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15-2. NO ESTÁ AQUÍ


1. Tras la muerte de Cristo, al tercer día, los discípulos descubren (con sorpresa) que el sepulcro está vacío. De suyo, este hecho no basta para afirmar que Cristo vive. Puede explicarse de otro modo. Como dice María Magdalena: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos donde lo han puesto (Jn 20,2). En realidad, son las apariciones, las numerosas señales que comienzan a producirse (Mc 16,20; Hch 1,3), las que manifiestan a los discípulos que ha resucitado. Unos treinta años después, Pablo recuerda a la comunidad de Corinto el mensaje fundamental del Evangelio: que Cristo murió por los pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció (ver 1 Co 15,3-8). Ahora bien, ?qué sucedió con el cuerpo de Jesús?

2. José de Arimatea, miembro del Sanedrín (Mt 15,43) que no había asentido al consejo y proceder de los demás (Lc 23,51) y que era discípulo de Jesús (Mt 27,57), aunque en secreto por miedo a los judíos (Jn 19,38), tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús (Mc 15,43). Informado por el centurión de que efectivamente había muerto (Mc 15,44), Pilato dio orden de que se le entregase (Mt 27,57). José de Arimatea quería dar una sepultura digna al Señor: Tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro (Mt 27,59-61). Dice San Juan que fue también Nicodemo con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras: Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas (Jn 19,40).

3. El día después, los sumos sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato y le dijeron: "Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando vivía: 'A los tres días resucitaré'. Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos lo roben y digan luego al pueblo: 'Resucitó de entre los muertos' y la última impostura sea peor que la primera". Pilato les dijo: "Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis". Ellos fueron y aseguraron el sepulcro (Mt 27,62-66). Por tanto, el sepulcro y el cuerpo de Jesús quedan bajo el control del Sanedrín y de la guardia que está a sus órdenes.

4. Al día siguiente, al tercer día (ver Mt 20,19), las mujeres fueron al sepulcro a embalsamar el cuerpo de Jesús, lo que en cierto sentido había sido anticipado en la unción de Betania (Jn 12,3-8): Encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían qué pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: ?Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea (Lc 24,1-6). San Marcos habla de un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca (Mc 16,5; ver 9,3) y hace recordar al joven que escapa desnudo de los que intentan prenderle y se quedan sólo con un lienzo (14,51-52).

5. San Mateo dice que un ángel del Señor hizo rodar la piedra: De pronto se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella (Mt 28,2). Lo hace con fuerza, con rapidez, con autoridad. Está transfigurado: su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve (28,3; ver 17,2). Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos (28,4). El ángel dijo a las mujeres: Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado, no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora, id enseguida a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis'. Ya os lo he dicho (28,5-7).

6. San Juan lo dice así: El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: 'Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos donde lo han puesto (Jn 20,1-2). San Juan, que había vivido la muerte de Lázaro y su presencia nueva (resucitada), comienza a ver señales: la piedra está quitada, las vendas en el suelo (desatadas) y el sudario plegado en un lugar aparte (20,7). El discípulo vio y creyó (20,8). Además, está la palabra de dos ángeles de blanco (20,12-13) o del mismo Jesús (20,14-17) a María Magdalena. Y todo sucede al tercer día, como había anunciado.

7. Algunos de la guardia fueron a contar a los sumos sacerdotes lo que había pasado. Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: "Decid: 'Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros dormíamos'. Y si la cosa llega a oidos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos complicaciones". Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa versión entre los judíos (ver Mt 28,11-15).

8. Para los caminantes de Emaús todo había terminado: "Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días, desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar el cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron" (Lc 24,24). Los de Emaús todavía eran necios y torpes de corazón (24,25).

9. Entonces, ?qué pasó con el cuerpo de Jesús? Probablemente, como sucedió en otros casos (por ejemplo, con Elías, 2 R 2,11-12; ver Lc 9,51), la Jerusalén que mata a los profetas (Mt 23,37) le hizo desaparecer, sin dejar rastro. De este modo, se le quitaba un punto de referencia al movimiento profético de Jesús, condenado y crucificado como criminal político (Lc 23,38). Se le quitaron las señales por las que podía ser identificado, como las vendas y el sudario. Pudieron hacerlo sin prisas (dejaron plegado el sudario), lo que se explica bien, si contaban con la cobertura y la complicidad de la guardia. Además, se les acusó a los discípulos de haber robado el cuerpo. Quizá el hecho de que la tumba estuviera vacía tuviera el efecto positivo de evitar la fijación de los discípulos en el sepulcro, abriéndoles a las señales de la presencia nueva, resucitada, de Jesús. No tenían tiempo que perder buscándole entre los muertos, cuando podían ser testigos de que realmente vivía.

10. Quienes conciben la vida futura más allá de la muerte como una reanimación del cadáver, lógicamente han de dejar para el final absoluto de la historia la buena noticia del Evangelio de que los muertos resucitan. Sin embargo, la muerte de Cristo o la nuestra es un paso, sólo un paso, de este mundo al Padre (Jn 13,1). Esto vale también para nosotros: En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros (14,2-3).

11. Para responder a la pregunta de cómo resucitan los muertos, San Pablo utiliza la comparación del grano de trigo que cae en tierra (Jn 12,24): Lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta. Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar...Se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual (1 Co 15,37-44). Utiliza también la comparación de la casa (Jn 14,2): Aunque se desmorone la morada terrestre en que acampamos, sabemos que Dios nos dará una casa eterna en el cielo, no construida por hombres (2 Co 5,1). Sea como sea, para San Pablo el cuerpo resucitado es un cuerpo peculiar, un cuerpo espiritual, una casa construida por Dios.

* Diálogo: ?Cómo nos situamos nosotros ante el sepulcro vacío?