Cortesía de www.comayala.es
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL

 

38. EL MANUSCRITO PERDIDO
 

  1. El Deuteronomio, que significa segunda ley,  es el libro de la Ley (2 Re 22,8.11), el libro de la alianza (23,2), una invitación a vivir la alianza, observando la Ley. Su origen remoto se encuentra en las tradiciones mosaicas, que los refugiados del norte llevan a Jerusalén, cuando (hacia el 721) es tomada Samaría, la capital de Israel. El escrito primitivo, la parte central del Deuteronomio actual (Dt 5-28), pudo ser redactado por los hombres de Ezequías (Prov 25,1), aunque también pudo ser después. Es una meditación sobre la infidelidad que le ha llevado a Israel a la ruina. La historia del manuscrito es sorprendente: un texto peligroso, clandestino, perdido y, finalmente, hallado en el templo.

  2. En primer lugar, veamos el contexto histórico. Estamos en el siglo VII a.C. El imperio asirio alcanza la cima de su poder. Los reyes Asaradón (680-669) y Asurbanipal (669-627) extienden su dominio hasta Egipto. El rey de Judá, Manasés (687-642), es un vasallo rendido a la voluntad del imperio. Las prácticas paganas tienen protección oficial. Manasés vuelve a edificar los altos que había destruido Ezequías, levanta altares a otros dioses, erige estelas, se postra ante  divinidades astrales, sacrifica a su hijo en el fuego, practica la adivinación y la magia, derrama mucha sangre inocente en Jerusalén (2 Re 21,3-16).

  3. El escrito primitivo sigue el esquema de los tratados de vasallaje. En primer lugar, la presentación del soberano: Yo soy el Señor, tu Dios (5,6); a continuación, la memoria del pasado: Yo te saqué de Egipto, de la esclavitud (5,6); después, el contenido de la alianza: los mandamientos del Decálogo (5,7-21) y los mandamientos secundarios, algunos claramente superados por el Evangelio (Mt 5,21-48;Jn 8,1-11), como las leyes del talión (19,21) y de la guerra (20,13-14), el repudio (24,1), la lapidación por fornicación y adulterio (22,21-22); finalmente, las bendiciones y maldiciones, si se observa o no la alianza (Dt 28).

  4. Pero ¿por qué el manuscrito resulta peligroso? En realidad, cuestiona algunos aspectos del sistema monárquico, como la sucesión hereditaria: Nombrarás rey tuyo al que elija el Señor, nombrarás rey tuyo a uno de tus hermanos (Dt 17,15). Le prohíbe al rey una vida de lujo y escándalo (17,16-17). El rey ha de obedecer los mandamientos de Dios, como todo el mundo: Cuando suba al trono, se hará escribir una copia de esta Ley (17,18).    

  5. El templo de Jerusalén es relativizado. El Señor reside en los cielos, no habita en casas hechas por mano de hombre. En el templo está sólo su nombre: Vendréis a buscarle al lugar elegido por el Señor, vuestro Dios, de entre todas las tribus, para poner en él la morada de su nombre (12,5). La Ley de Dios en el corazón  es el único templo nacional.

  6. El manuscrito relativiza también el arca de la alianza, símbolo visible de la presencia de Dios colocado en el santo de los santos (1 Re 8,6). El arca es sólo un cofre donde se guardan las tablas de la Ley. Lo dice Moisés: Yo bajé de la montaña, puse las tablas en el arca que había hecho y allí quedaron, como me había mandado el Señor (Dt 10,5).

  7. De acuerdo con los profetas, el manuscrito relativiza también la posesión de la tierra prometida. La tierra es don de Dios y sólo la fidelidad a los mandamientos de Dios puede asegurar su posesión: Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra que prometió dar a tus padres... cuida de no olvidarte del Señor que te sacó del país de Egipto (6,10-12).

  8. Frente a una sociedad profundamente dividida entre ricos y pobres, como denuncian los profetas Amós y Oseas, la Ley promueve una sociedad fraterna, defiende al humilde y al pobre, también al extranjero, y usa frecuentemente la palabra hermano: No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero... Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto (24,14-18).

  9. La palabra hoy aparece frecuentemente en el manuscrito. A contrapelo del paganismo ambiental, cada generación creyente ha de ser testigo de la acción de Dios y ha de escuchar su palabra: Escucha, Israel, los mandamientos y preceptos que yo te mando hoy (5,1). Como se dice en el salmo 95: ¡Ojalá escuchéis hoy su voz! Pues bien, en un determinado momento, no se sabe cuándo, el manuscrito desaparece.

  10. Teniendo sólo ocho años (2 Re 22,1), Josías sucede a su padre Amón (642-640), que había sido asesinado. La educación del joven rey coincide con el final del reinado de Asurbanipal. La caída del imperio asirio se acerca. Egipcios, babilonios, medos y escitas están al acecho. El profeta Sofonías (hacia 640-630) anuncia la llegada del día del Señor, el fin del imperio que se creía el dios de este mundo y que se había impuesto a los pueblos por la ferocidad y el terror, el día en que serán visitados aquellos que dicen: Ni bien ni mal hace el Señor. Pues bien: Día de ira el día aquel, día de angustia y de aprieto, día de devastación y desolación, día de tinieblas y oscuridad, día de nublado y densa niebla, día de trompeta y de clamor (Sof 1, 12-16).

  11. El año 629 el rey Josías promueve una reforma religiosa y política. La reforma pretende liberar Judá e Israel, borrar toda huella de sumisión asiria, superar la idolatría y los cultos paganos. Al sumo sacerdote Jilquías le corresponde la tarea de purificación del templo. Suprime el culto a otros dioses y derriba las habitaciones del templo dedicadas a la prostitución (2 Re 23,4.7).

  12. En este contexto, el año 626, el profeta Jeremías recibe la palabra del Señor: Mira que pongo mis palabras en tu boca. Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para edificar y plantar (Jr 1,10), te harán la guerra, mas no podrán contigo, pues contigo estoy yo para salvarte (1,19). Jeremías nace hacia el año 650 en Anatot, al norte de Jerusalén, de la tribu de Benjamín. El profeta colabora activamente con la reforma que está en marcha.

  13. En el año 622, mientras se realizan unas obras de renovación en el templo, se descubre el manuscrito perdido. El sumo sacerdote Jilquías dice a Safán, secretario del rey: He encontrado en el templo el libro de la Ley (2 Re 22,8). Safán lee el libro y se lo enseña al rey. El rey  convoca a Jilquías, Safán y otros consejeros, que deciden consultar a Dios, por medio de la profetisa Julda, y reciben esta respuesta: Así dice el Señor: Yo voy a traer la desgracia sobre este lugar y todos sus habitantes, todas las maldiciones de este libro (22,16).

  14. El libro supone una gran conmoción. No es David, es Moisés quien habla y quien anuncia las maldiciones que vendrán por la infidelidad a la alianza. En Jerusalén, las tradiciones mosaicas son letra muerta: la monarquía las ha arrinconado y olvidado. Sin embargo, el manuscrito indica por dónde debe ir la necesaria reforma. El rey sube a la casa del Señor con todo el pueblo, lee todas las palabras del libro y todo el pueblo confirma la alianza (23,1-3).

  15. El rey se ocupa también de la celebración de la pascua y da esta orden: Celebrad la pascua en honor del Señor, vuestro Dios, según está escrito en este libro de la alianza. En realidad, no se había celebrado una pascua semejante desde los días de los Jueces (23,21-22). Además, los promotores de la reforma emprenden una nueva tarea. Buscan las fuentes, orales o escritas, que permitan recuperar la historia de Israel y Judá, y el sentido de la misma. Así van apareciendo los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes.

  16. En el año 612, ante el empuje de babilonios, medos y escitas, cae Nínive, la capital asiria. Su derrumbamiento es espantoso. En el reino de Judá, los nacionalistas se creen en los umbrales de una época gloriosa y consideran el templo como intocable, lo mismo que la nación. Sin embargo,  prospera la hipocresía y el ritualismo. La renovación es superficial y engañosa. Jeremías, decepcionado, se aparta de la reforma oficial y anuncia una alianza nueva, inscrita en el corazón (Jr 31,31-34). En el año 609, Egipto, viendo el ascenso de Babilonia, acude en ayuda del rey asirio que quiere reconquistar la ciudad de Jarán para hacer de ella la capital. Las tropas egipcias atraviesan Palestina. Josías se opone a ello y, en el choque que tiene lugar en el norte (junto a Meguidó),  encuentra la muerte (2 Re 23,28-30).

  17. Al comienzo del reinado de Yoyaquim, Jeremías pronuncia su denuncia contra el templo, que se ha convertido en cueva de bandidos: Vosotros fiáis en palabras engañosas que de nada sirven, para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a otros dioses que no conocíais. Luego venís y os ponéis ante mí en esta casa llamada por mi nombre y decís: ¡Estamos seguros!, para seguir haciendo todas esas abominaciones. ¿En cueva de bandidos se ha convertido a vuestros ojos esta casa que se llama por mi nombre? ¡Qué bien visto lo tengo! (Jr 7,8-11). El libro de Jeremías se gesta hacia el 605, cuando el profeta envía su primer rollo al rey Yoyaquim. El rey lo echa al brasero (36,23). Entonces Jeremías prepara otro rollo con las palabras que había en el primero y añade otras semejantes (36,32). En general, las cosas van mal. Sin embargo, la compra del campo (Jr 32) es un acto de confianza en el futuro.

  18. En el 605, Nabucodonosor, príncipe heredero de Babilonia, aplasta al ejército egipcio en Carquemis, a orillas del Eúfrates, y ese mismo año sucede a su padre. Se apodera de Jerusalén el año 597. No destruye la ciudad, pero el rey Joaquín y parte de la población es deportada a Babilonia (2 Re 24,10-16). En el 586, el ejército babilonio toma de nuevo Jerusalén, incendia el templo y la ciudad, y se produce una nueva deportación (25,1-21). Comienza así el período del destierro.

    Diálogo sobre el manuscrito perdido:

-  Ante el paganismo ambiental, proclama los mandamientos de Dios

-  Invita a acoger la acción de Dios y a escuchar su palabra hoy

-  Cuestiona la sucesión monárquica y el tipo de vida real

-  Relativiza el templo, el arca de la alianza, la posesión de la tierra.

-  Promueve una sociedad fraterna, que acoge al extranjero

-  Contiene leyes superadas por el Evangelio

-  La reforma es superficial y engañosa, la decepción es profunda.

-  Se utilizan palabras engañosas para robar, matar, adulterar...                 

-  ¿Es la Biblia un libro perdido y hallado en el templo?