LVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

SENTIDO EVANGELIZADOR
DEL DOMINGO Y DE LAS FIESTAS

Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española

Madrid, 22 de mayo de 1992


III

ORIENTACIONES Y SUGERENCIAS PASTORALES

A) La pastoral del domingo y de las fiestas.
Las fiestas y la identidad cristiana
Las dificultades socioculturales de la hora presente.
El domingo de los que tienen que trabajar o viajar.
Una pastoral en clave evangelizadora.

B) La pastoral de la asamblea eucarística.
Participación en la eucaristía dominical y festiva.
Evitar la dispersión de la comunidad
Cuidar los elementos participativos.
La presidencia y la actuación de los diversos ministerios.
La liturgia de la Palabra.
La homilía.
Las celebraciones dominicales en ausencia del sacerdote.

C) Otros aspectos de la pastoral del domingo y de las fiestas.
Celebración integral del domingo y de las fiestas.
Las fiestas patronales.
Traslado de fiestas a domingo y Misas rituales.
Las Jornadas eclesiales.
El domingo y las fiestas para el sacerdote.
La celebración del domingo y de las fiestas en el Seminario.
El domingo y las fiestas en las comunidades religiosas.
Las Misas a través de la Radio y la Televisión.

CONCLUSIÓN


III

ORIENTACIONES Y SUGERENCIAS PASTORALES

A) La pastoral del domingo y de las fiestas

Las fiestas y la identidad cristiana

28. La entera comunidad eclesial y cada uno de los miembros que la integran deben sentirse llamados a celebrar el domingo y las fiestas del calendario cristiano con la conciencia de que, al hacerlo, contribuyen decisivamente a expresar y a alimentar su identidad cristiana y a que la Iglesia aparezca en medio del mundo como señal e instrumento de la unión con Dios y de la unidad de todos los hombres (cf. LG l). En este sentido los Obispos de la Conferencia Episcopal Española hacemos una llamada a todos, sacerdotes y fieles, para que colaboren, cada uno por su parte, en la revalorización del domingo y de las fiestas cristianas, bajo todos los aspectos. Expresar y alimentar su identidad cristiana.

De manera particular es preciso que la -celebración del domingo y de las fiestas constituya un signo de pertenencia consciente y gozosa a la Iglesia de Jesucristo y una expresión no sólo individual o familiar, sino también comunitaria y social de identidad cristiana. En medio de la sociedad pluralista los discípulos de Jesús, superando las barreras que existen entre los hombres, han de dar testimonio de que en Cristo se encuentran la plenitud de la dignidad humana, la fraternidad universal, la soberanía sobre todas las cosas y la verdadera liberación. No se trata sólo de cumplir unos deberes religiosos para con Dios, en la santificación de los días festivos, sino también de construir la Iglesia como comunidad imprescindible para anunciar el mensaje de Jesucristo en nuestro mundo. Signo de pertenencia consciente y gozosa a la Iglesia de Jesucristo.

Las dificultades socioculturales de la hora presente

29. El hecho de que las dificultades que afectan hoy al domingo y a las fiestas sean nuevas, no quiere decir que sean mayores que las de otras épocas. En efecto, la mentalidad cultura¡ y la organización y el estilo de vida contemporáneos pueden dar lugar a una renovación de los planteamientos y de los métodos pastorales. La primera condición necesaria consiste en discernir con realismo los cambios que se producen en la sociedad y tratar de ver qué instancias y qué carencias ponen de manifiesto. No todos los fenómenos socioculturales que se han apuntado al principiol5, son negativos en sí mismos para la fe y para la vida cristiana. Muchos de ellos entrañan logros y ventajas para el hombre y, en consecuencia, deben ser estimados. Por esto es. preciso afrontar con decisión no sólo las dificultades sino también las oportunidades nuevas que se descubren. Discemir con realismo.

El domingo de los que tienen que trabajar o viajar

30. Los fenómenos contemporáneos de la organización de la sociedad y del fin de semana, merecen ciertamente comprensión y dedicación pastoral. Las personas y a veces las familias enteras son más bien víctimas que beneficiarias de la complejidad de la vida moderna. Pero no se pueden ignorar los daños que este modo de vivir ocasionan a la vivencia comunitaria de la fe y a la vida religiosa. Se hace necesario, pues, reflexionar a fondo sobre estos fenómenos, si no se quiere que el domingo y las fiestas terminen por convertirse en un momento de disgregación y de abandono de la fe y de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo. No se pueden ignorar los daños

Por una parte habrá que ofrecer una respuesta pastoral adecuada para aquellas personas que se ven obligadas a trabajar en los días festivos, para que no sucumban a unas estructuras de trabajo que a veces no dejan espacio para el espíritu. Las comunidades cristianas de las zonas donde se dan estos problemas deberán hacerse cargo de esta problemática a la hora de organizar las celebraciones del domingo y de los sábados y vísperas de fiestas. Por otra parte habrá que hacer la oportuna catequesis para que todos los creyentes sean conscientes de que no es posible la vida de la fe al margen de la comunidad cristiana y de la celebración eucarística. Durante los tres primeros siglos cuando el domingo era todavía día de trabajo, los cristianos hacían todo lo que estaba de su parte para no faltar a la eucaristía dominical16. En los lugares de vacaciones y de fin de semana será preciso reforzar el ministerio pastoral los domingos y las fiestas. Respuesta pastoral adecuada. No es posible la vida de la fe al margen de la comunidad cristiana.

Una pastoral evangelizadora

31. La pastoral del domingo y de las fiestas de precepto ha de formar parte de todo el conjunto de la acción evangelizadora y de la misión de la Iglesia. En realidad son muchos los aspectos que se ven afectados de manera más o menos directa en la celebración de los días festivos. En primer lugar la misma iniciación cristiana, que difícilmente se podrá llevar a cabo si se prescinde de la participación en la eucaristía del domingo centro de la vida de la comunidad eclesial y su principal manifestación. Por tanto, habrá que poner todo el empeño para que los niños, los adolescentes y los jóvenes, y los adultos que siguen un proceso de catecumenado o de catequesis, tomen parte en la asamblea eucarística según su edad y condición. Son muchos los aspectos que se ven afectados.

Póngase todo el cuidado para que todos los elementos de la celebración eucarística tengan en cuenta también las exigencias del proceso de la educación en la fe, de manera que catequesis y liturgia estén íntimamente unidas para favorecer la confesión de la fe de todos los bautizados. Catequesis y liturgia íntimamente unidas.

B) La pastoral de la asamblea eucarística

Participación en la eucaristía dorninical y festiva

32. La participación en la eucaristía es una exigencia vital también para todos los miembros de la comunidad cristiana. Al llegar el domingo, la Iglesia convoca a todos sus hijos sin excepción, aunque sabe que a muchos les es muy difícil e incluso imposible asistir a la eucaristía. Por esto ha introducido la práctica de las misas vespertinas y, después, la posibilidad de anticipar la celebración al sábado y a la víspera de las fiestas. La celebración del domingo y de las solemnidades comienza ya en la tarde del día precedente (NUALC 3).

Por consiguiente todas estas misas han de cuidarse con esmero y se tienen que distinguir por el tono festivo y por la calidad de la participación activa, interna y externa, de las celebraciones de los restantes días de la semana. La liturgia será siempre la del domingo o fiesta y nunca podrá faltar la homilía. Es una exigencia vital para todos /os miembros de la comunidad cristiana.

Evitar la dispersión de la comunidad

33. La eucaristía del domingo ha de ser verdaderamente la fuente de donde brota la vitalidad de una parroquia o comunidad. Conviene que en cada iglesia se celebren solamente aquellas misas que requiera el bien de los fieles y se puedan realizar con el mayor grado de participación posible. La celebración expresará la unidad del Pueblo de Dios (cfr. SC 41-42), para lo cual hay que evitar la dispersión de la comunidad. Cuando en una misma zona hay numerosas iglesias a las que acude un número muy reducido de fieles, como ocurre en algunas ciudades, es conveniente, si esto es posible, que los fieles se reúnan en la iglesia más importante para la Misa del domingo y de las fiestas. Así mismo es conveniente también que las comunidades religiosas laicales, no monásticas, participen en la eucaristía de la parroquia o de otra iglesia de gran importancia y presten su ayuda para la preparación y la participación del pueblo. La unidad del Pueblo de Dios.

Cuidar los elementos participativos

34. Entre los elementos participativos que quizás sea hoy más necesario cuidar, están la acogida de los que llegan, para que se logre una mayor unidad entre los presentes, la elección de los cantos de acuerdo con la calidad teológica, musical y pastoral, el respeto de los silencios establecidos en la misma celebración, para que exista el debido equilibrio entre actitudes internas y acción exterior. Así mismo, se deben distribuir los distintos ministerios o funciones litúrgicas, especialmente los que pueden desempeñar los fieles laicos. Para que se logre una mayor unidad.

Conviene realizar todos los gestos y utilizar todos los símbolos que están recomendados y que son tan elocuentes, como la aspersión del agua los domingos, el incienso, las luces, las flores, y procurar las mejores condiciones materiales posibles de iluminación, acústica y cierta comodidad, para que toda la celebración sea una verdadera fiesta en honor del Señor y para todos cuantos asisten. Una verdadera fiesta en honor del Señor.

La Presidencia y la actuación de los diversos ministerios

35. La presidencia de la eucaristía ha de constituir la principal tarea ministerial de los sacerdotes los domingos y las fiestas, porque es un servicio a Cristo, a quien representan ante los fieles, y también a la comunidad, a la que han de guiar y ayudar para que se una al Sacrificio eucarístico. El sacerdote no se puede limitar a realizar unos ritos y a pronunciar unos textos de manera impersonal o rutinaria. Tiene que ser un verdadero animador de la participación plena de toda la asamblea, en la que él mismo está inmerso. Esto lo conseguirá actuando de tal modo que inculque en el pueblo el carácter santo de la celebración y desempeñando su función rectamente, según las normas litúrgicas, particularmente las que se refieren al respeto a los textos litúrgicos y a las vestiduras. En todo momento debe realizar los gestos con dignidad y belleza, cantar los textos o recitarlos con voz alta y clara, y con la debida unción religiosa, de manera que los fieles no sólo los perciban sino que tiendan espontáneamente a responder y a participar17. La principal tarea ministerial de los sacerdotes es de verdadero animador.

Este modo de proceder afecta también a todos los que desempeñan algún ministerio o función litúrgica, como el diácono, el comentarista, los lectores, cantores, acólitos, los encargados de la acogida de los fieles, etc. Es muy importante que todos conozcan su papel en la celebración y se preparen convenientemente, tanto desde el punto de vista espiritual como técnico. Los equipos de animación litúrgica tienen una gran tarea a realizar. Convendría que en todas las comunidades se formaran estos equipos para preparar bien las celebraciones bajo la responsabilidad del sacerdote que ha de presidirlas18. Los equipos de animación litúrgica.

La liturgia de la Palabra

36. Dentro de la celebración eucarística, para que ésta alimente la fe y la vida cristiana se ha de cuidar con especial esmero toda la liturgia de la Palabra. La lectura de los textos propuestos por el Leccionario de la Misa se realizará por lectores bien preparados, que ejerzan su función con la conciencia de ser mensajeros y portavoces de la Palabra divina al servicio de toda la asamblea. El lector litúrgico ha de leer con la pausa y el tono adecuados, con claridad, expresión y convicción, pero sin declamar, manifestando incluso en su compostura exterior que es el primero en aceptar la palabra que proclama19. Cuidar con especial esmero toda la liturgia de la Palabra.

Un elemento muy importante de la liturgia de la Palabra es el salmo responsorial. No es una mera respuesta de la asamblea a la lectura anterior, sino la meditación cantada o escuchada de la Palabra divina. Por eso el salmo a semejanza de las lecturas bíblicas, no puede ser sustituido nunca por cualquier otro canto. El salmo se canta al modo responsorial por el salmista, o es recitado por un lector, participando la asamblea por medio de la respuesta. También se puede cantar o recitar de modo directo, sin que la asamblea intercale la respuesta20. El salmo responsorial.

La palabra de Dios ha de ser acogida por toda la asamblea con atención religiosa y en medio de un clima conveniente de silencio y de meditación. Para favorecer este clima es útil que antes de las lecturas se haga una breve monición introductoria que ponga de manifiesto el contenido esencial del texto y la actitud con que debe ser escuchado. Después de la proclamación del Evangelio, o a continuación de la homilía, es muy conveniente también observar una pausa para profundizar personalmente en lo que se ha escuchado2l. Atención religiosa y clima de silencio.

La homilía

37. La homilía, parte integrante de la acción litúrgica, reviste una importancia particular como elemento de conexión con el Sacrificio eucarístico. Sobresale entre todas las formas del ministerio de la Palabra, como anuncio del Evangelio de Jesucristo a los hombres, pero tiene unas características especiales al producirse en un contexto litúrgico y estar dirigida, ante todo, a los creyentes que toman parte en la celebración. Ahora bien, en las presentes circunstancias, la homilía ha de tener también una clara dimensión evangelizadora y catequética, lo cual no quiere decir que se convierta en una catequesis. La homilía, siguiendo las lecturas que se proclaman a lo largo del año litúrgico, permite recorrer el itinerario propuesto por la catequesis para conducir a los fieles a la celebración de la fe y al testimonio de la vida cristiana. Anuncio del Evangelio de Jesucristo. Siguiendo las lecturas que se proclaman a lo largo del año litúrgico.

Es muy importante que los ministros de la homilía se preparen bien, con el estudio y la oración, para realizar este ministerio y no ser predicadores vacíos y superfluos que no escuchan en su interior la Palabra divina (cfr. DV 25). Los fieles tienen derecho a escuchar en toda su verdad esta Palabra de la boca de los ministros (cf r. PO 4; LG 34). El deber de éstos es enseñar no su propia sabiduría sino la Palabra del Señor y comunicar al pueblo cristiano los inmensos tesoros de la Sagrada Escritura (cfr. PO 4; DV 25). El ministerio de la homilía requiere grandes dosis de perseverancia y de esfuerzo, pero solamente con estas condiciones se superan el cansancio y la rutina. La eficacia evangelizadora y mistagógica de la homilía es similar a la del rocío y la nieve que empapan la tierra (cfr. Is 55, 10-1 l). El deber de enseñar la Palabra del Señor y comunicar los inmensos tesoros de la Sagrada Escritura.

Los Obispos de la Conferencia Episcopal Española, conscientes de las dificultades que entraña este ministerio, queremos expresar nuestro aprecio y nuestro aliento hacia los presbíteros y diáconos que comparten con nosotros la responsabilidad de explicar la Palabra de Dios y los misterios de la salvación al pueblo. Al mismo tiempo les invitamos a desempeñar el ministerio de la homilía con generosidad y alegría, y les recomendamos la lectura y la aplicación de las Orientaciones que, con el título de "Partir el pan de la Palabra", publicó en 1983 la Comisión Episcopal de Liturgia22. Nuestro aprecio y nuestro aliento.

Las celebraciones dominicales en ausencia del sacerdote

38. La disminución del número de los sacerdotes hace que en algunas regiones no sea posible asegurar la celebración de la eucaristía todos los domingos y fiestas de precepto para algunas comunidades, especialmente rurales. Los sacerdotes encargados de varias parroquias no pueden presidir la eucaristía más veces de las que permite la normativa canónica ("dos veces al día, e incluso, cuando lo exige una necesidad pastoral, tres veces los domingos y fiestas de precepto": C.D.C. c. 905, &2), que mira tanto a la necesidad de asegurar una buena celebración como a la salud física y espiritual de los propios ministros. Para solucionar en parte este problema, el Obispo diocesano, oído el consejo presbiteral y después de agotadas otras posibles soluciones como la revisión del número de misas y una mejor distribución del trabajo pastoral de los sacerdotes, puede establecer en su diócesis las llamadas celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, de acuerdo con el Directorio de la Congregación para el Culto Divino, de 2-VI-198823. Solucionar en parte este problema

La finalidad de estas celebraciones no es ofrecer una forma más fácil o adaptada de evangelización ni sustituir libremente la eucaristía dominical que tendrá que ser siempre el objetivo prioritario de la pastoral del domingo y de las fiestas, sino asegurar, para las comunidades que no pueden participar en la Misa todos los domingos, algunos elementos integrantes de la celebración eucarística: a) en primer lugar, la reunión comunitaria, para que no se interrumpa el ritmo semana¡ de la convocatoria de la Iglesia; b) la proclamación de la Palabra de Dios, que es conveniente que se haga siempre tomando las lecturas que correspondan del Leccionario dominical y festivo; c) la oración en común, de intercesión (oración de los fieles) y de acción de gracias (en sustitución de la plegaria eucarística); d) la comunión sacramental con la Reserva eucarística de la última vez que se celebró la eucaristía en la iglesia o llevada expresamente por el ministro que va a presidir o dirigir la celebración. Asegurar algunos elementos integrantes de la celebración eucarística.

C) Otros aspectos de la pastoral del domingo y de las fiestas

Celebración integral del domingo y de las fiestas

39. Pero la eucaristía, con ser el centro del domingo y de las fiestas, no lo es todo en la celebración cristiana de estos días. La santificación del día festivo se extiende a la Liturgia de las Horas, especialmente a las Vísperas, cuya celebración comunitaria es muy recomendable. Pero, además, es conveniente sugerir a los fieles que dediquen algún tiempo a la lectura personal o en familia de la Palabra de Dios o a realizar algún ejercicio piadoso. Tradicionalmente, en la tarde de los días festivos, se ha hecho la Exposición prolongada del Santísimo Sacramento. Es una buena ocasión para prolongar la acción evangelizadora y nutritiva de la vida cristiana de la eucaristía, por medio de lecturas apropiadas de la Sagrada Escritura y comentarios oportunos. La Liturgia de las Horas Por otra parte, la salida de la familia al campo, al mar o a la montaña, es también una ocasión para santificar el día festivo, refiriendo a Dios la alegría y la convivencia en el contacto con la belleza de la creación. Lo mismo cabe decir del turismo y de la sana diversión. Los días de fiesta permiten dedicar un tiempo a visitar a los parientes o a los amigos que viven lejos, a los enfermos, a las personas necesitadas de algún tipo de ayuda. Estos actos entran de lleno en las obras de la luz, que deben practicar los hijos de Dios, como señal de que han sido liberados de la esclavitud del pecado. Incluso la visita al cementerio que algunas personas realizan para orar por sus difuntos, puede inscribirse en la perspectiva escatológica del Octavo Día y constituir un testimonio de fe y de esperanza cristiana. Refiriendo a Dios la alegría y la convivencia en el contacto con la belleza de la creación.

Las fiestas patronales

40. Merecen una gran atención también la fiesta del Patrono del lugar y otras fiestas de la Santísima Virgen y de los Santos que el pueblo celebra con particular énfasis aunque no sean días de precepto. Su importancia reside precisamente en las implicaciones de tipo religioso, cultural, folklórico y turístico que llevan consigo, y en que contribuyen, con su lenguaje y su ritual, a definir y afirmar la identidad de un pueblo. Con frecuencia pueden ser objeto de utilización o manipulación con los fines más diversos, especialmente culturales, políticos y económicos24. Implicaciones de tipo religioso, cultural, folklórico y turístico. La celebración de este tipo de fiestas ha de interesar a los pastores no menos que la celebración del domingo y de las solemnidades del calendario litúrgico. Se trata de hacer aflorar en las manifestaciones festivas, sobre todo en las religiosas, las raíces de la fe cristiana y de cuidar que sean también un medio de evangelización. Para ello habrá que compaginar el trabajo paciente para que sean un cauce de unión con Dios en Jesucristo, con la comprensión respetuosa hacia las formas populares de expresión25. Hacer aflorar las raíces de la fe cristiana

Traslado de fiestas a domingo y Misas rituales

41. Un aspecto particularmente delicado de la celebración de estas fiestas es su traslado, demasiado frecuente y no siempre justificado, a domingo. Una cosa es la Fiesta del Patrono del lugar, que tiene categoría de solemnidad y ocupa un puesto más elevado que los domingos del Tiempo "durante el año" y otra cosa son las fiestas meramente devocionales. El traslado de estas últimas a domingo, afecta seriamente a la celebración del día del Señor26. Lo mismo cabe decir de la celebración de misas rituales y exequiales en los domingos y solemnidades en que están impedidas por las leyes litúrgicas, en función de la primacía del Misterio de Cristo27. Aspecto delicado.

Las Jornadas eciesiales

42. Las Jornadas eclesiales de oración o con otros fines en los domingos y fiestas de precepto, de suyo no oscurecen la importancia de la celebración del día del Señor o de la memoria de la Santísima Virgen y de los Santos. Junto al misterio o aspecto que la Iglesia celebra, que ha de estar en el centro del domingo o de la fiesta de precepto, las Jornadas extienden este aspecto hacia la misión de la Iglesia y la vida comunitaria y espiritual de los fieles. Pero se requiere para esto que las Jornadas se adapten a los textos litúrgicos propuestos en el Leccionario y en el Misa¡ y no traten de polarizar la celebración. En muchos casos será suficiente anunciar el motivo de la Jornada en la monición introductoria o referirse a él en la homilía, y realizar la correspondiente intención en la Oración de los Fieles, o indicar oportunamente la finalidad de la colecta. Extienden este aspecto hacia la misión de la Iglesia.

El domingo y las fiestas para el sacerdote

43. La celebración del domingo y de las fiestas, con su centro que es la eucaristía, depende en buena medida del ministerio de los presbíteros. Además de lo que se ha dicho antes, en el nº 35 sobre la importancia del papel de quien ha de presidir la comunidad reunida el día del Señor, conviene recordar también lo que representan el domingo y las fiestas para los propios sacerdotes. Especialmente para los que están dedicados a la pastoral parroquial, el domingo y las fiestas son los días de mayor trabajo ministerial, un trabajo asumido gozosamente en la mayoría de los casos como expresión de la entrega personal a Cristo y a los hermanos. Expresión de la entrega personal a Cristo y a los hermanos

No obstante el domingo y las fiestas pueden ser días de liberación y de alegría festiva para el sacerdote, si trata de unirse más íntimamente a Cristo y a su sacrificio pascual, sabiendo que la entrega generosa al ministerio contribuirá también a que la siembra de la Palabra de Dios dé fruto abundante en el corazón de los hombres. Pero, por otra parte, es preciso racionalizar el trabajo pastoral y desarrollar una acción que no se limite a "no dejar sin la Misa" a ninguna comunidad, sino que tienda a lograr algunos objetivos, como, por ejemplo, ayudar a los fieles a participar plenamente en la eucaristía, a descubrir que el domingo empieza el sábado por la tarde y que su celebración no se reduce a la asistencia a la Misa, debiendo santificar las fiestas por medio de la caridad, de la oración personal o en familia, de la convivencia fraterna y del descanso, etc. Racionalizar el trabajo pastoral.

La celebración del domingo y de las fiestas en el Seminario

44. La misión del presbítero de impulsar la celebración del día del Señor y las fiestas del calendario cristiano, requiere también que los alumnos de los Seminarios aprendan a vivir estos días como "fiesta primordial" en honor del Señor y motivo de alegría y de liberación para los hombres. Por consiguiente, además de la celebración de la Misa y de la Liturgia de las Horas según las normas de los libros litúrgicos, es necesario procurar que en el Seminario se dé un carácter festivo al domingo y a las principales celebraciones del Señor, de la Bienaventurada Virgen y de los Santos, de suerte que sean de verdad días de alegría"28. Aprendan a vivir estos días como "fiesta primordial" Esto requiere que la comunidad seminarística, que es una comunidad que se realiza también en las acciones litúrgicas, celebre como tal el domingo y las fiestas, independientemente de la ayuda que después puedan prestar sus miembros en la animación litúrgica de las parroquias como iniciación o preparación para el futuro ministerio. Si los alumnos de los seminarios no adquieren en los años de su formación una profunda experiencia del Misterio de Jesucristo en el año litúrgico, celebrándolo de la forma más cercana al ideal que propone la Iglesia, difícilmente la tendrán después, cuando no cuenten seguramente con los medios de que disponen en el Seminario. En la enseñanza de la Liturgia es preciso también que estén presentes los elementos de la teología y de la espiritualidad del domingo y del año litúrgico, así como las posibilidades pastorales y pedagógicas que encierran para la vida. Experiencia del Misterio de Jesucristo en el año litúrgico.

El domingo y las fiestas en las comunidades religiosas

45. Las comunidades religiosas tienen la posibilidad de vivir de forma privilegiada todas las riquezas del domingo y de las fiestas cristianas. La alegría pascual de la presencia del Señor entre los suyos no sólo ha de presidir la jornada entera de la comunidad sino que ha de ser un signo que se proyecta hacia el resto del Pueblo de Dios. En este sentido las comunidades monásticas, conservando la fidelidad a su propio espíritu (cf. PC 7; AG 40), pueden ofrecer a los hombres de nuestro tiempo una valiosa ayuda para santificar las fiestas, al facilitar la participación en la liturgia monástica realizada con todo esmero y hondura espiritual. Las comunidades monásticas.

Una valiosa ayuda.

Esta puede ser una magnífica contribución a la dimensión evangelizadora del domingo y de las fiestas cristianas. Los que se acerquen a estas comunidades con la finalidad indicada, pueden apreciar cómo llena el espíritu el dedicarse por entero a Dios y a la oración -vacare Deo (cf. PC 7)-. Frente al vacío y el tedio en que muchos hombres y mujeres pasan el día de fiesta, he aquí un testimonio de que "sólo una cosa es necesaria" (cf. Lc 10,42) en la perspectiva del Octavo Día. El dedicarse por entero a Dios y a la oración.

46. Las comunidades religiosas de vida activa y otros institutos de perfección tienen también su propia forma de dar testimonio cristiano con la celebración del domingo y de las fiestas y de realizar una acción evangelizadora en favor de toda la comunidad eclesial. En efecto, en la medida de sus posibilidades y en la fidelidad al espíritu y a las tradiciones del propio instituto, son cada vez más los religiosos y las religiosas que colaboran en la pastoral del domingo y de las fiestas preparando y animando las Misas de los días festivos y otras celebraciones, organizando encuentros y convivencias de oración y de apostolado, reuniendo a los jóvenes, a los niños y prestando su ayuda a enfermos, encarcelados o marginados. Incluso acudiendo a pequeños pueblos para dirigir celebraciones dominicales y festivas ante la falta de sacerdote. Estas tareas suponen y significan tina presencia muy valiosa de los religiosos en las Iglesias particulares. Las comunidades religiosas de vida activa tienen su propia forma de dar testimonio cristiano.

Las Misas a través de la Radio y la Televisión

47. La transmisión de la eucaristía a través de la Radio y de la Televisión se ha convertido en los últimos tiempos en un signo muy elocuente del interés de muchas personas por encontrar un espacio religioso para su vida. No son solamente enfermos y ancianos quienes siguen de forma asidua estas retransmisiones que subsanan en parte la dificultad de acudir a la iglesia. Son también personas de toda índole y condición las que encuentran una ayuda espiritual que les es particularmente útil. Es cierto que el seguir la Misa a través de estos medios de comunicación, no sustituye en modo alguno la participación directa y personal en la asamblea litúrgica, que sigue siendo obligatoria para las personas no impedidas por alguna causa. Pero no es menos cierto también que los radioyentes y los telespectadores pueden escuchar la palabra de Dios proclamada y comentada en directo, y unirse a la oración de una comunidad viva que en ese momento está reunida en algún lugar. Unirse a la oración de una comunidad viva.

Todo esto hace de estas retransmisiones un reto pastoral de primer orden de cara a la acción' evangelizadora de la Iglesia. Las celebraciones han de prepararse y realizarse con todo esmero, teniendo en cuenta a las personas que se unen desde sus casas a la escucha de la palabra de Dios y a la oración de la comunidad29. Ha de ser el Misterio de Cristo siguiendo el año litúrgico lo que ha de prevalecer en las retransmisiones, por encima de otros motivos locales o particulares, que pueden tener también una presencia discreta pero en modo alguno dominante. Un reto pastoral de primer orden.

CONCLUSIÓN

48. La celebración de los domingos y de las fiestas del calendario cristiano, a medida que se acerca al ideal propuesto por la Iglesia en los actuales libros litúrgicos, es un medio muy eficaz de anuncio de Jesucristo y de gozosa vivencia de la salvación. Siguiendo el Año litúrgico, la proclamación y la escucha atenta de la palabra de Dios, la oración común, la participación en el Sacrificio eucarístico y en otros actos litúrgicos, la caridad compartida, la alegría y el testimonio, son factores indispensables para una acción evangelizadora ininterrumpida. Por otra parte, la asistencia a la asamblea dominical y festiva es para todos los fieles una señal de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo y un compromiso de identidad cristiana. Factores indispensables para una acción evangelizadora.


15. Véanse los nn. 12-16.

16. San Justino refiere que acudían al amanecer todos los que estaban en la ciudad y los que vivían en el campo (I Apol 67).

17. Cfr. OGMR nn. 10-13; 18-19; etc.; Secretariado Nacional de Liturgia, El presidente de la celebra- ción. Directorio litúrgico-pastoral, PPC (DE 132), Madrid, 1988.

18. Cfr. OGMR nn. 73 y 313; Secretariado Nacional de Liturgia, El equipo de animación litúrgica. Direc torio litúrgico-pastoral, PPC (DE 139), Madrid, 1989.

19. Cfr. Secretariado Nacional de Liturgia, El ministerio del Lector. Directorio litúrgico-pastoral, PPC (DE 103), Madrid, 1986.

20. Cfr. Secretariado Nacional de Liturgia, El salmo responsorial y el ministerio del salmista. Directorio litúrgico-pastoral, PPC (DE 120), Madrid, 1986.

21. OGMR n. 23.

22. Comisión Episcopal de Liturgia, Tartirel Pan de la Palabra". Orientaciones sobre el ministerio de la homilía, PPC (DE 109), Madrid, 1985.

23. Pastoral litúrgica 183/184 (1989) 17-31.

24. Véase El Catolicismo popular. Nuevas consideraciones pastorales. Carta pastoral de los Obispos de las Provincias Eclesiásticas de Granada y Sevilla, de 20-11-1985: Boletines Oficiales de las diócesis.

25. Cfr. Secretariado Nacional de Liturgia, Liturgia y piedad popular. Directorio litúrgico-pastoral, PPC (DE 140), Madrid, 1989, nn. 81-94.

26. "Por el bien pastoral de los fieles es lícito celebrar, en los domingos del Tiempo ordinario, aquellas celebraciones que caen entre semana y que tienen mucha aceptación en la piedad de los fieles, siempre que estas celebraciones puedan ser preferidas al domingo según la tabla de precedencia. De estas celebraciones pueden decirse todas las misas en las que participa el pueblo" (Normas universales sobre el Año litúrgico, n. 58; véase también n. 54 y OGMR nn. 332). Por encima de los domingos del Tiempo ordinario están todas las solemnidades y solamente las fiestas del Señor inscritas en el calendario universal.

27. "Entre las misas de difuntos la más importante es la Misa de las exequias o funeral, que se puede celebrar todos los días, excepto las solemnidades de precepto, el. Jueves Santo, el Triduo pascua¡ y los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua" (OGMR 336; cfr. Ritual de Exequias, n. 40). En los días en que no está permitida la Misa exequial, se hacen las exequias con la Liturgia de la palabra y la Misa se celebra otro día.

28. Instr. sobre la formación litúrgica en los Seminarios, de 3-VI-1979, n. 32.

29. Véase: Comisiones Episcopales de Liturgia y de Medios de Comunicación Social, Directorio litúr- gico para la retransmisión de las Misas por Radio y Televisión, PPC (DE 118), Madrid, 1986.