COMENTARIOS
AL EVANGELIO
Mt 24, 37-44
Par: Mc/13/33-37 Lc/21/34-36
1.
-"Viene el Hijo del Hombre". Ciertamente. Velar es estar despierto, permanecer atento en un tiempo en que lo más normal sería estar durmiendo o vivir despreocupado. Y debemos acogerlo "con buenas obras" (colecta). La vida no es una rueda que da vueltas sin ton ni son. Tiene profundidad y sentido, que se abrirán con la venida del Hijo del Hombre. Este pensamiento (que novenarios y sermones aprovechaban para provocar miedo) es esperanzador. No nos encontraremos frente a un azar ciego y sin rostro o con un juez arbitrario y colérico. Le conocemos a Jesús y sabemos con quién nos la jugamos: ¿quién mejor que él para poner de manifiesto, simplemente qué es nuestra vida y cuál es nuestro corazón?
J.
TOTOSAUS
MISA DOMINICAL 1980/22
El Evangelio se hace historia en el curso litúrgico que hoy inauguramos: estarán dos chicas en la oficina: una creerá y otra seguirá en las tinieblas exteriores; estarán dos hombres en el taller: uno asumirá la salvación de Dios, y otro seguirá renegando de la vida; estarán dos pecadores crucificados por la vida: uno volverá sus ojos a la Cruz de Jesús, otro seguirá blasfemando. Sucederá como en los días de Noé: vendrá el diluvio en forma de cáncer, de muerte del hijo, de desgracia familiar o social, y se los llevará la desesperación. Estad en vela, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor. Pero, en el año que comienza, unas personas concretas se encontrarán con el Hijo del Hombre que viene: será una predicación, el matrimonio que van a contraer, un testimonio, un fracaso, una enfermedad... Incluso alguien que nunca tropezó con JC, lo encontrará cara a cara en la muerte. "Estad siempre preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre".
MIGUEL FLAMARIQUE
VALERDI
ESCRUTAD LAS ESCRITURAS
REFLEXIONES SOBRE EL CICLO A
DESCLÉE DE BROUWER/BILBAO 1989
.Pág. 17
3.
Invitación a la vigilancia. El futuro del hombre no está escrito ni programado. Tampoco hay horóscopos para el futuro del mundo. Y Dios no se somete a los conjuros del mago o a las visiones apocalípticas. El Espíritu sopla donde y cuando quiere. El Hijo del Hombre es imprevisible y sorprendente, aunque siempre debe ser lo más querido y esperado. Viene como el ladrón, pero no para robar, sino para regalar. Si acaso, ladrón de corazones. Hay que vigilar pues, pero no para defenderse, sino para quitar defensas; no para esconderse, sino para salir al encuentro, preparando los caminos. La venida del Hijo del Hombre no será un diluvio devastador, sino una lluvia refrigeradora y saciante. "Esta vigilancia no es una "obsesión tensa" por la salvación personal, sino una "atención serena" para ser fieles a la misión de cada uno.
CARITAS
LA MAS URGENTE RECONVERSION
ADVIENTO Y NAVIDAD 1983.Pág. 12
4. VICIA/QUE-ES
En tiempo de Noé, refiere el Libro del Génesis (6,6-12), "toda la tierra estaba llena de iniquidad; la tierra estaba corrompida, porque todo mortal había corrompido su camino sobre ella". El texto evangélico no parece subrayar de manera particular la maldad de los hombres y el hecho de la violencia, sino más bien su vivir despreocupado. Como en tiempo de Noé, los hombres se preocupan poco de la cuestión fundamental, es decir, de su relación con Dios, enteramente zambullidos en las preocupaciones cotidianas. Viven tranquilos, sin tener idea del juicio de Dios que les amenaza. Porque en la vuelta del Señor habrá precisamente un "discernimiento": salvación para los que han vigilado y condenación para los que no se han preocupado de nada (24,40-41; 24,51; 25,12). Ahora podemos comprender ya algún aspecto de la vigilancia. Es la negativa a indagar curiosamente sobre el cómo y el cuándo. Es la actitud del que constantemente permanece alerta y atento; lo contrario es la actitud del que no se entera de nada. Contiene también un aspecto de "sobriedad". En un pasaje paralelo, pero colocado en otro contexto, Lucas (/Lc/17/25-33:CZ/VIGILANCIA) va más allá: la vigilancia es el camino de la cruz, el camino de la donación, y no de la conservación: "Acordaos de la mujer de Lot". El que intente salvar su vida la perderá, y el que la pierda la conservará.
BRUNO
MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág.
256
5.
Jesús compara la venida del Hijo del Hombre a lo que sucedió cuando el diluvio. Pero la venida del Hijo del Hombre no será un diluvio devastador, sino una lluvia pacífica y fecunda. Lo que pasa es que no avisa. Y la gente ni está preparada ni se da cuenta. Los grandes acontecimientos no suelen anunciarse al son de trompetas. El ladrón tampoco avisa, ni la muerte, ni los cambios culturales, ni las reformas religiosas. Cuando nos damos cuenta, están ahí.
Pues de eso se trata, de darse cuenta. No es que hayamos de vivir temerosos, como si en cualquier esquina nos alcanzara la goma-2 asesina o la navaja ladrona. Temerosos no, porque es falta de fe; pero tampoco inconscientes o dormidos. La consigna es «vigilad». Vigilad porque el Hijo del Hombre viene en cada momento; porque la verdad y la justicia necesitan ser defendidas en cada instante; porque la solidaridad, como el amor, no descansa; porque la libertad hay que ejercitarla en cada hora. Vigilad, para que no os perdáis la gracia del encuentro.
La gente, como en tiempos de Noé, come, bebe, se casa, trabaja, se divierte, pero está insatisfecha y vacía y no se da cuenta de nada. La gente no ve más allá de su cartera o del plato de comida.
CARITAS
LA MANO AMIGA DE DIOS
ADVIENTO Y NAVIDAD 1989.Págs. 19
6.
Texto. El ciclo litúrgico que hoy comienza va a tener a Mateo como evangelista base. Al igual que en la apertura de los restantes ciclos, el texto está tomado de la parte final del Evangelio. Un verbo domina en él: venir. Venida del Hijo del Hombre, del diluvio, de un ladrón. De estas venidas, dos, la del diluvio y la del ladrón, sirven de referencia aclaratoria de la tercera, la del Hijo del Hombre, expresión cuyos orígenes literarios controlables se remontan al singular libro de Daniel.
Las tres venidas tienen un dato en común: su imprevisibilidad y, consiguientemente, el desconocimiento del momento exacto de las mismas. A la luz de este dato, el interés del texto se centra en despertar en los lectores una actitud vigilante a fin de que no les coja desprevenidos la venida del Hijo del Hombre.
Comentario. La venida del Hijo del Hombre es un acontecimiento de índole histórica universal que no se debe identificar ni confundir con la muerte de las personas. La vigilancia y preparación para ese acontecimiento es una actitud consciente y tampoco se debe identificar ni confundir con el estado de gracia de Dios.
El texto refleja una concepción de la historia que da respuesta a una pregunta existencial y no a una pregunta moral.
La pregunta existencial indaga por el sentido de la historia humana: ¿hacia dónde camina el ser humano?
El texto responde a esta pregunta afirmando que la historia humana termina en una peripecia, cuyo protagonista es Dios. El ser humano vive bajo el polo de atracción de Dios, quien en un momento humanamente imprevisible, pero cierto, obrará una mudanza repentina de la actual situación o condición humana.
El texto inculca la conciencia de esta peripecia universal, invitando a evitar la actitud inconsciente de que nada muda ni puede mudar.
Resulta enormemente evocadora la expresión misma "Hijo del Hombre". En el libro de Daniel, a donde, como hemos dicho, la expresión se remonta, la figura del Hijo del Hombre está a mitad de camino entre lo divino y lo humano, lo individual y lo colectivo. En el Hijo del Hombre se conjugan armónicamente Dios y Hombre, incluyéndose ambos sin confundirse. El texto de Mateo nos habla de esta fusión inconfundible. La historia, por fin, aparece como abrazo de sus dos protagonistas Dios y Hombre. Es natural que, tras el abrazo, todo tenga que ser diferente.
A.
BENITO
DABAR 1992/01
7.
Texto. Presenta el siguiente desarrollo: el versículo inicial establece una comparación entre la venida del Hijo del Hombre y la época de Noé. Los versículos siguientes 38-41 explican el sentido de esa comparación. Por último, los versículos 42-44 extraen la consecuencia.
En la explicación del sentido de la comparación el aspecto clave es que, por lo imprevisible del diluvio, éste cogió a todos por sorpresa. Con la venida del Hijo del Hombre puede pasar lo mismo: que, dado su carácter imprevisible, coja a todos por sorpresa. Este factor sorpresa es lo que expresan los dos ejemplos gráficos de los dos hombres y las dos mujeres.
Toda la dinámica del texto está encaminada a contrarrestar el factor sorpresa. De ahí la formulación de la consecuencia en términos de invitación a estar en vela y estar preparados, dos expresiones equivalentes, pertenecientes al campo de la atención y cuyo opuesto es la despreocupación. Entre ambas invitaciones en imperativo (estad) hay una constatación en indicativo, a pesar de que la traducción litúrgica emplee también en este caso el imperativo (comprended). Más bien se trata de la constatación de algo en lo que los interlocutores están de acuerdo para después, en base a ese acuerdo, avanzar con un tipo de argumentación a fortiori. Comprendéis perfectamente que un dueño esté en vela en caso de conocer la hora en que su casa va a ser asaltada. Pues con mucha más razón habrá que estarlo en caso de desconocimiento de la hora, cosa que sucede precisamente con la venida del Hijo del Hombre.
Comentario. Habría que tener la mentalidad y la psicología reinantes en los ambientes religiosos judíos contemporáneos de Jesús para comprender este texto en todo su significado. En esos ambientes se vivía la espera inminente de un ser divino que pusiera fin al estado de cosas existente. En este sentido se hacían las más variadas especulaciones sin renunciar, sin embargo, a una actitud de espera. Hablar de la imprevisibilidad de la venida, cortar con todo tipo de especulaciones sobre ella, era un auténtico mazazo. Pero su contrapartida podría resultar igualmente peligrosa y contraproducente: de la espera podía caerse en una despreocupación apática.
Es precisamente esta despreocupación la que el texto de hoy quiere combatir con su referencia a los acontecimientos de los que hablan los capítulos 6 y 7 del Génesis y con su apremio a estar en vela y preparados. Se trata, en definitiva, de hacer despertar de la despreocupación, de reavivar un sentido de la historia que podía perderse o que, caso de nuestros días, casi se ha perdido.
Una cosa debe quedar clara: el texto de hoy es una reflexión y una forma de postura sobre la historia y no una referencia a la muerte de las personas y a la preparación moral para afrontar adecuadamente esa muerte. Es urgente liberar a este texto de toda referencia a la muerte y a la preparación al bien morir. La interpretación que fuera por esta línea estaría absolutamente fuera de lugar y contribuiría, además, a atormentar y traumatizar la gente.
Esto supuesto, hay que reconocer que el texto está escrito desde un modelo cultural y literario de no fácil comprensión para nosotros. Pero lo importante y duradero no es el modelo, sino lo que en él subyace. Y lo que subyace es una visión gozosa de la historia, porque la desbloquea y la abre al futuro de Dios.
El texto nos invita a vivir sabiendo que Dios es más Dios de lo que le dejamos ser ahora. Hasta el momento las condiciones de nuestro mundo no son las más idóneas para que Dios pueda manifestarse como realmente es. Pero estamos invitados a vivir desde la íntima certeza de que no va a ser siempre así. La razón de la esperanza es ese futuro del Dios que aún desconocemos. Vivir así en la vida es lo que significa estar en vela y preparados.
ALBERTO
BENITO
DABAR 1989/01
8.
Percatarse de que la historia (la particular y la general) tiene un sentido. Vivir sabiendo que tiene sentido: he aquí el significado de la invitación del texto de hoy. Conciencia de perspectiva, percepción del horizonte. ¡Que existen! ¡Porque existen! He aquí la vigilancia y la preparación de las que el texto de hoy nos habla. No habla de la muerte ni del estado de gracia en el momento de la muerte. Es muy posible que, al leer este texto, alguien piense en ello o hable de ello. ¡Que no lo haga, por favor! Ni el Hijo del Hombre es la muerte ni el estar preparado es el estado de gracia. El Hijo del Hombre es el sentido mismo de la historia, que no es otro que Dios (una buena ocasión para recomendar la lectura de San Agustín). El estar preparado es ser consciente de ese sentido, estar abierto a las inquietudes de la trascendencia. Estar en vela es mirar en lontananza. El texto de hoy es todo lo contrario de una escuela de terrores y de miedos. Dicho más llanamente: es una invitación a la perspectiva y al optimismo. Invitación tanto más necesaria cuanto que con más frecuencia de lo deseable nos encerramos dentro de las cuatro paredes de un universo impremeditado y sin sentido.
ALBERTO
BENITO
DABAR 1986/01
9.
1.- La alusión a los días de Noé antes del diluvio se hace para explicarnos cómo la venida del Señor será repentina y sin previo aviso. A diferencia de lo ocurrido cuando la destrucción de Jerusalén, no hay señales claras que determinen el momento del fin del mundo. Por eso los hombres harán su vida como si tal cosa y serán sorprendidos como lo fueron en tiempos del diluvio.
2.- La venida del Hijo del Hombre, la parusía, sorprenderá a los hombres en medio de sus faenas y diversiones. No todos serán elegidos y congregados de los cuatro vientos de la tierra por los ángeles (v. 31). Uno será tomado y otro dejado. Los hombres, que han crecido juntos, como la cizaña y el trigo, serán separados en aquel día del juicio. Para los justos será un juicio de salvación (cfr. Lc 21. 28); para los impíos, de condenación.
3. La incertidumbre del fin es una advertencia para que vivamos vigilantes en todo momento, pues cualquiera puede ser el decisivo. Vigilar es estar abierto por la esperanza hacia el futuro del Señor que viene, es también estar dispuesto a reconocerle en los pobres y necesitados y a cumplir en cada caso el mandamiento del amor. Es también orar. Sólo el que vigila está preparado para el encuentro con Dios en Cristo. La expresión "vuestro señor" no es original de Jesús, sino del evangelista.
La breve parábola del dueño de la casa que no puede dormir despreocupado porque no conoce la hora en que el ladrón puede robarle, señala claramente cuál debe ser la actitud del cristiano. Así que la espera de la venida del Señor, que vendrá repentinamente como un ladrón que no anuncia la hora de su visita, lejos de ser una buena excusa para evadirse de todos los problemas, es una severa advertencia para vivir atentos la hora de nuestra responsabilidad. Los cristianos deben demostrar que esperan al Señor preparando los caminos de su advenimiento, deben ser los más activos de los hombres en la construcción del mundo. Nuestra sociedad parece cada vez más estúpida e insensible a la verdad y a la justicia. Sin embargo, la justicia vendrá en su día. ¿No es hora ya de despertar del sueño?
EUCARISTÍA 1980/55