2 JESÚS, PALABRA DEL PADRE

 

 

LECTURA CONTINUADA

Puesta en común sobre Jn 1,1-51

La primera sección del evangelio de Juan consta de un prólogo en forma poética (Jn 1,1-18) y un prólogo en forma narrativa (Jn 1,19-51) en el que Juan Bautista da testimonio de Jesús y se relata la vocación de los primeros discípulos.

Esta parte introductoria quiere ambientar al lector y prepararle para comprender mejor el resto del evangelio. Para ello comienza presentando a su protagonista con una profundidad inusitada. Ya desde el principio, el autor quiere dejar bien claro que Jesús es el único que puede revelar auténticamente el rostro de Dios. Por eso, en el prólogo poético, lo llama "Palabra": porque sólo Él puede hablarnos en su nombre y decirnos de verdad quién es el Padre.

Al leer esta sección introductoria del evangelio de Juan, nos habíamos propuesto contestar a la siguiente pregunta: ¿Con qué expresiones o "títulos" es llamado Jesús en este primer capítulo?

Vamos a dedicar unos minutos a que cada miembro del grupo pueda compartir con los demás lo que ha descubierto.

GUÍA DE LECTURA

"Al principio ya existía la Palabra"

Antes de comenzar buscamos Jn 1,1-18

> Ambientación

Al comenzar a leer el evangelio de Juan nos encontramos con un antiguo himno cristiano en el que resuenan algunos de los temas que después veremos desarrollados a lo largo de la narración evangélica.

> Miramos nuestra vida

Los seres humanos no podemos vivir aislados. Necesitamos relacionarnos y comunicarnos. Por eso, la palabra es uno de los dones más preciados que poseemos. Gracias a ella expresamos lo que somos, lo que sentimos, lo que esperamos, lo que creemos... Gracias a ella podemos salir al encuentro de los otros y establecer con ellos vínculos de colaboración y de amistad. Pero comunicarse no siempre es fácil. Todos sabemos que, a veces, encontramos muchas dificultades para entablar un diálogo sincero y profundo con los demás. Por eso, vamos a comenzar nuestra reunión de hoy reflexionando juntos sobre estas preguntas:

>Escuchamos la Palabra de Dios

El evangelio de Juan comienza con una proclamación sorprendente: Dios también quiere comunicarse con nosotros, y ya desde antes de la creación del mundo ha buscado la manera de entablar un diálogo con los seres humanos.

-Proclamación de Jn 1,1-18.

-Reflexionamos en silencio: leemos de nuevo el pasaje personalmente y consultamos las notas de nuestra Biblia para que nos ayuden a entenderlo mejor.

-Respondemos entre todos a estas preguntas:

> Volvemos sobre nuestra vida

La Palabra de Dios no enmudece nunca. La historia de la comunicación entre Dios y los hombres tiene aún muchos capítulos por escribir. Él quiere seguir dialogando con nosotros. Nos habla de muchas maneras. Pero ante esa Palabra nuestra postura puede ser muy diversa. Podemos acogerla, pero también podemos rechazarla. Por eso debemos preguntarnos:

- ¿De qué maneras sigue comunicándose Dios con nosotros hoy? ¿En qué realidades humanas (lugares, situaciones, personas...) nos resulta más fácil o más dificil escucharle? ¿Cuándo acogemos su Palabra? ¿Cuándo la rechazamos?

> Oramos:

Expresamos en forma de oración lo que la lectura y la meditación del prólogo de Juan nos ha sugerido:

18 19


PARA PROFUNDIZAR

Jesús revela al Padre

Los creyentes de todos los tiempos han deseado conocer a Dios y han tratado de abrir caminos para comunicarse con Él. La voz del salmista recoge este anhelo al preguntar: "¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?" (Sal 42,3). El prólogo del evangelio de Juan 'se atreve a responder con una afirmación tajante que parece frustrar toda esperanza: "A Dios nadie lo vio jamás" (Jn 1,18). Y si nadie lo ha visto, nadie sabe de verdad quién es ni puede hablarnos de Él. Si damos crédito a estas palabras, debemos aceptar que Dios prefiere vivir aislado y solitario, como alguien incapaz de salir de sí mismo para expresarse. La distancia que le separa de nosotros está recorrida por un camino señalizado sólo por un gran cartel de "dirección prohibida". Intentar comunicarse con Él sería, por desgracia, una misión imposible.

Dios es comunicativo

Pero afortunadamente, el prólogo de Juan tiene algo que añadir. Hay alguien que sí que ha visto a Dios y lo conoce.

Hay alguien que puede, con toda autoridad, hablarnos de Él: "El Hijo único, que es Dios y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer" (Jn 1,18). Por eso, en el cuarto evangelio, Jesús es llamado "La Palabra". Porque es el único que hace posible la comunicación entre Dios y la humanidad. Sólo Él puede mostrarnos el rostro del Padre. En sus palabras de hombre resuena la misma Palabra de Dios.

Todo ello nos enseña que Dios es comunicativo y desde el primer amanecer que iluminó el cosmos, soñaba con entablar un diálogo con los hombres. Pero los hombres no siempre se dejaron iluminar ni vivificar por su Palabrá. Se encerraron en sí mismos y cortaron el hilo de la comunicación. Prefirieron las tinieblas a la luz. Se hicieron los desentendidos. No quisieron escuchar lo que Dios tenía que decirles. A pesar de eso, Él no se dio por vencido y quiso que su Palabra tomase carne humana y aprendiese nuestro lenguaje para hacerse entender mejor. De este modo, la Palabra vino a vivir entre nosotros y se hizo uno de los nuestros. Su nombre propio es Jesucristo.

Jesús es la Palabra que nos habla de Dios

A lo largo de sus páginas, el evangelio de Juan insiste en mostrarnos a Jesús como el Revelador.

De mil maneras nos recuerda que Él es el Testigo fiel en cuyas palabras se trasparenta la Palabra. Está convencido de que su testimonio es verdadero porque viene de Dios y habla de Dios que es la Verdad con mayúsculas. Al presentarnos este pensamiento, lo hace subrayando tres ideas fundamentales:

Entre Jesús y Dios se da una relación muy especial: Si Jesús puede hablarnos de Dios es porque lo conoce de ver-dad (Jn 7,28-29). Y si lo conoce de verdad es porque entre ellos se da una relación de cercanía e intimidad totalmente singular. Esa relación absolutamente única es la que puede ayudarnos a entender en profundidad el misterio de su vida. Por eso Jesús se atreve a llamar a Dios "mi Padre", mientras que de Él mismo dice muchas veces que es "el Hijo". El amor que les une hace que el Padre haya puesto todo en sus manos (Jn 3,35; 16,15). Jesús nunca se siente solo. Sabe que el Padre está siempre con Él (Jn 8,29). Tan estrecha es esta vinculación que Jesús llega a afirmar: "Mi Padre y yo somos uno" (Jn 10,30). Por eso puede decir con toda claridad: "El que me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14,9). Creer en Jesús es creer en el Padre (Jn 12,44); conocer a Jesús es conocer al Padre (Jn 8,19). Ningún evangelio se atrevió a decir tanto. La teología cristiana hablará más adelante de la Santísima Trinidad, pero en el evangelio de Juan encontramos ya un intento de expresar con categorías humanas el misterio de comunión que se da en el seno mismo de Dios.

Jesús ha sido enviado por Dios: Jesús es el enviado que viene de parte de Dios para hablarnos de Él (Jn 7,28-29; 17,8). Es el mensajero que Dios envía desde el cielo para que lo represente en la tierra con plenos poderes. Es la Palabra que desde siempre estaba en el seno del Padre, unida a Él y en íntima relación con Él. Pero, aunque vivía desde toda la eternidad vuelta hacia el Padre no tuvo inconveniente en volverse hacia los hombres. Por eso "la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1,14), porque Dios no quiso ahorrar esfuerzos para entablar con la humanidad un diálogo de vida y salvación.

Jesús nos revela el rostro del Padre: Ésa es la misión de Jesús. Y Jesús es el único que puede cumplir esa misión porque sólo Él ha visto a Dios y lo conoce (Jn 6,46). Al llevarla a cabo, Jesús no hace su voluntad, sino la del Padre (Jn 5,30). No actúa por cuenta propia (Jn 8,28), sino que lo suyo es hacer aquello que el Padre le ha encargado que haga (Jn 5,36). Lo que Él hace es lo mismo que ha visto hacer al Padre (Jn 5,19). Lo que enseña no es doctrina inventada ni improvisada. No habla de oídas (Jn 8,38), sino que comunica lo que ha escuchado y aprendido de quien le ha enviado (Jn 7,16; 8,28). Da testimonio de lo que ha visto y oído estando junto a Dios (Jn 3,32). Después volverá a su lado para darle cuenta de lo realizado (Jn 16,28).

Jesús es la revelación de Dios hecha persona. Su vida, sus palabras, sus gestos, sus actitudes... todo nos habla del Padre. Quien ha visto a Jesús, ha visto al Padre. Gracias a Él el camino de la comunicación entre Dios y los hombres ha quedado abierto para siempre. Gracias a Él los hombres pueden conocer la verdad. Gracias a Él la vida de Dios puede vivificarnos. Porque Él es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6). Lo que Dios tenía que decir-nos de sí mismo se resume en una sola palabra. Y esa Palabra es Jesucristo.

Esa Palabra llama constantemente a las puertas de nuestra vida. Si escuchamos su voz y dejamos que entre en nuestra casa, Dios se sentará a nuestra mesa y nos hablará como amigos, cara a cara.


PARA PREPARAR EL PRÓXIMO ENCUENTRO

Para la próxima reunión vamos a leer Jn 2,1-4,42. Lo encontrarás en la primera parte del evangelio de Juan, llamada el "Libro de los signos". Verás cómo en estos pasajes -no todo son relatos- el evangelista ha colocado junto a ellos unos discursos y unos diálogos. Mientras vamos leyendo estos tres capítulos nos preguntamos:

¿Qué signo hace Jesús?
¿De qué tratan los diálogos que siguen a este signo?