LVI ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

SENTIDO EVANGELIZADOR
DEL DOMINGO Y DE LAS FIESTAS

Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española

Madrid, 22 de mayo de 1992


INTRODUCCIÓN

Motivos de la Instrucción
Destinatarios
Objeto de la Instrucción

I

EL DOMINGO Y LAS FIESTAS RELIGIOSAS HOY

La situación de los días festivos en nuestras comunidades.
El vacío espiritual del domingo.
Nuevas condiciones sociolaborales.
La actitud de la Iglesia.
Ejemplos de ayer y de hoy.

II

ASPECTOS EVANGELIZADORES DEL DOMINGO Y DE LAS FIESTAS

A) El domingo
Los orígenes del "día del Señor"
El "día del Señor" y las notas de la comunidad cristiana
El "día de la Iglesia".
El "día de la Palabra de Dios".
El "día de la eucaristía".
El "día de la caridad".
El "día de la misión".
El "día de la alegría".
Pascua semanal.
"Fiesta primordial de los cristianos".
Significado del precepto primordial.
B) Las restantes fiestas cristianas
Las fiestas del calendario cristiano.
Capacidad evangelizadora de las fiestas
Los signos de la fiesta y el "Día Octavo".


La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del día mismo de la resurrección de Cristo, celebra el Misterio Pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón día del Señor o domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y participando en la eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios, que los hizo renacer a la viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (1 Pe 1,3). Por esto, el domingo es la fiesta primordial que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también el día de alegría y de liberación del trabajo. No se le antepongan otras solemnidades, a no ser que sean, de veras, de suma importancia, puesto que el domingo es el fundamento y el núcleo del año litúrgico (SC 106).

INTRODUCCIÓN

Motivos de la Instrucción

1. Fortalecer la vida cristiana", es decir, potenciar la madurez de la fe de todos los creyentes, haciéndola más consciente y personal para que se manifieste en una conducta regida más claramente por el Evangelio, constituye una de las mayores preocupaciones de los Obispos de la Conferencia Episcopal Española en la actualidad1. Para llevar a cabo este fortalecimiento es preciso revitalizar los cauces comunitarios y participativos de la vida eclesial. Entre estos cauces se encuentran el domingo y las fiestas M calendario cristiano, a causa de su tradición y de la incidencia real en la educación de la fe y en la formación de los creyentes. "Fortalecer la vida cristiana" El domingo desde los orígenes del cristianismo y las fiestas cristianas que fueron apareciendo a lo largo de la historia, son un medio privilegiado para perseverar en la vida de la fe inaugurada en el bautismo. El día del Señor ha sido, desde el principio, un espacio gozoso en el que la Iglesia es evangelizada continuamente por la Palabra que proclama y por los sacramentos que celebra y se convierte en comunidad de fe, de amor y de esperanza en medio de los hombres. El domingo medio privilegiado para perseverar en la vida de la fe.

2. La catequesis de la Iglesia parte de la confesión de la fe en que han sido bautizados sus hijos, y tiende a la confesión de esta fe. En el largo proceso de la educación de la fe, la eucaristía ocupa un lugar central porque es en ella donde la fe es proclamada, celebrada y confesada. De ahí la necesidad de vincular la acción evangelizadora y catequética a la celebración eucarística y de manera particular a la que tiene lugar el domingo y en las fiestas de precepto. En la eucaristía dominical yfestiva suelen participar muchos fieles cristianos que no han sido suficientemente evangelizados para poder confesar su fe. Es preciso ayudarles para que sean capaces de hacerlo cuando participan con el resto de la comunidad cristiana en la celebración eucarística.

Asimismo, en la catequesis la Iglesia hace la traditio fidei o transmisión de la fe. Pero es en la celebración eucarística donde dicha transmisión se realiza de manera más propia y plena, pues en ella Cristo se entrega al Padre para la salvación de los hombres. En esta perspectiva los fieles que participan en la eucaristía dominical deben ser preparados, por medio de la formación catequética, para vivir este acontecimiento salvífico de manera consciente, activa y fructuosa (cf. SC 12; DGC 25). La eucaristía lugar central donde la fe es proclamada, celebrada y confesada.

3. Además, el domingo y las fiestas del calendario cristiano pertenecen al patrimonio cultural de una fe que se ha encarnado en los pueblos de nuestra geografía europea y que se ha extendido en gran parte del mundo. En este sentido el domingo y las fiestas poseen valores que son aceptados comúnmente por la sociedad pluralista y secularizada y que llevan el sello cultural cristiano. Por este motivo, los discípulos de Jesús debemos vivir los días festivos de una manera testimonial, como espacios privilegiados para expresar nuestra identidad cristiana y, a la vez, nuestra solidaridad en Cristo con los demás hombres. El domingo y las fiestas patrimonio cultural de una fe.

Destinatarios

4. Al preparar esta instrucción, que viene a apoyar la Campaña de recuperación de los valores del domingo y de las fiestas que se viene realizando en muchas diócesis, los Obispos pensamos en nuestros presbíteros y diáconos, desconcertados muchas veces ante la pérdida del sentido cristiano del domingo y de las fiestas religiosas y ante el descenso de la práctica dominical como indicador del alejamiento real de la Iglesia. Nuestros presbíteros y diáconos.

A ellos les corresponde, ayudados por los equipos de animación litúrgica y por los laicos y religiosos que trabajan en este campo, hacer del domingo y de las fiestas un momento fuerte de evangelización y de edificación de las comunidades cristianas. Recordamos con particular gratitud a los sacerdotes sobrecargados de trabajo precisamente en los días festivos, que se esfuerzan por asegurar la periodicidad dominical de la Misa y animar la celebración en muchas comunidades, sobre todo rurales. A los actuales retos que plantea hoy la sociedad a la pastoral del domingo y de las fiestas se une la imposibilidad para muchas comunidades, de contar con un presbítero que presida la eucaristía todos los domingos y fiestas. Los equipos de animación litúrgica.

5. Los Obispos de la Conferencia Episcopal Española nos dirigimos a través de esta Instrucción a todos los fieles cristianos de nuestras comunidades, para que recuperen en sus conciencias la importancia del día del Señor y de las fiestas en orden a mantener viva su fe y su identidad como miembros de la Iglesia de Jesucristo. Pero quisiéramos ser escuchados también por aquellos que se consideran cristianos o católicos, pero al mismo tiempo confiesan que no son practicantes, para que comprendan la incongruencia de esta actitud y la necesidad de vivir y de celebrar la fe dentro de la comunidad creyente. Todos los fieles cristianos.

Hacemos también una llamada a los jóvenes, invitándoles a descubrir los motivos profundos de la convocatoria eclesial de los domingos y de las fiestas y animándoles a que, con su presencia activa, contribuyan a hacer más viva y gozosa la celebración de la eucaristía. Los jóvenes.

Objeto de la Instrucción

6. En la presente Instrucción no se hace un análisis sociológico o sociocultural de la situación del domingo y de las fiestas cristianas en España, aunque se apuntan algunos indicios y síntomas. Tampoco se pretende presentar toda la rica doctrina de la tradición cristiana sobre los días festivos. Expresión de esta doctrina fueron en el pasado los numerosísimos testimonios de los Santos Padres, y en la actualidad los documentos del Magisterio Pontificio y del Magisterio Episcopal de todos los países.

No obstante vamos a recordar algunos aspectos más sobresalientes de la teología y de la pastoral del domingo y de las fiestas, aquellos que guardan una mayor relación con la dimensión evangelizadora de los días festivos para la misma comunidad cristiana y para la sociedad entera. En esta misma perspectiva se mueven las orientaciones y sugerencias que vamos a hacer. Recordar algunos aspectos más sobresalientes de la teología y de la pastoral del domingo.

I

EL DOMINGO Y LAS FIESTAS RELIGIOSAS HOY

La situación de los días festivos en nuestras comunidades

7. La celebración del domingo y de las fiestas ha sido siempre para la Iglesia una señal de fidelidad al Señor. Por eso nunca dejó de reunir a los fieles para proclamar cuanto se refiere a Cristo en toda la Sagrada Escritura, y celebrar la eucaristía que hace presente de nuevo su victoria pascual sobre el pecado y sobre la muerte. Al mismo tiempo procuró que los cristianos fuesen educados en la participación en la Misa dominical y en la santificación de las fiestas. Fruto de esta acción es un elevado porcentaje de asistencia a la eucaristía dominical, que se hace aún mayor en algunas fiestas de precepto. Una señal de fidelidad al Señor.

Por otra parte, en muchas comunidades el domingo y aún el fin de semana son el momento en que se desarrollan numerosas actividades propias de la vida parroquia¡ o apostólica: la catequesis de los niños y de los adolescentes en varias modalidades, los encuentros juveniles, las reuniones o las convivencias de los movimientos o de los grupos eclesiales, la visita a los enfermos, algunos ejercicios piadosos y la celebración no sólo de la Misa sino también de otros sacramentos. Numerosas actividades propias de la vida parroquial o apostólica.

Sin embargo, en nuestra sociedad han cambiado muchas cosas que repercuten en la convocatoria eclesial de los días festivos. Las nuevas condiciones del trabajo y del descanso, la cultura del ocio, la civilización del bienestar, las comunidades y el turismo, las formas nuevas de organización de la vida familiar y de la convivencia social, el deporte, el éxodo de las ciudades, etc., inciden de manera directa en la existencia de los creyentes. En esta situación se modifican no solamente los hábitos de comportamiento religioso sino también la fisonomía misma del día festivo, que ya no se distingue apenas de los demás días de la semana. Sin embargo, en nuestra sociedad han cambiado muchas cosas.

El vacío espiritual del domingo

8. Los cristianos no son, por otra parte, impermeables a los fenómenos que afectan especialmente al domingo en nuestra sociedad. Y son, sobre todo, los jóvenes a quienes más puede afectar el vaciamiento de valores de los días festivos. Para gran parte de los hombres y mujeres el domingo es un día carente de sentido, justificado tan sólo por la necesidad de recuperar energías para el resto de la semana, de descansar. de los excesos del sábado, de cambiar de tarea, de estar con la familia o de dedicarse a la ocupación favorita. Son muchos los que se aburren el domingo y no saben qué hacer o cómo llenar un espacio de tiempo que se alarga con el fin de semana y los puentes. El vaciamiento de valores de los días festivos.

Esta sensación de vacío espiritual y de tedio se puede dar también en los creyentes, incluso entre los que procuran asistir a la celebración eucarística el domingo o el sábado por la tarde. Muchos no aciertan a hacer de toda la jornada un día de alegría y de fiesta, aunque son muchos también los que han descubierto que los días festivos son un regalo de Dios no para evadirse ni para encerrarse en un horizonte estrecho, sino para disfrutar de cuanto tienen de hermoso el mundo y la naturaleza. Muchos no aciertan a hacer un día de alegría y de fiesta.

Nuevas condiciones sociolaborales

9. La sociedad industrial y urbana, sobre todo, lejos de liberar a los hombres y mujeres al llegar el día festivo, está creando nuevas necesidades y obligaciones. La oferta excesiva de ocupaciones y de distracciones en los fines de semana, además de incidir sobre todos los consumidores con una presión constante, da lugar a nuevos problemas de sobrecarga laboral para muchas personas: madres que trabajan fuera del hogar, miembros de la seguridad de Estado y de Protección Civil y otros servicios públicos, personal médico y sanitario de los hospitales, trabajadores de la hostelería, trabajadores de industrias cuyo proceso de producción no puede interrumpirse, etc. Nuevas necesidades y obligaciones. Por otra parte hoy se asiste a una liberalización de las legislaciones que afectan a los horarios y a las limitaciones sobre el tiempo de trabajo en la industria y en el comercio, por motivos económicos y de la competencia a escala mundial. Estos y otros factores, no hay que ocultarlo, entrañan serios peligros para el hombre y para el cristiano, al someter los valores humanos y espirituales a las exigencias de la producción y del consumo. El deterioro de los valores morales y religiosos que padece nuestra sociedad no es ajeno al proceso de secularización y de deshumanización del domingo y de las fiestas2.

Liberalización de las legislaciones.

Por todos estos motivos los Obispos españoles pedimos a los responsables de la política laboral, a los empresarios y a los representantes de los trabajadores que no cedan a la fácil tentación de eliminar poco a poco el descanso dominical basándose en la posibilidad de una mayor producción y ampliación del tiempo libre durante la semana, con detrimento de la libertad personal, de la convivencia familiar y de otros aspectos de la vida ciudadana. No cedan a la fácil tentación de eliminar poco a poco el descanso dominical.

La actitud de la Iglesia

10. La Iglesia no puede ver con indiferencia todos estos fenómenos y, aunque valora todo cuanto encierran de positivo para el hombre, no puede ocultar su preocupación por las dificultades que entrañan para la fe y la vida cristiana de los creyentes. Si en otros tiempos éstos se sentían impulsados a la práctica religiosa por el mismo ambiente social, hoy sucede todo lo contrario. Por otra parte, la antigua insistencia en el precepto dominical y festivo, como motivo casi exclusivo de la santificación M domingo y de las fiestas, no ha sido suficientemente reemplazada por la instrucción sobre sus valores.

La nueva situación cultural y eclesial nos impulsa a la búsqueda de formas nuevas o renovadas de evangelización, capaces de adaptarse a los desafíos de esta etapa histórica. Una de estas formas es promover el sentido cristiano del domingo y de las fiestas religiosas especialmente en el interior de las comunidades, pero sin olvidar la incidencia que han de tener los días festivos en la sociedad. Están en juego la identidad cristiana de muchos fieles y la edificación de las comunidades como signos de comunión, de reconciliación, esperanza y de paz. Esto no será posible si los creyentes no perseveran en la fe y no anuncian, con palabras y con obras, la salvación Ofrecida en Jesucristo. Búsqueda de formas nuevas o renovadas de evangelización.

Ejemplos de ayer y de hoy

11. El día del Señor nació y se organizó en un medio nada fácil para los primeros cristianos, tanto para los que vivían en el mundo judío como para los que llegaron a la fe procedentes del paganismo. El día de la asamblea cristiana no coincidía con los días festivos del resto de la sociedad, de manera que su celebración venía a ser de hecho un signo de identidad ante los demás ciudadanos. Los primeros cristianos.

De igual manera en las Iglesias jóvenes de hoy, después de la primera evangelización, los cristianos han sido muy fieles en reunirse, a veces convocados por catequistas laicos, para escuchar la Palabra de Dios y orar en común, superando de este modo la dispersión y las tentaciones de volver al pasado no cristiano. Como en los primeros siglos, en los que se conoce el testimonio de los mártires del domingo3, numerosos cristianos, privados hoy de libertad religiosa, hacen lo imposible por asistir a la eucaristía dominical, para encontrar la fuerza que les alienta en medio de las dificultades. Las Iglesias jóvenes de hoy.

II

ASPECTOS EVANGELIZADORES
DEL DOMINGO Y DE LAS FIESTAS

A) El domingo

Los orígenes del "día del Señor"

12. El Concilio Vaticano II expresó magníficamente el significado que el domingo tiene para los cristianos: Significado del domingo

"La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del día mismo de la resurrección de Cristo, celebra el Misterio Pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón día del Señor o domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y participando en la eucaristía, recuerden la pasión, la resurrección y la gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios, que los hizo renacera la viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (1 Pe 1,3). Por esto, el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también el día de alegría y de liberación del trabajo. No se le antepongan otras solemnidades, a no ser que sean, de veras, de suma importancia, puesto que el domingo es el fundamento y el núcleo del año litúrgico" (SC 106).

El "día del Señor" y las notas de la comunidad cristiana

13. La celebración del domingo está justificada por el recuerdo de la resurrección del Señor y de las apariciones que tuvieron lugar "el primer día de la semana" (cf. Mt 28,1 y par.; l---c24,13-45; Jun 20,19-29). Desde el principio la institución dominical está unida, por tanto, al reconocimiento y a la confesión de Jesús como Señor (cf. Hch 2,36; Rom 10,91; Fil 2,9-11) por medio de unos actos que expresan y contienen el "poder de su resurrección" (cf. Fil 3,10). Todos los valores del domingo tienen su raíz y su razón de ser en el encuentro personal de los discípulos de Jesús con el Resucitado que vive para siempre y se hace presente a su Iglesia sobre todo en la acción litúrgica (cf. SC 7). Recuerdo de la resurrección del Señor.

Desde el principio se descubren también, unidas al domingo y a la eucaristía, las notas que caracterizan a la Iglesia del Señor, formada durante el tiempo de su ministerio público y reconstruida y consagrada en el Misterio Pascua¡ con la donación del Espíritu Santo: "Ellos, acogiendo la palabra, fueron bautizados; y fueron agregados en aquel día como unas tres mil almas. Y perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, y en la fracción del pan y en las oraciones" (Hch 2,41-42).

El "día de la Iglesia"

14. El Señor, después de la resurrección, agrupó de nuevo a los discípulos y se hizo presente en medio de ellos (cf. Lc 24,36-45; Jn 20,19-29). La primera nota de la Iglesia que pone de manifiesto la celebración del domingo es la reunión de la asamblea4. Aunque cada cristiano ha de vivir su incorporación al Misterio Pascual de Jesucristo todos los días, en la dispersión de su existencia y de sus ocupaciones, al llegar el domingo se sabe llamado a reunirse con sus hermanos, con los que forma el cuerpo de Cristo, para encontrarse a su vez con el Señor resucitado, que prometió estar presente "donde dos o más se reúnan en su nombre" (Mt 18,20; cf. 20,20). Reunión de la asamblea.

Esta asamblea, convocada por el Resucitado y reunida en su Espíritu, es la principal manifestación de la Iglesia (cf. SC 41-42; LG 26), un elemento esencial al domingo y a la misma comunidad cristiana. Por esto no debería faltar ni siquiera en aquellos lugares donde la falta de sacerdote no permite celebrar la eucaristía del domingo. La asamblea es la ocasión de encontrarse los que están llamados a "Tener un solo corazón y una sola alma" (cf. Hch 4,32). El cristiano que no frecuenta la asamblea dominical, difícilmente vivirá su fe eciesialmente y se irá alejando poco a poco de la comunión que hace de la iglesia un sacramento o señal de la unión con Dios y de la unidad de todos los hombres, signo indispensable para la acción evagelizadora de hoy5. Elemento esencial al domingo.

El "día de la Palabra de Dios"

15. La perseverancia de los cristianos en la vida nueva recibida en el Bautismo les ha exigido siempre volver una y otra vez "a la enseñanza de los Apóstoles" (cf. Hch 2,42), es decir, a la Palabra que un día les fue anunciada y en la que creyeron para salvarse. En las apariciones del Resucitado elprimer día de la semana se destaca ya el puesto que la Sagrada Escritura tiene en la asamblea de los cristianos. El propio Señor, antes de partir el pan para los discípulos de Emaús, "comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les iba interpretando en todas las Escrituras" cuanto se refería al Mesías y a los acontecimientos ocurridos en Jerusalén (cf. Lc 24,26). Estos discípulos reconocieron que su corazón "ardía cuando les hablaba por el camino y les abría el sentido de las Escrituras" (Lc 24,32; cf . 24,44-45). La enseñanza de los Apóstoles.

El domingo es el día de la Palabra de Dios, bajo todas las formas de este ministerio, pero especialmente en la liturgia de la Palabra, cuando ésta es proclamada y celebrada6. Entonces Cristo está presente y sigue anunciando el Evangelio (cf. SC 7; 33), como lo hacía cuando explicaba las parábolas a los discípulos (cf. Mc 4,32; Mt 13,36; 15,15). Nunca como hoy la mesa de la Palabra de Dios ha estado tan dispuesta. La Iglesia pone al alcance de los fieles 'los tesoros de la Biblia" estableciendo una lectura de la Sagrada Escritura más abundante, más variada y más apropiada (cf. SC 31; 51; DV 21; PO 18). Cristo está presente y sigue anunciando el Evangelio.

16. La acción evangelizadora de la Iglesia requiere que toda la comunidad cristiana se sienta ella misma evangelizada en el contacto vivo y personal de cada uno de sus miembros con el Evangelio y con los demás textos de la Escritura que se ordenan a él. Este contacto lo facilita la actual organización del Leccionario dominical y festivo, que en cada uno de los ciclos anuales despliega todo el Misterio de Cristo, siguiendo de manera continuada o temática los hechos y palabras de salvación realizados por el Señor. Los cristianos asiduos a la eucaristía dominical tienen ocasión de escuchar las principales páginas de la Sagrada Escritura y prácticamente los cuatro Evangelios. Para muchos de ellos, no suficientemente evangelizados, se trata del único contacto vital con la Palabra de Dios en toda la semana. Toda la comunidad se siente ella misma evangelizada.

El "día de la eucaristía"

17. La comunidad cristiana persevera también en la fracción del Pan y en las oraciones (cf. Hch 2,42), para cumplir el encargo del Señor: "Haced esto en memoria mía" (Lc 22,19; 1 Cor 11,24) y celebrar de manera más expresiva el ,encuentro con el Señor resucitado. Y así ocurría en la Iglesia Apostólica, cuando los fieles "partían el pan por las casas con alegría y sencillez de corazón" (Hch 2,46), y se dedicaban también a la oración en común (cf. Hch 1, 14.24; 4,24-31; 12,5; etc.). La vinculación de la eucaristía al domingo es una realidad desde la época del Nuevo Testamento (cf. Hch 20,712). Cumplir el encargo del Señor.

La celebración de la eucaristía constituye el centro de toda la vida de la Iglesia7. Pero, además, la Iglesia local congregada por la predicación del Evangelio, es edificada por la comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo y manifiesta el símbolo de aquella caridad y unidad del Cuerpo místico, sin la cual no hay salvación8. El centro de toda la vida de la Iglesia.

Por otra parte el Sacrificio eucarístico forma una unidad con la liturgia de la Palabra de Dios, de manera que la fe necesaria para celebrar los sacramentos se nutre de la misma Palabra. En efecto, la Palabra de Dios, leída y explicada por la Iglesia en la celebración eucarística, conduce al Sacrificio de la alianza y al sagrado Banquete. En este sentido la Iglesia, y cada uno de los fieles, progresan en la fe y en la caridad gracias a la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Pero no se puede olvidar que el hecho mismo de celebrar la eucaristía constituye en sí un anuncio del Misterio Pascual de Jesucristo, es decir, un acto de evangelización como sugiere la aclamación que sigue a la consagración: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!' (cf. 1 Cor 11,26). La fe se nutre de la misma Palabra. La eucaristía constituye en sí un acto de evangelización.

El "día de la caridad"

18. Los primeros cristianos no sólo "partían el pan" y oraban en común, sino que proyectaban la comunión en el Espíritu en la comunicación de los bienes y en el testimonio de la vida (cf. Hch 2,44-47; 4,32-37). De este modo la eucaristía dominical se prolongaba en toda una serie de actitudes y de obras que movían a admiración y que invitaban a compartir la fe y la caridad. San Pablo, que sugería a los fieles de Corinto ahorrar una cantidad "cada primer día de la semana", con destino a la colecta en favor de los hermanos de Jerusalén (cf. 1 Cor 16,2), explica la solidaridad cristiana como expresión de la generosidad del mismo Cristo (cf. 2 Cor 8,9 ss.)9. Comunicación de bienes y testimonio de la vida.

La caridad fraterna y la solidaridad con los necesitados, en cualquiera de las formas que pueda adoptar, desde la oferta de dinero en la colecta que se hace durante la presentación de los dones del pan y del vino en la Misa, hasta los gestos o compromisos más persistentes en favor de los pobres o de los marginados, constituyen sin duda uno de los signos más evidentes de la participación profunda en el Sacrificio eucarístico y una de las señales más eficaces que abren el camino a la acción evangelizadora. Uno de los signos que abren el camino a la acción evangelizadora.

El "día de la misión"

19. Pero los que tomaban parte en la eucaristía sabían también que eran enviados a anunciar a los demás que "habían reconocido al Señor en la fracción del pan" (cf. Lc 24,35). Los cristianos que habían celebrado con alegría la resurrección del Señor, se sentían portadores del mensaje pascua¡: Id y anunciad a mis hermanos" ,(Mt 28,10; cf. Jn 20,17-18). La misión surge espontáneamente de la experiencia gozosa de la te que se ha alimentado en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Eucaristía y evangelización se fecundan mutuamente y urgen a todos los discípulos de Jesús a sentirse deudores del don que han recibido hacia los que todavía no conocen el anuncio que es capaz de transformar sus vidas. Id y anunciad a mis hermanos.

El domingo, situado en el comienzo de la semana para los cristianos, invita a extender a toda la existencia, mediante el testimonio consciente y el compromiso responsable, cuanto se ha vivido en la celebración. De este modo la vida se hace adoración a Dios en el Espíritu y en la verdad (cf. Jn 4,23). Extender a toda la existencia cuánto se ha vivido.

El "día de la alegría"

20. Otro gran signo de la comunión en el Espíritu es la alegría. "El domingo estad siempre alegres, porque el que se entristece este día es reo de pecado"10. Esta invitación parece un eco de la escritura por San Pablo: "Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres: que vuestra mesura sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca" (Fil 4,4-5). El motivo de la alegría es la renovada presencia del Amigo (cf. Lc 24,41; Jn 20,20). El domingo estad siempre alegres.

Los primeros cristianos, al celebrar el domingo, vivían la alegría de una presencia que nadie podía ya arrebatarles (cf. Jn 16,22). Ellos, los amigos del Esposo, habían visto cómo la muerte se lo quitaba y entonces experimentaron el fracaso. Pero la palabra de Jesús se cumplió, y el Esposo volvió a estar de nuevo con ellos (cf. Mc 2,19-20 y par.). Pero ahora de un modo más completo, porque veían cómo eran escuchados por el Padre en el nombre de Jesús (cf. Jn 16,20), y recibían el Espíritu Santo (cf. Jn 14,17-18; 20,22). El domingo es con toda verdad el "día del Espíritu" que colma de gracia y de alegría a los que cristianos que se dejan guiar por su luz. La fe y la caridad compartidas en el día del Señor, son fuente de gozo interior y externo. El domingo es "día del Espíritu".

Pascua semanal

21. El domingo es "el día que hizo el Señor' para nuestra alegría y nuestro gozo (cf. Sal. 118,24. La vinculación del domingo al Misterio Pascua¡ de Jesucristo hace que sea el día memorial de la resurrección y del comienzo de la nueva creación", o sea, la pascua semanal y el fundamento y núcleo de todo el año litúrgico" (SC 106). En este sentido la celebración del domingo nos recuerda que en el bautismo fuimos liberados de la esclavitud del pecado, pasando de la muerte a la vida (cf. Rom 6,3-11; 1 Jn 3,14). Esta liberación, para los cristianos, está en el origen de todas las demás liberaciones, incluso humanas, a las que como hijos de Dios aspiran. Día memorial de la resurrección y del comienzo de la nueva creación.

El Misterio Pascual de Jesucristo es el tránsito de la pasión a la resurrección de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, que va reproduciéndose en cada uno de los cristianos desde el momento de su bautismo. El discípulo de Jesús, al celebrar el domingo, se reencuentra semanalmente con el poder de la resurrección que va transformando poco a poco su existencia y le permite completar en su carne lo que falta a la pasión de Cristo (cf. 1,24). Reencuentro semanal con el poder de la resurrección.

"Fiesta primordial de los cristianos"

22. El domingo es llamado también "fiesta primordial" y "día de alegría y liberación del trabajo" por el Concilio Vaticano II (SC 106), es decir, la fiesta esencial y primera de los cristianos, que reúne en sí todos los valores humanos y todas las características que las modernas ciencias del hombre han puesto de relieve acerca de la fiesta. Fiesta esencial y primera

Estos valores peculiares no pueden desestimarse, y menos aún en una sociedad que se materializa y seculariza cada día más. En efecto, los aspectos humanos de la fiesta y los aspectos específicos de la experiencia cristiana del domingo no caminan en direcciones opuestas, sino que -son dimensiones de una misma realidad que tiene en Cristo, el Hombre nuevo, su punto de convergencia, pues todo es del hombre, el hombre es de Cristo y Cristo de Dios (cf. 1 Cor 3,22; GS 22)12.

Por otra parte, el domingo como fiesta primordial acoge los aspectos que la revelación bíblica ha puesto de manifiesto sobre la santificación del día festivo, y que los Santos Padres atribuyeron de manera particular al día del Señor como expresión de la nueva situación creada por la resurrección de Cristo. En efecto, por medio de Cristo, se nos ha dado la plenitud del culto divino (cf. SC 5). Por tanto celebrar el domingo es también un acto de culto a Dios Padre, como expresión del reconocimiento y de la adoración que se deben al Creador de todo cuanto existe. La plenitud del culto divino

23. En este día el hombre recupera la bondad de la creación (cf. Gn 1,31; Sal 104,124) y alaba al Señor cuya gloria es precisamente el hombre mismo, llamado a alcanzar su plena realización en la totalidad de su ser, alma y cuerpo, y en relación con todo el universo. La fiesta y la celebración, el agradecimiento, la alabanza y la bendición hacen al hombre más feliz y lo orientan hacia el bien. La liberación del trabajo propia del domingo es oportunidad para dedicarse al Señor, para gozar de las relaciones familiares y sociales, y para entrar en contacto con la naturaleza. La bondad de la creación.

Por otra parte la alegría del domingo es un fruto del Espíritu Santo (cf. Gal 5,22), que proviene. de la acogida de la Palabra de Dios con fe (cf. Lc 1,46-47; 1 Tes 1,6), de la conversión del corazón y de la reconciliación (cf. Lc 15,24), de haber reconocido la presencia del Señor (cf. Jn 20,20), incluso de haber compartido sus sufrimientos (cf. Hb 10,34; 1 Pe 1,6) y de haber anunciado su nombre (cf. Lc 10, 17). Pero así como no hay fiesta sin celebración, pues no basta dejar el trabajo para hacer fiesta, tampoco hay domingo sin que los creyentes se reúnan para alabar al Señor, recordar sus obras, darle gracias y suplicarle. En este sentido la celebración de la eucaristía ha sido siempre el corazón del domingo y de toda fiesta cristiana, el momento culminante de toda una dinámica festiva que es recuerdo de las maravillas obradas por Dios y cumplidas en Cristo y, a la vez, presencia y anticipo de la fiesta que no tendrá fin. La celebración de la eucaristía ha sido siempre el corazón del domingo.

Significado del Precepto dominical

24. Por todos estos motivos el domingo ayuda a los cristianos a recibir mejor la acción de la gracia divina en sus vidas y a responder a ella más generosamente. La realidad humana y cotidiana del hombre exige que interrumpa el trabajo de cada día para dedicarse a los bienes del espíritu, entre los que sobresale la consagración de la propia existencia a Dios. El descanso, por otra parte, es también oportunidad para realizar el bien y dedicarse al servicio de los demás y al apostolado. La Iglesia, consciente de estos valores, ha determinado con solicitud amorosa y con autoridad la santificación del día festivo. De este modo concreta la voluntad divina expresada en el tercer precepto del Decálogo. Por esto la disposición que recuerda el deber de "participar en la eucaristía" y de abstenerse de 'los trabajos que impiden dar a Dios el culto debido y disfrutar del descanso necesario" (CDC, c. 1247), no es una mera disposición externa que se pueda modificar sin que se vea afectada la substancia del precepto. La Iglesia concreta la voluntad divina expresada en el tercer precepto del Decálogo.

En efecto, el precepto dominical orienta a los fieles hacia la fuente de la fe y de la vida de la Iglesia: la asamblea festiva en torno a la Palabra de Dios y al Sacrificio eucarístico. La participación en esta celebración permite a los cristianos descubrir su propia identidad y les hace capaces de vivir en comunión con sus hermanos y entregarse a su tarea en la sociedad humana. El precepto tiene además un valor pedagógico para ayudar a vencer la pereza y el olvido, contribuyendo a la toma de conciencia de los fines religiosos y espirituales a los que sirve. Es necesario que la instrucción a los fieles sobre la obligatoriedad personal del precepto festivo vaya apoyada en los auténticos motivos de la santificación de las fiestas, y que se eduque en el sentido profundo de la obligación interior del cristiano, que debe obrar no por imperativos legalistas sino, sobre todo, movido por el amor y la fidelidad al Señor. El precepto dominical orienta a los fieles hacia la fuente de la fe y de la vida de la Iglesia, tiene además un valor pedagógico.

B) Las restantes fiestas cristianas

Las fiestas del calendario cristiano

25. Además de la celebración del domingo, fundamento y núcleo del recuerdo que la Iglesia va haciendo del Misterio de Cristo durante el círculo del año, existen en el calendario cristiano otros días festivos importantes. Se trata de las denominadas fiestas de precepto que forman parte también de la conmemoración de la obra de la salvación a través del año, o porque celebran diversos aspectos del Misterio de Cristo (cf. SC 102) o porque son días en los que la Iglesia "venera con amor especial a la Bienaventurada Madre de Dios la Virgen María" (SC 103) o "proclama las maravillas de Cristo en sus servidores y propone ejemplos oportunos a la imitación de los fieles" (SC 111; cf. 104). Conmemoración de la obra de la salvación a través del año. En dichos días, lo mismo que en el domingo, "los fieles tienen obligación de participar en la Misa, y se abstendrán además de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo"13.

Capacidad evangelizadora de las fiestas

26. La caridad exige compartirla alegría de las fiestas con los demás (cf. 1 Pe 3,8; Rom 12,15; Lc 15,6. 9). Las fiestas del calendario cristiano que jalonan el año, pueden dar también una respuesta a la búsqueda de un significado para el ocio y el tiempo libre que padece el hombre moderno. De lo que se trata no es de "entretener" o "matar" el tiempo, sino de vivirlo y "pasarlo" como un don de Dios y como una inclusión de la eternidad en la vida de los hombres. En este sentido el tiempo aparece como una oportunidad abierta para dedicarse a los demás, a los seres queridos, a Dios y a uno mismo. Frente a la inquietud y al nerviosismo de Marta, para atender al Señor, está la calma y el sosiego de María, sentada a los pies del Maestro escuchándole. "Una cosa es necesaria, María ha elegido la parte mejor" (Lc 10,42). Quizás los cristianos puedan enseñara los demás ciudadanos a "perder el tiempo" de este modo. Una cosa es necesaria.

Hoy sin duda es muy necesario que las fiestas religiosas sean celebradas como una llamada a la esperanza y una exigencia para construir una nueva civilización basada en la Verdad y en el Amor. Las comunidades cristianas, que peregrinan hacia la plenitud del Reino de Dios y reciben su fortaleza de la eucaristía, están llamadas a renovar continuamente la esperanza de los hombres. Los jóvenes especialmente, conscientes de las exigencias de su Bautismo y robustecidos por el don del Espíritu Santo en la Confirmación, han de ser testigos, para su propia generación, del Misterio Pascual de Jesucristo que "hace nuevas todas las cosas" (cf. Ap 21,5). Una nueva civilización basada en la Verdad y en el Amor.

Los signos de la fiesta y el "Día Octavo"

27. Las fiestas cristianas y el domingo fiesta primordial, que acompañan la existencia de los hombres y de los pueblos adaptándose al ciclo vital de la naturaleza y a la evolución del conjunto de las distintas tareas que van construyendo la sociedad, dan fisonomía incluso a la vida civil y contribuyen a que muchos hombres y mujeres encuentren en la fe el sentido fundamental de sus vidas. Se trata de un aspecto de nuestra cultura originariamente cristiano, pero que no siempre es percibido y valorado por los mismos creyentes, influenciados por un ambiente que trata de eliminar la referencia a Dios y a la transcendencia en el tejido social. Dan fisonomía incluso a la vida civil.

Los días festivos contemplan la alegría como una prenda y un anticipo de la felicidad plena que sólo se alcanzará más allá de las fronteras de este mundo, cuando la lucha dará paso a la paz, los recelos y los odios a la reconciliación, el dolor al consuelo y los esfuerzos de los hombres al descanso de Dios. El domingo es el día primero de la semana, pero es también el octavo día, porque es un don de Dios que anuncia las realidades últimas y definitivas, y permite anticipar todo aquello que es esperado y deseado como futuro. Entre los signos festivos más comunes y todavía expresivos, se encuentran el vestido nuevo o traje de fiesta y la comida abundante y compartida. Son los mismos signos que aparecen en el Evangelio14 como señal y exigencia, a la vez, de una vida eterna que, sin embargo, es también proyecto y esperanza realizable que da sentido a la presencia y a la acción de los cristianos en el mundo. Prenda y anticipo de la felicidad plena.


1. Impulsar una nueva evangelización. Plan de acción pastoral de la C.E.E. para el Trienio 1990-1993, EDICE, 1990, p. 25.

2. Véase el análisis de las causas de la situación de la crisis moral que hicimos en la instrucción pastoral, "La verdados hará libres" (Jn 8,32) (EDICE, 1990), nn. 21 -33.

3. Cfr. Actas de los Mártires de Abitinia, en D. Ruiz Bueno, BAC 75, Madrid, 1951, p.973.

4. La Didaché recomendaba a los cristianos de finales del siglo I: "Reuníos cada día del Señor, partid el pan y dad gracias" (14, l). Y san Justino, hacia el año 160, hablaba de la "reunión el día que se llama del sol, de todos los que habitan en las ciudades o en los campos" para leer 1as memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas" y celebrar la eucaristía (cfr. Apol 1,67).

5. En la Carta a los Hebreos se advertía ya: "No abandonéis vuestra asamblea"(Hb 10,25); y la Didascalia de los Apóstoles del s. III recomendaba a los Obispos: Cuando enseñes, ordena y persuade al pueblo a ser fiel en reunirse en asamblea, que no falte... a fin de que nadie sea causa de merma para la Iglesia al no asistir, ni el cuerpo de Cristo se vea privado de uno de sus miembros" (cap. 13).

6. Véanse Ordenación general del Misal Romano (=OGMR) nn. 8, 9 y 33; Ordenación de las Lecturas de la Misa, nn. 4-6 y 10.

7. En efecto, 'los demás sacramentos, al igual que todos los ministerios y las obras de apostolado, están unidos por la Eucaristía y hacia ella se ordenan" (PO 5).

8. Cfr. Instr. Eucharisticum Mysterium, de 25-V- 1967, n. 7.

9. Hacia la mitad del siglo II san Justino informa de la celebración dominical de la eucaristía y de la comunicación de bienes entre los fieles: "Los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, da lo que bien le parece, y lo recogido se entrega al presidente, y él socorre con ello a huérfanos y viudas, a los que por enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye provisor de cuantos se hallan en necesidad (Apol. 1,67: trad. de D. Ruiz Bueno, BAC 116, pp. 258-9).

10. Didascalia de los Apóstoles, n. 21.

11. Fue llamado día del Señor porque es el señor de los otros días. Antes de la pasión del Señor no era llamado día del Señor sino primer día. En este día el Señor ha dado comienzo (a la resurrección ciertamente) a la creación del mundo, y en el mismo día ha dado al mundo las primicias de la resurrección": Eusebio de Alejandría, Sermones: PG 86,1.

12. Sobre los valores antropológicos de la Fiesta véase el documento de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, Las flestas del Calendario cristiano, de 13-XII-1982.

13. Código de Derecho Canónico, c. 1247.

14. Cfr. Mt 2,11; Lc 15,22; etc.