Cortesía de www.comayala.es
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL

 

15-1. METE LA ESPADA EN LA VAINA


1. En el momento tenso y dramático del arresto, dice Jesús a Simón Pedro: Mete la espada en la vaina (Jn 18,10). Puede que sorprenda ver a un discípulo (además, tan significativo) empuñando la espada. Al menos algunos la llevaban. En su opción mesiánica, Jesús renuncia a la violencia, pero no condena el derecho a la legítima defensa. Para comprenderlo mejor, es preciso situar al discípulo de Jesús en su tiempo.

2. En tiempo de Jesús, existía un movimiento de resistencia religiosa y política, el celotismo (en griego zelos, celo). Celosos de la ley, incluso fanáticos, esperan el reino de Dios para un futuro próximo. Entre ellos, los celotas propiamente dichos tienen un programa de reforma radical del culto y del sacerdocio. Y los sicarios (asesinos asalariados) tienen un programa más bien político, encaminado a la expulsión de los romanos y al establecimiento del reino de Israel. Todos ellos quieren provocar el cambio por la fuerza. La agitación judía terminó en la guerra contra los romanos y en la toma de Jerusalén (a.70 d.C.). Los primeros cristianos no hicieron la guerra, se refugiaron al otro lado del Jordán.

3. De Galilea, el distrito (en hebreo, galil) de los gentiles, surgían los movimientos revolucionarios que tanto inquietaban a los romanos. Los galileos habían "combatido siempre cualquier invasión hostil" y estaban "desde la infancia acostumbrados a la guerra" (F.Josefo, Guerra judía,3,41). Los romanos "veían" celotas por todas partes. Así el tribuno de Jerusalén descubre que Pablo no es el egipcio que ha amotinado y llevado al desierto a 4.000 sicarios (Hch 21,38). Por su parte, el rabino Gamaliel (5,34ss) cree que el caso de los discípulos de Jesús puede ser distinto del caso de los jefes celotas, Teudas y Judas el Galileo, cuyo levantamiento fue ahogado en sangre.

4. En nuestro tiempo, grupos vinculados a la lucha social y política contra las instituciones existentes hacen de Jesús un celota, un revolucionario, un guerrillero. Y también grupos conservadores le hacen defensor del orden establecido. Sin embargo, no se puede simplificar tan fácilmente la cuestión. La realidad es más compleja. Los evangelios contienen rasgos que acercan y rasgos que separan a Jesús de los celotas. Quienes quieran interpretar seriamente los evangelios, han de explicar la presencia de unos rasgos y otros, considerando "la posibilidad de que, sin caer en contradicción, la actitud de Jesús respecto a las instituciones de este mundo tuviera que ser compleja" (O.Cullmann).

5. Los rasgos que acercan a Jesús a los celotas son éstos: su anuncio del reino de Dios (Mc 1,15;ver Hch 1,1-11); su denuncia de la injusticia social (Lc 6,24); su postura crítica frente a Herodes (Lc 13,32) y frente a los reyes de la tierra, que dominan como señores absolutos y se hacen llamar bienhechores (Lc 22,25); ciertas frases sobre llevar la espada (Lc 22,36); la vida y la actividad de Jesús, a quien la gente quiere hacer rey (Jn 6,15); entre los doce, hay uno (Simón) llamado "el celota" (Lc 6,15 y Hch 1,13;en Mc 3,19 y Mt 10,4 se le llama "cananeo", de la raíz hebrea qana, celo); otro, Judas Iscariote, tiene un apodo que parece una deformación de sicariote; y está Simón Pedro, que lleva una espada; el celo del templo, que está manchado y necesita ser purificado (Jn 2,17); el que los romanos condenaran a Jesús como agitador celota, según el letrero de la cruz (Jn 19,19).

6. Los rasgos que separan a Jesús de los celotas son: su concepción del reino, que viene de Dios: la semilla del reino crece por sí sola (Mc 4,28); sus palabras sobre la no violencia y la invitación a no devolver mal por mal (Mt 5,39ss); el amor a los enemigos (5,44); la bienaventuranza concedida a los pacíficos (5,9); el elogio de la fe del centurión (8,10); el que admitiera entre los suyos a Mateo "el publicano" y comiera con estos representantes del orden establecido (9,9-13); la llamada a la conversión para no perecer como los galileos, cuya sangre mezcló Pilato con la de sus sacrificios (Lc 13,1-5); la evasiva ante la cuestión del impuesto del César (Mc 12,13-17); el rechazo de una concepción política de su misión, como la gran tentación (Mt 4,9); la entrada en Jerusalén en un asno (Za 9,9), simbolizando su misión pacífica; la consideración de Jesús como leño verde a diferencia del leño seco (Lc 23,28ss); la declaración de que su reino no es de este mundo (Jn 18,36).

7. Los celotas no encuentran en Jesús promesas de triunfo, sino (de forma velada) palabras de crítica: entregan a los suyos a ser degollados por los romanos, como les sucedió a los galileos (Lc 13,3); ven venir al lobo y huyen; son asalariados a quienes no importan las ovejas; no entran por la puerta, escalan por otra parte; son ladrones y salteadores, roban, matan y destruyen (Jn 10,1-21; ver Is 11,6;65,25;Hch 20,29). Jesús, el profeta galileo (Mt 21,11), no quiere que se le confunda con los que han venido delante de él (Jn 10,8).

8. Ciertamente, la purificación del templo molesta a los defensores del orden existente, pero no es un acto celota. A la manera de los profetas, Cristo anuncia la destrucción del templo (Mc 13,2) y es centinela de la espada que viene (Ez 33,1-6). Pero los adversarios deformaron sus palabras: Destruid este templo y yo lo reedificaré en tres días...Pero él hablaba del templo de su cuerpo (Jn 2,19-21; ver Mc 14,58). Por otro lado, Jesús respeta el marco del templo (Mt 5,23), como respeta la tradición (Mt 23,3). Ahora bien, descarta los elementos que impiden realizar la voluntad de Dios: Habéis oido que se dijo...pues yo os digo. Del mismo modo, Jesús respeta la misión de Israel (Mt 10,6), pero no identifica el reino de Israel y el reino de Dios. Ante los samaritanos y los paganos mantiene una postura abierta: Vendrán muchos de oriente y occidente (8,11).

9. Jesús denuncia la injusticia social del orden establecido, una de las preocupaciones de los celotas: Ay de vosotros los ricos! (Lc 6,24). Proclama bienaventurados a los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos (6,20). La parábola del rico y del pobre Lázaro (Lc 16,19ss) denuncia las grandes diferencias sociales; igualmente, la parábola del que acumula riquezas (Lc 12,16-21). Pero Jesús no se impone por la fuerza, llama a la conversión. La cuestión social se resolvería por sí misma, si cada cual se convirtiera. Tal es el caso de Zaqueo, jefe de publicanos, que da la mitad a los pobres (Lc 19,2ss). Los primeros cristianos comparten los bienes no de forma obligatoria, sino decidida libremente (Hch 4,36ss;5,4).

10. Los sumos sacerdotes y los fariseos decidieron denunciar a Jesús: "Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación" (Jn 11,48). Para ellos, el movimiento popular en favor de Jesús tomaba dimensiones inquietantes. Pilato condena a Jesús como rebelde político, como celota. Sin embargo, suelta a Barrabás, el cual ciertamente lo era (Mc 15,7). Jesús sufrió la pena de muerte romana, la crucifixión, y el letrero de la cruz indicaba el motivo de la condena: el intento celota de hacerse rey de Israel. Sin embargo, Jesús evitó la estrategia de la multitud, cuando quería proclamarle rey (Jn 6,15). A pesar de una cierta simpatía por determinados aspectos (Mt 11,12), jamás se adhirió al movimiento celota.

11. Ante el final, Jesús prepara a los suyos para lo que se avecina: El que no tenga espada, venda su túnica y compre una espada (Lc 22,36). Los discípulos le dicen: Aquí hay dos espadas, a lo cual responde Jesús, como cortando la conversación: Basta. En el momento del arresto, llega un grupo con espadas y palos (Mc 14,43). Los discípulos le preguntan: Herimos a espada? Cuando la saca uno (Pedro) y hiere al siervo del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja, le dice Jesús: Vuelve la espada a su sitio, porque todos los que empuñan espada a espada perecerán (Mt 26,52;Ex 29,20). Jesús cura al herido (Lc 22,51) y salva al discípulo (Jn 18,8). Dice también: La copa que me ha dado el Padre no la voy a beber? (18,11), o piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles? (Mt 26,52), todos los días me sentaba en el templo para enseñar, y no me detuvísteis (26,55), pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas (Lc 22,53). Jesús es detenido de noche. Mientras andaba en público (Jn 11,54), durante el día, le protegía la gente (Mc 12,12). Pero Judas, el traidor, conocía bien los movimientos de Jesús (Jn 18,2).

* Diálogo: Sobre la renuncia a la violencia y el derecho a la legítima defensa.