CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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Prefacio |
Isaías, el profeta más explícito sobre el Evangelio, compendiando en pocas palabras la sublimidad de la doctrina evangélica, su título y su materia, se dirige, en nombre del Señor, al escritor Sagrado en estos términos: Sube sobre un monte alto, tú que evangelizas a Sión; alza tu voz con esfuerzo, tú que evangelizas a Jerusalén; álzala, no temas. Di a las ciudades de Judá: Ved aquí a vuestro Dios. Ved que el Señor Dios vendrá con fortaleza, y su brazo dominará: he aquí con El la recompensa ( Is 40,9-10) .
San Agustín,
contra Faustum, 2,2
Sobre el título mismo del Evangelio, la
palabra Evangelio se traduce como "buena nueva", "buena noticia"
1, lo
cual puede decirse sin duda de todo bien que se anuncia. Pero esta
palabra significa propiamente el anuncio del
Salvador, por lo cual los narradores del nacimiento, hechos,
dichos y sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo, se han llamado con
toda propiedad Evangelistas.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, 1,2
¿Qué puede compararse a esta buena nueva?
Dios en la tierra, el hombre en el cielo, la amistad de Dios hecha
para nuestra naturaleza, la lucha de tantos siglos terminada, el
diablo humillado, la muerte destruida, abierto el paraíso; y todas
estas cosas que superan nuestra naturaleza, concedidas fácilmente, no
porque las hayamos merecido, sino porque Dios nos ha amado.
San Agustín,
de vera religione, cap.16
Dios, que ha provisto por mil medios a la
curación de las almas, según las necesidades de los tiempos (ordenados
por su misma admirable sabiduría), de ningún modo proveyó mejor a las
necesidades de la humanidad que cuando su Hijo único, consustancial al
Padre y coeterno con El, se dignó asumir todo el hombre: "y el Verbo
se hizo carne y habitó entre nosotros" ( Jn
1,14). De este modo, al aparecer entre los hombres como verdadero
hombre, nos ha mostrado cuán alto lugar ocupa entre las creaturas la
naturaleza humana.
Pseudo-Agustín,
sermones de Nativitate, serm. 9
Por fin, Dios se ha hecho hombre para que
el hombre se hiciese Dios. Esta es la buena nueva que el Profeta
vaticina y que debía ser más tarde anunciada al decir: "Ved aquí
nuestro Dios" ( Is 40,9)
San León Magno,
epistula ad Flavianum, 28,3
Aquel anonadamiento por el que el
Invisible se mostró visible y el Creador y Señor de todo quiso ser uno
de los mortales, fue una inclinación de su misericordia, no privación
de su poder.
La glosa interlineal,
sobre el cap. 40 de Isaías
Para que no pueda creerse que Dios se ha
llegado hasta nosotros disminuyendo su poder, añade el Profeta: "Ved
aquí que el Señor vendrá con fortaleza" ( Is
40,10).
San Agustín,
de doctrina christiana, 1,12
No viene atravesando el espacio, sino
manifestándose a los mortales en carne mortal.
San León Magno,
sermones de Passione Domini, serm. 19,3
Por un poder inefable ha resultado que
desde que Dios verdadero está unido a la carne pasible, ha venido al
hombre la gloria por la afrenta, la incorruptibilidad por el suplicio,
la vida por la muerte.
San Agustín,
de peccatorum meritis, 2, 30
Por la efusión de la Sangre inocente ha
sido cancelada la escritura de condenación con que el diablo tenía
antes sometido al hombre.
La glosa interlineal,
sobre el cap. 40 de Isaías
Y como en virtud de la Pasión de
Jesucristo los hombres libertados del pecado se han hecho siervos de
Dios, continúa el Profeta: "Y su brazo dominará" (
Is 40,10).
San León Magno,
sermones de Passione Domini, serm. 19,3
Nosotros hemos hallado en Jesucristo una
protección tan singular que, una vez asumida la condición mortal por
la esencia impasible, ésta no ha continuado en la naturaleza pasible.
De este modo lo que estaba muerto pudo ser vivificado por lo que no
podía morir.
La glosa interlineal,
sobre el cap. 40 de Isaías
Y así, por Cristo se nos abre la puerta de
la gloria inmortal. Por eso dice después: "He aquí el galardón que
trae con El" ( Is 40,10). De este premio
habla el mismo Jesucristo ( Mt 5,12):
"Vuestra recompensa es muy grande en los cielos".
San Agustín,
contra Faustum, 4,2
La promesa de la vida eterna y del reino
de los cielos pertenece al Nuevo Testamento. El Antiguo sólo contiene
promesas temporales.
La glosa,
sobre el cap. 1 de Ezequiel
Cuatro cosas nos enseña el Evangelio sobre
Jesucristo: la Divinidad que asume la naturaleza humana; la naturaleza
humana que es asumida; su Muerte, por la que somos librados de la
esclavitud; y su Resurrección, por la que se nos abre la puerta a la
vida gloriosa. Esto es lo que profetiza Ezequiel bajo la figura de los
cuatro seres ( Ez 1,5-14).
San Gregorio Magno,
in Ezek., hom. 4
El, el unigénito Hijo de Dios, se hizo
verdadero hombre. El, víctima de nuestra
redención, se dignó a morir como el becerro
del sacrificio. El, por su propia fuerza, se levantó del sepulcro como
un león. El también, al subir a los cielos,
se elevó como el águila.
La glosa,
sobre el cap. 1 de Ezequiel
En su Ascensión puso de manifiesto su
divinidad. San Mateo nos es representado por el
hombre, porque se detiene principalmente en la humanidad de
Jesucristo; San Marcos por el león, porque
trata de su Resurrección; San Lucas por el becerro,
porque se ocupa del sacerdocio; San Juan por el
águila, porque él escribió sobre los misterios divinos.
San Ambrosio,
commentarium in Lucam, pref
De ahí que haya prevalecido llamarse
libro de moral el Evangelio según San Mateo,
porque las costumbres se dicen propiamente del hombre, y no de otro
ser. San Marcos es reconocido bajo la figura de león, porque comienza
su relato con la expresión del poder divino en estos términos:
"Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". San Lucas es
reconocido bajo la figura de toro, porque empieza su libro hablando
del sacerdocio, y el becerro es la víctima inmolada por el sacerdote.
A San Juan se le da la figura del águila, porque ha expresado los
milagros de la Resurrección divina.
San Gregorio Magno,
in Ezek., hom. 4
Esto mismo se atestigua en el comienzo de
cada uno de los cuatro Evangelios. San Mateo es con razón figurado por
el hombre, porque empieza su Evangelio por la generación humana de
Jesucristo. San Marcos por el león, porque empieza por la voz que
clama en el desierto. San Lucas por el toro, porque comienza por el
sacrificio, y San Juan dignamente por el águila, porque parte de la
divinidad de Jesucristo.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 1,6
También puede decirse que San Mateo se
figura por el león, porque puso de relieve la estirpe real de
Jesucristo. San Lucas por el becerro, víctima del Sacerdote. San
Marcos, que no se propuso narrar ni la estirpe regia ni la sacerdotal,
sino que se ocupa de lo humano de Jesucristo, se designa por la figura
del hombre. Estos tres seres, el león, el hombre y el becerro, andan
por la tierra, por lo que los otros tres Evangelistas trataron
principalmente de lo que obró Jesucristo como hombre. Pero San Juan
tiene el vuelo del águila, y contempla con la penetrante mirada de su
espíritu la luz del Ser inmutable. De esto se desprende que los tres
primeros Evangelistas no se ocuparon sino de la vida activa, y San
Juan de la contemplativa.
Remigio
Los doctores griegos, en cambio, ven en la
figura del hombre a San Mateo, porque describió la genealogía del
Señor según la carne. En el león ven a San Juan, porque así como el
león con su rugido hace temblar a todas las fieras, así también San
Juan infundió terror a todos los herejes. Ven a San Lucas en el toro,
porque ésta es la víctima del sacrificio, y éste siempre trató sobre
el templo y el sacerdocio. Y en el águila ven a San Marcos, porque en
la Escritura divina el águila suele significar al Espíritu Santo
hablando por la boca de los Profetas, y él empieza su Evangelio por el
testimonio profético.
San Jerónimo,
prologus in Evangelium Matthaei ad Eusebium
Acerca del número de Evangelistas debe
notarse que hubo muchos que escribieron evangelios, como nos lo da a
entender San Lucas cuando dice: "Ya que muchos han intentado poner en
orden" (1,1). Esto lo atestiguan las obras aun hoy subsistentes que,
dadas a luz por diversos autores, han sido fuente de diversas
herejías. Tal es el caso del evangelio según los Egipcios, Santo
Tomás, San Bartolomé, el de los doce Apóstoles, los de Basilides y
Apeles y tantos otros que sería pesado enumerar. Pero la Iglesia,
fundada por la palabra del Señor sobre la Piedra, y regada como el
paraíso por cuatro ríos, tiene a la vez cuatro anillos y cuatro
ángulos por los que es llevada con varas movibles como el arca de la
Alianza que guardaba la ley del Señor.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 1,2
Y son cuatro las partes del globo
terráqueo por las que se halla extendida la Iglesia de Jesucristo.
Pero uno es el orden en que conocieron y predicaron, y otro el orden
en que escribieron. Porque en el conocimiento y la predicación
estuvieron primero los que siguieron al Señor presente en la tierra,
lo escucharon cuando enseñaba, lo vieron obrar sus milagros, y
recibieron de su misma boca el mandato de predicar. Pero al poner por
escrito el Evangelio, lo cual sabemos que hicieron por disposición
divina, tuvieron el primer y último lugar respectivamente dos de los
que el Señor eligió antes de su Pasión: el primero es San Mateo; y el
último, San Juan. De este modo, los otros dos, que no eran de este
primer grupo pero que habían seguido a Cristo que hablaba por boca de
los otros dos, como hijos que debían abrazar, y por esto ubicados en
el medio, serían defendidos por ambos lados.
Remigio
San Mateo escribió en Judea en tiempo del
Emperador Cayo Calígula
2; San
Marcos en Italia, en Roma, en tiempo de Nerón
3 (o de
Claudio
4 según
Rábano); San Lucas en la Acaya y Beocia a ruego de Teófilo; y San Juan
en Efeso, en el Asia Menor, en tiempo de Nerva
5.
Beda
Y aunque son cuatro los Evangelistas, el
Evangelio no es más que uno, porque los cuatro libros que dieron
contienen la misma verdad. Pues así como dos versos sobre un mismo
tema difieren sólo por la diversidad de metro y de palabras, mas no
por el pensamiento, que es el mismo, así los libros de los
Evangelistas, siendo cuatro, constituyen un solo Evangelio porque
contienen una misma doctrina sobre la fe católica.
Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, 1,2
Bastaba que un solo Evangelista lo hubiera
dicho todo. Sin embargo, hablando todos por una misma boca, aunque no
en los mismos tiempos ni en los mismos lugares, y sin haberse antes
puesto de acuerdo, su testimonio adquiere la fuerza máxima de la
verdad. Aun aquello mismo en lo que parecen discrepar sobre puntos
insustanciales es la mejor prueba de su veracidad, ya que si en todo
estuviesen acordes, pensarían los adversarios que se habían entendido
para escribir lo que escribieron, como obedeciendo a una consigna. En
todo lo principal, esto es, en todo lo concerniente a la moral o a la
fe, ni en lo más leve discrepan. Si sobre los milagros el uno ha
mencionado éstos y el otro aquéllos, no hay razón para desconcertarse,
pues si uno solo lo hubiera dicho todo ¿cual sería el objeto de la
narración de los demás? Y si todos hubieran narrado hechos diversos,
mal podría manifestarse su conformidad. En cuanto a las variantes del
tiempo y del modo de realizarse los sucesos, no destruye esto la
verdad de los mismos, como se demostrará más adelante.
San Agustín,
de consensu Evangelistarum, 1,2
Aunque cada uno de ellos parece haber
seguido su plan narrativo peculiar, no se ve, sin embargo, que hayan
querido escribir como ignorando lo que el otro había ya dicho, o que
hayan pasado por alto algo que ignoraban y después se haya descubierto
que otro lo había escrito. Cada uno ha colaborado según la inspiración
de Dios.
La glosa
La sublimidad de la doctrina evangélica
consiste ante todo en la excelencia de la autoridad de donde mana.
San Agustín,
de consensu Evangelistarum, 1,2
Entre todos los libros sagrados de
autoridad divina, el Evangelio ocupa el primer lugar. Sus primeros
predicadores fueron los Apóstoles quienes vieron a Jesucristo, Señor,
Salvador nuestro, viviendo en la carne. De estos, San Mateo y San
Juan, creyendo que debían escribir lo que ellos mismos habían visto,
lo consignaron cada cual en un libro diferente. Pero para que nunca se
creyese (en lo concerniente al conocimiento y a la predicación del
Evangelio) que había diferencia entre los que lo anunciaron después de
haber seguido al Señor en vida, y los que lo creyeron fielmente por la
palabra de éstos, dispuso la divina providencia que el Evangelio fuese
no solamente predicado sino también escrito con la misma autoridad y
bajo la inspiración del Espíritu Santo por los discípulos de los
primeros Apóstoles.
La glosa
Y así, la sublimidad de la doctrina
evangélica procede del mismo Jesucristo, como lo indica el Profeta en
el texto aducido, al decir: "Sube sobre un monte alto" (
Is 40,9). Este monte alto es Cristo, del que
dice el mismo Isaías: "En los últimos días estará preparado el monte
de la casa del Señor en la cumbre de los montes" (
Is 2,2). Es decir, sobre todos los santos a los que se llama
montes del monte Jesucristo, de cuya plenitud de gracia recibimos
nosotros todos ( Jn 1,16). Con razón, pues,
se dirigen a San Mateo estas palabras: "Sube sobre un monte alto",
porque él, en el mismo instante y al lado del mismo Jesucristo, vio
sus milagros y oyó su doctrina.
San Agustín,
de consensu Evangelistarum, 1,7
Examinemos ahora lo que suele inquietar a
algunos: ¿por qué el Señor no escribió nada El mismo, siendo necesario
creer a otros que escribieron de El? En verdad no puede decirse que El
no haya escrito, toda vez que sus miembros ejecutaron lo que les
mandaba la cabeza. Así pues, mandó escribir a aquellos que eran sus
manos lo que El quiso que nosotros supiésemos de sus hechos y de su
doctrina.
La glosa
En segundo término la doctrina evangélica
es sublime también por su virtud, como dice el Apóstol en su carta a
los Romanos: "El Evangelio es la virtud de Dios que obra la salud en
todo creyente" ( Rom 1,16). Esto mismo es lo
que manifiesta el Profeta en las palabras ya citadas: "Alza tu voz con
esfuerzo". Estas designan a la vez el modo de anunciar la doctrina
evangélica: en alta voz, es decir, con claridad.
San Agustín,
ad Volusianum, ep. 3
La misma manera como es redactada la
Escritura santa, accesible a todos, comprensible a muy pocos, habla
sin engaño lo que contiene de claro, como amigo íntimo al corazón de
los ignorantes y de los doctos. Y en cuanto a lo misterioso, no lo
realza con grandilocuencia de estilo hasta donde no puedan llegar las
inteligencias lentas y torpes. A todos invita con sencillo lenguaje,
no sólo para alimentarlos con la verdad claramente expuesta, sino
también para ejercitarlos en la verdad oculta y misteriosa,
ofreciéndoles el mismo alimento bajo la expresión clara y bajo el velo
del misterio. Y para que el lenguaje literal no nos hastíe, buscamos
la misma doctrina en el sentido espiritual. Renovada así en el modo,
se insinúa más suavemente. Con esta saludable alternativa, los de
conducta pervertida se corrigen, los débiles se nutren, los grandes
corazones se deleitan.
La glosa
Mas como cuanto más se alza la voz se oye
de más lejos, también pudo el Profeta designar por el esfuerzo de la
doctrina evangélica, que no se manda predicar a una nación sola sino a
todas las naciones de la tierra. "Predicad, dice el Señor el Evangelio
a todas las gentes" ( Mt 16,15).
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 28
Puede muy bien entenderse por el nombre de
"toda criatura" a todas las naciones gentiles.
La glosa
En tercer lugar, la doctrina evangélica es
sublime por la excelencia de la libertad que nos otorga.
San Agustín,
contra adversarium legis et prophetarum, 1,17
En el Antiguo Testamento la Jerusalén
terrestre sólo producía esclavos por la promesa de los bienes
temporales o la amenaza de los males. Pero en el nuevo, donde la fe se
informa por la caridad, se nos invita a cumplir la ley no tanto por el
temor de la pena, sino por el amor a la justicia: la Jerusalén eterna
sólo da a luz hijos libres.
La glosa
De ahí que el Profeta designa la
sublimidad de la doctrina evangélica con estas palabras: "Alza la voz;
no temas".
Réstanos ver para quiénes y por qué fue
escrito este Evangelio.
San Jerónimo,
prologus in Evangelium Matthaei ad Eusebium
San Mateo escribió en hebreo su Evangelio
en la Judea, principalmente para los judíos convertidos de Jerusalén.
La glosa ordinaria
Pues habiendo predicado primeramente el
Evangelio, lo escribió después en hebreo dejándolo como memoria a sus
hermanos de quienes se separaba. Así como fue necesaria la predicación
del Evangelio para que la fe se afirmase, así también fue necesario
que contra los herejes se escribiese.
Pseudo-Crisóstomo,
commentarium in Matthaeum, prolog
Este es el orden que siguió San Mateo en
su narración: el Nacimiento de Jesucristo, su bautismo, su tentación,
predicación, milagros, Pasión, Resurrección y Ascensión a los cielos.
Con esto se propuso no sólo exponer la vida de Jesucristo, sino
señalar al mismo tiempo todos los estados de la vida cristiana. Así
pues, nada importa haber nacido de nuestros padres si después no nos
hemos regenerado en Dios por el agua y el Espíritu Santo. Una vez
recibido el bautismo es preciso estar alerta contra el diablo. Vencida
la tentación, es preciso hacernos idóneos para la enseñanza de la
verdad: el Sacerdote, enseñando y alentando en la doctrina con su
ejemplo (esto equivale a los milagros); el laico, mostrando su fe en
sus obras. Por último, salir de la arena de este mundo, para coronar
nuestra victoria sobre el pecado con la recompensa de la resurrección
y de la gloria.
La glosa
Así pues, queda manifestado por todo lo
dicho: el asunto de la doctrina evangélica, el número de los
Evangelistas, los símbolos que los representan, la sublimidad de su
enseñanza, para quiénes se ha escrito este Evangelio, su orden y su
método.
Notas
1.
Evangelio viene de la palabra griega Evángelos,
es decir, el mensajero que trae la noticia de una victoria. Su buena
noticia trae la felicidad al que la recibe;
Evangelion significa el mensaje mismo, la noticia de una
victoria: a través de su proclamación se hace presente una felicidad
anunciada; el verbo evangelizomai significa
dar o proclamar buenas noticias, y, cuando se refiere a un mensajero
sagrado, anunciar.
2.
Calígula fue Emperador romano del 37 al 41.
3.
Emperador del 54-68.
4.
Emperador del 41-54.
5.
Emperador del 96-98.
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01 |
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. (v. 1)
San
Jerónimo, Prologus in commentario in Matthaeum
San Mateo, representado bajo la figura de
un hombre
1, empezó
a escribir de Jesucristo en cuanto hombre diciendo: "Libro de la
generación, etc.".
Rábano
Con este principio manifiesta que se
propuso narrar la generación de Cristo según la carne.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 1
Escribió el Evangelio para los judíos,
para quienes hubiera estado de más exponer la naturaleza de la
divinidad que ya conocían, pero les era necesario que se les
manifestase el misterio de la encarnación. Juan escribió el Evangelio
para los gentiles que no sabían si Dios tenía un Hijo y fue por ello
preciso primero enseñarles que hay un Hijo de Dios, que es Dios, y
luego que este Hijo de Dios tomó carne.
Rábano
Aunque la generación ocupa una pequeña
parte del libro, dijo sin embargo: "Libro de la generación". Es
costumbre de los hebreos poner como título de sus libros la palabra
con que empiezan, así como el Génesis.
La glosa
ordinaria
Hubiera sido más claro el sentido
diciendo: éste es el libro de la generación, pero es costumbre en
muchos sobreentender el demostrativo, como cuando leemos: "Visión de
Isaías", es decir: "Esta es la visión de Isaías". Se dice
generación en singular, aunque se enumeran
sucesivamente muchas generaciones, porque todas ellas se incluyen aquí
por causa de la generación de Cristo.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,3
Llama a este libro el libro de la
generación, porque toda la economía de la gracia y la raíz de todos
los bienes está en que Dios se ha hecho hombre; una vez verificado
esto, lo demás se sigue como consecuencia racional.
Remigio
Dice: "Libro de la generación de
Jesucristo", porque sabía que antes se había escrito: "Libro de la
generación de Adán", y empezó así para contraponer libro a libro, el
Nuevo Adán al Adán viejo, ya que fue reparado por el Nuevo todo cuanto
el viejo había destruido.
San
Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
Leemos en Isaías: Su
generación, ¿quién la contará? ( Is
53,8). No concluyamos de aquí que el evangelista contradice al profeta
porque éste dice que es imposible expresar lo que aquél después
empieza a narrar, toda vez que allí se habla de la generación de la
divinidad y aquí de la encarnación.
San Juan
Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 2,2
No pienses que oyes cosa de poca
importancia al oír hablar de esta generación, porque es en gran manera
inefable que Dios se haya dignado nacer de una mujer y tener por
progenitores a David y a Abraham.
Remigio
Mas si alguno dijere que el profeta aludió
a la generación de la humanidad, no debe responderse a la pregunta del
profeta que ninguno, sino que
muy pocos, porque realmente han hablado San
Mateo y San Lucas.
Rábano
Cuando dice de
Jesucristo, expresa su dignidad real y sacerdotal. Pues el
soberano Josué
2, que en
figura llevó primero este título, fue el primero que obtuvo la
jefatura del pueblo de Israel después de Moisés, y Aarón, consagrado
por la unción mística, fue el primer sacerdote de la Ley.
Ambrosiaster, quaestiones Novi et Veteri Testamenti,
q. 45
Lo que por el don sagrado concedía Dios a
los que eran ungidos para ser reyes y sacerdotes, lo ha realizado el
Espíritu Santo en el Hombre Cristo añadiendo una purificación, pues el
Espíritu Santo purificó lo que de la Virgen María se formara para ser
cuerpo del Salvador. Esta es la unción del cuerpo del Salvador, por
esto se ha llamado Cristo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 1
Mas porque la prudencia impía de los
judíos negaba que Jesús fuese de la descendencia de David, por eso el
evangelista añade: "Hijo de David, hijo de Abraham". Pero, ¿no basta
decir hijo de sólo Abraham o de sólo David? No, porque a ambos fue
hecha la promesa de que de ellos había de nacer Cristo: a Abraham en
el Génesis: "Y en tu semilla serán bendecidas todas las naciones de la
tierra" ( Gén 22,18); a David en el Salmo:
"Del fruto de tu vientre pondré sobre tu trono" (
Sal 131). Por eso lo llamó hijo de ambos, para demostrar que
las promesas hechas a ambos se habían cumplido en Cristo, y además
porque Cristo había de tener tres dignidades: rey, profeta y
sacerdote. Abraham fue profeta y sacerdote; sacerdote, como le dijo
Dios en el Génesis: "Toma para mí una vaca de tres años" (
Gén 15,9); y profeta, según lo que el Señor
dice de él al rey Abimelek en el Génesis: "Es Profeta y rogará por ti"
( Gén 20,7). David fue rey y profeta, pero no
sacerdote. Cristo fue, pues, llamado hijo de ambos, para que la triple
dignidad de ambos se reconociese en él por derecho de nacimiento.
San
Ambrosio, in Lucam, c. 3
Por eso también eligió dos autores del
linaje de Cristo; uno que había recibido la promesa de la congregación
de todos los pueblos, otro que había obtenido que se le comunicara la
predicción de que de él nacería Cristo. Y así, aunque sea posterior en
el orden de la descendencia, ha sido nombrado primero, porque es más
haber recibido la promesa acerca de Cristo que aquélla acerca de la
Iglesia, la misma que existe por Cristo, puesto que el que salva es de
condición más excelente que lo salvado.
San
Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 1
El orden de los dos progenitores está
invertido pero por necesidad, pues si hubiera puesto primero a Abraham
y después a David, hubiera tenido que repetir otra vez el nombre de
Abraham para enlazar la serie de las generaciones.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum,
hom. 1
La otra razón es que la dignidad de rey es
mayor que la de la naturaleza; y así, aunque Abraham precedía en el
tiempo, David precedía en la dignidad.
La glosa
Como según su título este libro trata de
Jesucristo, es preciso saber antes qué debemos pensar sobre Cristo,
para que así pueda exponerse mejor lo que en él se dice de Cristo.
San
Agustín, quaestiones evangeliorum, 5,45
Todos los errores de los herejes acerca de
Jesucristo pueden reducirse a tres clases: los concernientes a su
divinidad, a su humanidad, o a ambas a la vez.
San
Agustín, de haeresibus, 8 y 10
Cerinto y Ebión dijeron que Jesucristo era
un simple hombre. Insistiendo en este error Pablo de Samosata, aseveró
que Cristo no ha existido siempre, sino que su principio data sólo
desde su nacimiento de María, pues no cree que sea sino un mero
hombre. Esta herejía fue renovada después por Fotino.
San
Atanasio, contra haeret
El apóstol San Juan, anticipando desde
mucho antes, con la luz del Espíritu Santo, la locura de este hombre,
lo despierta del profundo sueño de su ignorancia con el poderoso
acento de su voz diciéndole: "En el principio era el Verbo" (cap. 1).
Luego el que en el principio era con Dios no ha tenido necesidad en lo
último de los tiempos de recibir el principio de su origen del ser
humano. Además dice: "Padre, glorifícame con aquella gloria que tuve
en ti antes que fuese el mundo" (cap. 17). Aprenda aquí Fotino que
éste poseyó la gloria antes del principio de los tiempos.
San
Agustín, de haeresibus, 19
La perversidad de Nestorio consistía en
afirmar que el engendrado del seno de la Virgen María fue simplemente
un hombre, al que el Verbo de Dios asumió en unidad de persona y unión
inseparable, error que no podían sufrir los oídos cristianos.
San
Cirilo de Alejandría, ep. 1, ad Monachos Aegypti
En su carta a los Filipenses dice el
Apóstol del Unigénito de Dios, que siendo en forma
de Dios, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios (
Flp 2). ¿Quién es, pues, el que
es en forma de Dios? ¿Cómo se ha anonadado y
humillado en forma de hombre? Podrán tal vez decirnos los citados
herejes, partiendo a Cristo en dos -en hombre y en Verbo-, que el
hombre es el que sufrió el anonadamiento, separando de él al Verbo de
Dios. Pero tendrán que demostrarnos antes que el hombre se entiende y
fue en la forma y en la igualdad de su Padre, para verificarse en él
el modo de anonadarse. Mas ninguna creatura -entendida según su propia
naturaleza- es igual al Padre. ¿Cómo, pues, se dice que se anonadó?
¿De qué altura descendió para ser hombre? ¿Cómo se entiende que tomara
la forma de siervo si desde el principio no la tuviera? Pero dicen:
"El Verbo, existiendo igual al Padre, habitó en el hombre nacido de
mujer, y éste es el anonadamiento". Ciertamente, yo oigo al Hijo decir
a los santos apóstoles: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi
Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él" (
Jn 17). ¿Oyes cómo dice que en los que lo
aman cohabitarán El y su Padre? ¿Y crees que nosotros decimos que se
anonada y humilla, y toma la forma de siervo porque hace morada en las
almas santas de los que lo aman? Pues, ¿y el Espíritu Santo que habita
en nosotros? ¿Hemos también de creer que realiza el misterio de
humanarse?
Abad
Isidoro, ad Atribium presbiterum, epist. 41,2
Mas para no enumerarlo todo hablaremos
sólo del punto capital y objetivo: es una sabia y útil disposición, y
en nada perjudica a la naturaleza inviolable, que el que era Dios se
manifieste humildemente. Pero es un mal la loca presunción que el que
es humano se promocione a sí mismo a lo sobrenatural y divino, pues si
bien el rey no se degrada obrando con humildad, jamás le será lícito
al soldado hacerse oír como reinante. Entonces, si Cristo es Dios
humanado, lo humilde está en su lugar. Pero si es simplemente un
hombre, lo elevado y grande no se explica.
San
Agustín, de haeresibus, 41
Algunos hacen discípulo de Noeto a Sabelio,
quien decía que Cristo era el mismo e idéntico Padre y Espíritu Santo.
San
Atanasio, contra haeret
Yo refrenaré la audacia y el furor
insensato de este hombre con la autoridad de los testimonios
celestiales aduciendo, para demostrarle la persona de la sustancia
propia del Hijo, no los que él cavilosamente pretende que convienen a
la humanidad asumida, sino los que sin escrúpulo del entendimiento más
perplejo confiesan todos unánimes que competen a su divinidad. Leemos
en el Génesis que dijo Dios: "Hagamos al hombre a imagen y semejanza
nuestra" ( Gén 1). Ved que habla en plural:
"Hagamos", indicando sin duda a otro a quien dirige la palabra. Pues
si fuese uno solo, el texto diría: "que lo hizo a su imagen". Pero,
habiendo otro, claramente se muestra que también fue hecho a imagen de
éste.
La glosa
Otros, por el contrario, han negado la
verdadera humanidad de Cristo. Valentino pretendía que Cristo, enviado
por el Padre, se había revestido de un cuerpo espiritual o celestial y
que no había asumido nada de la Virgen María, habiendo sólo pasado por
ella como por un arroyo o canal, pero sin tomar de ella carne alguna.
San
Agustín, contra Faustum, 20,7
Nosotros no creemos así. Confesamos que
Cristo ha nacido de la Virgen María, no precisamente porque de otra
manera no podría existir en verdadera carne y aparecer a los hombres,
sino porque así está consignado en la Escritura. Si a ella no creemos,
no podemos ser cristianos ni salvarnos. Y si el cuerpo asumido de una
sustancia celestial o líquida lo hubiera querido convertir en
verdadera carne humana, ¿quién negaría que lo hubiera podido hacer?
San
Agustín, de haeresibus, 46
Los maniqueos dijeron que Nuestro Señor
Jesucristo era un fantasma y que no podía nacer de mujer.
San
Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus
liber, q. 13
Pero si el cuerpo de Cristo fue un
fantasma, nos ha engañado el Señor; y si nos engaña, no es la Verdad.
Pero Cristo es la Verdad
3;
entonces no fue fantasma su cuerpo.
La glosa
Y como el principio de este Evangelio
según San Lucas manifiestamente prueba que Cristo nació de mujer, con
lo que se ve claro su verdadera humanidad, quienes no lo aceptaron
niegan los principios de ambos Evangelios.
San
Agustín, contra Faustum, 2,1
Fausto dice: "Cierto que el Evangelio
empezó a ser y a nombrarse desde la predicación de Cristo, que en
ningún lugar dice de sí haber nacido de los hombres. Pero la
genealogía tan no es el Evangelio, que ni siquiera su escritor se
atrevió a llamarla tal. ¿Qué es, pues, lo que escribió? "Libro de la
generación de Jesucristo, hijo de David". No es libro del Evangelio de
Jesucristo, sino libro de su generación, sigue Fausto. San Marcos,
como no se cuidó de escribir la generación, sino sólo la predicación
del Hijo de Dios -que es el Evangelio-, véase cuán adecuadamente
comenzó: "Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios", para que se vea
claramente que la genealogía no es el Evangelio. En el mismo San Mateo
( Mt 4) se lee que después de la prisión de
Juan empezó Jesucristo a predicar su Evangelio. Entonces cuanto se
narra antes de este suceso, es sabido que es genealogía y no
Evangelio.
San
Agustín, contra Faustum, 3,1
Yo me he atenido a Juan y a Marcos, cuyos
principios me han parecido bien y con razón, porque no introducen a
David, ni a María, ni a José. Agustín refuta a Fausto de este modo:
"¿Qué responderá entonces Fausto al Apóstol cuando dice: "Acuérdate
que el Señor Jesucristo del linaje de David, resucitó de los muertos,
según mi Evangelio?" ( 2Tim 2). Pues lo que
era Evangelio del apóstol Pablo, lo era también de los demás apóstoles
y de todos los fieles encargados de la predicación de tan gran
misterio. Y así lo dice en otra parte: "Sea yo o sean ellos (los demás
predicadores del Evangelio), así predicamos y así habéis creído" (
1Cor 15). Entonces no todos escribieron, pero
sí todos lo predicaron.
San
Agustín, de haeresibus, 49
Los arrianos no quieren admitir que el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean de una sola y misma sustancia,
naturaleza o existencia, sino que dicen que el Hijo es creatura del
Padre, y el Espíritu Santo creatura de la creatura, es decir, creado
por el mismo Hijo. Y Creen que Cristo tomó carne sin alma.
San
Agustín, de Trinitate, 1,6
Pero San Juan declara que el Hijo no
solamente es Dios, sino de la misma sustancia con el Padre; ya que
después de haber dicho "y el Verbo era Dios", añade: "Todas las cosas
fueron hechas por él"; de donde resulta claro que aquél por quien
todas las cosas fueron hechas, no ha sido él mismo hecho. Y si no ha
sido hecho, no ha sido creado, y así es de la misma sustancia con el
Padre, pues toda sustancia que no es Dios, es creatura.
San
Agustín, contra Felicianum, 13
No comprendo en qué nos haya favorecido la
persona del mediador, no redimiendo del todo la parte principal de
nosotros, y sí asumiendo sólo la carne que, separada del alma, ni
siquiera puede sentir el beneficio de la redención. Pues si Cristo
vino a salvar lo que había perecido, como el hombre todo es el que
pereció, el hombre todo necesita del beneficio del Salvador. Por tanto
Cristo con su venida lo salvó todo asumiendo el cuerpo y el alma.
San
Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus
liber, q. 80
¿Qué responden además a tan claros
argumentos de la Escritura evangélica que el Señor tantas veces
menciona contra ellos? El de San Mateo: "Triste está mi alma hasta la
muerte" ( Mt 26); el de San Juan: "Poder
tengo para poner mi alma" ( Jn 10) y muchos
otros semejantes. Y si dijeren que Cristo habló en parábola, tenemos
las razones de los evangelistas que al narrar los hechos, así como
testifican que tuvo cuerpo, dicen también que tuvo alma, por las
afecciones propias sólo del alma. Así, en su narración leemos: "Y se
admiró Jesús", "y se enojó" ( Mt 8;
Mc 6; Lc 7). Y así
otros más.
San
Agustín, de haeresibus, 55
Los apolinaristas, así como los arrianos,
dijeron que Cristo había asumido la carne sola sin alma. Vencidos en
este punto por los testimonios evangélicos, se acogieron a la especie
de que la inteligencia -que es el alma racional del hombre- faltó en
el alma de Cristo, haciendo sus veces en ésta el Verbo mismo.
San
Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus
liber, q. 80
Si así fuera, habría que creer que el
Verbo de Dios asumió a un animal con figura de cuerpo humano.
San
Agustín, de haeresibus, 45
En cuanto a la carne misma, los herejes
muestran haberse apartado de la ortodoxia de la fe hasta el extremo de
decir que aquella carne y el Verbo son de una sola y misma sustancia,
afirmando porfiadamente que el Verbo se había hecho carne en el
sentido de que algo del Verbo se había mudado y convertido en carne,
pero no que esta carne se hubiese tomado de la carne de María.
San
Cirilo, epistula ad Joannem Antiochenum, 28
Creemos que están locos o deliran los que
han sospechado que puede caber en la naturaleza divina del Verbo
sombra de mudanza. Lo que es siempre,
permanece siempre y no se muda ni es capaz de mutación.
San León
Magno, ad Constantinopolitanos, ep. 59
Nosotros no decimos que Cristo es hombre
pero que le faltó algo perteneciente a la naturaleza humana: o el
alma, o la inteligencia racional, o la carne, no tomada de mujer sino
hecha del Verbo convertido y mudado en carne. Estos son tres errores
de los herejes apolinaristas que han presentado después tres distintas
fases.
San León
Magno, ad Palaestinos, ep. 124
Eutiques se fijó en el tercer error de los
apolinaristas y, después de haber negado la realidad de la carne
humana y del alma de Nuestro Señor Jesucristo, sostenía que en Cristo
no había más que una sola naturaleza, como si la divinidad misma del
Verbo se hubiera convertido en carne y alma, y el ser concebido, nacer
y nutrirse y demás actos de la vida fuesen sólo propiedades de la
esencia divina que nada de esto podía recibir en sí sin la realidad de
la carne, puesto que la naturaleza del Unigénito es la naturaleza del
Padre, es la naturaleza del Espíritu Santo, impasible a la vez y
eterna. Pero si bien este hereje se aparta de la perversa doctrina de
Apolinar, para no verse obligado a admitir que la divinidad siente
como cualquier ser pasible y mortal, se atreve en cambio a decidir la
unidad de naturaleza del Verbo encarnado -es decir, del Verbo y de la
carne-, con lo cual indudablemente incurre en la locura de los
maniqueos y de Marción, y cree que todos los actos de Nuestro Señor
Jesucristo no eran sino simulados y que su mismo cuerpo, con el que se
manifestó a los hombres, no era cuerpo humano real, sino sólo
apariencia de cuerpo.
San León
Magno, ad Iulianum, ep. 35
Atreviéndose Eutiques a sostener en la
asamblea de los obispos que antes de la encarnación hubo en Cristo dos
naturalezas, pero después de la encarnación una sola, hubo necesidad
de instarle con escudriñadora solicitud a que diese razón de su fe. Yo
pienso que al expresarse así tenía la persuasión de que el alma
asumida por el Salvador antes de nacer de la Virgen María, había hecho
mansión en los cielos.
Pero semejante lenguaje no lo pueden
tolerar las conciencias ni los oídos católicos, porque el Señor, al
descender de los cielos, nada trajo consigo de nuestra condición, ni
asumió alma que hubiera existido antes, ni carne que no fuese del
cuerpo de su Madre. Así que lo condenado antes con mucha razón en
Orígenes al afirmar que eran muy diversas las vidas y acciones de las
almas antes de unirse a los cuerpos, forzosamente tenía que ser
condenado en Eutiques.
Remigio
Todas estas herejías las destruyen los
evangelistas. En el principio de su Evangelio, San Mateo, al narrar la
generación de Jesucristo, por las generaciones sucesivas de los reyes
de los judíos, manifiesta que es verdadero hombre y que tuvo verdadera
carne. Lo mismo da a entender San Lucas al describir su estirpe
sacerdotal. Igual hace San Marcos cuando dice: "Principio del
Evangelio de Jesucristo hijo de Dios". Y también San Juan al empezar:
"En el principio era el Verbo", manifiestando que antes de todos los
siglos fue Dios en Dios Padre.
Notas
2. En
hebreo existe un único nombre, Iehoshua, que
en castellano puede traducirse tanto por Josué como por Jesús.
3.
Referencia a Jn 14, 6.
|
02 |
Abraham engendró a Isaac. E Isaac engendró a Jacob. Y Jacob engendró a Judas y a sus hermanos. (v. 2)
San Agustín, de consensu
evangelistarum, 2,1
El evangelista San Mateo manifiesta
haberse propuesto narrar la generación de Jesucristo según la carne y
empieza por su genealogía. San Lucas, presentándonos más bien a Cristo
como sacerdote en la expiación de los pecados, no relata su generación
desde el principio de su Evangelio, sino desde el bautismo de Cristo,
donde Juan da testimonio de El, diciendo: "He aquí el que quita los
pecados del mundo". Además, en la genealogía de San Mateo se da a
conocer que Cristo Nuestro Señor tomó sobre sí nuestros pecados, pero
en la genealogía de San Lucas se da a conocer la abolición de nuestros
pecados por El. De ahí que San Mateo trace la genealogía descendiendo
desde Adán a Cristo, y San Lucas ascendiendo desde Cristo a Adán. Mas
al describir San Mateo en orden descendente la generación humana de
Cristo, empieza desde Abraham.
San Ambrosio, in Lucam, 3,3
Abraham fue el primero que mereció el
testimonio de la fe "porque creyó a Dios y le fue imputado por
justicia" ( Rom 4,3). Así también debió ser
indicado como fundador del linaje de Cristo, porque mereció primero la
promesa de la institución de la Iglesia por estas palabras: "Y en ti
serán bendecidas todas las naciones de la tierra" (
Gén 22,18). Y a David se le concedió a su vez que Jesús fuese
llamado hijo suyo, reservándosele esta prerrogativa: que desde él se
empezase a contar la generación del Señor.
San Agustín, de civitate Dei,
15,15
El evangelista San Mateo, queriendo grabar
en la memoria la generación del Señor según la carne por la serie de
sus ascendientes, empezando por Abraham, dice: "Abraham engendró a
Isaac"; y ¿por qué no menciona a Ismael, engendrado primero? Y en
seguida: "Isaac engendró a Jacob"; y ¿por qué no dijo a Esaú, que era
el primogénito? Porque por la línea de éstos no podía llegar hasta
David.
La glosa
Sin embargo incluye en la genealogía,
junto con Judá, a todos sus hermanos, porque Ismael y Esaú no
permanecieron en el culto del verdadero Dios, y los hermanos de Judá
formaron parte del pueblo de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae
in Matthaeum, hom. 3,2
También menciona los doce patriarcas para
desvanecer el orgullo por la nobleza de los progenitores, pues muchos
de éstos nacieron de esclavas, pero todos eran igualmente patriarcas y
jefes de tribu.
La glosa
Cita asimismo nominalmente a Judá, porque
de éste y no de los otros ha descendido el Salvador.
San
Anselmo
En cada uno de los ascendientes de Cristo
no sólo debemos tener en cuenta el sentido histórico, sino el
alegórico y el moral. La alegoría en lo que cada padre representa a
Jesucristo, y la moralidad porque de cada uno de ellos se forma en
nosotros la virtud por la significación del nombre o por el ejemplo.
Así Abraham prefigura a Cristo en muchos lugares, sobre todo en el
nombre, porque Abraham significa "padre de muchas gentes", y Cristo es
padre de muchos fieles. Abraham, además, salió de su familia para ir a
vivir en tierra extraña, y Cristo, abandonado el pueblo judío, salió a
las naciones gentiles por medio de sus apóstoles.
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Isaac se traduce risa,
pero la risa de los santos no es una necia carcajada, sino un gozo
racional del corazón, y aquí está el misterio de Cristo; pues así como
aquél fue concedido para alegría de sus padres en la ancianidad,
conociéndose que no era hijo de la naturaleza, sino de la gracia, así
también Cristo fue en la plenitud de los tiempos dado a luz por una
madre judía para gozo universal, éste de una Virgen y aquél de una
anciana, ambas interrumpiendo las leyes de la naturaleza.
Remigio
Jacob significa
suplantador, y de Cristo se dice: "Has hecho caer bajo mis
plantas a los que se levantaban contra mí".
"Jacob engendró a
Judá y a sus hermanos".
Pseudo-Crisóstomo, opus
imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Y nuestro Jacob engendró doce apóstoles en
el espíritu, no en la carne; en la palabra, no en la sangre. Pero Judá
significa "el que confiesa", porque era imagen de Cristo que había de
confesar a su Padre por estas palabras: "Doy gloria a ti, Padre, Señor
del cielo y de la tierra" ( Mt 11).
La glosa
En sentido moral Abraham significa para
nosotros la virtud de la fe por su ejemplo, leyéndose de él: "Abraham
creyó a Dios y le fue imputado a justicia". Isaac significa
esperanza, porque se traduce
risa, pues fue el gozo de sus padres. Pero la
esperanza es nuestro gozo, porque nos hace aguardar los bienes eternos
y gozarnos en ellos. Luego Abraham engendró a Isaac, porque la fe
engendra la esperanza. Jacob significa caridad,
y la caridad abraza las dos vidas: la activa por el amor del prójimo y
la contemplativa por el amor de Dios. La activa está figurada en Lía,
la contemplativa en Raquel. Pues Lía significa "la que trabaja", y la
vida activa está en el trabajo; Raquel "principio visto", y por la
vida contemplativa vemos nuestro principio, que es Dios. Nace, pues,
Jacob de dos padres, porque la caridad nace de la fe y de la
esperanza, porque todos amamos lo que creemos y esperamos.
|
03-06 |
Y Judas engendró de Tamar a Fares y a Zara. Y Fares engendró a Esrom. Y Esrom engendró a Aram. Y Aram engendró a Aminadab. Y Aminadab engendró a Naassón. Y Naassón engendró a Salmón. Y Salmón engendró de Rahab a Booz. Y Booz engendró de Rut a Obed. Y Obed engendró a Jesé. Y Jesé engendró a David el Rey. (vv. 3-6)
La glosa
Omitiendo a los otros hijos de Jacob, el
evangelista prosigue la generación de Judá y dice: "Y Judá engendró a
Fares y a Zara".
San Agustín,
de civitate Dei, 15,15
Ni Judá fue primogénito, ni ninguno de
estos dos hijos fue primogénito de Judá, sino que ya había tenido tres
hijos antes, pero les da cabida en la serie de las generaciones para
llegar por medio de ellos hasta David, y desde David a la meta de su
narración.
San Jerónimo
Es de notar en la genealogía del Salvador,
que no se nombra a ninguna de las mujeres santas, sino a las
reprendidas en la Escritura, a fin de que borrase los pecados de
todos, naciendo de pecadores aquél que había venido por los pecadores.
De ahí que entre aquellas mujeres se cite a Rut la moabita.
San Ambrosio,
in Lucam, 3
San Lucas prescindió de estas mujeres para
presentar inmaculada la serie de la estirpe sacerdotal. Pero la
decisión de San Mateo no es sin razón y justicia, puesto que al
anunciar la generación de Cristo según la carne, que tomaba sobre sí
los pecados de todos, sujeto a los ultrajes y sometido a los
sufrimientos, no creyó que pudiera considerarse ajeno a su santidad el
rehusar la afrenta de un origen manchado. Tampoco pensó que su Iglesia
debiera avergonzarse por estar formada por pecadores, naciendo El de
pecadores. Finalmente, para bosquejar ya en sus antepasados el
beneficio de la redención y que nadie creyese que la mancha de origen
pueda ser impedimento para la virtud, ni se jactase insolentemente de
la nobleza de su persona.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 3
Después de esto se ve que todos fueron
reos de pecado, pues tenemos a Tamar acusando a Judá de fornicario y
David engendró a Salomón de una mujer adúltera. Mas si la ley no fue
cumplida por los principales, menos lo hubiera sido por los menores.
Así, la presencia de Jesucristo se hizo necesaria.
San Ambrosio,
in Lucam, 3
Es de notar que no inútilmente San Mateo
nombró a los dos hermanos, Fares y Zara, aunque la genealogía sólo
exigiese hacer mención de Fares. En esta mención de ambos hay un
misterio. En los dos hermanos gemelos está prefigurada la doble vida
de los pueblos: una según la ley, y otra según la fe.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Por Zara está significado el pueblo judío,
el primero que apareció a la luz de la fe, como saliendo de una
tenebrosa abertura del mundo, y por eso fue señalado con el rojo
distintivo de la circuncisión, creyendo todos que ese pueblo había de
ser más adelante el pueblo de Dios. Pero en su paso fue interpuesta la
ley como cerca o muralla, y el pueblo judío quedó imposibilitado por
la ley. Pero, por la venida de Jesucristo fue rota la valla de la ley
que había entre judíos y gentiles, como dice el Apóstol: "Derribando
la pared de división", resultando de aquí que el pueblo gentil,
significado por Fares, después que la ley fue reformada por el
mandamiento de Cristo, viniese primero a la fe, siguiéndole después el
pueblo judío.
Y sigue: "Y Fares engendró a Esrom".
La glosa
Judá engendró a Fares y a Zara antes de
entrar en Egipto, al que pasaron ambos después con su padre. Y ya en
Egipto Fares engendró a Esrom; Esrom engendró a Aram; Aram engendró a
Aminadab, y Aminadab engendró a Naasón. Entonces Moisés los sacó de
Egipto. Naasón fue el jefe de la tribu de Judá al mando de Moisés por
el desierto, en el que engendró a Salmón. Este Salmón fue el príncipe
de la tribu de Judá que entró con Josué en la tierra prometida.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Creemos que por algún motivo y según los
designios de Dios se han puesto aquí los nombres de estos padres.
Y sigue: "Y Naasón
engendró a Salmón". Este Salmón, después de la muerte de su padre,
entró en la tierra prometida con Josué, como príncipe de la tribu de
Judá.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salmón tomó por mujer a Rajab. De esta
Rajab se dice que fue la meretriz de Jericó que recibió en su casa a
los espías de los hijos de Israel, los escondió y además los salvó. Y
como Salmón era uno de los nobles de Israel, de la tribu de Judá,
viendo la fidelidad de Rajab, la tomó por mujer como si hubiese estado
constituida en alta posición. El nombre de Salmón, que significa "toma
el vaso", parece dar a entender que fue invitado por la providencia
divina a hacer de Rajab un vaso de elección.
"Y Salmón engendró de
Rajab a Booz".
La glosa
Este Salmón engendró en la tierra
prometida a Booz de aquella Rajab.
"Y Booz engendró de
Rut a Obed".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
He creído superfluo exponer cómo Booz tomó
por mujer a una moabita, Rut, sabiendo todos lo que la Escritura dice
sobre éstos (en el libro de Rut). Sólo diré que Rut, en premio de su
fe, se casó con Booz, porque renegó de los dioses de sus padres y
adoró al Dios vivo. Booz, recompensando esta fe, la recibió por mujer
para que de tal unión santificada naciese la descendencia real.
San Ambrosio,
in Lucam, 3
¿Cómo Rut, extranjera, se casó con un
judío, y qué razón tuvo el evangelista para creer que debía mencionar
en la genealogía de Cristo esta unión prohibida textualmente por la
ley? Parece deshonroso que el Salvador procediera de una generación
ilegítima, a no ser que acudamos a la sentencia del Apóstol: "Que la
ley no fue puesta para el justo, sino para los injustos" (1
Tim 19). Rut, extranjera y moabita, a pesar
de la ley de Moisés, que prohibía tales enlaces y que excluía a los
moabitas del pueblo de Dios
1, entró
a formar parte de ese pueblo porque la santidad y pureza de sus obras
la colocaron sobre la ley misma. Pasó por encima de la ley y mereció
ser contada entre los ascendientes del Señor, elegida por el
parentesco del espíritu, no de la carne. Gran ejemplo tenemos en Rut,
pues en ella estamos prefigurados todos nosotros que hemos entrado en
la Iglesia del Señor, recogidos de entre los gentiles.
San Jerónimo,
epistula ad Paulinum
Rut, la moabita, realiza además el
vaticinio de Isaías cuando dice: "Envía, Señor, el Cordero dominador
de la tierra, de la piedra del desierto al monte de la hija de Sión" (
Is 16).
"Y Obed engendró a
Jesé".
La glosa
Jesé, padre de David, tiene dos nombres, y
con más frecuencia es llamado Isai. Pero como el profeta no lo llama
Isai, sino Jesé, diciendo: "Saldrá una vara de la raíz de Jesé" (
Is 11), el evangelista puso Jesé para
demostrar que aquella profecía se ha cumplido en María y en Cristo.
"Y Jesé engendró a David el rey".
Remigio
Es de preguntar por qué el santo
evangelista llama rey solamente a David. Sin duda para mostrarnos que
David fue el primer rey en la tribu de Judá. El mismo Cristo es Fares,
el separador: "Y separará los corderos de los
cabritos" ( Mt 25). Es también Zara,
el oriente, según lo
profetizado por Zacarías: "He ahí al hombre, Oriente es su nombre" (
Zac 6). Es Esrom, la
saeta, según Isaías: "Y púsome como saeta
escogida" ( Is 49).
Rábano
O el atrio, por
la abundancia de su gracia y la extensión de su caridad. Es Aram, el
elegido: "He aquí mi hijo el escogido" (
Is 42) o el excelso:
"Excelso es sobre todas las naciones el Señor" ( Sal
112). Es Aminadab, el voluntario, que dice:
"Voluntariamente me sacrificaré a ti". Es Naasón, el
adivino, que conoce lo pasado, lo presente y lo futuro; o el
serpentino: "Moisés levantó la serpiente en
el desierto" ( Jn 3). Es Salmón, el
sensible, que dice: "Yo he conocido que ha
salido virtud de mí" ( Lc 8).
La glosa
El recibió a Rajab, es decir, a la Iglesia
formada de gentiles, pues Rajab significa hambre, extensión, ímpetu,
porque la Iglesia tiene hambre y sed de justicia, y convierte a los
filósofos y a los reyes con la fuerza de su doctrina. Asimismo Rut se
traduce como "la que ve, la que se apresura", imagen de la Iglesia que
ve a Dios por la pureza de su corazón y se apresura y afana por
recibir el premio de su vocación celestial.
Remigio
Cristo también es Booz, en el que está la
fortaleza: "Si yo fuere alzado de la tierra,
todo lo atraeré a mí mismo" ( Jn 12). Es Obed,
el que sirve: "El hijo del hombre no vino
para ser servido, sino para servir" ( Mt 20).
Es Jesé, incienso: "Fuego vine a poner sobre
la tierra" ( Lc 12). Es David, el de
mano fuerte: "El Señor fuerte y poderoso" (
Sal 23), y el deseable
profetizado por Ageo: "Vendrá el deseado de todas las naciones" (
Ag 2), y el de hermoso
aspecto: "Vistoso en hermosura más que los hijos de los
hombres" ( Sal 44).
La glosa
Veamos entretanto qué virtudes representan
en nosotros estos padres. La fe, la esperanza y la caridad son el
fundamento de todas las virtudes, y las demás que les siguen son un
aditamento de las primeras. Judá significa confesión,
que se da de dos maneras: confesión de la fe y confesión de los
pecados. Luego, si después de tener esas tres virtudes se incurre en
pecado, es necesario no sólo la confesión de la fe, sino la de los
pecados. Después de Judá siguen Fares y Zara. Fares se traduce como
separación, Zara como
oriente y Tamar como amargura, porque
la confesión engendra el apartamiento del pecado y el nacimiento de
las virtudes de la amargura de la penitencia. Después de Fares sigue
Esrom, la saeta, porque apartados ya de los
pecados del siglo, debemos hacernos saetas para matar en los otros el
vicio por la corrección y herir sus corazones con el dardo del amor de
Dios. Sigue Aram, que se traduce como elegido,
excelso, porque cuando el hombre se ha
apartado del mundo y ha sido provechoso para los demás, se sigue que
se le considere como elegido de Dios, sea celebrado por los hombres y
puesto en lugar elevado de virtud. Naasón significa
augurio, no por la ciencia del mundo sino por la del cielo. De
ésta se gloriaba José cuando mandaba decir a sus hermanos: "Os habéis
llevado la copa de mi Señor en la que solía hacer sus augurios". Esta
copa es la Escritura divina donde se bebe la sabiduría. En ella augura
el sabio, porque ve allí lo futuro, es decir lo celestial. Sigue
Salmón, el sensible, porque después que uno
estudia en la Escritura divina, se hace sensible, es decir, adquiere
el discernimiento y gusto de la razón y no del cuerpo para distinguir
lo bueno de lo malo, lo dulce de lo amargo. Sigue Booz, el
fuerte, porque el instruido en las Escrituras
se hace fuerte para resistir todas las adversidades.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Este fuerte es el hijo de Rajab, de la
Iglesia, porque Rajab significa extensión,
la dilatada, y a la Iglesia han sido llamadas
las gentes de todos los confines de la tierra.
La glosa
Sigue Obed, servidumbre,
pues no es apto para servir el que no es fuerte. Y esta servidumbre es
engendrada de Rut, es decir de la presteza,
porque el siervo debe estar siempre pronto, nunca perezoso.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Los que prefieren las riquezas a la
virtud, la hermosura material a la fe, y desean en la mujer propia lo
que suele buscarse en la pública, no engendran hijos obedientes a
ellos ni a Dios, sino rebeldes contra Dios y contra sus padres. De
suerte tal, que los hijos de éstos se hacen merecedores de la pena de
irreligiosidad de los padres. Este Obed engendró a Jesé, el
alivio, porque el obediente a Dios y a sus
padres engendra con la bendición de Dios hijos que lo alivien.
La glosa
Jesé, es decir incienso,
puesto que sirviendo a Dios con amoroso temor, habrá en nosotros la
devoción que ofrece a Dios suavísimo incienso quemado en el fuego y
deseo de nuestro corazón. Pero después que el hombre se ha hecho
siervo idóneo y sacrificio agradable a Dios, se sigue que sea de
mano fuerte, y que así como David peleó con
valentía contra sus enemigos e hizo a los idumeos tributarios, someta
él los hombres carnales a Dios con la palabra y el ejemplo.
Notas
1. Los
moabitas son un conjunto de tribus emparentadas con los israelitas.
Sin embargo el antagonismo entre los dos pueblos que los llevó
frecuentemente a la guerra, hizo que se tomaran medidas muy severas
sobre los matrimonios. Dice la Escritura: "El ammonita y el moabita no
serán admitidos en la asamblea de Yahveh; ni aun en la décima
generación serán admitidos en la asamblea de Yahveh" (
Dt 23,4). Sin embargo los matrimonios de
moabitas e israelitas no eran del todo inexistentes (ver
Esd 9,1; Neh 13,23).
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07-08 |
Y David, el Rey, engendró a Salomón, de la que fue de Urías. Y Salomón engendró a Roboam. Y Roboam engendró a Abiá. Y Abiá engendró a Asá. Y Asá engendró a Josafat. (vv. 7-8)
La glosa
Termina el evangelista la serie de la
generación de Cristo en el segundo período, que comprende a los reyes,
y empieza por David. "David, el Rey, engendró a Salomón, de la que fue
de Urías".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,4
En las generaciones enumeradas por San
Mateo está significada la admisión por Cristo de todos nuestros
pecados. Y por eso desciende de David por Salomón, con cuya madre pecó
aquél. San Lucas asciende hasta David por Natán, de cuyo profeta se
sirvió Dios para castigar el pecado de aquél, porque en la genealogía
trazada por San Lucas está significada la expiación de los pecados.
San Agustín,
retractationum libri, 12,26
Debió decirse, sin embargo, el nombre del
profeta, para que no se creyera que son una misma persona éste y el
hijo de David, siendo otra distinta, si bien con el mismo nombre.
Remigio
Podría preguntarse: ¿por qué el
evangelista no citó a Betsabé por su nombre y sí a las demás mujeres?
Pero éstas, aunque reprensibles, se hicieron recomendables por alguna
virtud, y Betsabé no sólo fue cómplice de adulterio, sino del
asesinato de su marido. Por eso no la citó por su propio nombre en la
genealogía del Señor.
La glosa
Calla el nombre de Betsabé y nombra a
Urías para que todos recuerden el crimen gravísimo que cometió contra
éste.
San Ambrosio,
in Lucam, 3
Pero la excelencia del santo David sobre
todos está en haberse reconocido hombre y
haber procurado lavar con lágrimas de penitencia el pecado de haber
robado la mujer de Urías. Con esto muestra que nadie debe confiar en
la propia virtud, porque tenemos un gran enemigo, invencible para
nosotros sin la ayuda o favor de Dios. Encontrarás muchas veces en
personajes ilustres graves pecados como prueba y enseñanza de que como
hombres se rindieron a la tentación, para que nunca se creyesen más
que hombres por sus cualidades relevantes.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Salomón se traduce como el
pacífico, porque después de sometidos todos
los pueblos inmediatos, que le pagaban tributo, tuvo un reinado
pacífico. "Y Salomón engendró a Roboam". Roboam significa
de la muchedumbre del pueblo, porque la
muchedumbre engendra la sedición, y los pecados cometidos por la
multitud casi siempre quedan impunes. Por eso con pocos se conserva
mejor la disciplina de un Estado.
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08-11 |
Y Josafat engendró a Joram. Y Joram engendró a Ozías. Y Ozías engendró a Joatam. Y Joatam engendró a Acaz. Y Acaz engendró a Ezequías. Y Ezequías engendró a Manasés. Y Manasés engendró a Amón. Y Amón engendró a Josías. Y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos en la transmigración de Babilonia. (vv. 8-11)
San Jerónimo
En el segundo libro de los Reyes se lee
que Joram engendró a Ocozías. Muerto éste, Yehosebá, hija del rey
Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de su hermano, y lo libró
de la matanza de Atalía. A Joás lo sucedió en el reino su hijo Amasías,
después del cual reinó el hijo de éste, Azarías, que es el llamado
Ozías, a quien sucedió su hijo Joatam. De esto se ve, según la verdad
histórica, que el evangelista pasó por alto tres reyes intermedios,
puesto que Joram no engendró a Ozías, sino a Ocozías y a los demás
arriba enumerados. Pero como el propósito del evangelista era poner en
distintos períodos las tres series de catorce cada
una, y Joram se había enlazado con la familia de la impía
Jezabel, su memoria desaparece hasta la tercera generación, o sea
hasta Ozías, como indigno de figurar en la santa genealogía.
San Hilario,
in Matthaeum, 1
Pero una vez lavada la mancha de haberse
mezclado con familia gentil, vuelve a aparecer en la cuarta generación
la estirpe de los reyes.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
La insinuación del Espíritu Santo por el
profeta de exterminar a todo varón de la familia de Ajab y de Jezabel
fue ejecutada por Jehú, hijo de Jananí, a quien fue prometido que sus
hijos se sentarían en el solio del reino de Israel hasta la cuarta
generación. Y así, cuanta bendición recayó sobre Jehú por haber
vengado al Señor en la familia de Ajab, tamaña maldición descendió
sobre la casa de Joram por causa de la hija del impío Ajab y Jezabel,
siendo omitidos en la serie de los reyes todos sus hijos hasta la
cuarta generación. Y el pecado de éste pasó a sus hijos según estaba
escrito: "Vengaré los pecados de los padres en los hijos hasta la
tercera y cuarta generación" ( Ex 20,5). Ved,
pues, cuán peligroso es el matrimonio con raza de impíos.
Ambrosiaster,
quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 85
No sin razón fueron eliminados de entre
los demás reyes Ocozías, Joás y Amasías, ya que su impiedad continuó
sin intermisión. Si Salomón fue dejado en paz en su reino por méritos
de su padre y Roboam por causa de su hijo, aquellos tres, obrando
inicuamente, fueron borrados de la serie de los reyes, pues la mejor
prueba de la perdición de una raza es que la malignidad se manifieste
con carácter permanente.
"Y Ozías engendró a Joatam, y Joatam
engendró a Acaz, y Acaz engendró a Ezequías".
La glosa
Al cual, encontrándose sin hijos, se le
dijo: "Dispón de tu casa, porque morirás" ( Is
38). Y lloró no porque deseara mayor longevidad, pues sabía que
Salomón agradó al Señor por no haber pedido más años de vida, sino
porque temía que la promesa de Dios no se cumpliera pues era del
linaje de David, por el que había de venir el Cristo, y se encontraba
sin hijos.
"Y Ezequías engendró a Manasés y Manasés
engendró a Amón y Amón engendró a Josías y Josías engendró a Jeconías
y sus hermanos en el destierro de Babilonia".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Esta serie de reyes no se halla así
consignada en el libro de los Reyes, sino en este orden: Josías
engendró a Eliakim (llamado después Joaquín), y Joaquín engendró a
Jeconías. Pero Joaquín fue borrado del número de los reyes por no
haber sido elegido por el pueblo de Dios, sino impuesto por el faraón.
Y si fue justo que se borrasen de la genealogía tres reyes por haberse
mezclado con la familia de Ajab, ¿no es asimismo justa la eliminación
de Joaquín, a quien el Faraón había impuesto al pueblo por la
violencia? Y así Jeconías (hijo de Joaquín y nieto de Josías)
sustituyó a su padre en el número de los reyes como hijo de Josías.
San Jerónimo
O de otra manera, debe saberse que el
primer Jeconías es el mismo que Joaquín y el segundo es el hijo, no el
padre, y que el nombre del primero se escribe con k
y m y el segundo con ch
y n, escritura que por un error de los
copistas y por la distancia de los tiempos confundieron después los
escritores griegos y latinos.
San Ambrosio,
in Lucam, 2
Los libros de los Reyes indican
dos llamados Joaquín,
pues en el segundo libro de los Reyes se lee: "Durmió Joaquín con sus
padres y reinó por él Joaquín su hijo" ( 2Re
24,6). Y el Joaquín hijo es al que dio
Jeremías el nombre de Jeconías. Con razón no quiso San Mateo discrepar
del profeta y nombrar en un mismo tiempo a Joaquín y Jeconías, porque
así nos demostró mayor fruto para nosotros de la bondad del Señor, que
no buscó en los hombres la nobleza de origen, sino que quiso nacer de
cautivos del pecado, como convenía al que venía a predicar la
redención de los cautivos. No ha suprimido, pues, el evangelista uno
de los dos reyes, sino que ha citado a ambos por el nombre de Jeconías
que les era común.
Remigio
Pero, ¿por qué el evangelista dice que
éstos han nacido en el destierro, habiendo nacido antes de verificarse
éste? Porque nacieron para ser llevados cautivos de entre todos los de
su pueblo por sus propios pecados y los de los otros, y como Dios
tenía la presciencia de tal cautividad, el evangelista dice que
nacieron en el destierro. Es de notar que los que el santo evangelista
pone juntos en la genealogía del Señor se asemejaron por su estimación
o por su infamia. Así, Judas y sus hermanos fueron laudables por su
estimación. Fares y Zara, Jeconías y sus hermanos, por el contrario,
se hicieron notables por su infamia.
La Glosa
En sentido místico, David es Cristo que ha
vencido a Goliat, el diablo. Urías, que se traduce como
mi luz es Dios, es el diablo que dice:
"Semejante seré al Altísimo" ( Is 14,14) con
quien unida la Iglesia, Cristo empezó a amarla desde el alto solio de
la majestad de su Padre y después de embellecerla se desposó con ella.
O también Urías es el pueblo judío que se gloriaba de poseer la luz
por la ley, pero Cristo le quitó esa ley enseñando más bien que
hablaba de sí mismo. Betsabé es el pozo de la
hartura, es decir la abundancia de la gracia espiritual.
Remigio
O también Betsabé significa el
séptimo pozo, o el pozo del
juramento, en el que está prefigurada la fuente del bautismo,
en el que se recibe el Espíritu Santo con sus siete dones y se abjura
del diablo. Es también Cristo el Salomón pacífico, según el apóstol:
"El es nuestra paz" ( Ef 2,14). Es Roboam,
extensión del pueblo, según San Mateo:
"Vendrán muchos del Oriente y del Occidente" ( Mt
8,11).
Rábano
O también pueblo
impetuoso, porque ha convertido rápidamente los pueblos a la
fe.
Remigio
Es también Abiá, el
Padre Señor: "Uno es vuestro padre que está en los cielos" (
Mt 23,9). Y San Juan: "Vosotros me llamáis
Maestro y Señor" ( Jn 13,13). Es también Asá,
el que levanta, el que alza.: "El que quita
el pecado del mundo" ( Jn 1,29). Es Josafat,
el que juzga: "Todo el juicio ha dado al
Hijo" ( Jn 5,22). Es Joram, e
l excelso, el elevado: "Ninguno subió al
cielo, sino el que descendió del cielo" ( Jn
3,13). Es Ozías, el robusto del Señor: "El
Señor es mi fortaleza y mi alabanza" ( Sal
117,14). Es Joatam, el consumado, el perfecto
según el Apóstol: "Cristo es el fin de la ley" ( Rom
10,4). Es Acaz, el que convierte: "Convertíos
a mí" ( Zac 1,3).
Rábano
O el que comprende,
"porque nadie conoce al Padre sino el Hijo" ( Mt
11,27).
Remigio
Es Ezequías, el Señor
fuerte, el Señor ha confortado, según el texto de San Juan:
"Tened confianza, que yo he vencido al mundo" ( Jn
16,33). Es Manasés, el olvidadizo: "No me
acordaré más de vuestros pecados" ( Ez
18,22). Es Amón, el fiel: "Fiel es el Señor
en todas sus palabras" ( Sal 144,17). Es
Josías, donde está el incienso del Señor:
"Puesto en agonía, oraba con mayor vehemencia" ( Lc
22,44).
Rábano
El incienso significa la oración, según
testimonio del salmista: "Suba derecha mi oración como un perfume en
tu presencia" ( Sal 140,2). O
la salud del Señor, según Isaías: "Mi salud
será para siempre" ( Is 51,8).
Remigio
Es Jeconías, el que
prepara o preparación del Señor: "Y si me fuere, yo os
aparejaré lugar" ( Jn 14,3).
La glosa
En sentido moral después de David sigue
Salomón, que se traduce como el pacífico,
pues alguien tiene verdadera paz desde el momento en que apacigua sus
ilegítimas costumbres y se dispone a la tranquilidad eterna cuando
sirve a Dios y convierte a otros a El. Sigue Roboam, es decir
extensión del pueblo, porque después que el
hombre no tiene en sí pasiones que vencer, debe extender su caridad a
los otros y atraerlos consigo, como pueblo de Dios, a la contemplación
de lo celestial. Sigue Abiá, el Padre Señor,
porque con tales precedentes puede ya confesarse públicamente hijo de
Dios, y entonces ser Asá, el que levanta, y
de virtud en virtud subir hasta Dios, su Padre. Luego será Josafat,
el que juzga, para juzgar a otros y que no lo
juzgue nadie. Y así se hace Joram, el excelso, el
elevado, como si habitase en la morada celestial, de donde
resulta Ozías, el robusto del Señor, como
atribuyendo a Dios toda su fuerza y perseverancia en su propósito.
Viene luego Joatam, el perfecto, porque cada
día adelanta más en la perfección; y de esta manera se hace Acaz,
el que comprende, porque con sus buenas obras
aumenta su conocimiento según el Salmo: "Anunciaron las obras de Dios
y entendieron los hechos de El" ( Sal 63,
10). Sigue Ezequías, el Señor fuerte, porque
él conoce todo su poder y así, convertido a su amor, se hace Manasés,
el olvidadizo, dando al olvido todo lo
temporal. De ahí resulta Amón, el fiel,
porque el que desprecia lo temporal, a nadie defrauda en lo suyo. Por
último se hace Josías, la salvación del Señor,
porque la espera con toda seguridad.
|
12-15 |
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Después del destierro pone el evangelista
entre los particulares primeramente a Jeconías.
San Ambrosio,
in Lucam, 3
Del que dice Jeremías: "Escribe que este
hombre será estéril, pues no habrá de su linaje varón que se siente
sobre el solio de David" ( Jer 22,30). Pero
si Cristo ha reinado y Cristo es de la raza de Jeconías, ¿cómo dice el
profeta que no reinará varón alguno de la descendencia de Jeconías?
¿Entonces ha mentido el profeta? No, por cierto. El profeta no niega
la descendencia de Jeconías, y por tanto Cristo es de su posteridad.
Pero el haber reinado Cristo no contradice al profeta, porque Cristo
no reinó como los reyes del siglo, puesto que él mismo dijo: "Mi reino
no es de este mundo" ( Jn 18,36).
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Respecto a Salatiel, no hemos leído nada
ni bueno ni malo, sin embargo suponemos que fue un hombre santo, y en
el destierro suponemos que constantemente suplicó a Dios en favor del
afligido Israel, y que por lo tanto fue llamado Salatiel, que
significa la súplica de Dios. "Y Salatiel
engendró a Zorobabel", que se traduce por corriente
pospuesta, o de la confusión, o aquí,
el maestro de Babilonia. He leído, pero no sé
si sea cierto, que tanto el linaje sacerdotal como el real estaban
unidos en Zorobabel; y que fue por medio de él que los hijos de Israel
regresaron a su propio país. Pues en una discusión entre tres
personajes defendiendo su propia opinión, uno de los cuales era
Zorobabel, prevaleció la de éste, a saber, que la Verdad era más
fuerte que todas las cosas; y gracias a esto Darío permitió que los
hijos de Israel regresen a su país. Y por ello, después de esta
providencia divina, fue justamente llamado Zorobabel,
el maestro de Babilonia. Pues, ¿qué doctrina
hay más grande que mostrar que la Verdad es la señora de todas las
cosas?
La glosa
Pero esto parece contradecir a la
genealogía que se lee en el libro de las Crónicas, según la cual
Jeconías engendró a Salatiel y a Fadaia, y Fadaia a Zorobabel, y
Zorobabel a Mesullam, Ananías y Salomit, hermana de éstos. Pero
conocemos de muchas alteraciones en las Crónicas por error de los
copistas. De ahí las muchas e interminables cuestiones que ocurren
sobre genealogías y que el apóstol nos manda evitar. También puede
decirse que Salatiel y Fadaia son una misma persona con dos nombres, o
que eran hermanos y tuvieron hijos de un mismo nombre, y que el
historiador siguió la genealogía de Zorobabel, hijo de Fadaia, y no la
de Zorobabel, hijo de Salatiel. Desde Abiud hasta José no encontramos
genealogía en las Crónicas, pero sí leemos haber otros muchos anales
entre los hebreos que se llamaban Palabras de los
días y que Herodes, rey idumeo, mandó quemar para que la
genealogía de los reyes se confundiese. Tal vez José había leído allí
los nombres de sus padres, o los había retenido de cualquier modo en
la memoria por lo que el evangelista podía saber la serie de esta
generación. Como quiera que sea, es de notar que el primer Jeconías se
traduce como resurrección
del Señor, y el segundo como
preparación del
Señor. Ambos caracteres convienen a Cristo,
que dice: "Yo soy la resurrección y la vida" ( Jn
11,25), y también: "Voy a prepararos el lugar" ( Jn
14,2). Le conviene asimismo el de Salatiel, Dios
mi perfección:
"Padre Santo, guarda a aquellos que me diste" ( Jn
17,11).
Remigio
Es también Zorobabel,
maestro de confusión:
"Vuestro maestro come con los publicanos y pecadores" (
Mt 9,11). Es Abiud, ese
mi padre: "Yo y el
Padre somos una misma cosa" ( Jn 10,30). Es
Eliakim, Dios que
resucita: "Le resucitaré en el último día" (
Jn 6,40). Es Azor, el
ayudado: "El que me envió conmigo está" (
Jn 8,29). Es Sadoq, el
justo o justificado:
"Fue entregado el justo por los injustos" ( 1Pe
3,18). Es Aquim, ése mi hermano: "El que
hiciese la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano" (
Mt 12,50). Es Eliud, ése mi
Dios: "Señor mío y Dios mío" ( Jn
20,28).
La glosa
Es Eleazar, Dios mío
ayudador: "Mi Dios, mi ayudador" ( Sal
17,3). Es Matán, el que enriquece o el enriquecido:
"Dio dones a los hombres" ( Ef 4,8) y
también: "De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo
unigénito" ( Jn 3,16).
Remigio
Es Jacob, el suplantador,
porque no sólo ha engañado El mismo al diablo, sino que ha dado a sus
hijos la habilidad de éste: "Veis que os ha dado el poder de pisar
sobre serpientes" ( Lc 10,19). Es José,
el que añade, el que aumenta: "He venido para
que tengan vida, y para que la tengan en más abundancia" (
Jn 10,10).
Rábano
Pero veamos la significación en sentido
moral de estos ascendientes del Señor. Después de Jeconías,
preparación del Señor, sigue Salatiel,
Dios mi petición, porque el que está
preparado no busca sino solo a Dios. Pero entre tanto se hace
Zorobabel, es decir maestro de Babilonia, de
los hombres terrenales, a los que hace conocer que
nuestro padre es Dios -es lo que significa Abiud-, y entonces
aquel pueblo se levantará de los vicios, por lo que sigue Eliakim,
resurrección. Así se eleva a la buena
operación con la ayuda de la gracia, siendo Azor, el
ayudado. Se hace después Sadoq, el justo,
y entonces resulta fiel por el amor del prójimo,
según la significación de Aquim, ése mi hermano,
o por el amor de Dios, que se traduce por Eliud,
Dios mío. Luego viene Eleazar, Dios mi
ayudador, porque reconoce que Dios lo es de él. El fin a que
tiende lo manifiesta bien Matán, don o donante,
pues espera a Dios como remunerador. Y así como luchó al principio con
sus pasiones y las subyugó, así luchará también al fin de su vida y se
hará Jacob, y así llegar a
José, es decir al cúmulo de las virtudes.
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16 |
La glosa
Después de todas las generaciones, el
evangelista pone la generación de José, por virtud de la cual se
insertan todas las otras, diciendo: "Y Jacob engendró a José".
San Jerónimo
Juliano Augusto
1 nos
objeta la discordancia de los evangelistas sobre este punto, porque
San Mateo llama a José hijo de Jacob, y San Lucas hijo de Helí.
Ignora, sin duda, que la Escritura suele llamar padre al que lo es por
naturaleza y al que lo es según la ley. Dios ordena por Moisés en el
Deuteronomio ( Dt 25), que si un hermano o
pariente muere sin hijos, otro hermano o pariente tome a la viuda del
difunto para darle descendencia. Este punto ha sido cumplidamente
debatido por el historiador Africano, y Eusebio de Cesarea, en su
libro De la discordancia de los Evangelios.
Eusebio de Cesarea,
historia ecclesiastica, 1,7
Matán y Melkí tuvieron cada uno, en
distintos tiempos, un hijo de una misma mujer, llamada Jesca. Matán,
descendiente de David por Salomón, la había tomado primero por mujer y
dejando un hijo llamado Jacob, murió. Como la ley permitía a la viuda
casarse con otro, Melkí, del mismo origen que Matán, de la misma
tribu, aunque no de la misma familia, tomó por mujer a la viuda de
Matán, de la que tuvo otro hijo llamado Helí. Y así Jacob y Helí, de
distintos padres, resultan hermanos del mismo vientre. El primero de
éstos, Jacob, tomando conforme a la ley a la viuda de su hermano,
muerto sin hijos, engendró a José, hijo suyo según la naturaleza. Por
eso leemos: "Y Jacob engendró a José". Pero, según la ley, José
resulta hijo también de Helí, cuya mujer había tomado su hermano Jacob
para darle descendencia. Así encontramos recta y completa la
genealogía que enumera San Mateo y la que describe San Lucas, quien
con la expresión más adecuada designó la sucesión legal establecida en
favor del difunto, como por cierta especie de adopción, teniendo buen
cuidado de no nombrar siquiera la palabra generación
en esta clase de sucesiones.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,2
La palabra hijo
cuadra mejor al que solamente lo es por adopción que la de
engendrado, puesto que José no había nacido
de Helí. Así, cuando San Mateo dijo al empezar la genealogía: "Y
Abraham engendró a Isaac", y al terminarla en José: "Jacob engendró a
José", expresó claramente que a éste lo había producido su padre según
el orden de las generaciones, y que José no había sido adoptado sino
engendrado por él. Aunque también San Lucas pudiera haber dicho que
José había sido engendrado por Helí, tal
expresión no debe confundirnos, porque nadie en absoluto dice del
adoptado que ha sido engendrado según la carne, sino por el afecto.
Eusebio de Cesarea,
historia ecclesiastica, 1,7
Mas no se crea que nosotros hemos
inventado esta opinión a nuestro antojo o por una ligereza, sin estar
abonada por testimonio de ningún autor. Los mismos parientes de
nuestro Salvador según la carne, la trasmitieron por tradición, ya por
deseo de hacer ver tan importante nacimiento, ya para testificar la
verdad de los hechos.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,4
Con razón San Lucas, exponiendo la
generación de Jesucristo -no desde el principio del Evangelio, sino
desde el bautismo de éste- y presentándonoslo como el sacerdote en la
expiación de nuestros pecados, se encargó de narrar su origen por la
adopción legal, porque por la adopción nos convertimos en hijos de
Dios, creyendo en el Hijo de Dios. Mas por la generación carnal que
San Mateo refiere, el Hijo de Dios se nos muestra más bien como hecho
hombre por nosotros. Por lo demás, bastante da a entender San Lucas al
llamar a José hijo de Helí por adopción, como llama a Adán hijo de
Dios, en el sentido de que por la gracia que después pecando perdió,
Dios lo había constituido como hijo en el paraíso.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Después de consignar todos los antepasados
de Cristo terminando por José, dice el evangelista: "Esposo de María",
indicando que por María ha puesto en la genealogía también a José.
San Jerónimo
Al oír "esposo", no te ocurra la sospecha
de unión marital alguna, recordando la costumbre de la Escritura que a
las esposas las llama mujeres casadas y a los
esposos maridos.
Genadio,
de ecclesiasticis dogmatibus, 10,2
El Hijo de Dios nació
del hombre -es decir, de María-, pero no por
hombre -esto es, por obra de varón-, como Ebión afirma. Por eso
el evangelista añade con marcada intención: "De la que nació Jesús".
San Agustín,
de haeresibus, 2
Esto es contrario a la afirmación de
Valentino, quien dijo que Cristo no había asumido nada de la Virgen,
sino que había pasado por ella como por un arroyo o un canal.
San Agustín,
contra Faustum, 26,7
Por qué quiso Dios tomar carne en el
vientre de una mujer, queda en sus sublimes designios: tal vez para
dignificar de este modo los dos sexos, asumiendo la forma de varón y
naciendo de mujer, o por otra causa que no me atrevería a decir.
Ambrosiaster,
quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 49
Lo que por el don sagrado concedía Dios a
los que eran ungidos para ser reyes y sacerdotes, lo ha realizado el
Espíritu Santo en el Hombre Cristo añadiendo una purificación, pues el
Espíritu Santo purificó lo que de la Virgen María se formara para ser
cuerpo del Salvador. Esta es la unción del cuerpo del Salvador, por
esto se ha llamado Cristo.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,1
No era lícito, sin embargo, que José
creyese que debía separarse por eso de la compañía de María, porque
Ella no dio a luz a Jesucristo por haber cohabitado con él, sino
permaneciendo siempre Virgen. Este ejemplo dice con gran elocuencia a
los casados, que aun cuando por común consentimiento guarden
continencia, puede permanecer el vínculo del matrimonio, no por la
mezcla corporal de los sexos, sino por la unión de los corazones,
tanto más cuanto que a José y a María pudo nacerles un hijo sin
relación carnal.
San Agustín,
de nuptiis et concupiscentia, 1,11
Todos los bienes del matrimonio se cumplen
en los padres de Cristo: la fe, la prole y el sacramento. La prole es
nuestro Señor Jesucristo, la fe porque no ha habido adulterio, y el
sacramento porque no ha habido separación.
S. Jerónimo
Pero preguntará el lector diligente: No
siendo José padre del Salvador, ¿qué puede interesar la genealogía
continuada hasta José? Responderé a este reparo, que no es costumbre
de la Escritura insertar la sucesión de las mujeres en las
genealogías. Además, José y María fueron de la misma tribu, por lo que
según la ley estaba obligado a tomarla como parienta, y ambos son
empadronados juntos en Belén, como descendientes que eran de una misma
estirpe.
San Agustín,
de nuptiis et concupiscentia, 1,11
La genealogía tuvo que ser continuada
hasta José para que en aquel singular matrimonio no quedase rebajada
la preeminencia de su sexo, sin perjudicar por eso a la verdad, puesto
que tanto José como María eran de la estirpe de David.
San Agustín,
contra Faustum, 13,9
Nosotros, pues, creemos que también María
fue de la estirpe de David, porque creemos a las Escrituras, que dicen
que Cristo es del linaje de David según la carne (
Rom 1,3), así como que María que fue su Madre, no por
cohabitación con varón, sino permaneciendo siempre virgen (
Mt 1,18; Lc
1,34-35).
Concilio de Efeso,
c. 6
Hay que precaverse aquí contra el error de
Nestorio, que dice: cuando la Escritura divina tiene que hablar acerca
del nacimiento de Cristo, que es de la Virgen María, o acerca de su
muerte, nunca le da el nombre de Dios, sino
los de Cristo, Hijo o Señor, tres términos
significativos de las dos naturalezas, que unas veces se refieren a la
divina, otras a la humana, y algunas a ambas a la vez. He aquí una
prueba: "Jacob engendró a José, esposo de María, de la cual nació
Jesús, que es llamado el Cristo". Dios el Verbo no ha necesitado de un
segundo nacimiento de mujer para existir.
San Agustín,
contra Felicianum, 11 y 12
Pero no fue una persona el Hijo de Dios y
otra el Hijo del hombre, sino una misma persona, Cristo, Hijo a la vez
de Dios y del hombre. Así como en un mismo individuo una cosa es el
alma y otra cosa es el cuerpo, en el mediador entre Dios y los hombres
una cosa fue el Hijo de Dios y otra el Hijo del hombre. Pero Cristo
Señor, que era lo uno y lo otro, fue un solo individuo, con distinción
de naturalezas en unidad de personas. Mas objeta el hereje: "No sé
cómo enseñáis que ha nacido en el tiempo el mismo que decís coeterno
con el Padre, puesto que el nacer es como cierto movimiento de un ser
que no existe antes de nacer y al cual el nacer lo trae al acto de
existir, de donde se infiere que el que ya existía no ha podido nacer,
y si pudo nacer no existía antes". A lo que contesta Agustín:
Supongamos -como muchos quieren- que hay en el mundo
un alma general que de tal suerte vivifica todos los gérmenes
por cierta operación inefable, que queda siempre distinta de las
sustancias engendradas. Indudablemente esta alma, cuando haya llegado
al útero -para formar la materia pasiva según las funciones que haya
después de ejercer-, hace que sea con ella una misma persona aquel ser
que sabemos no tiene la misma naturaleza que ella, resultando
entonces, por la acción del alma en la materia pasiva,
de dos diversas sustancias -el alma y el
cuerpo- un solo hombre. En tal sentido decimos que nace del útero la
misma alma que al venir al útero decimos que ha dado vida al ser
concebido.
Notas
1. En su
De dissonantia evangelistarum. Juliano es un
emperador romano conocido como el Apóstata (331-363 d.C.).
|
17 |
De manera que todas las generaciones desde
Abraham hasta David, catorce generaciones: y desde David hasta la
transmigración de Babilonia, catorce generaciones: y desde la
transmigración de Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. (v.
17)
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Enumeradas las generaciones desde Abraham
hasta Cristo, el evangelista las divide en tres series de catorce
generaciones cada una, porque al terminar cada serie se cambió el
estado político de los judíos. Desde Abraham hasta David fueron
gobernados por jueces, desde David hasta el destierro de Babilonia por
reyes, y desde el destierro de Babilonia hasta Cristo por los
pontífices. Quiere darnos a entender con esto que así como después de
cada serie se cambió el estado de los judíos, concluidas las catorce
generaciones desde el destierro hasta Cristo, es necesario que por
Cristo sea cambiado el estado de los hombres, como así sucedió.
Después de Cristo las naciones han sido gobernadas por Cristo solo,
que es Juez, Rey y Pontífice. Así como los antiguos jueces, reyes y
pontífices no eran sino una figura de la dignidad de Cristo, cada una
de esas dignidades empezó siempre por un personaje, figura también de
Cristo. El primero de los jueces, Josué, hijo de Nave; el primero de
los reyes, David; y el primer pontífice, Josué, hijo de Josedec; en
los que nadie duda está prefigurado Cristo.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
O dividió tal vez en tres partes las
generaciones para demostrarnos que no por cambiar de régimen político
se enmendaron los judíos. Antes bien, tanto bajo los jueces, como bajo
los reyes, los pontífices y los sacerdotes, persistieron en los mismos
pecados. Por eso menciona la cautividad de Babilonia, indicando que ni
aun después de ésta se corrigieron. Y no menciona el destierro a
Egipto, porque no temían a los egipcios como a los asirios y partos,
porque el destierro a Egipto era de fecha más antigua y el de
Babilonia era reciente, y porque a Egipto no fueron llevados en
castigo por sus pecados como a Babilonia.
San Ambrosio,
in Lucam, 3
No debe olvidarse que habiendo sido 17 los
reyes de Judá, desde David hasta Jeconías, San Mateo puso solamente
catorce generaciones. Pero a su vez debe observarse que las sucesiones
pueden ser más en número que las generaciones, pues algunos pueden
vivir mucho tiempo y tener hijos muy tarde, o no tenerlos nunca; así
que no son las mismas las épocas de las generaciones que las de los
reyes.
La glosa
O puede decirse que en la serie de las
generaciones se omitieron tres reyes, como antes hemos dicho.
San Ambrosio, in Lucam, 3
Otro reparo: contándose doce generaciones
desde Jeconías hasta José, ¿cómo dice el evangelista después que ha
descrito catorce? Si observamos atentamente, encontraremos también
aquí las catorce generaciones. Hasta José se cuentan doce, la
decimotercera es Cristo, y hubo, como atestigua la historia, dos
Jeconías, padre e hijo ( 2Re 24), no
suprimiendo a ninguno de los dos el evangelista, sino contando a
ambos, con lo que, añadido Jeconías el menor, se completan las catorce
generaciones.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
O se cuenta dos veces un mismo Jeconías en
el Evangelio, una antes del destierro y otra después. Este Jeconías, a
pesar de ser uno, tuvo dos situaciones: fue rey antes del destierro,
nombrado por el pueblo de Dios, y un particular después del destierro.
Por eso se cuenta entre los reyes antes del destierro, como rey que
era; y entre los particulares después del destierro.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,4
O entre los progenitores de Cristo se
cuenta dos veces a Jeconías, por quien se verificó en cierto modo una
conversión a naciones extrañas, al ser llevado cautivo de Jerusalén a
Babilonia. Cuando se desvía una línea de la rectitud para alejarse en
dirección opuesta como que forma un ángulo, y al formarlo se cuenta
dos veces. Y en esto mismo prefiguró Jeconías a Cristo que había de
pasar de la circuncisión a la gentilidad y había de ser la piedra
angular.
Remigio
Dividió las generaciones en series de
catorce cada una, porque el número diez
significa el Decálogo, y el número cuatro los
cuatro libros del Evangelio, mostrando en esto la conformidad de la
ley con el Evangelio. Repitió tres veces el número
catorce, para enseñarnos que la perfección de la ley, de la
profecía y de la gracia consiste en creer en la Santa Trinidad.
La glosa
Puede también decirse que en este número
está significada la gracia septiforme del Espíritu Santo, y que el
duplicarlo significa que esta gracia es necesaria para la salud del
cuerpo y para la del alma. Así, pues, la genealogía de Cristo se
divide en tres series de catorce cada una: la
primera desde Abraham hasta David inclusive; la segunda desde David
hasta el destierro de Babilonia, no incluyendo en ella a David y sí el
destierro; y la tercera desde el destierro hasta Cristo, en la que si
admitimos que Jeconías está contado otra vez, hay que incluir el
destierro. En la primera serie de catorce están significados los
hombres antes de la Ley, y comprende todos
los progenitores de Cristo que vivieron bajo la ley natural: Abraham,
Isaac, Jacob, y los demás hasta Salomón. En la segunda los hombres
bajo la Ley, pues todos los reyes que en ella
se mencionan estuvieron bajo la ley. Y en la tercera los hombres de la
gracia, que termina en Cristo, dador de toda
gracia, y en la que se verificó la liberación de la cautividad en
Babilonia, figura de la liberación de la cautividad del pecado obrada
por Cristo.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,4
A pesar de haber distribuido las
generaciones entre series de catorce cada
una, no dice luego que todas suman cuarenta y dos, porque uno de los
progenitores, Jeconías, se cuenta dos veces. Por esto las generaciones
no son cuarenta y dos de la suma de tres veces
catorce, sino cuarenta y una. San Mateo, que se había propuesto
presentarnos a Cristo como Rey, contó, pues, cuarenta hombres en la
serie de las generaciones, porque este número significa el tiempo que
en este mundo debemos ser gobernados por Cristo con severo régimen,
significado en aquella vara de hierro de que nos habla el Salmo: "Los
gobernarás con vara de hierro" ( Sal 2,9). Y
la razón de que tal número signifique esta vida temporal y terrena, es
de suyo obvia. Cada año se desliza en el tiempo por cuatro estaciones,
y cuatro son también los puntos cardinales en los que termina la
superficie del globo: oriente y occidente; norte y sur. El número
cuarenta está formado de
cuatro veces diez, estando el mismo número diez respecto de
aquél en progresión de una a cuatro.
La glosa
Puede también decirse que el número diez
se refiere al Decálogo, y el cuatro a la vida presente que se desliza
en cuatro estaciones. O puede significarse por el número
diez el Antiguo Testamento y por el
cuatro el Nuevo.
Remigio
Si alguno quisiera decir que son cuarenta
y dos las generaciones porque no hay un solo Jeconías sino dos, le
diríamos que también este número concuerda con la Santa Iglesia, pues
este número se compone de seis y de
siete multiplicados entre sí, y seis veces
siete son cuarenta y dos. El seis se refiere a los días de trabajo y
el siete al día de descanso.
|
18 |
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Como el evangelista había dicho antes: "Y
Jacob engendró a José", con quien desposada María engendró a Jesús,
para que ninguno pudiera pensar que el nacimiento de Cristo había sido
como el de sus progenitores, cortando el orden de la narración dice:
"Y la generación de Jesucristo fue de esta manera", como si dijera: la
generación de sus ascendientes fue como la he referido, pero la
generación de Cristo no fue así, sino de esta forma: "Que siendo su
Madre desposada".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Como quien va a decir una cosa nueva
promete narrar la manera de realizarse esta generación; no fuera a
suceder que al oír las palabras "esposo de María" cualquiera pensase
que Cristo había nacido según la ley general de la naturaleza.
Remigio
También puede referirse a lo ya dicho en
este sentido: "La generación de Cristo era así", como he dicho:
"Abraham engendró a Isaac".
San Jerónimo
Pero, ¿por qué Cristo es concebido de una
Virgen desposada y no de una simple virgen? Por tres razones: la
primera, para que por la genealogía de José se supiese el origen de
María; la segunda, para que los judíos no la apedreasen como adúltera;
y la tercera, para que al huir a Egipto tuviese quien la consuele. El
mártir Ignacio aduce otra razón: para ocultar al demonio el parto de
María, y que siempre creyese que Cristo había sido engendrado no de
una virgen, sino de una mujer casada.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Desposada y permaneciendo en su casa,
porque así como en la que concibe en casa del marido se entiende una
concepción natural, en la que concibe antes de desposarse hay sospecha
de infidelidad.
San Jerónimo,
contra Helvidium, in principio libri
Un tal Helvidio, hombre turbulento y que
de todo hace materia para la disputa, empezó a blasfemar contra la
Madre de Dios formulando así su primera tesis: San Mateo dice: "Y
siendo desposada". Mira cómo dice desposada y
no comprometida, como tú dices, y desposada
no por otra causa sino para casarse después
1.
Orígenes,
homilia inter collectas ex variis locis.
Desposada con José, pero no carnalmente
unida. La Madre de éste fue Madre inmaculada, Madre incorrupta, Madre
intacta. La Madre de éste, ¿de cuál éste? La Madre del Señor,
Unigénito de Dios, del Rey universal, del Salvador y Redentor de
todos.
San Cirilo de
Alejandría, ad Ioannem Antiochenum
¿Qué se puede ver en la Santa Virgen por
encima de las demás mujeres? Si María no es Madre de Dios, sino sólo
de Cristo, como dice Nestorio, ningún absurdo habría en que se permita
llamar Madre de Cristo a la madre de cualquier ungido. Pero sólo la
Santa Virgen, sobre las otras mujeres, es conocida y llamada con el
nombre de "Madre de Cristo", pues engendró no a un simple hombre como
nosotros, sino más bien al Verbo de Dios Padre, encarnado y hecho
hombre por nosotros. Mas tal vez reponga Nestorio: ¿Pensarás acaso que
la Virgen se ha hecho la Madre de la divinidad? A esto decimos que el
Verbo de Dios, nacido de la misma sustancia de Dios y existiendo
siempre y sin principio de tiempo igual al Padre, en la plenitud de
los tiempos se hizo carne, es decir, se unió a un cuerpo animado por
un alma racional. Por esto decimos que nació de una mujer según la
carne. Este misterio se asemeja en cierto modo a nuestro nacimiento:
la madre suministra a la naturaleza una materia cuajada que poco a
poco se va formando hasta resultar un cuerpo perfecto en su especie,
la humana. Pero Dios infunde en ese cuerpo un espíritu, y aunque la
madre sólo lo sea del cuerpo terrenal, ella es considerada y se llama
madre de todo el hombre. Una cosa semejante observamos en el
nacimiento del Emmanuel, "Dios con nosotros". El Verbo de Dios nace en
la eternidad de la sustancia del Padre; mas, porque tomó carne y la
hizo propia, es preciso confesar que nació de una mujer según la
carne. Y como a la vez es verdadero Dios, ¿quién tendrá reparo en
llamar a la Santa Virgen "Madre de Dios"?
San Pedro Crisólogo,
sermones, 148
No te turben ni ofendan tus oídos las
palabras concepción, parto, porque la
virginidad es la prenda más segura del pudor. ¿En qué puede herir la
delicadeza la unión de la divinidad con la pureza, su siempre querida
amiga, unión en que el intérprete es un ángel, la fe es la madrina, el
desposorio es la castidad, el dote la virtud, la conciencia el juez,
el móvil Dios, el acto de concebir pureza, el parto virginal, y la
Madre una Virgen?
San Cirilo de
Alejandría, ad Ioannem Antiochenum
Mas si dijéramos con Valentino, que el
santo cuerpo de Cristo fue formado de una materia celeste y no de la
Virgen, ¿cómo podríamos entender que María es Madre de Dios?
La glosa
Se indica el nombre de la Madre añadiendo:
"María".
Beda,
in Lucam, 1,3
María se interpreta en hebreo como
"estrella del mar"; en siriaco como "señora", porque Ella ha dado
realmente al mundo al que es la luz de la salud y el Señor del mundo.
La glosa
A continuación nos dice también el nombre
del esposo, "José".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
María se había desposado con un carpintero
porque Cristo, esposo de la Iglesia, había de obrar la salud de todos
los hombres por el leño de la cruz.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Sigue luego: "Antes que viviesen juntos".
No dice "antes de que fuese llevada a casa del esposo", pues ya estaba
en ella por ser costumbre frecuente entre los antiguos tener en su
casa a las desposadas, como vemos que sucede también ahora, y los
yernos de Loth habitaban con él en vida común
2.
La glosa
Pero se dice: "Antes de que vivieran
juntos" en concúbito carnal.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Para que no naciese del afecto de la carne
y de la sangre el que nació para destruir los afectos de la carne y de
la sangre
3.
San Agustín,
de nuptiis et concupiscentia, 1,12
Allí no hubo cohabitación conyugal, porque
en carne de pecado no podría haberse dado sin movimiento de
concupiscencia, efecto del pecado, sin la cual quiso ser concebido el
que había de estar sin pecado, tal vez para enseñarnos con esto que
todo lo que nace de unión marital nace con pecado
4,
puesto que sólo no tuvo pecado la Carne que nació de esa manera.
San Agustín,
in sermone 6 de Nativitate
Jesucristo nace además de una mujer
intacta, porque no era adecuado que la virtud naciese por medio del
deleite, la castidad por la vía de la lujuria, y la incorrupción por
la corrupción. Y el que venía a destruir el antiguo imperio de la
muerte habría de bajar del cielo de un modo distinto. Obtuvo, pues, el
cetro de Reina de las vírgenes, la que engendró al Rey de la castidad.
Por eso Nuestro Señor se procuró un seno virginal donde morar, para
darnos a entender que sólo un cuerpo casto puede ser templo de Dios.
Aquel que grabó su ley en tablas de piedra sin necesidad de punzón de
hierro, ese mismo fecundó el seno de María por virtud del Espíritu
Santo. Por eso dice el evangelista: "Se halló haber concebido en el
vientre de Espíritu Santo".
San Jerónimo
Nadie la halló en tal estado sino José,
quien, como si fuese su marido, sabía todo lo referente a su esposa
5.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Según nos enseña una historia nada
inverosímil, José estaba ausente cuando sucedió lo que refiere San
Lucas, pues no es de creer que estando en casa entrase el ángel al
aposento de María, le dijese lo que le dijo, y que María respondiese
lo que respondió. Aun concedido que el ángel pudo entrar en donde
estaba María y que le habló, no era posible que, en presencia de José,
María marchase a la montaña y estuviese con Isabel tres meses, sin que
José indagase las causas de su ida y de una permanencia tan larga.
Pero después que volvió de tan largo viaje la encontró visiblemente
fecunda.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Con propiedad dice se
halló, expresión que solemos emplear hablando de cosas en que
no habíamos pensado. Y para que no importunara al evangelista
preguntándole cómo se verificó el nacer de una Virgen, en pocas
palabras él mismo da la salida, "de Espíritu Santo", como si dijera:
"El Espíritu Santo es el que ha obrado este milagro", pues que ni
Gabriel ni San Mateo pudieron decir más.
Glosa
Lo que se dice del "Espíritu Santo", lo
añadió el evangelista por su parte, para que al decirse "haber
concebido en el útero", no quedase ninguna sospecha maligna en la
mente de los que lo oyeren.
San Agustín,
in sermonibus de Trinititate, serm. 191,3
Nosotros no decimos, como impíamente
opinan algunos, que el Espíritu Santo se presentó como semen, sino que
obró con el poder y virtud de Creador.
San Ambrosio,
de Spiritu Sancto, 2,5
Todo lo que viene de alguno, o es de su
sustancia o de su poder; de su sustancia, como el Hijo es del Padre;
de su poder, como son de Dios todas las cosas, como el fruto del
vientre de María era del Espíritu Santo.
San Agustín,
enchiridion, 40
Ciertamente esta manera de nacer Cristo
del Espíritu Santo, nos da a entender la gracia de Dios, en virtud de
la cual el hombre, sin mérito alguno precedente en el principio mismo
de su naturaleza en que empezó a existir, se unió al Verbo de Dios en
unidad tal de persona, que ese mismo hombre es el Hijo de Dios. Mas
habiendo la Trinidad toda -porque las obras de la Trinidad son
indivisibles- obrado la formación de aquella creatura que la Virgen
concibió y dio a luz, y que sólo la persona del Hijo asumió e hizo
propia, ¿por qué se nombra únicamente al Espíritu Santo en la
concepción de esa creatura? ¿Es acaso que cuando uno de los tres es
nominalmente citado, se ha de entender que obra la Trinidad toda?
San Jerónimo,
contra Helvidium, in principio
Pero dice Helvidio: El evangelista no
hubiera dicho " antes que viviesen juntos",
de los que después no habían de vivir con tal
unión. Es como si uno dijera " antes de comer
en el puerto, me hice a la vela con rumbo al Africa". La frase no
puede tener sentido, si después no ha de
comer en aquel puerto. Me parece que está mejor entendido que aunque
el adverbio antes indique con frecuencia lo
que sigue, algunas veces, sin embargo, expresa solamente lo que antes
se había pensado, y que no es necesario que lo pensado suceda, cuando
ha mediado otra cosa, para que no se realice lo que se pensó.
San Jerónimo
Por tanto no se infiere que después
viviesen juntos, sino que la Escritura sólo dice qué es lo que no
sucedió antes.
Remigio
También puede decirse que el verbo
convenire
6 no
significa la unión marital, sino el tiempo de las bodas: es decir,
cuando la que había sido prometida empieza a
ser esposa. Pues el sentido es "antes de
vivir juntos", esto es antes de celebrar solemnemente los desposorios.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,5
Cómo se verificó lo que aquí omite San
Mateo, lo expuso San Lucas, después de narrar la concepción de Juan,
de esta manera: "Y al sexto mes fue enviado el ángel". Y más adelante:
"El Espíritu Santo vendrá sobre ti", que es lo que mencionó San Mateo
al decir: "Se halló haber concebido en el vientre de Espíritu Santo".
No hay discordancia en que San Lucas exponga lo que San Mateo omite,
ni que éste inserte después lo que omitió aquél, pues sigue: "Y José,
su Esposo, como era justo", hasta el texto donde nos habla de los
magos, "que se volvieron a su tierra por otro camino". Así que, si
alguno quisiera formar la narración ordenada del nacimiento de Cristo,
de todo lo que uno u otro de los dos evangelistas dice y omite, puede
hacerlo así: empezando con las palabras de Mateo, "La generación de
Cristo fue de esta manera", siguiendo con lo que refiere San Lucas
desde donde dice: "Hubo en los días de Herodes", hasta donde dice: "Y
María se detuvo con ella como tres meses, y se volvió a su casa", y
terminando con el texto: "Se halló haber concebido, en el vientre, de
Espíritu Santo".
Notas
1. El
proceso del matrimonio judío tenía varias ceremonias. Una era el
desposorio, que formando parte del matrimonio legal, era como el
principio del mismo. El proceso matrimonial culminaba legalmente con
el traslado de la desposada a la casa del esposo. Para esto podía
pasar un espacio de meses o incluso años.
2. Los
estudios de hoy consideran que la ceremonia del matrimonio consistía
en el cambio de casa por parte de la novia a la de su desposado, o a
la casa del padre de éste. (Daniel J. Harrington, S.J.)
"Finalmente se celebraba el matrimonio... tenía lugar la entrada de la esposa en la casa del marido; la cual solía hacerse con gran solemnidad y consistía en el cortejo nupcial y el banquete nupcial. El esposo adornada su cabeza de una guirnalda y acompañado de sus amigos, iba a buscar a la esposa... y la conducía a su propia casa... Entonces se celebraba el banquete nupcial" (José J. Reboli, S.J.).
3.
Alusión a lectura variante de Jn 1,13.
Diversos testigos muy antiguos leen el pasaje en singular:
oV... egennhqh: " El,
que no nació, ni de la sangre ni de la carne, sino de Dios" (trad.
La Santa Biblia, dir. Evaristo Martín Nieto.)
4. Ha
de entenderse en el sentido de la transmisión del pecado original por
generación humana.
5. El
Padre continúa bajo la suposición de que María ya se ha mudado de
casa. "Cuando se lee Mt 1, 18-25, hemos de
considerar que la ceremonia de desposorio entre José y María ya se
había realizado y que ellos esperaban la ceremonia matrimonial. María
permanece en casa de sus padres y José visita la residencia de tiempo
en tiempo". (Daniel J. Harrington, S.J.).
|
19 |
Y José, su Esposo, como era justo y no quisiese infamarla, quiso dejarla secretamente. (v. 19)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Habiendo dicho el evangelista que María
halló que había concebido en el vientre, del Espíritu Santo, sin obra
de varón, para que nadie sospechase que un discípulo de Cristo haya
inventado estas maravillas en honor de su Maestro, aduce el testimonio
de José confirmando la historia por su propia participación en ella:
"Y José, su Esposo, como era justo".
San Agustín,
in sermone 14 de Nativitate
Conociendo José que María estaba encinta,
se turba, porque la Esposa que había recibido del templo mismo del
Señor y no conocía aún, la encuentra fecunda, y agitándose inquieto,
discute y habla consigo mismo: "¿Qué haré? ¿La denuncio o callo? Si la
descubro, no me hago cómplice de adulterio, pero incurro en crueldad,
porque me consta que según la ley debe ser apedreada. Si callo, doy mi
consentimiento a una acción mala, y participo con los adúlteros.
Entonces si callar es malo y descubrir el adulterio es peor, la dejaré
libre".
San Ambrosio,
in Lucam, 2,1
Hermosamente nos enseña San Mateo lo que
debe hacer el justo que sorprendiere a su cónyuge en oprobio o acción
infame, para ni mancharse con la sangre del adúltero, ni hacerse
cómplice del adulterio. Por eso dice: "Como era justo". En José, pues,
se conserva siempre la gracia y la persona del justo, de manera que su
testimonio resulta siempre el más abonado, pues la lengua del justo
habla con la verdad.
San Jerónimo
Pero, ¿cómo se nos presenta como justo a
José, cuando oculta el crimen de su Esposa, y estando prescrito en la
ley que los autores y cómplices de un crimen son igualmente reos de
pecado?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Es de notar que llama aquí justo al que en
todo es virtuoso. Porque "justicia" no es sólo no querer más de lo
debido, sino también la virtud en general y es en este sentido que
principalmente emplea la Escritura la palabra "justicia". Siendo,
pues, justo
1, es
decir, benigno y moderado, quiso dejar en secreto a la que veía
expuesta a la infamia y a la máxima pena de la Ley. Como quien se
coloca por encima de la Ley, José la salvó de ambos peligros. Pues a
la manera que el sol antes de ostentar sus rayos ya alumbra la tierra,
así Cristo, antes de nacer, hizo que apareciesen en el mundo muchas
señales de perfecta virtud.
San Agustín,
de Verbo Domini, serm. 16
O en otros términos: si a ti solo consta
el pecado de otro contra ti, y quieres inculparle ante los hombres, no
eres el hermano que corrige, eres su delator. Por eso el varón justo,
José, perdonó a su Esposa, lleno de benignidad, el crimen que había
sospechado de Ella. Revolvíase ciertamente en su ánimo sospecha
indudable de adulterio, mas como a él solo constaba, no quiso
difamarla, sino dejarla en secreto, prefiriendo al castigo del pecado
el bien del pecador.
San Jerónimo
O también puede ser un testimonio en favor
de María, que José confiando en su castidad, admirado éste de lo que
había sucedido, ocultó en el silencio el hecho cuyo misterio ignoraba.
Remigio
Pues veía fecunda a la que conocía casta.
Como había leído en Isaías: "Saldrá una vara de la raíz de Jesé" (
Is 11,1), de quien sabía ser descendiente
María, y en el mismo Isaías: "He aquí que una virgen concebirá" (
Is 7,14), no desconfiaba de que en Ella se
había de cumplir tal profecía.
Orígenes,
homilia 1 inter collectas in variis locis
Pero si no tenía sospecha de Ella, ¿cómo
era justo queriendo dejar a una Esposa Inmaculada? Quería dejarla
porque conocía que se había obrado en Ella un gran misterio y se
consideraba indigno de vivir en su compañía.
La glosa
Al querer dejarla era justo, y al querer
hacerlo en secreto muestra ser piadoso, pues la pone a salvo de toda
infamia y por eso dice: "Como era justo, quiso dejarla". Es decir,
pudiendo entregarla al deshonor público, esto es, difamarla, prefiere
separarse en secreto.
San Ambrosio,
in Lucam, 2,1
Ninguno deja la mujer que antes no ha
aceptado. Entonces al querer dejarla, confesaba él mismo que la había
aceptado antes.
Glosa
O no queriendo trasladarla a su casa para
vivir con Ella en asidua compañía, quiso dejarla en secreto, es decir,
dilatando la fecha de los desposorios. Porque realmente es verdadera
virtud ejercer la piedad junto con la justicia y ésta junto con la
piedad, virtudes que, obrando separadas, se anulan mutuamente. O
también puede decirse que era justo por la fe con que creía que Cristo
había de nacer de una Virgen, y de ahí que quiso humillarse ante don
tan excelente
2.
Notas
1.
dikaioV en griego tiene el sentido de
persona observante de la ley: " dikaioV es
usado para designar a una persona de perfecta rectitud, a quien cumple
la voluntad de Dios" (Ceslas Spicq, O.P.)
2.
Santo Tomás elige presentar testimonios de diversas interpretaciones
sobre el acontecimiento. Las posiciones se suelen resumir en tres: a)
José tiene dudas sobre la fidelidad de su desposada, y siendo un
hombre justo no quiere encubrir su falta; b) José sospecha de una
intervención divina, y queda confundido entre "el asombro y la
maravilla" (Suárez), quedándole clara la inocencia de María, (S.
Jerónimo); c) José sabía que María había concebido por intervención
divina y no humana. (Eusebio.) "José sabía que la preñez de María
venía de Dios". (Basilio.) "José descubrió la preñez y su causa, que
era por obra del Espíritu Santo". (Efrén.) "José comprendió que
aquella era una maravillosa obra de Dios". (Eusebio.): "Pensó en
separarse de ella en secreto para no cometer el pecado de ser llamado
padre del Mesías. Temía vivir con ella pues eso podría deshonrar el
nombre del Hijo de la Virgen. Por ello es que el ángel le dijo 'No
temas llevar a María a tu casa'". Pablo, el diácono, en su
Homiliarum atribuye a Orígenes una posición
semejante. Actualmente, Ignace de la Potterie dice que la actitud de
José no "ha de entenderse, ciertamente, si José se pregunta si María
es culpable o no. Se trata más bien de una 'duda', de una indecisión
acerca de lo que él debe hacer. ¿Cómo ha de comportarse él, el esposo
de María, en la situación excepcional en que se encuentra su mujer?".
Contando con argumentos lingüísticos y exegéticos propone leer: "José,
su esposo, como fuese un hombre justo y no quisiese
revelar (su misterio), resolvió separarse de ella secretamente
"; en María en el misterio
de la Alianza (BAC 1993).
|
20 |
Y estando él pensando en esto, he aquí que el Angel del Señor le apareció en sueños, diciendo: "José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer: porque lo que en ella ha nacido, de Espíritu Santo es". (v. 20)
Remigio
Porque según se ha dicho, José pensaba
dejar en secreto a María. Pero si hubiese obrado así, muy pocos
hubieran dejado de sospechar que Ella fuese más bien una concubina que
una virgen, y por eso el propósito de José cambió en un momento,
gracias al consejo divino. De ahí que diga: "Y pensando en esto José".
Glosa
En lo cual se echa de ver el espíritu del
sabio, que nada quiere resolver con ligereza.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Se nota también la mansedumbre de José,
que a nadie reveló su sospecha, ni siquiera a aquélla de quien
sospechaba, sino que meditaba en su interior.
San Agustín,
in sermone 14 de Nativitate
Mas aunque José piensa en esto, no tema
María, la hija de David, porque así como la palabra del profeta
perdonó a David, el ángel del Salvador librará a María. Pues Gabriel,
el padrino de bodas de la Virgen, vuelve a presentarse: "He aquí que
el ángel del Señor apareció a José".
La glosa
Esta palabra apareció,
significa el poder del que aparece, que se muestra cuando y como
quiere.
Rábano
Cómo apareció el ángel a José, lo dice
claramente: "En sueños", es decir, como Jacob vio la escala por cierta
representación en los ojos del corazón.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
No se apareció a José en clara visión como
a los pastores, porque era sobremanera fiel. Los pastores, además,
necesitaban de una visión clara, como rudos que eran. La Virgen
también lo necesitaba, porque era la primera que tenía que ser
instruida en muy grandes misterios, como Zacarías necesitó de una
visión admirable antes que su mujer concibiese.
La glosa
Al aparecer el ángel lo llama por su
nombre, le recuerda su linaje y le hace deponer todo miedo diciéndole:
"José, hijo de David". Al llamarlo "José", por su nombre, se le
presenta como un conocido y amigo.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Al llamarlo hijo de David, quiso traer a
su memoria la promesa de Dios a David: "Que Cristo nacería de su
linaje".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Al decirle "no temas", indica que José ya
entonces temía ofender a Dios, como quien tiene en su compañía una
adúltera, pues de otra manera no hubiera pensado dejarla.
Severiano
Se le advierte al esposo que no tema,
porque el alma piadosa, cuanto más padece con otra, más teme. Como si
dijera: esto no es motivo de muerte, sino de vida, porque la que está
encinta para darnos la vida no merece la muerte.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Al decir no temas, quiso también
demostrarle que conocía el secreto de su corazón, para hacerle ver con
esto los bienes que nos habían de venir por Cristo, y que él le iba a
revelar.
San Ambrosio,
in Lucam, 2,1
No te confunda que la llame
su mujer, pues esta palabra expresa aquí no
la pérdida de la virginidad, sino la prueba testimonial del
matrimonio, la celebración de los desposorios.
San Jerónimo,
contra Helvidium
No vaya a creerse que porque la llamó
su mujer ha dejado de ser esposa, pues la
Escritura acostumbra llamar mujeres casadas a
las esposas, y maridos a los esposos, según
se comprueba en el Deuteronomio: "Si alguno hallare en el campo a una
virgen que está desposada y asiéndola se echase con ella, morirá,
porque abatió a la mujer de su prójimo" ( Dt
22,23).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Pero dice: "No temas recibir", esto es,
mantenerla en tu casa, porque en su mente ya la había dejado.
Rábano
O "no temas recibirla en comunidad nupcial
y asidua compañía".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Por tres causas se apareció el ángel a
José y le habló de tal manera. Primero, para que el hombre justo no
cometiese por ignorancia una acción injusta con un fin recto. Después,
por el honor de la madre misma, que repudiada no podía menos que
incurrir en infamante sospecha entre los incrédulos. Y tercero, para
que sabiendo José de tan santa concepción, la tratase con más respeto
y consideración que antes. Y no se apareció a José antes de que la
Virgen concibiera, para que no pensase lo que pensó, ni sufriese lo
que sufrió Zacarías por culpa de su incredulidad acerca de la
concepción de su mujer en edad tan avanzada. Pues era menos creíble
que concibiese una virgen que una anciana.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
O también en medio de su turbación se
apareció el ángel a José, para que se manifestase la sabiduría de este
justo, y que en esto mismo encontrase una demostración de lo que se le
anunciaba, pues al oír de boca del ángel lo mismo que él pensaba en su
interior, era señal indudable de que era enviado de Dios el que le
hablaba, pues sólo Dios sabe los secretos del corazón. La narración
del evangelista no admite sospecha al decirnos que José sufrió lo que
es natural que sufra un esposo. Tampoco pudo ser sospechosa la Virgen,
dado que su esposo, a pesar de sus celos, la tomó bajo su custodia y
continuó en su compañía después de haber concebido. Y si la Virgen no
reveló a José lo que el ángel le había anunciado, fue porque no
pensaba que su esposo le creyese, principalmente después de haber
entrado en sospecha. Y el ángel anunció el misterio a la Virgen antes
de concebir, para que no estuviese en continua ansiedad, diciéndoselo
después, pues era muy conveniente que se hallase libre de toda
turbación aquella Madre que iba a recibir en su seno al Creador de
todas las cosas. El ángel no sólo defiende a la Virgen de toda
cohabitación carnal, sino que le hace ver a José que su Esposa ha
concebido por obra sobrenatural. Con lo cual, además de hacerle
deponer todo temor, le infunde alegría diciéndole: "Porque lo que en
ella ha nacido es del Espíritu Santo".
La glosa
Una cosa es nacer en
ella y otra nacer de ella. Nacer
de ella es venir a la vida; nacer
en ella es lo mismo que ser concebido. O tal
vez el ángel dijera "ha nacido", por la presciencia que tiene recibida
de Dios, para quien lo futuro es como pasado.
Ambrosiaster,
quaestiones Novi et Veteri Testamenti, q. 52
Pero si Cristo nació del Espíritu Santo,
¿por qué se dice en los Proverbios: "La sabiduría edificó casa para
sí" ( Prov 9,1)? Esta pregunta puede admitir
dos respuestas. Primeramente, la casa de Cristo es la Iglesia que
edificó con su sangre. También del cuerpo de Cristo se puede decir que
es su casa, como se dice que es su templo. La obra del Espíritu Santo
es la obra del Hijo de Dios por la unidad de naturaleza y de voluntad.
Bien obre el Padre, el Hijo o el Espíritu Santo, la Trinidad es la que
obra, y cualquier cosa que uno u otro de los tres hicieren, es obra de
un solo Dios.
San Agustín,
enchiridion, 38
¿Y por eso hemos de decir que el Espíritu
Santo es padre del hombre Cristo, de manera que Dios Padre haya
engendrado al Verbo y el Espíritu Santo al hombre? Este es un absurdo
que ningún oído cristiano podría tolerar. ¿Cómo entonces decimos de
Cristo "nacido del Espíritu Santo", si el Espíritu Santo no lo ha
engendrado? ¿Es acaso porque le ha creado? En cuanto hombre, ha sido
hecho, pues el apóstol dice: "Hecho del linaje de David según la
carne" ( Rom 1,3). Pero no porque Dios hizo
este mundo puede decirse que el mundo es hijo de Dios, ni nacido de
Dios, sino hecho, creado, fabricado. Entonces, si confesamos que ha
nacido del Espíritu Santo y de la Virgen María, ¿cómo no es Hijo del
Espíritu Santo y sí de la Virgen María? Porque nadie puede conceder
que todo lo que nace de otra cosa deba llamarse hijo
de ésta. Prescindiendo de que de diversa manera nace del hombre su
hijo, que el cabello, el piojo o la lombriz -ninguno de los cuales
puede llamarse hijo -, los hombres que nacen
del agua y del espíritu nadie los llamará con propiedad hijos del
agua, sino de Dios Padre y de la Iglesia Madre. Así, pues, nació del
Espíritu Santo y es Hijo de Dios Padre, pero no del Espíritu Santo.
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21 |
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Como lo que el ángel había dicho a José
era palabra maravillosa que sobrepasa todo pensamiento humano y está
por encima de las leyes físicas, ¿cómo lo creerá un hombre que nada
haya oído de estas cosas? Demuestra entonces la verdad de sus palabras
por la revelación de lo que a él le había pasado, pues para ello le
reveló el ángel cuanto había experimentado en sí: lo que había
sufrido, lo que había temido y lo que se inclinó a hacer. Y no sólo lo
pasado, sino también lo futuro. "Y parirá un hijo y llamarás su nombre
Jesús".
La glosa
Y para que José no creyese que ya era
innecesario el matrimonio por haberse verificado la concepción por
obra del Espíritu Santo, sin cooperación suya, el ángel le manifiesta
que aunque no fue necesario para la concepción y la Virgen permanece
intacta, sin embargo todo lo que se dice del padre sin atentar contra
la virginidad le es entregado. No es ajeno al servicio de esta divina
economía para la protección y cuidado, porque María dará a luz un
hijo. Entonces la Madre y el Hijo necesitarán de él: la Madre para que
la defienda de toda difamación, y el Hijo para criarlo y para
circuncidarlo, como da a entender cuando dice: "Y llamarás su nombre
Jesús", porque en la circuncisión solía darse el nombre al
circuncidado.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
No dice: " Te
parirá un hijo", como le había dicho a Zacarías: "Y tu mujer Isabel
te parirá un hijo" ( Lc
1,13). Porque la mujer que concibe de varón, da a luz un hijo
a su marido, porque más es de éste que de
ella; mas la que no había concebido de varón, no da a luz un hijo
al marido, sino a sí
solamente.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
O tal vez lo dijo indeterminadamente para
manifestar que lo dio a luz para todo el orbe.
Rábano
Dice: "Llamarás su nombre", y no
"pondrás", porque el nombre estaba ya puesto desde la eternidad.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 4
Le explica luego lo admirable de este
nacimiento, porque Dios es quien envía desde el cielo, por ministerio
de un ángel, el nombre que había de ponerse al niño. Y éste no es un
nombre cualquiera, sino un nombre tesoro de bienes infinitos. Y así lo
interpreta el ángel y funda en él las mejores esperanzas, induciéndole
con esto a la fe de lo que le decía, pues para creer otras cosas
solemos ser más dóciles.
San Jerónimo
Jesús en hebreo significa
Salvador. Luego da a entender la etimología
del nombre, cuando dice: "Porque él salvará a su pueblo de los pecados
de ellos".
Remigio
Nos lo presenta como el Salvador de todo
el mundo y el autor de nuestra salvación. Pero salva no a los
incrédulos, sino a su pueblo, es decir a los que creen en él. Y los
salva no tanto de los enemigos visibles, como principalmente de los
invisibles, es decir de los pecados. Y los salva no peleando con las
armas, sino perdonándolos.
Severiano
Vengan ahora y oigan los que preguntan
quién es el que María ha engendrado. "Porque El salvará a su pueblo de
los pecados de ellos". No salvará al pueblo de otro: ¿y de qué los
salvará? De los pecados de ellos. Si no crees a los cristianos que
profesan que Dios perdona los pecados, cree a los infieles y judíos
que dicen: "Nadie puede perdonar los pecados sino sólo Dios" (
Lc 5,1).
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22-23 |
Remigio
Fue costumbre del evangelista comprobar
sus asertos con testimonios del Antiguo Testamento. Además para que
los judíos que habían creído en Cristo reconociesen haberse cumplido
las predicciones hechas en la antigua ley en la gracia del Evangelio
añade: "Mas todo esto fue hecho". Se podría, no obstante, preguntar
sobre este lugar, por qué dice "todo esto fue hecho", si antes no nos
ha referido más que la concepción. Lo dice para enseñarnos que todo
esto se verificó en la presencia de Dios antes que se realizase en el
tiempo entre los hombres. O también, como narrador de cosas pasadas,
nos dice que todo esto fue hecho, porque ya todo se había verificado
cuando él lo escribió.
Rábano
O dice que fue hecho todo esto, es decir,
que la Virgen se desposaría, que se mantendría perfectamente casta,
que se hallaría fecunda, que el ángel lo revelaría, para que la
predicción se cumpliese. Pues mal podría cumplirse que la Virgen
concibiera y diese a luz de no estar antes desposada, para que no la
apedreasen, y sin que el ángel descubriese el secreto, para que José
la recibiese, puesto que repudiada, se diría haberlo sido por infamia
y moriría apedreada. Si antes del parto moría, quedaría sin
cumplimiento la profecía que dice: "Parirá un hijo".
La glosa
O puede decirse que la conjunción
ut no se ponía aquí como
causal
1, en el
sentido de que la profecía se cumplió porque la predicción estaba
hecha, sino que se cumplía como ilativa, en
el sentido que la vemos usada en el Génesis: "Colgó al otro en una
horca, de manera que se acreditó la verdad del intérprete" (
Gén 40,22).
Y así debe entenderse en este caso: que
verificado esto que estaba predicho, la profecía se cumplió.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 5
O que el ángel contempló la profundidad de
la misericordia divina, traspasadas las leyes de la naturaleza, y
contempló a Aquel que era superior a todos, haber descendido hasta el
hombre, que era inferior a todos. Y muestra este prodigio en una sola
expresión: "Mas todo esto fue hecho", como si dijera: "No creas que
todo esto es del agrado de Dios ahora solamente", hace tiempo que está
de antemano ordenado. Y con mucha razón, el ángel aduce la profecía no
a la Virgen y sí a José, como a hombre que meditaba en los profetas, y
versado en su lectura. Porque es de notar que primero había llamado
cónyuge a la Virgen, mientras que ahora la
llama Virgen con el profeta, para que oyesen esto mismo del profeta,
porque hacía mucho tiempo que estaba pensado. Por eso, en prueba de lo
que estaba diciendo, aduce las palabras de Isaías o más bien de Dios:
porque no dice: "Para que se cumpliese lo que habló Isaías", sino "lo
que habló el Señor por Isaías".
San Jerónimo,
in Isaiam, 7
A las palabras aducidas del profeta,
preceden estas otras: "El mismo Señor os dará una señal". Esta señal
debe ser cosa nueva y admirable. Ahora bien, si -como pretenden los
judíos-, quien ha de parir es una muchacha, una jovencita, no una
virgen, ¿qué señal puede llamarse tal suceso, cuando el nombre de
jovencita o muchacha no indica más que la edad y no integridad? Cierto
que la palabra virgen se expresa en hebreo
por la de bethula, y que no está consignada
en la profecía, sino que se pone la de almah
2, que
las versiones -con excepción de los Setenta- han vertido por la de
"jovencita". Pero la voz almah entre los
hebreos tiene dos significaciones "jovencita" y "ocultada", luego la
voz almah no sólo expresa una muchacha o
virgen cualquiera, sino una virgen escondida y retirada, jamás
expuesta a las miradas de los hombres, antes bien, guardada por sus
padres con el mayor cuidado. Además, la lengua fenicia, derivada del
hebreo, da con propiedad a la voz almah el
significado de virgen, y nuestro idioma el de
santa. A pesar de que los hebreos emplean en
su lengua vocablos de casi todas las otras no recuerdo, por más que
torturo mi memoria, haber leído jamás la palabra
almah para expresar una mujer casada, sino siempre la que es
virgen. Y no simplemente virgen, sino en los años de la adolescencia,
porque también una vieja puede ser virgen; una virgen en los años de
la pubertad, no una muchacha incapaz todavía de conocer varón.
San Jerónimo,
in evangelium Matthaei
El evangelista dice: "Tendrá en su seno";
el profeta, como que predice lo que ha de ser, escribió: "Recibirá".
El evangelista, como que refiere lo sucedido, no lo futuro, omitió el
"recibirá" y puso "tendrá"; porque el que ya tiene, mal podrá recibir. Pero dice: "He aquí la Virgen concebirá y
parirá hijo".
San León Magno,
ad Flavianum, 28,2
Fue, sin duda, concebido del Espíritu
Santo, dentro del útero de su Madre Virgen, que lo dio a luz, salvando
su virginidad, igual como concibió sin detrimento de ésta.
San Agustín, in sermonibus de Nativitate
El que con sólo su tacto podía volver a su
primera integridad los miembros de los cuerpos en los otros, hechos
pedazos, ¿con cuánta más razón al nacer no conservaría inalterable en
su Madre lo que en Ella encontró íntegro? Su nacimiento, pues, aumentó
más bien que disminuyó la integridad corporal, y lejos de hacer
desaparecer la virginidad, la agrandó más y más.
Teodoreto,
homiliae 1 et 2 in concilio Ephesino
Pero, como dice Fotino, es un simple
hombre el que ha nacido (sin ver en su nacimiento el de Dios). Y al
que salió del seno nos lo presenta como un hombre cualquiera, y no
unido a la divinidad, díganos ahora, cómo la humana naturaleza nacida
del seno virginal, ha conservado incorrupta la virginidad. Nunca ha
permanecido virgen la madre de ningún hombre. Pero como Dios Verbo
nació en carne, conservó la virginidad maternal mostrando en tal
nacimiento que El era el Verbo. Pues si al ser producido nuestro
verbo, no daña la mente, menos aún lastimó su virginidad el Verbo de
Dios, al nacer por elección suya de Mujer.
Sigue luego: "Y llamarán su nombre
Emmanuel ".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 5
En realidad aquí se pone nombre a un
hecho. Acostumbra la Escritura poner por nombre los hechos mismos que
se verifican. Así, al decir: "Llamarán su nombre Emmanuel", es como si
dijera: "Verán a Dios entre los hombres". Por eso no dice "lo
llamarás", sino "lo llamarán", es decir, así lo llamarán las gentes y
así lo confirmarán los hechos.
Rábano
Primero, los ángeles entonando cánticos;
segundo, los apóstoles predicando; luego, los santos mártires; y por
fin, todos los creyentes.
San Jerónimo,
in Isaiam 7,14
Los Setenta, y los otros tres traductores,
vertieron asimismo "llamarás" por el "llamarán" que aquí está escrito
y que no está en el hebreo: pues el verbo qarathi,
que todos han traducido "llamarás", puede traducirse también
"llamará"; es decir, que la misma Virgen que concebirá y parirá al
Cristo, lo llamará Emmanuel, o Dios con nosotros.
Remigio
Habría que investigar quién ha explicado
este nombre: si el profeta, el evangelista o algún traductor. El
profeta no lo explicó, y el santo evangelista no tenía necesidad de
explicarlo puesto que escribía en hebreo
3. Tal
vez porque este nombre era de oscuro sentido entre los hebreos merecía
explicación. Pero más creíble parece que lo explicara algún traductor
para que los latinos lo entendiesen, después de todo, por este nombre
se designan las dos naturalezas -divina y humana- en la unidad de
persona de Nuestro Señor Jesucristo. Esto es, que el engendrado por
Dios Padre antes de todos los siglos de una manera inefable, ése mismo
se hizo en la plenitud de los tiempos Emmanuel, Dios
con nosotros, de una Madre Virgen. Este nombre "Dios con
nosotros" puede significar que se hizo, como nosotros, pasible,
mortal, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado, o que unió
a su naturaleza divina en unidad de persona nuestra frágil naturaleza
que se dignó asumir.
San Jerónimo,
in Isaiam 7,14
Mas, es de saber que los hebreos pretenden
que esta profecía concierne a Ezequías hijo de Akaz, porque en su
reinado fue tomada Samaria. Afirmación que no pueden probar de modo
alguno, porque Akaz, hijo de Joatam reinó sobre Judá y Jerusalén
dieciséis años, a quien sucedió en el reino
de su hijo Ezequías, a los veintitrés años de
edad, y reinó sobre Judá y Jerusalén veintinueve años. ¿Cómo, pues, la
profecía hecha a Akaz en el primer año de su reinado podía referirse a
la concepción y nacimiento de Ezequías, siendo así que éste tenía ya
nueve años cuando empezó a reinar su padre Akaz? A menos que digan que
el sexto año del reinado de Ezequías, en el que Samaria fue tomada, se
llama la infancia de éste, pero no infancia de edad, sino de mando,
interpretación forzada y violenta a todas luces. Un judaizante de los
nuestros sostiene que el profeta Isaías tuvo dos hijos: Jasub y
Emmanuel; y que el Emmanuel nació de su mujer la profetisa como figura
del Señor y Salvador; pero esto es pura fábula.
Pedro Alfonso,
in dialogo contra Iudaeos
Pues no se sabe que ningún hombre de aquel
tiempo se haya llamado Emmanuel. Mas objeta
el hebreo: ¿Cómo puede sostenerse que esto se haya dicho por Cristo y
María, habiendo mediado desde Akaz hasta María tantos centenares de
años? Aunque el profeta habla a Akaz, la profecía no se dijo para él
sólo ni para su época, pues dice: "Oíd, casa de David" y no "Oye tú
Akaz". Además, "El mismo Señor os dará una señal" añade el profeta,
como si dijera "el Señor y no otro"; de lo que cualquiera puede
inferir que el Señor mismo, en persona, había de ser la señal. Y al
decir en plural a vosotros y no
a ti, en singular, se deduce que no
precisamente por Akaz, o sólo a Akaz se dijo el contenido de la
profecía.
San Jerónimo,
in Isaiam 7,14
Debe, pues, entenderse lo que se dice a
Akaz en este sentido: Casa de David, este niño que nacerá de la
Virgen, se llama ahora Emmanuel, porque los
sucesos mismos te demostrarán, una vez librada de dos reyes enemigos,
que Dios te tiene presente. Pero después será llamado Jesús, es decir,
Salvador, porque El salvará a todo el linaje humano. No te admires,
por tanto, Casa de David, de que la Virgen dé a luz a Dios, que tiene
tan grande poder, que habiendo de nacer después de mucho tiempo, te
libra ahora sólo por haber sido invocado.
San Agustín,
contra Faustum, 12,45 y 13,7
¿Quién, por loco que se le suponga, diría
con los maniqueos que es propio de una fe débil no creer en Cristo sin
algún testimonio, cuando el apóstol dice: "¿Cómo creerán a aquél que
no oyeron? ¿Y cómo oirán sin predicador?" ( Rom
10,14). Mas para que no se despreciase ni se tuviese por fábula lo que
anunciaban los apóstoles, se ha hecho ver que lo sucedido estaba ya
vaticinado por los profetas. Porque aunque los milagros atestiguaban
la verdad de sus anuncios, no hubiera faltado quien atribuyese a
poderes mágicos los milagros mismos, de no salir al encuentro el
testimonio profético, convenciendo a su vez a los que así pensaran.
Porque no creo que haya nadie que avance hasta la afirmación de que El
se dio a sí mismo profetas que le anunciasen mucho antes de nacer. Si
dijéramos además a un gentil: Cree en Cristo porque es Dios, y
respondiera: ¿Por qué lo he de creer? E invocando la autoridad de los
profetas, nos dijera que no lo admite, le demostraríamos que la fe en
los profetas está justificada por la evidencia que tenemos de haber
sucedido todo lo que ellos predijeron. Creo que se rendiría al hecho
evidente del triunfo de la religión cristiana sobre las naciones y los
reyes de la tierra, después de haber sufrido tantas persecuciones,
todo lo cual habían desde mucho antes anunciado los profetas. Y oyendo
las profecías y viendo que se han realizado en todas partes, le
movería a creer tantos testimonios.
La glosa
El error de éstos queda fuera de lugar con
lo que dice el evangelista: "Para que se cumpliese lo que habló el
Señor por el profeta". Hay varias clases de profecías. Una es por
predeterminación de Dios. Su cumplimiento se verifica necesariamente,
sin mezclarse en nada para ello nuestro libre albedrío, como la
profecía de que hablamos, y por eso dice: "He aquí" para demostrar la
certeza de la profecía. Otra es por la presciencia de Dios, en cuya
realización toma parte nuestro albedrío, y con la cooperación de la
gracia alcanzamos el premio, o abandonados por ella, a causa de
nuestra culpa, nos hacemos reos del tormento. Y hay otra profecía, que
no es de presciencia precisamente, sino cierta amenaza formulada al
modo humano, como la del profeta Jonás "Dentro de cuarenta días Nínive
será destruida" ( Jon 3,4); es decir, si los
ninivitas no se enmiendan.
Notas
1. En
la Vulgata Latina se lee: "21 pariet autem filium et vocabis nomen
eius Iesum ipse enim salvum faciet populum suum a peccatis eorum 22
hoc autem totum factum est ut adimpleretur id
quod dictum est a Domino per prophetam dicentem 23 ecce virgo in utero
habebit et pariet filium et vocabunt nomen eius Emmanuhel quod est
interpretatum Nobiscum Deus".
2. La
palabra ' almah' es un sustantivo que aparece
en la versión en hebreo del pasaje de Isaías. Aparece en otros 8
lugares. Se suele traducir como jovencita o doncella. (Vines,Unger,
White). Sin embargo en el Cantar 6,8 algunos traducen '
almah' en el sentido de virgen.
'Almah' se suele usar para designar a una
doncella no casada. En la venerable versión del Antiguo Testamento en
griego, los LXX, se dice parthénos (
parqenoV) , esto
es, explícitamente virgen. (Kittel V, 826ss.) Aun cuando la palabra
puede tener también una variedad de sentidos en el griego, como joven,
por ejemplo en Gen 34,3. Los autores de las Escrituras canónicas
neotestamentarias suelen citar según la autoridad de los LXX, más que
según la versión hebrea. El p. Benoit (en ¿ Está
inspirada la versión de los Setenta?) destaca la evolución
teológica que se percibe en la versión de los LXX de la que cita San
Mateo el pasaje de Isaías, y se pregunta "¿es legítimo preguntarnos si
ese progreso en materia dogmática ha podido realizarse sin una
intervención especial del Espíritu Santo?" El profeta Isaías, e
incluso la misma versión de los LXX, emplean unas palabras que sólo la
posterior evolución de la revelación divina, especialmente recogida en
el Evangelio según San Mateo, para explicar el "maravilloso
acontecimiento" del nacimiento virginal, da un pleno sentido de
profecía.
3.
Alude Remigio de Reims a la tradición que a través de Papías de
Hierápolis nos viene desde los tiempos apostólicos de que San Mateo
escribió en lenguaje de los hebreos. "Como Mateo era judío y se
hallaba en Judea, lo escribió en hebreo, o en lengua que era común en
aquel tiempo en Palestina, mezclada de siríaco y caldeo, a instancias,
se cree, de los judíos convertidos, y unos seis años después de la
muerte del Señor" (Biblia Americana San Jerónimo, Introducción a San
Mateo).
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24-25 |
Y despertando José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. Y no la conoció hasta que parió a su hijo primogénito y llamó su nombre Jesús. (v. 24-25)
Remigio
Por la puerta misma que entró la muerte,
ha vuelto la vida. Por la desobediencia de Adán nos perdimos todos,
por la obediencia de José empezamos a volver a nuestro estado
primigenio. Por eso se nos recomienda la gran virtud de la obediencia
por estas palabras: "Y despertando José del sueño, hizo como el Angel
del Señor le había mandado".
La glosa
No sólo hizo lo que
le mandó el ángel, sino también como se lo
mandó. Así también todo el que se sienta movido por Dios, sacuda toda
pereza, despierte y haga lo que se le manda.
"Y recibió a su mujer"
Remigio
La recibió después de celebrados los
desposorios para llamarla su
mujer, mas no para cohabitar con Ella, pues
sigue: "Y no la conoció".
San Jerónimo,
contra Helvidium
Helvidio hace vanos esfuerzos para
demostrarnos que el verbo conocer debe
referirse a la cópula más bien que a un conocimiento cualquiera, como
si alguien lo negara o las necedades que se entretiene en refutar las
hubiera podido descubrir cualquier persona entendida. Pretende después
enseñarnos que los adverbios donec y
usque significan tiempo determinado, cumplido
el cual se realiza aquello que hasta entonces no se realizaba, como
sucede en este pasaje: "Y no la conoció hasta que parió a su Hijo".
Aquí se ve, dice Helvidio
1, que
la conoció después del parto, y que ese conocimiento lo retardaba
solamente el nacimiento del hijo. Y para probarnos tal afirmación,
acumula multitud de ejemplos de las Escrituras. La respuesta es fácil:
en las Escrituras la frase: "Y no la conoció", lo mismo que los
adverbios donec y usque,
tienen doble sentido, según el contexto. En el lugar citado, las
palabras: "Y no la conoció", se refieren, como el mismo Helvidio
observó, a la unión conyugal, sin que nadie dude que pueden referirse
muchas veces a un simple conocimiento del objeto, como en el capítulo
2 de San Lucas: "Y se quedó el Niño Jesús en Jerusalén, sin que sus
padres lo advirtiesen" ( Lc 2,43). Asimismo
el adverbio donec o usque
significan con frecuencia tiempo determinado, como Helvidio hace
notar, pero muchas veces también tiempo indefinido, de cuya
significación hay numerosos ejemplos: "Hasta vuestra vejez, yo mismo"
( Is 46,4). ¿Puede inferirse de aquí que
después que hayan envejecido dejará Dios de ser el que era? El
Salvador dice en el Evangelio: "Yo estoy con vosotros todos los días
hasta la consumación del siglo" ( Mt 28,20).
Luego, ¿después que el mundo se acabe no estará más con sus
discípulos? El Apóstol dice: "Es necesario que El reine hasta que
ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies" (
1Cor 15,25). ¿Es que acaso después que estén bajo sus pies
dejará de reinar? Comprenda, pues, Helvidio, que siempre se procura
fijar el sentido de lo que pudiera ofrecer duda, si no se hubiese
escrito, pero lo demás se deja siempre a nuestra inteligencia, y según
este criterio el evangelista indica claramente la circunstancia sobre
la que podía sospecharse -que su esposo no la conoció antes del parto
2- para
que entendiésemos que mucho menos podría ser conocida después de dar a
luz.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Si alguno dijera: "Mientras vivió, no
habló esto" ¿querría acaso darnos a entender que habló después de
morir? Imposible, así como es lo más creíble que José no conociese a
su esposa antes de dar a luz, porque ignoraba todavía la dignidad del
misterio. Pero después que tuvo conocimiento de que su esposa se había
hecho templo del unigénito de Dios, ¿cómo podía cometer tal
profanación? Los secuaces de Eunomio creen, sin embargo, a la manera
del loco que cree que ninguno está en su juicio, que porque se han
atrevido a verter tal especie, José también se atrevería a cometer lo
que ellos le atribuyen.
San Jerónimo,
contra Helvidium, 8
En suma, yo pregunto a Helvidio: ¿por qué
José se abstuvo hasta el día del parto? Me responderá: porque había
oído al ángel: "Lo que en ella ha nacido, de Espíritu Santo es". Luego
el que tuvo fe tan grande en el sueño que no se atrevió a tocar a su
mujer, ¿es creíble que después de haber oído a los pastores, y visto a
los magos, y presenciando tantos milagros se atreviese a acercarse
siquiera a la que era templo de Dios, morada del Espíritu Santo y
Madre de su Señor?
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Puede también decirse que el verbo
conocer se toma aquí por el acto de reconocer
a uno, porque realmente José no conoció la dignidad de María antes del
parto. Mas después que dio a luz reconoció entonces cuánta era su
hermosura y dignidad, porque Ella sola recibió en el estrecho aposento
de su seno al que el mundo entero no podía contener.
San Hilario
La gloria de la Santísima María impedía
que José pudiera conocerla hasta que dio a luz, porque, ¿cómo podía
ser conocida teniendo en su seno al Señor de la gloria? Si el rostro
de Moisés al estar hablando con Dios adquirió tal resplandor de gloria
que los hijos de Israel no podían fijar en El su mirada, ¿cuánto más
inaccesible estaría a las miradas y al conocimiento de los hombres
María, que llevaba en su seno al Dios de todo poder? Después del parto
hallamos ya que la reconoció por la hermosura de su rostro, no por
contacto sensual.
San Jerónimo,
in Matthaeum, 1
Porque el evangelista dice "a su Hijo
primogénito" sospechan algunos malignamente que María tuvo otros
hijos, porque dicen que no se llama primogénito sino el que tiene
hermanos, siendo así que es costumbre de las Escrituras no llamar
primogénito al que le siguen otros hermanos, sino al primeramente
nacido.
San Jerónimo,
contra Helvidium, 10
De forma que si por primogénito se
entendiese aquel al que le siguen otros hermanos, los primogénitos no
se deben a los sacerdotes hasta que otros hijos hayan sido procreados
3.
La glosa
O se dice primogénito entre todos los
hijos de adopción por la gracia, pero con toda propiedad se dice
unigénito de Dios Padre o de María.
Y sigue: "Y llamó su nombre Jesús" a los
ocho días, en que se verificaba la circuncisión y se ponía el nombre
al circuncidado.
Remigio
Es evidente que este nombre fue muy
conocido de los Santos Padres y de los profetas de Dios, especialmente
de aquél que decía: "Desfalleció mi alma por tu salud" (
Sal 118,81) y: "Se regocijará mi corazón en
tu salud" ( Sal 12,5) y de aquel que decía:
"Me regocijaré en Dios mi Jesús" ( Hab 3,18).
Notas
1.
Helvidio, autor herético arriano del siglo cuarto. S. Jerónimo
escribió contra sus teorías.
2. El
griego de ewV ou eteken uion ( literal:
hasta que ella dio a luz un hijo) se traduce al castellano (Huerault):
"Y sin que tuvieran relaciones, dio a luz un hijo". "El autor está
sólo interesado en destacar la concepción virginal" (Zerwick-Grosvenor.).
3. Esto
iría en contra de lo mandado por Dios a Moisés: "Conságrame todo
primogénito. Todo lo que abre el seno materno entre los israelitas" (
Ex 13,1.11).
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