ternura a la vez. Lo hace cuando al cabo de unos años de exilio se vislumbra la posibilidad del regreso, gracias a la previsible victoria del rey Ciro, que ocupará Babilonia y permitirá el retorno de los pueblos que allí vivían exiliados.

Hoy leemos el comienzo de su libro (que ocupa los capítulos 40-55 de Isaías). Este inicio es como un pregón que podríamos dividir en cuatro partes:

1. Anuncio inicial: llega el momento del consuelo para el pueblo afligido, y Dios lo quiere anunciar. Podríamos preguntar al Segundo Isaias: ¿Quién es Dios? Y respondería: Aquel que consuela al pueblo afligido.

2. Desde Babilonia, se dirige un mensaje a la ciudad de Jerusalén, que aquí toma la figura de la mujer sola y abandonada. A la Jerusalén abandonada, la ciudad destruida en la que no vive nadie, tienen que llegarle las palabras amorosas: Ya está, se termin6 el abandono, Dios te ha perdonado, volverás a sentirte viva.

3. Se describe con tonos gloriosos un hecho histórico que se prevé va a ocurrir pronto: los exiliados dejarán Babilonia, atravesarán el desierto y llegarán a Jerusalén. El camino (que ciertamente no podía ser fácil!) se presenta como un paseo lleno de facilidades. Y es que espiritualmente es así: un camino guiado por Dios, un camino en el que Dios se mostrará glorioso, fuerte para liberar a su pueblo.

4. El profeta se imagina el final del recorrido, y vuelve a anunciar a Jerusalén que ya ha llegado el momento anhelado. Dios mismo conduce la caravana, como un guerrero victorioso . Pero su fuerza guerrera se expresa en la ternura del pastor que vela especialmente por los más débiles (corderos en brazos) y fecundos (madres recostadas). El salmo (84) no está claro en qué circunstancia fue escrito; pero habla magníficamente de la salvación que Dios lleva a cabo para su pueblo.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1993/15


5.

Con este capítulo comienza el llamado "Libro de la Consolación" (cc. 40-55). La lectura de los cc. 1-39 de Isaías durante el exilio influye en la aparición de un gran discípulo que cantará la liberación. Este discípulo anónimo recibe el nombre convencional de Segundo Isaías, y está separado del Primero por una distancia de casi doscientos años y por un vocabulario, un estilo y una visión teológica peculiares. La palabra de este gran profeta se deja oír en el momento en que aparece Ciro como una figura dominante de la historia del mundo de entonces. Presenta al rey persa como la figura suscitada por Dios para la restauración de Israel, de la misma manera que Babilonia lo había sido para su purificación. El «Libro de la Consolación» abre los horizontes de una esperanza con rasgos mesiánico-escatológicos a un pueblo paralizado por el desánimo e insensibilizado por la indiferencia .

Nuestro texto es una invitación épica a dejarse invadir por la alegría ante la inminencia de la salida de Babilonia. Para expresarlo con más eficacia se sirve de la más antigua e importante de las tradiciones de la elección: el éxodo. El imperativo "consolaos, consolaos" repetido en tono de urgencia condensa uno de los más sentidos dones mesiánicos. Israel puede descubrir finalmente que el auténtico consolador es Dios. La catequesis novotestamentaria recoge con fuerza esta misma idea. El consuelo es la respuesta de Dios al pueblo abandonado: "Bienaventurados los que lloran porque serán consolados" (Mt 5, 5). En términos de encarnación, Dios mismo abre la marcha de la caravana que avanza hacia la tierra de las promesas. La naturaleza es personificada para que se compenetre con la historia, porque ambas son escenarios de la obra de Dios.

La marcha de Dios se efectúa por los caminos de la historia. La comunidad esenia de Qumrán vive la mística del desierto escuchando la invitación de Isaías, su lectura preferida, a preparar los caminos del Señor. Se revive el ideal del desierto como tierra de encuentro. Es preciso eliminar todos los obstáculos para construir una vía digna de este Dios que marcha delante de su pueblo: «Delante avanza el cabestro... Yahvé a la cabeza» (Miq 2,13). En la relectura de los evangelios, la voz que resuena en el desierto, de acuerdo con la puntuación de la versión alejandrina, es la de Juan, que exhorta a preparar los caminos del Señor Jesús mediante la rectitud y la justicia: «Preparadle el camino al Señor...» (Mt 3,3).

F. RAURELL
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 458 s.


6.

El segundo Isaías es un profeta maravilloso. Nada de amenazas y desventuras. Sus palabras son todas de consuelo y de gracia, como las de Jesús. Sus anuncios son todos de liberación y recompensa, como los de Jesús. Sus imágenes son todas sugestivas y entrañables, como las de Jesús. Y como las de todos los mejores profetas de todas las edades. Los que saben leer los signos de los tiempos, los que están convencidos de que Dios no castiga porque es un pastor que ama a su rebaño, los que encienden la esperanza, los que sueñan y predican utopías, los que saben que el futuro no es el coco, sino él.

El segundo Isaías tiene que hablar a un pueblo triste y desesperado, y sus palabras suenan a evangelio: son palabras de consuelo y fortaleza: «Consolad, consolad..., hablad al corazón..., el Señor llega con fuerza»; son palabras que levantan el ánimo y la esperanza: «Súbete a lo alto de un monte... Se revelará la gloria del Señor». Son palabras de fe: a pesar de la situación angustiosa: sin patria, sin rey, sin ley, sin templo, "aquí está vuestro Dios". Y el Señor viene con la ternura de la madre, con la fuerza del libertador, con el desvelo del pastor, con la generosidad del bienhechor -«la recompensa le precede»-, con la sabiduría y el encanto del líder.

Y este Dios, dice el Isaías de turno, sigue viniendo hoy, a pesar de todo. Pues "preparad un camino al Señor.... que los valles...».

CARITAS
UN AMOR ASI DE GRANDE
ADVIENTO Y NAVIDAD 1990.Págs. 50


7.

Consolad: es el profeta de la consolación. Un profeta brillante. Un profeta compasivo. Un profeta, sobre todo, intensa y dramáticamente creyente. Consolar a aquel pueblo derrotado no era fácil. Era un pueblo desterrado y humillado; un pueblo roto y dividido; un pueblo «dejado de la mano de Dios».

El profeta, con voz poderosa, llega a los corazones de todos. Su fuerza le viene del Señor. «Hablad al corazón de Jerusalén». El profeta levanta la fe y la esperanza de su pueblo. Dios no se ha olvidado de vosotros. Dios se acerca, «el Señor viene con fuerza» y «su gloria se revelará». Dios «ya está aquí».

Y viene generoso, con un salario impresionante, dispuesto a recompensar por las penas y los sufrimientos pasados. Viene victorioso, con la fuerza de un líder y gran pastor. Viene misericordioso, prodigando cuidados y ternuras.

Ahora sólo queda preparar el camino del Señor. Hay que superar todas las dificultades, vencer montañas, levantar los baches, convertir el desierto en camino real. Y ésta es también hoy nuestra tarea. Pero, por encima de todo, seguir proclamando: «Aquí está vuestro Dios»: en medio de este nuevo tipo de destierros.

CARITAS
VEN...
ADVIENTO Y NAVIDAD 1993.Pág. 43