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27-1. LA RELACIÓN HOMOSEXUAL


1.
     
La relación homosexual es un problema complejo que atañe no sólo a la ética común, sino también al Evangelio. De entrada, surgen diversos interrogantes: ¿existe una ética común al respecto? ¿qué posición adopta el Evangelio? ¿qué relación se da entre ética común y Evangelio?  En nuestra sociedad pluralista, la relación homosexual suscita reacciones diversas: es una aberración, es un orgullo, es algo contra natura, es natural, es una desviación, es una opción, es una enfermedad, no lo es, debe castigarse, debe tolerarse, es cuestión de curación, es cuestión de conversión, debe aceptarse en la comunidad cristiana, debe rechazarse.

2.      La Congregación para la Doctrina de la Fe, en un documento sobre el reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, señala tres diferentes grados: la tolerancia del fenómeno, el reconocimiento legal de tales uniones, y la consideración de equivalencia legal entre las uniones homosexuales y el matrimonio, sin excluir el reconocimiento de la capacidad jurídica para la adopción de hijos. Los homosexuales pueden siempre recurrir al “efectivo reconocimiento de los derechos comunes que tienen en cuanto personas y ciudadanos”, pero “sería una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social”, “conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral”.

3.      Además, la cuestión tiene trascendencia ecuménica. Gene Robinson, el primer prelado que ha declarado su homosexualidad públicamente, es el nuevo obispo anglicano de New Hampshire. Su elección la confirmó la Convención Nacional de Obispos de la Iglesia Anglicana de EE UU el 5 de agosto de 2003. Hay riesgo de cisma.

4.      Veamos algunos datos de historia. En la Roma imperial, los homosexuales son una minoría, pero la sociedad es tolerante. Se dan relaciones homosexuales permanentes y exclusivas. El comienzo de acciones legales contra la conducta homosexual puede situarse en el siglo III d.C., en que se aprueban leyes que regulan distintos aspectos de las relaciones homosexuales, como la violación de menores o los matrimonios entre personas del mismo sexo. Los actos homosexuales que no quedan cubiertos por las leyes particulares en cuestión siguen siendo legales hasta el siglo VI, en que, por  primera vez, el derecho romano prohíbe todo tipo de relación homosexual.

5.      Hasta hace relativamente poco, en la mayor parte de las naciones europeas, la homosexualidad se consideraba un peligro social y se castigaba como delito. Se perseguía más la homosexualidad masculina que la femenina. Sin embargo, en el siglo XX se ha ido dando un mejor conocimiento del fenómeno y una mayor comprensión de la homosexualidad. En nuestra sociedad pluralista, democrática y tolerante, la persona homosexual no es discriminada legalmente por razón de su orientación sexual.

6.      Una minoría de la población es homosexual. Sin embargo, existe un número mucho mayor de personas que, en ciertos momentos de su vida, descubren tendencias o tienen experiencias de tipo homosexual. Se distingue entre tendencias homosexuales y comportamiento de tipo homosexual. Se distingue también entre homosexualidad primaria (irreversible) y bisexualidad. El término bisexualidad indica una estructura ambivalente de la sexualidad, con tendencias tanto homosexuales como heterosexuales. La prevalencia puede variar a lo largo de los diversos periodos de la vida, llegando incluso a la fijación de una u otra forma de sexualidad. Se distingue también entre homosexualidad persistente y transitoria. Por ejemplo, durante la adolescencia sin que luego perdure, o difundida entre jóvenes o adultos que durante años viven en ambientes cerrados en los que sólo tienen contacto con personas del mismo sexo.

7.      En 1968, la Asociación Americana de Psiquiatría consideraba la homosexualidad como un trastorno de la personalidad. Sin embargo, la presión de diversos profesionales y, sobre todo, de diversos colectivos homosexuales norteamericanos logró, no sin controversia, que en 1980 dejara de considerarse así, reservando la categoría homosexualidad egodistónica para diagnosticar a aquellas personas cuya orientación sexual les producía un profundo y marcado malestar. En 1987 se dio un paso más al eliminar incluso el término citado como posibilidad diagnóstica. La única mención sobre el tema que aparece en los manuales es la inclusión, entre los ejemplos de trastorno sexual no especificado, del “malestar notable y persistente acerca de la propia orientación sexual”, aunque sin especificar si ese malestar viene determinado por una orientación hetero, homo o bisexual.

8.      El profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York, Luis Rojas, escribe lo siguiente: “La causa exacta de la homosexualidad aún no se conoce. Cada día, sin embargo, más estudios científicos corroboran la noción de que se trata de una variación innata de los mecanismos biológicos y psicológicos que modulan la atracción romántica entre personas adultas, por lo que está fuera del control del individuo. En concreto, la orientación sexual parece configurarse en el cerebro del feto durante la gestación, mediante los efectos de las hormonas sexuales, andrógenos y estrógenos. Algo que sí sabemos con certeza es que la homosexualidad no es una enfermedad, no se contagia, no es un vicio, no es la consecuencia de tendencias antisociales, ni la secuela de padres ineptos o de una infancia traumática” (El País, 18-10-2003). 

9.      Veamos lo que dice el moralista Bernard Häring en el Diccionario de Teología Moral (1973): “Al partir nosotros de una perspectiva global del concepto de salud y de normalidad, nos sentimos inclinados a sostener que la fijación homosexual ha de considerarse como una situación anormal que es preciso curar en la medida en que sea posible. La homosexualidad, y cualquier otra aberración sexual, que impida a la persona conseguir su plenitud en el amor matrimonial o en una vida célibe equilibrada, constituye una grave rémora y un obstáculo para el desarrollo y alegría normales. El solo hecho de que algún homosexual quiera seguir siéndolo no prueba que, en su caso, no se pueda hablar de enfermedad, pues son numerosos los enfermos que no piden que se les cure”.

10.  La Congregación para la Doctrina de la Fe en su Declaración sobre ciertas cuestiones relativas a la ética sexual (1975) afirma lo siguiente: “En el terreno pastoral es preciso tratar a estos homosexuales con comprensión y animarles con la esperanza de superar sus dificultades personales y su incapacidad para integrarse en la sociedad. Su culpabilidad habrá de ser juzgada con prudencia. Pero no es posible aplicar ningún método pastoral que pudiera justificar moralmente tales actos sobre la base de que serían concordes con la condición de estas personas” (n.8).

11.  El Catecismo de la Iglesia Católica afirma lo siguiente: “La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y de las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (n. 2357).

12.  Bien ¿y qué dice la Biblia? En el Antiguo Testamento se denuncia el pecado de Sodoma, aunque hay que decir que es un caso particular, la violación homosexual que los habitantes de la ciudad cometen contra los huéspedes de Lot (Gn 19,4-5). La relación homosexual es prohibida en el Levítico: No te acostarás con varón como con mujer; es abominación (Lv 18,20); se castiga con la muerte (20,13). En el Evangelio no se aborda directamente el tema. Varios pasajes se refieren al pecado de Sodoma (Mt 10,15;11,23-24;ver 2 P 2,6-8;Jd 6-7) y a los casos de unión ilegal prohibidos en la Ley, uno de ellos la unión homosexual (Mt 19,9;5,32; Hch 15,20.29;Lv 18).

13.  En el ambiente de corrupción del puerto de Corinto, San Pablo denuncia la actitud de quienes dicen “todo me es lícito”: ¡No os engañéis! Ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los invertidos, ni los homosexuales (masculorum concubitores), ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios (1 Co 6,9-10:1 Tm 1,10). Y en el ambiente pluralista de la sociedad romana, San Pablo denuncia la desviación de un mundo que se aparta del Dios verdadero y que no sólo practica, sino que exalta la homosexualidad: Por eso, abandonándolos a sus deseos, los entregó Dios a la inmoralidad, con la que degradan ellos mismos sus propios cuerpos, por haber sustituido ellos al Dios verdadero por uno falso, venerando y dando culto a la criatura en vez de al Creador... por eso los entregó Dios a pasiones infames, pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío (Rm 1,24-27).

14.  La sexualidad es uno de los factores que marcan la personalidad humana,  constituye a las personas como hombres y como mujeres, influyendo decisivamente en su evolución individual y en su inserción social. Como dice  la Escritura, hombre y mujer los creó (Gn 1,27). En la Biblia, la diferencia sexual del hombre y de la mujer aparece vinculada a dos funciones fundamentales. En primer lugar, la ayuda mutua, ordenada a redimir la soledad humana: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a darle una ayuda adecuada (Gn 2,18). En segundo lugar, la fecundidad, ordenada a la transmisión de la vida: Creced y multiplicaos (1,28).

15.  En el Evangelio, Jesús remite al proyecto original de Dios: Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne (Mt 19,5). Jesús suprime las concesiones que hizo Moisés: Si uno se divorcia de su mujer - no hablo de unión ilegal - y se casa con otra, comete adulterio (Mt 19,9; ver Mt 5,32 y Lc 16,18). La expresión unión ilegal (en griego porneia) se refiere a las uniones prohibidas en la Ley, una de ellas la unión homosexual (Lv 18,20). Los discípulos perciben perfectamente la posición de Jesús y la viven como algo que los supera (Mt 19,10). Jesús les dice que entender esto es regalo de Dios (19,11). Y hay cosas más difíciles, hay quienes por el Evangelio renuncian a una vida conyugal (19,12).

16.  Según el proyecto original de Dios, la homosexualidad constituye una desviación, un trastorno profundo de la orientación sexual, en cuanto se dirige a personas del mismo sexo. Su origen permanece oscuro. Pueden concurrir diversos factores: falta de normal evolución sexual, retraso en el desarrollo evolutivo de la personalidad, condicionamientos físicos, psíquicos, familiares, educativos o sociales, hábitos adquiridos. La persona homosexual no debe ser discriminada legalmente. En la valoración moral, se tiene en cuenta el tipo de condicionamiento: hay quienes nacen así, pero también quienes se hacen así. O los hacen así. La persona homosexual debe ser acogida con comprensión y apoyada en la esperanza de superar sus dificultades. Su responsabilidad personal debe ser juzgada con prudencia.

Diálogo sobre la relación homosexual: