MOVIMIENTO CATEQUÉTICO LATINOAMERICANO
NDC
 

SUMARIO: I. Visión general: 1. De Medellín a Puebla; 2. La catequesis de Puebla; 3. Catequesis a partir de Puebla; 4. Después de Puebla; 5. Inculturación. II. Actualidad y futuro de la catequesis: 1. Hacia la Conferencia de Santo Domingo; 2. Opciones catequéticas de la Conferencia de Santo Domingo. III. Acontecimientos más recientes: 1. El Congreso internacional de Sevilla; 2. La II Semana latinoamericana de catequesis; 3. El nuevo «Directorio general para la catequesis» (DGC).


I. Visión general

1. DE MEDELLÍN A PUEBLA. El documento de Medellín inicia un nuevo período histórico que cierra definitivamente una época y da paso a una Iglesia con identidad propia, que busca, de manera eficaz y urgente, poner en práctica las orientaciones del Concilio.

Pero aunque Medellín recibe gran influencia del Vaticano II, no es sólo obra del Concilio, sino que tiene una historia previa, aun en el área latinoamericana. Medellín descubre que la historia de la Iglesia latinoamericana exige un análisis distinto del europeo; de allí surge una catequesis que será perfectamente situacional, dentro de una pastoral encarnada. Los grandes cambios a nivel mundial y regional van a tener como consecuencia la adopción de diversos métodos para la catequesis, métodos muchas veces importados, procedentes de culturas, situaciones y formas de expresión muy diversas. De las distintas corrientes que influyeron nos limitaremos a citar la catequesis doctrinal, la línea kerigmática, la catequesis experiencial (en su punto de partida), la iluminación de la vida, la pedagogía de los signos, la identificación de experiencias (todo el nivel existencial), la corriente hermenéutica y una catequesis de liberación.

Un evento muy importante marca fuertemente la Conferencia de Medellín: la VII Semana internacional de catequesis, que se celebró pocas semanas antes en Medellín y tuvo gran influencia tanto para los obispos como para la elaboración del documento sobre la catequesis.

a) Catequesis y promoción humana. Se comenzó a hablar de catequesis liberadora, de catequesis renovada, o también de nueva catequesis. Liberación que, con buena fe, se entendió de muy diversas maneras. «Esta obra de liberación supone toma de conciencia, participación, cambio de mentalidad de estos hombres, que no son objetos sino agentes de la revolución» (Com. Rel. Pop., 2.1.1.); o bien «que la catequesis se inserte en el movimiento mismo de la promoción humana» (Com. Cat. Adultos, 8).

El Documento de Medellín, impresionado por la fuerza de un lenguaje tan concreto como el de la Semana de catequesis —a la que habían asistido varios catequetas europeos que no fueron plenamente aceptados— habla de una profunda renovación, ya que fallar en esto sería traicionar a un mismo tiempo a Dios, que le ha confiado su mensaje, y al hombre, que lo necesita para salvarse.

Las líneas que se tomarán, en base al documento de Medellín, son: catequesis situacional, catequesis evangelizadora y reevangelizadora, catequesis liberadora, catequesis pluralista, catequesis unitaria, catequesis comunitaria y catequesis en búsqueda continua. Con dos polos: fidelidad a Dios y al hombre. Destinatarios especiales: adultos.

La catequesis debe ser la encargada de mostrar la unidad existente entre los aspectos fundamentales de las diferentes realidades humanas: entre los valores humanos y la relación con Dios; entre el proyecto del hombre y el proyecto salvífico de Dios; entre la historia humana y la historia de la salvación; entre experiencia del hombre y acción reveladora de Dios. Evitando dicotomías entre natural y sobrenatural. Promoviendo la evolución integral del hombre y cambios sociales. Buscando la realización progresiva del Reino en el tiempo hasta su cumplimiento escatológico.

Se abre una fase política dentro de la catequesis, que en muchas ocasiones fue lamentable confusión entre catequesis y concientización. El uso de la misma palabra catequesis resulta para muchos reaccionaria, oposición, revolución y algunos aspectos relacionados con un movimiento llamado tercermundismo. Esto trajo consecuencias, tanto positivas como negativas. Positivas como la apertura a toda visión amplia sobre el hombre y no encerrarse en la sacristía para proclamar el mensaje. Negativas como una gran desorientación por parte de los agentes de la catequesis y una ausencia de criterios unificados para trabajar (daba lo mismo una cosa que otra).

Pero no podemos olvidar la positiva influencia que tuvo, incluso a nivel mundial, todo el documento de Medellín que, después de una serena reflexión, llevó su impacto hasta otros continentes y dio la imagen de una Iglesia con rostro e identidad propios.

Hay algunos documentos que aparecieron posteriormente y complementan ciertos aspectos de Medellín, como son el Directorio general de pastoral catequética (abril de 1971) y el Congreso internacional de catequesis, celebrado en Roma en septiembre de 1971, en el que participaron algunos miembros latinoamericanos con ponencias de gran relieve.

Para la Iglesia de América latina fue de vital importancia tener en cuenta ciertas líneas: atención a los destinatarios, especialmente adultos y familias; considerar la Biblia como fuente principal para iluminar situaciones; superar dificultades como el memorismo infantil y estéril, para dar lugar al discurso integrativo y vivencial. El material didáctico se fabrica en los mismos talleres, aún con medios muy precarios, pero que inspiran la creatividad. En esto influyó mucho la pedagogía de Paulo Freire.

El CELAM dedicó una larga y laboriosa preparación a los Sínodos de la evangelización (1974) y la catequesis (1977). En un documento llamado Metodologías catequísticas en América latina se llama la atención sobre un exasperado psicologismo y la presentación de un Cristo demasiado humano, más líder revolucionario que Hijo de Dios y salvador; sobre el olvido de la oración, de la liturgia y de la dimensión escatológica.

En el Congreso catequístico internacional de Roma, en 1971, algunos miembros de América latina dibujaron la catequesis con estas características: 1) catequesis situacional, es decir: no se pueden desconocer las situaciones humanas como lugar catequístico con ritmos propios, las situaciones de injusticia y de opresión, que encontrarán en la catequesis una decidida denuncia; 2) catequesis concientizante: que tenga al hombre como sujeto de su propio destino y liberado de todo lo que le impide realizarse, ayudando a superar las dicotomías entre formulaciones doctrinales y praxis, entre la proclamación del mensaje y la doctrina social de la Iglesia; 3) catequesis y promoción humana: en equilibrio, superando los extremos de catequesis desencarnada y catequesis casi exclusivamente preocupada por la promoción humana; 4) catequesis y promoción evangelizadora: frente a los procesos históricos vividos, que nuestra fe•no se aleje de ellos ni se transforme sólo en profetismo que denuncie injusticias, pues una evangelización bien hecha descubre la presencia salvífica de Dios en todas las realidades humanas; 5) catequesis de incidencia política: interesada por las realidades y la búsqueda de causas y remedios; 6) catequesis liberadora: anunciar la salvación también implica remover obstáculos; 7) catequesis teórica y práctica: el mensaje debe estar en constante proceso de encarnación; seguir a Jesucristo hoy significa actuar mañana dentro de una situación.

Entre otras cosas, se comentaron las reformas de los métodos educativos en fidelidad a la catequesis, la atención a los diferentes grupos culturales y humanos, el pluralismo catequístico y la creatividad (que muestra la originalidad de una antropología cristiana expuesta en la catequesis).

b) Objetivos. Tres son los objetivos que se buscan en catequesis: lograr una fe encarnada, una fe armónica y una fe auténtica.

En la víspera del sínodo sobre la catequesis (1977), dos documentos, uno del CELAM y otro de los directores nacionales, reafirmaban que la catequesis situacional es la característica de Latinoamérica en la línea liberadora; e insistían en las CEB (Comunidades eclesiales de base) como lugar preferencial, sin olvidar la necesidad de superar obstáculos, como la no lograda síntesis entre catequesis sacramental/liberadora; dimensión antropo-polítical-dogmática. Esto tiene como consecuencia la falta de una eclesiología apropiada, la confusión de roles entre catequistas, teólogos, expertos e investigadores, y hasta el desconocimiento del magisterio por parte de algunos catequetas.

El documento de trabajo del CELAM para el sínodo de 1977 llamó la atención del catequista sobre un punto clave de su actividad: él debe presentar la liberación en su totalidad, sin ceder a las lecturas simplistas y reductivas de la Biblia, confundiendo el proyecto salvífico de Dios con proyectos políticos ideologizados; sin que esto signifique rehusar el compromiso por el hombre y sus problemas.

Para la reunión de Puebla el DECAT elaboró un documento en el que ofrecía nuevas aportaciones: el perfil del catequista, la catequesis permanente, el uso de los medios grupales y las técnicas audiovisuales. Todos consideraban la catequesis como una tarea prioritaria de la pastoral en América latina y se pedía que se clarificaran puntos como contenidos-método-lenguaje.

En los años que van de Medellín a Puebla ocurrieron muchas cosas. Se debió afrontar una utopía creadora —del gobierno con imaginación— y una utopía liberadora —en la que nadie educa a nadie, sino que todos nos educamos juntos–; y Puebla tuvo que integrar los anhelos de la liberación de Medellín con los de comunión y participación.

2. LA CATEQUESIS DE PUEBLA. La catequesis «es una acción prioritaria de la Iglesia en América latina». Los obispos abren el capítulo sobre la catequesis con una definición y un desafío. La definición de catequesis fue tomada del sínodo de 1977: «Educación ordenada y progresiva de la fe». El desafío es que la catequesis sea «acción prioritaria en la Iglesia si realmente queremos una renovación profunda de la vida cristiana». Es importante recordar que en la misma definición se encierra otro gran desafío: la catequesis permanente.

a) Situación (978-991). 1) En su aspecto positivo: múltiples iniciativas; integración fe-vida; pedagogía; amor por la Biblia; descubrimiento de la dimensión comunitaria; proceso dinámico, gradual y permanente. 2) En el aspecto negativo: no se llega a todos; dicotomías y dualismos; oposiciones catequesis sacramental/catequesis existencial; catequesis situacional/catequesis doctrinal. Descuido de la oración y la liturgia.

b) Criterios teológicos (992-999): 1) Catequesis de comunión y participación (992-993); 2) Catequesis bajo el signo de la fidelidad (994-997); 3) Catequesis de conversión y crecimiento (998); 4) Catequesis integradora (999).

c) Proyectos pastorales (1000-1011): 1) Formación integral del cristiano. Contenidos integrales de la fe: Biblia (1001); valores del Espíritu (1005); vida moral (1008); vida política y doctrina social de la Iglesia (1008); acción catequística permanente; con una clara ayuda vocacional. 2) Formación integral de los catequistas. Entre profecía y realismo. Medellín era un acontecimiento profético nuevo y creativo, favorecedor de la acción catequística. Había que aplicar el Concilio ante las rápidas transformaciones. El discurso de Medellín era nuevo, dejaba un gran espacio a la creatividad del catequista, pero incluía sus riesgos; precisamente a partir de él muchos «politizaron el evangelio en vez de evangelizar la política». Puebla en catequesis planteó un discurso más sereno, más completo (integrador). Existe un espacio creativo para el verdadero catequista, pero su creatividad aparece orientada. Puebla añadió a Medellín, en el campo de la catequesis, que esta no se debe impartir sólo para liberarnos de la opresión, sino para construir la comunión y la participación. Esta línea fundamental e importante de Puebla fue asumida por la I Semana latinoamericana de catequesis: La comunidad como fuente, lugar y meta de la catequesis.

3. CATEQUESIS A PARTIR DE PUEBLA. No es fácil trazar un perfil de la catequesis en América latina después de Puebla. Veamos de forma sintética los principales elementos catequéticos de cada sector.

a) Reuniones regionales de catequesis en 1980 (Región Caribe: del 3 al 7 de febrero, Puerto Príncipe [Haití]; Países Bolivarianos: del 6 al 8 de mayo, Lima [Perú]; Región Cono-Sur-Brasil: del 16 al 18 de mayo, Asunción [Paraguay]).

– En cuanto a los contenidos. 1) Elementos positivos: Se constata una catequesis bíblica; cristocéntrica; con visión renovada y acento en la Verdad sobre Jesucristo, la Iglesia y el hombre; liberadora e integradora de fe-vida; con valores de la cultura y religiosidad popular; adaptada a las exigencias de una catequesis permanente. 2) Elementos negativos: Persiste una catequesis transmisora de conocimientos, intelectualista, no vivencial; fragmentaria, sin continuidad; descarnada; con reducción a ciertos aspectos del mensaje; presentación de un Dios paternalista; poca insistencia en la dimensión social y moral. 3) Aspiraciones: Promover una catequesis de contenido integral; permanente; comprometida e integradora de fe-vida; asumir en la catequesis los valores de la cultura y religiosidad popular; presentar a Cristo como alguien actual, encarnado, vivo entre nosotros.

– En cuanto a los destinatarios. 1) Elementos positivos: Gran sensibilidad ante la religión y los sacramentos; sentido de comunidad; mayor interés por la catequesis familiar, de adultos, jóvenes y pobres; inicio de la catequesis permanente; sensibilidad social y compromiso liberador. 2) Elementos negativos: Sincretismo religioso; falta propuesta y estructura para catequesis permanente; avance de las sectas; desintegración familiar; no integración entre catequesis escolar y parroquial. 3) Aspiraciones: Promover la catequesis permanente; valorizar la catequesis familiar, de adultos, jóvenes y pobres; estimular la catequesis desde, para y en la comunidad; preparar cristianos testigos de Cristo y comprometidos con un cambio por su fe.

– En cuanto a los métodos. 1) Elementos positivos: Variedad de métodos; difusión del método ver-juzgar, celebrar-actuar; uso de lenguajes y medios más al alcance del pueblo; más activo y participativo; empleo de nuevas formas de catequesis. 2) Elementos negativos: Acentuación de los acontecimientos y memorización sin orientación a la vida; lenguaje y material no adaptable a los distintos grupos culturales; falta material para catequesis personalizante, concientizadora, transformadora. 3) Aspiraciones: Elaborar un directorio nacional con líneas y programas; evaluar el uso de audiovisuales; utilizar medios de comunicación social; promover catequesis que favorezcan la educación permanente, continuada y progresiva de la fe.

– En cuanto a la formación de catequistas. 1) Elementos positivos: Aumento del número de catequistas y diversificación de cursos para formación; acentuado interés por una formación personal permanente; catequistas más comprometidos y más adaptados al pueblo. 2) Elementos negativos: número de catequistas aún insuficiente; faltan catequistas con sólida formación; falta organizar propuestas claras y planes de formación con propuestas bien definidas y coordinadas en un proyecto global; poco interés de los sacerdotes en la tarea de formar catequistas. 3) Aspiraciones: Incrementar la formación integral; preparar especialistas (catequetas); promover una formación actualizada para religiosos, sacerdotes...; favorecer la institución del ministerio del catequista; crear centros de formación e investigación; unificar los programas de formación.

– En cuanto a la organización. 1) Elementos positivos: Organización y coordinación nacional y diocesana; multiplicación de equipos de catequesis; creación de institutos y centros de formación. 2) Elementos negativos: Pocas personas en los equipos; falta de coordinación; falta de presencia animadora de obispos y sacerdotes; falta de agentes preparados, en especial, seglares. 3) Aspiraciones: Promover la comunión entre obispos, coordinadores y catequistas; garantizar la disponibilidad diocesana; incrementar el apoyo del CELAM a las Conferencias episcopales.

b) Reuniones Regionales de Catequesis en 1981 (Cono Sur-Brasil: del 12 al 14 de mayo, Curitiba [Brasil]; Países Bolivarianos: del 2 al 4 de junio, Los Teques [Venezuela]; Región Caribe: del 10 al 12 de junio, Santiago de los Caballeros [República Dominicana]; México y Centroamérica: del 22 al 24 de junio, en Tegucigalpa).

El tema central de las reuniones es el de la formación de catequistas. 1) Función y tipos de catequistas: el catequista debe ser un hombre de fe y oración; inserto en la comunidad eclesial; comprometido con la realidad de nuestro tiempo, de la Iglesia y de la sociedad; lector e intérprete de los signos de Dios en la historia; testigo de lo que enseña; capaz de vivir un proceso de liberación de sí mismo y de los demás; animador de una acción educadora permanente de la fe. Se constata que falta propuesta concreta y catequistas preparados para atender la catequesis de adultos, minusválidos, ancianos, enfermos; constructores de la sociedad pluralista. 2) Cómo formar a los catequistas. A esta cuestión se respondió más a nivel de deber ser que desde un intercambio de experiencias. Unos buscan una formación según el método de exposición de asignaturas, y otros una formación unida a la praxis. Falta propuesta clara de formación de catequistas. Desafíos: necesidad de formar específicamente catequistas; formación permanente; una sólida espiritualidad para el catequista. Aspiraciones: más apoyo del CELAM; necesidad de institutos catequéticos a nivel regional y latinoamericano. Urgencia de multiplicar centros de formación y de producir material catequético. 3) Institutos y recursos nacionales e internacionales necesarios para la formación de catequistas. Impulsar centros de formación nacional; crear institutos catequéticos de nivel superior; organizar recursos por regiones o grupos de países cercanos; estructurar un equipo itinerante a nivel nacional encargado de la formación; insistir en la formación catequética en seminarios y casas de formación.

c) I Semana latinoamericana de catequesis, 1982 (Quito).

1) Avances: Mayor conciencia eclesial de la catequesis como ministerio que afecta a todo el pueblo; catequesis integrada a la pastoral orgánica; mayor presencia de la Biblia en catequesis; piedad mariana como lugar de catequesis; comunidades eclesiales de base como lugar privilegiado de catequesis; avances en la catequesis presacramental, familiar; aumento de centros de formación y animación catequética; formación más cualificada; fuerte presencia de laicos; aprovechamiento de ciencias auxiliares; se comparten más experiencias en el interior y exterior del país; más experiencias en catequesis de adultos y especiales: indígenas, inmigrantes, minusválidos; experiencia catequética con dimensión social; la mayoría de las diócesis del continente cuentan con un organismo promotor y coordinador de las catequesis; mayor uso de los medios de comunicación social en catequesis; creatividad en metodología, recursos didácticos y organización de la catequesis; estudios, experiencias para acompañar la religiosidad popular. 2) Tendencias: Definición de la fisonomía y personalidad propia del catequista; ministerio de la catequesis como prioridad fundamental en la pastoral; dimensión cristocéntrica como eje articulador del mensaje; Biblia como fuente y contenido de la catequesis; integración fe-vida a través del testimonio personal y comunitario; búsqueda de unidad de criterios; ubicar la catequesis en la pastoral orgánica; dimensión comunitaria de la catequesis expresada en la comunidad eclesial de base como centro animador y promotor de catequistas y ministerios; adopción de la dimensión antropológica en la catequesis; catequesis con dimensión social y enfoque liberador; inculturación del mensaje catequístico; asunción de los valores de la religiosidad popular; catequesis con acentuación en los adultos, particularmente en y para la familia; promoción de catequistas surgidos de la comunidad y para la comunidad; formación integral y permanente de agentes de pastoral catequética; diversificación de metodologías. 3) Tensiones: Jerarquía, bien intencionada en la teoría, pero poco coherente en la praxis; conflictos entre catequesis de signo verticalista y horizontalista; corrientes diversas en enfoques, contenidos y metodologías; enfrentamientos ideológicos y radicalismos en nombre de la misma fe; distintas antropologías, cristologías y eclesiologías existentes; desconocimientos y prejuicios hacia las comunidades eclesiales de base por parte de obispos y organismos de catequesis; invasión proselitista de las sectas; desarticulación entre los diversos ministerios (profético, litúrgico y pastoral); no se ven figuras de obispos y párrocos como primeros catequistas; lenguajes distintos de los pastores y el pueblo; antagonismos en Iglesias particulares entre obispos y comunidades religiosas en la praxis pastoral. 4) Carencias: Hay que definir mejor el perfil del catequista; falta conciencia en la comunidad cristiana sobre su responsabilidad en la catequesis; ausencia o insuficiencia de planes de pastoral orgánica en países y diócesis; falta conocimiento, aprecio y estudio de la cultura de los valores de la religiosidad popular; catequesis presacramental insuficiente; no aparece clara la opción por los pobres o la opción es paternalista; catequesis desencarnada, no adecuada a la realidad; predicación catequística moralizante; falta formación catequética en seminarios y escolasticados; escasez de centros de formación de agentes a todos los niveles; insuficiente preparación de educadores de la fe en escuelas; insuficiencia de recursos humanos y materiales para los catequistas. 5) Expectativas: Reconocimiento oficial del ministerio de la catequesis; catequesis que asegure la perseverancia en las distintas etapas de la vida; mayor presencia de la catequesis en movimientos laicos; dar al laico el lugar que le corresponde; considerar las comunidades eclesiales de base como centro renovador de la catequesis, fuente de liderazgo, militancia cristiana y lugar de ministerios laicales; entroncar la catequesis en los fenómenos socio-culturales; religiosidad popular como elemento indispensable; priorizar catequesis juvenil; optar por la catequesis liberadora; mayor presencia y apoyo de los obispos y sacerdotes; sensibilizar, capacitar y actualizar a los obispos, sacerdotes y religiosos en tareas de la catequesis; conocer y usar más los medios de comunicación social.

d) Cuatro reuniones regionales de catequesis 1984-1987 (Cono Sur-Brasil, del 3 al 15 de septiembre de 1984, Santiago de Chile; México-Centroamérica, del 24 al 28 de febrero de 1985, México; Países Bolivarianos, del 10 al 13 de septiembre de 1985, Quito [Ecuador]; Región Caribe, del 9 al 13 de septiembre de 1987, Santo Domingo [Rep. Dominicana]).

1) Aspectos positivos: Crece el interés del pueblo por la Biblia; se multiplican los materiales bíblicos populares; aumenta el interés y apoyo de los obispos y sacerdotes por la catequesis; gran actuación de los departamentos nacionales de catequesis; buenas publicaciones catequéticas; propuesta seria de formación de catequistas; santuarios marianos, centros de evangelización popular; presencia creciente con responsabilidad y entrega de laicos en la catequesis; crece la conciencia de la catequesis como responsabilidad comunitaria y el medio de vivir y celebrar comunitariamente la fe (mayor participación, catequesis más bíblica, presencia activa de mujeres, fuerte catequesis parroquial); más uso de los medios de comunicación social en la catequesis; renovación de métodos y lenguaje en los textos, para responder a las necesidades de los catequizandos; preocupación por la religiosidad popular en la catequesis; catequistas liberados a tiempo pleno. 2) Aspectos negativos: Invasión de sectas y sociedades esotéricas; catequesis dirigida preferentemente a los niños y adultos campesinos; no hay respuesta para intelectuales y profesionales por falta de preparación y miedo al marxismo; la catequesis no llega a los jóvenes; catequesis escolar inadecuada, estática, incapaz de cuestionar la vida de los jóvenes; poca formación de los agentes, deficiente actualización de los sacerdotes; tendencias ideológicas polarizantes que distorsionan el contenido, debilitan la comunidad y crean desconcierto entre los fieles; tensiones entre distintas cristologías y eclesiologías; falta la iluminación –desde el evangelio– de la situación política; poca producción de material catequético para todas las etapas; organización aún deficiente; insuficiente evangelización de la religiosidad popular; poca atención a la catequesis escolar; descuido de la memorización; falta de sistematización sobre todo en pastoral juvenil; faltan textos litúrgicos para la catequesis. 3) Opciones prioritarias: la educación en la fe debe: acompañar al cristiano durante toda su vida, especialmente en la etapa adulta, con atención especial a la familia y a los jóvenes; asumir la Biblia como texto de catequesis por excelencia en la cual nuestros pueblos sufrientes encuentran la luz esperanzadora en su lucha hacia la liberación total; impulsar la pastoral bíblica; atender a los procesos de educación popular desde los pobres con sus aspiraciones, usos, valores, signos y creatividad; impulsar a una continua conversión y crecimiento de una fe transformadora de la persona, la comunidad y la sociedad; formar comunidades catequizadas y catequizadoras como lugar, fuente y meta de la catequesis; ser proceso de conversión personal y comunitario, permanente, sistemático y creciente de la fe, para construir una sociedad libre, justa, fraterna y pacífica; formar a los catequistas en todos los niveles y crear y potenciar estructuras de organización catequética, también en todos los niveles, para responder a la gran urgencia de formar catequistas; ofrecer una catequesis que sea realmente prioritaria, contando con recursos humanos y materiales necesarios; fomentar una mayor participación del laicado en las decisiones; incluir en la catequesis contenidos de compromiso social para formar la conciencia social y llegar a la unión fevida. 4) Recomendaciones: Intercambiar material y recursos humanos entre los países de la región; el DECAT continúa apoyando y acompañando el proceso catequístico de cada país; desde el código de derecho y líneas comunes; proporcionar una actualización catequética a los agentes de pastoral en general: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos.

e) Líneas comunes de orientación para la catequesis en América latina (Documento del DECAT-CELAM publicado en diciembre de 1985; Los elementos siguientes están tomados del capítulo III de este documento).

1) Identidad: En este apartado, el documento hace una descripción de los elementos que debe tener en cuenta una catequesis renovada, en base a las experiencias de los últimos años y a los principales documentos del magisterio (cf nn. 49-53). Se presentan cuatro acentuaciones de la catequesis latinoamericana (cf nn. 48-54). Se trata de una catequesis comunitaria —la catequesis es fuente y agente esencial en todo el proceso catequístico—, situacional —tiene en cuenta las situaciones concretas del pueblo—, misionera —suscita y anuncia la fe en su núcleo central (kerigmático)— y liberadora. 2) Tensiones (nn. 49-63): Catequesis vivencial frente a catequesis doctrinal; catequesis liberación-acción frente a oración-contemplación; catequesis situacional frente a catequesis sistemática; lenguaje tradicional frente a lenguaje del pueblo. 3) Opciones (nn. 64-66): Las opciones preferenciales son las opciones de la pastoral de Puebla: pueblos, jóvenes, familias, constructores de la sociedad pluralista; la catequesis hace una opción por la educación de la fe: que sea permanente, con atención especial a los pobres, los jóvenes y la familia; con la Biblia como texto; que atienda a procesos de educación popular desde los pobres; que impulse la continua conversión y crecimiento de la fe transformadora de la persona, la comunidad y la sociedad; con esperanza en «nuevos cielos y tierra nueva» ; que dé prioridad a la formación.

f) Dos reuniones regionales de catequesis en 1989 (Países Bolivarianos: del 25 al 28 de febrero, en Lima [Perú]; Cono Sur-Brasil: del 14 al 17 de marzo, en Santiago de Chile; los restantes, México, Centroamérica-Caribe, en el segundo semestre de 1989).

1) Logros: Busca responder a los retos; dinámica vivencial y creativa en proceso constante de renovación; fuerte presencia del laicado; intenso trabajo de formación; se avanza en la catequesis integral con más participación de familias, jóvenes y adultos; catequesis con fuerte acento bíblico; más integrada en la pastoral; marcado acento comunitario; atención a la dimensión profético-transformadora. 2) Desafíos: Necesidad de conversión personal y comunitaria; vivir la opción por los pobres; llegar a la mayoría del pueblo; responder al reto de las sectas y la secularización; estar más integra-da en la pastoral de conjunto; mejor formación de agentes; unión fe-vida; mayor equilibrio entre dimensión doctrinal, social y vivencial; acentuar el esfuerzo hacia una catequesis inculturada; atención a la cultura adveniente y sus implicaciones en la catequesis. 3) Prioridades: Impulsar la dimensión comunitaria; elaborar líneas comunes para unificar criterios a nivel nacional; continuar en la formación permanente de catequistas acentuando los aspectos espiritual, pastoral, doctrinal y metodológico; promover cada vez más la catequesis de adultos, clarificando su concepto y extendiéndola a todos los ámbitos de la vida laical; impulsar la catequesis comunitaria: catequesis que nace y crece en comunidad y origina comunidades; continuar con el apoyo del DECAT; intensificar el intercambio con países vecinos; con relación a la inculturación y catequesis, se constató que es poco el camino recorrido y que es urgente seguir profundizando para definir los ejes teológicos de la inculturación, descubrir su riqueza en el aspecto de lo cotidiano de la cultura y sabiduría del pueblo, establecer un diálogo serio entre fe y cultura y encontrar una metodología adecuada para la inculturación en la catequesis.

4. DESPUÉS DE PUEBLA. Existe una conciencia de paso del catecismo a la catequesis.

a) Este cambio de óptica se observa en varios aspectos de la catequesis: 1) Se nota muy especialmente en los diversos tipos de catequesis: familiar, juvenil (no sólo presacramental, sino de perseverancia), itinerario de catequesis permanente, de marginados, etc. 2) Se aborda no sólo el objeto —doctrina/catequista—, sino también el sujeto —hombre/catequizando—. 3) Es considerable el aumento de agentes (vocación a la catequesis en el pueblo de Dios) y de escuelas de formación (no sólo seminarios para catequistas de base, sino también para catequistas de nivel medio y hasta con estudios universitarios). 4) Se celebran congresos catequísticos en muchas naciones. 5) Se nota en los documentos de los diferentes episcopados y del magisterio universal. 6) Se multiplican los ministerios catequísticos.

b) También se observa en la formación permanente: 1) Para los agentes de catequesis de los tres niveles: catequetas, catequistas de nivel medio, catequistas de base. 2) Catequesis permanente para el pueblo de Dios, con atención especial a la catequesis de adultos. 3) Comunidad catequizadora. 4) Existen algunas publicaciones de la colección DECAT: Audiovisuales catequísticos en América latina; Catequesis familiar; Evangelización y catequesis, 10 documentos del magisterio eclesiástico con índice analítico: Catequesis en América latina, 18 años de producción catequética 1968-1986; Líneas comunes de orientación para la catequesis en América latina.

En la I Semana latinoamericana de catequesis, de Quito, observamos las siguientes opciones: evangelización, pobres, liberación, religiosidad popular, evangelización de la cultura, juventud, comunidades eclesiales de base y ministros, comunión y participación. También contemplamos los rasgos de identidad de la catequesis latinoamericana: situacional, cristo-céntrica, liberadora, bíblico-existencial, evangelizadora, comunitaria, permanente y con atención a agentes, lugares e instrumentos.

Después de esta síntesis sobre lo que pasó con la catequesis latinoamericana a partir de Puebla, se pueden apuntar algunos desafíos y tendencias que deben merecer la atención especial de los responsables del proceso catequístico. Tensiones existentes: catequesis vivencial/catequesis doctrinal; catequesis liberación-acción/ catequesis de oración-contemplación; lenguaje tradicional/lenguaje de matriz popular; catequesis situacional/ catequesis sistemática.

5. INCULTURACIÓN. Dar una respuesta concreta al desafío de la inculturación en la catequesis es una urgencia y una cuestión de fidelidad al hombre concreto que vive en este continente. Al hablar de inculturación y catequesis no se puede olvidar el gran desafío que es trabajar con la llamada cultura adveniente. Tenerla presente es una forma de encontrar respuestas concretas para la catequesis de algunos grupos sociales como, por ejemplo, los jóvenes.

La catequesis en América latina es una de las primeras áreas en que es preciso intentar una atención al sujeto; usar pedagogías orientadas a la escucha del mensaje en su realidad; utilizar los medios más convenientes según la cultura de los oyentes; atender al cambio cultural que se va produciendo; asumir los lenguajes (estilos, culturas, etc.) para el anuncio; proclamar una salvación integral (que incluye también el aspecto cultural).


II. Actualidad y futuro de la catequesis

1. HACIA LA CONFERENCIA DE SANTO DOMINGO. Después de una rápida visión de la catequesis latinoamericana en los últimos años, ofrecemos las líneas actuales de la reflexión catequética realizada para la preparación de la Conferencia general de Santo Domingo.

El DECAT organizó en 1992 una serie de reuniones regionales a las que asistieron los obispos presidentes de catequesis de cada Conferencia episcopal, junto con los directores nacionales y los peritos de la región. Allí se presentó la situación de la catequesis de cada país, y entre todos elaboraron documentos para que se tuvieran en cuenta en la IV Conferencia general del Episcopado latino-americano. Los grandes puntos de reflexión coinciden en gran parte con los señalados por el Papa para Santo Domingo; por eso los presentamos aquí como el desafío que tendrá que afrontar la catequesis en torno a esta temática.

a) Jesucristo ayer, hoy y siempre. Desafío para la catequesis. El misterio de Cristo es el centro y objetivo primordial de la catequesis; Cristo es el modelo de ser humano llegado a su plenitud. La catequesis lleva a una experiencia de Jesucristo presente entre nosotros. La catequesis no intenta presentar un cúmulo de verdades abstractas, sino poner en comunicación íntima con Jesucristo muerto, resucitado y glorificado a toda persona en las situaciones concretas en que vive. Para llevar al catequizando a esta experiencia de Cristo y de su misterio salvífico es necesario ofrecerle a Cristo como quien está presente de manera privilegiada en la Iglesia. Por esta razón, la palabra de Dios, con toda su riqueza, ocupará la atención del catequista. En la palabra de Dios, vivida en la fe de la Iglesia, se oye a Cristo, se entra en intimidad con él, iluminando la vida del hombre y todas sus circunstancias.

La catequesis presentará siempre al Cristo total, en el misterio de su muerte, resurrección y glorificación, como el Salvador, Mesías y Señor, objeto de esperanza y anhelo. El vive y vivirá siempre. El es el centro de la historia. El es el que da sentido total a la historia del hombre. De su luz debe surgir hoy la fuerza orientadora para encontrar las soluciones a los problemas humanos.

Las dimensiones fundamentales de la centralidad de Cristo en la catequesis son: la catequesis como memoria viva de la historia de la salvación; la relación entre catequesis y liturgia: el sacramento como memorial que celebra, anuncia y profesa el misterio de la salvación; la catequesis debe hacer testigos de Jesús.

En la presentación catequística de Jesucristo, hay que tener también presentes los valores y hechos históricos de nuestros pueblos. Los valores pasados, presentes en las culturas indígenas, son semillas del Verbo; aunque hoy podemos afirmar que, en muchas de ellas, esas semillas son ya verdaderas flores y frutos.

Cristo debe iluminar todas las realidades. De su luz debe surgir hoy la solución para la promoción humana de la gran cantidad de latinoamericanos que viven en extrema pobreza, no respetados en sus derechos fundamentales, violados sus derechos humanos y víctimas, entre otras cosas, del alcoholismo, la drogadicción y la destrucción familiar. La resurrección de Jesucristo es la confirmación por el Padre de su misión, que realiza el Reino como base de toda cultura cristiana, haciendo así la relación con el Padre, la relación con nosotros. Debemos afirmar la identidad de nuestros pueblos a la luz de Jesucristo.

Es tarea de la catequesis colaborar con Jesucristo para que pueda encarnarse en el corazón de cada cultura, en sus valores fundamentales, en sus expresiones y en sus estructuras. Por lo tanto, se deben cristianizar los valores y purificar los antivalores existentes.

En la catequesis hay que ofrecer vivencias prácticas del misterio de Cristo, como por ejemplo: la recuperación de la palabra de Dios mediante una catequesis bíblica; la vivencia de la comunidad: Cristo, nuestro amigo, nos convoca en comunidad; la dimensión orante de la catequesis (RMi 13); la doble dimensión divina y humana de Cristo, ya que ha prevalecido la divina en cuanto a la presentación de su misterio, y la humana en cuanto al contenido de su vivencia por parte del pueblo de Dios.

En la religiosidad popular, el pueblo latinoamericano vive un Cristo que le da respuesta en sus circunstancias de dolor; se siente atraído por un Cristo paciente, por la cruz (se resalta el Viernes santo). Es necesario insistir en el anuncio de un Cristo que trasciende el dolor y la tragedia humana y en su resurrección, que triunfa sobre el pecado y la muerte.

Para comunicar el mensaje de Jesús en la catequesis hay que seguir la pedagogía de Cristo: su modo de acercarse a la gente, sus actitudes, sus gestos, sus parábolas. El despierta admiración, simpatía, aceptación, ardor; no impone, suscita respuestas libres; es un maestro que hace y enseña. Esa es la pedagogía de Dios: Dios toma la iniciativa; se da a conocer en forma personal; hace posible el cambio y el compromiso; forma un grupo: los doce. La evangelización debe posibilitar la creación de grupos, la creación de la comunidad eclesial. Dios es fiel a su pueblo, y así nos llama a aprender a ser fieles al hombre.

Con respecto a la palabra de Dios, la catequesis se nutre y alimenta en un contacto continuo con la misma, que es su fuente principal. La Sagrada Escritura nació de la tradición y es su parte escrita, recopilada por los autores sagrados bajo la custodia vigilante del Espíritu Santo, y en ella la Iglesia, orientada por el magisterio, continúa naciendo y fortaleciéndose. Cada comunidad cristiana ha leído y comprendido la palabra de Dios en la confrontación con la dura realidad que viven nuestros pueblos. La palabra de Dios ha servido de fuerza e inspiración para el quehacer cotidiano. Los obispos colaboran especialmente como testigos cualificados en la transmisión viva de la palabra de Dios. La Palabra se conserva viva dentro de la Iglesia. Ella es el único marco referencia) para escuchar plenamente y con toda su armonía la palabra de Dios. La Iglesia, que se nutre continuamente con esta Palabra, impulsada por el Espíritu Santo, va encontrando en ella nuevos matices en su caminar hacia el Padre. La catequesis considera la Biblia, leída en la Iglesia, como texto básico, y de ella extrae su principal fuerza educativa.

b) Nueva evangelización y su proyecto catequístico. Se ve la necesidad de revisar continuamente la noción de catequesis para que esta, por un lado, mantenga su identidad, como educadora de la fe y, al mismo tiempo, enriquezca continuamente la visión de sí misma respondiendo a los nuevos desafíos. La catequesis es un carisma que Dios da a su pueblo, así como la teología es un proceso de maduración que viene después de aceptar a Cristo para conocerlo mejor. La catequesis es un itinerario permanente de crecimiento y maduración de la fe en un contexto comunitario eclesial que da sentido a la vida, sabiendo que a menudo esta fe debe ser suscitada. Creemos importante insistir en la ubicación de la catequesis en la nueva evangelización como una tarea esencial de la Iglesia. Asimismo es importante no reducir la catequesis a la preparación de los sacramentos, sino que debe abarcar toda la vida del cristiano como un itinerario catequístico permanente. Acerca de la especificidad de la catequesis, hay que decir que la evangelización es el género y la catequesis es la especie, siendo la catequesis el desarrollo sistemático e integral de la fe.

Aspecto eclesial. La catequesis debe tener en cuenta la situación de los catequizandos dentro de su comunidad cristiana, que es fuente, lugar y meta para la actividad catequística. Al mismo tiempo, la finalidad de la catequesis es conducir a las comunidades a una fe madura, propia de los hombres libres.

La Iglesia es convocada por el Señor para la misión; la catequesis surge tanto del mandato misionero como de la comunidad creyente, y es asumida por ella. Todo el pueblo de Dios es responsable de la educación en la fe. La comunidad eclesial es como el seno materno en donde crecen los discípulos de Jesús. En este sentido son palabras clave: Iglesia como reunión y misión. Iglesia como encuentro y envío.

También la comunidad cristiana es el lugar por excelencia de la catequesis, pues no se trata de una tarea individual, sino que se realiza dentro de la comunidad eclesial. Asimismo otra de las finalidades de la catequesis es insertar a los cristianos en la comunidad, ya que todo aquel que expresa una clara adhesión de fe en Jesucristo tiene la necesidad de vivirla en comunión con aquellos que han dado el mismo paso.

Por este mismo motivo es necesario que se ubique la catequesis en la nueva evangelización, como una tarea de Iglesia, y que dentro de su especificidad impregne los diversos ministerios, dentro de una pastoral de conjunto en clave misionera. Esto exige, en primer lugar, el testimonio como marco necesario en el que se realice el anuncio, la adhesión, la reexpresión y la celebración de la fe en fidelidad al evangelio, a la Iglesia y al hombre latinoamericano. La dimensión misionera de la catequesis ha de inspirar un contenido eminentemente evangelizador y un lenguaje y un método que tiene muy en cuenta la situación cultural y la fe de las personas.

Agentes catequistas. El ministerio de la catequesis es una vocación en la Iglesia, por tanto un don del Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia. Es parte del ministerio profético, que otorga autoridad para hacer presente a Cristo con sus palabras y gestos salvadores. Los catequistas ejercen un ministerio no individual, sino comunitario eclesial a partir de su propia conversión que los enfrenta con el pecado y con las estructuras que oprimen y esclavizan a nuestro pueblo. La catequesis es un itinerario permanente que lleva la luz del evangelio a lo largo de todo el camino de la vida.

El primer servicio del catequista consiste en estar a la escucha de la palabra de Dios. Esta debe ser leída tanto en la tradición como en la Sagrada Escritura. La vida de la Iglesia, como los signos de los tiempos y las semillas del Verbo, es un elemento importante en la escucha de la Palabra. Esta escucha lleva a una constante conversión. El segundo servicio es ser misionero: la catequesis proclama y traduce el mensaje a hombres y mujeres de una cultura determinada, a fin de que den el paso de la nofe a la fe en Cristo y su obra liberadora. La catequesis no consiste sólo en la narración de la religión cristiana, sino en la proclamación del mensaje de Jesús que hace vitalmente el catequista desde su ser cristiano; el catequista adquiere así una paternidad espiritual.

La formación de los catequistas. Es una tarea fundamental dentro de la Iglesia; busca su plena realización humana y cristiana. Les ayuda a vivir su vocación proporcionándoles un conocimiento sistemático y orgánico del mensaje cristiano, con el fin de capacitarlos para la comunicación del evangelio a «grupos y personas en situaciones siempre diferentes».

En la perspectiva de la nueva evangelización, cobra mayor vigencia lo expresado en documentos anteriores: «Si la catequesis es una de las tareas primordiales de la Iglesia» (CT 1), la formación de quienes son sus agentes reviste una importancia fundamental (EN 44, 73), teniendo prioridad, incluso, sobre la renovación de los textos y la misma organización catequística (DCG 108; Puebla 1002; LC 175).

Es necesario que las Iglesias consideren la formación de catequistas como tarea de máxima importancia. La formación del catequista debe llevar a este a crecer como persona capaz de convivir, dialogar, tomar iniciativas y colaborar; a acoger la propuesta de Dios realizada en Jesús como sentido y fundamento último de la propia existencia; a sentirse integrado en la comunidad eclesial, a participar de la marcha de la comunidad y del pueblo con responsabilidad y discernimiento. Esta formación implica: un conocimiento profundo de la Biblia, que le capacite para leer, interpretar y relacionar con la vida los temas fundamentales de la Sagrada Escritura; la capacidad de dar razones de lo esencial de la fe, cuya síntesis se expresa en el símbolo apostólico, y a comprender su fuerza transformadora; una clara conciencia crítica de la realidad social, política, económica, cultural e ideológica, para aprender a leer en esa realidad los signos de Dios y comprometerse con ella como cristiano. El fin de la formación del catequista es capacitarlo para la comunicación del mensaje cristiano.

La adquisición de los conocimientos teóricos no agota los propósitos de la formación; esta puede considerarse completa solamente cuando el catequista se hace capaz de encontrar el modo más adecuado para transmitir el mensaje evangélico a los grupos y personas en su propia situación siempre peculiar.

c) Promoción humana. Un trabajo siempre antiguo y siempre nuevo para la catequesis. La dimensión social de la caridad (promoción humana) es parte de los contenidos de la catequesis, basada en la dignidad de la persona humana como hija de Dios, y en la necesidad de promover la justicia y la paz para establecer la fraternidad querida por Dios.

La Iglesia asocia, aunque no identifica, catequesis y promoción humana. Las situaciones históricas y las aspiraciones auténticamente humanas forman parte indispensable del contenido de la catequesis. Pertenece al plan de Dios que vivamos, asimilemos valores, desarrollemos capacidades y seamos felices. Ciertamente la catequesis proclama la necesidad de la cruz, pero también anuncia a un Cristo que trasciende el dolor, el pecado y la muerte mediante su resurrección.

Es necesario recordar que la opción preferencial por los pobres indica el lugar privilegiado del catequista. Ayuda a renovar la expresión de los contenidos, de los métodos, de la formación de los agentes, de las metas, de la mística, de la catequesis inculturada en cada ambiente.

Si bien tiene mucho de verdad el dicho de que «no hay que hablar de Dios a quien tiene el estómago vacío», su radicalización ha motivado muchos daños a la catequesis. La comunidad catequizada tiene capacidad para absorber a sus pobres. En esta cuestión, catequesis-promoción humana, no hay que olvidar la especificidad de la catequesis. Si esta se olvida, la catequesis se convertirá en una simple acción social. También en la catequesis de promoción humana hay que proclamar la cruz, que no contradice la promoción humana, sino que le da todo su sentido.

La solidaridad cristiana tiene como referencia fundamental al pobre; frente al desarrollo, la promoción humana nunca olvida la dimensión ética, ni la sacrifica frente a la eficacia. El desarrollo no debe entenderse desde un concepto capitalista de progreso, tal como lo supone el FMI, sino desde la solidaridad con el pobre y en respuesta a sus legítimas aspiraciones de liberación integral.

El Dios de Israel liberó a su pueblo de la esclavitud, invitando a sus miembros a mantenerse libres por medio del decálogo. Por eso, este debe presentarse a nuestros pueblos en la catequesis con toda su carga social, es decir, no sólo individual sino también comunitaria.

d) Cultura cristiana. Tarea actual de la catequesis. Como Iglesia, somos ministros de la Palabra y no de una determinada cultura. El evangelio no tiene una cultura propia que defender, sino que penetra e ilumina todas las culturas. Pero también es cierto que no podemos educar la fe sin la mediación de una cultura. Una fe no inculturada es una fe no plenamente acogida, ni totalmente pensada, ni fielmente vivida por no ser fe encarnada. Por eso la catequesis está atenta a los desafíos que le presenta la comunicación de la fe a través de los lenguajes y de los símbolos de las distintas culturas, valorizando de modo especial la religiosidad popular. Aunque la interacción fe-vida sea una tarea de toda la Iglesia, sin duda, la catequesis es un instrumento particularmente apto para la inculturación de la fe en las diversas realidades latinoamericanas. La catequesis trata de expresar la fe en el lenguaje propio de los catequizandos y está atenta a los símbolos de las diversas culturas de extracción tanto tradicional como urbana y moderna. A su vez, la catequesis posee diversos lenguajes que deben ser inculturados: el kerigmático, el de iniciación, el de profundización, el celebrativo y el de la iluminación de la existencia. La nueva evangelización exige un continuo retorno al lenguaje kerigmático de los contenidos.

Para la presentación catequística del mensaje, además de su necesaria formulación objetiva y doctrinal, hay que tener muy en cuenta lo subjetivo y afectivo que la cultura actual acentúa. Siendo el amor el alma de la pedagogía divina (LC 129) se debe recuperar en la catequesis el valor de lo relacional y afectivo.

Nuestra catequesis ya ha conseguido dar pasos significativos de inculturación entre los pobres. Eso no ha sucedido con la cultura urbana contemporánea. Afirmar que esa cultura no puede ser evangelizada es admitir, por primera vez, la capitulación de la fe y del evangelio frente a una cultura. Urge evangelizar esta doble vertiente de la realidad latinoamericana, pobreza y modernidad, de modo inculturado y liberador, buscando caminos en la experiencia y la imaginación. La religiosidad popular es una de las más grandes manifestaciones culturales de un pueblo y, por lo tanto, un valor muy importante que la catequesis ha de tener en cuenta, un punto de partida para el anuncio y la profundización de la palabra de Dios.

Las auténticas expresiones de religiosidad popular, discernidas por los criterios bíblico, cristológico, antropológico y eclesiológico (LC 109-112, 116), hacen que la fe penetre profundamente en el corazón y la mente de un pueblo. Es de desear que en un futuro próximo, la Iglesia tenga en cuenta la importancia del ministerio de la catequesis, como un instrumento particularmente apto para la inculturación de la fe y para el encuentro de la fe con la cultura, en las diversas realidades latinoamericanas. Una catequesis inculturada da origen a un pluralismo de culturas cristianas.

La Iglesia, al encarnar su mensaje en los pueblos, crea valores cristianos en las culturas que encuentra. En toda cultura encontramos valores, expresiones y estructuras; esto faculta para hablar de una cultura cristiana de acuerdo a las expresiones o a las estructuras dimanantes. La inculturación incorpora la experiencia del creyente en las manifestaciones vitales del pueblo y es una forma concreta de optar por la justicia en el mundo de la marginación. En cuanto a los aspectos catequísticos para la inculturación, destacamos: las actitudes del evangelizador; su inserción en la cultura mediante un diálogo con ella; compartir con el pueblo; aprender su lengua y sus diferentes lenguajes; comprender y participar de sus símbolos y valores; proceder en los subsidios que aduzca el idioma de dicha cultura. No olvidemos la historia de la evangelización en América latina, en la que se privilegió al mismo indígena como catequista.

2. OPCIONES CATEQUÉTICAS DE LA CONFERENCIA DE SANTO DOMINGO. La IV Conferencia general del Episcopado latinoamericano de Santo Domingo se celebró del 12 al 18 de octubre de 1992. Sus orientaciones sobre la catequesis se sitúan dentro de las tres grandes líneas pastorales propuestas por Juan Pablo II: la nueva evangelización, la promoción humana integral y una evangelización inculturada. Las propuestas catequéticas se presentan principalmente en torno a la primera línea pastoral y, en menor número, en relación con las otras dos1.

a) La catequesis en relación con la nueva evangelización en nuestro pueblo. En América latina y en el Caribe crece el fenómeno de la increencia, bien en forma de secularismo, que niega a Dios, bien en forma de indiferencia, que lo considera inútil para la vida humana. Esto preocupa a la Iglesia, sobre todo en relación a aquellos que viven como si no hubieran sido bautizados (cf EN 56). En realidad muchos bautizados no dieron su adhesión personal a Jesucristo por la conversión primera (n. 33). Más aún, entre los mismos católicos el desconocimiento sobre Jesucristo y las verdades fundamentales de la fe –la ignorancia religiosa (n. 41)– es un hecho frecuente, y, en algunos casos, esa ignorancia va unida a una pérdida del sentido del pecado (n. 39). La catequesis no llega a todos; muchas veces llega en forma superficial e incompleta en cuanto a sus contenidos, o en forma puramente intelectual, sin fuerza para transformar la vida de las personas y de sus ambientes (n. 41). Más aún, se comprueba que la mayor parte de los bautizados no han tomado aún conciencia plena de su pertenencia a la Iglesia. Se sienten católicos, pero no Iglesia (n. 96). Todo esto aboga por que en nuestro continente se lleve a cabo una nueva evangelización.

– Urgencia de la catequesis. Una catequesis renovada y una liturgia viva en una Iglesia en estado de misión serán los medios para acercar y santificar más a todos los cristianos y, en particular, a los que están lejos y son indiferentes (Mensaje, n. 30). Urge un decidido empeño por la continua educación de la fe, por medio de una catequesis que tiene su fundamento en la palabra de Dios y el magisterio de la Iglesia y permite a los católicos dar razón de su esperanza (n. 294; cf 302). De aquí se deduce la necesidad, ante todo, del primer anuncio (kerigma) y de una catequesis kerigmática y misionera y, en segundo lugar, de una catequesis de maduración de la fe. 1) Necesidad del primer anuncio (kerigma). Todo esto nos obliga a insistir en la importancia del primer anuncio (kerigma) y en la catequesis (n. 41). En efecto, en el ministerio profético de la Iglesia se impone, de modo prioritario y fundamental, la proclamación vigorosa del anuncio de Jesús, muerto y resucitado (kerigma; cf RMi 44), raíz de toda evangelización, fundamento de toda promoción humana y principio de toda auténtica cultura cristiana (cf Juan Pablo II, Discurso inaugural, 25) (n. 33; cf 29). 2) Naturaleza de la catequesis (para madurar la fe). Este misterio profético de la Iglesia comprende también la catequesis, que, actualizando incesantemente la revelación amorosa de Dios manifestada en Jesucristo, lleva la fe inicial a su madurez y educa al verdadero discípulo de Jesucristo (cf CT 19). Ella debe nutrirse de la palabra de Dios leída e interpretada en la Iglesia y celebrada en la comunidad para que, al escudriñar el misterio de Cristo, ayude a presentarlo como buena noticia en las situaciones históricas de nuestro pueblo (n. 33c; cf n. 19b). 3) Una catequesis kerigmática-misionera. Pero la nueva evangelización, urgente entre nuestros bautizados (cf nn. 97, 130, 131), debe acentuar previamente una catequesis kerigmática y misionera (n. 41), que es ante todo una llamada a la conversión a Jesucristo (cf Juan Pablo II, Discurso inaugural, lc), ante los nuevos desafíos y nuevas interpelaciones que se hacen a los cristianos y a los cuales es urgente responder (n. 24b). Los sujetos de esta catequesis kerigmática son los que se han alejado de la casa paterna (cf Lc 15), los bautizados que no orientan su vida según el evangelio (nn. 129-130), los indiferentes que consideran a Dios inútil o nocivo para la vida humana (nn. 153-155) y los muchos bautizados que cultivan prácticas supersticiosas o pseudorreligiosas de carácter orientalista (nn. 155-156).

Finalidad de la catequesis. El anuncio cristiano –en la evangelización y, en lo que le corresponde, en la catequesis–, por su propio vigor, tiende a sanar, afianzar y promover al hombre, a constituir una comunidad fraterna, renovando la misma humanidad y dándole su plena dignidad humana, con la novedad del bautismo y de la vida según el evangelio (cf EN 18). Este anuncio tiene que ser vital y kerigmático, especialmente donde se ha introducido el secularismo, presentando en la catequesis la conducta cristiana como el auténtico seguimiento de Cristo (n. 239). La catequesis permite a los católicos dar razón de su esperanza (n. 294).

El contenido de la catequesis. La catequesis verdadera, al servicio de la nueva evangelización, anuncia con gozo, ante todo, el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino y el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios (cf EN 22) (n. 33). Cristo, a su vez, es el evangelio del Padre (n. 27) y nos introduce en el Misterio de la vida trinitaria por el Espíritu, con las repercusiones que los Tres tienen en la vida personal y comunitaria de las personas: hijos de Dios por el bautismo, miembros de Cristo, todos hermanos, y Cristo en el corazón de nuestros pueblos, a los que asume y transforma; hombre y mujer iguales y complementarios. La Iglesia, sacramento de salvación, de comunión y misión (nn. 11, 23, 27, 28, 31, 37, 51, 54, 142, 243); la mediación de la Virgen María, de los santos y la misión de la jerarquía (n. 142); la doctrina social de la Iglesia (n. 50), alentadora de la promoción humana y de la cultura de la solidaridad (n. 76); la aportación del mensaje cristiano a la educación humana (n. 271); los sacramentos —en especial, los de la iniciación cristiana: bautismo (nn. 46, 94), confirmación (nn. 80, 131) y eucaristía (n. 225)–, incluso la formación para vivir la liturgia (n. 43). En América latina urge una nueva evangelización que proclame, sin equívocos, el evangelio de la justicia, del amor y de la misericordia (n. 13).

Destinatarios de la catequesis. En cuanto a edades, se subraya mucho la formación de los laicos de ambos sexos (la mayor parte jóvenes y adultos), incentivando su formación integral, gradual (aquí se incluye la catequesis) y permanente, mediante organismos y escuelas diocesanas, con atención especial a la formación de los pobres (n. 99a). También se alude a los laicos en las comunidades eclesiales de base (nn. 58, 61, 63, etc.), en la catequesis familiar (n. 225) y al tratar de los bautizados alejados (n. 129-131). También existe una gran preocupación por los niños (nn. 221 y otros muchos), por los adolescentes (nn. 115, 119, 120) y los jóvenes (nn. 81, 111, 119). En cuanto a situaciones especiales, se explicita la atención necesaria a los inmigrantes con una catequesis adaptada a su cultura (n. 189), y a las gentes impregnadas de la religiosidad popular (nn. 38-39, 53 y 240).

Los catequistas. Ya en la primera evangelización, la obra evangelizadora, entre cuyos medios pastorales se encontraba la predicación de la Palabra y la catequesis, colaboraron los propios indígenas bautizados, a los que se sumaron después catequistas afroamericanos (n. 19). Entre los ministerios o servicios eclesiales encomendados a los laicos sobresale el acompañamiento en la catequesis en muchas comunidades cristianas (nn. 95, 97, 101, 103). Pero, para la vitalidad de las comunidades eclesiales se requieren más catequistas dotados de un sólido conocimiento de la Biblia, que los capacite para leerla a la luz de la tradición y del magisterio de la Iglesia, y para iluminar desde la palabra de Dios su propia realidad personal, comunitaria y social (nn. 49, 9495).

Necesidad de una catequesis permanente. En general, existe una conciencia creciente de la necesidad de la formación permanente, entendida y aceptada como camino de conversión y medio para la fidelidad (nn. 72, 103, 240, 302). En concreto, respecto de la catequesis, esta ha de tener un itinerario continuado, que abarque desde la infancia hasta la edad adulta, utilizando los medios más adecuados para cada edad y situación (n. 49). Más en concreto, en una Iglesia, comunidad misionera, urge un decidido empeño por la continua educación de la fe, por medio de la catequesis (n. 294).

b) La catequesis en relación con la promoción humana. «Con el mensaje evangélico —también proporcionado mediante la catequesis— la Iglesia ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo, precisamente porque lleva a la conversión del corazón y de la mentalidad, ayuda a reconocer la dignidad de cada persona y dispone a la solidaridad, al compromiso y al servicio de los hermanos (RMi 59)» (n. 157).

Catequesis, migración y familia. La Iglesia se siente urgida, en primer lugar, a ofrecer a los inmigrantes una catequesis adaptada a la cultura (n. 189); y en segundolugar, a fortalecer la vida de la Iglesia y de la sociedad a partir de la familia: enriqueciéndola desde la catequesis familiar, la oración en el hogar y el conocimiento de la palabra de Dios (n. 225).

Catequesis y derechos humanos. En las Conclusiones de Santo Domingo se afirma que muchos bautizados en América latina no han realizado su conversión primera a Jesucristo y que por eso se impone de modo prioritario y fundamental, en el ministerio profético de la Iglesia, la proclamación vigorosa del anuncio de Jesús, muerto y resucitado (kerigma, RMi 44). Este anuncio es la raíz de toda evangelización y fundamento de toda promoción humana (cf Juan Pablo II, Discurso inaugural, 25).

Pues bien, como este ministerio profético comprende también la catequesis (n. 33), se concluye que esta, que lleva la fe inicial a su madurez y educa al verdadero discípulo de Jesucristo (cf CT 19), es factor impulsor de cuanto abarca la promoción humana: los derechos humanos (nn. 164ss.), la ecología (nn. 169ss.), el valor de la tierra en América latina (nn. 171ss.), el empobrecimiento y la solidaridad (nn. 178ss.), el trabajo (nn. 182ss.), el orden democrático (nn. 190ss.), la integración latinoamericana (nn. 204ss.), la familia y la vida (nn. 210ss).

c) La catequesis en relación con la inculturación del evangelio. El evangelio penetró en nuestra cultura. Mirando a la época histórica más reciente, nos seguimos encontrando con las huellas vivas de una cultura de siglos, en cuyo núcleo está presente el evangelio (nn. 21, 245). Los misioneros y agentes de pastoral realizaron una verdadera inculturación del evangelio; y ahora hay que continuarla (cf n. 30).

Raíz de la inculturación. En virtud de la encarnación, Cristo se ha unido en cierto modo a todo hombre (cf GS 22), Jesucristo se inserta en el corazón de la humanidad e invita a todas las culturas a dejarse llevar por su Espíritu hacia la plenitud, elevando en ellos lo que es bueno y purificando lo marcado por el pecado. Por eso, toda evangelización ha de ser inculturación del evangelio. La inculturación es un imperativo del seguimiento de Jesús y necesaria para restaurar el rostro desfigurado del mundo (n. 13b; cf LG 8). Es decir, Jesucristo exige proclamar la buena noticia con expresiones que hagan más cercano el mismo evangelio de siempre a las nuevas realidades culturales de hoy (urbanas, rurales, indígenas y afroamericanas) (nn. 30, 298-300, 302) y a las nuevas formas de la cultura que está emergiendo (n. 30).

Los laicos, protagonistas de la inculturación. Urge la constante promoción de los laicos para que sean protagonistas de la cultura cristiana (nn. 97, 103) y ofrecerles una cualificada formación y participación, capacitándolos para encarnar el evangelio en las situaciones específicas donde viven o actúan (nn. 60, 103; cf 251 final y 254 final).

– Teólogos para la inculturación. No obstante, los teólogos, con su tarea enraizada en la palabra de Dios, realizada en abierto diálogo con los Pastores y en plena fidelidad al magisterio, pueden contribuir notablemente a la inculturación de la fe y a la evangelización de las culturas.

– La liturgia, factor primordial de inculturación. En todo caso, téngase presente que es especialmente a través de la liturgia como el evangelio penetra en el corazón mismo de las culturas (n. 35); ella es factor primordial de inculturación.

– La religiosidad popular necesita acompañamiento pastoral para purificarse. La religiosidad popular es una expresión privilegiada de la inculturación de la fe. Más aún, no se trata sólo de expresiones religiosas, sino de valores, criterios, conductas y actitudes que nacen del dogma católico y constituyen la sabiduría de nuestro pueblo, formando su matriz cultural. Es necesario acompañar con actitudes pastorales las maneras de sentir y vivir, comprender y expresar el misterio de Dios y de Cristo por parte de nuestros pueblos, para que, purificados de sus tentaciones y desviaciones, lleguen a incorporarse a nuestras Iglesias locales y a su acción pastoral (n. 36).

d) Conclusiones de esta reflexión sobre la catequesis en Santo Domingo: 1) Se observa entre los pastores participantes en esta Conferencia una notable preocupación, muy realista, por el gran número de bautizados no convertidos al Señor Jesús, desconocedores de las verdades fundamentales de la fe, sin conciencia madura de ser Iglesia y alejados de ella, aunque cultivadores de prácticas arraigadas de religiosidad popular. Por eso, ellos insisten en la necesidad de realizar el primer anuncio misionero y la catequesis kerigmática, para pasar luego a la catequesis que madura la fe y hace personas adultas en la fe. Es la preocupación por la nueva evangelización. 2) Estos pastores afirman estar reunidos «en continuidad con las precedentes Conferencias generales de Río de Janeiro, Medellín y Puebla» y, por tanto, parecen asumir el espíritu de aquellas Conferencias, en concreto, sobre la acción catequética. Con todo, uno añora —a pesar de las lagunas— las lúcidas páginas escritas en Medellín y Puebla sobre la catequesis, bien en el marco general del Vaticano II proyectado sobre América latina, bien en el contexto de la evangelización puesta de relieve en Evangelii nuntiandi2. 3) En Santo Domingo se afirman principios y líneas catequéticas muy importantes, como arriba se indica, pero quizás falta precisión en el concepto de catequesis, una mínima exposición sistemática referente a la acción catequética y sus elementos acompañantes, etc. Se ha preferido dar relieve a la descripción de la realidad y de los problemas eclesiales y presentar una iluminación teológica sobre ellos, los desafíos pastorales y las líneas de respuesta pastorales. En estas derivaciones a la praxis, se introducen flashes oportunos, con cierta profundización, que indican los caminos para abordar la realidad. 4) En muchos aspectos, las Conclusiones coinciden con lo que las Iglesias latinoamericanas extrajeron de sus reflexiones preparatorias a la Conferencia de Santo Domingo (cf II. Actualidad y futuro de la catequesis). Sin embargo, estas últimas tienen —según parece— un aspecto de mayor concreción teórica y práctica sobre la catequesis en comparación con el Documento de Santo Domingo. 5) Ha habido un progreso en el enfoque catequético de una a otra Conferencia general: Medellín abordó la catequesis en función de la promoción humana a la luz del Vaticano H. Puebla trata de esta promoción humana pero bajo el prisma de la evangelización recientemente desarrollada por el sínodo de la Evangelización (1974) y su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975). Y en esta, la catequesis es un ingrediente notable —una etapa— de la evangelización. Por fin, Santo Domingo asume la urgencia de una nueva evangelización, que tiene repercusión especial en aquellos pueblos de tradición cristiana pero con un déficit notable de fe viva y de comunidades dinámicas. Desde ella se abordan tanto la promoción humana como, sobre todo, un aspecto nuevo, apenas tocado en reuniones anteriores: la inculturación del evangelio en función de una evangelización ad gentes más eficaz, pero también de puertas adentro de la Iglesia, en países tradicionalmente cristianos.


III. Acontecimientos más recientes

1. EL CONGRESO INTERNACIONAL DE SEVILLA. Con motivo del V Centenario de la evangelización de América, tuvo lugar en Sevilla (España), los días 21-26 de septiembre de 1992, un Congreso internacional de catequesis. Con la participación de reconocidos catequetas y numerosos catequistas de Europa y América latina, las ponencias de este Congreso gravitaron en torno a tres ejes temáticos. El primero, abordado y presidido por el E. Alfredo Marín cssp, versó sobre El comienzo de la evangelización y catequesis en América. El segundo, La catequesis en el contexto del Vaticano II, fue coordinado por Emilio Alberich sdb. Y el tercero, Hacia una catequesis para el tercer milenio. Catequesis e Iglesia del futuro, fue animado por el P. Pierre Babin OMI. Cada uno de estos grandes temas fue enriquecido con las aportaciones de tres grupos de expertos en catequesis, teología y pastoral.

Una extensa Declaración final recoge toda la trama del Congreso, subraya los problemas de fondo desarrollados en el mismo mediante ponencias, comunicaciones y experiencias, y ofrece algunas orientaciones operativas. Estos problemas y orientaciones quedan explicitados en las exigencias comunes que presentó el P. Antonio González Dorado en la ponencia-síntesis de la Clausura.

Entre estas exigencias comunes para una catequesis profética, sobresalen las siguientes: 1) Necesitamos en este momento una catequesis de conversión, en la que se viva la experiencia profunda del encuentro interior y de la fe en Jesucristo y en el Espíritu Santo que nos lance a la aventura de la santidad, es decir, a vivir en el espíritu de las bienaventuranzas. 2) Una catequesis en la que se viva y experimente, en el catecumenado, la fraternidad interna de la comunidad cristiana: somos hermanos, amigos, como decía el Señor, pero abiertos a la fraternidad de toda la familia humana, en la que también se encuentra el espíritu de Jesús. 3) Una catequesis en la que se promueva y viva el compromiso liberador con los pobres y con todas las víctimas de la humanidad. Consiguientemente, una catequesis extraordinariamente sensible —precisamente por el encuentro con Cristo— a los problemas humanos y a los hombres que sufren esos problemas. Una catequesis sólo para rezar sería, en último término, una catequesis engañosa. 4) Una catequesis teológicamente comprometida con el progreso de toda la humanidad, porque los cristianos creemos en el progreso y no en el estancamiento, en el futuro y no en el pasado. Porque en el progreso humano integral se encuentra también, y primordialmente, la fuerza creativa de Dios. 5) Una catequesis que sea capaz de hacer de los cristianos no hombres eclesiocéntricos, sino evangelizadores y misioneros que salen por los caminos del mundo. 6) Una catequesis no homogénea para todas las Iglesias, no abstracta e intelectual, sino inculturada y pluricultural, encarnada en la diversidad de los pueblos, más preocupada de esta diversidad de los pueblos, más preocupada de la sabiduría que de la teología. 7) Una catequesis en la que se descubra, dentro de la comunidad, el valor de la cruz y su último sentido cristiano. Solamente es posible hacer un mundo mejor cuando haya creyentes que se entreguen a sus hermanos a imagen de Cristo Jesús. Cruz significa saber entregar honestamente la vida por los demás. «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo» (In 11,50).

El compromiso-síntesis del Congreso lo expresa así la Declaración final en su último párrafo: «Al separarnos ahora y volver a nuestros pueblos e Iglesias de origen, nos vamos con el compromiso de ir construyendo, en y desde la catequesis, una Iglesia-comunión que, en medio de nuestros conflictos históricos, busque la reconciliación y la unidad; una Iglesia servidora que prolongue la presencia de Cristo-Siervo en todos sus ministerios; una Iglesia misionera que anuncie con gozo al hombre de hoy que Dios le ama y que ha sido salvado por Jesucristo. Este creemos que es nuestro servicio a la nueva evangelización»3.

2. LA II SEMANA LATINOAMERICANA DE CATEQUESIS. Del 18 al 24 de septiembre de 1994, tuvo lugar en Caracas un congreso con el lema: «Hacia una catequesis inculturada». La acentuada preocupación que mostró Santo Domingo por la inculturación del evangelio para llevar a cabo una nueva evangelización, llevó a las Iglesias latinoamericanas a profundizar en el tema contemplado preferentemente desde la catequesis. ¿En qué condiciones la catequesis puede llevar a cabo esa penetración del evangelio en las culturas del continente y en la cultura de la modernidad o posmodernidad?

Para ello el Departamento de catequesis del CELAM promovió el Congreso de Caracas sobre esta cuestión, del 18 al 24 de septiembre de 19944.

3. EL NUEVO «DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS» (DGC). Este documento, publicado con fecha del 15.8.1997, y que tiene una gran presencia en este Diccionario, no lo comentamos desde el punto de vista de su contenido, ni tampoco desde el punto de vista de la recepción en las Iglesias latinoamericanas, pues en el momento en que escribimos este artículo ha transcurrido poco tiempo para dar una opinión ponderada de su repercusión en nuestra praxis catequética. Esperamos que sea un instrumento fecundo, como lo fue su antecesor, el Directorio general de pastoral catequética (DCG) de 1971.

NOTAS: ' Cf Santo Domingo. Conclusiones: Nueva evangelización. Promoción humana. Cultura cristiana, CELAM, Santafé de Bogotá 1992. -2 Cf AA.VV., Medellín. Reflexiones en el CELAM, BAC, Madrid 1978, 101-118, 377-400; III Conferencia general del episcopado latinoamericano, Puebla. Comunión y participación: Documento de Puebla, BAC, Madrid 1979, nn. 3579-3619 y otros. – 3. Cf Catequesis latinoamericana del V Centenario al 111 Milenio. Congreso internacional de catequesis. Sevilla-España, en Medellín 72 (1992) Monográfico. Cf también Actas del Congreso internacional de catequesis. Sevilla, septiembre 1992, Teología y catequesis 45-48 (1993) Monográfico, con un anexo. – 4. Para el desarrollo de sus conclusiones, cf CELAM, Hacia una catequesis inculturada. Memorias de la II Semana latinoamericana de Catequesis, DECAT-CELAM, Santafé de Bogotá (Colombia) 1995.

BIBL.: Además de la bibliografía que se cita en el artículo y en notas, pueden consultarse: en GEVAERT J. (dir.), Diccionario de catequética, CCS, Madrid 1987, las siguientes voces: ALBERICH E., Directorios catequéticos nacionales, 289-292; BORELLO M., América latina, 47-50; GALLO L., Comunidades de base, 207-208; GARCÍA AHUMADA E., Chile, 245-247; GROPPO G., Directorio catequético general, 287-289; MENDEZ DE OLIVEIRA R., Brasil, 114-115; SEUMOIS A., Pequeñas comunidades, 655-656. En ELORISTÁN C.-TAMAYO J. J. (eds.), Conceptos fundamentales del cristianismo, Trotta, Madrid 1993, pueden consultarse: ELLACURÍA 1., Liberación, 690-710; MALDONADO L., Religiosidad popular, 1184-1196; SOBRINO J., Opción por los pobres, 880-898; TAMAYO J. J., Comunidades de base, 189-207; Teologías de la liberación, 1363-1376.

Ricardo Ernesto Grzona Dare
y Vicente Al" Pedrosa Arés