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1-1-2. LOS COJOS ANDAN


1. En la evangelización de Jesús se cumplen las señales esperadas, lo que parecía impensable, lo que anunciaron los profetas. Veamos qué sucede en esa casa llena de discípulos, donde se cumple una de esas señales: Los cojos andan (Mt 11,5). Si acogemos el pasaje del paralítico (Mc 2,1-12) como esquema de evangelización, como catequesis, podemos descubrir cómo nos situamos nosotros ante Jesús, dónde estamos. Al propio tiempo, podemos reconocer aquí constantes vitales del proceso de evangelización, válidas para todo tiempo.

2. Días después, Jesús entró de nuevo en Cafarnaúm y corrió la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio. Jesús les anunciaba la Palabra. En situación de desplazamiento continuo, Jesús entra de nuevo en Cafarnaúm. No se ha anunciado con anticipación: Corrió la voz de que estaba en casa. Una atracción especial provoca su persona y su misión.

3. El lugar de evangelización es una casa, un medio pobre y sencillo, pero con gran fuerza de penetración en la sociedad. De una forma especial, por este medio (por las casas) se difunde el movimiento de Jesús y la Iglesia naciente. La casa está llena de discípulos. En ese grupo de discípulos reunidos vemos algo fundamental para la difusión del Evangelio: una comunidad en ciernes.

4. Algo especial tiene que pasar en esa casa donde se agolpa la gente y donde no cabe nadie más. La clave es esta: Jesús les anunciaba la Palabra. Lo hace de modo diferente, ¡tan distinto de las prácticas a las que la gente está acostumbrada! Se subraya el asombro a causa del contraste de la enseñanza de Jesús con la de los escribas. Jesús enseña como quien tiene autoridad, y no como los escribas (Mc 1,22). Lleva en su persona la presencia misma del Reino de Dios. La experiencia de fe está, finalmente, al alcance de la mano.

5. Y le vienen a traer un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. El paralítico (fuera cual fuera su parálisis) se encuentra en una situación en la que no puede dar un paso. Pero ha oído hablar de Jesús y de sus señales. Y cuenta además con la ayuda de unos creyentes, que lo acompañan, soportan su peso y le conducen a esa casa, donde un numeroso grupo de discípulos escucha la Palabra. San Ambrosio comenta así la función de los camilleros: Cada enfermo ha de recurrir a intercesores que piden para él la salud: gracias a ellos los huesos dislocados de nuestra vida y la cojera de nuestras acciones serán restauradas por el remedio de la palabra celestial (Sobre el Evangelio de San Lucas, V,10).

6. Desde que Abraham se puso en camino siguiendo la llamada de Dios (Gn 12,1-5), comenzó una inmensa aventura, en la que el gran problema consiste en reconocer los caminos de Dios y seguirlos. Caminos desconcertantes, porque sus caminos no coinciden con los nuestros (Is 55,8), pero que conducen a realizaciones maravillosas. El éxodo es de todo ello el ejemplo típico. Dios mismo se pone al frente para abrir camino. El mar no le detiene: Por el mar iba tu camino, por las inmensas aguas tu sendero (Sal 77,20).

7. En adelante, el pueblo debe seguir siempre los caminos del Señor (Sal 18,22). Cuando lo olvida y sigue las prácticas idolátricas de sus contemporáneos, se levanta la palabra profética, que denuncia e interpela: ¿Hasta cuándo vais a estar cojeando con los dos pies? Si el Señor es vuestro Dios, seguidle; si Baal, seguid a este (1 R 18,21).

8. Jesús, el nuevo Moisés, es el guía que nos conduce a un nuevo éxodo. Nos llama a seguirle (Mt 4,19). En los Hechos de los Apóstoles se llama al cristianismo naciente el camino (Hch 9,2). Los primeros cristianos tienen conciencia de haber encontrado el camino, que no es ya una ley, sino una persona. Lo dijo Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6).

9. Los camilleros superan las dificultades que salen al paso, pasan por encima de todos y por encima de todo, le meten por el techo y le ponen en medio. El grupo que allí se reúne es un grupo abierto: cabe el paralítico, que acaba de llegar y además pasa a ocupar el centro de la reunión.

10. El paralítico, por su parte, tiene una conversión inicial: ha oido hablar de las señales que realiza Jesús, se deja llevar por los camilleros, entra en el grupo de discípulos que escuchan la Palabra, pasa de lo individual a lo comunitario, comienza a escuchar. No puede dar un paso por el camino del Evangelio, pero tiene conversión inicial y, además, un grupo de creyentes que le acompaña.

11. El Concilio Vaticano II valora así la conversión inicial: Esta conversión hay que considerarla ciertamente inicial, pero suficiente para que el hombre perciba que, arrancado del pecado, es introducido en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación personal con El en Cristo. Puesto que, por la acción de la gracia de Dios, el nuevo convertido emprende un camino espiritual...pasa del hombre viejo al nuevo hombre perfecto en Cristo. Trayendo consigo este tránsito un cambio progresivo de sentimientos y de costumbres, debe manifestarse con sus consecuencias sociales y desarrollarse paulatinamente durante el catecumenado. Siendo el Señor, al que se confía, blanco de contradicción, el convertido sentirá con frecuencia rupturas y separaciones, pero también gozos que Dios concede sin medida (AG 13).

13. Viendo Jesús la fe de ellos, con esta garantía, le anuncia al paralítico el perdón, la amnistía, la justificación: Tus pecados te son perdonados. A la conversión inicial del paralítico responde Jesús con el perdón total, con la buena noticia del perdón de parte de Dios. Se le viene a decir: Dios no tiene nada contra tí. Dios te ama.

14. La evangelización de Jesús no se realiza a puerta cerrada, es abierta. En ella cabe también la oposición del fariseo infiltrado. Más aún, dicha oposición provoca habitualmente una dinámica viva y una respuesta clarificadora. La reacción farisea no se hace esperar. Jesús la percibe ya en el fondo de los corazones: ¿Por qué habla este así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Lo que escandaliza al fariseo no es sólo la mentalidad de proceso que aplica Jesús al valorar la conversión inicial del paralítico y la función de quienes le acompañan. No es sólo la desproporción gratuita propia del Evangelio, que a la conversión inicial responde con el perdón total. Es el hecho mismo de perdonar en nombre de Dios. Según ellos, Jesús no proclama la Palabra de Dios, sino que blasfema.

15. La señal de que Jesús no perdona arbitrariamente ni usurpa el puesto de Dios es esta: el paralítico comienza a andar. Una de las señales esperadas: Saltará el cojo como ciervo (Is 35,6). Si el paralítico comienza a andar, entonces es Dios mismo el que actúa y el que perdona en la evangelización de Jesús. La señal es percibida y celebrada por todos: Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaron todos asombrados y glorificaban a Dios diciendo: Jamás vimos cosa igual..

* Para el discernimiento personal y de grupo: ¿Cómo me sitúo yo ante Jesús? ¿Por qué?

-Fuera de casa

-Dentro, escuchando la Palabra

-Como paralítico

-Como camillero

-Me siento perdonado

-Con escándalo farisaico

-Andando

-Dando gloria a Dios