P U E B L A

Capítulo II

Agentes de comunión y participación

2.4. Institutos seculares

En lo que toca específicamente a los Institutos Seculares, es importante recordar que su carisma propio busca responder de modo directo al gran desafío que los actuales cambios culturales están planteando a la Iglesia: dar un paso hacia las formas de vida secularizadas que el mundo urbano -industrial exige, pero evitando que la secularidad se convierta en secularismo.

(Puebla, Conclusiones 774)

El Espíritu ha suscitado en nuestro tiempo este nuevo modo de vida consagrada, que representan los Institutos Seculares, para ayudar de alguna manera, a través de ellos, a resolver la tensión entre apertura real a los valores del mundo moderno (auténtica secularidad cristiana) y la plena y profunda entrega de corazón a Dios (espíritu de la consagración). Al situarse en pleno foco del conflicto, dichos Institutos pueden significar un valioso aporte pastoral para el futuro y ayudar a abrir caminos nuevos de general validez para el Pueblo de Dios.

(Puebla, Conclusiones 775)

Por otro lado, la misma problemática que intentan abordar y su falta de arraigo en una tradición ya probada, los expone más que las otras formas de vida consagrada a las crisis de nuestro tiempo y al contagio del secularismo. Esta esperanza y los riesgos que su modo de vida conlleva, deberán mover al Episcopado latinoamericano a promover y apoyar con especial solicitud su desarrollo.

(Puebla, Conclusiones 776)

3. Laicos

Participación del laico en la vida de la Iglesia y en la misión de ésta en el mundo.

(Puebla, Conclusiones 777)

3.1. Situación

Reconociendo en el seno de la Iglesia latinoamericana una toma de conciencia creciente de la necesidad de la presencia de los laicos en la misión evangelizadora, estimulamos a tantos laicos, que mediante su testimonio de entrega cristiana contribuyen al cumplimiento de la tarea evangelizadora y a presentar el rostro de una Iglesia comprometida en la promoción de la justicia en nuestros pueblos.

(Puebla, Conclusiones 777)

En la actual situación del continente, interpela particularmente a los laicos la configuración que van tomando los sistemas y estructuras que, a consecuencia del proceso desigual de industrialización, urbanización y transformación cultural, ahondan las diferencias socio -económicas, afectando principalmente a las masas populares, con fenómenos de opresión y marginación crecientes.

(Puebla, Conclusiones 778)

La Iglesia de América Latina después del Concilio y Medellín, en el esfuerzo de aceptar los desafíos, en su conjunto ha tenido experiencias positivas y avances, según lo dijimos en el n. 10ss, y ha sufrido dificultades y crisis (véase nn. 16 -27).

(Puebla, Conclusiones 779)

Hay crisis que han afectado, naturalmente, al laicado latinoamericano y, en especial, al laicado organizado, que sufrió no sólo los embates de la conflictividad de la propia sociedad- represiones de los grupos de poder-, sino también los producidos por una fuerte ideologización, por desconfianzas mutuas y en las instituciones que llevaron, incluso, a dolorosas rupturas de los movimientos laicos entre sí y con los pastores.

(Puebla, Conclusiones 780)

Hoy, sin embargo, vemos otro aspecto de la crisis en sus consecuencias positivas: la progresiva ganancia en serenidad, madurez y realismo que se manifiesta en confesadas aspiraciones por promover en la Iglesia estructuras de diálogo, de participación y de acción pastoral de conjunto, expresiones de una mayor conciencia de pertenencia a la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 781)

Este optimismo, creciente en los movimientos laicos, no desconoce, por otra parte, las tensiones que persisten, tanto a nivel de la comprensión del sentido del compromiso laico hoy en América Latina, como de una apropiada inserción en la acción eclesial.

(Puebla, Conclusiones 782)

Mientras estas tensiones afectan principalmente a quienes participan en movimientos laicos, grandes sectores del laicado latinoamericano no han tomado conciencia plena de su pertenencia a la Iglesia y viven afectados por la incoherencia entre la fe que dicen profesar y practicar y el compromiso real que asumen en la sociedad. Divorcio entre fe y vida agudizado por el secularismo y por un sistema que antepone el tener más al ser más.

(Puebla, Conclusiones 783)

Asimismo, la efectiva promoción del laicado se ve impedida muchas veces por la persistencia de cierta mentalidad clerical en numerosos agentes pastorales, clérigos e incluso laicos.

(Puebla, Conclusiones 784)

Este contexto social y eclesial, así descrito, ha dificultado la participación activa y responsable de los laicos en campos tan importantes como el político, el social y el cultural, particularmente en los sectores obreros y campesinos.

(Puebla, Conclusiones 785)

3.2. Reflexión doctrinal

El laico en la Iglesia y en el mundo

La misión del laico encuentra su raíz y significación en su ser más profundo, que el Concilio Vaticano II se preocupó de subrayar, en algunos de sus documentos:

- El bautismo y la confirmación lo incorporan a Cristo y lo hacen miembro de la Iglesia;

- participa, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo y la ejerce en su condición propia;

- la fidelidad y la coherencia con las riquezas y exigencias de su ser le dan su identidad de hombre de Iglesia en el corazón del mundo y de hombre del mundo en el corazón de la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 786)

En efecto, el laico se ubica, por su vocación, en la Iglesia y en el mundo. Miembro de la Iglesia, fiel a Cristo, está comprometido en la construcción del Reino en su dimensión temporal.

(Puebla, Conclusiones 787)

En profunda comunicación con sus hermanos laicos y con los Pastores, en los cuales ve a sus maestros en la fe, el laico contribuye a construir la Iglesia como comunidad de fe, de oración, de caridad fraterna, y lo hace por la catequesis, por la vida sacramental, por la ayuda a los hermanos.

De allí la multiplicidad de formas de apostolado cada una de las cuales pone énfasis en algunos de los aspectos mencionados.

(Puebla, Conclusiones 788)

Pero es en el mundo donde el laico encuentra su campo específico de acción. Por el testimonio de su vida, por su palabra oportuna y por su acción concreta, el laico tiene la responsabilidad de ordenar las realidades temporales para ponerlas al servicio de la instauración del Reino de Dios.

(Puebla, Conclusiones 789)

En el vasto y complicado mundo de las realidades temporales, algunas exigen especial atención de los laicos: la familia, la educación, las comunicaciones sociales.

(Puebla, Conclusiones 790)

Entre estas realidades temporales no se puede dejar de subrayar con especial énfasis la actividad política. ésta abarca un amplio campo, desde la acción de votar, pasando por la militancia y el liderazgo en algún partido político, hasta el ejercicio de cargos públicos en distintos niveles.

(Puebla, Conclusiones 791)

En todos los casos, el laico deberá buscar y promover el bien común en defensa de la dignidad del hombre y de sus derechos inalienables en la protección de los más débiles y necesitados, en la construcción de la paz, de la libertad, de la justicia; en la creación de estructuras más justas y fraternas.

(Puebla, Conclusiones 792)

En consecuencia, en nuestro continente latinoamericano, marcado por agudos problemas de injusticia que se han agravado, los laicos no pueden eximirse de un serio compromiso en la promoción de la justicia y del bien común, iluminados siempre por la fe y guiados por el Evangelio y por la Doctrina Social de la Iglesia, pero orientados a la vez por la inteligencia y la aptitud para la acción eficaz. «Para el cristiano no basta la denuncia de las injusticias, a él se le pide ser en verdad testigo y agente de la justicia» (Juan Pablo II, Alocución obreros de Guadalajara 2: AAS 71 p. 223).

(Puebla, Conclusiones 793)

En la medida en que crece la participación de los laicos en la vida de la Iglesia y en la misión de ésta en el mundo, se hace también más urgente la necesidad de su sólida formación humana en general, formación doctrinal, social, apostólica. Los laicos tienen el derecho de recibirla primordialmente en sus mismos movimientos y asociaciones, pero también en institutos adecuados y en el contacto con sus Pastores.

(Puebla, Conclusiones 794)

Por otra parte, el laico debe aportar al conjunto de la Iglesia su experiencia de participación en los problemas, desafíos y urgencias de su «mundo secular»- de personas, familias, grupos sociales y pueblos- para que la Evangelización eclesial arraigue con vigor. En ese sentido, será aporte precioso del laico por su experiencia de vida, su competencia profesional, científica y laboral, su inteligencia cristiana, cuanto pueda contribuir para el desarrollo, estudio e investigación de la Enseñanza Social de la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 795)

Un aspecto importante de esta formación es el que concierne a la profundización en una espiritualidad más apropiada a su condición de laico. Dimensiones esenciales de este espiritualidad son, entre otras, las siguientes:

(Puebla, Conclusiones 796)

- que el laico no huya de las realidades temporales para buscar a Dios, sino persevere, presente y activo, en medio de ellas y allí encuentre al Señor;

- dé a tal presencia y actividad una inspiración de fe y un sentido de caridad cristiana;

(Puebla, Conclusiones 797)

- por la luz de la fe, descubra en esa realidad la presencia del Señor;

- en medio de su misión, a menudo conflictiva y llena de tensiones para su fe, busque renovar su identidad cristiana en el contacto con la Palabra de Dios, en la intimidad con el Señor por la Eucaristía, en los Sacramentos y en la oración.

(Puebla, Conclusiones 798)

Tal espiritualidad deberá ser capaz de dar a la Iglesia y al mundo «Cristianos con vocación de santidad, sólidos en su fe, seguros en la doctrina propuesta por el Magisterio auténtico, firmes y activos en la Iglesia, cimentados en una densa vida espiritual... perseverantes en el testimonio y acción evangélica, coherentes y valientes en sus compromisos temporales, constantes promotores de paz y justicia contra violencia u opresión, agudos en el discernimiento crítico de las situaciones e ideologías a la luz de las enseñanzas sociales de la Iglesia, confiados en la esperanza en el Señor» (Juan Pablo II, Alocución laicos 6: AAS 71 p. 216).

(Puebla, Conclusiones 799)

El laico organizado

Expresamos nuestra confianza y estímulo decidido a las formas organizadas del apostolado de los laicos porque:

(Puebla, Conclusiones 800)

- La organización es signo de comunión y participación en la vida de la Iglesia; permite la transmisión y crecimiento de las experiencias y la permanente formación y capacitación de sus miembros.

(Puebla, Conclusiones 801)

- El apostolado exige muchas veces una acción común, tanto en las comunidades de la Iglesia como en los diversos ambientes.

(Puebla, Conclusiones 802)

- En una sociedad que se estructura y planifica cada vez más, la eficacia de la actividad apostólica depende también de la organización.

(Puebla, Conclusiones 803)

Ministerios diversificados

Para el cumplimiento de su misión, la Iglesia cuenta con diversidad de ministerios. Al lado de los ministerios jerárquicos, la Iglesia reconoce un puesto a ministerios sin orden sagrado. Por tanto, también los laicos pueden sentirse llamados o ser llamados a colaborar con sus pastores en el servicio a la comunidad eclesial, para el crecimiento y vida de ésta, ejerciendo ministerios diversos según la gracia y los carismas que el Señor quiere concederles.

(Puebla, Conclusiones 804)

Los ministerios que pueden conferirse a laicos son aquellos servicios referentes a aspectos realmente importantes de la vida eclesial (v. gr. en el plano de la Palabra, de la Liturgia o de la conducción de la comunidad), ejercidos por laicos con estabilidad y que han sido reconocidos públicamente y confiados por quien tiene la responsabilidad en la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 805)

3.3. Criterios pastorales

Criterios que orientan al laicado organizado en la pastoral de conjunto

Una renovada pastoral del laicado organizado exige:

a) vitalidad misionera para descubrir con iniciativa y audacia nuevos campos para la acción evangelizadora de la Iglesia;

b) apertura para la coordinación con organizaciones y movimientos, teniendo en cuenta que ninguno de ellos posee la exclusividad de la acción de la Iglesia;

c) canales permanentes y sistemáticos de formación doctrinal y espiritual con actualización de contenidos y pedagogía adecuada.

(Puebla, Conclusiones 806)

La diversidad de formas organizadas del apostolado seglar exige su presencia y participación en la pastoral de conjunto, tanto por la naturaleza misma de la Iglesia, misterio de comunión de diversos miembros y ministerios, como por la eficacia de la acción pastoral con la participación coordinada de todos.

(Puebla, Conclusiones 807)

Se requiere la participación del laicado no sólo en la fase de ejecución de la pastoral de conjunto, sino también en la planificación y en los mismos organismos de decisión.

(Puebla, Conclusiones 808)

Su inserción en la pastoral de conjunto asegurará la necesaria referencia de las formas organizadas de apostolado laical a la pastoral dirigida a las grandes masas del Pueblo de Dios.

(Puebla, Conclusiones 809)

Las formas organizadas de apostolado laico deben dar a sus miembros ayuda, aliento e iluminación para su compromiso político. Se reconocen, sin embargo, dificultades, a nivel de dirigentes cuando pertenecen a movimientos apostólicos y simultáneamente militan en partidos políticos; dificultades que deberán resolverse con prudencia pastoral teniendo en cuenta el criterio de evitar comprometer su movimiento apostólico con un partido político determinado.

(Puebla, Conclusiones 810)

Criterios pastorales sobre los ministerios

Características sobre los ministerios que pueden recibir los laicos son las siguientes:

(Puebla, Conclusiones 811)

- No clericalizan; quienes los reciben siguen siendo laicos con su misión fundamental de presencia en el mundo;

(Puebla, Conclusiones 811)

- se requiere una vocación o aptitud ratificada por los pastores;

(Puebla, Conclusiones 812)

- se orientan a la vida y al crecimiento de la comunidad eclesial, sin perder de vista el servicio que ésta debe prestar en el mundo;

(Puebla, Conclusiones 813)

- son variados y diversos de acuerdo con los carismas de quienes son llamados y las necesidades de la comunidad; pero esta diversidad debe coordinarse por su relación al ministerio jerárquico.

Conviene evitar los siguientes peligros en el ejercicio de los ministerios:

(Puebla, Conclusiones 814)

a) La tendencia a la clericalización de los laicos o la de reducir el compromiso laical a aquellos que reciben ministerios, dejando de lado la misión fundamental del laico, que es su inserción en las realidades temporales y en sus responsabilidades familiares;

(Puebla, Conclusiones 815)

b) no deben promoverse tales ministerios como estímulo puramente individual fuera de un contexto comunitario;

(Puebla, Conclusiones 816)

c) el ejercicio de ministerios por parte de unos laicos no puede disminuir la participación activa de los demás.

(Puebla, Conclusiones 817)

3.4. Evaluación

Para analizar y evaluar la situación actual y las perspectivas del laicado, es necesario, por una parte, detectar la realidad de la presencia activa en los distintos lugares que configuran la dinámica y, por otra, hacer manifiesta la «calidad» de dicha presencia.

Para este fin, se utiliza un marco de referencia que tiene doble dimensión:

(Puebla, Conclusiones 818)

La primera, que nos permite cuantificar la presencia del laicado, es el crecimiento de los ámbitos funcionales (mundo de la cultura, del trabajo, etc.) frente a los ámbitos territoriales (el barrio, la parroquia, etc.) como consecuencia del proceso de industrialización y urbanización.

(Puebla, Conclusiones 819)

- En el espacio de la «vecindad» (parroquia, barrios), la existencia de numerosos laicos y movimientos de laicos;

(Puebla, Conclusiones 821)

- en el espacio de «apoyo pastoral» (entendido como tal el que reúne los servicios de formación doctrinal del laicado, invitación al compromiso, espiritualidad, etc.) hay una presencia apreciable, pero con deficiencias en los servicios de formación;

(Puebla, Conclusiones 822)

- en el espacio de «construcción de la sociedad» (obreros, campesinos, empresarios, técnicos, políticos, etc.) la presencia es muy débil; casi total la ausencia en el espacio de creación y difusión cultural (intelectuales, artistas, educadores, estudiantes y comunicadores sociales).

Bajo la segunda dimensión se observa:

(Puebla, Conclusiones 823)

- La persistencia de laicos y movimientos laicales que no han asumido suficientemente la dimensión social de su compromiso, tanto por aferrarse a sus intereses económicos y de poder, como por una deficiente comprensión y aceptación de la enseñanza social de la Iglesia. Se percibe también otros laicos y movimientos de laicos que, por exagerada politización de su compromiso, han vaciado su apostolado de esenciales dimensiones evangelizadoras;

(Puebla, Conclusiones 824)

- la existencia de movimientos laicos que se distorsionan por una excesiva dependencia de las iniciativas de la jerarquía y también de los que confieren a su autonomía un grado tal, que se desprenden de la comunidad eclesial.

(Puebla, Conclusiones 825)

Finalmente, resulta de particular gravedad el hecho de un insuficiente esfuerzo en el discernimiento de las causas y condicionamientos de la realidad social y en especial sobre los instrumentos y medios para una transformación de la sociedad. Esto es necesario como iluminación de la acción de los cristianos para evitar tanto la asimilación acrítica de ideologías como un espiritualismo de evasión. Además, así se hace factible descubrir caminos para la acción, superada la mera denuncia.

(Puebla, Conclusiones 826)

3.5. Conclusiones

Hacemos un llamado urgente a los laicos a comprometerse en la misión evangelizadora de la Iglesia, en la que la promoción de la justicia es parte integrante e indispensable y la que más directamente corresponde al quehacer laical, siempre en comunión con los pastores.

(Puebla, Conclusiones 827)

Exhortamos a una presencia organizada del laicado en los diversos espacios pastorales, lo cual supone la integración y coordinación de los distintos movimientos y servicios dentro de un plan de pastoral orgánica del sector laico.

(Puebla, Conclusiones 828)

Invitamos a tener en especial consideración al laicado organizado en orden a la acción eclesial, prestándole la adecuada atención pastoral y el debido aprecio de su papel en la pastoral global de la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 829)

En particular adquiere especial importancia la constitución o dinamización de los departamentos diocesanos y nacionales de laicos o de otros órganos de animación y coordinación. Asimismo urge el fortalecimiento de los organismos latinoamericanos de los movimientos laicos con apoyo a la labor que en este sentido viene realizando el Departamento de Laicos del CELAM.

(Puebla, Conclusiones 830)

Igualmente, hacemos resaltar el importante lugar que pueden ocupar los laicos individualmente convocados a prestar servicios en instituciones de Iglesia, particularmente las educativas, los organismos de promoción humana y social y las actividades en zonas de misión.

(Puebla, Conclusiones 831)

Pedimos que se fomenten centros o servicios de formación integral de laicos que pongan adecuado énfasis en una pedagogía activa, completada por una formación sistemática en los fundamentos de la fe y de la enseñanza social de la Iglesia. Asimismo, consideramos los movimientos organizados como instrumentos de formación con sus proyectos, experiencias, planes de trabajo y evaluaciones.

(Puebla, Conclusiones 832)

En América Latina, sobre todo en aquellas regiones donde los ministerios jerárquicos no están suficientemente provistos, foméntese bajo la responsabilidad de la Jerarquía también una especial creatividad en el establecimiento de ministerios o servicios que pueden ser ejercidos por laicos, de acuerdo con las necesidades de la evangelización. Especial cuidado debe ponerse en la formación adecuada de los candidatos.

(Puebla, Conclusiones 833)

3.6. La mujer

Aunque en varias partes del Documento se habla de la mujer, como religiosa, en el hogar, etc., aquí la consideramos en su aporte concreto a la evangelización en el presente y en el futuro de América Latina.

(Puebla, Conclusiones 834)

Situación

A la conocida marginación de la mujer consecuencia de atavismos culturales (prepotencia del varón, salarios desiguales, educación deficiente, etc.) que se manifiesta en su ausencia casi total de la vida política, económica y cultural, se agregan nuevas formas de marginación en una sociedad consumista y hedonista. Así se llega al extremo de transformarla en objeto de consumo, disfrazando su explotación bajo el pretexto de evolución de los tiempos (por la publicidad, el erotismo, la pornografía, etc.).

(Puebla, Conclusiones 834)

En muchos de nuestros países, sea por la situación económica agobiante, sea por la crisis moral acentuada, la prostitución femenina se ha incrementado.

(Puebla, Conclusiones 835)

En el sector laboral se comprueba el incumplimiento o la evasión de las leyes que protegen a la mujer. Frente a esta situación, las mujeres no siempre están organizadas para exigir el respeto a sus derechos.

(Puebla, Conclusiones 836)

En las familias, la mujer se ve recargada además de las tareas domésticas por el trabajo profesional, y en no pocos casos, debe asumir todas las responsabilidades, por el abandono del hogar por parte del varón.

(Puebla, Conclusiones 837)

También se debe considerar la situación lamentable de las empleadas domésticas, por el maltrato y la explotación que sufren con frecuencia por parte de sus patronos.

(Puebla, Conclusiones 838)

En la misma Iglesia, a veces, se ha dado una insuficiente valorización de la mujer y una escasa participación suya a nivel de las iniciativas pastorales.

(Puebla, Conclusiones 839)

Sin embargo, deben destacarse, como signos positivos, el lento pero creciente ingreso de la mujer en tareas de la construcción de la sociedad, el resurgimiento de las organizaciones femeninas que trabajan por lograr la promoción e incorporación de la mujer en todos los ámbitos.

(Puebla, Conclusiones 840)

Reflexión

Igualdad y dignidad de la mujer.- La mujer como el hombre es imagen de Dios. «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó» (Gén 1, 27). La tarea de dominar al mundo, de continuar con la obra de la creación, de ser con Dios co -creadores, corresponde, pues, a la mujer, tanto como al hombre.

(Puebla, Conclusiones 841)

Misión de la mujer en la Iglesia.- Ya en el Antiguo Testamento encontramos mujeres que tuvieron papeles relevantes en el Pueblo de Dios, como María la hermana de Moisés, Ana, las profetisas Débora y Julda, Ruth, Judith y otras.

(Puebla, Conclusiones 842)

En la Iglesia, la mujer participa de los dones de Cristo y difunde su testimonio por la vida de fe y de caridad, como la samaritana; como las mujeres que acompañaron y sirvieron con sus bienes al Señor; las mujeres presentes en el Calvario; como las mujeres que, enviadas por el Señor mismo, anuncian a los Apóstoles que él había resucitado; como las mujeres en las primeras comunidades cristianas.

(Puebla, Conclusiones 843)

Pero, sobre todo, como María en la Anunciación, aceptando incondicionalmente la Palabra de Dios; en la Visitación, sirviendo y anunciando la presencia del Señor; en el Magnificat, cantando proféticamente la libertad de los hijos de Dios y el cumplimiento de la promesa; en la Natividad, dando a luz al Verbo de Dios y ofreciéndolo a la adoración de todos los que lo buscan, sean sencillos pastores o sabios venidos de tierras lejanas; en la huida a Egipto, aceptando las consecuencias de la sospecha y de la persecución de que es objeto el Hijo de Dios; ante el comportamiento misterioso y adorable del Señor, guardando todo en su corazón; en una presencia atenta a las necesidades de los hombres, provocando el «signo mesiánico», propiciando la fiesta; en la cruz, fuerte, fiel y abierta a la acogida maternal universal; en la espera ardiente, con toda la Iglesia, de la plenitud del Espíritu; en la Asunción, celebrada en la Liturgia por la Mujer, símbolo de la Iglesia del Apocalipsis.

(Puebla, Conclusiones 844)

La mujer con sus aptitudes propias debe contribuir eficazmente a la misión de la Iglesia, participando en organismos de la planificación y coordinación pastoral, catequesis, etc. La posibilidad de confiar a las mujeres ministerios no ordenados le abrirá nuevos caminos de participación en la vida y misión de la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 845)

Subrayamos el papel fundamental de la mujer como madre, defensora de la vida y educadora del hogar.

(Puebla, Conclusiones 846)

La misión de la mujer en el mundo (comunión y participación, tarea común)

- Las aspiraciones de liberación en nuestros pueblos incorporan la promoción humana de la mujer como auténtico «signo de los tiempos» que se fortalece en la concepción bíblica del señorío del hombre creado «varón y mujer».

(Puebla, Conclusiones 847)

- La mujer debe estar presente en las realidades temporales, aportando su ser propio de mujer para participar con el hombre en la transformación de la sociedad; el valor del trabajo en la mujer no debe ser solamente satisfacción de necesidades económicas, sino instrumento de personalización y construcción de la nueva sociedad.

(Puebla, Conclusiones 848)

Conclusión.- La Iglesia está llamada a contribuir en la promoción humana y cristiana de la mujer ayudándole así a salir de situaciones de marginación en que puede encontrarse y capacitándola para su misión en la comunidad eclesial y en el mundo.

(Puebla, Conclusiones 849)

4. Pastoral vocacional

La pastoral vocacional, deber de toda la Iglesia.

Validez de los Seminarios.

(Puebla, Conclusiones 850)

4.1. Situación

Algunos datos positivos

- Mayor conciencia sobre el problema vocacional y mayor claridad teológica sobre la unidad y diversidad de la vocación cristiana.

- Se han multiplicado con éxito cursos, encuentros, jornadas y congresos.

- Todo ello se ha realizado, la mayoría de las veces, mediante la colaboración entre el clero diocesano, los religiosos, las religiosas y los laicos, en conexión con la pastoral juvenil, los seminarios y las casas de formación.

- Han sido lugares efectivos de pastoral vocacional, en muchos países, los grupos juveniles apostólicos y las comunidades eclesiales de base.

- Existen en muchos países, con fruto visible, el plan nacional y el plan diocesano de pastoral vocacional, según la iniciativa de la Sagrada Congregación para la Educación Católica.

- Hay en los últimos años un sensible aumento de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, aunque todavía insuficiente para las necesidades propias y el deber misionero con otras Iglesias más necesitadas.

- En los laicos se nota también, en los últimos años, una mayor toma de conciencia de su vocación específica.

(Puebla, Conclusiones 850)

Algunos datos negativos

- Acompañamiento insuficiente a los laicos en el descubrimiento y maduración de su propia vocación cristiana.

- Influjo negativo del «medio» progresivamente secularista, consumista y erotizado.

- Múltiples fallas de la familia.

- Marginación grande de las masas.

- Falta de testimonio por parte de algunos sacerdotes y religiosos.

- Desinterés e indiferencia de algunos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos por la pastoral vocacional.

- Desvíos doctrinales.

- Falta de inserción profunda de la pastoral vocacional en la pastoral familiar y educativa y en la pastoral de conjunto.

(Puebla, Conclusiones 851)

4.2. Reflexiones y criterios

Vocación humana, cristiana y cristiana-específica

Dios llama a todos los hombres y a cada hombre a la fe, y por la fe, a ingresar en el pueblo de Dios mediante el Bautismo. Esta llamada por el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, a que seamos pueblo suyo, es llamada a la comunión y participación en la misión y vida de la Iglesia y, por lo tanto, en la Evangelización del mundo.

(Puebla, Conclusiones 852)

No todos, sin embargo, somos enviados a servir y evangelizar desde la misma función. Unos lo hacen como ministros jerárquicos, otros como laicos y otros desde la vida consagrada. Todos, complementariamente, construimos el Reino de Dios en la tierra.

(Puebla, Conclusiones 853)

Todos los cristianos, según el designio divino, debemos realizarnos como hombres- vocación humana- y como cristianos, viviendo nuestro bautismo en lo que tiene de llamada a la santidad (comunión y cooperación con Dios), a ser miembros activos de la Comunidad y a dar testimonio del Reino (comunión y cooperación con los demás)- vocación cristiana-, y debemos descubrir la vocación concreta (laical, de vida consagrada o ministerial jerárquica) que nos permita hacer nuestra aportación específica a la construcción del Reino- vocación cristiana específica-. De este modo, cumpliremos, plena y orgánicamente, nuestra misión evangelizadora.

(Puebla, Conclusiones 854)

Diversidad en la unidad

El ministerio jerárquico (Obispos, Presbíteros y Diáconos) da unidad y autenticidad a todo el servicio eclesial en la gran tarea evangelizadora.

(Puebla, Conclusiones 855)

La Vida Consagrada, en todas sus modalidades, con mención explícita de la contemplativa, es en sí misma, por la radicalidad de su testimonio, «un medio privilegiado de evangelización eficaz» (EN 69).

(Puebla, Conclusiones 856)

El laico con su función especial en el mundo y la sociedad tiene ante sí una ingente tarea evangelizadora en el presente y en el futuro de nuestro continente.

(Puebla, Conclusiones 857)

Por otro lado, el Espíritu Santo está suscitando hoy en la Iglesia diversidad de ministerios ejercidos también por laicos, capaces de rejuvenecer y reforzar el dinamismo evangelizador de la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 858)

Respecto de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, en concreto, hacemos nuestras las palabras de Juan Pablo II: «En la mayoría de vuestros países, no obstante un esperanzador despertar de vocaciones, es un problema grave y crónico... Las vocaciones laicales tan indispensables, no pueden ser una compensación suficiente. Más aún, una de las pruebas del compromiso del laico es la fecundidad en las vocaciones a la vida consagrada» (Juan Pablo II, Discurso inaugural IV b: AAS 71 p. 204). A tal problema debe hacer frente, con optimismo y confianza en Dios, la pastoral vocacional en cada Iglesia local.

(Puebla, Conclusiones 859)

Dios, comunidad e individuo

Situarse ministerial y evangelizadoramente en la Iglesia no es algo que dependa únicamente de la iniciativa personal. Es primordialmente la llamada gratuita de Dios, vocación divina, que debe percibirse, a través de un discernimiento, escuchando al Espíritu Santo y situándose ante el Padre por Cristo y frente a la comunidad concreta e histórica a la que hay que servir. Es también fruto y expresión de la vitalidad y madurez de toda la Comunidad eclesial.

(Puebla, Conclusiones 860)

En consecuencia, una pastoral vocacional auténtica que quiera ayudar al hombre en tal proceso, deberá centrarse en la llamada inicial, en su maduración subsiguiente y en la perseverancia, comprometiendo en este servicio a toda la comunidad.

(Puebla, Conclusiones 861)

La oración en la pastoral vocacional

En el complejo problema vocacional es necesario, en todo momento y a todos los niveles, el recurso ininterrumpido a la oración personal y comunitaria. Es Dios quien llama; es Dios quien da eficacia a la evangelización. El mismo Cristo nos dijo: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad al Dueño de la mies envíe obreros a su mies» (Lc 10, 2).

(Puebla, Conclusiones 862)

Pastoral vocacional ecarnada y diferenciada

Porque la pastoral vocacional es una acción evangelizadora y en orden a la evangelización, misión de la Iglesia, debe ser encarnada y diferenciada. Es decir, debe responder desde la fe a los problemas concretos de cada nación y región y reflejar la unidad y variedad de funciones y servicios de ese cuerpo diversificado cuya cabeza es Cristo.

(Puebla, Conclusiones 863)

América Latina, empeñada hoy en superar su situación de subdesarrollo e injusticia, tentada de ideologías anticristianas y codiciada por guías extremistas y centros de poder, necesita de personas conscientes de su dignidad y responsabilidad histórica y de cristianos celosos de su identidad que, de acuerdo con su compromiso, sean constructores de un «mundo más justo, humano y habitable, que no se cierra en sí mismo, sino que se abre a Dios» (Juan Pablo II, Homilía Santo Domingo 3: AAS 71 p. 157). Cada uno debe hacer esto desde su puesto y función, y todos en comunión y participación. Es el gran reto y servicio de la evangelización presente y futura de nuestro continente y es la gran responsabilidad de nuestra pastoral vocacional. Alabamos ya y respaldamos, sin restricciones, a cuantos trabajan con fe, esperanza y amor en esta línea.

(Puebla, Conclusiones 864)

Ubicación de la Pastoral Vocacional y lugares privilegiados

El período juvenil es período privilegiado, aunque no único, para la opción vocacional. Por ello, toda Pastoral Juvenil debe ser, al mismo tiempo, pastoral vocacional. «Hay que reactivar una intensa acción pastoral que, partiendo de la vocación cristiana en general, de una pastoral juvenil entusiasta, dé a la Iglesia los servidores que necesita» (Juan Pablo II, Discurso inaugural IV b: AAS 71 p. 204).

(Puebla, Conclusiones 865)

La Pastoral Vocacional es dimensión también esencial de la Pastoral Familiar y de la Pastoral Educativa y debe ubicarse prioritariamente en la Pastoral de Conjunto.

(Puebla, Conclusiones 866)

Son lugares privilegiados de la Pastoral Vocacional la Iglesia particular, la parroquia, las comunidades de base, la familia, los movimientos apostólicos, los grupos y movimientos de juventud, los centros educacionales, la catequesis y las obras de vocaciones.

(Puebla, Conclusiones 867)

Debe prestarse igualmente especial atención a aquellos que en edad adulta perciben la llamada del Señor para una vocación cristiana específica.

(Puebla, Conclusiones 868)

4.3. Seminarios

En la mayoría de nuestras Iglesias se ve la necesidad de asegurar una sólida formación humano -cristiana y una especial formación religiosa (OT 3) previa al Seminario Mayor.

(Puebla, Conclusiones 869)

El Seminario Menor, profundamente renovado, debe tratar de responder a esta necesidad y efectivamente ha sido ya en algunos lugares una respuesta positiva a tal problemática; en otros sitios son los centros de capacitación para el Seminario Mayor o las iniciativas afines.

(Puebla, Conclusiones 870)

Se debe buscar una constante en todos ellos: que los jóvenes no pierdan el contacto con la realidad ni se desarraiguen de su contexto social. Cabe notar que todas estas fórmulas son parte integral de la Pastoral Vocacional Juvenil, por lo cual deben estar muy vinculadas a la familia y llevar al joven a un compromiso pastoral adecuado a su edad.

(Puebla, Conclusiones 871)

Finalmente, todo esto debe dar como resultado que el joven adquiera una espiritualidad sólida y haga una opción libre y madura.

(Puebla, Conclusiones 872)

El proceso de maduración y formación de la vocación presbiteral encuentra su ambiente más propicio en el Seminario Mayor o Casa de formación, declarado por el Concilio Vaticano II como necesario para la formación sacerdotal.

(Puebla, Conclusiones 873)

En relación con los Seminarios, se descubre en América Latina un fuerte espíritu de renovación que representa una esperanza y una respuesta a la problemática de la formación. Se requieren, sin embargo, otras fórmulas que logren la formación de los seminaristas, no a manera de formas paralelas, sino de experiencias realizadas con aprobación de la Conferencia Episcopal para situaciones especiales y de acuerdo con la Santa Sede.

(Puebla, Conclusiones 874)

El Seminario Mayor, inserto en la vida de la Iglesia y del mundo, de acuerdo con las normas y orientaciones precisas de la Santa Sede, tiene como objetivo el acompañar el pleno desarrollo de la personalidad humana, espiritual y pastoral, es decir, integral de los futuros pastores. éstos con una fuerte experiencia de Dios y una clara visión de la realidad en que se encuentra América Latina, en íntima comunión con su Obispo, Maestro de la verdad y con los otros Presbíteros, han de ser los que evangelicen, animen y coordinen los diferentes carismas del pueblo de Dios en orden a la construcción del Reino. La formación de pastores debe ser preocupación constante que oriente los estudios y la vida espiritual. Las actividades pastorales deben ser revisadas a la luz de la fe y con el adecuado asesoramiento de sus formadores.

(Puebla, Conclusiones 875)

El seminarista guiado por una buena dirección espiritual adquirirá la experiencia de Dios viviendo constantemente la comunión con él en la oración y la Eucaristía y en una devoción sólida y filial a la Virgen María.

(Puebla, Conclusiones 876)

En los estudios, es necesario atender a una profunda formación doctrinal, de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia y con una adecuada visión de la realidad.

(Puebla, Conclusiones 877)

En los Seminarios, se deberá insistir en la austeridad, la disciplina, la responsabilidad y el espíritu de pobreza, en un clima de auténtica vida comunitaria. Se formará responsablemente a los futuros sacerdotes para el celibato. Todo ello lo exige la renuncia y entrega que se pide al presbítero.

(Puebla, Conclusiones 878)

Queremos acentuar el valor de los centros de formación en común para el clero diocesano y religioso de acuerdo con las normas de la Santa Sede por el sentido comunitario que representan y como recurso para la integración en la pastoral de conjunto.

(Puebla, Conclusiones 879)

Al lamentar la falta de formadores, es nuestro deber manifestar reconocimiento y dar nuestra voz de aliento a cuantos trabajan en la formación de los futuros sacerdotes.

(Puebla, Conclusiones 880)

4.4. Opciones y líneas de acción

Hay que impulsar, coordinar y ayudar la promoción y maduración de todas las vocaciones, especialmente de las sacerdotales y la vida consagrada, dando a esta tarea prioridad efectiva.

(Puebla, Conclusiones 881)

Hay que fomentar las campañas de oración a fin de que el pueblo tome conciencia de las necesidades existentes. La vocación es la respuesta de Dios providente a la comunidad orante.

(Puebla, Conclusiones 882)

Es necesario acompañar a todos los que sienten la llamada del Señor en el proceso de discernimiento y ayudarles a cultivar las disposiciones básicas para la maduración vocacional.

(Puebla, Conclusiones 883)

Toda pastoral vocacional debe estar encarnada en el actual momento histórico de América Latina y debe ser diferenciada, es decir, reflejar y promover la diversidad de vocaciones en la unidad de la misión y del servicio evangelizador.

(Puebla, Conclusiones 884)

Hay que dar a la pastoral vocacional el puesto prioritario que tiene en la pastoral de conjunto y más en concreto en la pastoral juvenil y familiar.

(Puebla, Conclusiones 885)

Hay que promover con particular empeño las vocaciones entre el campesinado, el mundo obrero y los grupos étnicos marginados y planificar su formación posterior para que sea adecuada.

(Puebla, Conclusiones 886)

Al mismo tiempo hay que promover más intensamente las vocaciones presbiterales y de vida consagrada en las ciudades, en medios profesionales, universitarios, etc.

(Puebla, Conclusiones 887)

Es necesario llevar a la práctica con fidelidad las normas y orientaciones de la Santa Sede y de las Conferencias Episcopales respecto de los Seminarios. éstas, con las necesarias adecuaciones, han de ser observadas también por las Comunidades Religiosas en la formación de sus Presbíteros.

(Puebla, Conclusiones 888)

Hay que capacitar personal para dedicarlo de tiempo completo a la pastoral vocacional y señalarle que su misión principal es la de animar en este sentido toda la pastoral.

(Puebla, Conclusiones 889)

Hay que crear Institutos de perfeccionamiento para formadores de sacerdotes a nivel local y continental y aprovechar los Institutos internacionales de Europa, especialmente los de Roma.

(Puebla, Conclusiones 890)

Hay que despertar, promover y orientar vocaciones misioneras pensando ya en Centros o Seminarios especializados con esta finalidad.

(Puebla, Conclusiones 891)