CONGREGACION PARA EL CLERO

DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS



QUINTA PARTE

Capítulo III

Lugares y vías de catequesis
La comunidad cristiana como hogar de catequesis
La familia como ámbito o medio de crecimiento en la fe
El catecumenado bautismal de adultos
La parroquia como ámbito de catequesis
La escuela católica
Asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles
Las comunidades eclesiales de base


CAPITULO III

Lugares y vías de catequesis

La comunidad cristiana como hogar de catequesis (156)

253. La comunidad cristiana es la realización histórica del don de la « comunión » (koinonia), (157) que es un fruto del Espíritu Santo. La « comunión » expresa el núcleo profundo de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, que constituyen la comunidad cristiana referencial. Esta se hace cercana y se visibiliza en la rica variedad de las comunidades cristianas inmediatas, en las que los cristianos nacen a la fe, se educan en ella y la viven: la familia, la parroquia, la escuela católica, las asociaciones y movimientos cristianos, las comunidades eclesiales de base... Ellas son los « lugares » de la catequesis, es decir, los espacios comunitarios donde la catequesis de inspiración catecumenal y la catequesis permanente se realizan. (158)

254. La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del Evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo. Y es esa misma comunidad la que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en una vida nueva. Ella acompaña a los catecúmenos y catequizandos en su itinerario catequético y, con solicitud maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de fe y les incorpora a su seno. (159) La catequesis siempre es la misma. Pero estos « lugares » (160) de catequización la colorean, cada uno con caracteres originales. Es importante saber cuál es la función de cada uno de ellos en orden a la catequesis.

La familia como ámbito o medio de crecimiento en la fe

255. Los padres de familia son los primeros educadores en la fe. Junto a los padres, sobre todo en determinadas culturas, todos los componentes de la familia tienen una intervención activa en orden a la educación de los miembros más jóvenes. Conviene determinar, de modo más concreto, en qué sentido la comunidad cristiana familiar es « lugar » de catequesis.

La familia ha sido definida como una « Iglesia doméstica », (161) lo que significa que en cada familia cristiana deben reflejarse los diversos aspectos o funciones de la vida de la Iglesia entera: misión, catequesis, testimonio, oración... La familia, en efecto, al igual que la Iglesia, « es un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia ». (162)

La familia como « lugar » de catequesis tiene un carácter único: transmite el Evangelio enraizándolo en el contexto de profundos valores humanos. (163) Sobre esta base humana es más honda la iniciación en la vida cristiana: el despertar al sentido de Dios, los primeros pasos en la oración, la educación de la conciencia moral y la formación en el sentido cristiano del amor humano, concebido como reflejo del amor de Dios Creador y Padre. Se trata, en suma, de una educación cristiana más testimonial que de la instrucción, más ocasional que sistemática, más permanente y cotidiana que estructurada en períodos. En esta catequesis familiar resulta siempre muy importante la aportación de los abuelos. Su sabiduría y su sentido religioso son, muchas veces, decisivos para favorecer un clima verdaderamente cristiano.

El catecumenado bautismal de adultos (164)

256. El catecumenado bautismal es un lugar típico de catequización, institucionalizado por la Iglesia para preparar a los adultos que desean ser cristianos a recibir los sacramentos de la iniciación. (165) En el catecumenado se realiza, en efecto, « esa formación específica que conduce al adulto convertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual ». (166)

La catequesis que se realiza en el catecumenado bautismal está estrechamente vinculada a la comunidad cristiana. (167) Desde el momento de su ingreso en el catecumenado, la Iglesia abraza a los catecúmenos « con cuidado y amor maternal, por estar vinculados a ella: son ya de la casa de Cristo ». (168) Por eso, la comunidad cristiana « debe ayudar a los candidatos y a los catecúmenos durante todo el período de la iniciación: en el precatecumenado, en el catecumenado y en el tiempo de la mistagogia ». (169)

Esta presencia continua de la comunidad cristiana se expresa de varias maneras descritas apropiadamente en el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos. (170)

La parroquia como ámbito de catequesis

257. La parroquia es, sin duda, el lugar más significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana. Ella está llamada a ser una casa de familia, fraternal y acogedora, donde los cristianos se hacen conscientes de ser Pueblo de Dios. (171) La parroquia, en efecto, congrega en la unidad todas las diversidades humanas que en ella se encuentran y las inserta en la universalidad de la Iglesia. (172) Ella es, por otra parte, el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. Constituye, por ello, un espacio comunitario muy adecuado para que el ministerio de la Palabra ejercido en ella sea, al mismo tiempo, enseñanza, educación y experiencia vital.

La parroquia está experimentando hoy, en muchos países, hondas transformaciones. Profundos cambios sociales la están afectando. En las grandes ciudades, « ha sido sacudida por el fenómeno de la urbanización ». (173) No obstante, « la parroquia sigue siendo una referencia importante para el pueblo cristiano, incluso para los no practicantes ». (174) Ella debe continuar siendo todavía la animadora de la catequesis y « su lugar privilegiado », (175) sin dejar por eso de reconocer que, en ciertas ocasiones, la parroquia no puede ser el centro de gravitación de toda la función eclesial de catequizar, y que tiene necesidad de complementarse con otras instituciones.

258. Para que la catequesis alcance toda su eficacia dentro de la misión evangelizadora de la parroquia se requieren algunas condiciones:

a) La catequesis de adultos debe asumir siempre una importancia prioritaria. (176) Se trata de impulsar « una catequesis posbautismal, a modo de catecumenado, que vuelva a proponer algunos elementos del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos, destinados a hacer captar y vivir las inmensas riquezas del bautismo recibido ». (177)

b) Hay que plantearse, con valentía renovada, el anuncio a los alejados y a los que viven en situación de indiferencia religiosa. (178) En este empeño, los encuentros presacramentales (preparación al Matrimonio, al Bautismo y a la primera Comunión de los hijos...) pueden resultar fundamentales. (179)

c) Como referente sólido para la catequesis parroquial se requiere la existencia de un núcleo comunitario compuesto por cristianos maduros, ya iniciados en la fe, a los que se les dispense un tratamiento pastoral adecuado y diferenciado. Este objetivo se podrá alcanzar más fácilmente si se promueve en las parroquias la formación de pequeñas comunidades eclesiales. (180)

d) Si se cumplen en la parroquia las anteriores condiciones, que se refieren principalmente a los adultos, la catequesis destinada a niños, adolescentes y jóvenes, que sigue siendo siempre imprescindible, se beneficiará grandemente.

La escuela católica

259. La escuela católica (181) es un lugar muy relevante para la formación humana y cristiana. La declaración Gravissimum Educationis del Concilio Vaticano II « marca un cambio decisivo en la historia de la escuela católica: el paso de la escuela-institución al de la escuela-comunidad ». (182)

La escuela católica busca, en no menor grado que las demás escuelas, los fines culturales y la formación humana de la juventud. Su nota distintiva es:

– « crear un ambiente de la comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad,

– ayudar a los adolescentes para que, en el desarrollo de la propia persona, crezcan a un tiempo según la nueva criatura que han sido hechos por el bautismo,

– y ordenar últimamente toda la cultura humana según el mensaje de la salvación ». (183)

El proyecto educativo de la escuela católica tiene que elaborarse en base a esta concepción propuesta por el Concilio Vaticano II.

Este proyecto educativo se realiza en la comunidad educativa escolar, de la que forman parte todos los que están directamente comprometidos en ella: « profesores, personal directivo, administrativo y auxiliar; los padres, figura central en cuanto naturales e insustituibles educadores de sus hijos; y los alumnos, copartícipes y responsables como verdaderos protagonistas y sujetos activos del proceso educativo ». (184)

260. Cuando los alumnos de la escuela católica pertenecen mayoritariamente a familias que se vinculan a esta escuela en razón del carácter católico de la misma, el ministerio de la Palabra puede ejercerse allí de múltiples formas: primer anuncio, enseñanza religiosa escolar, catequesis, homilía. Dos de estas formas tienen, sin embargo, en la escuela católica, un particular relieve: la enseñanza religiosa escolar y la catequesis, cuyo respectivo carácter propio ya ha quedado indicado. (185)

Cuando los alumnos y sus familias acuden a la escuela católica por la calidad educativa de la misma, o por otras eventuales circunstancias, la actividad catequética queda necesariamente limitada y la propia enseñanza religiosa —cuando es posible realizarla— se ve obligada a acentuar su carácter cultural. La aportación de este tipo de escuela subsiste siempre: como un « servicio de gran valor a los hombres », (186) y como un elemento interno a la propia evangelización de la Iglesia.

Dada la pluralidad de circunstancias socioculturales y religiosas en que ejerce su labor la escuela católica a través de las naciones, resultará oportuno que los Obispos y las Conferencias Episcopales precisen la modalidad de actividad catequética que corresponde realizar a la escuela católica en los respectivos contextos.

Asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles

261. Las diversas « asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles » (187) que se promueven en la Iglesia particular, tienen como finalidad ayudar a los discípulos de Jesucristo a realizar su misión laical en el mundo y en la misma Iglesia. En estos ámbitos los cristianos se dedican « a la práctica de la vida espiritual, al apostolado, a la caridad y a la asistencia, y a la presencia cristiana en las realidades temporales ». (188)

En todas estas asociaciones y movimientos, para cultivar con hondura estas dimensiones básicas de la vida cristiana, se imparte, de un modo u otro, una necesaria formación: « cada uno con sus propios métodos tiene la posibilidad de ofrecer una formación profundamente injertada en la misma experiencia de vida apostólica, como también la oportunidad de completar, concretar y especificar la formación que sus miembros reciben de otras personas y comunidades ». (189)

La catequesis es siempre una dimensión fundamental en la formación de todo laico. Por eso, estas asociaciones y movimientos tienen ordinariamente « unos tiempos catequéticos ». (190) La catequesis, en efecto, no es una alternativa a la formación cristiana que en ellos se imparte sino una dimensión esencial de la misma.

262. Cuando la catequesis se realiza dentro de estas asociaciones y movimientos, deben ser tenidos en cuenta fundamentalmente algunos aspectos. En particular:

a) Se debe respetar la « naturaleza propia » (191) de la catequesis, tratando de desarrollar toda la riqueza de su concepto, mediante la triple dimensión de palabra, memoria y testimonio (doctrina, celebración y compromiso en la vida). (192) La catequesis, sea cual sea el « lugar » donde se realice, es, ante todo, formación orgánica y básica de la fe. Ha de incluir, por tanto, « un verdadero estudio de la doctrina cristiana » (193) y constituir una seria formación religiosa, « abierta a todas las esferas de la vida cristiana ». (194)

b) Esto no es óbice para que la finalidad propia de cada una de estas asociaciones y movimientos, a partir de propios carismas, pueda expresar, con determinados acentos, una catequesis que deberá permanecer siempre fiel a su carácter propio. La educación en la espiritualidad particular de una asociación o movimiento, de una gran riqueza para la Iglesia, siempre será más propia de un momento posterior al de la formación básica cristiana, que inicia es común a todo cristiano. Antes hay que educar en lo que es común a los miembros de la Iglesia que en lo peculiar o diferenciador.

c) Igualmente hay que afirmar que los movimientos y las asociaciones, por lo que se refiere a la catequesis, no son una alternativa ordinaria a la parroquia, en la medida que ésta es comunidad educativa de referencia propiamente tal. (195)

Las comunidades eclesiales de base

263. Las comunidades eclesiales de base se han difundido grandemente en las últimas décadas. (196) Son grupos cristianos que « nacen de la necesidad de vivir todavía con más intensidad la vida de la Iglesia; o del deseo y búsqueda de una dimensión más humana, que difícilmente pueden ofrecer las comunidades eclesiales más grandes... ». (197)

Las comunidades eclesiales de base son « un signo de vitalidad de la Iglesia ». (198) En ellas los discípulos de Cristo se reúnen para una atenta escucha de la Palabra de Dios, para la búsqueda de unas relaciones más fraternas, para celebrar desde la propia vida los misterios cristianos y para asumir el compromiso de transformar la sociedad. Junto a estas dimensiones específicamente cristianas, emergen también importantes valores humanos: la amistad y el reconocimiento personal, el espíritu de corresponsabilidad, la creatividad, la respuesta vocacional, el interés por los problemas del mundo y de la Iglesia. Puede resultar de ello una enriquecedora experiencia comunitaria, « verdadera expresión de comunión e instrumento para edificar una comunión más profunda ». (199)

Para ser auténtica « cada comunidad debe vivir unida a la Iglesia particular y universal, en sincera comunión con los pastores y el magisterio, comprometida en la irradiación misionera y evitando toda forma de cerrazón y de instrumentalización ideológica ». (200)

264. En las comunidades eclesiales de base puede desarrollarse una catequesis muy fecunda:

– El clima fraterno de que se ven dotadas es lugar adecuado para una acción catequizadora integral, siempre que se sepa respetar la naturaleza y el carácter propio de la catequesis.

– Por otra parte, la catequesis da hondura a la vida comunitaria, ya que asegura los fundamentos de la vida cristiana de los fieles. Sin ella las comunidades eclesiales de base difícilmente tendrán solidez.

– Finalmente, la pequeña comunidad es meta adecuada para acoger a los que han terminado un proceso de catequización.


(156) Ver Quinta Parte, cap. 1: « La comunidad cristiana y la responsabilidad de catequizar », donde se habla de la comunidad como responsable de la catequesis. Aquí se contempla como « lugar» de catequización.

(157) Cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Communionis notio, 1: l.c. 838.

(158) Cf MPD 13.

(159) Cf CT 24.

(160) CT 67a. Se trata de una expresión clásica en catequesis. La Exhortación apostólica habla de los «lugares» de la catequesis: (« de locis catecheseos »).

(161) LG 11; cf AA 11; FC 49.

(162) EN 71.

(163) Cf GS 52; FC 37a.

(164) Ver la Primera Parte, cap. 3: « El catecumenado bautismal: estructura y gradualidad ». Aquí se contempla el catecumenado bautismal como « lugar » de catequesis y en relación a la continua presencia de la comunidad en él.

(165) Cf DCG (1971) 130 donde se describe la finalidad del catecumenado bautismal. Cf RICA 4, indica la conexión del catecumenado bautismal con la comunidad cristiana.

(166) MPD 8c.

(167) Cf RICA 4. 41.

(168) RICA 18.

(169) RICA 41.

(170) Cf RICA 41.

(171) Cf CT 67c.

(172) Cf AA 10.

(173) CT 67b.

(174) Ibidem.

(175) Ibidem.

(176) La importancia de la catequesis de adultos ha sido subrayada en CT 43 y en el DCG (1971) 20.

(177) ChL 61.

(178) Cf EN 52.

(179) Cf DCG (1971) 96c.

(180) Es importante constatar cómo Juan Pablo II, en ChL 61, recalca la conveniencia de las pequeñas comunidades eclesiales en el marco de las parroquias, y no como un movimiento paralelo que absorba sus mejores miembros: «Dentro de las parroquias... las pequeñas comunidades eclesiales presentes pueden ser una ayuda notable en la formación de los cristianos, pudiendo hacer más capilar e incisiva la conciencia y la experiencia de la comunión y de la misión eclesial».

(181) Cf Congregación para la Educación católica, La Escuela Católica: l.c.

(182) Cf Congregación para la Educación católica, Dimensión religiosa de la educación en la Escuela

católica, n. 31: l.c.

(183) GE 8.

(184) Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación..., n. 32: l.c.

(185) «El carácter propio y la razón profunda de la escuela católica, el motivo por el cual deberían

preferirla los padres católicos, es precisamente la calidad de la enseñanza religiosa integrada en la educación de los alumnos » (CT 69); cf Primera parte, cap. 2 nn. 73-76.

(186) AG 12b.

(187) Cf CT 70.

(188) CT 70. Se contempla aquí aquellas asociaciones, movimientos o grupos de fieles, en que se

atienden aspectos catequéticos en sus objetivos formativos, pero que no nacen propiamente para constituirse en ámbitos de catequización.

(189) ChL 62.

(190) CT 67.

(191) CT 47b.

(192) Cf CT 47b.

(193) CT 47. En este texto Juan Pablo II se refiere a los diversos grupos de jóvenes: grupos de acción católica, grupos caritativos, grupos de oración, grupos de reflexión cristiana... Pide que no falte en ellos « un verdadero estudio de la doctrina cristiana ». La catequesis es una dimensión que debe siempre darse en la vida apostólica del laicado.

(194) Ct 21.

(195) Cf CT 67 b-c.

(196) Cf EN 58 que indica cómo las comunidades eclesiales de base « florecen un poco por todas partes en la Iglesia ». RM 51 afirma que se trata de « un fenómeno de rápida expansión ».

(197) EN 58c.

(198) RM 51a; cf EN 58f; lc 69.

(199) RM 51c.

(200) Ibidem; cf EN 58; LC 69.