Libro de los Salmos (51-99)

 

Salmo 51 (Vg 50): Sincera Confesión de los Pecados y Suplica de Perdón. Salmo 52 (Vg 51): Dios Castiga al Malvado. Salmo 53 (Vg 52): Perversión General en la Sociedad Israelita. Salmo 54 (Vg 53): Oración Contra los Enemigos Insolentes. Salmo 55 (Vg 54): Suplica del Justo Perseguido. Salmo 56 (Vg 55): Firme Confianza en Dios en Medio de la Tribulación. Salmo 57 (Vg 56): Oración Confiada del Justo en Peligro. Salmo 58 (Vg 57): Imprecación Contra los Jueces Injustos. Salmo 59 (Vg 58): Suplica de Auxilio de un Justo Perseguido. Salmo 60 (Vg 59): Petición de Victorias después de Una Derrota. Salmo 61 (Vg 60): Oración de un Exilado. Salmo 62 (Vg 61): Solo En Dios Hay que Esperar. Salmo63 (Vg 62): La Sed de Dios. Salmo 64 (Vg 63): Castigo de los Calumniadores. Salmo 65 (Vg 64): Himno de Acción de Gracias a Dios por Su Munificencia. Salmo 66 (Vg 65): Acción de Gracias por Una Liberación. Milagrosa. Salmo 67 (Vg 66): Conozcan a Dios todos los Pueblos. Salmo 68 (Vg 67): Canto Triunfal: Las Gestas de Yahve. Salmo 69 (Vg 68): Suplica del Justo Perseguido. Salmo 70 (Vg 69): Ardiente Petición de Socorro. Salmo 71 (Vg 70): Oración de un Justo Perseguido. Salmo 72 (Vg 71): Los Días Venturosos del Mesías. Libro Tercero. Salmo 73 (Vg 72): El Enigma de la Felicidad de los Malvados. Salmo 74 (Vg 73): La Desolación del Templo Destruido. Salmo 75 (Vg 74): Dios, Juez y Arbitro Supremo. Salmo 76 (Vg 75): Canto Triunfal Después de la Victoria. Salmo 77 (Vg 76): Las Antiguas proezas de Yahve en Favor de Su Pueblo. Salmo 78 (Vg 77): La Historia de los Padres, Enseñanzas para los Hijos. Salmo 79 (Vg 78): Oración por la Restauración de la Nación. Devastada. Salmo 80 (Vg 79): Oración por el pueblo Perseguido. Salmo 81 (Vg 80): Exhortación a Celebrar Dignamente la Pascua. Salmo 82 (Vg 81): Declaración Divina contra los Jueces Inicuos. Salmo 83 (Vg 82): Deprecación Contra los Enemigos de Israel. Salmo 84 (Vg 83): Anhelo de la Presencia de Dios en el Templo. Salmo 85 (Vg 84): Oración por la Salvación del Pueblo. Salmo 86 (Vg 85): Petición de Auxilio Divino. Salmo 87 (Vg 86): La Gloria de la Jerusalén Mesianica. Salmo 88 (Vg 87): Oración de un Afligido en Peligro de Muerte. Salmo 89 (Vg 88): Quejas por la Humillación del Rey. Libro Cuarto. Salmo 90(Vg 89): Meditación Sobre la Vida Humana. Salmo 91 (Vg 90): A la Sombra del Todopoderoso. Salmo 92 (Vg 91): Alabanza de la Providencia Divina. Salmo 93 (Vg 92): Yahvé, Rey de la Creación. Salmo 94 (Vg 93): Invocación a Dios como Juez. Salmo 95 (Vg 94): Exhortación a la Alabanza y Obediencia de Yahvé. Salmo 96 (Vg 95): Alabanza al Señor, Único Dios y Rey del Universo. Salmo 97 (Vg 96): La Manifestación Gloriosa de Yahvé. Salmo 98 (Vg 97): Canto de Alabanza a Dios después de la Liberación. Salmo 99 (Vg 98): Gloria del Señor en Su Santo Monte.

 

 

Salmo 51 (Vg 50): Confesión de los Pecados.

El Miserere es el salmo de penitencia por excelencia en la liturgia, porque en él se destacan el sentimiento de compunción sincera y la súplica ardiente de rehabilitación ante el Dios ofendido. Consciente de su inclinación inveterada al mal, el salmista pide fuerzas a Dios para seguir por sus caminos. El desarrollo de la composición sigue, más que las reglas de la lógica, las del sentimiento y de los afectos del corazón, por lo que no se puede hacer una división conceptual marcada en la composición salmódica. El estilo es sencillo y límpido; apenas hay metáforas, y todo lleva el sello de lo natural.

Según el título, el salmo fue compuesto por el propio David en ocasión en que el profeta Natán le recriminó por el adulterio con Betsabé, con el consiguiente asesinato de Urías 1. Según el relato bíblico, David, al oír las amenazas del profeta por sus pecados, reaccionó compungido: "He pecado contra Yahvé" 2. El Miserere sería, pues, como la expresión literaria de su espíritu compungido y arrepentido ante su Dios. Sin embargo, los modernos exegetas admiten difícilmente la paternidad davídica del salmo por razones de crítica interna: en los v.20-21 se alude a la reconstrucción de los muros de Jerusalén, lo que nos lleva a los tiempos calamitosos de Nehemías, en que afanosamente se trabajaba en la rehabilitación del culto sobre las ruinas del antiguo templo. Por otra parte, existe una relación conceptual estrecha del salmo con fragmentos del libro de Isaías en sus estratos literarios más recientes (Deutero y Tritoisaías)3. Además, la elevación de sentimientos del salmo parece desbordar la situación psicológico-religiosa de David al reconocer su pecado contra Dios y su homicidio: "El sentimiento religioso es más elevado, y la penitencia del salmista es de otra cualidad que la descrita en 2 Sam 12:1s, por sincera que sea…"4

Desde los tiempos de Teodoro de Mopsuestia no han faltado autores que interpretan el salmo en sentido colectivo, es decir, como si fuera expresión del alma nacional arrepentida, y no el desahogo personal de un individuo; en ese supuesto, en el salmo encontraríamos los sentimientos de la nación israelita en el exilio, reconociendo sus pecados, que le causaron su ruina 5. No obstante, la composición tiene demasiados sellos personalistas para colectivizarla, y por eso parece más conforme al contexto suponer que es obra de un justo arrepentido, consciente de sus pecados personales, que impedía la amistad con su Dios.

Invocación: súplica de misericordia (1-4).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 Cuando fue a él el profeta Natán después que pecó con Betsabé 6. 3 Apiádate de mí, ¡oh Dios! según tu benignidad. Por vuestra gran misericordia borra mi iniquidad7. 4 Lávame enteramente de mi iniquidad y limpíame de mi pecado.

El salmista, obsesionado con su conciencia de culpabilidad ante Dios, acude a su bondad como único medio de tranquilizar su espíritu, pues sólo el Dios ofendido puede rehabilitarle en su antigua amistad con El. Sus transgresiones están escritas en el libro en que Dios lleva el registro de las acciones de los hombres 8; por eso, el primer deseo del salmista es que su iniquidad sea borrada de tal libro. Para ello no cuenta más que con la benignidad y piedad del mismo Dios, pues no tiene títulos para exigir su perdón. Toda su vida aparece ante sus ojos como nublada por la gran mácula de su pecado, que no especifica, pero que debe de ser el sentido de culpabilidad moral como consecuencia de muchas transgresiones en la vida 9. A pesar de sus pecados, tiene conciencia de la gran misericordia de su Dios 10. Moisés define a Yahvé como "Dios misericordioso y clemente, tardo a la ira, rico en misericordia y fiel, que mantiene su gracia por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero no los deja impunes…" 11 La justicia y la misericordia son los dos atributos divinos que resplandecen en la historia de Israel, pero los hagiógrafos insisten en que la misericordia prevalece sobre la justicia: "Yahvé es un Dios celoso, que castiga en los hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y guardan mis mandamientos" 12. Conforme a esta doctrina, el salmista apela a la misericordia divina, a pesar de sentirse doblegado por el peso de la culpabilidad. En Ex 34:7 se especifican las diversas defecciones de la Ley divina: maldad (awon), transgresión (pesha') y pecado (jatta1), que implican, respectivamennte, la idea de defección o rebelión contra Dios, la de perversión del derecho y conducta depravada, y el error, o alejamiento del camino que lleva a la meta debida 13. El salmista, en su composición, juega con todos estos términos de sentido más o menos sinónimo, en cuanto que son todos una lesión de los derechos divinos.

El pecado debe ser borrado, pues es una deuda en el libro de la Vida que tiene Dios 14; pero, además, es una mancha en la conciencia, y por eso el salmista pide que se le limpie de toda iniquidad 15. El leproso, al ser curado, estaba sujeto a un proceso de purificación ritual hasta que quedara confirmada la curación 16; el salmista quiere también que Dios le someta a un lavado general para sentirse de nuevo en relaciones de amistad con El,

Reconocimiento del pecado (5-7).

5 Pues reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre delante de mí. 6 Contra ti, contra ti sólo he pecado, he hecho lo malo a tus ojos, para que seas reconocido justo en tu sentencia 17 y seas irreprochable en tu juicio. 7 He aquí que en maldad fui formado y en pecado me concibió mi madre.

El primer efecto de la conciencia de culpabilidad y el primer requisito para conseguir la rehabilitación ante Dios, es el reconocimiento de los pecados, que han causado tan triste estado de separación del fiel respecto de su Dios. Dotado de especial sensibilidad religiosa, el salmista encuentra su situación espiritual anormal, porque delante de él esta siempre el pecado como una constante y terrible acusación. El remordimiento de conciencia le consume, y no puede apartar el pensamiento de su culpabilidad ante su Dios, al que tantos beneficios le debe. Es lo que dice el profeta en nombre del pueblo pecador: "gruñimos como osos, gemimos como palomas... Son ante ti muy numerosos nuestros pecados, y nuestros crímenes dan testimonio contra nosotros. Presentes nos están nuestros crímenes, y conocemos nuestras iniquidades…"18 La conciencia de pecado es el primer paso hacia la penitencia: los pecados son conocidos del Dios ofendido, pero debe reconocerlos el pecador para implorar el perdón. Es la reacción del salmista atribulado: en la tragedia del pecado, ante todo, hay una ofensa contra Dios: contra ti solo he pecado (v.6). No alude para nada a un pecado u ofensa contra el prójimo; no siente remordimiento de haber herido los derechos del prójimo — lo que no se compagina con la suposición de que el salmo haya sido compuesto como reacción de compunción y de penitencia por el adulterio y el homicidio contra el esposo de Betsabé —, sino de haber hecho el mal ante los ojos de Dios (v.6) l9, apartándose de su Ley.

El reconocimiento del pecado trae como consecuencia la justificación de la sentencia divina para que brille su irreprochable juicio. En el supuesto de que el salmo fuera de David, estas palabras aludirían a la sentencia de castigo que le anunció el profeta Natán en nombre de su Dios: su hijo concebido de Betsabé moriría inexorablemente. El poeta real querría en ese caso justificar ante la opinión la sentencia divina. Los que no admiten que el salmo sea de David creen que el salmista alude a una situación crítica en que éste se halla por efecto de una transgresión, quizá una enfermedad. Humildemente reconocería aquí la causa cíe su infortunio, para que Dios fuera reconocido justo en su sentencia punitiva. Los caminos de la Providencia son siempre justos, aunque misteriosos; y en el caso del salmista debe quedar claro que es culpable, para que brille esa justicia de Dios y su conducta irreprochable con los seres humanos 20.

Esta culpabilidad tiene en el salmista profundas raíces, ya que desde su concepción se siente inclinado a la maldad, y al nacer parece ya como envuelto en pecado (v.7). Para entender el pensamiento del salmista debemos tener en cuenta la mentalidad semítica y bíblica, que considera las relaciones sexuales como fuente de impureza ritual 21; y, por tanto, el fruto de las mismas aparece como ya contaminado desde su concepción. El origen de esta creencia habrá que buscarlo en fondos atávicos tribales, que dejaron su sello en no pocos artículos de la legislación levítica; pero, con todo, es un hecho que lo relacionado con lo sexual aparece en una atmósfera de contaminación e impureza ritual. No se condenan las relaciones conyugales legítimas, pero éstas tienen siempre un sello de flaqueza humana, sin duda en relación con el desahogo de la libido del hombre, que lleva fácilmente al desarreglo moral. El salmista se mueve dentro de esta órbita conceptual, y no alude para nada al hecho de un pecado de un antepasado que se transmita por generación, como es el caso del pecado original.

San Pablo será el primero en proponer esta doctrina, relacionándola con la transgresión de los primeros padres22. "Las expresiones (del salmista) orientan primero hacia las impurezas relacionadas inevitablemente con la generación; nada prueba que el autor haya ido más lejos en la búsqueda de sus causas. Expresa una primera aprehensión global, en la que el dolor de sentirse lejos de Dios predomina con mucho sobre el análisis abstracto de la situación. Se podría relacionar con Job 14:4: "¿Quién sacará lo puro de lo impuro?."23 Con esta mentalidad pesimista del salmista coinciden otros textos bíblicos: "tu nombre es prevaricador desde el seno,"24 "los malvados están pervertidos desde el seno (materno); los mentirosos están extraviados desde las entrañas" 25. En Jn 3:6 encontramos un eco de esta idea de contaminación: "lo que es nacido de la carne es carne," con lo que esto implica de inclinación al pecado, y que, por tanto, necesita ser regenerado por el agua y el Espíritu.

En el A.T. se destaca la tendencia innata al mal del hombre. El mismo Yahvé envía el diluvio porque la "maldad del hombre era grande sobre la tierra, y todo designio de los pensamientos de su corazón no era más que mal en todo tiempo" 26. Consecuencia de esta tendencia innata al mal es la multiplicación de los pecados sobre la tierra, lo que justificaba el diluvio exterminador. En Gen 4:6 se presenta al pecado como una fiera que está al acecho para caer sobre Caín. Después del diluvio, Yahvé renuncia a enviar otro castigo similar, porque "el deseo del corazón del ser humano es malo desde su infancia." 27 En la literatura sapiencial abundan los textos sobre la propensión innata del hombre al mal: "¿Qué hay más brillante que el sol? Sin embargo, se eclipsa. Así es malo el deseo de la carne y del espíritu" 28. Todos estos textos sirven para ilustrar el pensamiento del salmista sobre su culpabilidad innata, pues tiene conciencia de ser pecador desde su concepción. Aunque él no apunte a la razón teológica de esta triste situación pecaminosa del ser humano, sin embargo, sus expresiones son como un anticipo inconsciente de una verdad que desentrañará por primera vez San Pablo 29. Pero no debemos trasladar concepciones neotestamentarias al estadio de revelación más limitado de la época del salmista 30.

Ansias de purificación espiritual (8-11).

8Puesto que amas la verdad en lo íntimo, ¡instruyeme en el secreto de la sabiduría! 9¡Rocíame con hisopo, y seré puro; lávame, y seré más blanco que la nieve! 10 ¡Hazme escuchar el gozo y la alegría, y saltarán de gozo los huesos que trituraste! 11 ¡Aparta tu faz de mis pecados y borra todas mis iniquidades!

Consciente de su culpabilidad, siente la necesidad de una purificación profunda, ya que las miradas divinas llegan hasta lo más íntimo del ser humano, y el salmista pide luces para conocer más las reconditeces de su ser pecaminoso. Sabe que desde el nacimiento es propenso al mal, como todos los hombres 31, y por eso siente la necesidad de una purificación de su ser a fondo a manos del propio Dios. Dios ama la verdad y la fidelidad en su sentido más puro y profundo, y ésta sólo se descubre por la sabiduría o modo de obrar en la vida conforme a las exigencias divinas. La sabiduría se basa en el temor de Dios 32, lo que implica guardar su Ley y apartarse del mal 33. Este proceder conforme a los caminos divinos debe reflejarse no sólo en las apariencias, sino en lo íntimo; es decir, debe basarse en la convicción y entrega del corazón a Dios. El salmista pide humildemente a Dios que le instruya en las profundidades de esta sabiduría, que implica la fidelidad total a los preceptos divinos. Frente a la inclinación al mal anteriormente confesada, Dios "exige la virtud en los más profundos repliegues del alma, en las inclinaciones y disposiciones del corazón"34.

Llevado de esta sinceridad, pide a Dios que le purifique y lave, para tener una conciencia más blanca que la nieve. La intervención purificadera de Yahvé es semejante al rito de aspersión por el hisopo en las purificaciones legales, como la del curado de la lepra 35. La expresión del salmista es figurada, pues alude al lavado y aspersión espiritual de su alma por la mano purificadora de Dios para quedar más blanco que la nieve. Isaías dice a propósito de los pecados inveterados de Judá invitando a la penitencia: "Venid y entendámonos, dice Yahvé: aunque vuestros pecados fuesen como la grana, quedarían blancos como la nieve. Aunque fuesen rojos como la púrpura, vendrían a ser como la lana blanca." 36

Después de confesar su culpabilidad, el salmista pide la curación de una misteriosa enfermedad que le aflige, y que ha servido para meditar sobre las transgresiones de su vida. Todo ha sido efecto del pecado, pero desea el restablecimiento para escuchar de nuevo la voz del gozo y de la alegría (v.10); es decir, aspira a asistir a las manifestaciones religiosas en intimidad con Dios 37.

Sus huesos han quedado molidos y triturados por la enfermedad, pero después de recuperar la salud volverán a sentir la íntima satisfacción del restablecimiento: saltaran de gozo 38 como cervatillos en libertad. Pero, para conseguir la curación, Dios debe olvidar sus pecados, apartando de ellos su rostro 39, pues el salmista está seguro de que la enfermedad tiene por causa última su infidelidad a Dios, sus múltiples transgresiones de todo género, que ahora, probado por la adversidad, ha descubierto en el lecho del dolor. Es preciso que Yahvé borre sus iniquidades y haga cuenta nueva para poder recuperar su amistad, y con ello su salud, efecto de su sombra protectora.

Súplica de renovación espiritual (12-15).

12 Crea en mí, ¡oh Dios! un corazón puro y renueva dentro de mí un espíritu recto. 13No me arrojes de tu presencia y no quites de mí tu santo espíritu. 14 Devuélveme el gozo de tu salvación, sosténgame un espíritu generoso. 15 Yo enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.

Consciente de su debilidad inveterada, pide a Dios le otorgue un corazón puro y un espíritu recto o firme, para emprender una vida en consonancia con sus máximas, de forma que no vuelva a pecar y a merecer el castigo que ahora sufre. Antes había dicho que tenía una propensión al pecado desde su concepción en el seno materno (v.7); por ello pide que se obre en su interior como una nueva creación, una renovación total en su corazón y espíritu, asiento de su actividad espiritual. No sólo quiere no volver a las faltas pasadas, sino que ansia como una regeneración de todo su ser por obra del mismo Dios; sólo así se sentirá seguro de no volver a perder su amistad 40. Jeremías augura para los tiempos mesiánicos un cambio interior de los israelitas: "y les daré un corazón capaz de conocerme..., pues se convertirán a mí de todo corazón"41. En la nueva alianza, la ley estará escrita en el corazón42. Ezequiel es más explícito: "y les daré otro corazón, y pondré en ellos un espíritu nuevo…"43 El espiritualismo del salmista enlaza, pues, con las mejores tradiciones proféticas, y quizá dependa de sus escritos.

La suerte espiritual y material del salmista está pendiente de la benevolencia divina; por ello pide encarecidamente que no le arroje de su presencia, echándole al olvido 44. Dios es el dispensador de todo bien; por eso ruega que no se retire de él el espíritu, santo de Dios, expresión que aparece sólo en Is 63:8-14, donde está en paralelo con el "ángel de su presencia" (v.9), o manifestación sensible de Yahvé como guía de Israel por el desierto. El salmista, pues, parece que en el santo espíritu de Dios ve la concreción de su presencia sensible en su alma para iluminarle por los caminos de la salvación (v. 13). En Sal 143:10 se menciona el "espíritu bueno de Yhave," que es sinónimo de las buenas inspiraciones de Dios en la vida del justo 4:S.

La presencia del santo espíritu de Dios le devolverá la salvación o liberación de la postración física actual; después pide que le dé, junto con la salud, un espíritu generoso para seguir las insinuaciones del espíritu santo de Dios. Los v. 12-15 responden a la estrofa de los V.9-11. En ésta se pedía la purificación, la curación y la alegría juntamente con el olvido de los pecados; en aquélla se cala más hondo, pues se pide una renovación interior y gozar de la amistad permanente de Dios.

Supuesta su curación, promete el salmista publicar las maravillas que Dios ha obrado con él, enseñando a los transgresores sus caminos para que se conviertan a Dios (v.15). La experiencia del salmista será ocasión de que muchos abandonen el pecado y entren por los caminos de la Ley divina. Después de una curación se ofrecía un sacrificio de acción de gracias para publicar el beneficio recibido 46. Con ello, los oyentes quedaban aleccionados en las vías de la Providencia 47. El pensamiento del salmista es semejante al expresado en Sal 22:26-28. La liberación del justo atribulado es la ocasión de que se reconozca la protección divina sobre los suyos, y así se conviertan a El los pecadores.

El sacrificio grato a Dios es un corazón contrito (16.-19)

16 Líbrame de la sangre, Elohirn, Dios de mi salvación, y cantará mi lengua tu justicia. 17 Abre tú, Señor, mis labios, y cantará mi boca tus alabanzas. 18 Porque no es sacrificio lo que tú quieres; si te ofreciera un holocausto, no lo aceptarías. 19 Mi sacrificio, ¡oh Dios! es un espíritu contrito 48. Un corazón contrito y humillado, ¡oh Dios! no lo desprecias.

En una última súplica pide a Dios que le Ubre de la sangre o de la muerte, ya que es un Dios de salvación, o Salvador. Con ello su lengua podrá predicar la justicia o manifestación punitiva de Yahvé por los pecados. En la muerte nadie puede alabar a Dios, y, por tanto, sólo permaneciendo en vida puede predicar la piedad que tiene con los suyos. Si Dios la abre los labios, otorgándole la curación, podrá su boca cantar tus alabanzas. El salmista es como un leproso que ha sido declarado limpio y que puede ya tomar parte en las alabanzas públicas en las asambleas.

Dios, más que sacrificios cruentos, busca la contrición del corazón; ni siquiera los sacrificios más perfectos, como el holocausto — en el que se quemaba toda la víctima en el altar —, pueden igualarse al espíritu contrito y al corazón humillado. El salmista se sitúa en el plan ético-espiritual, que es lo que realmente interesa a la divinidad, como hemos visto en el salmo anterior. Los sacrificios valen en la medida en que reflejan un espíritu de entrega a Dios. No es que el salmista rechace teóricamente los sacrificios, sino que su valor lo pospone al del culto interior del corazón; el sacrificio de obediencia49. Es la misma perspectiva de los antiguos profetas: "más vale obediencia que sacrificios."50

Oración por la reconstrucción de Jerusalén (20-21).

20 Sé benévolo en tu complacencia hacia Sión y edifica los muros de Jerusalén. 21 Entonces te agradarás de los sacrificios legales 51, de los holocaustos y oblaciones; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar 52.

Estos dos versos, en los que se habla de la reconstrucción de los muros de Jerusalén, parecen indicar que el salmo es posterior a la destrucción de la ciudad por los ejércitos de Nabucodonosor en el 586 a.C. No pocos críticos modernos sostienen, sin embargo, que ambos versos son una adición posterior53; un compilador posterior los habría añadido para quitar el efecto que podían dejar las afirmaciones de los v. 18-19, en los que se subestima el valor de los sacrificios cruentos, incluso los holocaustos. La ciudad había sido profanada por la invasión pagana; pero, una vez que se reconstruyeran sus muros y templo, los sacrificios volverían a ser aceptos a Yahvé como legales o legítimos (v.21). Pero de hecho sabemos que antes de la reconstrucción del templo se ofrecían sacrificios en el altar de los holocaustos 54. El autor más bien parece un desterrado en Babilonia que ansia volver a la ciudad santa para reanudar el culto solemne y legítimo en el templo reconstruido; incluso volverán a ofrecerse los sacrificios más costosos, como los de los becerros, lo que era más agradable a Dios, porque suponían más sacrificio. El salmista, pues, suspira en el exilio por la reconstrucción de la ciudad santa para que en ella se reanude el culto solemne y legítimo a Yahvé, ya que en tierra extraña, y fuera de Jerusalén, no era lícito ofrecer sacrificios a Yahvé, aunque hubo algunas desviaciones cismáticas sobre esto entre las colonias judías de Egipto, sobre todo en la isla de Elefantina55.

1 Cf. 2 Sam 12:1s. — 2 2 Sam 12:13. — 3 Compárese Sal 51:3 con Is 63:7; ν.5 con Is 59:12; v.11 con Is 43:25; v.13 conls 43:10. 11; v.19 con Is 57:15; 61:1; 66:2. — 4 E. Podechard, O.C., I 238. — 5 Asν opinan Robertson, Driver, Cheyne y otros. — 6 Cf. 2 Sam 11:1s. — 7 El TM lit.: "mis transgresiones" — 8 Cf. Sal 69:29; Is 43:25. — 9 Cf. Ex 34:6; Sal 76:16; Jl 2:13. — 10 Cf. Sal 35:7; Is 43:7; Lam 3:32; 1 Pe 1:3. — 11 Ex 36:4, — 12 Cf.Ex 20:5. — 13 Véase Λ. F. Kirkpatrigk, o.c., 288. — 14 Cf. Ex 32:32; Núm 5:23; Sal 32:3; 2 Re 21:13. — 15 Cf. Ex 19:10; 22:14; Jer 2:22; 4:14. — 16 Cf. Lev 13:6.34; 2 Re 5:10.13.14. — 17 Leyendo biabare (y)ka, en lugar del TM bdobreka. Vg, siguiendo a los LXX: "in ser-monibus tuis." NP: "in sententia tua." Así la Bib. de Jér. y Podechard. — 18 Is 59:12. — 19 Cf. 2 Sam 11:27; 12:9. — 20 Cf. 2 Sam 24:1; Is 6:10; Sal 63:18; Jue 9:23; Sam 16:14; 18:10; 19:9; 1 Re 22:21. — 21 Cf. Lev 15:1s. — 22 Cf. Rom 5:12-21. — 23 A.-M. Dubarle, Le peché uriginel dans l'Ecriture (París 1958) 21. — 24 Is 48:8. — 26 Gen 6:5. — 28 Eclo 17:31· — 25 Sal 58:4. — 27 Gen 8:21. — 29 Cf. Rom 5:12-21. — 30 Sobre el sentido del salmo véase A. Feuillet, Le verset 7 du Miserere et le peché ori-ginel: "Rev. Se. Reí.," 32 (1944) 5-26; J. Guillet, Themes bibliques (París 1951) 100-116; O. Procksch, Theologie des Alien Teslament (1950) 640-653. — 31 Cf. 1 Re 8:46: "no hay hombre que no peque"; 2 Par 6:36; Ecl: <(no hay sobre la tierra hombre justo que haga el bien y no peque"; Sal 14:2-3: <(no hay quien haga el bien, ni uno solo"; Sal 143:2. — 32 Cf. Prov 1:7; 9:10; Job 28:28; Saiit 3:17. — 33 Cf. Sal 111:10; Prov 15:33. — 34 Sal. Podechard, o.c., I 233. — 35 Cf. Ex 12:22; Lev I4:4s; Núm 19:65; Heb 9:19. Véase palabra hysópe en DBV. — 36 Is 1:18. — 37 Cf. Is 58:11; 66:14 — 38 Cf. Sal 42:11; 32:4- — 39 Cf. Sal 10:11; 69:18; 32:2; 90,9. — 40 Cf. E? 18:31; 36:26. — 41 Jer 24:7. — 42 Cf. Jer 31:33- — 43 Ez 11:19. — 44 Cf. Sal 27:9; 71:9; Job 3:4- — 45 En sentido contrario, el "espíritu malo" de Yahvé: Sam 16:1-5; 18:10; 19:9. — 46 Cf. Sal 22:27; 54.8. — 47 Cf. Sal 32:6-11; 34:6-23; 107:42; Dt32:6; 26:5-10; 31:9-13. — 48 El TM dice "sacrificios de Elohirn"; pero, leyendo zibejí en vez de zlbejéy, — tenemos *mi sacrificio," corrección generalmente admitida por los críticos. — 49 Cf. Jer 23:9; Ez 6:9; Sal 34.19- — 50 Cf. Sam 15:22; Is i.ns; Miq 6:6s. — 51 Lit. "sacrificios justos" o de justicia, que pueden significar hechos con el espíritu debido (cf. Sal 4:6; Dt 33:19) o según las determinaciones de la Ley, legales. — 52 Sacrificios y oblaciones (o lit. "sacrificio completo"): probablemente es glosa. — 53 Así opinan, entre otros, Gunkel, Hupfeld, Olschausen; sin embargo, mantienen la unidad de autor Graetz, Cheyne, Jacob, Menes, etc. — 54 Cf. Esd 3:1-5. — 55 Véase A. Vincent, La Religión des Judéo-Araméens d'Eléphantine 383.

 

Salmo 52 (Vg 51): Dios Castiga al Malvado.

Este Salmo Refleja La Situación Psicológica De Un Miembro De la clase sacerdotal que es perseguido y calumniado por alguno de su misma casta levítica. Es una expresión de confianza en la justicia retributiva divina. El tono no es didáctico ni tampoco elegiaco, sino de desahogo confidencial. Es una enérgica denuncia contra gentes poderosas que han sido la causa de la ruina de gentes inocentes. El salmista habla en representación de los oprimidos, alegrándose de la caída del opresor por efecto de la intervención divina. El tono de la denuncia es vigoroso y autoritario 1, y parece dirigido contra alguno que ocupa un puesto relevante en la sociedad. Es una verdadera invectiva al estilo de la de Isaías contra el cortesano Sibna 2. Como poema maskil, lleva el sello sapiencial, contraponiéndose la suerte del justo y el malvado, como en el salmo primero 3. El estilo es vigoroso y vivido, abundando las metáforas más variadas.

Podemos dividir el salmo en tres estrofas, cada una de cuatro versos; en el hebreo encontramos dos veces la palabra selah, que parece ser indicación musical, sugiriendo quizá alternancia de coros. El paralelismo suele ser antitético.

Según el título, el salmo es davídico, y se da como ocasión de la composición la denuncia pérfida del idumeo Doeg contra David 4. Como ocurre en general con los títulos de los salmos, éste resulta postizo, y parece tener su origen en la glosa de algún erudito que ha querido relacionar las composiciones del Salterio con determinados hechos de la vida de David, tomando las indicaciones de los libros históricos del A.T. Así, creemos, siguiendo a no pocos críticos, que "el caso de Doeg fue tomado como ocasión para escribir un maskil, una instrucción general, contra los crímenes de una lengua perversa" 5. Desde el punto de vista literario hay concomitancias con algunos escritos profetices. Parece que el autor es un levita que4 reacciona contra las intrigas y calumnias de un alto funcionario del templo 6. Como el salmista supone la existencia del templo (v.10) y como no hay arameísmos en las expresiones, no hay inconveniente en admitir un origen preexílico del salmo 7.

Las maquinaciones del perverso (1-6).

1 Al maestro del coro. Maskil. De David 8. 2 Cuando Doeg, idumeo, fue a informar a Saúl, diciendo: David ha ido a casa de Abimelec 9. 3 ¿Por qué te glorías en tu maldad, héroe de iniquidad?10 4 Todo el día tu lengua maquina injusticias, como afilada navaja, artífice de engaños. 5 ¡Amas el mal más que el bien, la mentira más que la justicia 11; 6 estimas toda palabra perniciosa, lengua falaz!

El malvado se siente eufórico triunfando en la vida con sus ardides injustos y falaces. Lejos de sentir remordimiento, se ufana de sus tropelías con la mayor insolencia; y esto exaspera las conciencias de los fieles a la Ley divina. Su vida es una continua maquinación, pues es un verdadero dechado de malicia. El salmista le llama irónicamente héroe de iniquidad (v.3). Isaías proclama irónicamente: "¡Ay de los que son valientes para beber vino y fuertes para mezclar licores!" 12 La valentía de los malvados se muestra en el atrevimiento para levantar calumnias y falsedades contra el prójimo!·*; su lengua es como navaja afilada, que penetra y dilacera la fama de la víctima. En los salmos, frecuentemente las insidias y falsedades son comparadas a espadas y dardos, que hieren de muerte a la víctima inocente 14. Es tal la malicia de los calumniadores, que ya han perdido toda conciencia moral, prefiriendo el mal al bien; y esto de modo sistemático, como conducta normal. Es lo que se dice en Miq 3:2: "aborrecen el bien y el mal; desuellan, arrancan la carne de sobre los huesos, y luego de haberse comido la carne de mi pueblo (calumniar), y de haberle arrancado la piel, y haberle roto los huesos, y haberle descuartizado como carne para la olla.". La perversión moral lleva al impío a sentir gusto en hacer mal contra las mismas inclinaciones naturales que tienden al bien.

Los justos serán testigos del castigo de los impíos (7-9).

7 También Dios te destruirá para siempre; te abatirá y te arrancará de la tienda, te desarraigará de la tierra de los vivos. 8 Verán esto los justos y temerán, y se reirán de él: 9 "He ahí al hombre que no ha puesto a Dios por fortaleza suya, confiando en sus muchas riquezas, haciéndose fuerte en su maldad." Selah.

La vida desarreglada e insolente del malvado no puede quedar impune, pues llegará el momento de la intervención divina, punitiva para restablecer las exigencias de la justicia. Existe una retribución en este mundo, según la perspectiva del salmista, y por eso los triunfos del pecador son efímeros y provisionales; a la hora de la verdad desaparecerán 15: será arrancado de la tienda, o morada terrestre, desapareciendo como planta desarraigada cíe la tierra de los vivos 16. Los justos entonces se sentirán sobrecogidos de temblor reverencial al ver la intervención justiciera e inexorable de su Dios 17; pero esto les llenará de alegría y satisfacción al ver que sus puntos de vista religiosos quedan confirmados: la Providencia divina tiene siempre la última palabra en la vida. El que pretenda organizar su vida prescindiendo de Dios, al fin caerá como edificio edificado sobre arena: no ha puesto a Dios por fortaleza suya (v.6). Las riquezas les han cegado, pues han creído que bastaban ellas para seguir firmes en la vida, y así se han hecho firmes en su maldad: sus falsas convicciones les han confirmado en la maldad. El castigo de los impíos ha sido una prueba de la retribución en esta vida. Por eso los justos, al ver al malvado castigado, sienten fortalecer su fe, pues la prosperidad de los impíos les desconcertaba; la intervención punitiva de Dios ha sido en el fondo una vindicación de su justicia ante la sociedad, y esto llena de gozo a los justos, pues en el fondo es el triunfo de la causa de Dios 18.

La suerte dichosa del justo (10-11).

10 Mas yo, como olivo verde, (moraré) en la casa de Dios, confiando en la piedad de Dios por siempre jamás. Yo te alabaré (Dios) siempre por lo que has hecho, y esperaré en tu nombre, porque es bueno en la presencia de tus piadosos.

En contraposición a la suerte oprobiosa del malvado, el justo — simbolizado en el salmista — prosperará siempre en vigor juvenil como el olivo verde, morando en la casa de Dios, el templo de Jerusalén. En estas palabras se revela la condición levítica del salmista. Toda su ilusión es la de vivir a la sombra del santuario, desarrollándose con pujanza, como el verde olivo, en íntima comunidad espiritual con Yahvé 19. Su suerte será muy diversa de la del impío, que será desenraizado, como árbol maldito, de la presencia divina. El piadoso, en cambio, esperara en el nombre de su Dios, que es garantía y prenda de protección y salvación. El salmista termina prometiendo un canto de acción de gracias en las asambleas religiosas públicas, en presencia de tus piadosos 20. La vida del justo está siempre en íntima relación con las manifestaciones litúrgicas del templo, y por eso el templo suele ser siempre el eco de sus sucesos y problemas personales. Las angustias y vicisitudes de los salmistas suelen ser la encarnación y el símbolo de los problemas de la clase piadosa de la sociedad judía; la indiferencia religiosa y la positiva hostilidad de los malvados se ceba en los que permanecen — como minoría selecta — fieles a los postulados de la Ley divina.

1 Cf Jér 20,3s; 28:55. — 2 Cf. Ts 22.155. — 3 Cf. sal 26. — 4 Cf. 1 Saín c.21-27. — 5 J. Calés, o.c., I 524. — 6 Sal 5:5.8; 23:6; 02:2-4.13-14. — 7 (E. Püdechard, O.C., I;· 41. — 8 Sobre el sentido de estos tirulo. cf, com, a Sal 4:1;32:1. — 9 Cf. Sam 21:1-9; 22:6-9. — 10 Así según los LXX. El TM lee: "héroe de piedad de Dios." Leyendo titgabbeel-jasid en vez de haggibór jesed'el del TM, tenemos la lección de los LXX. — 10 Cf. Jer 11:19. — 11 Lit. en el ΤΓΜ: “mαs que decir lo justo." — 12 ls Cf 2; cf. Jer 9:3. — 13 Cf, Sal 5:10; 10,8; 12:33; Miq 6:13; — 14 Cf. Sal 55:2; 57:5; 56.8; 64:4; Pio v 26:1.8. — 15 Cf. Is 22:187; Dt 28:63; Prov 2:22; Job 18:14. — 16 Cf 21:7; 27:5; 15 — 17 Cf. Sal 40:4; 64:10; 65:9; 67:8. — 18 Cf. Sal 69:9; 40:4; 58,105; 64:83; 5:12. — 19 Cf. Jer 11:16; Os 14:8; Sal 1:4; 92:11s; — 20 Cf. Is 21:8; Sal 22:26; 54:7.

 

Salmo 53 (Vg 52): Perversión General en la Sociedad Israelita.

Este salmo es una nueva recensión del salmo 14, con ligeras diferencias; sistemáticamente se sustituye el nombre divino Yahvé por el de Elohím, sin duda debido a preocupaciones teológicas tardías que tendían a rodear de misterio el sagrado tetragrammaton revelado en el Sinaí 1.

1 Al maestro del coro. A la flauta. Maskil. De David. 2 Dice en su corazón el necio: "No hay Dios." Se han corrompido, hicieron cosas abominables, no hay quien haga el bien. 3 Se inclina Dios desde los cielos hacia los hijos de los hombres í para ver si hay algún cuerdo que busque a Dios. 4 Todos se han descarriado y a una se han corrompido, no hay quien haga el bien; no hay ni uno solo. 5 ¿No saben todos los obradores de iniquidad que comen mi pueblo como comen el pan, que no invocan a Dios? ó Tiemblan de miedo donde no hay que temer, porque Dios esparcirá los huesos del que te asedia 2; y tú los cubrirás de ignominia, porque Dios los rechazó. 7 ¿Quién otorgará desde Sión la salvación de Israel? Al hacer retornar Dios a su pueblo, se alegrará Jacob, se gozará Israel.

Sobre el sentido y las dificultades del texto véase el salmo 14. En el v.6 encontramos una diferencia con el correspondiente de dicho salmo, cuyo texto está bastante alterado. La lectura de 53:6 parece aludir al castigo divino infligido por Dios al que asedia al justo o a la ciudad santa. El mayor castigo para los antiguos era quedar insepultos, expuestos a las fieras y a las aves rapaces. Algunos autores creen que es una alusión al asedio de Jerusalén por los ejércitos de Senaquerib; pero nada en el contexto avala esta alusión histórica. El salmo es de tipo "sapiencial," y en él se habla del castigo divino sobre los que viven olvidados de la Ley del Señor, ateos prácticos que se burlan de los que son fieles a Dios. Estos van a ser dispersados y avergonzados ante la intervención divina punitiva 4.

1 Sobre el tema y estructura del salmo véase el com. al salmo 14. — 2 Sobre el sentido dudoso de este verso y su comparación con el correspondiente del salmo 14 véase la excelente explicación de Podechard, o.c., I, Notes critiques (París 1049) 64-65. — 3 Cf, Ez 6:5, — 4 Cf. Is 30:5; Jer 2:26; 6:15; 46:24; Sal 89:11.

 

Salmo 54 (Vg 53): Oración Contra los Enemigos Insolentes.

Esta composición poética es esencialmente una lamentación individual en el sentido clásico de otras análogas del Salterio. Puede dividirse en dos partes: a) súplica de ayuda contra unos despiadados enemigos que le atacan insolentemente, poniendo en peligro su vida (1-5); b) afirmación de fe y confianza en Yahvé, que le ha de defender y vindicar sus derechos, con promesa de ofrecer sacrificios de acción de gracias (6-9). Ambas partes están separadas por la palabra Seláh, de probable significación musical.

Según el título, este salmo fue compuesto por el propio David en ocasión de la traición de los moradores de Zif, que le denunciaron a Saúl, que sañudamente le perseguía 1. Como otros títulos del Salterio, hay que atribuir estas indicaciones cronológicas a preocupaciones eruditas de algún glosista posterior que buscaba ambientar ante sus lectores la composición de los salmos. Por el contenido no podemos determinar la época de la composición, que bien puede ser anterior al exilio.

Súplica de ayuda contra los enemigos (1-5).

1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Maskil. De David 2. 2 Cuando vinieron los de Zif a decir a Saúl: "¿Es que David no está escondido entre nosotros?"3 3 Sálvame, ¡oh Dios! por tu nombre, por tu poder hazme justicia. 4 Oye, ¡oh Dios! mi oración, da oídos a las palabras de mi boca. 5 Porque los soberbios se han levantado contra mí 4 y violentos buscan mi vida. No ponen a Dios ante ellos. Seláh.

El nombre de Dios es la garantía de salvación para los justos atribulados, porque simboliza al mismo Dios en sus atributos de justicia y fidelidad para con los suyos. Según la mentalidad israelita, el propio Dios estaba ligado con unas promesas de auxilio a los que cumplían sus mandamientos 5, y por eso la invocación de su nombre era ya un anticipo de victoria6. El nombre, pues, de Dios era como el signo externo que sintetizaba su misteriosa naturaleza. Conforme a las preocupaciones teológicas de esta colección del Salterio, el salmista evita transcribir el nombre de Yahvé, que es el que en realidad refleja las promesas de protección del Sinaí 7. El salmista, consciente de la realidad de las promesas divinas, pide que abra ponga a disposición su poder para hacer brillar su justicia, pues se siente injustamente perseguido 8.

Los enemigos perseguidores del justo atribulado son calificados como soberbios y violentos, sin escrúpulos religiosos, ya que no ponen a Dios ante ellos. Ateos prácticos, prescinden de la realidad de la Providencia divina, que dirige el curso de los acontecimientos y las vidas de los hombres, dando a cada uno lo merecido por sus actos virtuosos o pecaminosos 9. Los piadosos y justos en la sociedad son siempre una minoría y tienen que sufrir de la insolencia de los indiferentes e irreligiosos. El salmista simboliza en su persona esta clase de fieles a la Ley, perseguidos por los impíos.

Profesión de fe y confianza en Dios (6-9).

6 He aquí que Dios viene en mi ayuda; es el Señor el sostén de mi vida I0. 7 Vuelve el mal contra mis adversarios. ¡Por tu fidelidad, extermínalos! 8 Gustoso yo te ofreceré sacrificios; alabaré tu nombre, ¡oh Yahvé! porque es bueno. 9 Me libra de toda angustia, y mis ojos han visto a mis enemigos (humillados).

Como es ley en estos salmos deprecatorios, el poeta pasa de la súplica angustiosa y ardiente al estado de confianza en la salvación, pues Dios está siempre para ayudar a los suyos y no los abandona en los momentos críticos. El salmista declara enfáticamente que Dios es el sostén de su vida, lo que da plena seguridad de salir de la situación de opresión actual. Llevado de este sentimiento de confianza, se atreve a pedir a su Dios que despliegue su poder enviando el mal contra sus adversarios, es decir, que intervenga castigando su insolencia y presunción. Y en un arranque de su espíritu atribulado, pide el exterminio para los que le procuran el mal (v.7), apelando a la fidelidad de su Dios para moverle a este castigo devastador contra los enemigos. Yahvé había prometido exterminar a los enemigos de Israel, si le eran fieles, introduciéndolos en la tierra de Canaán 11. El salmista — simbolizando a la clase perseguida — apela a la justicia divina y a sus promesas de castigo de los impíos para que intervenga ahora contra los que le oprimen. Su frase extermínalos choca con nuestra sensibilidad evangélica, pero debe tomarse como desahogo oratorio para expresar la opresión en que se halla. Por otra parte, no hemos de perder de vista que los hagiógrafos y justos del A.T. estaban muy lejos de la panorámica de caridad del Evangelio. Las costumbres entonces eran mucho más rudas, y conforme al ambiente cultural-religioso de la época expresan sus ideas. La causa de ellos era la del propio Dios, y al pedir justicia a favor suyo, intentaban hacer brillar los atributos de la Providencia divina en la sociedad olvidada de Yahvé.

Como en otros salmos, el poeta termina prometiendo sacrificios de acción de gracias por la milagrosa liberación (v.8) 12. En la asamblea pública religiosa alabará a Yahvé, porque se ha mostrado bueno con él al librarle de toda angustia y concederle poder contemplar a sus enemigos vencidos y humillados. La vindicación de los derechos del justo atribulado es la manifestación de la justicia divina, que castiga inexorablemente al impío que persiste en su pecado. Es una prueba de la manifestación providencialista en favor de los suyos.

1 Cf. Sam 23:19. — 2 Sobre los títulos introductorios véase com. a Sal 4:1; 32:1. — 3 Cf. 1 Sám 23:19; 26:1. — 4 El TM dice "extranjeros" (zarim). Pero este verso aparece en Sal 86:14, leyendo zedim (soberbios), lo que se adapta bien al contexto del Sal 54:5. Por ello, comúnmente los críticos admiten esta traducción de sobe.rbios, que tiene, además, en su aval algunos manuscritos hebreos y el Targum, aunque las versiones antiguas lean "extranjeros," como el TM. — 5 Cf. Dt 4:1. — 6 cf. Sal 5:12; 20:2.8; 9:11. — 7 Véase sobre el nombre de Yahvé "Biblia comentada," I 403-408. — 8 Cf. ι Sarn 24.15; Sal?(H; 9:5; 26:2; 35:25; 43:2. — 9 Cf. Sal 44:21; 118:93. — 10 Lit. en heb. "mi alma," — 11 Cf. Dt 6:105. — 12 Cf. Sal 22:26; 35:18.

 

Salmo 55 (Vg 54): Suplica del Justo Perseguido.

Este salmo, paralelo al 41, refleja las angustias de un alma atribulada en extremo, al ser objeto de traición de gentes que antes consideraba amigas. El salmista parece ser un miembro de la clase levítica, víctima de los manejos innobles de representantes de la misma sociedad levítica, los cuales pugnaban por el ejercicio de determinadas funciones más honrosas del templo l. Los sentimientos más encontrados aparecen en esta composición salmódica: tristeza, indignación, fe, esperanza, mezcladas con súplicas ardientes. "El autor es un alma tierna, poética, impresionable. No tiene nada de combativo. Es un Jeremías destinado a sufrir en medio de un mundo en el que la intriga y la injusticia aseguran el éxito" 2. El salmo es a la vez una plegaria y una lamentación. A pesar de la imperfecta e incorrecta conservación del texto original, podemos "descubrir una composición cuidada y verdaderamente artística... Hay muchas estrofas de gran efecto: la del vuelo de la paloma recuerda el encanto poético y melancólico de ciertos salmos de los hijos de Coré; el apostrofe emocionante al amigo convertido en traidor, la exclamación súbita sobre su hipocresía, la descripción punzante del triste estado de la ciudad, son pequeñas obras maestras... Y en todo hay que destacar la rapidez y los bruscos sobresaltos de movimiento lírico, los impresionantes contrastes que de ello resultan, la sinceridad de sentimientos y el estilo." 3

El salmo se divide en dos partes con cuatro estrofas cada una:

a) el salmista, objeto de persecución de sus enemigos (1-15);

b) desahogo pasional contra los malvados; confianza en la justicia divina (16-24).

El título atribuye esta composición al propio rey David, pero nacía sugiere en el salmo que su autor tenga atribuciones reales. Los que mantienen la autenticidad davídica suponen que la ocasión que dio lugar a esta composición fue la traición de Aquitofel4; pero nada en el contexto lo avala. No faltan quienes supongan que el autor es el profeta Jeremías, traicionado por Pasjur 5; las semejanzas de lenguaje dan más probabilidades a esta opinión6. Los críticos modernos — en razón de los numerosos arameísmos del salmo — se inclinan por una composición postexílica, aunque admiten la posibilidad de una pieza preexílica que haya sido retocada después en los tiempos que siguieron al retorno a la patria.

Invocación: súplica a Yahvé (1-3).

1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Maskil. De David 7. 2 Da oídos, ¡oh Dios! a mi oración, no te escondas a mi súplica. 3 Atiende y respóndeme. Estoy abatido en mi tristeza y conturbado.

Conforme al módulo de otros salmos, el poeta inicia su composición invocando a Dios para que preste atención a las angustias que va a describir 8. Es la hora de mostrar su protección hacia el desvalido, y, por tanto, ruega que no esconda su rostro, desentendiéndose de su plegaria, llena de ansiedad 9. Su situación es penosa, pues se siente abatido y lleno de tristeza ante los ataques injustos de sus adversarios y amigos, como después declarará.

El justo perseguido (4-6).

4 Estoy aturdido por los gritos del enemigo, ante la opresión del malvado, pues me echan encima el infortunio y me persiguen con furor. 5 Me tiembla el corazón dentro del pecho, asáltanme terrores de muerte. 6 Me invade el temblor y el terror, me envuelve el espanto.

Los enemigos del salmista le aturden con sus insultos, calumnias y amenazas, y le oprimen injustamente. Ellos son la causa de que el infortunio caiga sobre el justo como una pesada piedra 10. En sus ataques persisten despiadadamente, persiguiéndole con furor y saña; y el salmista refleja poéticamente su situación angustiosa en medio de tanto terror. Las expresiones son fuertes y encuentran su paralelo en otras similares del libro de Job, Isaías y Ezequiel u. Insistentemente se repiten los términos de temblor, terror, espanto, para reflejar el ánimo sobrecogido del justo atribulado. En Is 21:3-4 encontramos expresiones similares al describir la invasión de Babilonia: "Mis entrañas se han llenado de angustia y soy presa de dolores como de parturienta. Aturdido, ya no oigo; espantado, ya no veo. Pasmóse mi corazón, el terror me invadió, la plácida noche me llena de espanto." El paciente Job desahoga poéticamente su íntima tragedia: "se han clavado en mí las saetas del Omnipotente, y me ha dado a beber su veneno, y los terrores de Dios combaten contra mí"12.

Ansias de liberación (7-9).

7 Y yo digo: ¡Quién me diera alas como de paloma, y volaría y descansaría! 8 ¡Ciertamente huiría lejos y moraría en el desierto! Seláh. 9 ¡Apresuraríame a salvarme del viento impetuoso y de la tempestad!

Hastiado de tanta hostilidad, el poeta desea salir, volando con la rapidez de la paloma, hacia el desierto, para allí encontrarse a sus anchas, libre de todas las apreturas sociales y maquinaciones siniestras. El profeta Jeremías, cansado de sufrir incomprendido, ansia también aislarse en el desierto en un "albergue de viandantes." "¡Ojalá tuviera en el desierto un albergue de caminantes, y dejaría a mi pueblo y me iría lejos de ellos, pues todos son adúlteros, gavilla de ladrones; tensan su lengua como un arco... Amontonan iniquidad sobre iniquidad y a mí me desprecian... Guárdese cada uno de su amigo y nadie confíe en su hermano, pues todos los hermanos engañan siempre, todos los amigos calumnian..." 13 Esta atmósfera de doblez e incomprensión en la sociedad es lo que atosiga al salmista. Solo en el desierto, aislado de todos, encontraría reposo su alma angustiada. El símil de paloma puede aludir a la timidez e inocencia del justo perseguido en una sociedad corrompida, en la que las diversas facciones y partidismos — viento tempestuoso y tempestad — parecen ahogar toda tranquilidad y paz.

La ciudad dominada por la insidia y el fraude (10-12).

10 Confunde, Señor, divide sus lenguas, porque veo en la ciudad la violencia y la discordia. 11 Día y noche giran en torno a sus murallas, y en medio de ella la iniquidad y la maldad. 12 Dentro de ella la insidia; de sus plazas no se apartan la mentira y el fraude.

La situación moral de la ciudad no puede ser más caótica, ya que campea la violencia y la discordia. Es como una pequeña Babel, donde impera el engaño y la iniquidad. Quizá aludiendo al texto de Gen 11:9, pide a su Dios que intervenga confundiendo sus lenguas, para que no puedan entenderse para el mal. Las reuniones no tienen otra finalidad que maquinar el mal. Se entienden demasiado bien para conspirar contra el justo: la violencia y la discordia son como dos centinelas que giran en torno a las murallas; pero, en vez de sembrar paz y seguridad, como era de esperar de los centinelas nocturnos de guardia, trabajan para que en medio de la ciudad triunfen la iniquidad y la maldad (ν.11) 14. Υ en las plazas — lugares de transacciones comerciales y de concentraciones populares — reinan la mentira y el fraude 15. En la ciudad santa, en la que debía imperar la Ley divina, no hay más que vicios y extorsiones.

Conducta traidora del amigo (13-15).

13 Que no es un enemigo quien me afrenta, pues lo soportaría. No es uno de los que me aborrecen el que se insolenta contra mí; me ocultaría de él. 14 Pero eres tú, un hombre como yo, mi familiar y mi conocido, 15 con quien gustaba de secretas confidencias; íbamos juntos entre la turba a la casa de Dios.

Lo más doloroso para el salmista es que entre los intrigantes contra su persona hay gentes de su intimidad, algunos colegas con los que había convivido en el templo, intimando con ellos en secretas confidencias (ν.15); sin duda que alude a compañeros levitas familiarizados con las funciones cultuales, que injustamente habían calumniado y postergado al salmista. La traición de un amigo siempre es más dolorosa que la persecución del enemigo, pues en los duros lances de la vida siempre se cuenta con la fidelidad de los íntimos. Ante el enemigo declarado cabe tomar medidas de defensa, ocultándose de sus insidias (ν.13); pero la puρalada del amigo traidor coge desprevenida a la vνctima, y, por tanto, el choque psicológico es más real, pues no estaba preparada para este trance. Es el caso del salmista traicionado. También en esto encontramos un eco de los oráculos jeremianos: "guárdese cada uno de su amigo, y nadie confíe en su hermano, pues todos los hermanos engañan siempre, todos los amigos calumnian."16 El salmista recuerda con nostalgia los momentos de intimidad en que con sus colegas avanzaba procesionalmente entre la turba o manifestación popular festiva hacia la casa de Dios 17. Esta comunidad de vida litúrgica debía garantizar contra toda ruptura de relaciones de amistad, pues a los valores humanos de intimidad antigua se juntan las exigencias religiosas de la casa de Dios.

Castigo de los impíos y salvación del justo (16-20).

16 Los sorprenderá la muerte, descenderán vivos al seol, porque no hay sino maldad en sus moradas, dentro de ellos. 17 Yo, empero, invocaré a Dios, y Yahvé me salvará. 18 A la tarde, a la mañana, al mediodía, yo me quejo y conturbo, y El oirá mi voz. 19 Rescatará mi alma en paz de los que me acosan, pues son muchos contra mí. 20 Dios oirá y los humillará 18, El que está sentado desde la eternidad. Selah. Porque ellos no se enmiendan y no temen a Dios.

Ante esta conducta hostil, el salmista reacciona apelando a los justos juicios divinos, que indefectiblemente se han de cumplir, porque Dios no ha de permitir el triunfo de la maldad! Al fin les sorprenderá la muerte prematura, que es el castigo normal anunciado contra los infieles a la Ley divina. Como Coré y sus cómplices, descenderán pronto al seol, o morada subterránea de los muertos, para allí llevar una vida lánguida sin esperanza 19. La muerte prematura será el castigo merecido a sus múltiples impiedades 20. Su malicia los domina totalmente, y dentro de ellos y en su morada no hay sino maldad. Contrapuesta a esta triste suerte está la del salmista, que por efecto de su invocación a Dios se salvará (v.14). Siempre ha confiado en su providencia, y ahora está seguro de que le ha de liberar de la opresión y hostilidad de sus enemigos. La desaparición de éstos de la vida será la hora de la salvación del justo atribulado. Las horas oficiales de oración son la tarde, la mañana y el mediodía21. El día litúrgico comenzaba por la tarde, y de ahí que se mencione la tarde en primer lugar 22. Los tres tiempos de oración significaban prácticamente que el salmista atribulado estaba continuamente en actitud de súplica angustiosa a su Dios. Seguro de la eficacia de su plegaria, declara que Dios rescatará su alma, o vida, frente a la hostilidad de los que le acosan, a pesar de que son muchos los que le cercan.

Al fin los humillará, porque como Juez universal está sentado desde la eternidad, asistiendo al desarrollo de los acontecimientos para dar el veredicto conforme a las exigencias de su justicia 23. El salmista insiste en la majestad del Dios inmutable, que está sentado en su tribunal celeste, inaccesible a las pequeneces humanas e insobornable en sus decisiones. Durante siglos — desde la eternidad Oíos permite temporalmente el triunfo del impío en la vida, pero al fin enviará inexorablemente su castigo, porque no se enmiendan ni le temen, viviendo como ateos prácticos, sin pensar que por encima de sus cálculos está la mano del Eterno.

La muerte prematura de los malvados (21-24).

21 Tiende sus manos contra los que con él están en paz, viola su pacto. 22 Es blanda su boca más que la manteca, pero lleva la guerra en su corazón. Son sus palabras más untuosas que el aceite, pero son espadas desenvainadas, 23 Encomienda a Yahvé tu destino 24, y El te sostendrá, pues no permitirá jamás que el justo vacile. 24 Pero tú, ¡oh Dios! los harás descender a la fosa de la corrupción. Hombres sanguinarios y dolosos, no llegarán a la mitad de sus días, mas yo confiaré en ti.

El salmista describe ahora al amigo traidor con frases expresivas y metáforas sangrantes. Todo en él rezuma doblez e hipocresía calculada: tiende la mano afectuosamente a los que son sus amigos: los que con él están en paz (v.21). Entre todos los enemigos, el salmista "piensa, sobre todo, en el que le traicionó, y no encuentra palabras para calificar su baja acción. Mientras tiende la mano viola su pacto, es decir, las obligaciones sagradas de la amistad 25. En sus palabras es meloso e insinuante, pero en su corazón trama la guerra contra el amigo (v.22); aunque son untuosas como el aceite 26, sin embargo, en realidad son afiladas y crueles como espadas desenvainadas, que penetran hasta el corazón 27.

Ante la realidad de la Providencia divina, el salmista recomienda la confianza en Yahvé, que es el dueño de nuestro destino y, por ello, sostendrá al que a El se confía, dándole fuerzas para sobrellevar sus contrariedades 28, y, al fin, la victoria, pues no permitirá que el justo vacile, siendo descalificado definitivamente ante la sociedad 29. En cambio, los impíos serán lanzados al sepulcro, víctimas de una muerte prematura 30. El salmista confía en Yahvé, esperando verse libre de esta triste suerte de los sanguinarios y dolosos. Está seguro de que la providencia protectora de Yahvé dirá la última palabra en favor de sus fieles probados en la tribulación.

Muchos Santos Padres han dado un sentido mesiánico a este salmo del justo perseguido, viendo su cumplimiento en Cristo. En realidad, nada en el salmo insinúa un carácter mesiánico, pero muchos rasgos del salmista atribulado y perseguido pueden aplicarse en sentido típico a Cristo 31.

1 Cf. Sal 5. — 2 E. Podéchard, o.c., I 247. — 3 J. Calés, o.c., I40. — 5 Cf. Jer 20:1s. — 4 Cf. 2 Sam 15:37; 16:17. — 6 Cf. Jer 9:25, y Sal 55:8. — 7 Sobre el sentido de estos títulos véase com. a Sal 4:1; 54:1; 32:1. — 8 Cf. Sal 54:3. — 9 Cf. Sal 10,2; Lam 3:56. — 10 Cf. Sal 140,11; 21:12; 2 Sam 15:14. — 11 Cf. Job 21:6; Is 21:4; Ez 7:18. — 12 Job 6:14. — 13 Jerg,2. — 14 Sobre los centinelas que hacen la guardia nocturna de ronda véase Cant 3:3; cf. Sal 43:3; 8q,15. — 15 Cf. Dt 13:17; Jer 5:1; Neh 8:16; 2 Par 32:6. — 16 Jer 0,2. — 17 Cf. Sal 43:5. — 18 Lit. el TM dice: "les responderá." Nuestra traducción sigue la versión de los LXX, de Símaco y San Jerónimo, que leyeron wi'annemó en vez del weva'anem del TM. — 19 Cf. Núm 16:30.33- — 20 Cf. Sal 35:9; 124:4; Prov Í,i2. — 21 Cf. Dan 6:11. — 22 Cf. Lev 23:32. — 23 Cf. Dt 33:27; Sal 9:8-10; 29:11; 74:13; Hab 1:12. — 24 Lit. "arroja a Yahvé tu solicitud." — 25 Cf. Sam 26:9; Sal 7:5; 41:10; Jer 20,10; 38:22. — 26 Cf. Prov 5:3- — 27 Cf. Sal 52:3. — 28 Cf. Sal 22:9; 37:6. — 29 Cf. Sal 10,7; 13:5; 30,7. — 30 Sobre la frase "descender a la fosa" véase la ilustración arqueológica en H. Vincent, Canaan d'aprés la exploration recente 215; cf. Jer 17:11; Sal 102:25; Prov 10,27. — 31 Cf. Eusebio, Dem. Evang. X: PG 22:730; Com. in Ps.: PG 23:4705; San Atanasio: PG 27:2505; Teodoreto: PG 80,1267; San Hilario: PL 9:347; San Agustín: PL 26:630.

 

Salmo 56 (Vg 55): Firme Confianza en Dios.

También este poema tiene el aire de lamentación de un justo perseguido que pone toda su confianza en la protección divina. Bajo este aspecto, este salmo tiene gran similitud con el que sigue, ya que en ambos la confianza en Dios es la nota dominante. A pesar de los peligros graves inminentes, la fe en la liberación permanece en el ánimo del salmista.

Podemos dividir esta composición poética en tres partes: a) lamentación y confianza en Dios (1-5); b) lamentación y plegaria (6-9); c) actitud confiada y promesa de acción de gracias (10-14). Cada parte tiene dos estrofas. El estilo es vigoroso, aunque se repiten muchas frases estereotipadas, predominando el paralelismo sintético.

El título asigna este poema también a David y da como circunstancia histórica su huida a la tierra de los filisteos, en tierra de Gat1. En ese supuesto, el poeta, futuro rey de Jerusalén, se dirigiría desde la tierra extranjera a su Dios, lamentándose de la persecución injusta de que es objeto y pidiendo la victoria y la liberación. Sin embargo, aunque por la lengua y el estilo puede sostenerse que es anterior al exilio, no pocos críticos modernos creen que es abiertamente postexílico 2. Como otros salmos, éste está compuesto después de la liberación de un peligro, y por ficción literaria poética se describe como presente la angustia pasada. Todo esto no es más que un pretexto para cantar la providencia divina en la asamblea litúrgica de los fieles. La experiencia personal del salmista es que Yahvé no abandona a los suyos, y, por eso, en una ceremonia de acción de gracias, lo declara para edificación de los fieles también postergados por su fidelidad a la Ley de Yahvé.

Lamentación y confianza en Yahvé (1-5).

1 Al maestro del coro. Sobre "la paloma muda de las lejanías." De David, Miktam: cuando los filisteos le prendieron en Gat3. 2Apiádate de mí, ¡oh Dios! porque me persiguen los hombres, me oprimen y combaten constantemente. 3 Sin cesar me persiguen mis enemigos, pues son muchos los que me combaten. 4 Oh Altísimo Cuando yo temo4, en ti confío. 5Con el favor de Dios celebraré su promesa, en Dios me confío y nada temo, ¿Qué podrá hacer un hombre contra mí? 5

Como en otros salmos, el poeta inicia su exposición apelando al poder de Dios para que le libre de la hostilidad de los muchos que le persiguen. Algunos autores pretenden que este poema se ha de entender en sentido colectivo, como si el salmista expresara los sentimientos de Israel como nación cercada de enemigos; pero todo el contexto del salmo insinúa que es un problema personal, y todas las alusiones a combates se han de tomar en sentido metafórico. La hostilidad contra el justo es sistemática y constante, como la de fieras que están al acecho 6; pero, con todo, la confianza en Dios se aumenta en los momentos de peligro, porque está seguro el salmista perseguido que llegará a celebrar el cumplimiento de la promesa de liberación 7. Dios no puede desamparar a los suyos en los momentos críticos, y, en ese supuesto, no hay hombre que pueda oponerse al justo (v.5). Sus maquinaciones humanas están condenadas al fracaso, porque no cuentan con la ayuda del Omnipotente, que está a disposición del justo. El ser humano es sólo "carne" frágil y perecedera y no puede competir con el que es eterno y omnipotente 8.

Lamentación y plegaria (6-9).

6 Todo el día abominan mis palabras 9, contra mí sus maquinaciones van al mal. 7 Se conjuran, están al acecho, espían mis pasos, como esperando (acabar con) mi vida. 8 Pésalos, ¡oh Dios! en la medida de su iniquidad 10, tú que abates a los pueblos en tu cólera. 9 Tú que tienes cuenta de mi vida errante, pon mis lágrimas en tu redoma. ¿No están (escritas) en tu libro?

En torno al salmista hay una conjura organizada. Calumniadores sistemáticos, interpretan mal o abominan de sus palabras 11. Morosamente describe el salmista las tentativas hostiles de sus adversarios, aunque no concreta la causa de esta animadversión sistemática e injusta. Están al acecho como cazadores dispuestos a caer sobre la presa; incluso buscan ocasión para quitarle la vida a traición 12. En un arranque vindicativo, el justo asediado pide a Dios que los castigue según merecen: pésalos en la medida de su iniquidad (v.8). Yahvé es el Juez supremo y está sobre todos los pueblos, a los que abate según sus altos e inescrutables designios, que exigen también la manifestación de su cólera. Parece como si el salmista atribulado apelara al juicio general sobre todos los pueblos y pecadores, conforme a la expectación general de los últimos tiempos del A.T. La justicia de Dios había de manifestarse solemnemente antes de la inauguración mesiánica 13, y las almas justas perseguidas suspiraban por este día de vindicación de la virtud de los fieles yahvistas. Conforme a esta perspectiva, el salmista une su causa a la de los justos perseguidos y apela al Dios del juicio sobre los pueblos y pecadores para que adelante la manifestación de su justicia y castigue a los impíos que le persiguen.

El salmista perseguido lleva una vida errante, y esta situación angustiosa es bien conocida del propio Dios. Por eso pide que sus lágrimas no sean echadas en olvido, sino guardadas cuidadosamente en la redoma en que Dios guarda lo más precioso. El salmista juega con la creencia de que Dios lleva el registro de los actos humanos en el Libro de la Vida 14, y, conforme a ello, supone metafóricamente que tiene también un recipiente para recoger las lágrimas de los justos perseguidos 15, para acordarse de ellos y hacerles justicia. San Bernardo dirá bellísimamente, dentro ya de la perspectiva evangélica: "Lacrimae paenitentium vinum angelorum." Del mismo modo, las lágrimas de los justos perseguidos del A.T. son guardadas cuidadosamente, porque ellas claman a Dios por la justicia y muestran la fidelidad de los suyos; por eso son cuidadosamente guardadas, de modo que no se pierdan.

Confianza en Dios y promesa de acción de gracias (10-14).

10 Entonces volverán la espalda mis enemigos, en el día en que te invoque; así sabré que Dios está en mi favor 16. 11 Con (el favor) de Dios celebraré su promesa 17, con la ayuda de Yahvé alabaré su palabra. 12 En Dios me confío y nada temo. ¿Qué podrá hacer un hombre contra mí? 13 Yo te debo, ¡oh Dios! mis ofrendas votivas, te ofreceré ofrendas de alabanza, 14 Porque libraste mi vida de la muerte, y mis pies de la caída 18, para que pueda andar en la presencia de Dios, en la luz de los vivientes.

Después de implorar la intervención justiciera de Dios sobre los impíos, el salmista expresa su seguridad en la afrentosa derrota de ellos. Ello será una confirmación de que tiene a Dios a su favor (v.10) 19. Entonces llegará el momento de la acción de gracias por el cumplimiento de su promesa, o "palabra" solemnemente empeñada, de ayudar a los que le son fieles 20. Cumplirá sus ofrendas votivas y sacrificios de alabanza o de acción de gracias: durante sus horas de opresión ha hecho votos a su Dios, y ahora llega el momento de cumplirlos 21. Yahvé le ha otorgado el mayor de los dones, pues le ha librado de la muerte, de forma que pueda continuar en la presencia de Dios, disfrutando de la luz de los vivientes, en contraposición a la región tenebrosa del Seol, adonde hubiera ido si hubiera muerto 22. Aunque los muertos estaban sujetos al dominio de Yahvé 23, sin embargo, no había comunicación afectiva entre ellos y su Dios, y sólo entre los vivos se podía alabar a Dios 24. Por eso habla el salmista de andar en la presencia de Dios, es decir, participar de las intimidades de la vida litúrgica en el templo, donde Yahvé se manifiesta de un modo particular a sus fieles 25. El mejor comentario — dentro de la nueva perspectiva evangélica — son las palabras de Jesús: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" 26.

1 Cf. Sam 21:10s. — 2 Así E. Podechard, o.c., I 249. — 3 El título que traducimos "sobre la paloma..." debe aludir a alguna canción que empezara por estas palabras en hebreo. La Vg, siguiendo a los LXX: "Pro populo, qui a sanctis longe factus est." Sobre las otras indicaciones véase com. a Sal 4:1; 16:1; Sam 21:10-15; 27:23. — 4 La palabra que traducimos por "Altísimo" es marom del verso anterior. Así NP. — 5 Lit. "¿Qué me hará la carne?" Aquí carne es sinónimo de hombre frágil y perecedero. — 6 Cf. Sal 57:4; 9:20; 10,19; 42:10. — 7 Cf. Sal 130,6; 44:9. — 8 Cf. Sal 78:40; Gen 6:3; Job 10:4; Is 40,5-6; Jer 17:5. — 9 Verso oscuro. Nuestra traducción se aproxima a la de los LXX. Lit. el TM: "angustian mis palabras." — 10 Verso oscuro, muy diversamente traducido. El TM: "Por encima de su iniquidad, ¿salud para ellos?" La Vg, siguiendo a los LXX: "pro nihilo salvos facies illos" (lee 'ein en vez de 'awen). Nuestra traducción, muy generalizada entre los críticos, se basa en el cambio de pallet (salvar) en palles (pesar, medir). Así NP. — 11 Cf. Sal 7:45. Btb. de Jer.: "desfiguran mis palabras." — 12 Cf. Sal 119:96; Sam 23:22; Sal 59:4; 10:9. — 13 Cf. Jl3:1s. — 14 Cf. Ex 32:32; Sal 69:29; 139:17; Mal 3:16. — 15 Cf. Jos 9:34; Sam 16:20; Sal 119:84. — 16 Kirkpatrick: "Cuando clame, mis enemigos se volverán atrás; esto lo sé, pues Dios está a mi favor." — 17 Lit. "palabra." La segunda parte del verso es considerada como repetición innecesaria de un glosista que quería mantener el nombre de Yahvé. — 18 Lit el TM: "¿No (has librado) mis pies?" — 19 Cf. Sal 9:4; 118:7. — 20 Cf Prov 13:13; 16:20. — 21 Cf. Sal 66:4; Aet 21:23. — 22 Cf. Job 33:28-30; Ecl 4:15; 6:5; 1:1:7; 18:18; Lam 3:6. — 23 Cf. Job 26:6; Prov 27:20. — 24 Cf. Sal 88:12. — 25 Cf. Sal 36:10; 16:11. — 26 Jn 8:12.

 

Salmo 57 (Vg 56): Oración Confiada del Justo.

Este poema es muy semejante al anterior por el argumento y la disposición general de sus partes. En él expansiona sus sentimientos un alma atribulada e incomprendida que, además, es hostigada por feroces enemigos, que se abalanzan como fieras ansiosas de su vida."Como el salmo anterior, éste también refleja la profunda confianza del justo perseguido, el cual está seguro de que Dios no le ha de abandonar en el peligro en que se halla. El acento tiene un matiz de triunfo que no encontramos en la composición poética anterior. También aquí aparecen sistemáticamente repetidas determinadas palabras, sin duda para recalcar más las ideas, aun a costa de la monotonía. El poema contiene dos estrofas, predominando el ritmo del paralelismo sintético.

Los v.8-12 (acción de gracias) coinciden con los v.2-8 del salmo 108, lo que parece sugerir que este segundo fragmento del salmo tuvo existencia independiente antes de ser juntado a la primera parte (2-7). Con todo, es difícil determinar la época de composición del salmo actual. Según el título, el poema se debe al propio David, perseguido y oculto en la gruta de Adullam 1. Los críticos modernos suponen un origen más tardío de la composición.

Súplica confiada a Dios (1-6).

1 Al maestro del canto. Sobre "No destruyas." Miktam. De David, cuando huyó delante de Saúl en la caverna 2. 2 Ten piedad de mí, ¡oh Dios! ten piedad de mí, porque a ti he confiado mi alma y me ampararé a la sombra de tus alas mientras pasa la desgracia. 3Yo invocaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece 3. 4 El mandará de los cielos y me salvará, y confundirá a los que me acosan. Seláh 4. Mandará Dios su gracia y verdad. 5 Mi alma está en medio de leones, yazgo entre hombres encendidos (en furor) 5, cuyos dientes son lanzas y saetas, cuya lengua es tajante espada 6 Álzate, joh Dios! allá en lo alto de los cielos y haz esplender sobre toda la tierra tu gloria.

Como en el salmo anterior, el poeta pide la ayuda de Dios en los críticos momentos de angustia en que se halla. La súplica tiene un aire marcado de confianza. Siempre ha estado al abrigo de las alas protectoras de Yahvé, que, como sombra bienhechora, le libra de las inclemencias de la vida. El salmista concibe aquí a su Dios como un ave que maternalmente esconde a sus polluelos bajo sus alas. Cuando sobreviene algún peligro, éstos acuden a su refugio seguro. Este símil es muy corriente en la literatura bíblica 6. El salmista, pues, mientras pasa la desgracia, acude al refugio seguro, que es su Dios providente y fiel a sus promesas de protección al que se le confía.

Su poder está garantizado, porque es el Altísimo 7, que habita en la cúspide de los cielos y desde allí gobierna el mundo y controla los acontecimientos de las vidas de los hombres. Desde su atalaya domina la panorámica de la historia, y nada se oculta a sus ojos, que escudriñan lo más secreto de los corazones 8. Particularmente está atento a las vicisitudes de los que son sus íntimos, sus fieles cumplidores de la Ley; a éstos les favorece, y, a pesar de hallarse en la cúspide de la morada celestial — sobre la bóveda celeste, la región empírea de los griegos —, está atento a las necesidades de los suyos. Por eso, en el momento oportuno mandará su ayuda para salvar al justo atribulado (v.4.) y confundir y avergonzar a los enemigos que le acosan. Los emisarios del Dios providente serán su gracía y verdad, que constituyen la garantía de la fidelidad de Dios a las promesas de ayudar al que le sea fiel.

Con toda viveza describe a sus enemigos, que le acechan como leones ávidos de la presa 9. Sus dientes son como mortales saetas; sus calumnias c insolencias hieren y penetran en el corazón del angustiado justo perseguido 10. En medio de tanta hostilidad que le circunda, sus ojos se levantan al Dios que habita en lo más alto de los cielos y desde allí contempla el ataque de sus enemigos; en sus ansias de salvación y de justicia, pide a Dios que se manifieste en su plena majestad y muestre esplendorosamente su gloria, castigando tanta insolencia 11. La manifestación de su justicia redundará en su propia gloria, pues todos serán testigos de su poder y protección a la virtud.

Liberación: acción de gracias (7-12).

7 Tendieron una red a mis pies para que sucumbiera 12; cavaron ante mí una fosa; fueron ellos los que cayeron en ella. Seláh. 8 Pronto está mi corazón, ¡oh Dios! está mi corazón dispuesto a cantar y entonar salmos. 9 ¡Despierta, gloria mía; despierta, salterio y cítara, y despertaré a la aurora! 10 Te alabaré entre los pueblos, ¡oh Señor! te cantaré salmos entre las naciones. 11 Porque sobrepasa a los cielos tu benignidad, y a las nubes tu fidelidad. 12 Álzate, ¡oh Dios! en lo alto de los cielos; haz esplender en toda la tierra tu gloria.

Conforme al esquema estereotipado de estos salmos deprecatorios, después de solicitar la ayuda del Omnipotente, el poeta describe la realización de sus esperanzas. Son composiciones hechas "post factum," y por eso el cambio de situaciones se sucede artificialmente como en un film cinematográfico. La actualización dramática de las escenas pasadas sirve de ocasión para destacar ante las asambleas litúrgicas del pueblo la protección divina sobre sus fieles amigos. En efecto, el salmista destacó cómo se manifestó la justicia divina, haciendo caer a sus enemigos en las redes que le habían tendido y en la fosa que le habían cavado. Antes había declarado que le espiaban y estaban al acecho, y ahora, siguiendo el símil de los cazadores, que preparan emboscadas a la presa, proclama la derrota definitiva de los que han sido burlados en sus planes por la intervención de Dios 13. El corazón del salmista se esponja ante la derrota de sus adversarios, y se dispone a entonar salmos de acción de gracias a su Salvador. Poéticamente invita a su alma — gloria mía — a entonar cantos de júbilo al son del salterio y de la citara (V.9). Poéticamente declara que está dispuesto a despertar a la misma aurora con sus instrumentos musicales. De ordinario, la aurora es la que despierta al poeta para que entone cánticos en honor de Yahvé; aquí es el poeta el que se adelanta a la aurora, porque no puede retener el júbilo que le embarga. El poeta romano llamaba al gallo despertador de la aurora: "Vigilales... evocat auro-ram" 14; el salmista ahora es el despertador del nuevo día que se anuncia de triunfo por haber sido salvado del peligro. Job habla de los "parpadeos de la aurora"15; esta personificación del albor del día es corriente en la literatura poética bíblica 16.

La perspectiva del salmista se ensancha, pues no sólo quiere cantar los portentos de su Dios Salvador en medio de su pueblo, sino que aspira a darlos a conocer a los pueblos y naciones gentílicas (v.10). Aunque en estas frases no hay alusiones claras mesiánicas, sin embargo, su entusiasmo lírico se desborda y empalma con otras tradiciones universalistas de la literatura profética y sapiencial17. En realidad, la concepción monoteísta estricta llevaba lógicamente al universalismo, ya que el Dios de Israel es el Señor de toda la creación y de todos los pueblos; aquí el salmista declara que su benignidad sobrepasa a los cielos, y su fidelidad a las nubes. No sólo llenan la tierra, sino que traspasan el horizonte cósmico del hombre. Esta amplitud de la grandeza divina exige un canto que desborde también todos los ámbitos nacionales. Conforme a esta perspectiva, el salmista repite de nuevo el estribillo, pidiendo que se manifieste en lo alto de los cielos, haciendo esplender su gloria en toda la tierra. En el v.6 era una súplica para manifestar su justicia punitiva sobre sus enemigos que le cercan; ahora, en cambio, la panorámica se ensancha, pues pide que la gloria o manifestación gloriosa y rutilante de Yahvé llene toda la tierra, después de haber manifestado su justicia vengadora sobre los impíos.

1 Cf. Sam 22:1s. — 2 Cf. Sam 22:1s; 24:1-8. El No destruyas debe de ser el principio de una canción conocida. Sobre las demás indicaciones véase com. a Sal 4:1; 10.1. — 3 Así según los LXX. El TM lit.: "que cumple sobre mí." — 4 La Vg y los LXX: "dedit in opprobrium conculcantes me." El TM lit.: "el que busca atraparme, blasfema." Bib. de Jér.: "Que Dios confunda al que me hostiga." NP: "Opprobriis afficiat eos qui me persequuntur." — 5 Lit. el TM: "Yo estoy echado entre gentes que lanzan llamas..." Bib. de Jér.: "Mi alma está echada entre leones, que devoran los hijos de los hombres." — 6 Cf. Sal 17:9; 36:8; 41:5; 43:8; 91:5; Rut 2:12; Mt 23:37. — 7 Cf. Sal 7:18; 78:36; 83:19. — 8 Cf. 1 Par 28:9; Jér 17:10. — 9 Cf. Sal 7:3; 10:10; 17:13. — 10 Cf. Sal 42:11; 52:3; 58:7; 64:4; Prov 30,14. — 11 Cf. Sal 11:55; 36:63; 21:14; Is 2:11s. — 12 Lit. el TM: "se ha encorvado mi alma." Los LXX y Vg: "incurvaverunt animam meam." Bib. de Jér.: "Mi alma ha — sido encorvada." NP: "Depresserunt animam meam." — 13 Cf. Sal 7:16; 9:163; 35:8; Ez 19:4; Ecl 10,8. — 14 Ovidio, Metamorph. XI 597; el juglar del Mío Cid viene a decir lo mismo: "apriesa cantan los gallos e quieren crebar albores..." (I 14). — 15 Job 3:9. — 16 Cf. Is 14:12; Job 41:10; Sal 139:9. — 17 Cf. Sal 36:6; Ef 3:18.

Salmo 58 (Vg 57): Imprecación Contra los Jueces Injustos.

El poeta, en tono fulminante profético, se encara con los jueces inicuos, que con sus decisiones arbitrarias siembran el malestar y la injusticia en la sociedad. En el fondo, el problema que se plantea el salmista es el de la retribución: ¿por qué en la tierra dominan y triunfan los prevaricadores? El estilo es enérgico y la diatriba es furibunda. Empieza con un apostrofe sangrante y sarcástico (2-3), para describir, después su perversa conducta (4-6), lanzando rudas imprecaciones (7-10), para terminar cantando la alegría que sentirá el justo cuando vea la manifestación justiciera de su Dios y sea reconocida su virtud (10-12),

El estilo es vigoroso y atrevido, con un marcado sello profetice: denuncia abierta de los abusos de la clase dirigente y anuncio de su caída. Destaca en esta composición salmódica, por el vigor y brillo del estilo, la originalidad y lo pintores de sus imágenes, la libertad y, a la vez, la regularidad clásica de su desarrollo: apostrofe indignado a los malos jueces; reflexión sobre la profundidad de su perversidad congénita e incurable; plegaria para que no puedan dañar; predicción profética de su próximo aniquilamiento; cálculo de los resultados que se han de esperar de este castigo bien merecido." 1

El título atribuye a David la paternidad de este salmo, como es ley en gran número de salmos; pero es difícil suponer en boca de David esta diatriba contra los jueces injustos, pudiendo él tomar las medidas pertinentes para corregir los abusos como responsable de la vida político-judicial de la nación. Por otra parte, los abusos que aquí se denuncian coinciden con los fustigados por la predicación de los grandes profetas: Amos, Oseas, Isaías y Jeremías 2; incluso parece que hay concomitancias literarias con textos del Deutero-Isaías 3; todo lo cual aboga por una composición postdavídica del poema. Algunos autores creen sorprender alusiones de índole escatológica. Se trataría, no de las injusticias de los jueces de Israel, sino de la pugna entre el bien y el mal en el mundo, y así nos encontraríamos con un diálogo teológico dramatizado en el que intervienen el sentido providencialista de la historia y los obstáculos que se oponen a la implantación del reinado de justicia y equidad en la sociedad humana. En ese supuesto, los elohim o "dioses," que comúnmente se identifican con los jueces de la sociedad israelita, serían más bien los espíritus perversos demoníacos, que se oponen al triunfo de la virtud en la sociedad. En ese caso, el salmo 58 sería paralelo al 82, donde se plantea el problema de la permisión de la injusticia en la vida social. Si, efectivamente, los elohim de ambos salmos (en Sal 82:1 forman el cortejo de Dios) son fuerzas superiores que se oponen a la implantación de la justicia en el mundo, nos encontraríamos aquí con una dramatización de fuerzas al estilo de la escenificación propuesta por el autor del libro de Daniel, donde aparecen los representantes de los intereses de Persia y Grecia oponiéndose a la implantación del "reino de los santos" (Israel) en la historia 4. Si admitimos esta interpretación del salmo, no cabe duda que en él hay implicaciones de índole escatológica, y su composición habría que retrasarla a los últimos siglos del judaismo del A.T. 5

Los jueces prevaricadores (1-6).

1 Al maestro del coro. Sobre: "No destruyas." Miktam. De David 6. 2 ¿Hacéis justicia en verdad, oh jueces? 7 ¿Juzgáis rectamente a los hijos de los hombres? 3 Más bien a sabiendas obráis la iniquidad 8; vuestras manos hacen que en la tierra domine la violencia 9. 4 los impíos se han desviado desde el seno (materno); los mentirosos se han extraviado desde el vientre. 5 Tienen veneno como de serpientes, cual áspid sordo, que cierra su oído 6 para no oír la voz de los encantadores, del encantador hábil en encantaciones.

El salmista inicia su reprimenda ex abrupto, apostrofando a gentes aviesas y malignas, como en Sal 52:3. Generalmente, los autores modernos interpretan la palabra hebrea 'elim o elohim por jueces, como se les llama en otros lugares de la Biblia 10. Los jueces, como representantes de Dios, reciben este nombre de elohim, común en las lenguas cananeas para designar los seres divinos 11. Sin embargo, no faltan autores que en el salmo dan a la palabra el sentido de ser supranatural, equivalente de algún modo a "ángel" 12. Al menos, la palabra elohim tiene no pocas veces este sentido de colaborador de Dios en el gobierno del mundo 13. En este supuesto, el salmista se encararía con una especie de seres suprahu-manos que, en lugar de colaborar con Dios en la implantación de la justicia en la sociedad, no hacen sino estorbar su acción providente y benéfica. El contexto, sin embargo, parece favorecer la primera interpretación; es decir, el salmista apostrofa a los jueces — representantes de Dios en la administración de la justicia — por haber pervertido el derecho sistemáticamente, haciendo caso omiso de la ley divina. En realidad, el término puede aplicarse en general a los representantes de Dios en la sociedad: reyes, jueces, gobernadores, responsables de la dirección de la vida social, que debe asentarse sobre las bases de la justicia.

Los jueces inicuos, lejos de obrar con rectitud, fomentan la iniquidad, pues no castigan a los malvados, que triunfan con sus ardides sin escrúpulos morales y religiosos. Como consecuencia de esta falta, de administración de la justicia, en la tierra domina la violencia (ν.5). Miqueas apostrofa asν a los injustos directores de la sociedad: " ΅Ay de los que en sus lechos maquinan la iniquidad, que se preparan a ejecutar en amaneciendo, porque tienen en sus manos el poder!"14 En realidad, esta maldad es innata en los jueces inicuos, pues se han desviado desde el seno (v.4) 15. Son malos por constitución, como las serpientes son venenosas por naturaleza. Su malicia no parece, pues, desenraizable, pues les es congénita. Como el áspid cierra sus oídos al canto de los encantadores, así ellos no hacen caso de las amonestaciones de los que les hablan en nombre de Dios, como son los profetas 16.

Imprecaciones contra los impíos y rehabilitación del justo (7-12).

7 Quiébrales, ¡oh Dios! los dientes en la boca; rompe, ¡oh Yahvé! las quijadas de estos leoncillos. 8 Desaparezcan como agua que se va, que se marchiten como musgo que se pisa 17; 9 sean como el caracol, que se deslíe caminando; como aborto de mujer, que no ve el sol. 10 Antes que vuestras calderas sientan el fuego de las espinas, verdes o secas, lléveselas el torbellino 18. 11 Se alegrará el justo al ver el castigo, bañará sus pies en la sangre del impío. 12 Y dirá cada uno: "¡Hay premio para el justo, hay un Dios que hace justicia sobre la tierra!"

Ante tanta perversión, ya congénita y sin remedio, el poeta — llevado del celo por el reinado de la justicia en la sociedad — pide a Dios que intervenga e inutilice las artimañas de los malvados. Los compara a leoncillos que están ávidos de la presa (los justos indefensos) 19, y, siguiendo la metáfora, pide que se les rompan los dientes y quijadas, para que sean inofensivos. Por su insidia, antes los comparó a la serpiente; ahora, por su ferocidad, los asemeja a fieras salvajes 20. Con nuevas metáforas expresa el deseo de que desaparezcan los malvados de la sociedad: como agua que se va filtrada o por evaporación, o como torrente que dura sólo bajo el efecto de una súbita tormenta de agua y se pierde pronto por los despeñaderos, quedando seco de nuevo el lecho o "wady"; como musgo, que se marchita pisado por el caminante; como caracol, que se deslíe caminando, pues, según la estimación popular, parece que se deshace en baba al caminar, perdiendo energías constantemente a medida que avanza; como aborto, que muere antes de ver el sol 21. La última metáfora es más difícil de explicar, pues el texto original es oscuro; pero, suponiendo la traducción que hemos adoptado y tomando la frase como un proverbio popular, parece que el sentido es el siguiente: el beduino reúne hojarasca y zarzas como combustible para cocer la comida en la olla; pero, cuando las ramas están empezando a calentar la caldera, viene una ráfaga de aire en turbión y lo lleva todo por delante, sin que pueda aprovecharse nada de lo preparado. Así, el salmista desea que el turbión de la ira divina lleve a los jueces impíos antes de que pongan en práctica sus aviesos designios 22.

El castigo y la desaparición de los malvados directores de la sociedad representará el triunfo y la liberación del justo atribulado y arrinconado: se alegrara el justo, porque ello significa también la manifestación de la justicia divina ultrajada. La mortandad será tal, que el justo podrá bañar sus pies en la sangre del impío (v.11). La frase es estremecedora, y ha de entenderse dentro del género literario hiperbólico oriental, tan usado en la Biblia 23. La causa del salmista es la de Dios; pero, en su mentalidad viejotestamentaria, su sensibilidad humana no ha llegado a las alturas del mensaje evangélico, que gira en torno al perdón de los enemigos. El justo atribulado del A.T. tiene ansias de revancha, mientras que el justo del N.T., cuanto más sufre, más perdona al que le hace sufrir. Es una nueva perspectiva abierta por la frase de Cristo en la cruz: "Perdónalos, porque no saben lo que hacen" 24. El protomártir del cristianismo, el diácono Esteban, cierra sus ojos a la vida con esta frase sublime en sus labios: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado" 25. Pero esto es explicable sólo a la luz cegadora de la revelación evangélica. No debemos, por tanto, exigir esta elevación de miras en un estadio de revelación muy inferior, como era el del A.T. La rudeza de costumbres de la época y la falta de una esperanza de retribución en ultratumba hacían que los justos del A.T. compartieran puntos de mira que hoy — después de la revelación evangélica — no podemos admitir. Pero tampoco es justo juzgar la moralidad del A.T. conforme a la mayor sensibilidad religiosa del N.T. El castigo de los malvados será la prueba de que existe una retribución y un premio para el justo en esta vida. Todos reconocerán que en efecto existe una Providencia en la vida que hace justicia sobre la tierra (v.1a). Esta confianza en la manifestación de la justicia divina en la vida aparece constantemente en el Salterio 26. Carentes de luces sobre el más allá, los justos del A.T. esperaban la retribución a su virtud en esta vida, bien en sus personas o en sus descendientes 27.

1 J. Calés, o.c., I 564. — 2 Cf Is 1:23; 5:23; 56:10; Jer 5:27; Ez 22:27; Am 5:7; 6:12; Miq 5, 11 Sof 3:3; Hab 1:4; Ecl 3:16. — 3 Cf. Is 44:6-9; 45:5-7. — 4 Cf. Dan 10,13.20-21; 12:1. — 5 Véase la argumentación de E. Podechard, I 254-55, que parece inclinarse por esta interpretación. — 6 Sobre el sentido de estos títulos véase com. a Sal 4:1; 57:1· — 7 El TM lee 'elem, que significa "mudo." Así el Targum traducía: "¿Es que quedando mudos es como juzgáis?" Los LXX y Vg: "veré" (leen 'ülám). Los exegetas modernos unánimemente leen 'eíím (dioses: elohim); cf. Sal 82,ib. — 8 Lit. "cometéis iniquidades en el corazón." En la Biblia, el corazón es el asiento de la conciencia, de la reflexión y de las afecciones. — 9 El TM lit.: "Vosotros pesáis la violencia con vuestras manos." — 10 Así opinan Nowack, Graetz, Delitzsch, Baethgen, Duhm, Satárk, Kittel, Kónig, lierkenne, Calés, Kirkpatrick, etc. — 11 Cf. M. J. Lagrange, Eí et Jahvé: RB 12 (1903) 265; id., Études sur les religions sémitiques (París 1905) 70-83; Biblia comentada I (1960) 47-48. Cf. Ex 21:6: 22 7-8·2 Sam 14:17; Zac 12:8; Ez 28:12-14. — 12 Así opinan Wellhausen, Gunkel, Bertholet, Schmidt, Podechard. — 13 Cf. Jos 5:14; Is 26:7-11; Dt 4:19-23; 34:25; 32:8-9 (t.gr.); Eclo 17:17; Job 1:6-12; 2:1s; Sal 8:6; 29:1-2; 95:3; 97:7; 103:20; 148:2. — 14 Cf. Miq 2:1. — 15 Cf. Jue 13:7; Gen 8:21. — 16 Cf. Sal 140,4; Is 3:3; Jer 8:17; Ecl 10,11; Eclo 12:13; Dt 18:11. Véase el art. Char-meurs en DBV. — 17 Lit. el TM: "él tensará su flecha" (kethib) o "sus flechas" (qeré). Los LXX: "extenderá su arco hasta que los impíos sean abatidos." Nuestra traducción se basa en una corrección del texto seguida por Podechard, Calés, Bit," efe Jer. — 18 El TM es intraducibie: "Antes que vuestras calderas sientan la zarza, tanto al viviente como el enojo lo llevará en un torbellino." Los LXX:_ "Antes que vuestras espinas hayan podido comprender la zarza, se os engullirá como vivientes, como en un movimiento de cólera." Así la Vg. Nuestra traducción se basa sustancialmente en una reconstrucción propuesta por Duhm y seguida por muchos autores modernos. Bib de Jer.: "Antes que broten las espinas como la zarza: verde o quemado, que lo lleve la cólera tempestuosa." NP: "Prius-quam ollae vestrae senserint veprem, dum est viridis, aestus turbinis abripiat eum." — 19 Cf. Sal 3:8; Job 4:10; Prov 30,14. — 20 Cf. Sal 17:12; 34:11; 91:13. — 21 Cf. Job 3:18; Sal 1:4; Ecl 6:3-5. — 22 Cf. Os 7:4s; Is 33:12; Ecl 7:6; Job 27:21. — 23 Cf. Sal 41:11-12; 68:24; Job 29:6. — 24 Lc 23:34. — 25 Cf. Act 7:60. — 26 Cf. Sal 8:12s; g,8s; 11:55; Lc 18:8s. — 27 Sobre este problema véase E. Sutcliffe, Dios y el sufrimiento en el Antiguo y Nuevo Testamento (Barcelona 1959) 94-136; M. García Cordero, La tesis de la sanción moral y la esperanza de la resurrección en el libro de Job: XII Semana Bíblica Española (Madrid 1952) 573-594.

 

Salmo 59 (Vg 58): Suplica de Auxilio de un Justo Perseguido.

También este poema tiene el aire de una lamentación individual a causa de peligros que sobre el salmista se ciernen. Se divide en dos partes (i-n y 12-18) que terminan con un estribillo. Cada una tiene dos estrofas, separadas por un selah. Literariamente es una mezcla de plegaria confiada a Dios y de enérgica imprecación contra los enemigos"l. El estilo es vigoroso y original, aunque algunas veces las frases resultan oscuras por la mala conservación del texto. El salmista no tiene conciencia de haber ofendido a sus enemigos; éstos le atacan injustamente movidos de su malicia y deslealtad e insolencia. Son gentes que no tienen temor de Dios, y así calumnian al que procura vivir según la ley divina. Pero su hostilidad quedará sin efecto, porque por encima de ellos está el Omnipotente, que es el refugio seguro del atribulado justo. La confianza, pues, del salmista es plena, exige justicia, y sabe que se le hará. También aquí la perspectiva es viejotestamentaria, y por ello la postura del justo doliente y perseguido está por debajo de las exigencias del mensaje evangélico.

También este salmo es atribuido a David en la indicación preliminar actual; y se da como circunstancia histórica de su composición el envío de gentes por Saúl para vigilarle 2. Como en otras indicaciones cronológicas, ésta ha de atribuirse al glosista erudito, que ha procurado relacionar gran parte del Salterio con la vida azarosa del gran rey, que había sido también gran poeta. Nada en el salmo nos obliga a mantener una época tardía de composición, pero tampoco nada insinúa que pueda relacionarse con la vida de David.

Súplica de auxilio (1-6).

1 Al maestro del coro. Sobre "No destruyas." Miktam. De David cuando mandó Saúl vigilar la casa para matarle 3. 2 ¡Líbrame de mis enemigos, Dios mío! ¡Protégeme contra los que se alzan contra mí! 3 ¡Líbrame de los que obran iniquidad, sálvame de los hombres sanguinarios! 4 Porque he aquí que ponen asechanzas a mi vida y se conjuran contra mí los poderosos; 5 sin crimen ni pecado de parte mía, ¡oh Yahvé! sin culpa (mía) corren y se preparan. ¡Despierta, ven a mi encuentro y mira! 6 Porque Tú, ¡oh Yahvé de los ejércitos! eres Dios de Israel. Despierta para castigar a todas las gentes, no tengas piedad de los que obran pérfidamente. Seldh.

El tono con que el salmista inicia su súplica y lamentación da a entender que se halla en grave peligro de perder la vida en manos de sus enemigos 4. Yahvé es el único refugio contra tales adversarios5, que son descritos como sanguinarios y fraudulentos. Muchas veces han tramado asechanzas y conjuras contra él, pero ahora parece que se preparan para un ataque definitivo y abierto 6. Por otra parte, esta hostilidad no tiene justificación, pues el salmista perseguido no tiene conciencia de haberles herido en sus derechos7. Consciente de su inocencia y de la justicia de su causa, urge a Dios para que-salga a su encuentro a ser testigo de la opresión injusta de que es objeto: ¡Despierta..., mira! (v.5b). Yahvé de los ejércitos es el Juez supremo y, además, Dios de Israel. El salmista ensancha la perspectiva, y pide no sólo el castigo de los impíos que le persiguen, sino la intervención justiciera sobre los que comprometen los destinos históricos de Israel corno nación. Este tránsito de lo personal a los problemas colectivos no es raro en determinados salmos, bien sea porque el salmista sienta su vida vinculada a una sociedad con proyección universal, o bien porque algún glosista o compilador haya interpretado sus problemas personales en sentido colectivo nacional. Los salmos han sido muy retocados según las exigencias litúrgicas, y los redactores posteriores se han permitido muchas veces adaptar un salmo de índole personal a los problemas análogos angustiosos de toda la nación.

La hostilidad de los malvados (7-10).

7 Vuelven por la tarde ladrando como perros y dan vueltas en torno a la ciudad. 8 He aquí que están borbotando a boca llena, y en sus labios tienen espadas: "¿Quién oye?" 9 Pero tú, ¡oh Yahvé! te ríes de ellos, haces burla de todas las gentes. 10 A ti recurro, fortaleza mía, porque, tú, Dios, eres mi refugio.

El salmista compara a sus enemigos a perros hambrientos que andan merodeando todas las tardes por los alrededores de la ciudad en busca de los desperdicios; la hostilidad es permanente, y día tras día vuelven a la carga en busca de la víctima inocente. En su insolencia borbotan palabras insultantes a boca llena. Sus labios son como tajantes espadas, e impudentemente se permiten decir que Dios no les oye y tiene abandonado a su fiel servidor: ¿Quién oye?. Es la exclamación del necio: "¿Dónde está tu Dios?"8 Pero el justo se siente seguro, porque Yahvé está por encima de ellos, inaccesible a sus ataques; desde la altura de los cielos se ríe de ellos 9. De nuevo el salmista asocia a sus enemigos personales a las gentes que hostigan a Israel. La perspectiva personal y la nacional se junta y aun mezcla; porque el justo perseguido es el tipo del pueblo elegido — Israel —, incomprendido y hostigado por los pueblos gentiles. Su suerte va unida en su mente a la de la sociedad israelita en su parte más selecta, la de los yahvistas, fieles a la Ley. Con toda confianza recurre a Dios como único refugio. Su alma profundamente religiosa no encuentra otra salvación segura que la sombra protectora de Yahvé 10.

Imprecaciones contra los perversos (11-14).

11 La merced de mi Dios me precederá 11; Dios me hará ver a mis enemigos (humillados). 12 No los mates, para que mi pueblo no olvide; hazlos andar vagabundos por tu poder 12 y abátelos, ¡oh Señor, escudo nuestro! 13 Cada palabra de sus labios es un pecado en su boca. Pero quedarán presos en su arrogancia y en las maldiciones y mentiras que profieren. 14 Acábalos en tu furor, acábalos y dejen de ser, y sepan que hay un Dios que domina en Jacob hasta los confines de la tierra. Seláh.

Conforme a la dramatización literaria corriente en estos salmos deprecatorios, el poeta pasa de la súplica a la expresión de confianza en el cumplimiento de sus deseos. Está seguro de que Yahvé le prestará ayuda, de forma que su merced y benevolencia le irán abriendo camino, como precursoras del triunfo: me precederá. El justo hostigado tendrá la satisfacción de ver a sus enemigos abatidos 13. No quiere que sean destruidos súbitamente, sino lentamente, para que el pueblo tome lección de la intervención justiciera de Yahvé: No los mates, para que mi pueblo no olvide... (v.1a). Para lección permanente de su pueblo — propenso al olvido —, desea que anden vagabundos impulsados por el poder de Dios 14, para caer después abatidos y humillados. Por sus múltiples pecados son acreedores a esta triste suerte. Ahora, en pago a su arrogancia y a causa de sus insolencias y mentiras, serán presos en sus propias redes de pecado: la justicia divina les dará el merecido.

Así, con todo énfasis, el poeta urge a Dios para que lleve a cabo la obra de exterminio de los pecadores: ¡acábalos...! Su castigo será la ocasión de que los demás sepan que hay un Dios en Jacob o pueblo israelita, cuyo dominio se extiende hasta los confines de la tierra (v.14). Es justamente lo que dice David a Goliat: "Hoy sabrá toda la tierra que Israel tiene un Dios" 15. La frase toda la tierra tiene en la Biblia un sentido hiperbólico para indicar muchos pueblos y tierras. Los israelitas tenían conciencia de su elección como pueblo, y sabían que Yahvé era el Dios del universo, aunque estaba especialmente vinculado a Israel por un pacto 16; por eso en los salmos y escritos profetices abundan estas proyecciones de los hechos dturridos en Israel hacia toda la tierra. Israel es el quicio de la historia universal, y lo que en este pueblo sucede tiene repercusión en los demás según la perspectiva teológica de los escritores del A.T. Así, pues, el salmista ve en el castigo de los impíos una lección no sólo para los israelitas, sino para todas las gentes.

El triunfo de la causa del justo (15-18).

15 Vuelven por la tarde, ladrando como perros, y dan vueltas en torno a la ciudad. 16 Andan errantes aquí y allá en busca de comida; si no se sacian, aullan. 17 Mas yo cantaré tu poder y de mañana alabaré tu benevolencia, porque fuiste mi refugio y mi amparo en el día de la angustia. 18 A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, porque eres, ¡oh Dios! mi refugio. Dios mío, todo benevolencia para mí.

El v.15 es una repetición del v.7. Por artificio literario, el poeta repite la actitud hostil de sus adversarios, que le andan rondando como perros hambrientos en torno a la ciudad todas las tardes, para contrastarla con su triunfo y liberación, expresada en su acción de gracias a Dios, su Salvador. Los enemigos del salmista le buscan ansiosamente como los canes hambrientos, que andan errantes de un lado para otro buscando saciar su necesidad, y si no lo logran, aullan y refunfuñan protestando. La descripción es realista y sangrante. El salmista termina cantando su liberación, prometiendo alabar a Dios cada mañana a la hora, de la oración.

1 J. Calés, o.c., I 572. — 2 Cf. Sam 19:8$. — 3 Cf. Sam 19:11-17. Sobre el sentido de los otros títulos véase com. a Sal 4:1; 57:1; 16:1. — 4 Cf. Sal 72. — 5 Cf. Sal 18:3; 46:8.11. — 6 Cf. Prov i.ii; Miq 7:2; Sal 54:4ί 56:8.u. — 7 Cf. Sam 20,1; 24:11. — 8 Cf. Sal 10,5.12; 64:6; 73:12; 94:8. — 9 Cf. Sal 2:5; 37:141 Is 37:22. — 10 Cf. Sal 17:3; 30.4; 31:7; Jer 16:19. — 11 Asν según el qeré. El kethib lee: "Mi Dios (con) su merced me precederá." Así los LXX y Vg. — 12 Así según el texto hebreo, seguido de los LXX y Vg. Muchos críticos modernos, para sintonizar el contexto con lo que se dice en el v.14, — 13 El rey Mesa de Moab, en su famosa estela, dice que erige el altar a Gamos "porque ha permitido ver mí deseo por encima de todos los que me odian." — 14 En algunos textos, la palabra hebrea jeil, que traducimos por poder, significa el ejército de los seres celestiales al servicio de los designios divinos en el mundo. Cf. Jl 2:25; 3:11; Sal 35:6-7. Algunos autores, por ello, suponen que aquí el poder de Dios, que lanza a los pecadores como vagabundos, es el ejército celestial. — 15 Sam 17:46. — 16 Cf. Ex 24:15. — 17 Cf. Sal 5:41 57:91 92:3.

 

Salmo 60 (Vg 59): Petición de Victorias después de Una Derrota.

Este poema tiene el aire de una oración litúrgica después de una fuerte derrota de los ejércitos de Israel. El salmista se queja de la prueba a que se ha sometido al pueblo de Dios, pidiendo que se remedien las consecuencias de esta trágica calamidad nacional (3-7); a pesar de las promesas de victoria (8-10), los acontecimientos no parecen corresponder a estas optimistas promesas (11-12), y termina declarando la plena confianza en Dios (13-14). No pocos autores creen que el oráculo de los v.8-io sobre las victorias es inserción posterior a las súplicas de victoria que encontramos en v.3~7 y 11-14! por el contenido, este salmo es paralelo al 44, aunque de tono menos sombrío. El estilo es conciso y apretado, no exento de belleza literaria.

Como es ley en esta colección, se atribuye también este salmo a David, y se da la ocasión de su victoria sobre los árameos y edomitas 2. Esta suposición se compagina mal con el contenido del salmo, que habla de una derrota y no de una victoria. Para salvar esta incongruencia, algunos autores conservadores suponen que, mientras David dirigía la guerra en la parte septentrional contra los árameos, los edomitas atacaron por el sur, y de momento derrotaron a los israelitas, los cuales, gracias a la intervención de Joab, enviado para hacer frente a este peligro, habría logrado una victoria. El salmo habría sido compuesto justamente cuando David recibió la noticia de la derrota de su ejército antes de enviar a Joab 3. Los autores modernos, sin embargo, suponen que el salmo es de época posterior a David, aunque no parece que deba ponerse después del exilio4. El oráculo de los v.8-10 parece ser anterior a las lamentaciones de los v.2-7 y 11-14. El salmista o compilador lo habría insertado al conjunto deprecativo para dar más ánimos y esperanzas basadas en las promesas divinas.

Terrible derrota del pueblo elegido (1-7).

1 Al maestro del coro. Sobre "los lirios del testimonio." Miktam de David. Para ser aprendido 5. 2 Cuando venció a Aram Naharayim y a Aram de Soba, y se volvió Joab, y derrotó en el Valle de la Sal a doce mil edomitas 6. 3Tú, ¡oh Dios! nos rechazaste y nos destrozaste. Te airaste. ¡Restituyenos! 4 Hiciste temblar nuestra tierra y la quebraste. Sana sus quiebras, porque vacila. 5 Hiciste ver a tu pueblo cosas duras, nos diste a beber el vino del vértigo; 6 has dado una señal a los que te temen para que se recojan ante el arco. 7 Para que sean liberados tus dilectos, sálvanos con tu diestra y óyenos.

Como en otros fragmentos deprecativos, alternan las quejas y las súplicas. El salmista atribuye la derrota de la nación a la manifestación airada de Yahvé. Los hagiógrafos tienen un sentido profundo de la teología de la historia, de tal forma que lo que sucede es siempre en función de la intervención justiciera o misericordiosa de Dios. Así, ahora, después de ser rechazado y destrozado el pueblo israelita por la ira de Yahvé, se le pide con urgencia y confianza que lo vuelva a rehacer: ¡Restituyenos! (v.3). Todo es obra de Dios: la destrucción y la reconstrucción de la nación. Es inútil que los seres humanos intenten por sus solas fuerzas oponerse a los planes destructores o reconstructores del que dirige los hilos de la historia universal, y particularmente de la del pueblo elegido, su "porción" selecta, su "heredad"7. Tomando la metáfora del terremoto, el salmista declara cómo la tierra de Israel ha sido sacudida y quebrada bajo la manifestación airada de Yahvé. Israel ha quedado como una casa removida en los cimientos y con grandes resquebrajaduras; sólo la intervención benévola de Dios puede restañar sus quiebras (v.4). En la literatura salmódica y profética, la metáfora del terremoto es símbolo del juicio divino, que conmueve la sociedad y las naciones hasta los cimientos 8. La suerte que les cupo es amarga: han tenido que beber del cáliz embriagador de la ira divina 9, que los hace vacilar y caer: el vino del vértigo (ν.5). Los juicios punitivos de Dios son presentados con frecuencia bajo el símil de una copa de vino embriagador, que hace perder el sentido y caer. Así, en Is 51:17 dice Yahvé a su pueblo: "Despierta, levántate, Jerusalén, tú que has bebido de la mano de Yahvé el cáliz de su ira; tú que has apurado hasta las heces el cáliz que aturde..." El salmista proclama que, a causa de este cáliz de vértigo, o embriagador, el pueblo escogido ha tenido que sufrir cosas duras, calamitosas, difíciles de llevar. La derrota ha sido tal, que la única salvación está en la señal de huida dada por Dios para que se recojan ante el arco (v.6) 10. Ante esta negra perspectiva, el salmista recurre a Dios como última instancia: sálvanos con tu diestra, puesto que los israelitas son sus dilectos 11. Si el castigo ha venido de Dios, sólo El puede restablecerlos. Con toda intención, el poeta llama a los ciudadanos de Israel los dilectos de Dios, como una apelación implícita a las exigencias de sus promesas antiguas. El amor de Dios por Israel — mostrado desde su elección como pueblo en el desierto — es la única esperanza para contrarrestar las exigencias de justicia y furor.

Promesa oracular de victoria (8-10).

8 Dijo Dios por su santidad: "Yo exultaré a Siquem y mediré el valle de Sucot. 9 Mío es Galaad y mío es Manases, y Efraím es el yelmo de mi cabeza; Judá, mi cetro. 10 Moab es la bacía para lavarme; sobre Edom arrojaré mi calzado, y sobre Filistea cantaré yo victoria."

El oráculo se pone en boca de Yahvé, si bien habla en nombre de su pueblo. La expresión hablar por su santidad equivale a declarar una promesa con juramento, pues la santidad es el atributo específico de la divinidad según la mentalidad del A.T. Dios es el Santo, es decir, el incontaminado, el inaccesible, el trascendente. La santidad se concibe como una especie de atmósfera aislante que santifica o depura todo lo que toca 12. Cuando Dios habla apelando a su santidad, sugiere que pone en juego lo más específico e íntimo de su esencia, y, por tanto, sus palabras tienen el carácter de un juramento y de una promesa 13. La santidad de Dios incluye su naturaleza en su aspecto moral, y, por tanto, lo anunciado por su santidad lleva el sello de lo intocable y permanente. La expresión "jurar por su santidad" es sinónima no pocas veces de "jurar por El mismo"14.

El contenido de esta promesa, solemnemente declarada y garantizada por la santidad divina, es la seguridad de la victoria sobre los pueblos vecinos a Israel: Moab, Edom y Filistea. El vencedor es Yahvé, que conquistó Canaán y sus aledaños para su pueblo elegido, Israel. Las palabras, aunque puestas en boca de Dios, en realidad pueden aplicarse a la nación israelita como colectividad. El poeta dramatiza la victoria y, con claros antropomorfismos, presenta a Dios como un guerrero que ocupa y somete a las naciones enemigas de Israel. Ante la victoria segura, exulta y se dispone a repartir la región de Siquem, es decir, la franja de terreno situada en Cisjor-dania. El valle de Sucot es la región conquistada en Transjordania 15. Quizá estas dos localidades se nombran porque aparecen en la historia del gran patriarca Jacob 16. Así Dios cumple la promesa de dar a su descendencia el territorio donde había acampado en su azarosa vida. Galaad y Manases son los territorios del norte de TransJordania 17. Estas zonas territoriales, pues, pertenecen al pueblo de Yahvé; pero el centro de ellas lo constituyen Efraím, que es el yelmo de su cabeza, porque la tribu de Efraím se distinguió siempre por su espíritu belicista y aguerrido 18, y Judá su cetro, o territorio donde radicaba la capital con su templo, morada de su majestad en la tierra. Por ello tenía la supremacía jurídica y gubernativa sobre el resto de las tribus. Es un eco del vaticinio de Jacob: "No faltará de Judá el cetro ni de entre sus pies el báculo hasta que venga aquel cuyo es, y a él darán obediencia los pueblos..."19

Aquí se declara la pertenencia de los territorios de estas diversas tribus a Yahvé como porción especial de El; pero, además, serán sometidos como estados vasallos Moab, Edom y Filistea 20. Los términos en que se expresa esta idea son despectivos y humillantes, en contraposición a la declaración de pertenencia de los territorios anteriores que integraban la "heredad" de Yahvé. Moab es la bada en la que se lava sus pies, Edom es el esclavo a quien se confía llevar el calzado 21, y Filistea oirá los cantos de triunfo del Vencedor, sin poder oponerse a su victoria. Esta es la panorámica de triunfo que el salmista pone en boca de Yahvé para dar ánimos a los decaídos israelitas por las derrotas actuales. Esta perspectiva de victoria coincide con los oráculos proféticos 22.

Ansias de victoria sobre los edomitas (11-14).

11 ¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará a Edom? 12 ¿No serás tú, oh Dios! que nos has rechazado, tú que no sales con nuestros ejércitos? 13 Danos tu auxilio contra el enemigo, pues vano es el auxilio del hombre. 14 Con Dios haremos proezas, y El aplastará a nuestros enemigos.

Terminado el paréntesis oracular — sin duda intercalado posteriormente al salmo deprecativo, aunque originariamente sea de composición anterior —, el salmista, sopesando el ambiente de postración y derrota de su pueblo, clama a su Dios para que los ayude a reconquistar el territorio edomita y dar el merecido al arrogante Edom, actualmente vencedor 23. En el v.6 hablaba de la huida como único medio de salvación; ahora espera el poder de Yahvé para reconstruir el poder militar de la nación. Nadie puede darles la victoria sino el propio Dios. El salmista ansia llegar con su ejército a la ciudad fortificada, sin duda Petra o Sela, capital de Edom. Se consideraba inexpugnable porque estaba construida en una superficie irregular rocosa, inaccesible al invasor 24. En realidad, las guerras de Israel son las guerras de Dios, al que está vinculado por una alianza 25, y aunque ahora parece que los ha rechazado y no sale con sus ejércitos al campo de batalla, sin embargo, es el único que puede prestar auxilio (v.12). El abandono de Yahvé tiene que ser sólo momentáneo, pues al fin tendrá que salir por los fueros de su pueblo. Esta es la confianza del salmista — síntesis de las aspiraciones de su pueblo derrotado —; por eso habla en primera persona: "¿Quién me conducirá...?"

Todo auxilio humano no tiene valor alguno en estas circunstancias, y sólo con la ayuda divina será posible obrar las proezas de reconstruirse y aun de entrar en territorio del ahora vencedor. Yahvé es el guerrero de Israel y terminará por aplastar a sus enemigos 26. Esta confianza en la victoria con la ayuda de Dios es la característica de todos los salmos deprecatorios.

1 Así opina, entre otros, E. Podechard, o.c., I 260. — 2 Cf. 2 Sam 8:138. — 3 Cf. 1 Par 18:12. — 4 Algunos autores suponen que el salmo es del tiempo de los Macabeos (cf. fl. Josefo, Ant. lud. XIII 8-9; Beda El Venerable: PL 93:792). Pero contra esta época tan tardía se opone el hecho de que aparezca ya en la versión de los LXX. — 5 Como en otros salmos, este título "sobre los lirios del testimonio" debe de ser el principio de alguna canción conocida a la que debía ajustarse el canto del salmo. El otro título, que traducirnos para ser aprendido (Lelammedh), puede significar que debe ser conservado en la posteridad (cf. 2 Sam 1:18). Sobre las otras indicaciones, cf. Sam 14:17; Sal 4:1; 16:1. — 6 Cf. 2 Sam 8:3; 10:6s. — 7 Cf. 1 Re 8:51; Est 10:12. — 8 Cf. Sal 15:8; 46:4.7; Is 24:18s. — 9 Cf. Sal 75:9; Jer 25:165; Ez 23:32-33. — 10 Cf. Is31:8; 5:26; 13:2; Jer 4:6. — 11 Cf. Dt 33:12; Jer 11:15. — 12 Véase P. Van Imschoot, Théologie de ['Anden Testament I (Tournai 1954) 43s. — 13 Cf. Sal 89:36; Am 4:2. — 14 Cf. Am 6:8; Heb 6:13.17. — 15 Cf. Jos 13:27. — 16 Cf. Gen 33:17-18. — 17 Cf. Núm 32:1s. — 18 Cf. Gen 49:22s; Jos 17:14-18; Jue 6:2-6. — 19 Gen 49:8-10. — 20 Cf. 2 Re 17:24; Esd 4:9-10. — 21 Cf. Abd 3s; Mt 3:11. — 22 Cf. Is 11:13-14; Ez 37:15-28; Zac 10:6; Jer 50:19; Miq 7:14. — 23 Cf. Am 9:11; Abd 18; Sof 2:4-9; Is 11:14. — 24 Abd 3s. — 25 Cf. Ex 243. — 26 Cf. Sal 44:6; 18:13; Núm 24:18; Sal 118:16; Jer 17:5; Jue 7:4.7.

 

Salmo 61 (Vg 60): Oración de un Exilado.

Este poema refleja el estado de ánimo de un fiel yahvista que habita fuera de la tierra de Yahvé, y que aspira a volver a la ciudad santa para permanecer al amparo de su Dios, a la sombra de su tabernáculo. Aunque tiene conciencia de haber sido atendido en sus deseos por Dios, sin embargo, suspira por el cumplimiento del más ansiado de todos: el retorno a la ciudad santa. Todo esto revela a un levita que no encuentra su sitio fuera de la tierra santificada por la presencia de Yahvé. En su exilio parece que está hostigado por enemigos, y, en su mentalidad teocrática, pide a su Dios que proteja a su rey, estrechamente ligado a la suerte de su pueblo elegido. La oración del salmista es confiada y filial, pero lleva el sello de la melancolía del desterrado. Los atributos de Dios, su experiencia del pasado y las promesas divinas sobre los destinos de Israel, le dan fe y confianza para mantener ilusiones sobre su porvenir y el de su pueblo. Sólo en la tierra de Yahvé es posible la comunicación íntima espiritual, y de ahí sus ansias incoercibles de volver a la ciudad santificada por la presencia permanente de su Dios.

Parece que este salmo está formado de dos fragmentos distintos: a) súplica de repatriación del exilado (2-5); b) conseguido el retorno a la patria, el salmista ruega por la suerte del rey y promete entonar himnos de acción de gracias por las mercedes recibidas (6-9). La primera parte se cierra con el signo musical selah. Estas dos plegarias tienen cada una una estrofa. El estilo es de mucho colorido y de gran sencillez. Abundan los paralelismos sinónimos.

También este salmo es atribuido a David en el título, aunque sin dar la circunstancia histórica de su composición. Los que mantienen la autenticidad davídica de la composición suponen que fue redactado cuando se hallaba fuera de Jerusalén a causa de la rebelión de Absalón 1. Los críticos modernos, en general, suponen que es de la época de la monarquía, y, por tanto, anterior al exilio babilónico. Razones lexicográficas parecen avalar este origen preexílico.

Ansias de retorno a la tierra de Yahvé (1-5).

1Al maestro del coro. Sobre las cuerdas. Salmo de David. 2 Oye, ¡oh Dios! mi clamor, atiende a mi oración. 3 Desde el cabo de la tierra clamo a ti cuando se angustia mi corazón. Elévame sobre la roca y dame el reposo 2, 4 pues tú eres mi refugio, la torre fortificada frente al enemigo. 5 Sea yo tu huésped por siempre en tu tabernáculo, me acogeré al amparo de tus alas. Selah.

El salmista se siente lejos del santuario de su Dios, y desde el cabo de la tierra — lugar extremo de la tierra santa o en territorio extranjero — lanza un grito deprecatorio hacia El 3. Para el piadoso yahvista, Jerusalén es el centro de la tierra como morada de Yahvé, Señor del universo. Lejos de la ciudad santa y de su templo, el salmista se siente como exilado, fuera de la mirada protectora de su Dios, que es el centro de su corazón. Como levita, siente nostalgia de la vida litúrgica del templo y ansia volver a pisar los sagrados dinteles del santuario. Allí está la roca o promontorio de Sión en que se asienta la casa de Dios4. El yahvista exilado, o lejos del templo, cree que a la sombra de éste encontrará su reposo (v.3b). En los salmos es frecuente llamar a Dios la Roca de salvación, en cuanto que a su amparo el fiel es inaccesible a los ataques de sus enemigos 5. Con un nuevo símil, el poeta destaca el carácter protector de Yahvé: es la torre fortificada desde la que se puede hacer frente al enemigo. El salmista tiene experiencia personal de esta protección divina, y por eso acude a su Dios como único y seguro refugio 6. Por ello ansia ser su huésped permanente en su tabernáculo o templo, pues allí, al amparo de sus alas, se sentirá seguro como el polluelo bajo las alas de su madre 7.

Súplica por el rey y promesa de acción de gracias (6-9).

6 Pues tú, ¡oh Dios! has escuchado mis votos y me diste la heredad de los que temen tu nombre. 7 Añade días a los días del rey, y sus años (duren) de generación en generación. 8 Siéntese siempre a la presencia de Dios y guárdenle la benevolencia y la fidelidad. 9 Así podré cantar siempre tu nombre, cumpliendo mis votos cada día.

La situación psicológica del salmista cambia totalmente: el momento de angustia ha pasado y ahora puede disfrutar de la heredad o tierra prometida en la que viven todos los que temen su nombre 8. Aunque no pocos autores supongan que éste sea un nuevo fragmento salmódico adaptado, por razones litúrgicas, a la sección anterior, sin embargo, este cambio de perspectiva del salmista puede explicarse suponiendo — como ocurre en otros salmos — que ha compuesto el poema después que ha pasado el peligro, aunque, para dar viveza a las ideas, dramatiza la situación y la describe como presente. Este es un artificio literario muy común en el Salterio y en los escritos profetices, y explica las brusquedades y cambios de pensamiento, que reflejan distinta situación ambiental.

El salmista alude al cumplimiento de sus deseos o plegarias acompañadas de votos, y, lleno de euforia y optimismo, se considera ya plenamente restablecido en la sociedad israelita presidida por el rey, representante de Yahvé. Por eso, sus mejores deseos se dirigen para el que encarna los intereses de su Dios en la sociedad teocrática. Por ello, le desea larga vida, incluso que se prolongue sobre la normal de los hombres: de generación en generación 9. La frase es hiperbólica, conforme a la usual estereotipada de las salutaciones solemnes: "¡Que el rey viva por siempre!"10 La mayor bendición que Yahvé podía otorgar a una persona era una larga vida, esto era una señal de especial benevolencia para el que llegaba a una edad avanzada. Tratándose del rey, su vida aparece vinculada a los destinos de su pueblo, y, por tanto, la permanencia del monarca representa una fuente de felicidad para la sociedad israelita.

Algunos Santos Padres han visto en este verso una alusión a la permanencia eterna del Mesías 12, pero nada en el contexto favorece esta interpretación. Únicamente que en la perspectiva teológica de los hagiógrafos los reyes eran el eslabón de la cadena dinástica que culminaba en la aparición del Mesías. Y bajo este aspecto, se puede hablar de un sentido típico mesiánico. Los salmistas, a través de las figuras históricas de los reyes contemporáneos, se trasladaban mentalmente a la futura teocracia mesiánica, presidida por el gran Rey Mesías.

Conforme al estilo áulico ditirámbico, el poeta expresa los mejores deseos para su monarca, que ha de sentarse a la presencia de Dios, es decir, gozará de su favor y protección 13; y en su trono será escoltado por la benevolencia y la fidelidad 14, los dos atributos que garantizarán la permanencia del rey, pues Yahvé ha de ser fiel a sus promesas de protección a los representantes de la dinastía davídica 15, y por eso dispensará su benevolencia y gracia hacia el eslabón que encarna la cadena real que lleva al Mesías. Así, la benevolencia y la fidelidad divinas serán como los ángeles custodios del vastago real, objeto de las bendiciones del salmista.

Como es ley en estos salmos deprecatorios, el poeta termina prometiendo alabar a su Dios por los beneficios recibidos, cantando públicamente en honor de su nombre y cumpliendo sus votos en las manifestaciones litúrgicas del templo. Sus ansias de desterrado se han cumplido, y ahora, a la sombra del santuario, se asocia a la vida litúrgica, pidiendo por su rey y manifestando su agradecimiento al Dios que le otorgó lo pedido en sus oraciones votivas.

1 Cf. 2 Sam 15:25. — 2 Lit. el TM: "Sobre una roca que se levanta más que yo, condúceme." La Vg, siguiendo a los LXX; "in petra exaltasti me; deduxisti me..." Símaco: "cuando un fuerte se eleve contra mí." Bib. de Jér.: "a la roca, demasiado alta para mí, condúceme." — 3 Cf. Jer 12:12; Ex 16:35; Dt 28:49; Is 5:26. — 4 Cf. Sal 27:5. — 5 Cf. Sal 62:2.6.7. — 6 Cf. Sal 7:2; 11:2; 16:2. — 7 Cf. Sal 31:21; Dt 32:11; Is 31:5; Rut 2:12. — 8 Cf. Dt 2:19; 3:18; Sal 37:10.23.35. — 9 Cf. 2 Re 20,6. — 10 1 Re 1:31; Neh 2:3. — 11 Cf. Ex 23:26; 1 Re 3:11; Prov 3:2. — 12 Véase San Atanasio: PG 27:273; Teodoreto: PG 80,1324-28; San Beda: PL 93:798. — 13 Cf. 2 Sam 7:16.26.29; Sal 21:7; 89:37; 72:5.17. — 14 Cf. Sal 40:12; 89:25; Prov 20,28; 2 Sam 15:20. — 15 Cf. 2 Sam 7:11-17.

 

Salmo 62 (Vg 61): Solo En Dios Hay que Esperar.

Como en el salmo 4, se expresa aquí la más ciega confianza en el Dios único, verdadero valedor para el salmista, incomprendido y hostilizado por doquier. El título lo atribuye a David, y, en ese supuesto, las circunstancias de la rebelión de Absalón o de Sebál darían pie para esta bella composición poética, en la que se exhorta al pueblo a poner su confianza, no en las riquezas ni en los medios terrenos, sino sólo en Dios, fuente de justicia y de poder. En medio de las intrigas y asechanzas, sólo queda la esperanza de la protección de Yahvé. No pocos autores ven en este salmo un marcado sello de acción de gracias, con no pocas concomitancias con los salmos de tipo sapiencial 2.

Podemos dividirlo en tres partes: a) confianza en Dios frente a las asechanzas e hipocresías de los enemigos (2-5); b) exhortación a confiar en Dios y no en los seres humanos (6-10); c) el poder está únicamente en Dios, y no en las riquezas (11-13). A pesar de las persecuciones, el alma del salmista se siente segura, porque sabe que tiene la protección divina. Con toda valentía echa en cara a sus enemigos sus hipocresías y conjuras, que no han de tener efecto, porque sobre ellos está la omnipotencia de Yahvé, que le defiende.

Las dos primeras estrofas están precedidas de un refrán que repite la misma idea (2-3 y 6-7): el alma del salmista se siente segura en Yahvé, que es su "ciudadela" y su "roca," inaccesible a los enemigos. Una vez declarada la seguridad de su alma y su quietud de espíritu, invita a los demás a refugiarse confiadamente en el que todo lo puede. La primera estrofa se cierra con un selah. En el v.6 vuelve a aparecer este signo, que podía cerrar la nueva estrofa; pero el v.10 parece un complemento lógico del anterior. El estilo es rico en metáforas vigorosas, que dan colorido a la composición.

Desde' el punto de vista estilístico no hay objeciones serias contra su supuesto origen davídico, aunque no pocos críticos modernos retrasen su composición a la época sapiencial.

Confianza en Dios (1-5).

1 Al maestro el coro. Sobre Yedutún. Salmo de David 3. 2 Sólo en Dios se aquieta mi alma, pues de El (viene) mi salvación. 3 El sólo es mi roca y mi salvación, mi ciudadela: no vacilaré jamás. 4 ¿Hasta cuándo habéis de ensañaros contra un hombre, golpeando todos en brecha como contra pared inclinada, como contra muro ruinoso? 5 Sólo buscan derribarle; se deleitan con la mentira; bendicen con su boca, y en su corazón maldicen. Seldh.

Antes de protestar por las añagazas de sus enemigos, el salmista declara que su confianza plena está en su Dios, y en El encuentra reposo, ya que tiene la experiencia de haberle liberado de situaciones más comprometidas. Adherido a Yahvé, se siente como en una roca o ciudadela inaccesible, desde la que puede desafiar todos los injustos ataques de sus adversarios; por eso no vacilará un momento, pues tiene el pie en lugar seguro.

Se siente perseguido, y este ataque es sistemático y reiterado, ya que se unen contra él como hombres que juntos fuerzan una pared inclinada en la que se ha abierto ya brecha (v.4). No concreta el género de hostilidad de que es objeto, pero el contexto insinúa que se trata de asechanzas malévolas y traidoras, quizá porque les da en rostro su virtud. En su proceder doble, salvan las apariencias bendiciéndole con la boca, pero odiándole y maldiciéndole en su corazón (ν.5) 4. Hipócritas redomados, creen engañarle con su aduladora conducta cuando están tramando su ruina.

Exhortación a confiar en Dios y no en los hombres (6-10).

6 Sólo en Dios aquiétate, alma mía, porque de El (viene) lo que espero. 7 El solo es mi roca y mi salvación, mi ciudadela: no vacilaré. 8 En Dios está mi salvación y mi gloria; Dios es mi fuerte roca y mi asilo. 9 Confía en El, ¡oh pueblo! en todo tiempo. Derramad ante El vuestros corazones, porque Dios es nuestro asilo. 10 Como un soplo son los hijos del vulgo 5, una mentira los de abolengo 6. Puestos en balanza suben, juntos pesan menos que un soplo.

De nuevo se declara la total confianza en el que le otorga protección segura. Llevado de su experiencia al amparo de Dios, invita el poeta al pueblo a mostrarse también confiado contra toda adversidad. Parece que aquí el salmista habla al pueblo, reunido en asamblea, para que exprese sus sentimientos de gratitud al Señor en una generosa efusión de sus corazones, pues siempre encontrarán defensa y asilo en la mano poderosa de Yahvé (V.9).

Nadie puede competir en poder con Yahvé: tanto los de la clase baja como los de la clase alta de la sociedad son como un soplo, y, puestos en una balanza, no pueden contrapesar con sus promesas y mentiras, sino que suben y desaparecen como un soplo (v.10) por no tener fuerza y sustancia que les dé lastre frente a Dios. Sus asechanzas, pues, y sus cavilaciones no deben amedrentar al que confía en Dios.

No se debe confiar en las riquezas, sino sólo en. Dios (11-13)

11 No confiéis en la violencia, ni en la rapiña os gloriéis. Si abundan las riquezas, no apeguéis vuestro corazón. 12 Una vez habló Dios, y estas dos cosas le oí: que sólo en Dios está el poder. 13 Y en ti, Señor, está la piedad, pues das a cada uno segun sus obras.

Los fuertes procuran aumentar sus riquezas recurriendo a la violencia y a la opresión del débil. La opulencia conseguida con injusticias es inconsistente, ya que no tiene la bendición divina, y, por tanto, está expuesta a las mayores decepciones El corazón del ser humano debe estar por encima de todas las riquezas, ya que encuentra su único centro en Dios.. Sólo El puede aquietar sus profundas ansias espirituales. El salmista ha oído la voz de Dios en la conciencia, que le dice que el poder proviene únicamente del Omnipotente, quien, por otra parte, retribuye a cada uno según sus obras (ν.13). El camino de la rectitud es el único que lleva a la felicidad, pues el ser humano virtuoso camina bajo la protección y bendición de Dios7.

1 Cf. 2 Sarn 15:1s. — 2 Cf. Sal 37:3-5-7; 31:24; 34:10; 49:5; 73:17. — 3 En griego, el nombre de Yedutún aparece bajo la forma de Iditún. Sobre su colección véase com. a Sal 30,1, Según i Par 25:1-3, Idutún era uno de los levitas encargados del culto. La expresión Sobre Yedutún parece tener el sentido de "sobre el modo o aire de Idutún." — 4 Cf. Sal 12:3; 28:4; 55:22. — 5 Lit. "los hijos de Adán." — 6 Lit. "los hijos de varón." Sobre el sentido — clase baja y clase alta — véase com. a 49:3. — 7 San Pablo, en Rom 2:6s, desarrolla el pensamiento del v.1ab.

 

Salmo63 (Vg 62): La Sed de Dios.

El salmista, perseguido y alejado del centro teocrático de la nación, siente nostalgia de la compañía de Dios, que moraba en el templo de Jerusalén. El recuerdo del santuario punzaba el alma del levita exilado, que no podía participar de las solemnidades litúrgicas. Las expresiones efusivas se repiten y reflejan la profundidad de un alma religiosa que encuentra su única felicidad en la comunicación afectiva con Yahvé dentro de su casa, el templo de Jerusalén. Sus enemigos, que le forzaron a un destierro doloroso, recibirán su castigo de manos del propio Yahvé, que vela por la vida e intereses de sus fieles.

El estilo es sentimental, sin mayor orden lógico, ya que fluye de la efusión afectiva del corazón más que de las consideraciones de la mente: el poeta ansia vivir "a la sombra de las alas" de su Dios, seguro de que con su protección le dará el triunfo de su causa. La distribución estrófica es regular, aunque el ritmo métrico es bastante libre. Abundan los paralelismos sinónimo y sintético. Las expresiones de la primera parte, que se dirigen directamente a Dios, llevan el sello insinuante de un alma delicada; en cambio, cuando habla de sus enemigos aparecen las formulaciones enérgicas, conforme a la mentalidad viejotestamentaria, que sabe menos del perdón que del espíritu de revancha.

El título atribuye el salmo a David, quien lo habría compuesto cuando andaba fugitivo por el "desierto de Judá," sin duda con ocasión de la rebelión de su hijo Absalón 1, aunque ya antes de ser rey de Jerusalén había sido perseguido por las huestes de Saúl por las zonas esteparias del sudeste de Palestina2. El v.1a alude al rey, lo que supone que el salmo está compuesto en tiempos de la monarquía. Esto nos hace suponer que esta bella composición es anterior al exilio babilónico.

Podemos dividirla en tres estrofas: a) ansias de vivir con Dios (2-5); b) propósitos de alabanza continua al Señor (6-8); c) castigo de los enemigos y glorificación del rey (9-12).

Ansias de vivir en comunicación con Dios (1-5).

1 Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá 3. 2 Elohim, tú eres mi Dios; a ti te busco solícito; sedienta de ti está mi alma; mi carne languidece en pos de ti como tierra árida, sedienta, sin aguas. 3 ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! 4 Porque es tu piedad mejor que la vida. Te alabarán mis labios. 5 Así te bendeciré toda mi vida, y en tu nombre alzaré mis manos.

Dios es el centro del alma del salmista, que busca desde la aurora la presencia del que constituye las delicias de su alma y aun de su cuerpo, que languidece fuera de la órbita sagrada del templo en que mora Yahvé. Se siente como árbol plantado en tierra desierta y árida, que está ansioso del riego del agua. La presencia de Dios vivifica el alma, y el salmista se considera alejado del santuario de Yahvé, donde en otro tiempo contemplaba la fuerza esplendorosa de su Dios, manifestada en las solemnidades litúrgicas, que reflejaban su gloria (v.3). Su vida no tiene sentido sino a la sombra de la piedad del Omnipotente; por ello, en su exilio forzado promete alabarle, alzando las manos en señal de acatamiento y acción de gracias 4. Toda su vida será una bendición continuada del que le dispensa su auxilio y alegría íntima.

Propósitos de alabanza continua (6-8).

6 Como de medula y de grosura se saciará mi alma, y mi boca te cantará con labios jubilosos. 7 Aun en mi lecho me acuerdo de ti; en ti medito en las vigilias, 8 pues tú eres mi auxilio, y salto de gozo a la sombra de tus alas.

La mente del poeta se traslada al momento en que podrá entonar himnos de alabanza en el templo, donde su alma se saciará plenamente, como los que asisten a los convites sagrados se sacian de medula y grosura 5. El pensamiento de la presencia de su Dios le persigue también durante la noche, pues medita en sus misericordias, y tiene la experiencia de su protección; y el pensamiento de sentirse seguro, como el pajarito bajo la sombra de las alas de Yahvé, le hace exultar 6.

Castigo de los enemigos y glorificación del rey (9-12).

9 Mi alma está apegada a ti, y tu diestra me sostiene. 10 Pero los que buscan perder mi alma irán a las profundidades de la tierra. 11 Serán dados a la espada, serán pasto de chacales. 12 Y el rey se gozará en Dios, se gloriarán los que juran en El, pues la boca de los mentirosos se cerrará.

De nuevo una confesión de adhesión incondicional a Dios, pues sabe que en los momentos críticos le sostiene su diestra (V.9). Yahvé ha sido su apoyo en todo momento, y no le ha de faltar en este momento en que es hostilizado por sus enemigos. En realidad, éstos recibirán su merecido — la muerte —, yendo a las profundidades de la tierra, es decir, al seol, o región subterránea tenebrosa de los difuntos. Y sus cuerpos serán pasto de las fieras salvajes (v.11)7.

Al ser restablecido en su vida social y muertos sus enemigos, el rey y los fieles a Yahvé — que juran por Elalabarán a Dios, pues ha premiado la virtud y cerrado la boca de los mentirosos 8,

1 Cf. 2 Sam 15:1ss. — 2 Cf. Sam 23:145. — 3 Véase Sal 3:1. — 4 Las oraciones iban acompañadas de la elevación suplicante de las manos (cf. 1 Re 8:22; Sal 28:2; 141:2; Lam 2:19; 3:41; 2 Mac 14:341 Is 1:15; Sal 88:10). — 5 Cf. Dt 14:29; 16:11; 26:11; Jer 31:14; Sal 36:9. — 6 La "sombra de las alas de Yahvé" es la protección debida a la presencia de Yahvé en el santuario (cf. Sal 61:9). — 7 Cf. 2 Sam 21:10-14; 2 Re 2:9-10; Jer 16:4. — 8 Cf. Sal 4:3; 42:4.

 

Salmo 64 (Vg 63): Castigo de los Calumniadores.

El salmista, asediado por una turba de malvados que le ponen asechanzas para quitarle la vida y la fama en la sociedad, recurre a Dios para que despliegue su poder en su favor, como en otras ocasiones, y, en un arranque psicológico, lanza duras imprecaciones contra los que injustamente le persiguen.

Podemos dividir esta composición en tres partes: a) oración a Dios para que le libre de sus obstinados enemigos (2-5); b) insidias de sus detractores (6-7); c) el castigo inexorable de Dios, lo que supondrá la rehabilitación del justo perseguido (8-n). Como en otros salmos, aquí el poeta es el símbolo de todos los hombres virtuosos, que son incomprendidos y vilipendiados por seguir el camino de la justicia y del temor de Dios.

Aunque el salmo es una plegaria, no falta en él un cierto carácter sapiencial, pues de su caso particular el salmista se ha elevado a la doctrina general del juicio de Dios sobre los pecadores. La división estrófica no es regular. Alternan los paralelismos sinónimos y los sintéticos, conforme a los conocidos esquemas de la literatura sapiencial. El estilo es vigoroso, no exento de originalidad. El v.11 cierra la composición con un marcado sello eucarístico, lo que implica la seguridad del triunfo de la virtud. Conforme al esquema doctrinal de otros salmos, el poeta declara que los impíos parecen triunfar momentáneamente; pero la última palabra está reservada a la justicia divina, que estará al lado del perseguido y fiel a su voluntad.

Según el título, también esta composición sería de origen davídico, aunque no se dan las circunstancias históricas de su composición. Los críticos modernos más bien se inclinan por su origen postexílico, aunque esta conclusión está lejos de ser avalada por argumentos concretos estilísticos definitivos. La lucha en la sociedad de los impíos contra los piadosos se da ya en los tiempos de los profetas anteriores al destierro babilónico, y se continúa en la época sapiencial. Por consiguiente, las alusiones del salmo no nos llevan necesariamente a los tiempos en que surgían las facciones de los "piadosos," o jasidim de los tiempos macabeicos.

Súplica a Dios para ser liberado de los detractores. injustos (1-5)

1 Al maestro del coro. Salmo de David. 2 Oye, ¡oh Dios! la voz de mis quejas, defiende mi vida del terrible enemigo; 3 protégeme de la conjuración de los malvados, de la conspiración de los obradores de iniquidad, 4 que afilan como espada su lengua y lanzan como flechas amargas palabras, 5 para tirar en secreto contra el inocente y asaetearle de improviso sin temor.

El salmista — símbolo de los justos perseguidos — clama a su Dios como único refugio contra las insidias de un terrible enemigo que organiza conciliábulos contra él para poner en peligro su vida. Sus asechanzas son mortíferas, como espada desenvainada o como flechas envenenadas. Su lengua y sus palabras están al servicio de la calumnia más desvergonzada, comprometiendo así la reputación del justo en la sociedad 1. Sus insidias son más peligrosas por ser tramadas en secreto y por proceder de gentes que no tienen temor de Dios, y, en consecuencia, no existen para ellos escrúpulos morales 2.

Insidiosos conciliábulos contra el justo (6-7).

6 Obstínanse en sus malvados designios, se conciertan para tender ocultamente lazos, diciendo: "¿Quién los verá 7 y escrutará nuestros secretos?" Los escruta el que conoce el interior del hombre, el corazón profundo 3.

Los enemigos del salmista se consideran a salvo de toda responsabilidad social, porque sus tramas son ocultas y pasan inadvertidas a los contemporáneos; con todo cinismo ponen lazos al justo para que caiga desprevenido en ellos. Pero no piensan que para Dios no hay nada oculto, ya que conoce el interior del ser humano y escruta lo más profundo del corazón humano 4.

El castigo inexorable de Dios sobre los pecadores (8-11).

8 Pero disparará Dios contra ellos una saeta, y de improviso serán heridos. 9 Su lengua se volverá contra ellos, y cuantos los vean moverán su cabeza, 10 y temerán todos los hombres, y proclamarán la obra de Dios, y comprenderán su modo de obrar; 11y el justo se regocijará en Yahvé, y en El confiará, y se felicitarán todos los rectos de corazón.

No se puede conculcar la justicia divina impunemente, pues Yahvé vigila por los derechos de los suyos, y, por eso, de improviso, cuando menos lo piense, lanzará su saeta de invencible guerrero sobre los que se confabulan contra los fieles a su ley. Cuando las asechanzas ocultas parecían dar su fruto, interviene la justicia divina, haciéndoles caer en los lazos que habían tendido contra los suyos; es decir, las calumnias tramadas por su lengua desvergonzada caerán sobre ellos 5, y quedarán desacreditadas públicamente: los que los vean moverán la cabeza irónicamente 6, pues serán testigos de la intervención punitiva de Yahvé. El paralelismo literario del salmo es manifiesto: frente a las saetas de los confabulados surge la saeta mortífera de la justicia vengadora divina. Todos comprenderán entonces la obra de Dios, es decir, su modo de actuar en favor de los que le son fieles y en contra de los que cínicamente hostilizan el camino de la virtud. Es el momento de la rehabilitación del justo, que se regocijará triunfante, pues Dios no le ha abandonado, en el momento crítico, quedando así patente la justicia de la Providencia divina, que al fin dice la última palabra. Por ello, al final se felicitarán los rectos de corazón, pues, como esperaban, Dios termina por hacerles justicia, protegiéndolos contra los que se obstinan en vivir al margen de la ley divina.

1 Sobre la metáfora de la espada aplicada a la lengua véase Sal 57:5; 59:8; 104:4; Y sobre la de la. flecha para designar la lengua perniciosa, cf. Sal 7:13-14; 57.5· — 2 Cf. Sal 10:4.11.13; 73:11 94:7. — 3 Así siguiendo a la Bib. de Jér. El TM dice literalmente: "escrutan crímenes; nosotros estamos prestos, una disimulación disimulada; y el fondo." — 4 Cf. Sal 10:4-11; 73:11. — 5 Cf. Sal 7:16-17; 9:16-17; 35:8; 37:15; 94:22. — 6 Cf. Jer 48:27; Sal 44:14-15.

 

Salmo 65 (Vg 64): Himno de Acción de Gracias a Dios por Su Munificencia.

Este cántico eucarístico parece fue compuesto en ocasión de cesar una persistente y asoladora sequía. Al menos la segunda parte alude a los beneficios de una abundante y desbordadora cosecha. La primera, en cambio, se limita a ponderar la munificencia divina, manifestada en las diversas obras de la creación y en la elección del pueblo de Israel. La benevolencia de Yahvé se muestra en ser propicio a los que le invocan, en aceptar los sacrificios que le ofrecen, en perdonar los pecados del que arrepentido se acerca a El y en atraer a sus predilectos al templo para colmarlos de beneficios. Como Señor y regulador supremo de todos los fenómenos de la naturaleza y de los acontecimientos de la historia, se le debe especial acatamiento y veneración. Todas las riquezas de los campos son fruto de su bendición; las cosechas, los abundantes pastos, la multiplicación de los ganados, pregonan su munificencia, al par que su especial providencia sobre su pueblo necesitado. Todo esto parece suponer que el presente himno fue compuesto para ser recitado en una solemnidad en que se daba gracias a Dios por las abundantes cosechas.

Por su contenido ideológico, podemos dividir esta composición poética en tres partes: a) acción de gracias por la remisión de los pecados de los que se acercan al templo a reconocer su soberanía (2-5); b) alabanza de Dios como Soberano de la naturaleza y de la historia (6-9); c) acción de gracias por la fertilidad de los campos (10-14).

Este salmo es una mezcla de himno y de plegaria eucarística. Se distinguen bien tres estrofas, conforme a la triple división que acabamos de exponer. Las dos primeras tienen un ritmo regular y perfecto, a base de dísticos; la tercera, en cambio, es más libre, alternando dísticos y trísticos. El estilo es brillante, con marcado ritmo musical, a base de no pocas asonancias, y con un gran sentido intuitivo de las bellezas de la naturaleza. Bajo este aspecto, el himno es grandioso y lleno de resonancias poéticas de primer orden.

Según el título, también este salmo es de David; pero los autores modernos se inclinan por una fecha de composición más tardía, pues se supone la existencia del templo salomónico. No pocos críticos suponen que esta composición salmódica tiene un doble origen: la segunda parte, más antigua, habría sido yuxtapuesta, por razones litúrgicas, a un himno de alabanza a Dios, que por su sello universalista nos llevaría a los tiempos posteriores al exilio 1.

Alabanza al Dios que escucha a los suyos en el templo (1-5).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. Cántico 2. 2 A ti, ¡oh Dios! se te debe la alabanza en Sión 3, y a ti el cumplimiento de los votos; 3 a ti, que escuchas las plegarias, a ti recurren todos los hombres. 4 Prevalecen sobre nosotros las obras de iniquidad, y nuestras transgresiones tú las perdonas. 5 ¡Bienaventurado aquel a quien eliges para estar cerca de ti, habitando en tus atrios! Nos saciaremos de los bienes de tu casa, de la santidad de tu templo.

En vez de invitar a la alabanza directamente, el poeta declara que Dios es digno de ser glorificado, y como a Señor se le debe el cumplimiento de los votos sobre la colina de Sión, donde se halla su morada habitual en medio de su pueblo elegido; en su santuario está siempre presto a escuchar las plegarias de los que confiadamente se acercan a El. Sobre todo, Yahvé espera a los suyos en su casa para remitirles sus pecados. Conscientes de su culpabilidad, los devotos se acercan al templo a cumplir votos y sacrificios expiatorios, seguros de que les ha de escuchar y perdonar 4; es la primera condición para entrar en relaciones normales con el que es la misma santidad. El salmista envidia al sacerdote o levita, que tiene el privilegio de vivir cerca de su Dios en sus atrios sagrados5. Son los predilectos de Yahvé, su "porción" selecta. No obstante, todo buen israelita que se acercaba a la casa de su Dios se sentía saciado de la presencia divina, fuente de todos los beneficios que le habría de acordar. El templo está todo penetrado de la santidad de Yahvé, de esa fuerza misteriosa que rodea a la divinidad, y que la separa de todo lo común y profano. La visita al templo era para el israelita la prueba palpable de su pertenencia al pueblo elegido de Dios, que moraba en medio de ellos, y la participación en las solemnes fiestas con sus banquetes sagrados — los bienes de tu casa — simbolizaba la comunión con la divinidad, a la que se ofrecían realmente los sacrificios6.

Yahvé, soberano de la naturaleza y de la historia (6-9).

6 Tú nos respondes fielmente con portentos, ¡oh Dios de nuestra salvación, esperanza de todos los confines de la tierra y de las islas lejanas! 7 7Con tu fuerza afirmas los montes, ceñido de tu poder; 8aplacas el furor de los mares, y el estrépito de las olas, y el tumulto de los pueblos. 9Temen tus prodigios los habitantes de los confines, y haces exultar las salidas de la mañana y de la tarde.

Yahvé, como Dios Salvador de su pueblo, responde a sus plegarias con portentos; su poder se extiende hasta los confines de la tierra. La historia de Israel es la historia del despliegue de la Providencia divina en su favor en los momentos críticos de su vida nacional. Todas las gentes oyeron sus prodigios en favor de su pueblo. La perspectiva del salmista parece se extiende a la diáspora del pueblo judío, disperso por los cuatro ángulos del orbe; todos han sentido la mano providente de su Dios, y, en este sentido, Yahvé es la esperanza de todos los confines de la tierra, es decir, de todos los que ansiosamente se confían a El, incluso en las islas lejanas del Mediterráneo (v.6).

Su poder se manifiesta en la consolidación de los montes, que en la poesía hebrea son símbolo de la estabilidad y de la permanencia 8; las mismas fuerzas caóticas del mar están sometidas a su beneplácito 9, y las naciones y pueblos le están sujetos en sus manifestaciones históricas 10. Para el salmista, que considera todas las cosas desde el ángulo religioso, no tienen importancia lo que nosotros llamamos "causas segundas," pues Dios dirige y gobierna directamente toda la naturaleza y el corazón del hombre. Todos los acontecimientos y manifestaciones de la naturaleza y la vida de los pueblos son expresión de su voluntad — positiva o permisiva, según nuestra nomenclatura exacta teológica —, y en ese sentido declaran la omnipotencia divina.

Los prodigios de la naturaleza — tormentas y demás fenómenos atmosféricos — causan un temor reverencial en todos los habitantes del orbe hacia el que todo lo puede; y la misma aparición de cada día — con las ininterrumpidas salidas de la mañana y de la tarde — llena de gozo a los que han de disfrutar de los beneficios consecuentes a la aparición de la luz. Esta es el símbolo del orden y de la alegría, pues, al aparecer ella, desaparecen los malhechores, que se amparan en las tinieblas para sus tropelías 11.

Himno a la munificencia divina manifestada en la fertilidad de los campos (10-14).

10 Tú visitas la tierra y la colmas, en mil maneras la enriqueces. Con grandes ríos y abundantes aguas 12 preparas sus trigos. Pues así lo dispones: 11 regando sus surcos, allanando sus terrones, temperándola con la lluvia y bendiciendo sus gérmenes. 12 Coronas la añada con toda suerte de bienes, y tus sendas destilan abundancia. 13 Chorrean los pastizales del desierto, y los collados se ciñen de alegría. 14 Vístense las praderías de rebaños de ovejas, y los valles se cubren de mieses, se lanzan gritos de júbilo y se canta.

En esta segunda parte del salmo se canta la munificencia divina, que da la fecundidad a la tierra, regándola con copiosas aguas. La visita de Dios a la tierra va acompañada de toda clase de bendiciones materiales: con sus lluvias abundantes13 ha preparado la tierra para que produzca ubérrima mies. Morosamente se describe el efecto bienhechor de la lluvia: los surcos regados, que son después cuidadosamente allanados por el arado, sembrando de bendición sus gérmenes, de los que brotará la abundante cosecha. El poeta piensa, sin duda, en la lluvia otoñal, que se requiere para una buena sementera, que, al fin, es coronada con una buena cosecha debida a la abundancia de lluvias. Hasta los pastizales del desierto se vuelven ubérrimos, destilando frescor y humedad; los collados se cubren de un verde alegre y prometedor (v. 13); y, en consecuencia, los rebaños pululan por sus laderas, mientras los valles se cubren de mieses. El año agrícola ha sido completo para los cereales y los pastos; por eso los labradores y ganaderos lanzan gritos de júbilo y las canciones alegres se oyen por doquier.

1 Así opina E. Podechard, o.c., I 280. — 2 Sobre el sentido de los diversos títulos véase com. a Sal 4:1; 3:1; 46:1. — 3 El TM: "el silencio es para ti una alabanza." Nuestra corrección se basa en el Targum y es comúnmente aceptada por los autores. — 4 Cf. Is 59:1s; Jl 2:12-17. — 5 Cf. Sal 36:8-10; 63:2; 84:5. — 6 Cf. Sal 15:2; 23:6s; 27:55; 36:9; 63:6. — 7 Islas: corrección según el Targum: el TM: "mar — La Biblia comentada 4 — 8 Cf. Am 4:13; 5:8; 9:5-6. — 9 Cf. ler 5:22. — 10 Cf. Sal 46:2s; Is 17:12-14. — 11 Cf. Job 37:8; Sal 104:22. — 12 Lit. el TM: "El arroyo cíe Elohirn lle equivale a río grande. — 13 No pocos autores traducen "arroyo de Elohim" por lluvias torrenciales (cf. Gen 1:7; Sal 7:11-12; Job 38:25-27).

 

Salmo 66 (Vg 65): Gracias por Una Liberación Milagrosa.

Este salmo se divide netamente en tres partes: a) himno de alabanza a Yahvé (1-7); b) acción de gracias colectiva (8-12); c) acción de gracias individual (13-20). En las dos primeras partes se destaca el aire colectivo de la composición: el poeta invita a todos los pueblos a alegrarse por los antiguos portentos realizados por Yahvé en favor de su pueblo — paso del mar Rojo y paso del Jordán, que habían quedado en la épica popular de Israel como símbolo del poder de Dios desplegado en favor del pueblo elegido — y por haberles recientemente otorgado la liberación de un poderoso enemigo. La nación se hallaba en una situación crítica, con amenaza de su existencia como pueblo.

En la tercera parte, en cambio, habla un individuo con sus problemas personales. Por ello, no pocos críticos suponen que esta sección es un segundo salmo que ha sido yuxtapuesto al primero, de índole colectiva! Los que mantienen la unidad primitiva de todo el salmo suponen que en esta última parte habla el jefe del pueblo, lo que explicaría bien los abundantes sacrificios de "bueyes y machos cabríos," conforme a las prescripciones mosaicas 2.

¿En qué circunstancia histórica fue redactado este salmo? En el título no se atribuye a David, y el contenido supone que el pueblo ha sido liberado de una gran catástrofe nacional. No pocos autores suponen, por ello, que fue redactado con ocasión de la liberación de Jerusalén de las tropas de Senaquerib en el 701 a.C.; y, en ese supuesto, el jefe que ofrece en nombre del pueblo sacrificios a Dios sería el propio rey Ezequías. En la oración de este rey pidiendo la liberación se expresa el deseo de que "todos los reinos de la tierra reconozcan que Yahvé es el único Señor" 3. El universalismo del salmo reflejaría así la predicación de Isaías en unos tiempos en que el reino de Judá tenía relaciones con todos los pueblos del Antiguo Oriente 4. Sin embargo, muchos autores prefieren retrasar la época de composición del salmo a los tiempos postexílicos, empalmando su contenido universalista con la panorámica de la segunda parte de Isaías 5.

Literalmente "se puede distinguir en el poema, primero, un preludio o invitatorio, separado del resto por un seláh (¿indicación de alternancia de coro?); después dos partes simétricas, subdivididas cada una en dos estrofas, separadas una de otra por un selah". Abundan los paralelismos sinónimos y sintéticos.

Preludio: Invitación a alabar a Dios (1-4).

1 Al maestro del coro. Cántico 7. 2 ¡Aclamad a Dios la tierra toda Salmodiad la gloria de su nombre, dadle la gloria de alabanza. 3 Decid a Dios: ¡Cuan admirables son tus obras! 8 Por la grandeza de tu poder te lisonjearán tus enemigos. 4 Póstrese toda la tierra ante ti y entone salmos a tu nombre. Seláh.

Como en otras composiciones salmódicas 9, el poeta invita a toda la tierra a asociarse en la alabanza del Dios poderoso, que obra prodigios sin cuento. Sus obras reflejan su inmenso poder, ante el que tienen que plegarse sus enemigos, es decir, los que se oponen al pueblo de Dios en sus designios providenciales históricos. La omnipotencia divina ha domeñado y sometido a los que se oponían a sus designios sobre su pueblo; si ellos quieren subsistir, tienen que humillarse y reconocer su superioridad, lisonjeándole para atraer su benevolencia. La expresión es antropomóríica y está tomada de la costumbre de adular los pueblos vencidos al vencedor. En realidad, toda la tierra ha sido testigo de los prodigios obrados por Yahvé, y, por tanto, también ella — por sus habitantes — debe sumarse a la glorificación de su nombre, es decir, de la manifestación de su gloria entre todas las gentes, ya que su nombre es el símbolo del poder supremo de la divinidad. Yahvé está vinculado por un pacto al pueblo de Israel, y el nombre de Yahvé — con sus manifestaciones portentosas — constituye el timbre de gloria del pueblo elegido.

Los prodigios de Yahvé (5-7).

5 Venid y ved las maravillas de Dios, admirables gestas en favor de los hijos del hombrel0: 6 El transformó el mar en tierra seca, atravesaron el río a pie enjuto. Alegrémonos de ello. 7 El con su poder domina por la eternidad; sus ojos observan a las gentes, a los rebeldes, para que no se levanten contra El. Seláh.

Muchas son las gestas de Dios en favor de los hombres — aquí el pueblo elegido —, pero en la épica popular de la historia de Israel destacaban los portentos del paso del mar Rojo 11 y del Jordán 12. El poeta recuerda ambos portentos como prenda de aún mayores o similares actos de protección hacia su pueblo, como es en el caso presente, que declarará a continuación i3. En realidad, Yahvé es siempre el misino, pues domina por la eternidad, y, en consecuencia, siempre está dispuesto ¿i desplegar su poder contra las gentes que, atacando al pueblo elegido, se oponen a sus designios históricos (v.7). Con su omnisciencia observa las reacciones de las gentes 14, conculcando a los rebeldes que se levantan contra El o su pueblo. Todos los acontecimientos de la historia están sometidos a la marcha impuesta por el Omnipotente, conforme a su inescrutable sabiduría.

La liberación del pueblo de Yahvé (8-12).

8 Bendecid, ¡oh pueblos! a nuestro Dios; haced oír la voz de sus alabanzas. 9 El ha conservado en vida nuestra alma, no ha dejado que vacilaran nuestros pies. 10 Pues tú, ¡oh Dios! nos has probado, nos has probado como se prueba la plata; 11 Nos hiciste caer en la red, pusiste grave peso sobre nuestros lomos. 12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas. Pasamos por el fuego y por el agua, pero nos sacaste a refrigerio.

Después de cantar las glorias pasadas de Yahvé en beneficio de Israel, el poeta invita de nuevo a todos los pueblos a asociarse a las alabanzas del Señor, que acaba de obrar otro inaudito portento al salvar al pueblo elegido de una situación crítica que no determina, pero que puede ser la liberación de Jerusalén del ejército de Senaquerib, o cualquier otro momento de confabulación de los enemigos de Judá contra el pueblo de Dios. Estando a punto de desaparecer como nación, el pueblo elegido ha conservado su existencia como colectividad gracias a la intervención milagrosa de Yahvé (v.6). La prueba ha sido dura, pues Dios los ha acrisolado como a plata 15 para purificarlos (v.10). Los profetas explican los desastres de Israel como un medio que utiliza Dios para castigar sus infidelidades y hacerle ver que sólo en El encuentra su felicidad. El salmista se sitúa, en la misma perspectiva teológica y atribuye a Dios el desastre nacional. Ha sido una pesada carga, pues los ha entregado a los enemigos, los cuales los han pisoteado y humillado hasta el extremo. El poeta utiliza el símil del ejército invasor que con sus caballos pasa por encima de los vencidos (v.12) l6. El pueblo elegido ha sido sometido a las pruebas extremas, teniendo que pasar por el fuego y el agua, expresión proverbial para significar las penalidades máximas 17. Las pruebas del exilio babilónico explicarían bien estas alusiones del salmista. La liberación en tiempo de Giro sería entonces el refrigerio ansiado de los deportados.

Sacrificios de acción de gracias (13-15).

13 Entraré en tu casa con holocaustos, te cumpliré mis votos, 14 los que pronunciaron mis labios y profirió mi boca en mi angustia, 15 Te ofreceré en holocausto víctimas pingües con perfume de carneros; te sacrificaré bueyes y machos cabrios, Selah.

El tono colectivo desaparece, para ser reemplazado por la oración individual. Si es que no es un nuevo fragmento de otro salmo, tenemos que suponer aquí que un jefe toma la palabra en una solemne asamblea para ofrecer sus sacrificios como representante de la comunidad, aunque las palabras lleven el sello personal. Después de la liberación es necesario cumplir los fotos proferidos en momentos de angustia (v.14). Las víctimas que ofrecen son las propias de un príncipe o jefe de la colectividad: carneros y machos cabríos 18, que se ofrecían en acción de gracias o sacrificios pacíficos.

Dios escucha la súplica de los que a El se dirigen (16-20).

16 Vosotros todos cuantos teméis a Dios, venid y escuchad, y os contaré cuanto ha hecho por mí. 17 Le invocaré con mi boca, le cantaré himnos con mi lengua. 18 Si hubiera tenido iniquidad en mi corazón, no me hubiera escuchado el Señor. 19 Pero me oyó Dios y atendió a la voz de mi plegaria. 20 ¡Bendito sea Dios, que no desechó mi oración ni me negó su piedad!

La experiencia de haber sido salvado por Yahvé le fuerza a declarar su gratitud hacia El, para que los conciudadanos se acojan a El en los momentos de angustia. Públicamente, en la asamblea solemne, quiere relatar el beneficio recibido para que sirva de esperanza y estímulo a los que se hallen en similar situación. El v.18 parece sugerir que el que habla se refiere a una situación personal y no a la colectividad de un pueblo, ya que no tiene conciencia de culpabilidad moral, lo que no es concebible aplicado al pueblo prevaricador israelita de todos los tiempos. Dios le escuchó porque vio la sinceridad de su corazón; en ello se manifestó una vez más su piedad para con sus fieles.

1 Así Ewald. — 2 Cf. Ex 29:18; Núm 7:173. — 3 Is 37:20. — 4 Suponen que es de esta época Delitzsch, Kirkpatrick, Lesétre y Calés. — 5 Así opina E. Podkcharu, o,c., — 6 j.Galés, o.c., I 926. — 7 Cf. Sal 4:1; 46:1; 3:1. — 8 Bib. de Jér.: "Decid a Dios: Tú eres temible." — 9 Cf. Sal 67; 96; 97; 98; ico. — 10 Bib. de Jér.: "temible por las gestas en favor de los hijos de los hombres," — 11 Cf. Ex 13:173. — 12 Cf. Jos3:1s. — 13 Cf. 15 11:15; Sal 74:12; 88:12. — 14 Cf. Sal 11:4; 33:13-14; 113:4-6; 9:6-7, — 15 Para la metáfora comp. Sal 12:7; 26:2; Is 48:10; Zac 13:9. — 16 Cf. Is 51:23. — 17 Cf. 1343:2. — 18 Cf. Núm 7:173.

 

Salmo 67 (Vg 66): Conozcan a Dios todos los Pueblos.

Este salmo — de tres estrofas con estribillo intercalado — parece un comentario poético a la bendición sacerdotal de Núm 6:24-27: "Que Yahvé te bendiga y te guarde; que haga resplandecer su faz sobre ti y te otorgue su gracia; que vuelva a ti su rostro y te dé la paz." Parece que fue compuesto como acción de gracias con motivo de la cosecha. Quizá se cantara en el templo con motivo de las tres grandes fiestas anuales — Pascua, Pentecostés y Tabernáculos —, en las que se daba gracias por las primicias de las cosechas y por la terminación de la recolección de los frutos 1.

El salmista sabe elevarse de las bendiciones temporales otorgadas a Israel a la bendición universal sobre todas las gentes, como fue predicho a Abraham 2: todos los pueblos deben alegrarse y felicitarse por el gobierno justo de Dios sobre todo el universo. Estas alabanzas que ahora dirige a Yahvé el pueblo escogido, deben repetirse por gentes de todas las naciones; la perspectiva es universal y mesiánica.

Por el contenido de ideas netamente universalistas, la mayor parte de los comentaristas modernos suponen que esta composición poético-litúrgica es de los tiempos posteriores al exilio.

Israel, misionero de la salvación entre los pueblos (1-4).

l Al maestro del coro. A las cuerdas. Salmo. Cántico 2 Apiádese Dios de nosotros y bendíganos, haga resplandecer su faz sobre nosotros. Selah. 3 Para que se conozcan en la tierra tus caminos y tu salvación entre todas las gentes. 4 Alábente, ¡oh Dios! los pueblos, celébrente los pueblos todos.

El salmista inicia su poema comentando la bendición sacerdotal de Núm 6:24-25, dando una proyección universalista. La benevolencia divina se manifiesta en el resplandor de la faz de Yahvé sobre los suyos4; se dice de Dios que "aparta su faz" cuando priva a alguno de su protección; y, al contrario, cuando dispensa a alguno su ayuda y protección se dice que su faz brilla sobre él. El salmista aquí considera al pueblo elegido como vehículo para dar a conocer los caminos o modos de proceder de Dios para con los pueblos. La protección dispensada a Israel será como una lámpara que atraerá la atención de todas las gentes hacia Dios. La glorificación del pueblo elegido será una prueba de que Dios protege a los que le son fieles, y en ese sentido es un reclamo para dar a conocer sus caminos 5.

El v.4 es un estribillo que señala la división de las estrofas, sin duda cantando con alternancia de coros; y en el se invita a los pueblos a alabar a Yahvé, La perspectiva del salmista es netamente universalista; como en las profecías mesiánicas de Isaías, se considera a Israel el centro de todos los pueblos: la protección de Dios y elevación religiosa y moral de su Ley será una invitación a las gentes para acercarse al pueblo que ha sido objeto de las predilecciones divinas 6.

El reconocimiento del gobierno equitativo de Dios. (5-6)

5 Alégrense las naciones y salten de gozo, porque tú gobiernas a los pueblos con equidad y riges a las naciones de la tierra. Selah. 6 Alábenle, ioh Dios! los pueblos, celébrente los pueblos todos.

Todas las gentes deben sentirse felices y exultantes, porque es el propio Dios quien lleva las riendas del gobierno en el mundo, y, en consecuencia, sus decisiones tienen que llevar el sello de la equidad y de la justicia. Ello debe dar seguridad a sus fieles que se conforman a las exigencias de su Ley. Esto que se manifiesta en la historia de Israel, debe ser reconocido por todas las naciones, vinculadas al pueblo elegido en virtud de la bendición de Dios a Abraham sobre todas las gentes7. Por eso se invita a todos los pueblos a unirse en alabanza del Dios omnipotente y justo, que gobierna el mundo conforme a sus designios salvadores.

Acción de gracias por la cosecha (7-8).

7 Dio la tierra sus frutos. Que EIohim, nuestro Dios, nos bendiga. 8 Bendíganos Dios, y témanle todos los confines de la tierra.

La benevolencia divina se ha manifestado concretamente en la abundancia de los frutos de la tierra 8. El salmista, agradecido por los beneficios recibidos, vuelve a implorar la bendición divina para su pueblo. Todos los habitantes de la tierra, desde sus más remotos confines, deben reconocer reverencialmente este poder superior de Dios, que gobierna el mundo con equidad (v.8).

1 Cf.Exa3:15s. — 2 Cf Gen 12:3. — 3 Sobre los títulos véase com. a Sal 4:1; 54:1; 46:1. — 4 Cf. Sal 31:17; 44:4; 80:4; 8; 20; 119:135; Prov 16:15. — 5 Cf. Is 55:6-91; 65:13-15, — 6 Cf. Is 2:2-4. — 7 Cf. Gen 12:2. — 8 Cf. Lev 26:4; Ez 34:27; Sal 85:13.

 

Salmo 68 (Vg 67): Canto Triunfal: Las Gestas de Yahve.

Este salmo tiene un marcado sello de himno de alabanza y de acción de gracias de índole colectiva y nacional, y parece haber sido compuesto con motivo de la liberación de una situación crítica del pueblo, oprimido por una potencia extranjera. El pensamiento fluctúa entre lo épico y lo lírico, y, así, tan pronto se presenta a Yahvé como Guerrero libertador, como Señor de la naturaleza que protege a su pueblo a través de la historia. El Dios de Israel habita en el santuario y desde allí dispensa su protección a los desvalidos. Los pensamientos se suceden de modo heterogéneo, sin que falten las perspectivas mesiánicas al anunciar la venida de las naciones extranjeras ante Yahvé. Parece que restarnos en presencia de un himno con ocasión de la liberación de deportados o prisioneros; se celebra a grandes rasgos la historia del pasado de Yahvé en relación con la vida de Israel, y se apela a su historia futura, su triunfo sobre las naciones hostiles y aun su glorificación por los reinos de la tierra en general 1.

Desde el punto de vista de interpretación, este salmo es quizá el más oscuro y heterogéneo del Salterio: desconexión del pensamiento de no pocos versículos, alusiones d. hechos desconocidos, expresiones oscuras sumamente originales y peregrinas. Por eso no es fácil captar el sentido literal inmediato de no pocas secciones, y las hipótesis interpretativas se multiplican con cada autor. Λ Dios se le designa con los nombres de EIohim, El, Yahvé, Yah, Adoiiai, Shadday, lo que acentúa la complejidad del origen literario de esta composición salmódica. Algún autor lo ha definido como "un salmo al estilo de Débora, moviéndose sobre la más alta cima del sentimiento y de la presentación lírica. La dicción es atrevida y tan idiomática, que no se encuentran menos de trece palabras no usadas fuera de aquí." 2

No obstante, podemos seguir el sentido general. Parece ser un canto procesional — en estilo de oda triunfal — -en torno al santuario de Jerusalén. Por eso se ensalza a Yahvé, que ha preferido el monte de Sión para habitar en él a otras montañas más elevadas, como las de Basan. Desde el punto de vista rítmico literario, podernos distinguir dos partes — una relativa al pasado y otra referente al presente y al futuro —, incluyendo cuatro estrofas.

Aunque en el título se asigne este salmo a David, sin embargo, son pocos los autores que mantienen la paternidad davídica del mismo. Se supone la existencia del templo. Por ciertas afinidades conceptuales con la segunda parte del libro de Isaías, no pocos críticos modernos infieren que esta composición es postexílica, de los tiempos de la opresión seléucida, y así creen que fue compuesta con motivo de la repatriación de los judíos de Egipto en tiempos de Ptolomeo Filadelfo (285-274 a.C.), y3 aun otros rebajan la época de composición a los tiempos macabaicos: se aludiría a la liberación de los judíos llevados en cautividad a Galaad en tiempo de Judas Macabeo (año 164 a.C.)4. Una tercera posición es la de los que suponen que el salmo es de origen davídico, pero que fue aumentando progresivamente por exigencias del culto litúrgico, con nuevas adiciones poéticas más o menos en consonancia con el esquema primitivo general del salmo5.

Preludio: La manifestación victoriosa de Yahvé (1-3).

1 Al maestro del coro. Salmo de David. Cántico 6. 2 ¡Alzase Dios! Se dispersan sus enemigos y huyen a su vista los que le odian. 3 Se desvanecen como se desvanece el humo; como al fuego se funde la cera, perecen los impíos ante la presencia de Dios.

Al iniciarse la solemne procesión, el poeta declara el poder absoluto dé Dios sobre sus enemigos, que son los del pueblo de Israel. En realidad, este pensamiento está calcado sobre las palabras que repetía Moisés al ponerse en marcha el arca de la alianza por el desierto: "Levántate, Yahvé; dispérsense tus enemigos y huyan ante ti los que te aborrecen."7 Las palabras del salmista pueden entenderse en sentido optativo, como traducen no pocos comentaristas 8. La historia de Israel es la historia de los triunfos de Yahvé sobre sus enemigos. Estos no han podido resistir ante el empuje del Omnipotente. Con metáforas muy realistas expresa el poeta la débil resistencia que oponen a Yahvé: se desvanecen como humo y se derriten como cera al fuego 9.

La protección de Dios sobre los desvalidos (4-7).

4 ¡Alégrense, por el contrario, los justos y exulten, salten de de júbilo en presencia de Dios! 5 Cantad a Dios, ensalzad su nombre, allanad el camino al que viene cabalgando por el desierto: Yahvé es su nombre; exultad ante El. 6 El padre de los huérfanos, el defensor de las viudas, es Dios en su santo tabernáculo. 7 Dios, que da casa a los desamparados, que pone al libertad a los cautivos. Sólo los rebeldes se quedarán al seco.

El poder omnímodo de Yahvé debe ser causa de confianza y alegría para los justos que le son fieles. Nada deben temer, y, al contrario, todo lo pueden esperar del que les dispensa su protección con amplia generosidad. Son los amigos de Dios, y, en consecuencia, deben alegrarse por los triunfos de la justicia divina, manifestada en el castigo sobre los que viven fuera de la Ley. Yahvé se ha manifestado a través de la historia acompañando a su pueblo por las estepas del Sinaí; por eso, el poeta invita a los temerosos de Dios a preparar el camino del que avanza majestuoso en cortejo triunfal, cabalgando por el desierto (ν.5). En Is 40,3 se invita a abrir una gran avenida por el desierto para que pase el cortejo solemne de Yahvι con sus exilados de Babilonia, que vuelven alegres a su patria 10, Aquí el salmista habla en sentido metafórico e invita a los fieles a Yahvé a vivir conforme a su Ley, preparando así el nuevo advenimiento espiritual del Omnipotente al santuario de Jerusalen. Y con todo énfasis declara el nombre de su Dios: Yahvé, el tetragrammaton misterioso que había sido revelado a Moisés en las estepas del Sinaí, y que resumía la protección que en los días del éxodo había dispensado a su pueblo; las gestas de Yahvé en el pasado son una garantía y una prenda de su nueva intervención en favor de los que le son fieles en medio de una sociedad hostil y materializada n.

Pero Yahvé no sólo es el Dios de las grandes gestas en favor de su pueblo, sino el Padre amoroso que se preocupa de los desvalidos: los huérfanos y las viudas (v.6) 12. Prueba de su solicitud por los humildes y desamparados es su presencia habitual en su santo tabernáculo de Jerusalén, desde donde atiende a las súplicas de sus fieles necesitados 13. Yahvé es la única protección para los desamparados, a los que otorga casa, a la par que da la libertad a los cautivos. Su solicitud abarca a todos los menesterosos; sólo los que le son rebeldes quedan a la intemperie, desamparados de toda protección (v.7). Esta providencia especial que Yahvé tiene de los individuos necesitados la tiene también de Israel como colectividad; en los grandes momentos críticos, la omnipotencia divina ha estado al servicio de los intereses del pueblo elegido, liberándolos de Egipto, estableciéndolos en Canaán y, finalmente, libertándoles de la cautividad babilónica.

Las gestas de Yahvé en la estepa del Sinaí (8-11).

8 ¡Oh Dios! Cuando tú salías a la cabeza de tu pueblo, cuando avanzabas por el desierto, Selah, 9 tembló la tierra, y los cielos se derritieron; tembló el Sinaí ante Dios, el Dios de Israel. 10 Tú hacías llover, ¡oh Dios! una lluvia generosa sobre tu heredad, y cuando ésta desfallecía, tú la sostenías. 11 Tu familia habitó en ella; tú preparaste, ¡oh Dios! tus bienes a los menesterosos.

El poeta pasa revista a la historia accidentada de Israel y alude a las teofanías del Sinaí y a la entrada en Canaán con palabras tomadas del canto de Débora: "Cuando tú, ¡oh Yahvé! salías de Seir, cuando subías desde los campos de Edom, tembló ante ti la tierra; destilaron los cielos, y las nubes se deshicieron en agua; derritiéronse los montes a la presencia de Yahvé, a la presencia del Dios de Israel." 14 La presencia sensible de Yahvé en medio de su pueblo durante las etapas duras del Sinaí fue la razón de su triunfo; y sus teofanías, acompañadas de conmociones atmosféricas, testificaban al pueblo su superior grandeza sobre los supuestos dioses de los otros pueblos 15. Y no sólo le conducía por tierras inhóspitas, sino que le proporcionaba el maná — y las codornices la lluvia generosa — que habían de alimentar a su heredad 16. Y su providencia se extendió hasta asentar a Israel — su familia — en Canaán, donde los israelitas menesterosos encontraron los bienes prometidos por su Dios (v.11).

La conquista gloriosa de Canaán (12-15).

12 Da su voz cíe mando el Señor: vienen en tropel los Cortadores cíe buenas nuevas: 13 "Huyen los reyes de los ejércitos, huyen; aun la mujer casera participa en el botín." 14 Y mientras vosotros reposáis entre los oviles, las alas de la paloma se han cubierto de plata, y sus plumas, de oro brillante. 15 Al dispersar el Omnipotente por ella a los reyes, cayó la nieve sobre el Selmón.

El salmista alude ahora a determinados hechos gloriosos de armas que nos son desconocidos. Sus expresiones parece que están calcadas sobre las victorias antiguas de Débora y Barac en tiempo de los jueces 17. Al dar Yahvé la voz de mando, al punto vienen los mensajeros con las buenas nuevas de la victoria: los reyes huyen desordenadamente, y el botín es tan abundante que hasta la mujer casera toma parte en la recogida del botín 18. El poeta se encara ahora con los israelitas cobardes que no han querido tomar parte en la batalla — como en otro tiempo las tribus de Rubén, Gad, Dan y Aser no quisieron luchar con Débora y Barac 19 —, y les dice irónicamente: mientras reposáis en los oviles (como bestias indolentes y sin ilusiones de gloria), los mejores representantes de Israel — la paloma, designación cariñosa que aparece en Sal 75:19 — se han vuelto cargados de botín: sus alas se han cubierto de plata, y sus plumas, de oro brillante (v.14) 20. La valentía de los aguerridos israelitas fue premiada con la intervención del Omnipotente, que dispersó a los reyes, haciendo caer copiosa nieve sobre el Selmón, nombre que se da a un monte cerca de Siquem 21, aunque quizá sea una cima de la cordillera del Haurán 22. Tal vez el poeta aluda a la victoria sobre Og, rey de Basan, en la TransJordania septentrional 23.

La colina de Sión, elegida por Yahvé (16-19).

16 Monte de Dios es el monte de Basan; montaña rica en cumbres la montaña de Basan. 17 ¿Por qué miráis con envidia, montes encumbrados, al monte que eligió Dios para morada suya, en el que por siempre habitará Yahvé? 18 Los carros de Dios son millares de millares; viene entre ellos Yahvé del Sinaí a su santuario. 19 Subiste a lo alto, apresando cautivos, recibiendo hombres como presentes, aun a los rebeldes contra la morada de Yahvé Dios.

A pesar de que en Basan estaban las cumbres más elevadas, Yahvé no las escogió como morada permanente suya, sino que fijó los ojos en la modesta colina de Sión. El monte Hermón, cubierto de nieves, es la cima más alta de los montes de Basan, y domina todo el panorama de Palestina y TransJordania. Su majestad parece en consonancia con las exigencias de la majestad divina, y, sin embargo, Yahvé no puso los ojos en él para establecer su tabernáculo 24. Por su elevación excepcional se le llama monte de Dios 25. El salmista, con gran belleza poética, presenta a las cimas de Basan envidiosas de la situación privilegiada de la modesta colina de Sión, donde mora Dios (v.17). Pero la elección de Yahvé es irrevocable: allí habitará por siempre.

Yahvé ha entrado triunfalmente como un guerrero en el monte de Sión, escoltado de un ejército de millares. Su marcha desde el Sinaí no ha podido ser más triunfal; los vencidos son sin número, pues sometió a los recalcitrantes y rebeldes — cananeos y jebuseos — que se oponían al establecimiento de Yahvé en la colina de Sión (v. 19)

Yahvé, vengador de los enemigos de Israel (20-24).

20 Bendito sea todos los días el Señor; El lleva nuestra carga, es el Dios de nuestra salvación. Selah. 21 Dios es Dios nuestro para salvar, y a Yahvé, nuestro Señor, pertenecen las salidas de la muerte, 22 pues Dios rompe la cabeza a sus enemigos y el cráneo cabelludo al que persiste en su maldad. 23 Dijo el Señor: "Haré volver de Basan, yo haré volver de las profundidades del mar, 24 para que puedas lavar tus pies en la sangre, y que la lengua de tus perros tenga parte en los enemigos."

Poro la protección de Dios sobre su pueblo no pertenece sólo al pasado, sino que se muestra con viveza en la actualidad, pues en todo momento es el Dios de salvación de los que le son fieles. En realidad, sólo El tiene poder sobre la muerte, y por eso, en los momentos de máximo peligro, sabe encontrar las salidas de la muerte, la liberación 26.

Nadie se puede oponer a Yahvé, que, como un guerrero indómito, es capaz de abatir a los enemigos más fuertes (v.22) 27. Aunque éstos se refugiaran en lo más tupido de los montes de Basan o en las profundidades del mar, Yahvé los haría reaparecer para que su pueblo pudiera lavar sus pies en la sangre 28. La expresión es feroz, conforme a la mentalidad vengativa del A.T., cuando aún no habían aparecido las claridades de amor del mensaje de Cristo. El estadio de revelación del A.T. es sumamente imperfecto, y por eso algunas expresiones radicales de los hagiógrafos chocan con nuestra sensibilidad cristiana superior; pero debemos medirlas a la luz del genio extremista oriental, propenso a la hipérbole y a la frase descarnada, y teniendo en. cuenta el estadio imperfecto de la revelación. Para los hagiógrafos, los enemigos de Israel son los enemigos de Dios, y por eso, llevados del celo de la justicia divina, ansian no pocas veces que ésta descargue despiadadamente sobre los que se oponen a los designios de Yahvé sobre su pueblo 29.

La descripción de la solemne procesión (25-28).

25 Aparece tu cortejo, ¡oh Dios! el cortejo de mi Dios, cíe mi Rey, en el santuario. 26 Preceden los cantores, detrás los músicos, en medio las vírgenes con címbalos. 27 Bendecid a Dios en las asambleas, al Señor de la fuente de Israel30. 28 Allí está Benjamín, el más joven, a la cabeza; allí los príncipes de Judá en muchedumbre, allí los príncipes de Zabulón y los de Neftalí.

El salmista ahora se entusiasma ante la marcha solemne de la procesión en honor del Dios que les ha dado la victoria en tantas ocasiones: cantores, músicos y coro de vírgenes contribuyen al esplendor de la manifestación religiosa. Todas las principales tribus tienen su representación: desde la más pequeña — Benjamín — hasta la más numerosa y cargada de gloria — Judá —, sin que falten las más septentrionales, como la de Zabulón y la de Neftalí. Las dos primeras representan las meridionales, mientras que las otras dos las septentrionales; quizá sean mencionadas por su heroico comportamiento, relatado en el cántico de Débora, del que depende en gran parte este salmo 31.

Súplica por el advenimiento de los tiempos mesiánicos ( 29-32 ).

29 Manda, oh Dios! conforme a tu poder; confirma, ¡oh Dios! lo que has hecho por nosotros. 30 Por tu templo en Jerusalén, te ofrecerán dones los reyes. 31 Espanta a las fieras del cañaveral, la manada de los toros con los novillos de los pueblos; prostérnense con barras de plata; dispersa a los pueblos que se deleitan en la guerra. 32 Vendrán príncipes de Egipto, y Etiopía se apresurará a presentar sus manos a Dios.

El glorioso pasado debe ser confirmado en el presente y en el futuro, ya que el poder de Dios siempre es el mismo. En la mente de todos los fieles israelitas está la esperanza de los tiempos mesiánicos; por eso le pide que acelere el cumplimiento de las antiguas promesas. Su presencia en el templo es una garantía de que no abandonará a su pueblo. El salmista pide en nombre del pueblo que Yahvé haga frente a los enemigos de Israel, espantando a la fiera del cañaveral — el hipopótamo, símbolo de Egipto, opresor del pueblo elegido 32 — y a los toros o príncipes que se oponen con sus auxiliares — novillos — al cumplimiento de las antiguas promesas sobre Israel (ν.3ΐ) 33. Según éstas, todos los príncipes extranjeros deben ser vasallos del pueblo elegido, y, por eso, el poeta desea que se presenten, en señal de acatamiento, con ofertas cuantiosas de barras de plata, y que desaparezcan todos los que mueven la guerra, comprometiendo la existencia del pueblo de Israel. Llevado de! entusiasmo de los vaticinios mesiánicos, el salmista anuncia la llegada de los príncipes de Egipto y de Etiopía, que se presentan como vasallos al Dios de Jerusalén 34.

Invitación a todos los pueblos a rendir homenaje a Dios (33-36).

33 Reinos de la tierra, cantad a Dios, entonad salmos al Señor. Selah. 34 Al que cabalga sobre los cielos eternos, al que hace oír su voz, su voz potente. 35 Dad a Dios el poder; su majestad está sobre Israel, y su poder sobre las nubes. 36 Eres terrible, ¡oh Dios! en tu santuario. Es el Dios de Israel, el que da a su pueblo poder y fuerza. ¡Bendito sea Dios.

El salmo procesional se termina con una invitación a todos los reinos a asociarse al reconocimiento del único Dios, que habita en Jerusalén, en medio de su pueblo, pero que a la vez es el mismo que cabalga sobre los cielos eternos y en las tormentas hace oír su potente voz 35. Con todo, su providencia se extiende a toda la historia de Israel, mostrando su majestad y poder sobre los enemigos. Es terrible en sus manifestaciones punitivas, pero, al mismo tiempo, es el sostén y poder de su pueblo en los momentos difíciles y críticos de la historia.

1 E. Podechard, O.C., I p.295. — 2 Es la opinión de Delitzsch. — 3 Cf. fl. Josefo, Arit. lud. XII 1.6-9; Contra Apió I 210; 11 45- — 4 Cf. 1 Mac 5:1s. — 5 Es la opinión de Calés, siguiendo a Kirkpatrick. — 6 Sobre los títulos véase com. a 4:1; 3:1; 46:1. — 7 Núm. 10,35. — 8 Así traducen la Bib. de Jér. y Podechard. — 9 Cf. Sal 37:20; 102:4; Müj 1:4; Sal 97:5. — 10 Cf. Is 57:14; 62:10. — 11 Cf, Kx 15:3. — l2 Cf. Ex 22:22s; Mal 3:5; Is 1:17.23, — 13 Cf. Jer 25:30; Zac 2:13; 2 Par 30,27-• — 14 Cf. Jue 5:4-5. — 15 Cf. Ex 19:16s; Sal 18:6s; Hab 3:33. — 16 Cf. Ex 15:17; Jer 2:7. — 17 Cf. Jue 5:1s. — 18 Cf. Jue 5:30; 2 Sam 1:24. — 19 Cf. Jue 5:16-18. — 20 Hemos traducido así según el TM; es sustancialmente la versión de la Bib. de Jér. y de Podechard. — 21 Cf. Jue 9:14. — 22 Ptolomeo cita un monte llamado Asalmonos en el Haurán. — 23 Cf. Núm 21:33-35; Dt 3.1-n; Sal 135:10-11; 136:20. — 24 Cf. Sal 78:68; 87:1:2-5; 125:1; 132:13. — 25 Cf. Sal 36:7; 80:11; 1 Par 12:22. — 26 Cf. 1 Cor 10:13. — 27 La expresión cráneo cabellado es sinónimo de cabeza; es la expresión paralela a la de "cabezas negras" de los textos cuneiformes para designar a los hombres. — 28 Cf. Sal 58:11; 1 Re 21:19; 22:38. — 29 El poeta pone en boca de Dios el pensamiento que quiere expresar, pero esto es un artificio literario para dar más viveza al lenguaje. — 30 Algunos autores, leyendo mimmqora e (i) en vez de mimmmqore(l), traducen: "elegidos." — 31 Cf. Jue 5:14-18. — 32 Cf. Job 40:15-24 — 33 Cf. Jer 46:20-21; Ez 39:18. — 34 Cf. Is 11:11; Jer 44:1.15; Ez 29:14; 30:14; Is 18:7; 19:21-22; 45:14; 60:3-7; Sof 3:9-10; Zac 14:16-19. — 35 Cf. Dt 33:26; Sal 46:5; 39:28.

 

Salmo 69 (Vg 68): Suplica del Justo Perseguido.

Podemos distinguir tres partes en esta composición, caracterizada por el tono de lamentación individual: a) súplica de liberación en una situación de peligro creada por la hostilidad de gentes impías que conspiran contra su piedad (2-13); b) confianza en la misericordia divina e imprecaciones contra los enemigos (14-29); c) promesa de acción de gracias por la liberación y restablecimiento de Jerusalén.

El salmista perseguido confiesa su culpabilidad y hace penitencia, esperando ser oído de Dios y rehabilitado en sus plenos derechos; tiene celo extremo por todo lo concerniente a la casa de Dios y se consume por la indiferencia de los pecadores respecto de los derechos divinos.

La distribución métrica del salmo no es regular, al menos en las dos primeras partes. "El poema es notable más bien por la profundidad y fuerza de la emoción que por la perfección exterior de la forma. Recuerda bastante el estilo de Jeremías." 1

Según el título, también esta composición es de origen davídico. Como San Pablo lo cita como de David2. Como existen afinidades estilísticas entre este salmo y los oráculos de Jeremías, no pocos autores creen que el gran profeta de Anatot es el autor del mismo 3. Como se alude a la reconstrucción del templo (v.10), la generalidad de críticos modernos se inclinan por un origen postexílico del salmo4.

Los evangelistas citan este salmo con ocasión de la expulsión de los vendedores del templo y al expirar Jesús en la cruz 5. Con todo, no podemos decir que sea mesiánico en sentido directo, ya que no se comprenden las imprecaciones en labios de Cristo; pero, como justo doliente e injustamente perseguido, el salmista es tipo del Mesías doliente y celoso de la casa de Dios.

Situación angustiosa del justo perseguido (1-6).

1 Al maestro del coro. Sobre los "lirios." De David 6. 2 Sálvame, ¡oh Dios! porque las aguas han entrado hasta el alma. 3 Húndeme en profundo cieno, donde no puedo hacer pie; me sumerjo en aguas profundas, y me arrastra la corriente. 4 Cansado estoy de clamar, se abrasa mi garganta y desfallecen mis ojos en espera de mi Dios. 5 Son más que los cabellos de mi cabeza los que sin causa me aborrecen; más fuertes que mis huesos los que injustamente me combaten, y tengo que pagar lo que nunca robé. 6 Tú, ¡oh Dios! conoces mi estulticia y no se te ocultan mis pecados.

Es corriente en la literatura salmódica presentar la muerte como una inundación de aguas que se lleva a los vivientes 7, porque se concebía la región de los muertos — el seol — debajo de la tierra 8 y aun debajo del fondo de los mares 9; en este supuesto, las olas son los proveedores naturales de la región de las sombras 10. El salmista se considera, pues, a las puertas de la muerte, porque las aguas han entrado hasta el alma, hasta lo más profundo de su ser n. Se siente como ahogado por la inundación de calamidades que sobre él han caído. Con otra metáfora expresa su inseguridad: se halla como el que en terreno cenagoso no puede hacer pie y es arrastrado por la corriente (v.3).

Es tan angustiosa su situación, que no le queda sino clamar al Omnipotente, que es el único que le puede salvar 12; sus ojos están cansados de mirar en espera de su Dios. Su garganta está abrasada de tanto gritar 13. El paciente se siente rodeado de enemigos numerosos que le exigen cuenta de lo que no ha cometido: tiene que pagar lo que no ha robado; la expresión es proverbial, para indicar las exigencias extremas de los que injustamente le imputan faltas no cometidas 14. Sólo Dios conoce sus deficiencias — estulticia — y sus pecados, el grado de su culpabilidad. Reconoce humildemente sus transgresiones 15, pero no son sus enemigos los llamados a pedirle cuentas, sino solamente Dios.

El paciente, escarnecido por los impíos (7-13).

7 No sean confundidos por mi causa los que en ti esperan, ¡oh Señor Yahvé de los ejércitos! No sean por mí contundidos los que a ti te buscan, ¡oh Dios de Israel! 8 Pues por ti sufro afrentas y cubre mi rostro la vergüenza, 9 He venido a ser extraño para mis hermanos, y extranjero para los hijos de mi madre. 10 Porque me consume el celo de tu casa; los denuestos de los que te vituperan caen sobre mí. 11 Cuando lloro y ayuno, toman pretexto para insultarme. 12 Por vestido me cubro de saco, y he venido a ser fábula para ellos. 13 Cuchichean contra mí los que se sientan en las puertas; soy la cantilena de los bebedores de licores.

El salmista perseguido sabe que su causa está íntimamente ligada a la de los justos en general; éstos serán confundidos y avergonzados ante la sociedad si Dios desampara al paciente en esta hora crítica. En sus cálculos de piedad pesa mucho la seguridad de que Dios los protege en los momentos graves de la vida, porque Dios premia en definitiva a la virtud, mientras castiga indefectiblemente el mal. Ahora bien, si en el caso actual el justo paciente sucumbe, la tesis de los piadosos y fieles a Dios queda desmentida, y con ello quedan defraudados en sus esperanzas 16. Será un triunfo de los escépticos y una decepción de los justos. Se pone en juego, pues, el honor de Yahvé en esta prueba del paciente injustamente perseguido 17.

En realidad, la causa del salmista perseguido es la de Dios, pues por El sufre las afrentas, ya que le hostilizan para ridiculizar su piedad y su fidelidad a su Ley (v.8). Sus más íntimos familiares han tomado parte contra él, considerándole como extraño18, y precisamente la hostilidad surge por su celo extremado por la casa de Dios, su santuario en Jerusalén. Esto parece sugerir que el salmista es un levita postergado por los de su misma clase, los cuales, más escépticos y positivistas, consideran excesivo el celo de su colega y familiar, quizá porque les echaba en cara los abusos mercantilistas que tenían lugar con motivo de los sacrificios. El evangelista aplica el texto a Jesús cuando expulsó a los mercaderes i9. El v.10 es citado por San Pablo para destacar los ultrajes inmerecidos sufridos por Cristo 20. El paciente del salmo es el tipo del Mesías, celoso de las cosas de Dios.

Los actos de piedad del justo son también acremente ironizados por los espíritus materialistas de la sociedad (v.11). Se ha convertido en objeto de burla, en proverbio o fábula de los que impúdicamente se entregan a las bebidas (ν.13)21. La espiritualidad del salmista no es apreciada por los que se dejan llevar de la sensualidad y de la vida fácil. En las puertas — lugar de reunión de ociosos —, los mofadores se permiten cuchichear y hacer burla de la piedad estéril del justo que espera en Dios. Sus apreciaciones son sangrantes y atenían contra la dignidad del piadoso yahvista, que tiene la esperanza puesta en Dios.

Súplica de auxilio (14-20).

14 Yo por eso oro a ti, ¡oh Yahvé! i en tiempo oportuno, joh Dios! Por tu inmensa piedad, escúchame, por la verdad de tu salvación. 15 Sácame del lodo para que no me sumerja, y sea librado de los que me aborrecen y de lo profundo de las aguas. 16 No me anegue el ímpetu de las aguas, no me trague la hondura, no cierre el pozo su boca sobre mí. 17 Óyeme, Yahvé, que es benigna tu piedad; mírame según la muchedumbre de tus misericordias. 18 No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy en angustia: apresúrate a oírme. 19 Acércate a mi alma y redímela; líbrame por causa de mis enemigos. 20 Tú conoces el oprobio, el vituperio, la afrenta que se me hace; todos mis opresores los tienes a tu vista.

Ante tanta animosidad de sus enemigos confabulados, al paciente justo no le queda sino acudir suplicante a Yahvé, que vela por sus intereses. Ahora es el momento oportuno de manifestar su poder conforme a sus promesas. Dios no puede faltar a la verdad de su salvación, es decir, a la realidad salvadora de su presencia en favor de los que le son fieles, porque es "abundante en longanimidad y verdad" 22. Consciente de la fidelidad divina a los suyos, pide el salmista le salve de la angustiosa situación actual, jugando con las mismas metáforas que hemos visto al principio del poema (v.16). La misericordia y la piedad son las características del proceder divino con los justos atribulados; por tanto, en el momento de peligro no puede esconder su rostro, abandonándolos, porque sería contradecir a sus promesas de protección 23. Con toda confianza, pues, le pide el justo atribulado que redima su alma, es decir, que salve su vida en peligro (v.19). Nadie como el propio Dios conoce la situación de oprobio en que se encuentra en medio de sus opresores.

Imprecaciones contra los enemigos (21-29).

21 El oprobio me destroza el corazón y desfallezco; esperé que alguien se compadeciese, y no hubo nadie; alguien que me consolase, y no lo hallé. 22 Diéronme a comer veneno, y en mi sed me dieron a beber vinagre. 23 Sea para ellos su mesa lazo, y tropiezo para sus amigos24. 24Oscurézcanse sus ojos y no vean, y que sus lomos vacilen siempre, 25 Derrama sobre ellos tu ira; alcáncelos el furor de tu cólera; 26 asoladas sean sus moradas, y no haya quien habite sus tiendas. 27 Porque persiguieron al que tú habías herido y acrecentaron el dolor del que tú llagaste. 2S Añade esta iniquidad a sus iniquidades, y no tengan parte en tu justicia. 29 Que sean borrados del libro de la vida y no sean inscritos con los justos.

La situación del paciente es desesperada, ya que no encuentra consuelo alguno entre sus familiares. Estos, en vez de curar su llaga espiritual, han aumentado su dolor, como al enfermo que, en vez de darle medicinas, le han propinado veneno, o como al sediento que, en vez de agua, le han ofrecido vinagre 25. Este v.22 es citado por los evangelistas a propósito de la bebida ofrecida por los soldados romanos a Jesús en la cruz 26. El salmista paciente es el tipo de Cristo doliente en el Calvario; no obstante, no se deduce de estas analogías de palabras y de situaciones un mesianismo directo en el salmo, ya que las imprecaciones que siguen son ininteligibles en boca de Jesús, que perdonó a sus enemigos.

Indignado por el trato que recibe, el salmista desea los mayores males para los que injustamente le tratan: que su mesa, lejos de proporcionarles alegría y placer, les sea ocasión de caer en manos de los enemigos (v.23). Las imprecaciones son rudas y explicables sólo en la mentalidad primaria de las gentes del A.T. Aún no había sido proclamada la doctrina del perdón de los enemigos, y por eso la moralidad de los espíritus del A.T. estaba muy lejos del ideal de fraternidad del Evangelio. Los enemigos del salmista tienen doble culpabilidad, porque, viéndole herido por Dios — postrado en el lecho del dolor —, lejos de compadecerse, han acumulado calamidades sobre él (v.27). Esta es una nueva iniquidad, que debe ser tenida en cuenta con las anteriores para que no tengan acceso a la justicia divina, es decir, a sus designios salvadores, puesto que justicia en el A.T. no pocas veces es sinónimo de "salvación" 27. Dios tiene escritos los destinos de cada uno y tiene inscritos en el libro de la vida a los que están destinados a sobrevivir, es decir, a los justos, objeto de su beneplácito 28. Todos los otros están destinados a la muerte: es el deseo del justo atribulado en momentos de desahogo psicológico y llevado de una noción de justicia muy a lo humano (v.29). El ideal evangélico tendrá muchos reparos que oponer a estos desahogos desconsolados, pero no exijamos la perfección evangélica a almas que vivían todavía bajo otro estadio de revelación más imperfecto.

Promesa de acción de gracias (30-37).

30 En verdad que estoy afligido y dolorido; sosténgame, ¡oh Dios! tu ayuda, 31 y cantaré cánticos al nombre de Dios y le ensalzaré con alabanzas. 32 Más gratas a Dios que un becerro, más que un toro de cuernos y uñas. 33 Lo verán los afligidos y se alegrarán, y que viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios. 34 Porque oye Yahvé a los indigentes y no desdeña a sus cautivos. 35 Alábenle los cielos y la tierra, los mares y cuanto en ellos se mueve, 36 pues salvará Dios a Sión y reedificará las ciudades de Judá, y habitarán allí y la poseerán. 37 Y la heredará la descendencia de tus siervos, y morarán en ella los que aman su nombre.

El salmista afligido se dirige de nuevo a Dios para que le sostenga, con la certeza de que conseguirá la salvación. Por ello, promete entonar cánticos de acción de gracias públicamente, para que todos sean testigos de la merced conseguida y puedan regocijarse con ellos los justos, pues una vez más se demostrará que Dios no abandona a los que le son fieles. Todas las súplicas de los salmos suelen terminarse por una acción de gracias 29. Los salmistas suelen componer estas piezas deprecatorias después que ha pasado el peligro, y por eso junta las súplicas ardientes con las acciones de gracias. Las alabanzas del alma agradecida son más gratas a Dios que los sacrificios de pingües toros con cuernos y uñas (v.32). El salmista, pobre, no podía ofrecer sacrificios tan costosos de reses ya bien cebadas y desarrolladas 30. Si, además, era levita, su imposibilidad era radical 31. Pero Dios mira al corazón, y quiere ante todo un corazón compungido y agradecido, y por eso no desdeña la voz de los indigentes (v.34), y mucho menos a sus cautivos, que sufren por él en manos de sus enemigos. Aquí parece que se alude a la cautividad babilónica o a otra de los tiempos de los seléucidas.

Como es ley en muchos salmos deprecatorios, el poeta proyecta su caso particular hacia los problemas generales de angustia de la nación; y así, después de invitar a entonar himnos al Señor de la creación, anuncia que Dios restablecerá las ciudades destruidas de Judá para que puedan habitar en ellas los que aman su nombre (v.37). Estas alusiones a la reedificación de las ciudades nos hace pensar en los tiempos calamitosos que siguieron a la cautividad o a los de los tiempos de las guerras de los Macabeos. Los que mantienen la autenticidad davídica suponen que estos versos son adiciones posteriores alusivas a la nueva situación postexílica.

1 J. Calés, o.c., I p.664. — 2 Cf, Rom 11:9-10; véase EB 344. — 3 Cf. Jer 11:18s; 12:1s; 15:103. — 4 Véase E. Podechard, o.c., I 304. — 5 Cf. Jn 15:25; 2:17; 19:285; Mt 27:34.48. — 6 Sobre el sentido de los diversos títulos véase com. a Sal 4:1; 45:1. — 7 Cf. Is 8:8; Sal 18:5-6.17; 40:3; 42:8; Lam 3:54. — 8 Cf. Núm 16:30; Sal 63:10; Job 26:5. — 9 Cf. Job 38:16-17. — 10 Cf. Jon 2.4:6-7; Sal 17:5.16; 144:7. — 11 Cf. Jer 4:10.18; Jon 2:5. — 12 Cf. Sal 18:7; 102:3; 131:1. — 13 Cf. Sal 22:1.14; 6:6; Jer 45:3; Sal 119:81.122; Lam 2:11; 4:17. — 14 Cf. Ex 21:37; 2Sam 12:6. — 15 El pecado es llamado estulticia en Sal 38:4; 68:20. — 16 Cf. Jer 15:15; Sal 44:14. — 17 Cf. Sal 35:24-26. — 18 Cf. Sal 38:10; Job 19:133; Jer 12:6. — 19 Cf. Jn 2:17. — 20 Rom 15:3. — 21 Cf. Sal 9:13; Jer 17:10s; Lam 3:14; Job 30,9; Ts 5:11.12.22; Am6:43. — 22 Cf. Ex 34:6. — 23 Cf. Sal 25:15; 119:131. — 24 El TMM para los que están en seguridad"; con un ligero cambio de letras tenemos nuestra traducción, El Targum lee: "y sus sacrificios pacíficos," lo que también da sentido en el contexto. — 25 Cf. Lam 3:15. propiamente una planta venenosa del tipo de la cicuta. Aquí ¡?e loma en sentido metafórico (cf. Jer 8:14; 9:15; 23:15) — 26 Cf. Mt 27:48; Lc 23:36; Jn 19:26. — 27 Cf. Sal 5:7; 71:1.14-18.24. — 28 Cf. Ex 32:32; Is 4:3; Dan 12:1. — 29 Cf. Sal 40,10; 51:17- — 30 Cf. Sam 1:24; Virgilio, Égloga III; Eneida IX; Juvenal, Sátira XII. — 31 Cf. Dt 12:13; 14:27; 16:11; 26:11; 1 Par 23:30-31.

 

Salmo 70 (Vg 69): Ardiente Petición de Socorro.

Este salmo es idéntico, con ligeras variantes, al 40:14-18. Se ha cambiado el nombre de Yahvé en Elohim, conforme al criterio de la colección "elohística" del Salterio. Para el sentido general del salmo véase la introducción al 40:14-18.

1 Al maestro del coro. De David. Para memoria. 2 Ven, ¡oh Dios! a librarme; apresúrate, ¡oh Yahvé! a socorrerme. 3 Sean confundidos y avergonzados los que buscan mi vida, puestos en huida y cubiertos de ignominia los que se alegran de mi mal. 4 Vuelvan avergonzados la espalda los que gritan: ¡Ea! ¡Ea! 5 Alégrense y regocíjense en ti cuantos te buscan, y sin cesar repitan: "Sea Dios engrandecido," los que aman tu salvación. 6 Yo soy un pobre menesteroso. Apresúrate, ¡oh Dios! a prestarme auxilio; tú eres mi ayuda y mi libertador; ¡oh Yahvé! no tardes.

El salmista se siente angustiado y pide a Dios le preste ayuda para confundir a los que se alegran de su mal y para que se alegren los justos que le buscan, pues con su liberación verán cumplidas las promesas de protección a los que son fieles a Dios. Es el tema general de los salmos deprecatorios.

 

Salmo 71 (Vg 70): Oración de un Justo Perseguido.

Este salmo no tiene encabezamiento alguno en el texto hebreo, aunque sí en el griego de los LXX 2. El tema es el conocido deprecatorio del justo que sufre persecución injusta de parte de los impíos. El paciente aparece ya como un hombre entrado en años que ha procurado ser fiel a Dios en todo y que espera no le abandone en los tristes días de la ancianidad. Como en las plegarias anteriores, también ésta va seguida de una promesa de acción de gracias. Hay bastantes reminiscencias de otros fragmentos salmodíeos 3.

El poema se" divide en dos partes iguales: a) plegaria ardiente del perseguido pidiendo a Dios no le abandone (1-13); b) promesa de acción de gracias y de alabanza (14-24). Ambas partes se terminan con el deseo de que sean confundidos los enemigos. El ritmo métrico no es uniforme, con abundantes paralelismos conceptuales de toda índole: sinónimos, sintéticos y antitéticos. El estilo es sencillo y sobrio.

El autor parece ser un cantor del templo, conocedor de la colección salmódica. Los críticos modernos se inclinan por una época tardía de composición.

Súplica de salvación (1-6).

1 A ti, Yahvé, me acojo; no sea jamás confundido. 2 en tu justicia líbrame y sálvame, inclina a mí tus oídos y sálvame. 3 Sé para mí roca de refugio donde pueda ampararme. Tú has resuelto mi salvación, porque eres mi baluarte y mi fortaleza. 4 Sálvame, Dios mío, de las manos del malvado, de las manos del perverso y del violento. 5 Porque tú, ¡oh Señor! eres mi esperanza, mi confianza desde mi juventud. 6 Sobre ti me apoyé desde el seno, desde las entrañas de mi madre tú fuiste mi apoyo; yo siempre te alabaré.

Los tres primeros versos están tomados de Sal 31:2-4: el fiel perseguido apela a la justicia divina para que acuda en su ayuda. Yahvé es el refugio inexpugnable del salmista, que tiene experiencia de la protección divina. La fidelidad de Dios a sus promesas será la garantía de su salud. La experiencia de otras situaciones le ha confirmado en la esperanza que ha puesto en El desde su juventud. La solicitud divina se extiende hasta los primeros días de su existencia. Esto es una garantía de que continuará dispensándole su ayuda hasta su ancianidad, que ya ve próxima.

Los enemigos se confabulan contra el justo (7-13).

7 He sido para muchos objeto de asombro, pero tú fuiste mi poderoso asilo. 8 Llénese mi boca de tus alabanzas, de tu gloria continuamente. 9 No me rechaces en el tiempo de la vejez; cuando se debiliten mis fuerzas, no me abandones, 10 Porque hablan contra mí mis enemigos, y los que me espían se conjuran entre sí, J1 diciendo: "Dios le ha dejado; perseguidle y cegedle, que no habrá quien le libre." 12 ¡Oh Dios! no te alejes de mí; acude presto, ¡Dios mío! en mi socorro. 13 Sean confundidos y exterminados mis enemigos; cúbranse de vergüenza y de ignominia los que buscan mi mal.

El salmista perseguido ha sido objeto de asombro por los sufrimientos a que ha sido sometido; parece como si fuera un castigado por la ira divina. Aparece ante la estimación popular como un maldito de Dios4. Con todo, el justo paciente sabe que no ha perdido la amistad divina y que en todo tiempo ha sido su asilo. Por ello quiere alabarle en todo momento. Pero ese apoyo que le ha proporcionado en tantas ocasiones, debe continuar precisamente en los días tristes de la vejez, en que se debilitan las fuerzas y el espíritu se entrega a la nostalgia y al pensamiento triste de la muerte 5. Sus enemigos conspiran contra él y le consideran como abandonado de Dios (v.11). En esta situación no le queda sino la intervención favorable de Dios para mostrar que no le ha abandonado (v.12). Será entonces la ocasión de que los enemigos sean confundidos y avergonzados en sus viles planes de hostilidad contra él.

Promesas de acción de gracias (14-19).

14 Yo siempre esperaré, y a tus alabanzas añadiré nuevas alabanzas. 15 Proclamará mi boca tu justicia, todos los días tu salvación, porque no conozco (su) número 6. 16 Entraré en las proezas del Señor; recordaré, ¡oh Yahvé! sólo tu justicia. 17 Tú, ¡oh Dios, me adoctrinaste desde mi juventud, y hasta ahora he pregonado tus prodigios. l8 No me abandones, pues, ¡oh Dios! en la vejez y en la canicie: f hasta que anuncie tu poderío 7 a esta generación y tus proezas a la venidera, 19 y tu justicia, ¡oh Dios! tan excelsa, porque tú haces grandes cosas. ¿Quién, ¡oh Dios! como tú?

El justo tiene constantemente su esperanza en Yahvé, y por eso está siempre dispuesto a alabarle sin cesar. Toda su historia está salpicada de beneficios divinos, y en la situación actual tiene la seguridad de que no le ha de abandonar. Como es de ley en los salmos deprecatorios, el poeta promete proclamar la nueva gracia salvadora, su justicia (manifestación en favor del inocente y castigo de los pecadores que le hostigan) 8, que para él tiene caracteres de verdadera salvación. Las intervenciones salvadoras de Dios en su favor son sin número, y por eso tiene que manifestar incesantemente su gratitud. Entre las proezas del Señor están, sobre todo, las manifestaciones de su justicia salvadora.

Desde su juventud tiene el salmista experiencia de las intervenciones divinas en su favor, y por eso siempre ha pregonado sus gestas admirables (v.17) 9. Pero ansia que esta conducta benevolente de Dios para con él continúe en los tiempos tristes de la vejez y de la canicie, para dar a conocer los prodigios de Yahvé a la generación presente y a la futura 10. Nadie puede medirse en fortaleza y justicia con el Dios de Israel.

La alegría de la liberación (20-24).

20 Tú me has hecho probar muchas angustias y calamidades, pero de nuevo me darás vida y de nuevo me harás subir de los abismos de la tierra. 21 Acrecienta mi magnificencia y vuelve a consolarme, 22 y yo alabaré, ¡Dios mío! al sonido del arpa, tu fidelidad; te salmodiaré a la cítara, ¡oh Santo de Israel! 23 Te cantarán mis labios entonando salmos, y mi alma,-por ti rescatada. 24 Mi lengua ensalzará tu justicia todo el día por haber confundido y avergonzado a los que buscan mi mal.

De nuevo el poeta refleja su situación de angustia presente sintiéndose cercano a la muerte — los abismos de la tierra: la región tenebrosa del Seol, que se encuentra debajo de las aguas del mar 11 —; pero tiene confianza en que Dios le hará remontar este peligro como tantos otros pasados. Se siente ya en las profundidades de la región de los muertos y desea subir a la luz de los vivientes (v.20). Con ello brillará su magnificencia al ser rehabilitado en la sociedad, pues sus enemigos le creían abandonado de su Dios. Entonces entonará himnos de reconocimiento y de alabanza al Santo de Israel, denominación frecuente en Isaías 12, que destaca, de un lado, la trascendencia de Yahvé, y de otro, su vinculación histórica por una alianza con Israel l3. El poeta se siente aquí solidario con la comunidad de justos del pueblo elegido: su suerte tiene repercusión en su vida, ya que, si es liberado, quedará probada la esperanza que ellos tienen en el Dios de la justicia.

1 Sobre el sentido de los títulos véase com. a Sal 4:1; 38:1. — 2 Dice así el título de los LXX: "De David; de los hijos de Jonadab y de los primeros cautivos." — 3 Cf. v.1-3 y 31.2-4; v.6 y 22:10-11; v.13 y 35:4.26; v.12 y 40:14. — 4 Cf. Dt 28:45-46; Is 53:3-4- — 5 Cf. Dt 29:28; Jer 7:15. — 6 Lit. el TM: "no he sabido leer las letras." — 7 Lit. "tu brazo." — 8 Cf. Sal 7:17; 35:0-28; 40:6; 59:17; 10; 3O. — 9 Cf, Sal 75:3; 96:3; 105:2.5; I45:5· — 10 Cf. Sal 22:31-32; 102.ΤΟ. — 11 Cf. Job 38:16-17; Sal 18:5-6, — 12 Vιase nuestro art. Eí Sanio de Israel en "Mélanges Bibliques A. Robert" (París 1958) p.165-173. — 13 Véase la expresión en Sal 78:40; 89:17; Jer 50:29; 51:5; Ez 39:7; Os 11:9; Hab 1:12.

 

Salmo 72 (Vg 71): Los Días Venturosos del Mesías.

La ocasión de composición de este bello poema parece ser la entronización de algún rey. El poeta desea al nuevo soberano los mejores augurios, y en sus expresiones se reflejan las esperanzas mesiánicas del pueblo israelita, que veía en los reyes de la dinastía los eslabones que llevaban al gran Rey de los tiempos ansiados del futuro ideal y glorioso. Por eso, en la perspectiva del salmista se mezcla la realidad presente y la del futuro mesiánico. Las frases son por ello hiperbólicas, y las situaciones se idealizan. En este sentido, el salmo es sólo indirectamente mesiánico, en cuanto que el poeta ve en el nuevo rey entronizado el eslabón que lleva hacia la culminación de la dinastía davídíca en la persona del Mesías.

Podemos distinguir cuatro partes en este salmo: a) deseo para el rey de una justicia perfecta y una paz indefectible (1-4); b) descripción del reino eterno y universal mesiánico (5-11); c) especial solicitud con los humildes y menesterosos (12-15); d) fertilidad edénica y gloria del rey (16-17). Finalmente, se añade la doxología a la colección de salmos davídicos (18-19).

Literariamente, el poema es una mezcla de plegaria y de manifestaciones oraculares sobre el futuro mesiánico, y así, los verbos oscilan entre el optativo y el futuro. El estilo es vivido, salpicado de matáforas frescas y expresivas; pero el ritmo es poco regular.

El título lo atribuye a Salomón. Como hay concomitancias con diversos textos bíblicos de diferentes épocas1, los autores más bien retrasan la composición del poema, aunque en general no hay dificultad en admitir un núcleo primitivo anterior al exilio, cuando la monarquía israelita sintetizaba las esperanzas de grandeza del pueblo elegido.

La justicia perfecta y la paz indefectible (1-4).

1 De Salomón. Otorga, ¡oh Dios! al rey tu juicio, y tu justicia al hijo del rey, 2 para que juzgue a tu pueblo con justicia, y a tus oprimidos con equidad. 3 Aporten los montes la paz para el pueblo, y los collados la justicia. 4 Haga justicia a los oprimidos del pueblo, salve a los hijos del menesteroso y quebrante a los opresores.

Al desfilar el cortejo de la entronización de un nuevo rey, el poeta — llevado de los íntimos sentimientos que embargan a las almas justas — desea en nombre del pueblo lo más ansiado del corazón humano: justicia y paz. El rey, como representante de Dios, es el encargado de dar a cada uno lo que le pertenece, juzgando con equidad y protegiendo contra los opresores a los menesterosos y desvalidos de la sociedad 2. El salmista, pues, pide a Dios que otorgue al joven soberano el sentido de la equidad. Consecuencia de la justicia es la paz: el orden que surge del equilibrio de derechos y deberes entre los ciudadanos; el poeta ansia que esta paz y esta justicia broten como floración espontánea y abundante en las laderas de las colinas de Judá. Los hagiógrafos — con gran sentido poético de la naturaleza- — suelen asociar las manifestaciones de ésta a la vida social de su pueblo. En los tiempos mesiánicos, todo se transformará en beneficio de los ciudadanos de la nueva teocracia 3. El salmista ansia que la paz y la justicia surjan espontáneamente como un producto natural del suelo4. Las expresiones son poéticas, pero incluyen un sentido profundo moral, ya que expresan las ansias de equidad y de tranquilidad del pueblo, que serán características de los tiempos mesiánicos5. En Is 11:3-9 se dice del Mesías: "No juzgará por vista de ojos ni argüirá por oídas de oídos, sino que juzgará en justicia al pobre y en equidad a los humildes de la tierra. Y herirá al tirano con los decretos de su boca, y con su aliento matará al impío. La justicia será el cinturón de sus lomos, y la fidelidad el ceñidor de su cintura." El salmista, pues, se hace eco de estas esperanzas de justicia, tan arraigadas en el corazón del hombre y en las ansias de rehabilitación del pueblo oprimido. Sus versos son así una invitación al nuevo rey a reflexionar sobre sus deberes primordiales como juez del pueblo y representante de Yahvé. En su actuar debe acercarse al ideal de los tiempos mesiánicos.

La idealización del reino mesiánico (5-11).

5 Que dure tanto como el sol y (permanezca) ante la luna de generación en generación. 6 Que descienda como la lluvia sobre el césped, como aguaceros que riegan la tierra. 7 Florezca en sus días la justicia y haya mucha paz mientras dure la luna, 8 Que domine de mar a mar, del río hasta los confines de la tierra6. 9 Ante El se inclinarán los habitantes del desierto7 y sus enemigos morderán el polvo. 10Los reyes de Tarsis y de las islas le ofrecerán sus dones, y los soberanos de Sheba y de Sabá le pagarán tributo. 11 Postraránse ante él todos los reyes y le servirán todos los pueblos.

El entusiasmo del poema le hace desear al nuevo soberano largos días de vida, tantos como el sol y la luna 8. Las expresiones son hiperbólicas y encajan dentro del estilo áulico poético de las conmemoraciones solemnes de la vida del rey. Pero la mente del salmista — que tiene una visión teológica de la historia de su pueblo y ve en el actual nuevo rey un paso hacia el Rey ideal de los tiempos mesiánicos — se proyecta hacia la etapa definitiva del pueblo elegido, y su imaginación oriental se dispara incontrolada para describir idealmente la futura época tanto tiempo anhelada por los yahvistas, que vivían de las promesas divinas: abundantes lluvias, paz edénica duradera, conforme a los vaticinios de los profetas 9; su dominio se extenderá de mar a mar (desde el mar Muerto al Mediterráneo) 10 y desde el río (el Eufrates) n hasta los confines de la tierra. La perspectiva se amplía, y la mente del salmista se proyecta sobre el universalismo de los tiempos del Mesías. Los pueblos paganos — bestias del desierto — le rendirán pleitesía, y los que se obstinen en hacerle oposición tendrán que morder el polvo 12. Los reyes de la lejana Tarsis — en la desembocadura del Guadalquivir: Tartessos de los griegos 13 — y los de las islas o ciudades costeras del Mediterráneo 14, juntamente con los soberanos árabes de Sheba y Soba 15, vendrán a entregar sus tributos. Es justamente lo que se anuncia en los vaticinios gloriosos de la segunda parte del libro de Isaías: el reconocimiento universal de la preeminencia mesiánica del pueblo judío, simbolizado en su Rey ideal, el Mesías.

Especial solicitud por los menesterosos (12-15).

12 Porque salvará al indigente que implora y al pobre que no tiene quien le ayude. 13 Tendrá piedad del débil y del menesteroso y salvará las almas de los pobres. 14 Rescatará sus almas de la opresión y de la violencia, y será preciosa su sangre a los ojos de él. 15 Que viva, pues, y désele oro de Sheba; que se ore por él continuamente y que se le bendiga todo el día.

Llevado del sentido de la equidad, el Rey ideal sabrá salir por los derechos de los desvalidos 16; no será altanero, a pesar de sentirse honrado por todos los reyes de la tierra, sino que, al contrario, estará al servicio de los más necesitados de la sociedad. Su brazo estará siempre dispuesto a salvar ¡as almas o las vidas de los necesitados (v.13), librándolos de los opresores y exactores. Los déspotas orientales favorecen a los ricos que les adulan y ofrecen presentes; en cambio, el Rey futuro de Israel se preocupará justamente de los que no pueden ofrecerle nada. No permitirá que se les oprima, y menos que se les quite la vida, porque será preciosa su sangre, ante sus ojos l7, y no permitirá que se derrame impunemente 18. Con esta su conducta magnánima y generosa, el Rey se granjeará la estimación de los humildes, los cuales oraran por él incesantemente y le bendecirán 19.

Fertilidad edénica y gloriosa del rey (16-17).

16 Habrá abundancia de trigo en el país; en las cimas de los montes ondularán las mieses como (árboles del) Líbano y florecerán en las ciudades como la hierba de la tierra" 17 Será su nombre bendito por siempre; durará mientras dure el sol, i y se bendecirán en él todas las familias de la tierra 20, y todas las naciones le aclamarán bienaventurado.

Los vaticinios profetices hablan de abundancia de cosechas en los tiempos mesiánicos21. El salmista recoge esta tradición y, con bella hipérbole, presenta los trigos altos como árboles del Líbano, dominando las colinas y valles, mientras la población se multiplicará en las ciudades como la hierba de la tierra.

Todos se sentirán felices en la nueva situación y bendecirán al que atrae la excepcional protección de Dios sobre el pueblo; y en él se bendecirán todas las familias de la tierra, según la antigua promesa hecha a Abraham 22. Nadie se sentirá ajeno a la felicidad de los tiempos mesiánicos.

Doxología final (18-20).

18 Sea bendito el nombre de Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas. 19 Y bendito sea por siempre su glorioso nombre, y llénese de su gloria toda la tierra. Amén. Amén. 20 Aquí acaban las preces de David, hijo de Jesé.

Esta es la doxología acostumbrada, que cierra cuatro libros o colecciones del Salterio, y por eso se considera añadida al salmo. Con ella se cierra el segundo libro o colección de salmos, davídicos en su mayor parte 23.

Yahvé es el Dios único, que, como tal, hace portentos y maravillas en favor de su pueblo y de los que le son fieles 24. Su nombre glorioso es el reflejo de su majestad y es prenda de salvación para el que en El se confía. Toda la tierra debe dejarse penetrar e invadir de su. gloria o manifestación esplendente de su poder y magnificencia. A estas aclamaciones del coro respondia el pueblo; Amén. Amén, que incluyen la idea de asentimiento y entrega 25.

El compilador añade: Aquí acaban las preces de David, sin duda para distinguirlas de los salmos que siguen, adscritos a la familia de Asaf. En los libros cuarto y quinto vuelven a aparecer salmos da vícheos;

La tradición judeo-cristiana ha entendido este salmo en sentido mesiánico. Así se declara en el Targum26. Los Santos Padres comúnmente ven en este rey cantado en el salmo al Mesías 27. Los autores católicos, sin embargo, no convienen en determinar si ha de entenderse su mensaje mesiánico en sentido directo literal o indirecto típico 28. Por nuestra parte, creemos que el salmista, con ocasión de la entronización de un nuevo rey, ha proyectado sus esperanzas mesiánicas, conforme a la tradición de los vaticinios proféticos, viendo en él la continuación de la dinastía davídica, que habría de culminar en la aparición del Mesías, el Rey por excelencia, a quien únicamente se pueden aplicar las expresiones universalistas del poema.

1 Cf, Gen 12:3; 18:16; 22:18; Ex 23:31; Job 29:12; Is 32:1; 60:6-9; Zae 9:10. — 2 Cf. Is-11 3s; 32:1s. En el prólogo del Código de Hammurabi dice éste: "Entonces El y Bel me llamaron... para promover el bien de los hombres, para hacer valer el derecho en el país, para exít uuinar al prrverso, para impedir que t-l podrioso oprima al débil, para aparecer ante los hombre3 Cf, )1 4:111; Ara 9:11. — 5 Cf, Is 2:4; 9:5-6; 11:7 ; 12:15-20; Zac 9:10, — 4 Cf. Is 45:8; 65:11; Sal 85:12. c Cf. Zac 9:10. — 7 Lit. el TM: <'Las bestias del desierto." LXX y Vg: "Aetiopes." Cf. Is 13:21; 34:14; Jer 50,39; Ez 34:28: en estos textos se aplica a los estados vencidos paganos. — 8 Cf. 1 Re 1:31: "¡Viva el rey por siempre!"; fraseología áulica asirobabilónica encontramos frases similares: "... Que Asaradón viva largos días...; tía a su trono la solidez de la roca, mientras que existan el cielo y Id tierra haz estable bu reino" (C. Jean, Le Milieu Biblique II p.soy). Cf. ibid., p.395. — 9 Cf. Os 6:3; Is 55:10-11; Dt 32:2; Job 29:22-23. — 10 Cf. Ex 23:31- — 11 Cf. Gen 15.18; 1 Re 5:1.4; Zar ojo; Fíelo 44:21. — 12 Cf. Is 4g,23; Miq 7:17. — 13 Cf. A, Vaccari (Roma 1025) p.135, — 14 Cf. Is 23:6; Sal 96:1; Is 42:4; Sof 2:11; Jer 31:10. — 15 Cf. Gen 10:7; 1 Re 10:1s; Is 60:6; Jer 6:2; Ez 27:22; Is 43:3; 45:14. — 16 Cf. Sal 40:2; 82:4; Is 10:2; Am 4:1. — 17 Los LXX, Teod. y Vg leen “su nombre” en vez de “su sangre” (cf. Sal 9,τ). — 18 Cf. Sal 116:14; Sam 26:21; 2 Re 1:13. — 19 Cf. Sal 20:1s; 61:7-8; 63:12. — 20 "Familias de la tierra" falta en el Ttvf, pero está en los LXX. — 21 Cf. Is 30:23; Ex 34:26; Os 2:23-14; Jl 4,T8;'Am 9:13. — 22 Cf. Gen 12:3. — 23 Cf. Sal 41:14; Sq.qr; 106:47. — 24 Cf. Sal 86:9; 136:3; Job 9:1 — 25 Cf. Sal 106:47. — 26 Véase Paráfrasis caldea, com. al v.1. — 27 Cf. San Atanasio, Expos. in Ps. 71: PG 27:323; San Jerónimo, In Ps. 71: PL 26, 1089; San Agustín, Enarrat. in Ps, 71: PL 36:901. — 28 Véase M. J. Lagrance: RB 14 (1905) 45; L. Dennefeld: DTCh X (1929) 1456; E. Ceuppens, De prophetiis messianicis in Λ.Τ. (Roma 1935) 417; J. Calιs, o.c., I 687; E. Po-Dechard, O.C., í 313.

 

Libro Tercero.

La mayor parte de esta nueva colección de salmos lleva el nombre de Asaf, que era uno de los músicos levitas de los tiempos de David 1. En general, se caracterizan por ser poco personales, pues se interesan, sobre todo, por lo común de la nación. Además, tienen un marcado sello profetico, con lo que implica esto de vida interior no formalista: Dios es el Juez que gobierna la historia de los pueblos. Se destaca el esquema teológico de la historia de Israel, sin aludir mucho a la legislación sinaítica. Yahvé es el Pastor de Israel. Como tal, le condujo a través de la estepa y le guía después como nación organizada. Suspira por la unión de todas las tribus* para constituir de nuevo el único rebano de Yahvé.

 

Salmo 73 (Vg 72): El Enigma de la Felicidad de los Malvados.

En este salmo se plantea el gran escándalo para las almas justas del A.T.: ¿Por qué prosperan los impíos en esta vida? ¿Cómo es que Dios no les da el merecido según sus obras? El salmista aborda el problema y lo resuelve a las luces del A.T., cuando aún no había esperanza de retribución en ultratumba: el triunfo de los impíos es efímero, pues cuando más eufóricos están les llega leí hora del castigo fulminante divino. El poema, de tipo sapiencial, se divide en cinco secciones netas: a) prosperidad de los malvados (1-5); b) sus malas acciones son un escándalo para los justos (6-11); c) los sufrimientos del justo (12-17); d) la suerte desgraciada de finiüva de los perversos (18-22); e) la suerte del justo: unión con Dios (23-28).

El problema planteado en este salmo es semejante al del libro de Job y al de los salmos 38 y 49. El salmista muestra su inquietud por la anomalía de la prosperidad de los impíos; es una piedra de escándalo que está a punto de hacer debilitar su fe. Por razones estilísticas, los críticos comúnmente suponen que este poema sapiencial es de época tardía: su lenguaje es poco clásico y abundan los arameísmos.

La escandalosa prosperidad de los malvados (1-5).

1 Salmo de Asaf. Ciertamente Dios es bueno para el hombre recto 2, para los limpios de corazón! 2 Estaban a punto de deslizarse mis pies, por nada resbalaban mis pasos, 3 pues tuve envidia de los insensatos viendo la paz de los impíos. 4 Pues no hay para ellos tormentos; están sanos y rollizos. 5No tienen parte en las humanas aflicciones y no son atribulados como los otros hombres.

Antes de iniciar la descripción de la prosperidad del pecador, el salmista da la clave final de solución al problema, declarando que Dios es bueno para el que le es fiel, que será la tesis de todo el salmo. A pesar de las apariencias que va a exponer, Dios es bondadoso con los justos. Sólo exige pureza de corazón y rectitud íntima para otorgar su favor al hombre 3.

Con tocia sinceridad, el poeta declara que ha estado a punto de perder su fe en la Providencia al ser testigo de la prosperidad de los malvados, pues ha llegado hasta tener envidia de su situación prevalente en la sociedad. Su paz y bienestar contrastan con la inquietud del justo4. Gozan de buena salud y parecen libres de las tribulaciones que afectan al común de los hombres (v.5).

Desvergonzada insolencia de los impíos (6-11).

6 Por eso la soberbia los ciñe como collar, y los cubre la violencia como vestido. 7 Sus ojos se les saltan de puro gordos 5 y dejan traslucir los antojos del corazón. 8 Motejan y hablan malignamente, y altaneramente declaran sus propósitos perversos. Q Ponen su boca en el cielo, y su lengua se agita por la tierra. 10 Por eso el pueblo se vuelve tras ellos, y e sorben ά boca, llena esas aguas, 11Y dicen: "¿Lo sabe acaso Dios, lo conoce el Altísimo?"

Consecuencia de esa prosperidad desbordante es la insolencia y orgullo que los caracteriza ante la sociedad. Se creen con derecho, en su prepotencia, para violentar y oprimir a los demás6. Con una bella metáfora, el poeta describe la soberbia de los impíos, que se destaca en ellos como un collar brillante o como un vestido llamativo. En su mirada altiva y saltona se reflejan las demasías y antojos injustos de su corazón (v.7). Lejos de ocultar sus perversos pensamientos, los declaran con altanería para herir a los demás. Con toda insolencia se atreven a hablar contra Dios — ponen su boca en el cielo — y contra los hombres en la tierra. Como consecuencia, la masa del pueblo los sigue y acepta sus juicios superficiales y blasfemos (v.10). La prosperidad de los malvados atrae a las gentes irreflexivas, y aceptan sus modos de obrar prescindiendo de la Ley divina. Para ellos, Dios no se preocupa de las cosas que aquí pasan, y, en consecuencia, no tiene providencia de los seres humanos (v.11). Es inútil, pues, seguir el camino de la virtud, ya que en esta vida triunfan los oportunistas sin escrúpulos de conciencia.

La inquietud del salmista (12-17).

12 Helos ahí: son impíos, pero tranquilos constantemente aumentan la fortuna. 13 En vano, pues, he conservado limpio mi corazón y he lavado mis manos en la inocencia; 14 y fui flagelado de continuo y castigado cada mañana. 15 Pero si dijere: "Hablaré como ellos," renegaría de la generación de tus hijos. l6 Púseme a pensar para entender esto, pues era cosa ardua a mis ojos; 17 hasta que penetré en el misterio de Dios 7 y puse atención a sus postrimerías.

El gran escándalo: a pesar de ser impíos, prosperan y viven tranquilos, acumulando riquezas sin cuento8. Esta realidad le turbó al principio, pues cree que su vida de virtud no sólo no le reporta ventaja alguna, sino que le trae calamidades cada mañana. El ser fiel a Dios y a su Ley supone gran sacrificio, pues es exponerse a la pobreza y a la incomprensión 9. Aparentemente, la piedad no le ha traído sino incomprensiones sin cuento. Esta es la realidad de cada día.

Pero la reacción del salmista es mucho más profunda: si se dejara llevar de las apariencias, aceptando sus juicios superficiales — apartándose de Dios —, sería traidor a los de su comunidad de yahvistas fervorosos 10. El pueblo israelita, vinculado a Yahvé por un pacto solemne, es llamado "hijo de Dios." 11 El salmista se siente íntimamente relacionado con los destinos de la familia de Dios, y por eso, reflexionando más sobre el problema, creyó llegar a la solución verdadera del enigma penetrando en el misterio de Dios: la clave del problema, está en la consideración de las postrimerías del pecador, el fin siniestro que le espera (ν.17). Su prosperidad es momentαnea, pues a la hora de la verdad se encontrará con la justicia divina.

La inestable prosperidad de los impíos (18-22).

18 Ciertamente los pones tú en resbaladero y los precipitas en la ruina. 19 ¡Cómo en un punto son asolados! Acaban, y son consumidos por el espanto. 20 Son como sueño del que se despierta; y tú, Señor, cuando despertares, despreciarás su apariencia. 21 Cuando se exacerbaba mi corazón y sentía un aguijón en mis riñones, 22 es porque era un necio y no sabía nada; era para ti como un bruto animal.

La prosperidad cíe los malvados, en realidad, es un resbaladero, un camino engañoso que los lleva a la ruina total, a la muerte afrentosa. Es la vía más expedita para la ruina, aunque aparentemente parece lo contrario. Cuando están más desprevenidos, les sobreviene la muerte, y entonces toda su prosperidad les resulta como un sueño, del que no queda más que la apariencia: un fantasma sin consistencia.

Esta es la gran realidad que se impone después de la madura reflexión. Por eso, los sentimientos de envidia que el salmista tenía por la prosperidad de los malvados resultaba fruto de la irreflexión. Las impaciencias e inquietudes 12 antes sentidas eran fruto de un espíritu poco inteligente, pues reaccionaba como un bruto animal (v.22).

Confesión de fidelidad a Dios (23-28).

23 Pero yo estaré siempre a tu lado, pues tú me has tomado de la diestra. 24 Me gobiernas con tu consejo y al fin me acogerás en gloria. 25 ¿A quién tengo yo en los cielos? Fuera de ti, en nada me complazco sobre la tierra. 26 Desfallece mi carne y mi corazón; la roca de mi corazón y mi porción es Dios por siempre. 27 Porque los que se alejan de ti perecerán; arruinas a cuantos te son infieles. 28 Pero mi bien es estar apegado a Dios, tener en el Señor Yahvé refugio para poder anunciar todas tus obras (en las puertas de la hija de Sión) 13.

Frente a toda veleidad posible por la prosperidad momentánea del pecador, el salmista declara mantenerse fiel siempre a su Dios. Esta fidelidad probada al Señor tendrá por resultado que al fin será acogido en gloriat es decir, se reconocerá su virtud y se la premiará, siendo así "glorificado" ante la comunidad social. No encontramos aquí declarada la esperanza de la glorificación en la otra vida como nosotros la entendemos en la perspectiva cristiana; ésta es, en realidad, la clave para resolver el enigma de los sufrimientos del justo en esta vida, pero no la encontramos hasta el libro de la Sabiduría 14. Si el salmista hubiera llegado a estas claridades, de seguro que hubiera sido más explícito en el planteamiento del problema sobre la inestabilidad de la prosperidad de los pecadores. El pensamiento central del salmo versa sobre el hecho de que esta prosperidad es momentánea, pues Dios se la quitará cuando menos lo piensen. No va más lejos la perspectiva del hagiógrafo. La palabra gloria tiene aquí, como en otros lugares, el sentido de "honor" 15, y no el de glorificación espiritual después de la muerte en el sentido de la teología cristiana.

El salmista declara su adhesión inquebrantable al que está en los cielos, y fuera de El no encuentra nada digno de su amor, porque Dios es el centro de su corazón. Fuera de El no hay seguridad; por eso los impíos perecerán inexorablemente. Bajo su protección espera el salmista vivir tranquilamente para poder anunciar las obras maravillosas de Dios a sus contemporáneos.

1 Cf. 1Par 15:16-19; 16:4.5.7.37:41:43; 2 Par 5:12. — 2 El TM lee: "para Israel." Así la Bib. de ]ér. No obstante, no pocos autores — Cales, Podechard, Herkenne — corrigen "para el recto," leyendo layyáshar El en vez de leyi$ráel. — 3 Cf. Sal 24:3s. — 4 Cf. Job 21:7s; Sal 37:1; Prov 3:31; 23:17; 24:1.19. — 5 La Bib. de Jet,: "La malicia les sale de la grosura*, Así los LXX y Podechard. — 6 Cf. Sal 10,2-4; Prov 1:9; Sal 109:17. — 7 Lit. el TM: "santuarios de Dios." No pocos autores lo entienden del templo de Jerusa-lén, en cuyos atrios habría el salmista entendido el enigma cíe la prosperidad de lúa impíos, — 8 Cf. Job 3:26; 12.7 — 9 Cf. Sal 39:9; 10; Job 7:18. — 10 cf. Dt 14:1; Os 2,t. — 11 Cf. Ex 4:32; Gal 3:2:6. — 12 Los ríñones son considerados como centro de emociones (cf. Sal 7:8). — 13 Falta en el TM, pero está en los LXX. — 14 Sab 3:1s. — 15 Cf. Sal 62:6; 84:10; 112:8; 149:4.

 

Salmo 74 (Vg 73): La Desolación del Templo Destruido.

Esta lamentación colectiva responde a la tragedia del pueblo escogido: la ciudad en ruinas y el templo de Dios profanado. El poeta evoca las glorias del pasado; parece como si Yahvé hubiera abandonado a su grey; incluso ya no se oye la voz reconfortante de los profetas, que comunicaban los oráculos de parte de Dios, que es el Creador de todo y ha elegido a Israel como pueblo suyo; pero ahora parece que se ha olvidado de las antiguas promesas. ¿Valía la pena haberlo rescatado de Egipto para ahora dejarle abandonado, sin culto ni vida religiosa? ¿Es que no tiene el poder mostrado en otras ocasiones en favor de Israel? Por otra parte, las maravillas de la creación pregonan su omnímodo poder para hacer los mayores portentos no sólo en la naturaleza, sino también en la historia de los pueblos y de los hombres.

El poema se divide netamente en cuatro estrofas, aunque la distribución rítmica es desigual.

Respecto de la fecha de composición del salmo, los críticos no convienen en sus opiniones, ya que, mientras unos autores creen que fue redactado después de la destrucción de Jerusalén por el ejército de Nabucodonosor en el 586 a.C., otros, en cambio, creen que la situación refleja más bien la persecución de los tiempos macabeos, aludiéndose a la profanación del templo por los emisarios de Antíoco IV Epífanes (en el 168 a.C.) 1. Una tercera opinión de compromiso supone que, sustancialmente, el salmo es de la época de la cautividad babilónica, pero que fue retocado con adiciones posteriores. Así se explican las alusiones a la existencia de las sinagogas y la afirmación de que ya no hay profetas, cosa difícilmente inteligible en los tiempos de Jeremías y Ezequiel.

La profanación del santuario de Yahvé (1-8).

1 Maskil de Asaf. ¿Por qué, ¡oh Dios! nos has rechazado para siempre? ¿Por qué arde tu furor contra las ovejas de tu redil 2 Acuérdate de tu comunidad, que desde antiguo adquiriste, la que redimiste como tribu de tu heredad; del monte Sión, en que pusiste tu morada. 3 Dirige tus pisadas hacia estas ruinas sin fin. El enemigo lo ha saqueado todo en el santuario. 4 Rugían tus enemigos en el lugar de tu asamblea y pusieron allí por trofeos sus enseñas. 5 Parecían como gente que alza el hacha en medio de tupido bosque. 6 Y hasta las esculturas a una destruyeron con hachas y martillos. 7 Prendieron fuego a tu santuario y echaron a tierra y profanaron la morada de tu nombre. 8 Decían en sus corazones: "Destruyámoslos de un golpe." Han quemado todos los lugares de asamblea de Dios en el país.

La actitud de Yahvé es desconcertante para las almas justas: ¿Los ha abandonado definitivamente? ¿No son los israelitas las ovejas de su redil? 3 ¿Puede un pastor abandonar totalmente a su rebaño? Estos son los interrogantes que el salmista — eco de la parte más religiosa de la sociedad judía — se plantea ante la destrucción y profanación de lo más sagrado: el templo de Yahvé. Si Israel es el rebaño de Dios, tiene derecho a ser guardado y protegido4. Por otra parte, Yahvé lo ha comprado para ser su porción y heredad 5, y ha establecido su morada en Sión. No puede, pues, abandonarla y permitir que sus enemigos la profanen impunemente. ; De modo patético describe las ruinas humeantes de la ciudad y del santuario e invita al Señor para que las visite y tome las decisiones pertinentes (v.3). Las enseñas militares del ejército pagano han sido colocadas en el templo (v.4). Quizá se aluda aquí a la erección de las divinidades paganas por los emisarios de Antíoco IV Epífanes 6. El ejército invasor talaba y destrozaba todo como leñadores en el bosque 7; todo fue pasto del fuego, quedando así profanada la morada que se honraba con el nombre de Yahvé (v.7) 8. Y no sólo se ensañaron con el templo de Jerusalén, sino que también destruyeron las sinagogas o lugares de asamblea religiosa del país 9.

¿Israel abandonado de Dios? (9-17).

9 Ya no vemos señales prodigiosas a favor nuestro; ya no hay ningún profeta, ni nadie entre nosotros que sepa hasta cuándo. 10 ¿Hasta cuándo, ¡oh Dios! insultará el opresor y sin cesar blasfemará tu nombre el enemigo? 11 ¿Por qué retraes tu mano y retienes tu diestra en el seno? 12 Pues Dios es ya de antiguo mi rey, el que obra salvaciones en la tierra. 13 Con tu poder dividiste el mar y rompiste en las aguas las cabezas de los monstruos. 14 Tú aplastaste la cabeza del Leviatán y le diste en pasto a las fieras del desierto. 15 Tú hiciste brotar fuentes y torrentes y secaste ríos caudalosos 10. 16 Tuyo es el día, tuya es la noche; tú estableciste la luna y el sol. 17 Tú marcaste los límites a la tierra; tú fijaste el verano y el invierno.

La situación se torna angustiosa, porque no hay indicios de que Dios les muestre su solícita protección, como en otro tiempo en los momentos críticos. No hay señales prodigiosas que muestren el interés divino por su causa. Para colmo, faltan los profetas, que pudieron comunicar hasta cuándo se extiende esta situación desesperada n. Esto tiene mejor explicación en los tiempos macabeos, cuando había desaparecido la institución profética; pero ya el autor de las Lamentaciones clamaba sobre las ruinas humeantes de Jerusalén después de la invasión babilónica: "Los profetas no reciben visión de Yahvé."12

El salmista se encara con Dios, y, apelando a sus intereses divinos, le declara que ahora domina el opresor, que blasfema de su nombre. Por su propia dignidad y honor debe, pues, salvar esta situación crítica (v.10). El no intervenir a favor de su pueblo puede interpretarse como impotencia por su parte, y entonces sus enemigos blasfemarán insolentemente contra El13. El salmista, en cambio, está seguro de que Dios es omnipotente ahora, como lo fue en la antigüedad, cuando mostró su poder contra los enemigos de Israel. ¿Por qué ahora retrae su mano y no interviene castigando a los que le insultan y pisotean a su pueblo? Su diestra, en otro tiempo extendida contra los egipcios 14, parece ahora paralizada y oculta en el seno.

Sin embargo, Yahvé es el rey de su pueblo y en todo momento obra salvaciones y portentos para liberar a los suyos. A pesar de su actual inactividad, sigue siendo el soberano único de Israel. Su omnipotencia se mostró en otro tiempo en el paso del mar Rojo, dividiendo las aguas y aplastando la cabeza del Leviatán — el poder faraónico 15 —, descuartizándolo y entregándolo a las fieras del desierto (v.14). El poeta juega en estas metáforas con dos tradiciones antiguas: una folklórica, relativa a la leyenda de la lucha de Dios con los monstruos marinos y con el abismo primitivo para imponer el orden en el cosmos recién creado 16, y otra épica popular: la liberación milagrosa de Egipto con la victoria sobre el faraón y su ejército, simbolizado en el Leviatán, monstruo marino que aparece en los escritos bíblicos simbolizando a Egipto 17 y también en los textos de Ras Shamra 18. El poder de Yahvé se mostró al matar al monstruo marino sacándolo a tierra, para que fuera pasto de las fieras salvajes. El poder de Dios se manifestó también en la formación de las fuentes y torrentes, así como en la desecación de los ríos. Nada resiste a su fuerza: domina los elementos líquidos, alimentando misteriosamente a las fuentes de donde nacen los ríos; pero también muestra su poder secando a éstos, como lo hizo en el Jordán para que pasaran los israelitas a pie enjuto 19. Con la misma facilidad había hecho salir agua de la roca en el desierto 20.

La omnipotencia divina se extiende hasta determinar la distinción del día de la noche, haciendo aparecer el sol o la luna según su beneplácito. Las leyes que rigen la naturaleza son expresión de la voluntad divina. Con su omnipotencia señaló los límites de la tierra frente al mar tumultuoso 21 y la distinción de las estaciones del año (v.17).

Súplica angustiada de auxilio contra el insolente enemigo (18-23 ).

18 Acuérdate de esto: el enemigo blasfema de Yahvé, y un pueblo insensato ultraja tu nombre. 19 No entregues a las fieras el alma de tu tortolilla, no tengas por tanto tiempo en olvido a tus afligidos. 20 Mira a tu alianza, pues está la desdichada tierra llena de violencias. 21 Que no se vea confuso el afligido, y el pobre y el menesteroso alaben tu nombre. 22 Álzate, ¡oh Dios! y defiende tu causa. Acuérdate de los ultrajes que continuamente te hace el insensato. 23 No olvides los gritos de tus enemigos, el tumulto siempre creciente de los que se alzan contra ti.

Una vez declarada la omnipotencia divina, manifestada en las leyes de la naturaleza y en los prodigios de la historia en favor de Israel, el poeta vuelve a suplicar a Yahvé que intervenga para acallar las voces blasfemas de sus enemigos, que se creen vencedores y fuera del alcance de su omnipotencia. Él pueblo elegido ahora es como una tímida tortolilla que es perseguida por todos y cuya alma o vida está en peligro (v.19). Por otra parte está la antigua alianza con los patriarcas 22 y con el pueblo en el Sinaí 23, que reclama las promesas de protección solemnemente selladas por Dios. La corrupción y la violencia dominan la tierra; nadie puede salir por el pobre y menesteroso sino el propio Yahvé 24.

Está en juego la causa de Dios, ya que, si no sale en favor de los suyos, los impíos quedarán como triunfadores burlándose de la supuesta protección divina prometida a los que son fieles a su Ley (v.22). El insensato — el impío y descreído — ultraja impunemente a Dios y a los suyos; la hostilidad de sus enemigos aumenta constantemente, y, por tanto, urge la inmediata intervención de la justicia divina en favor de los suyos.

1 Cf. 1 Mac 1:21-24; 4:38; — 2 Mac 5:16.21; 1:8; 8:33. — 2 Maskil es generalmente interpretado en el sentido de "didáctico." — 3 Cf. Jer 23:1; Ez 24:31; Sal 79:13; 95:7; 100,3. — 4 Cf. Sal 80,1; 77:19; Jer 31:10; Éz 34:1ss. — 5 Cf. Ex 15:13.16; Sal 77:141 Dt 32:6. — 6 Cf. 1 Mac 1:45-49-54; 59; 3:48. — 7 Cf. 1 Re 6:20-35; 14:26; 2 Re 14:14; 16:5; 18:23. — 8 Cf. 2 Re 25:9; Lam 2:2-3. — 9 Cf. Lam 1:4; 2:6. — 10 Lit. "ríos eternos," es decir, perennes, que no se secan. — 11 Cf. Ez 30,12. — 12 Lam 2:9; Ez 7:26. — 13 Cf. Is 10:1-1; 36:18; Dan 7:25; 11:36. — 14 Cf. Sal 78:42; 89:12; Job 27:11; Jer 16:21. — 15 Cf. Is 37:1; 51:9; Ez 29:3. — 16 Cf. C. Jean, Le Milieu Biblique II p.86-93; P. dhorme, Choix des textes reí. assyro-bdbyloniens p.15-i7. — 17 Cf. Is 37:1. En Job 40,105 se le identifica con el cocodrilo, característico de Egipto. — 18 Cf. R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra et l'A.T. (1937) P-75- — 19 Cf. Jos 3.1s; 4:23. — 20 Cf. Ex 17:6; Núm 20:8; Sal 78:14; Is 48:21. — 21 Cf. Sal 104:8; Job 38:85; Jer 5:22. — 22 Cf. Gen 17:25. — 23 Cf. Ex 24:8. — 24 Cf. Sal 9:8; 10:17.

 

Salmo 75 (Vg 74): Dios, Juez y Arbitro Supremo.

Frente a la insolencia de los malvados, que creen tener vía libre para obrar tropelías, se alza el oráculo de Yahvé, que anuncia su intervención justiciera sobre ellos. Este salmo incluye: a) oráculo de Yahvé (3-5); b) comentario del salmista a las palabras divinas, insistiendo en el carácter de Dios como Juez (6-9); d) expresiones de acción de gracias (v.2 y 10-11).

Dios gobierna el mundo con sentido de equidad; por tanto, los justos no deben desanimarse cuando ven la prosperidad del impío; y los malvados, al contrario, no deben insolentarse al verse momentáneamente con las manos libres para sus extorsiones y demasías, porque Yahvé, al fin, tendrá la palabra y dará a cada uno según sus obras, castigando al impío y premiando al que le es fiel. La historia del mundo y del hombre está en las manos firmes del Todopoderoso, y, por tanto, su justicia terminará por imponerse. La perspectiva del salmista se proyecta sobre el juicio general de Dios en la historia, sin que del contexto se deduzcan concreciones claras alusivas a un juicio escatológico.

Literariamente, la composición es mixta: el prólogo y el epílogo son un himno de acción de gracias; después sigue una comunicación oracular de tipo profético, y, finalmente, un comentario sapiencial. El estilo es dramático y entrecortado. Parece que hay yuxtaposición de fragmentos de diversos poemas. Del contexto no se puede deducir la época de composición. El fragmento oracular tiene relación con textos proféticos 1, mientras que el sapiencial parece reflejar una época más tardía.

El juicio severo de Dios (1-6).

1 Al maestro de coro· Al tasjet. Salmo de Asaf. Cántico2. 2Dárnoste gracias, ¡oh Dios! dárnoste gracias; invocamos tu nombre y narramos tus proezas3. 3"Cuando me tome el tiempo (oportuno), juzgaré justamente. 4Aunque la tierra vacile con todos sus habitantes, yo afirmaría sus columnas. Selah. 5 Yo dije a los arrogantes: No os ensoberbezcáis, y a los impíos: No irgáis vuestra cabeza4. 6No levantéis en alto vuestras frentes, no habléis con erguida cerviz."

El v.2 enmarca litúrgicamente el oráculo que va a seguir, invitando el coro del templo a dar gracias a Dios por sus beneficios, entre los que está el juicio divino sobre los malvados. Después se hace oír una voz — la del propio Yahvé — en que se declara su intención de intervenir punitivamente en el tiempo oportuno. Los impíos hacen cálculos despreocupados pensando que Dios no ha de intervenir por defender sus derechos; pero se engañan, ya que todo se desarrolla conforme a un esquema de su voluntad: todo tiene un límite y un término fijado de antemano, pues Yahvé tiene determinada su hora5, y cuando llegue intervendrá inexorablemente. En el orden de la naturaleza, Dios ha establecido el orden en el caos 6, y, aunque la tierra vacilara y amenazara derrumbarse, la intervención de su mano reafirmaría sus columnas. En el orden moral pasa otro tanto; aunque ahora parece que todo es caos y desorden, porque los impíos dominan y prosperan en la sociedad, sin embargo, la intervención súbita de Yahvé pondrá las cosas en su sitio (v"4). En consecuencia, los fieles a su Ley deben esperar confiados a que se les haga justicia.

Por eso, enfáticamente se declara a los autosuficientes y orgullosos que depongan toda actitud de arrogancia, pues les llegará la hora del castigo y de la humillación. Son unos insensatos, ya que no reflexionan sobre lo que les espera, entregándose al goce superficial de la vida; y en su ceguera se atreven a levantar la cabeza lít. "el cuerno;·" 7, blasfemando de Dios y de los caminos de su providencia. Su insolencia es un desafío al poder divino.

El Cáliz de la Colera Divina (7-9).

7 Ciertamente, ni de oriente ni de occidente, ni del desierto ni de las montañas (vendrá la salvación). 8 Pues Dios es quien juzga, y a unos humilla y ensalza a otros. 9 Pues tiene Yahvé en su mano el cáliz del espumoso vino lleno de mixtura, y lo derrama sobre unos y otros8; beberán hasta las heces, beberán todos los impíos de la tierra.

Cuando llegue la hora fatídica, los impíos no podrán esperar auxilio de ninguno de los cuatro puntos cardinales 9, porque nadie podrá oponerse al Omnipotente; y sólo Dios es quien juzga. A El, pues, únicamente le compete dar la sentencia y ejecutarla 10. Este juicio es punitivo: es la copa de la ira divina que los impíos habrán de beber hasta embriagarse n. Por eso el vino va cargado de mixturas aromáticas que favorezcan la pérdida del juicio: "Quos vult perderé Júpiter, dementat." Es, en sustancia, el pensamiento del hagiógrafo. Los impíos caerán bajo los golpes de la cólera divina como dementes y ebrios, que no podrán defenderse. Es la hora de su castigo inexorable.

Promesa de acción de gracias (10-11).

10 Mientras que yo siempre cantaré y entonaré salmos al Dios de Jacob. 11 Yo quebrantaré toda la fuerza de los impíos, y se acrecentará el poder de los justos 12.

El castigo de los malvados señala el triunfo de los justos, tanto tiempo postergados; por eso, el salmista entona cánticos de agradecimiento al Dios que ha puesto las cosas en su punto, rehabilitando la virtud y castigando el vicio 13. Y el poeta — encarnando a Israel — se siente fuerte para, en nombre de Dios, humillar la fuerza de los impíos, manifestándose así el poder de los justos. Los que han sido fieles a su Dios recuperarán su fuerza y prestigio moral a expensas de los detractores, justamente vencidos por el poder divino. Este v.1 i puede entenderse también en boca de Dios, que reitera su declaración anterior de vencer y humillar a los pecadores.

1 Cf. Hab 2:3; Sal 46:11; 53:2; 73:8. — 2 El título 'al tasjet ("no destruyas") parece ser el principio de alguna canción conocida. — 3 Lit. el TM: "Está próximo tu nombre; se cuentan maravillas." Nuestra traducción se basa en la versión de los LXX. — 4 Lit.: "No levantes el cuerno," símbolo de la fuerza y del poder. — 5 Cf. H^b 2:3. — 6 Cf. Sam 2:8; Sal 24:2; 74:13-17; Job 9:6; Sal 96:10. — 7 Cf. Dt 33:17; Jer 48:25. El "cuerno" es símbolo de poder y agresividad. — 8 Así siguiendo a los LXX. — 9 El desierto es el sur, y las montañas septentrionales de Siria el norte. — 10 Cf. Sam 2:7; Is 33:22. — 11 Este mismo símil aparece en Is 51:17.21-23; Jer 25:15-29; 49:17; Lam 4:21; Ez 23:31; Hab 2:15-16; Sal 60:5. — 12 Lit. "los cuernos de los pecadores" y "los cuernos del justo." — 13 Cf. Miq 4:13; Zac 1:18s.

 

Salmo 76 (Vg 75): Canto Triunfal Después de la Victoria.

Este poema refleja la euforia nacional y épica después de una singular victoria reportada sobre un poderoso enemigo. El contexto no da pie suficiente para la identificación de éste. En el título de los LXX se alude a los asirios; y, en ese caso, la ocasión apropiada sería la victoria sobre el ejército de Senaquerib, que en el 701 tuvo que abandonar el cerco de Jerusalén l. Sin embargo, los críticos modernos, por razones estilísticas, prefieren retrasar la época de composición a una época más reciente.

El estilo literario es el de oda triunfal. El lenguaje es vivido y pintoresco: se canta la majestad de Yahvé, que habita en Jerusalén, y su excelso poder para quebrantar a los enemigos. Se divide en cuatro estrofas: a) Yahvé se manifiesta en toda su majestad en Sión (2-4); b) manifestación de su poder venciendo a los enemigos de Judá (5-7); d) nadie puede resistir a su poder (8-10); e) reconocimiento de su poder (11-13).

Yahvé se manifiesta en Jerusalén (1-4).

1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Salmo de Asaf. Cántico 2. 2 Dios se da a conocer en Judá, grande es su nombre en Israel. 3 Tiene en Salem su tabernáculo, su morada en Sión. 4 Allí rompe los rayos del arco, el escudo, la espada y todo aparato bélico.

Dios muestra su poder y majestad, sobre todo, en Judá, su "heredad," poniendo al servicio de su pueblo toda su omnipotencia. Nadie, pues, puede atentar contra el baluarte de Yahvé, que es Israel, ni empañar su nombre, que sintetiza la protección que a través de las edades ha dispensado al pueblo elegido 3. El poeta considera estrechamente vinculados los reinos de Judá e Israel, como formando una misma entidad nacional y religiosa en los planes de su Dios. Separadas incidentalmente después de la muerte de Salomón4, están destinados a unirse y constituir el pueblo de Yahvé en su integridad. Estas ansias de unión se reflejan en los tiempos profetices, y el salmista se hace eco de ellas. En Salem - — abreviación de Jerusalén — tiene su morada permanente, porque allí está su tabernáculo, su templo 5. Desde su morada defiende a su pueblo contra todos los ataques. Frente a su poder nada son los rayos fulgurantes de las saetas, ni la espada, ni todo lo que sirve de instrumento bélico. Con toda facilidad los rompe y desmenuza 6.

Victoria sobre los enemigos (5-7).

5 Eras resplandeciente y majestuoso más que los montes eternos7. 6Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño, y no encontraron los hombres de guerra sus manos. 7 A tu amenaza, Dios de Jacob, quedaron pasmados carros y caballos.

El salmista se refiere aquí a una victoria resonante sobre los enemigos de Judá. El recuerdo de la derrota del ejército de Senaquerib quedó en la épica popular como ejemplo de la brillante intervención divina en favor de su pueblo: el ángel exterminador había matado 185.000 asirios. Estos se vieron sorprendidos, sin poder echar mano de sus armas para defenderse: durmieron y no despertaron. El poeta, utilizando este glorioso recuerdo de la historia de Israel, canta la victoria del Dios de Jacob sobre los enemigos de su pueblo. La intervención divina paralizó los carros y los caballos, y el pueblo escogido salvó una vez más su destino histórico gracias a la protección de Yahvé.

Es inútil resistir al poder divino (8-10).

8 Eres terrible, y ¿quién puede mantenerse ante ti frente a la violencia de tu cólera? 9 Desde los cielos, tú haces oír la sentencia, y la tierra se estremece y calla. 10 Cuando se levanta Dios para juzgar, para salvar a todos los oprimidos de la tierra. Seldh.

Nadie puede oponerse a la decisión divina 8. Dios es el supremo Juez, que habita en los cielos, y no hay apelación posible por encima de El. Por otra parte, su cólera desatada siembra el terror por doquier, y hasta la tierra se estremece y enmudece a su voz. El poeta juega con las manifestaciones de Dios en las tormentas, que dejan oír su voz, el trueno 9. La sentencia divina no es una decisión jurídica teórica, sino que al punto se cumple para salvar a los injustamente oprimidos. La reciente victoria contra los opresores de Israel es una simple manifestación de estas intervenciones justicieras de Dios en la historia. El Dios de justicia no puede olvidar a los oprimidos, en el sentido colectivo — nación israelita — o individual; los justos vilipendiados en la sociedad.

11 Aun el furor del hombre redunda en tu alabanza, y de los salvados de la cólera te ceñirás10. 12Haced votos a Yahvé, vuestro Dios, y cumplidlos; cuantos están en derredor traigan dones al Terrible, 13pues él abate el coraje de los príncipes 11 y es terrible a los reyes de la tierra.

La rebelión de los hombres contra Dios redunda, al final, en su gloria, pues es la ocasión de manifestar su poder soberano y de ceñir la corona gloriosa de los salvados de la cólera, los rescatados de Sión, libertados por su intervención justiciera (v.11). Estos constituirán como una guirnalda de honor para su salvador.

El salmista exhorta después a ofrecer votos al Dios terrible y poderoso a todos los israelitas y aun pueblos circunvecinos. Instintivamente — dado su esquema mesiánico de la historia — los hagiógrafos se proyectan hacia los tiempos futuros; y en su perspectiva mesiánica conciben a los príncipes de todos los pueblos afluyendo con dones a rendir homenaje al Dios de Israel (v.13) 12. Impresionados los reyes de la tierra por la derrota sufrida, se les invita a reconocer la soberanía del Omnipotente y terrible, pues es inútil querer resistir a su voluntad.

1 Cf. 2 Re 18:13-19.37; Is 36:1-37.38. — 2 Sobre los títulos cf. Sal 75:1; 73:1. — 3 Cf. Sal 48:18. — 4 Cf. 1 Re i2:1s. — 5 Cf. Gen 14:18; Sal no.is. Salem es designación arcaica poética. — 6 Cf. Sal 48:7; Os 2:18; Is 9:4; Jer 49:35. — 7 Así según los LXX; cf. Hab 3:6. — 8 Cf. Sal 90.11; Nah 1:6; Mal 3:2. — 9 Cf. Sal 46:7. — 10 Asi según el TM. Los LXX leen "te hará fiesta." No pocos críticos modernos creen que en este extraño texto se mencionan pueblos circunvecinos, y así, cambiando un tanto las letras, Icen: "Porque Hamat de Ararn te alabará, y el resto de Hamat temblará (Graetz). En cambio, Konig lee: "La cólera de Edom te alabará y el resto de Hamat te festejará." Hipótesis seguida por Calés y Podechard. — 11 Lit. "reprime el soplo de los príncipes". — 12 Cf. Sal 68:30; Is 18:7.

 

Salmo 77 (Vg 76): Las Antiguas proezas de Yahve en Favor de Su Pueblo.

Este salmo tiene un marcado sello elegiaco, ya que el poeta contrapone las antiguas maravillas obradas por Yahvé en favor de Israel y el abandono actual. Aunque aparentemente es una lamentación individual, en el fondo es colectiva, pues gira en torno a los destinos de la nación como tal. El salmista se siente abatido por el abandono prolongado en que Yahvé tiene actualmente a su pueblo; pero, recordando las solicitudes pasadas, tiene esperanza cíe que esta situación actual habrá de tener próximo fin. La fidelidad de Dios a sus promesas exige su intervención favorable.

Literariamente varía el estilo en la primera parte (2-16) y en la segunda (17-21), pues mientras que en aquélla prevalece la monotonía del apesadumbrado con la tragedia de su pueblo, en la otra el lirismo se va destacando, y las descripciones se hacen más vigorosas y brillantes. Los críticos suponen que el poeta trata de imitar el estilo grandioso del cántico de Habacuc 1.

Comúnmente se sostiene que el salmo fue compuesto en tiempos de la cautividad babilónica, cuando la terrible prueba de Israel se prolongaba sin esperanzas inmediatas de liberación. Parece que los ν. 17-21 formaron parte de un himno anterior utilizado por el salmista o el compilador para redondear con un estilo brillante la lamentación deprimente anterior. El uso litúrgico de estos salmos explica muchas de las yuxtaposiciones de fragmentos literarios diversos que encontrarnos en no pocas composiciones del Salterio.

¿Ha abandonado Yahvé a su pueblo? (1-10).

1 Al maestro del coro. Para Iditún. Salmo de Asaf2. 2 Yo alzo mi voz a Dios y clamo, alzo mi voz a Dios y El me escucha. 3 En el día de mi tribulación yo busqué al Señor, y se alzaban a El mis manos sin descanso por la noche. 4 Me acuerdo de Dios y gimo; medito, y languidece mi espíritu. Selah. 5 Tú mantienes abiertos los párpados de mis ojos, y me siento turbado y sin palabras. 6 Pienso en los días antiguos, recuerdo los años lejanos. 7 Medito por la noche en mi corazón, reflexiono e inquiero en mi espíritu: 8 "¿Acaso el Señor (nos) rechazará por los siglos y no volverá a sernos de nuevo favorable? 9 ¿Cesó para siempre su piedad? ¿Se acabó lo que prometió para generaciones y generaciones? 10 ¿Se ha olvidado Dios de hacer clemencia? ¿Cerró airado su misericordia?" Selah.

El salmista, angustiado, acude a Yahvé para que le dé esperanzas, sobre la triste situación de su pueblo. Durante día y noche se consume en la oración, alzando las manos, en espera de un alivio para su sufrimiento moral 3. En su meditación compara las hazañas de Yahvé en los días antiguos en favor de Israel con el abandono en que actualmente se halla su pueblo. ¿Es que esta situación ha de durar siempre? La historia de Israel se basaba en las promesas divinas de un futuro mesiánico, pero ahora parece que no se acuerda de ellas. En el pasado, Yahvé siempre mostró piedad y clemencia hacia su pueblo; pero ahora parece que sólo obra conforme a las exigencias de su justicia: ¿cerró airado su misericordia? El destierro babilónico fue la ocasión de un examen de conciencia a fondo de las almas selectas. El salmista es una de ellas, y, con toda sinceridad, se pregunta por el cambio de conducta de Yahvé respecto de Israel. ¿Se habrá cerrado el ciclo de su misericordia, para entrar en el de su justicia? ¿Renegará de su pueblo?

Las antiguas proezas de Yahvé (11-16).

11 Me digo: "Mi dolor es éste: que se ha mudado la diestra del Altísimo." 12 Me acuerdo de las obras portentosas de Yahvé, recuerdo tus antiguas maravillas. 13 Medito en todas tus obras y reflexiono sobre tus hazañas. 14 ¡Oh Dios! santos son tus caminos. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios? 15 Tú eres el Dios que obras prodigios; tú mostraste tu poder entre los pueblos; 16 con tu brazo rescataste a tu pueblo: a los hijos de Jacob y de José.

La gran realidad es que ha cambiado el modo de actuar del Dios de Israel; parece como si la diestra poderosa del Altísimo hubiera dejado de proteger a su pueblo como en otro tiempo. El espíritu del salmista se recrea en la consideración de las antiguas maravillas obradas por Yahvé en favor de Israel. Reconoce que Dios es inaccesible y trascendente, y, por tanto, sus caminos o modos de proceder son ininteligibles al hombre: son santos, es decir, no tienen nada que ver con nuestras apreciaciones humanas (v.14)4. Ningún pueblo puede presentar un Dios tan poderoso y grande como Yahvé. Lo ha mostrado bien al rescatar a Israel, liberándolo de la esclavitud egipcia5. Pero estos portentos parecen pertenecer al pasado, ya que ahora Dios no se digna dispensar su protección incondicional, como en otro tiempo.

Las teofantas del éxodo (17-21).

17 Viéronte las aguas, ¡oh Dios! viéronte las aguas y se turbaron, y temblaron los mismos abismos. 18 Arrojaron las nubes las aguas, y dieron los nublados su voz, y tus saetas se dispararon. 19 Estalló tu trueno en el torbellino, alumbraron los relámpagos el orbe, y, sacudida, tembló la tierra. 20 Fue el mar tu camino, y tu senda la inmensidad de las aguas, sin que tus huellas fuesen conocidas. 21 Condujiste como grey a tu pueblo por mano de Moisés y de Aarón.

Este nuevo fragmento — que por muchos críticos es considerado como proveniente de un himno anterior — parece quiere imitar el estilo vigoroso y deslumbrador de Habacuc. El poeta describe el paso del mar Rojo: las aguas se apartaron turbadas al ver pasar a Yahvé por medio de ellas6. En el Sinaí, la presencia de Dios fue acompañada de terroríficas manifestaciones atmosféricas: truenos, rayos y relámpagos. La mente del poeta tan pronto alude a los hechos portentosos del desierto sinaítico y del mar Rojo como a la obra de la creación, en la que Dios fue sembrando el orden en medio de las conmociones caóticas. Es frecuente en los salmos trabajar con estos dos planos: Yahvé Creador del universo y Señor de su pueblo, particularmente en los tiempos de su formación como colectividad nacional: es la victoria de Dios sobre los elementos de la naturaleza y sobre los enemigos de su pueblo. Majestuosamente pasó por el mar Rojo, sin que quedaran sus huellas reconocibles 7; pero para su pueblo fue como un Pastor solícito, que condujo a su grey utilizando como intermediarios a Moisés y a Aarón 8. La historia de los primeros días de Israel es la historia de la providencia paternal divina, que se preocupaba de proveer a todas sus necesidades colectivas.

1 Cf. Hab 5.is. — 2 Sobre los títulos véase corn, a 75:1; 73:1. Iditún era uno de los directores de coro en el templo (cf. 1 Par 16:41:42). — 3 Cf... 37.35; Jet 31:15; Job 6:7; Sal 47:6:12; 43:5- — 4 Sanio en el A.T. incluye la idea de incontaminación, separación y trascendencia. Véase P. Van Imschoot, Théologie de Γ A.T. (Parνs 1954) I p.46s. — 5 Cf. Ex 15:2. — 6 Cf. Ex 15:5-8; Kab 3:10; Sal 114:3.5. — 7 Cf. Hab 3:15; Sal 29:3; Ex 14:27. — 8 Cf. Núm 33:1; Miq 6:4; Ex 15:13; Sal 74:1; 78:52.

 

Salmo 78 (Vg 77): La Historia de los Padres, Enseñanzas para los Hijos.

Este salmo es un poema sapiencial de tipo didáctico, sin grandes pretensiones líricas. La historia maravillosa de Israel es una gran lección para las generaciones presentes: los portentos obrados por Yahvé en favor de su pueblo, de un lado, y el espíritu recalcitrante y rebelde del pueblo israelita, del otro, deben hacer pensar a las nuevas generaciones para no incurrir en las manifestaciones punitivas del Omnipotente. La historia del éxodo, el establecimiento de Israel en Canaán y después la historia de las tribus deben aleccionar al pueblo para vivir en conformidad con la Ley divina. Entre todas las tribus se distinguió por su rebeldía la belicosa Efraím. El salmista declara que Dios ha abandonado el santuario de Silo para trasladarlo a Jerusalén en beneficio de la tribu de Judá, a la que pertenecía el admirable rey David. En realidad, fue un castigo de Efraím por sus infidelidades. Estas son las lecciones de este poema sapiencial que resume la historia de Israel.

No concuerdan los autores al determinar la fecha de composición del salmo, y así, mientras unos lo ponen en tiempos de David! y otros bajo Salomón 2, la mayor parte de los críticos suponen que es de época posterior al exilio 3. Sin embargo, no hay ningún indicio claro para rebajar tanto la fecha de composición. Quizá, dado el espíritu deuteronomístico que se refleja en el salmo, la época más apropiada para su composición sea la de Josías, a fines del siglo VII a. C. 4

Introducción: el pasado, lección para el presente (1-8).

1 MaskiL De Asaf5. Atiende, pueblo mío, a mi enseñanza, dad vuestros oídos a las palabras de mi boca. 2Abriré en sentencias mi boca, evocaré los arcanos del pasado: 3lo que hemos oído y sabemos, lo que nos contaron nuestros padres, 4No lo encubriremos a sus hijos, contando a las generaciones posteriores las glorias de Yahvé y su poderío y los nuestros padres enseñar a sus hijos, 6para que las conociese la generación venidera, y los hijos que habían de nacer se las contasen a sus propios hijos; 7para que éstos pusieran en Dios su confianza, y no olvidasen las gestas de Dios, y guardasen sus mandatos, 8y no se hiciesen como sus padres, gente contumaz y rebelde, generación de corazón inconstante y de espíritu infiel a su Dios.

El poeta quiere emplear el lenguaje sentencioso de los libros sapienciales para atraer la atención y fijar mejor sus ideas. Con todo énfasis llama la atención de su pueblo, al que quiere dar una lección de historia religiosa y de bien vivir 6. Moisés había ordenado que los padres transmitieran a los hijos las maravillas de que habían sido testigos en la azarosa vida del desierto 7. Conocía la propensión al olvido y la indocilidad de su pueblo, y por eso invita a hacer memoria sobre el pasado. El salmista quiere, según este espíritu mosaico, descifrar a las generaciones de su tiempo los arcanos del pasado, los misterios de las gestas de Yahvé en favor de su pueblo, que, lejos de corresponder con fidelidad, se mostró siempre contumaz y rebelde. En realidad, el poeta-sabio no hace sino hacerse eco de la tradición: lo que hemos oído (ν.5).

Israel es un pueblo excepcional que gira en torno a una ley establecida por el propio Dios (v.5): el deber de transmitir a las generaciones venideras los grandes hechos de la historia de Israel 8. La nación hebrea gira sobre el quicio de unas revelaciones históricas de Dios, y, por tanto, no puede volver las espaldas al pasado si quiere permanecer como pueblo elegido entre todas las naciones. Sin embargo, la historia prueba que Israel ha sido infiel a su Dios, y las generaciones pasadas han sido de corazón contumaz y versátil. El salmista quiere, por ello, adoctrinar a la presente para que no vuelva a reincidir en los yerros del pasado.

La apostasía de los efraimitas infieles a Yahvé (9-16).

9Los hijos de Efraím, muy diestros arqueros, volvieron la espalda el día del combate. 10No guardaron la alianza de Dios y rehusaron seguir su ley. 11 Dieron al olvido sus gestas y las maravillas que les hizo ver. 12 Ante sus padres habría obrado portentos en la tierra de Egipto, en el campo cíe Tanis. 13Hendió el mar para darles paso, y paró las aguas corno si les pusiera un dique. 14Los guiaba de día en la nube, y durante toda la noche con resplandor de fuego. 15 Hendió las rocas en el desierto y les dio a beber copiosas aguas9. 16Hizo salir arroyos de la piedra, hizo correr las aguas como ríos.

Los antepasados de Israel han sido versátiles; como los arqueros de Efraím, volvieron la espalda en el momento del combate. No sabemos a qué hecho alude el salmista, aunque quizá piense en la falta de decisión de los efraimitas en la expulsión de los cananeos, conviviendo con ellos 10, quedando así en plan de inferioridad respecto de la tribu de Judá, que expulsó a los habitantes de la región a ella asignada n. En el salmo hay una preocupación por anteponer la tribu de Judá — de la que era oriundo David — a la de Efraím, que con su espíritu belicoso había logrado prevalecer sobre las tribus del norte. Por eso pone a los efraimitas como ejemplo de desobediencia a Dios, por lo que no se hicieron dignos de conservar el arca en el santuario de Silo. Por eso dice de ellos que fueron infieles a la alianza de Dios, viviendo al margen de su Ley (v.10) y olvidando las gestas de Yahvé en Egipto y en el desierto. El campo de Tanis o de Soan, según el TM (la actual San, al NE. del Delta), aparece en los documentos egipcios; era la residencia del faraón del éxodo 12.

El poeta describe después el paso del mar Rojo conforme a la narración tradicional13; Yahvé los siguió acompañando en forma de nube y de fuego 14, proporcionándoles milagrosamente agua de la roca 15.

El maná y las codornices (17-31).

17 Y, con todo, volvieron a pecar contra El y a rebelarse contra el Altísimo en el desierto. 18 Tentaron a Dios en su corazón y pidieron comida a su gusto. 19 Hablaron contra Dios, diciendo: "¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?" 20 Hirió la peña, y brotaron las aguas y fluyeron torrentes. "Pero ¿podrá también darnos pan y preparar en el desierto carne a su pueblo?" 21 Oyólo Yahvé y se indignó, y fuego se encendió contra Jacob y subió la ira contra Israel. 22 Porque no creían en Dios y no confiaban en su salvación. 23 Dio orden a las nubes en lo alto, abrió las puertas del cielo. 24 Y llovió sobre ellos el maná para que comieran, dándoles trigo de los cielos. 25 Comió el hombre pan de fuertes 16, y les dio comida hasta la saciedad. 26 Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder hizo venir el austro, 27 y llover como polvo sobre ellos la carne, como arenas del mar aves aladas. 28 Hízolas caer dentro del campamento y en derredor de las tiendas de éste. 29 Y comieron y se hartaron del todo, y así les dio lo que ansiaban. 30 Pero apenas habían acabado de saciar su avidez y aún tenían en su boca la comida, 31 cuando montó en cólera Dios contra ellos, e hirió de muerte a los robustos y abatió a la flor de Israel17.

Sigue el salmista contando los incidentes de la estancia en el desierto, con los consiguientes portentos divinos y las rebeldías de Israel. A pesar del agua milagrosa, volvieron los israelitas a dudar de la omnipotencia divina18, tentándole descaradamente.

El v.21 parece traspuesto y alude al castigo de Dios narrado en Núm 11:1-3. El relato sobre el mana y las codornices se inspira en Ex :1 y Núm 11:15s. Se llama a aquél trigo del cielo porque procede de lo alto 19, y pan de los fuertes o de los "ángeles" (según los LXX) porque por su procedencia se suponía poéticamente que era el alimento de los seres angélicos 20. La carne de las codornices — traídas por viento solano del sudeste de Arabia — sació su voracidad, pero fue ocasión del castigo divino, por no haber reconocido la intervención divina y haberse entregado a la glotonería21. El salmista recuerda estas terribles correcciones de Yahvé para que el pueblo se percate de que no debe tentar a Dios, olvidándose de sus beneficios y dudando de su omnipotencia.

La Inconstancia de los Israelitas en el Desierto (32-39).

32 Con todo, volvieron a pecar y no dieron crédito a sus maravillas. 33 Y consumió en un soplo sus días, y sus años con súbitos terrores. 34 Cuando los hería de muerte, le buscaban, se convertían y se apresuraban hacia Dios, 35 acordándose que era Dios su roca, y el Altísimo su redentor. 36 Y le halagaban con su boca, pero con su lengua le mentían, 37 y su corazón no era constante hacia El, ni eran fieles a su alianza. 38 Pero es misericordioso y perdonaba la iniquidad, y no los exterminó, refrenando muchas veces su ira para que no se desfogara su cólera. 39 Se acordó de que eran carne, un soplo que pasa y no vuelve.

Por haber sido rebeldes a Yahvé a pesar de los prodigios obrados por Yahvé, los israelitas fueron condenados a morir en el desierto 22 hasta que surgiera una nueva generación. Sólo cuando Dios los castigaba le reconocían como Soberano, pero después se alejaban de El 23. Sobre todo no había sinceridad en su conducta, ya que, mientras le halagaban y reconocían su soberanía con la boca, su corazón estaba lejos de ello 24. Si se salvaron algunos, fue debido a la pura misericordia divina, que refrenó su ira 25; por otra parte, tuvo Yahvé en cuenta la debilidad innata del ser humano que es por temperamento carnal 26. La fragilidad humana es un atenuante para el hagiógrafo cuando se trata de enjuiciar la conducta contumaz de las generaciones del desierto.

Ingratitud y rebelión obstinada: las plagas de Egipto y entrada en Canaán (40-55).

40 ¡Cuántas veces le provocaron en el desierto y le contristaron en la soledad! 41 Volvieron a tentar a Dios y enojaron al Santo de Israel. 42 No se acordaban de su mano ni del día en que los redimió de la opresión, 43 ni de cómo obró en Egipto sus prodigios, y sus portentos en la región de Tanis, 44 mudando sus ríos en sangre para que no pudieran beber de sus canales; 45 mandando contra ellos tábanos que los devorasen y ranas que los infestasen; 46 dando sus cosechas al pulgón, y los frutos de sus fatigas a la langosta; 47 devastando con el granizo sus viñas, y sus sicómoros con la piedra; 48 dando al pedrisco sus ganados, y al rayo sus rebaños. 49 Derramó sobre ellos el ardor de su cólera, la ira, el furor, la angustia, como un tropel de malignos espíritus. 50 Dio vía libre a su enojo; ni substrajo sus almas a la muerte, y abandonó sus vidas a la peste, 51e hirió a todos los primogénitos de Egipto, a las primicias viriles en las tiendas de Cam. 52En cambio, sacó a su pueblo como un rebaño y los condujo como grey por el desierto, 53 guiándolos seguros y sin temor, mientras cubría el mar a sus enemigos. 54 Los llevó hasta su santa frontera, al monte este que su diestra conquistó. 55 Arrojó ante ellos a las naciones, y, dividiendo en lotes su heredad, hizo habitar en las tiendas de aquéllos a las tribus de Israel.

El salmista repite que la generación del desierto no fue digna de los portentos de que fue testigo, porque se mostró constantemente con espíritu recalcitrante e incrédulo; todo lo cual contristaba a Dios en la soledad del desierto (v.40). Con toda intención, el poeta da a Yahvé el título de Santo de Israel, expresión corriente en Isaías, que se encuentra en algunos salmos 27, y que destaca, de un lado, el carácter trascendente e incontaminado de Yahvé, y del otro, su vinculación histórica al pueblo de las promesas. Pero esa su misma santidad — que implica separación e incontaminación — exigía el castigo severo de los transgresores. Los israelitas del desierto pronto se olvidaron de la prodigiosa liberación de la opresión faraónica obrada por la mano poderosa de Yahvé (v.42) y de los prodigios obrados en Egipto para convencer al faraón de que dejara salir a los hebreos.

Después el salmista enumera alguna de las plagas, si bien no según el orden del relato del Éxodo. La primera es la de la conversión del -agua en sangre 28, después la de los tábanos 29, la de las ranas 30, la de la langosta 31, la del granizo, si bien el poeta, que vive en Canaán, describe sus efectos sobre los productos característicos de esta región, como la viña y los sicómoros (v.47). La última plaga mencionada es la de las ñebres de los ganados 32.

Fueron tantas las calamidades enviadas contra los opresores egipcios, que el salmista presenta a Yahvé enviando un tropel de malignos espíritus sobre ellos. Según la mentalidad popular antigua, las enfermedades y desgracias eran enviadas por espíritus malignos, aunque aquí bien pueden ser simples personificaciones poéticas de los mismos flagelos (v.49). En el libro de Job se presenta a Satán enviando personalmente las calamidades sobre el varón de Hus 33, y en Ex 12:23 se habla del ángel "exterminador." La décima plaga y la más terrible es la de la muerte de los primogénitos 34. Cam es una designación poética de Egipto 35. El salmista contrapone la terrible suerte de los castigados egipcios y la de los israelitas salidos bajo la protección de Yahvé, Pastor de su rebaño 36. Los poetas idealizan el pasado conforme a la tradición épica nacional, y, en vez de describir a los israelitas como fugitivos amedrentados, escapando del ejército del faraón, los presenta caminando tranquilamente bajo el cayado pastoril de Yahvé, que los conducía a mejores pastos. Así, los llevó hasta la frontera santa, la tierra de Canaán, la tierra prometida, donde estaba el monte Sión, conquistado por la diestra de Yahvé (v.54). Es el eco del cántico de Moisés: "Tú los introdujiste y los plantaste en el monte de tu heredad, ¡oh Yahvé! en el santuario que fundaron tus manos."37 Para asentarlos en la tierra de Canaán, Yahvé expulsó antes a sus habitantes, repartiendo la heredad en lotes, como se dice en Jos 23:4.

Las infidelidades de los efraimitas (56-64).

56 Pero tentaron e irritaron al Dios Altísimo y no guardaron sus mandatos. 57 Se extraviaron y fueron infieles como sus padres, y se volvieron como arco engañoso. 58 Le irritaron con sus altos y le provocaron con sus esculturas. 59 Lo oyó Dios y se indignó, tomando gran aversión a Israel. 60 Y abandonó el tabernáculo de Silo, la tienda de su morada entre los hombres. 61 Entregó a la cautividad su fuerza, y su magnificencia a las manos del opresor. 62 Entregó su pueblo a la espada y se enfureció contra su heredad. 63 Devoró el fuego a sus jóvenes, y sus vírgenes no tuvieron canto nupcial. 64 Sus sacerdotes cayeron bajo la espada, sin que los lloraran sus viudas.

Los israelitas establecidos ya en la tierra de promisión no se comportaron mejor que la generación del desierto. Durante la época de los jueces, Israel se dejó contaminar con los cultos cananeos, olvidándose de Dios y de sus mandatos (v.56). Los santuarios en los lugares altos o bamot tenían poco del yahvismo tradicional. El deuteronomista reprocha estos mismos pecados a Israel en los tiempos de la monarquía 38. Aquí el salmista se refiere a las prevaricaciones de los israelitas de las tribus septentrionales, entre las que destacaba la de Efraím. Silo estaba enclavado en el territorio de esta belicosa tribu y era el santuario en que estaba el arca de la alianza, y, por ende, era lugar de peregrinación de las otras tribus 39. En la guerra contra los filisteos fue capturada el arca, lo que se consideró como la mayor catástrofe para los hebreos40. El salmista atribuye esta desgracia nacional a la protervia de los efraimitas, que fueron como arco engañoso, que hace que la flecha se vuelva contra el que la dispara (v.57). Yahvé permitió que su fuerza y magnificencia — el arca — fuera entregada a los filisteos (v.61)41. En ella se manifestaba sensiblemente a su pueblo. Desengañado de su pueblo, lo entregó a la espada, permitiendo que su heredad — Israel — fuera conculcada42. La guerra devoró a la flor de la juventud, y las ceremonias de duelo y las nupciales quedaron desterradas por mucho tiempo de su pueblo (v.63)43. Él v.64 parece aludir a la suerte de los hijos de Helí, sumo sacerdote, que murieron trágicamente, sin recibir honores funerarios de sus esposas.44

La elección de Sión como centro religioso de Israel (65-72).

65 Mas despertóse entonces el Señor corno quien duerme, corno el valiente dominado por el vino, 66 e hirió a sus opresores por la espalda, cubriéndoles de eterna ignominia. 67 Y tomó aversión a la tienda de José, y no eligió a la tribu de Efraím, 68 sino que escogió a la tribu de Judá, el monte de Sión, monte de su predilección. 69 Edificó su santuario alto como los cielos y (firme) como la tierra, que cimentó por los siglos. 70 γ eligió a David, su siervo, y le tomó de las majadas de las ovejas; 71 de tras de las ovejas de cría le tomó para que apacentase a Jacob, su pueblo; a Israel, su heredad. 72 Y él con corazón íntegro los apacentó, y las condujo con la prudencia de sus manos.

Cuando la situación de Israel había llegado a un punto crítico y angustioso, interviene Yahvé para salvarlo, como en otro tiempo, de la esclavitud egipcia. Dios estaba como dormido, despreocupado de la suerte de su pueblo por sus infidelidades, pero sus promesas son eternas; y por eso, cuando llegó el momento en que se comprometía la existencia de Israel, salió en su defensa, derrotando a los enemigos y cubriéndolos de ignominia sin par45. Yahvé salió de su pasividad como el valiente o gigante que está adormilado por el vino, el cual reacciona violentamente al despertar. El símil es atrevido y no exento de vigoroso frescor arcaizante.

Aunque Yahvé salvó a su pueblo, quitó la hegemonía de Efraím sobre las otras tribus, pasándola a la de Judá. Aquélla — como directora — era la principal responsable de la catástrofe nacional, y con sus desvarios idolátricos se había atraído la aversión divina (v.67). En adelante, el centro religioso no será Silo, sino la colina de Sión, lugar predilecto de Yahvé por establecer en ella su morada: el templo46. El poeta idealiza la situación del santuario de Yahvé, que presenta tocando a los cielos y firmemente establecido y cimentado en la tierra, de forma que no se conmoverá47. Permanecerá, pues, como subsistirán los cielos y la tierra por los siglos de los siglos. Por otra parte, Yahvé está vinculado con una promesa a la familia davídica: de ella salió el gran pastor de Israel, David, objeto de las predilecciones divinas, elegido inesperadamente cuando guardaba los ganados de su padre48. Esto prueba el carácter gratuito de la elección, la omnipotencia divina, que escoge lo más humilde para las misiones más elevadas, como la de apacentar a Jacob como "heredad" suya49. David fue el rey ideal, por haberse conformado a las directrices divinas en su gobierno, haciendo uso de su prudencia y de la rectitud de corazón (v.72)50.

1 Así opina Zorell. — 2 Opinión de Herkenne. — 3 Así opinan Kittel, Gunkel y Baethgen — 4 Opinión de Schmidt y de Podechard. — 5 Sobre el sentido de los títulos véase com. a Sal 74:1; 73:1. — 6 Cf. Provs.i; S,i í 13:6. — 7 Cf. Ex 10,2; 12:26-27; 13:8; 14-15. — 8 Cf. Dt 4:9; 6:205; 2 Tim 2:2. — 9 Lit. "abismos en abundancia." — 10 Cf. Jüe 1:29. — 11 Cf. Jue i,33. No pocos autores consideran este verso como glosa que anticipa lo del v.57 sobre Efraím. — 12 Cf. Núm 13:22; Is 19:11.13; 30,4. Tanis o Soan, embellecida por Ramsés II, fue residencia de los faraones de la dinastía xxi (s.X a.C.) y xxm (s.VIII a.C.). — 13 Cf. Ex 15:8; 14:22. — 14 Cf. Ex 13:21-22. — 15 Cf. Ex 17:1-7; Núm 20,2-11. 16 Los LXX: "pan de ángeles." — 17 Lit. "a los jóvenes de Israel." — 18 Cf. Ex 17:3-4; Núm 20:2-11. — 19 Véase Sab 16:20; 1 Cor 10:3; Jn 6:31-33. Sobre el milagro del desierto véase Biblia comentada I (Madrid 1960) p.469-474. — 20 Cf. Sab 16:20. — 21 Cf. Núm 11:33; Sal 106:15. — 22 Cf. Núm 14:21-23.26-38. — 24 Cf. Is 29:13; Jer 12:2. — 23 Cf. Ez 20,18-19; Am 5:25-26, — 25 Cf. Núm 14:18-19; Sal 103:8; Ez 20:21-23. — 26 Qf. Sal 103:14-16; Gen 6:3; Job 7:75. — 27 Cf. Is 1:4; Sal 71:22; 89:19. — 28 Cf. Ex 7:17-24. — 29 Cf. Ex 8:16-38; Sal 105:31. — 30 Cf. Ex 7:26-8:11; Sal 105:30. — 31 Cf. Ex 10,1-20. Sobre el sentido de todas estas plagas véase Biblia comentada I (Madrid 1960) p.424-441. — 32 Cf. Ex 9:15. — 33 Cf. Job 1:53; 33:22; 2 Sam 24:165; 2 Re 19:35. — 34 Cf. Ex 11:1-10; 12:29-30; Sal 105:36. — 35 Cf. Sal 105:23.27; Gen 5:32; 10:6. — 36 Cf. Ex 12:42; 13:17-18. — 37 En Dt 3:25, la montaña designa simplemente Canaán, región montañosa. Quizá tenga aquí este sentido y no el de colina de Sión. — 38 Cf. Dt 32:15-18. — 39 Cf. Jos 18:1; 19:51. — 40 Cf. 1 Sam 4:1s. — 41 Cf. Sal 132:8; 96:6. — 43 Cf. Jer 16:4; Ez 24:16-24; Job 27:15. — 42 Cf. Dt 32:9. — 44 Cf. Sam 4:11-19-22. — 45 Probable alusión irónica a la vergonzosa enfermedad de los filisteos de que se habla en Sam 5:6-12. — 46 Cf. Sal 47:5; 87:22. — 47 Cf. Sal 89:30; 68:17; 104:5; 125:1. — 49 Cf. 1 Re 8:51; Sal 15:6; Jer 12:8; Est 10,12. — 48 Cf. Sam 16:6-13; 2 Sam 7:8. — 50 Cf. 1 Re 9:4; Ez 34:23; Zac 11:1s.

 

Salmo 79 (Vg 78): Restauración de la Nación Devastada.

También este salmo es una lamentación colectiva por la triste situación de la nación, presa de los enemigos, que se han ensañado con lo mejor de sus habitantes. Llevados de la visión religiosa de las vicisitudes de su época, los salmistas ven en la tragedia nacional el castigo merecido por las prevaricaciones reiteradas del pueblo elegido. Yahvé es un Dios celoso de sus derechos, y por eso se ha dejado llevar de la explosión de su cólera para castigar a los que se han apartado de El. Con todo, Israel es el patrimonio de Yahvé, y el templo su morada habitual en la tierra. Por ello, no puede olvidar a su pueblo definitivamente.

El salmo se divide en dos partes netas: a) queja por la triste situación de la nación depredada y abandonada (1-7); b) plegaria a Dios para que dé término a este estado de cosas (8-13). Yahvé debe atender no a las exigencias de su justicia por las múltiples prevaricaciones de Israel, sino a la riqueza inagotable de su misericordia. Por otra parte, las naciones gentílicas son peores que Israel, y, por tanto, no tienen derecho a conculcar los derechos del pueblo elegido. El honor del nombre divino exige la pronta rehabilitación de Israel, ya que, de lo contrario, los enemigos de Yahvé sacarán en consecuencia que es inútil acudir a El en demanda de auxilio. Urge la intervención divina para mostrar que no se puede derramar la sangre de sus servidores y fieles.

El ritmo métrico predominante es el de la qinah, o lamentación elegiaca. La división estrófica es irregular, predominando el paralelismo sintético. El estilo es agitado y lleno de emoción entrecortada.

Hay grandes analogías literarias entre este salmo y el 74 l por otra parte, abundan las reminiscencias de otros salmos 2 y de los escritos profetices 3. Teniendo en cuenta esto, los críticos modernos distinguen diversos estratos literarios, y suponen que un núcleo primero fue escrito con motivo de la destrucción de Jerusalén por los babilonios en el 586 a.C., pero que fue amplificado después con motivo de otras invasiones, como las de los seléucidas en el siglo II a.C. 4 Esto explicaría las concomitancias literarias con otras composiciones del Salterio.

Queja elegiaca sobre la situación de la nación (1-7).

1 Salmo de Asaf 5. ¡Oh Dios! han entrado las gentes en tu heredad, han profanado tu santo recinto y han reducido a Jerusalén a un montón de escombros. 2 Dieron los cadáveres de tus siervos por pasto a las aves del cielo, y la carne de tus piadosos a las fieras de la tierra. 3 Derramaron como agua su sangre en los alrededores de Jerusalén, sin que hubiese quien les diera sepultura. 4 Somos el escarnio de nuestros vecinos, la irrisión y el ludibrio de los que nos rodean. 5 ¿Hasta cuándo, ¡oh Yahvé! habrás de estar airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? 6 Derrama tu ira sobre las gentes que no te conocen, sobre los reinos que no invocan tu nombre; 7porque han devorado a Jacob, han asolado sus moradas.

El salmista se sitúa, como Jeremías, frente a las ruinas de Jerusalén y declara la luctuosa situación: los gentiles han entrado en la heredad de Yahvé 6 y han profanado impudentemente su santuario, el lugar más sagrado de la tierra. La ciudad ha quedado convertida en ruinas, y los piadosos han sido pasados a la espada, y sus cadáveres abandonados a las aves de rapiña y a los chacales de la estepa 7. Por su parte, los pueblos vecinos — edomitas, moabitas — se han alegrado de la destrucción de la que había sido su soberana 8. Con toda impudicicia escarnecen a los vencidos, abandonados de su Dios.

Ante esta situación de angustia y de escarnio nacional, el salmista pide a Yahvé que intervenga y deponga su ira 9. Si los israelitas son merecedores del actual castigo, mucho más lo son las gentes que no le conocen ni invocan su nombre 10. En realidad, Jacob — el pueblo de Dios — ha sido devorado por los invasores, y esto redunda en deshonor del propio Yahvé, pues se compromete su omnipotencia en la apreciación de los gentiles.

Súplica angustiosa de auxilio (8-13).

8 No recuerdes para nuestro mal las iniquidades de antaño; apresúrate y sálgannos al encuentro tus misericordias, que estamos abatidos sobremanera. 9 Socórrenos, ¡oh Dios, Salvador nuestro! por la gloria de tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados por tu nombre. 10 ¿Por qué van a decir las gentes: "Dónde está su Dios"? Sea notoria a las gentes y a nuestros ojos la venganza de la sangre derramada de tus siervos. 11 Llegue a tu presencia el gemido de los cautivos; conforme a la grandeza de tu brazo, conserva a los condenados a muerte. 12 Haz recaer sobre nuestros vecinos el séptuplo en su seno, la afrenta con que te escarnecieron, ¡oh Señor! 13 Pero nosotros, tu pueblo, grey de tu pastizal, te alabaremos eternamente y narraremos tus alabanzas de generación en generación.

Consciente de la culpabilidad de su pueblo, el salmista reconoce las iniquidades atávicas de sus conciudadanos; pero Yahvé no debe guiarse por las exigencias de su justicia, sino por las de su insondable misericordia, pues el abatimiento de la nación ha llegado al extremo. El castigo ha sido tan duro, que está en peligro de perderse la conciencia nacional y religiosa. Por otra parte, está en juego la gloria del nombre de Yahvé, ya que los paganos dirán irónicamente: ¿Dónde está tu Dios? 11. Según la mentalidad de los antiguos, la victoria de un pueblo suponía la victoria de sus dioses sobre los del vencido. En este caso, si Yahvé no muestra su poder rehabilitando a Israel y castigando a sus enemigos, éstos creerán que sus propias divinidades son superiores al Yahvé de los hebreos, del que tantos portentos se contaban en los tiempos de antaño.

Llevado de un sentimiento ciego de revancha, el salmista pide justicia contra los que derramaron la sangre de sus compatriotas (v.10). Muchos de ellos aún gimen cautivos y están condenados a muerte; y sólo la omnipotencia divina puede salvarlos: es hora de manifestar la grandeza de su brazo como en los tiempos gloriosos del éxodo 12. Los que han ultrajado a Israel y a su Dios deben recibir el séptuplo de lo que hicieron; es la venganza digna de sus tropelías13. Todavía estamos lejos del perdón de Cristo hasta "setenta veces siete."14 ¡Sólo un Dios muriendo en la cruz pudo enseñar a los hombres a perdonar a los enemigos! El ideal moral del salmista estaba todavía muy lejos de las alturas del cristianismo, y por eso la reacción humana instintiva se trasluce en sus palabras airadas.

La súplica angustiosa termina con la promesa de alabanza por la esperada liberación. Yahvé no puede olvidar a Israel, porque es su grey, que El mismo apacienta en pingües pastizales 15. En consecuencia, no puede estar condenado al ostracismo y a la postración indefinida.

1 Cf. Sal 79:1 y 74:3.7; 79:5 Y 74:1-10; 79:13 y 74:1; 79:2 y 74:14-19. — 2 Cf. 79:4 Y 44:14; 79:5 V 89:47 — 3 Cf. Sal 79:6-7 y Jer 10:25. — 4 Es la opinión, entre otros, de Briggs. Duhm y Baethgen, siguiendo a Teodoro de Mop-suestia, suponen que el salmo es de la época macabea. En cambio, Gunkel y Schmidt más bien se inclinan por la época persa, entre Esdras y Alejandro M. — 5 Cf. Sal 73:1. — 6 Cf. Dt 4:20; 9:26; Sal 28:9; 74:2. — 7 La mayor desgracia era ser privado de sepultura (cf. Dt 28:26). Según la mentalidad — babilónica, el espíritu del cadáver que no había sido sepultado andaba errante en busca de — comida por las calles de la ciudad (véase P. dhorme, Choix des textes reí assyrobabyl p-325). — 8 Cf. Sal 44:14; Jer 19:8; Sal 31:12. — 9 Cf. Sal 13:2-3. — 10 Cf. Jer 10,25. — 11 Cf. Sal 42:4; 115:2; Dt 9:285. — 12 Cf. Ex 15:16; Sal 44:3. — 13 Cf. Gen 4:15-24; Is 65:6; Jer 32:18; Lc 6:38. — 14 Cf. Mt 18:22. — 15 Cf. Is 49:9; Sal 74, Is.

 

Salmo 80 (Vg 79): Oración por el pueblo Perseguido.

Las tribus del norte — Efraím, Benjamín y Manases — fueron llevadas en cautividad por los asirios al ser conquistada Samaría en el 721. Esta desaparición de las tribus septentrionales dejó gran impresión en los ánimos del reino de Judá, que por otra parte estaba amenazado del mismo peligro, pues el ejército de Sargón amenazaba con devastar también el reino de Ezequías. El salmista piensa en la triste suerte de sus hermanos llevados en cautividad y en la desaparición de las tribus que descendían también del glorioso patriarca Jacob.

Dios habita en el cielo, pero desde allí contempla y dirige las cosas de la tierra. Supuesta esta su providencia, el salmista pide ansiosamente que se preocupe de Israel — su "viña" —, que ha sido devastada y desolada. Como Dios de los ejércitos, con un simple acto de benevolencia puede salvar la actual situación de postración del pueblo elegido. Aunque Israel ha pecado, sin embargo, los portentos obrados en el éxodo y después en la conquista de Ca-naán dan ánimos al poeta para suplicar la intervención del Omnipotente y resolver la nueva crítica situación.

El poema contiene cinco estrofas: a) súplica para el restablecimiento de las tribus del norte (1-4); b) Israel, vilipendiado por los enemigos de Dios (5-8); c) la viña de Yahvé, trasplantada de Egipto a Canaán (9-12); d) la viña devastada (13-16); e) súplica de protección sobre Israel (17-20).

Por las alusiones del salmo podemos colegir que ha sido redactado cuando los asirios habían invadido el territorio septentrional de Israel y estaba a punto de caer Samaría o ya había sucumbido en manos de los ejércitos de Salmanasar V (727-722). Sin embargo, no pocos críticos creen que el salmo fue compuesto después de la desaparición del reino de Judá en el 586 a.C. l El título de los LXX — "acerca del Asirio" — avala la primera opinión, que parece más en consonancia con las exigencias del contexto.

Súplica por el restablecimiento de las tribus. septentrionales (1 -4 )

1 Al maestro del coro. Sobre "los lirios del testimonio." Salmo de Asaf 2. 2¡Oh Pastor de Israel! apresta el oído. Tú que conduces a José como un rebaño, que te sientas sobre los querubines, muéstrate esplendoroso 3 ante Efraím, Benjamín y Manases. Despierta tu poder, ven y sálvanos. 4 ¡Oh Dios! restaúranos, haz esplender tu rostro, y seremos salvos.

El poeta apela a las dos condiciones de Yahvé para que salga en favor de Israel: su calidad de Pastor solícito, que se preocupa de José — reino del norte — como de su propio rebaño 3, y su categoría de Dios, que majestuosamente tiene su trono entre los querubines 4. Como tal, debe mostrarse esplendoroso, haciendo uso de su poder en beneficio de Efraím, Benjamín y Manases, las tres tribus que están a punto de desaparecer por efecto de la invasión asiría (v.3). Benjamín era hermano uterino de José, cuyos hijos eran Efraím y Manases5; quizá por ello aparezca asociado a estas dos tribus, aunque Benjamín estuviera en la frontera con Judá y más vinculada históricamente a ésta que a las del norte. De ella había salido el primer rey Saúl6. Sin embargo, parte de la tribu de Benjamín estuvo unida al reino cismático del norte 7. El salmista pide ansioso a Yahvé que salve estas tribus, y con ellas a todo Israel: restaúranos. Debe manifestarse benevolente — haz esplender tu rostro —, otorgando su protección decisiva en estos trágicos momentos nacionales 8.

Israel, vilipendiado por las naciones vecinas (5-8).

5 ¡Oh Yahvé, Dios de los ejércitos! ¿Hasta cuándo estarás enojado contra la oración de tu pueblo? 6 Les das a comer pan de lágrimas, les haces beber lágrimas en abundancia; 7nos has hecho objeto de contienda para nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros. 8Dios de los ejércitos, restaúranos; haz esplender tu rostro y seremos salvos.

Apelando al poder omnímodo del Dios de los ejércitos — Señor de las constelaciones celestes, del cosmos, y valedor de los intereses de Israel en las batallas —, el salmista pide angustiadamente que cese su enojo contra su pueblo y acceda a su oración confiada. La situación de la nación es tan triste, que puede decirse que se alimenta de pan de lágrimas 9. Al perder la independencia, sin autoridad representativa, sus enemigos levantan contienda contra ellos, exigiendo nuevos límites fronterizos; los edomitas y moabitas ocupan territorios israelitas y levantan querellas contra ellos, y, lo que es peor, se burlan del pueblo elegido, humillado y abandonado de su Dios 10.

Israel es la viña trasplantada de Egipto a Canaán (9-12).

9 Tú arrancaste de Egipto una vid, arrojaste a las gentes y la trasplantaste. 10 Le pusiste en derredor una albarrada, y extendió sus raíces y llenó la tierra. 11 Cubriéronse los montes de su sombra, y sus sarmientos llegaron a ser como los cedros de Dios; 12 extendió sus ramas hasta el mar, y hasta el río sus retoños.

Con toda delicadeza, y recurriendo a resortes psicológicos, el salmista recuerda la extrema solicitud que Yahvé ha mostrado, a través de la historia, a favor de Israel, sacándolo de Egipto y trasplantándolo a la tierra de Canaán después de haber arrojado a sus habitantes. El símil cíe la viña es corriente en la literatura bíblica 1], y se comprende bien en un país como Palestina, en la que abundan las viñas. Egipto no es país del vino, pero el salmista, que vive en Canaán, presenta a Israel como una viña naciendo en Egipto para después ser injertado en Canaán. Con toda solicitud Yahvé la cuidó, rodeándola de una albarrada. El resultado fue que se desarrolló con pujanza, extendiéndose por los montes, y, con hipérbole oriental, compara sus sarmientos a los cedros más robustos del Líbano 12. En Armenia — lugar primitivo del cultivo de la viña —, las ramas de la vid son enroscadas a los árboles, y aun en Palestina a las higueras 13. La nación israelita — simbolizada en. la viña — se extendió hasta el mar y hasta el río Eufrates, los límites ideales de los escritos profetices 14.

La viña abandonada y devastada (13-16).

13 ¿Por qué has derribado su albarrada y la vendimian los que pasan por el camino? 14La devastan los jabalíes del monte y pastan en ella las bestias del campo. 15¡Dios de los ejércitos! vuélvete ya, mira desde los cielos y contempla y visita esta viña. 16 Esta viña que ha plantado tu diestra, el renuevo que tú hiciste fuerte 15.

Dios abandonó a su viña y la dejó indefensa, cayendo su albarrada y quedando abierta a todos los viandantes y expuesta a los jabalíes y bestias del campo 16. El salmista vuelve a pulsar los resortes psicológicos: ¿para qué haber empleado tanto trabajo y solicitud en plantarla y cercarla, si al fin la deja abandonada? Dios habita en los cielos, pero desde allí contempla la historia de los hombres y de los pueblos. Israel ha sido formado por Yahvé y se ha engrandecido gracias a su protección; por tanto, tiene derecho ahora a que ponga sus ojos en la viña que tan amorosamente plantó su diestra 17.

Súplica final (17-20).

17 Los que la abrasan por el fuego y la asolan perezcan por el enojo de tu faz. 18 Sea tu mano sobre el varón de tu diestra, sobre el hijo de hombre a quien para ti corroboraste; 19 y no nos apartaremos más de ti; nos darás la vida e invocaremos tu nombre. 20 Yahvé, Dios de los ejércitos, restaúranos; haz esplender tu faz sobre nosotros, y seremos salvos.

Como es ley en estos salmos, el poeta pide justicia contra los devastadores de la viña de Israel, suplicando protección sobre la nación: el varón de tu diestra. Parece que juega con el nombre de Benjamín ("hijo de la derecha"), y quizá aluda a Saúl, primer rey de Israel18. Estar "a la diestra" significa participar del poder de Dios 19. La expresión hijo del hombre que para ti corroboraste puede aplicarse a Israel como colectividad, al que en Ex 4:22-23 se le llama "mi hijo, mi primogénito" 21. No parece que se aluda directamente al Mesías como persona, sino a Israel con sus destinos históricos, que está lanzado hacia los tiempos mesiánicos.

El salmista termina haciendo promesas de fidelidad y reconociendo que es Yahvé quien les da la vida; por tanto, sólo por El podrá Israel recuperar su vida plena nacional. El estribillo final que cierra cada estrofa, sintetiza las ansias de salvación del poeta, que se hace eco de las angustias de su pueblo.

1 Opinión de Briggs, Kittel y~Stárk. — 2 Sobre los lirios ('Al Shoshaním) parece ser el principio de una canción conocida a la que debía ajustarse la melodía del salmo. — 3 Cf. Gen 48:15; 49:24; Sal 77:21; 81:6. — 4 Cf. Sal 18:11; Ez 1:1s; Sam 4:4; 2 Sam 6:2. — 5 Cf. Gen 35:10s; 48:13. — 6 Cf. Sam 9.1-2. — 7 Cf. 1 Re 12:21; 2 Par 11:3.23. — 8 Cf. Núm 6:25; Sal 4:5; 31:17: "brillar la faz de Yahvé" significa mostrarse benevolente. — 9 Cf. Sal 102:10; 42:4. — 10 Cf. Jer 15:10; Sal 79:4. — 11 Cf. Is 5:1-7; Ez 17:1s; Jer 2:2; Os 10,6; Is 27:2-6; Me 12:9. — 12 Cedros de Dios: expresión para indicar su fortaleza; cf. "montañas de Dios" (Sal 36:5). — 13 Cf. 1 Re 5:5; 2 Re 18:31; Jer 8:13; Hab 3:17; Sal 105:33. — 14 Cf. Dt 11:24; Sal 72:8; 1 Re 5:1; Is 16:8; 2 Sam 8:6. — 15 Esto ultimo está sólo en el TM, y parece anticipación de i8b. Por eso muchos traductores lo suprimen. — 16 Abundan los jabalíes en los boscajes del Jordán. Cf. Abel, Géog. de la Palestine I p.221. — 17 El Targum aplica al Mesías el verso: "Y sobre el Mesías rey, que tú has hecho fuerte para ti..." — 18 Cf. 1 Sam 6:1. — 19 Cf. Sal 110:1; 1 Re 2:19; Sal 45:10; Mt 20:21; 26.64; Mc 10:37. — 20 Jer 31:20.

 

Salmo 81 (Vg 80): Exhortación a Celebrar Dignamente la Pascua.

Este salmo consta de dos partes claramente distintas: a) hirnno-invitación a celebrar una de las fiestas anuales; b) oráculo profetice (6-17) en el que Dios recrimina a su pueblo. Algunos autores suponen que se trata de dos salmos yuxtapuestos! pero bien pudo el salmista tomar pie de una fiesta anual para lanzar un oráculo de estilo profético 2. Tomando ocasión de la reunión de las gentes en una de las solemnidades del año — ¿Pascua, Pentecostés o novilunios? —, el poeta recuerda la ley fundamental de la Toráh (9-11), les recrimina su infidelidad (12-13) y los invita a cambiar su conducta para poder vencer a los enemigos y prosperar en la vida nacional (14-17). A pesar de la elección divina, Israel se ha mostrado rebelde a las cláusulas de la ley. Por eso, Dios le ha castigado y abandonado, y es preciso volver a El para poder disfrutar de su amistad y benevolencia.

El salmo 81 se adapta, en sus dos partes, a la doble fase de las fiestas de Tishri o Etanim (sep.-oct.). Estas empezaban por las alegrías del día del año y se terminaban habitando en tiendas; pero en el intervalo se insertaban las tristezas de la expiación y del recuerdo de las infidelidades a la Ley. De ahí el tono lírico y gozoso del pequeño himno ole los seis versículos primeros; después, el acento severo y amenazador del discurso profético y didáctico, que forma la continuación y llega hasta el fin del poema 3.

Ningún indicio claro del salmo nos da la época de su composición. Generalmente se supone que es de los últimos tiempos de la monarquía, poco antes del exilio 4, porque se alude a la propensión a la idolatría y se supone el culto en el templo. Sin embargo, esto puede explicarse también en la época persa5 y aun helenística6.

Himno litúrgico (1-6).

1 Al maestro del coro. Sobre "la gotea"7. De Asaf. 2 Saltad de júbilo en honor de Dios, nuestra fuerza; aclamad al Dios de Jacob. 3 Entonad un cántico, tocad los címbalos, la dulce cítara y el arpa. 4 Haced resonar en el novilunio la trompeta, en el plenilunio, en nuestra fiesta. 5 Porque ésta es la Ley de Israel, el precepto del Dios de Jacob; 6 un testimonio impuesto a José cuando salió de la tierra de Egipto.

Con ocasión de una clamorosa fiesta — probablemente la de los Tabernáculos —, el poeta invita a tomar parte en las celebraciones litúrgicas con acompañamiento de toda clase de instrumentos. Sin duda que estas invitaciones van dirigidas a los levitas encargados de la orquestación del templo 8. A los sacerdotes les exhorta a hacer sonar la trompeta para convocar a la fiesta 9. Generalmente los autores creen que el salmista alude a la fiesta de los Tabernáculos, que era la fiesta por excelencia 10, y se celebraba el día 15 del séptimo mes n. Se caracterizaba por la explosión de alegría popular 12. Sin embargo, no pocos autores se inclinan por la fiesta de la Pascua 13, que se celebraba el 15 del primer mes, Nisán 14. El texto del salmo no hace referencia alguna a la recolección de los frutos, que era característica de la fiesta de los Tabernáculos, ni a la estancia en el desierto — de la que era un recuerdo —, sino a la salida de Egipto (v.6,11), — cuyo hecho rememoraba la Pascua15.

Después, el salmista declara que la celebración de esta fiesta es una ley en Israel, la cual, a su vez, era un testimonio de la solicitud de Dios por José — aquí en paralelo con Jacob-Israel —, es decir, para con las tribus del pueblo elegido.

Amonestación oracular de Yahvé (6-17).

6c Oí un lenguaje que no conocía: 7 "Te he quitado la carga de sobre el hombro; tus manos cesaron de cargar con los cestos. 8 Me gritaste en la tribulación y te liberé, y te respondí oculto entre los truenos, te probé en las aguas de Meribá. 9 Oye, pueblo mío, que quiero amonestarte. ¡Oh Israel, si tú me escucharas! 10 No haya en ti dios ajeno, no adores a ningún dios extranjero. n Yo soy Yahvé, tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto; ensancha tu boca, y yo la llenaré. 12 Pero no oyó mi pueblo mi voz, no me obedeció. 13Y lo abandoné a su obstinado corazón que siguieran sus consejos. 14¡Oh si mi pueblo me oyera y marchara Israel por mis caminos! 15presto humillaría yo a sus enemigos y volvería mi mano contra sus opresores. 16 Le adularían los que aborrecen a Dios, y su tiempo habría pasado para siempre; I7los mantendría de la flor del trigo y de miel (salida) de la roca los saciaría.

El v.11c parece que debe seguir a 6c: "Oí un lenguaje que no conocía: ensancha tu boca y yo la llenaré"16. Es el anuncio de un oráculo de parte de Dios en estilo profetice 17. El salmista adopta el lenguaje de los profetas para invitar al pueblo a volver a su Dios si quiere participar de sus bendiciones y protección. Yahvé recuerda los antiguos beneficios otorgados a Israel: le ha liberado de la penosa carga de la servidumbre de Egipto 18; los hebreos tenían que llevar sobre sus espaldas los cestos de arcilla para las construcciones 19. Luego se recuerdan las teofanías de Yahvé respondiendo a las peticiones del pueblo y a sus necesidades, como en el caso de las aguas de Meribá, convertidas de salobres en potables 20.

Después el salmista anuncia el precepto fundamental de la religión hebraica: No hay más Dios que Yahvé; en consecuencia, queda prohibido el culto a las divinidades de otros pueblos, a las que los israelitas eran tan aficionados. Los profetas tienen que luchar contra esta propensión atávica hacia el politeísmo 21. El salmista parece, pues, reflejar la preocupación de los tiempos anteriores al exilio, ya que este pecado de la idolatría desapareció casi totalmente después de la repatriación. En el salmo se reitera que el pueblo ha desobedecido al precepto fundamental22, siguiendo sus inclinaciones y gustos religiosos. Dios le ha dejado ir tras sus caminos para que probara el fruto amargo de sus desvarios 23.

Pero siempre la misericordia divina se sobrepone a la justicia en sus relaciones con Israel, y por eso se invita al pueblo escogido a volver por los caminos del que puede ofrecerle la rehabilitación y la prosperidad, humillando a sus enemigos y opresores, que terminarán por adularle y prestarle homenaje de vasallaje y reconocimiento 24. El tiempo de la opresión habrá pasado para siempre (v.16). Y en contrapartida les dará la más ubérrima prosperidad. Las metáforas flor de trigo y miel de la roca 24 expresan bien esa felicidad edénica que los profetas reservan para los tiempos mesiánicos en la plenitud de la historia de Israel. El salmista se sitúa en la misma línea ideológica que los profetas y procura despertar las esperanzas de grandeza que se basan en las antiguas promesas de Yahvé.

1 Opinión de Briggs y Olshausen. — 2 Hipótesis de Gunkel, Stark y Podechard. — 3 J. Calés, o.c., II p.?8. — 4 Hipótesis de Gunkel, Herkenne, Baethgen, Podechard. — 5 Opinión de Briggs. — 6 Suposición de Hitzig. — 7 En hebreo al-hagittit: quizá una canción que empezaba con estas palabras. — 8 Cf. Sal 68:26; 2 Par 5:12s; Esd 3:10. — 9 Cf. 2.Par 5:12-13; Sal 47:6; 98:6. — 10 Opinión ya recogida en el Talmud (Rosh ha-Shana). Cf. 1 Re 8:2.65. Siguen esta opinión Baethgen, Duhm, Kittel, Strak, Schmidt, Herkenne. — 11 Cf. Lev 23:25; Núm 29:1.12. — 12 Cf. Lev 2 5:9- — 13 Es la hipótesis de Graetz, Delitzsch, Briggs, Gunkel y K6nig. — 14 Cf. Lev 23:58. — 15 Cf. Ex 12:433. — 16 Proponen esta transposición, entre otros, Podechard. — 17 Cf. Núm 24:4.16; Job 4:12-15; Sam 23:2-3; Is 5:9; 22:14; Ez_2:8; Jer 15:16. — 18 Cf. Ex. 3:7-9;,5. — 19 Cf. Ex 1:11-14; 2:1-1; 5:4-5; 6:6-7.20 Cf. Ex 14:19-20; 12:12-14; 13:21; 19:163; 40,36-38; Núm 1:1; 9:15-17 — 21 Cf. Dt 4:1; 6.4; Jer 19:20; 22:2; Ez 6:3; 13:2; 21:3; Sal 50:7; Ex 20:3; — 22 Cf. Is 1:24; 47:17-18; Jer 7:24. — 23 Cf. Jer 7:24; 11:8; 13:10; 16:12; 18:12; 23:17. — 24 Cf. Núm 18:12; Dt 32:14; Sal 147:14; Dt 32:13.

 

Salmo 82 (Vg 81): Declaración Divina contra los Jueces Inicuos.

De modo dramático presenta el poeta a Dios presidiendo un consejo de jueces subsidiarios, delegados suyos en la administración de la justicia en la tierra. El Juez divino les echa en cara su venalidad y acepción de personas y les invita a preocuparse de los desvalidos y necesitados, tan preteridos en la sociedad. Los profetas protestan constantemente contra la corrupción administrativa de las clases directoras de Israel, y particularmente contra los jueces inicuos, que no se atienen a las exigencias del derecho y de la equidad social! Como representantes de Dios, su traición a la justicia es, en el fondo, una traición al mismo Dios. El salmista — testigo de la mala administración de justicia de su tiempo — pone en boca del Juez supremo la denuncia de los abusos de los jueces contemporáneos, recordándoles que, si bien son sus representantes, y en este sentido son "dioses," sin embargo, son mortales y sujetos a su justicia punitiva en caso de infidelidad.

El salmo es paralelo al 58 y tiene muchas analogías con los oráculos proféticos, particularmente con Is 3:13-15. Así, el poeta dramatiza el pensamiento estableciendo un diálogo entre Dios y los jueces inicuos: se les acusa y condena. Algunos autores creen que Dios se dirige aquí, no a los jueces prevaricadores de Israel, sino a los de las naciones paganas o a sus jefes políticos, e incluso no faltan quienes suponen que su oráculo se dirige a las divinidades de otros pueblos o a los ángeles tutelares de los diversos pueblos 2. La tesis más comúnmente aceptada es la que supone que Dios habla a los jueces injustos, principalmente a los de Israel 3. En todo caso, en el salmo se pone de manifiesto que Elohim es el Dios único, que está sobre todos los jueces de la tierra, que reciben su potestad judiciaria de El; en este sentido se les llama "dioses." En calidad de delegados de Dios, no pueden tener acepción de personas, y, sobre todo, deben preocuparse de los problemas de los pobres y desvalidos de la sociedad. Supuesta la corrupción administrativa de estos jueces, el salmista termina pidiendo a Dios que juzgue personalmente la tierra. En esta expresión hay una alusión subconsciente a los tiempos mesiánicos, en los que se implantará un reinado de justicia y de equidad. La existencia de injusticias hace suspirar al poeta por una nueva época en que los ciudadanos estarán bajo la égida inmediata del Juez supremo.

Por el contenido del salmo no es posible determinar la época de composición del mismo. Las opiniones de los críticos se escalonan desde los tiempos davídicos4 hasta la de los Macabeos5, pasando por la profética preexílica 6 y la persa 7.

Invitación a juzgar con equidad (1-4).

1 Salmo de Asaf. Está Dios en el consejo divino8, en medio de los dioses juzga: 2"¿Hasta cuándo juzgaréis falsamente, haciendo con los impíos acepción de personas?" Selah. 3 Haced justicia al débil y al huérfano; tratad justamente al desvalido y al menesteroso; 4librad al débil y al pobre, sacadlo de las garras del impío.

Según la concepción bíblica, Yahvé está rodeado de seres angélicos — "hijos de Dios" —, que forman su corte de honor y su consejo de gobierno sobre el mundo 9. Aquí el contexto parece suponer que son jueces humanos, ya que en el v.2 se les echa en cara el ser parciales, olvidando los derechos de los desvalidos 10. Por eso, la expresión dioses se ha de tomar en el sentido de participantes de poderes divinos. Dios les encarga que, como tales, hagan justicia, respetando los derechos de los más olvidados de la sociedad 11.

Dios juzgará castigando a los prevaricadores (5-8).

5 Pero no saben ni entienden, andan en tinieblas; vacilan todos los cimientos de la tierra. 6 Yo dije: "Sois dioses, todos vosotros sois hijos del Altísimo; 7 pero moriréis como hombres, caeréis como cualquiera de los príncipes." 8Levántate, ¡oh Dios! juzga la tierra, pues dominas sobre todas las gentes.

El mismo Dios se hace la reflexión de que, a pesar de la invitación que les acaba de hacer, los jueces o autoridades se muestran obtusos, pues se dejan llevar sólo de las inmediatas ganancias, sin pensar que hay un Juez supremo, que los ha de castigar. Su conducta es la del ciego, que no ve la luz; y, como consecuencia de sus desvarios morales, hasta la misma tierra se siente conmovida y trastornada. En Sal 96:10 se dice que Dios gobierna los pueblos con justicia, y por ello el mundo no se tambalea. El poeta asocia con facilidad el orden físico — expresión de la voluntad y sabiduría divinas — al orden moral, que se mueve también sobre el quicio de las determinaciones divinas. En Sal 75:3-4 se dice que Yahvé, al juzgar con justicia, reafirma las columnas de la tierra; y en Is 24 se dice que, por efecto del desorden moral de los hombres, la tierra se conmueve. San Pablo dirá que las criaturas están en estado violento, como en dolores de parto, esperando la rehabilitación de los hijos de Dios 12. Al servir para el pecado, están fuera de la órbita divina y esperan volver a encontrar su centro sirviendo al hombre, regenerado por la gracia de Cristo.

Solemnemente se contrapone la dignidad de representantes de Dios: sois dioses e hijos del Altísimo (v.6) 13; pero eso no los exime de la suerte común de todos los hombres: moriréis como hombres. Su suerte no ha de ser diferente de la de los príncipes famosos históricos, que también han bajado a la tumba 14 Jesús cita este texto del salmo para justificar su título de "hijo de Dios"15; aunque la argumentación de Jesús aparentemente no concluye, porque su filiación divina es natural y no moral metafórica, como es el caso de los jueces del salmo, sin embargo, ante la estimación del auditorio judío resultaba un argumento eficaz, difícil de rebatir.

El salmista, finalmente, en vista de que los jueces humanos son impotentes para imponer la justicia a causa de su perversión, pide a Dios que intervenga judicialmente en la tierra para imponer sus exigencias de justicia sobre todas las gentes (v.8). La perspectiva es mesiánico-escatológica: el juicio definitivo sobre las naciones forma parte de las promesas mesiánicas. El salmista, consciente de la incapacidad moral de los jueces de Israel para imponer la equidad, pide a Yahvé que intervenga personalmente en la dirección judicial de Israel y del mundo. No se alude a la persona del Mesías, representante de Yahvé, como en Sal 2:8; pero el trasfondo mesiánico general del anhelo del salmista no es difícil de descubrir.

1 Cf. Is 1:23; 3:15; Jer 5:28; Zac 7:10-12; Ex 23:3.6-7; Lev 19:15; Dt 1:16-17. — 2 Es la opinión de Wellhausen, Gunkel, Bertholet, Schmidt y Podechard. — 3 Así piensan Graetz, Deliztsch, Briggs, fialévy, Duhm, Kittel, Kónig, Herkenne, Calés. — 4 Deltizsch. — 5 Hitzig, Duhm. — 6 Graetz. — 7 Gunkel. — 8 Los LXX: "reunión de dioses." — 9 Cf. 1 Re 22:19; Job i,6s; 2:1; 15:8; Sal 89:6-9; Dan 4:14; 7:10. — 10 Cf. Is 3:15; Jer 2:5; Miq 6:2; Ex 10:3; 16:28; Núm 14:11. — 11 Cf. Is 1:23; 5.23; 10:1-2; 56:10-11; Jer 5:27-30; Ez 22:27; Am 5:7; Miq 3:11; Hab 1:4. — 12 Cf. Rom 8:22. — 13 Podechard interpreta las palabras divinas como dirigidas a los espíritus celestes encargados del gobierno del mundo, y, por tanto, responsables de las injusticias que se cometen. Se basa en Dt 4:19-20, donde se dice que Yahvé se reservó la "heredad" de Israel, entregando los otros pueblos a los ejércitos celestes; cf. Dt 29:25; Eclo 17:15; Sal 89:6-9; 95:3; 97:7; 29:1; Dan 10:13:20-21; Job 4:18; 15:15. — 14 Cf. Os 7:7. — 15 Jo 10:3-43.

 

Salmo 83 (Vg 82): Deprecación Contra los Enemigos de Israel.

Esta composición salmódica tiene el aire de una súplica colectiva en un momento en que Israel es hostigado por una coalición de pueblos enemigos vecinos: Edom, Moab, Amón y Amalee. El salmista expresa primero el gran peligro en que se halla Israel como nación ante tales enemigos (2-9), contra los que pide la intervención asoladora divina, como en otro tiempo contra Madián. Las imprecaciónes son rudas, conforme a la mentalidad del A.T., y han de entenderse dentro del estadio imperfecto de revelación que caracteriza estos tiempos anteriores al cristianismo.

El salmista declara que Yahvé es el Dios de Israel; por tanto, atacarle es ir contra los derechos divinos. La historia prueba que Yahvé estuvo con Israel en los momentos difíciles, como en los tiempos de Débora. Esta persuasión debe ser compartida también en las circunstancias actuales, en que el pueblo de Dios está sometido a una presión hostil de parte de numerosos enemigos confabulados. Yahvé es también el Señor del universo y dominador de las fuerzas de la naturaleza. No se puede atacar a su santa morada sin incurrir en su cólera. Aunque momentáneamente parece que Yahvé tiene abandonado a su pueblo, en realidad lo está probando, y terminará por ponerse a su lado para salvarlo.

Los autores no se muestran unánimes al determinar la fecha de composición del salmo; y, así, mientras unos suponen que fue compuesto con motivo de la coalición de edomitas, moabitas y amonitas contra Judá en tiempos de Josafat (873-849) 1, otros más bien piensan que el salmista alude a los hechos ocurridos en tiempo de los Macabeos 2. No faltan quienes supongan, por el contrario, que se alude a la hostigación sistemática contra los judíos en tiempos de Nehemías 3, Todo esto prueba que por el contenido del salmo no se puede determinar la época precisa de su composición, máxime teniendo en cuenta que estos salmos han sido retocados y amplificados en el correr de los tiempos.

Confabulación de enemigos contra Israel (1-9).

1 Cántico. Salmo de Asaf4. 2 No permanezcas silencioso, ¡oh Dios! no enmudezcas, no te aquietes, ¡oh Dios! 3 Mira que bravean tus enemigos y yerguen la cabeza los que te aborrecen. 4 Tienden asechanzas a tu pueblo y se conjuran contra tus protegidos. 5 Dicen: "Venid y borrémoslos de entre las naciones; no haya más memoria del nombre de Israel." 6 Pues todos a una se han confabulado, se han ligado estrechamente contra ti: 7 las tiendas de Edom y los ismaelitas, Moab y los agarenos, 8 Gebal, Amón y Amalee, los filisteos con los habitantes de Tiro. 9 También se ha unido a ellos Asur, dando su brazo a los hijos de Lot. Seláh.

El Dios de Israel parece desinteresarse de los problemas de su pueblo, pues en un momento de común hostilidad contra él de parte de los pueblos vecinos no muestra su poder, protegiéndole y castigando a sus enemigos. El salmista invita suplicante a su Dios que salga de este desconcertante mutismo, porque la situación es crítica en grado sumo 5, ya que los enemigos amenazan insolentemente — yerguen la cabeza — caer sobre Israel. En realidad, éstos son los que aborrecen a Dios, ya que Israel le pertenece por derecho propio como su "heredad" peculiar entre las naciones6. Teóricamente, los israelitas son sus protegidos, pues ha prometido ayudarles; llega, pues, la hora del cumplimiento de tales promesas.

El salmista dramatiza la confabulación de los enemigos de Israel: quieren borrarlo del concierto de las naciones para que no quede ni el recuerdo de su nombre7. Durante siglos, Yahvé había sido su protector y había realizado portentos en su favor; pero ahora parece que lo tiene olvidado, y, en consecuencia, es el momento de atacar masivamente para hacerlo desaparecer como nación. Después el salmista enumera los pueblos que se confabulan contra el pueblo de Dios: Edom: los nómadas (tiendas de Edom) al sudeste de Palestina, entre el mar Muerto y el golfo de Akaba. Los ismaelitas, al noroeste de Arabia8. Los agarenos: tribus arabo-arameas, al este de Moab 9. Moab: al este del mar Muerto. Geballa:"Gabalene" de Plinio, en la parte septentrional de Edom, cerca de Petra. Amón ocupaba el territorio al norte de Moab hasta el río Yaboc. Amalee es el enemigo más antiguo de Israel, que se opuso a su paso por el desierto al salir de Egipto, y habitaba en el Negueb o sur de Palestina 10.

Los filisteos se extendían por la costa de Canaán, donde se habían establecido en el siglo XI a. C; no eran semitas, sino más bien de procedencia indoeuropea. Los habitantes de Tiro: los fenicios, que en Am 1:6-9 aparecen aliados con los filisteos y Edom contra Judá 11. Amón: al norte de Moab. Asur: generalmente en la Biblia designa el imperio asirio, pero después se confunde con el nombre de sirio y aun con el de babilónico o mesopotámico en general. Pero en Gen 25:3 se habla de los Asurin, tribus nómadas al oeste de la península sinaítica. El salmista pudo recoger de la tradición bíblica todos estos nombres para juntarlos más o menos artificialmente y dar así la impresión de que todos los pueblos conspiran en este momento contra el pueblo de Yahvé, lo que exige la inmediata intervención divina si Israel se ha de salvar como colectividad nacional. Los. hijos de Lot son los moabitas y amonitas 12.

Imprecaciones contra los enemigos de Israel (10-19).

10 Hazles como hiciste a Madián, a Sisara, a Yabín en el to -rrente Cisón, n que fueron exterminados en Endor y vinieron a ser estiércol de la tierra. 12 Trata a éstos y a sus jefes como a Oreb y a Zeb, corno a Zebaj y a Salmaná y a todos sus príncipes, 13 que dijeron: "¡Apoderémonos de las moradas de Dios!" 14 Trátalos, Dios mío, como a hoja arrastrada por el torbellino, como a pajuela llevada por el viento; 15 como abrasa el fuego la selva y como quema la llama los montes, 16 persigúelos así con tu tormenta, atérralos con tu huracán. 17 Cubre su rostro de ignominia y busquen tu nombre, ¡oh Yahvé! 18 Sean para siempre confundidos y aterrados, sean llenos de vergüenza y perezcan, 19 y reconozcan que tu nombre es Yahvé y que sólo eres el Altísimo sobre toda la tierra.

Las antiguas victorias de las tribus israelitas fueron obra de Yahvé; entre ellas destacan las conseguidas en los tiempos de los jueces: la de Barac, vencedor de Sisara 13, y la de los hijos de Israel vencedores de Yabín 14. El salmista toma pie de estos recuerdos épicos para pedir a Dios que repita sus resonantes victorias. Isaías alude a la victoria de Gedeón sobre los madianitas, amalecitas y árabes como gesta memorable de Yahvé 15. El torrente Cisón fue el lugar de la derrota de Sisara, cerca del monte Carmelo 16. Endor es una localidad al sur del Tabor, donde acampó Barac antes de atacar a Sisara 17. La derrota de los madianitas tuvo lugar en En-Ha-rod 18. Los cadáveres de los enemigos, al no recibir sepultura, sirvieron para estiércol de la tierra; es la mayor humillación que se podía inferir al enemigo 19. Los generales vencidos se llamaban Oreb y Zeb 20. Zebaj y Salmand son los jefes madianitas vencidos por Gedeón 21.

El salmista, basado en la gloriosa historia de Israel, pide a Yahvé que castigue con dureza a los que ahora se coaligan contra su pueblo para apoderarse de las moradas de Dios (v.1s), el territorio donde habita Yahvé, Dios de Israel 22. Con metáforas fuertes, el poeta desea que la ira divina haga presa sobre sus enemigos, como la llama en el bosque, y para que huyan despavoridos como hoja arrastrada por el torbellino, aterrados por el huracán de su cólera. Los símiles se multiplican para recalcar las ansias de revancha sobre los que injustamente se confabulan contra Israel. Sólo así serán confundidos y reconocerán el poder del nombre del Dios de Israel, sometiéndose al Altísimo, que gobierna toda la tierra.

1 Cf. 2 Par 20, 1 s. Opinión de Delitzsch, Lesétre, Kónig. — 2 Cf. 1 Mac 5:1s. Hipótesis de Hitzig, Kittel, Bertholet. — 3 Cf. Neh 4:s; 6:1-14; 2:19. Suponen esta fecha Ewald y Briggs. — 4 Sobre los títulos véase com. a Sal 73:1. — 5 Cf. Is 63:5; Sal 28:1; 35:22; 39:13- — 6 Cf. 1 Re 8:51, Sal 16:6; Jer 12:8. — 7 Cf. Jer 48:2; Sal 74:7; 1 Mac 5:2. — 9 Cf. 1 Par 5:10.18. — 8 Cf. Gen 25:13-15. — 10 Cf. Gen 36:12; Ex 17:8. — 11 Los filisteos y habitantes de Tiro no aparecen en la coalición contra Judá de los tiempos de Josafat (cf. 2 Par 20:1s). — 12 Cf. Gen 19:30-38; Dt 2:9-19; 2 Par 20:1. — 13 Cf. Jue 413-22. — 14 Cf. Jue 4:2.13.23-24; — 15 Cf. Is 9:4; 10:26. — 16-Cf. Jues,2T. — 17 Cf. Jue 4:6, 12, 14. — 18 Cf. Jue 7:1. — 19 Cf. Sal 79:3; Jer 8:2; 16:4; 25:33. — 20 Cf. Jue 7:25, — 21 Cf. Jue 8:4-21. — 22 Algunos autores, como Podechard, traducen "praderías de Yahvé."

 

Salmo 84 (Vg 83): Presencia de Dios en el Templo.

El yahvista fervoroso tenía toda su ilusión en vivir a la sombra del templo, participando de la familiaridad con su Dios en la asistencia a las funciones litúrgicas. Este salmo es similar a los salmos 42 y 43. En éstos se refleja la nostalgia del levita que no puede asistir a la vida de culto del templo; en este salmo 84 se dan gracias a Dios y se entona un himno de alabanza por haberle otorgado el inmenso beneficio de poder tener acceso al santuario. Es la voz agradecida del peregrino que puede acercarse a la morada de Yahvé y vivir en intimidad espiritual con su Dios.

El salmo es lírico y no didáctico, y canta a Yahvé corno Dios viviente, Señor de las jerarquías angélicas. Soberano de los ejércitos astrales, Israel es el pueblo escogido por este Dios omnipotente, y tiene su morada en el templo de Sión. El peregrino que llega a él se siente feliz, pues más vale un día en la casa del Señor que mil fuera de su recinto sagrado. Con toda ingenuidad muestra envidia de los sacerdotes y levitas, que pueden vivir permanentemente en los atrios del Señor. Consciente de su vinculación a la nación privilegiada, el salmista ruega por el ungido de Yahvé, el rey, que es el eslabón que conduce al Ungido por excelencia: el Mesías. Así, la oración del salmista es colectiva, pues se asocia a los intereses generales de la nación.

Por las alusiones al templo y al rey hemos de suponer que el salmo es anterior al exilio. Los reyes Ezequías y Josías, profundamente piadosos, habían fomentado las peregrinaciones al templo con motivo de la Pascua *. Quizá el salmista refleje aquí una de estas circunstancias históricas de los tiempos gloriosos de la monarquía israelita.

La dicha del que habita en los atrios del Señor (1-5).

1 Al maestro del coro. Sobre la "getea." Salmo de los hijos de Coré 2. 2¡Cuan amables son tus moradas, oh Yahvé de los ejércitos! 3 Mi alma ha suspirado hasta desfallecer por los atrios de Yahvé, mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el Dios vivo. 4 Halla una casa el pájaro, y la golondrina donde poner sus polluelos; cerca de tus altares, ¡oh Yahvé de los ejércitos, Rey mío y Dios mío! 5 Bienaventurados los que moran en tu casa y continuamente te alaban. Seldh.

El salmista ansia vivir junto a las moradas de Yahvé, el templo de Jerusalén. Todo su ser — alma, corazón y carne — se estremece ante la perspectiva de poner los pies en los atrios del recinto sagrado, santificados por la presencia del Altísimo. Bajo este aspecto, el poeta siente envidia de los paj arillos, que pueden anidar cerca de los altares del tabernáculo de Yahvé, el Dios viviente, que como tal infunde vida espiritual — fe y esperanza — al que se acerca a El. Por eso considera bienaventurados a los que habitualmente pueden tener su morada en su casa y alabarle incesantemente, viviendo en una atmósfera de santidad.

El peregrino de Yahvé (6-8).

6 Bienaventurado el hombre que tiene en ti su fortaleza y anhela tus senderos 3; 7 aun pasando por el valle de las balsameras 4, lo convertirán en fuente, como cubierto de las bendiciones de la lluvia otoñal; 8 y marcharán cada vez más animosos para ver al Dios de los dioses en Sión.

Ahora el salmista piensa en el peregrino que avanza penosamente hacia el santuario bendito. A pesar de su duro caminar, el. poeta siente envidia de él, pues se acerca a la morada de Dios, y este pensamiento endulza su camino. Aunque tenga que pasar por lugares áridos donde nacen las balsameras, el pensamiento de que se acerca a Jerusalén convertirá el lugar en delicioso, como si fuera un oasis en el que no falta la fuente y el verde césped surgido a merced de las ansiadas primeras lluvias otoñales. El pensamiento de ver al Dios de los dioses — asistir a las manifestaciones del culto de Yahvé — en el templo de Sión le hace caminar más animoso.

Súplica final (9-13).

9 Oye mi oración, ¡oh Yahvé de los ejércitos! apresta el oído, ¡oh Dios de Jacob! Selah. 10 Escudo nuestro, Dios, mira y contempla el rostro de tu ungido; J1 porque más que mil vale un día en tus atrios, y prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios a morar en las tiendas del impío. 12 Porque sol y escudo es Yahvé, Dios, y da Yahvé la gracia y la gloria y no niega los bienes a los que caminan en integridad. 13 ¡Oh Yahvé de los ejércitos! ¡Bienaventurado el hombre que en ti confía!

Los V.9-10 intercalan una oración por el ungido de Dios, el rey 5. El salmista piensa en el representante de Yahvé y se siente vinculado espiritualmente a él, porque, en su concepción teocrática, el rey representa los intereses de su pueblo y la garantía de continuidad hacia los tiempos mesiánicos. Yahvé es el escudo protector de su pueblo, y, en calidad de tal, debe tener especial solicitud por su ungido. Su protección no se limita a defender, sino que es fuente de vida y energía como el sol, pues de El proviene la gracia — manifestación benevolente hacia, sus fieles — y la gloria: el honor y la prosperidad 6. El salmista termina declarando dichoso al que se entrega incondicionalmente a su Dios.

El v.11 está desplazado y tiene su lugar propio después del v-3, donde se habla de la felicidad del que mora en los atrios del Señor. El permanecer un día en la casa de Yahvé compensa las penalidades de la dura peregrinación; y es preferible estar en el umbral del templo, expuesto a las inclemencias del tiempo, a morar confortablemente en las tiendas del impío 7.

1 Cf. 2 Par 30:1; 35:1. — 2 Cf. Sal 16:8; 73:26; 1 Tes 5:23. — 3 Así el TM. Los LXX: "las subidas," la ascensión hacia Jerusalén. Cf. Sal 120. — 4 El TM: "pasando por el valle de Baca, hacen un lugar de fuente. Aun de bendiciones la reviste la lluvia otoñal." Los LXX: "valle de las lágrimas." Cf. Juc 2:5. Se supone que este valle estaba cerca del de la Gehenna en Jerusalén, siendo así la última etapa de la peregrinación. La alusión a las lluvias otoñales parece suponer que se trata de los peregrinos que suben con motivo de la fiesta de los Tabernáculos. Cf. Ex 23:14. — 5 Cf. Sal 28:8-9; 61:7-8; 2:2; 18:51; 89:39.52; 132:10. La expresión "Dios de Jacob" aparece en Sal 20:2; 24:6; 46:8.12; 75:10; 76:7; 81:2; 84:9; 94:7; 132:2.5. — 6 Cf. Sal 85:8; 1 Re 3,Π· — 7 Cf. Sal 120:4.

 

Salmo 85 (Vg 84): Oración por la Salvación del Pueblo.

La repatriación de los exilados de Babilonia no fue tan gloriosa como habían anunciado los profetas. Λ pesar de que las penalidades de la cautividad eran ya sólo un recuerdo, la reconstrucción de la vida nacional y religiosa en la tierra de Yahvé fue penosa y lenta, debido a la penuria de medios y a la hostilidad de las poblaciones vecinas. El salmista parece reflejar esta situación de desánimo de los repatriados, y, como los profetas Ageo y Zacarías, trata de infundir ánimos, pidiendo a Dios que complete la obra de liberación, olvidando el pasado pecaminoso de Israel y ofreciendo un futuro más esperanzador.

El salmo se divide en tres partes, que responden a tres momentos psicológicos: a) reconocimiento de la liberación pasada (2-4); b) súplica de plena restauración (5-8); c) oráculo profetice sobre un futuro esperanzador lleno de felicidad (9-14): la plena rehabilitación de los tiempos mesiánicos. La restauración que siguió al exilio fue sólo el preludio de otra futura que colmará las ansias de paz y de felicidad de los afligidos israelitas.

No pocos críticos ven en esta triple distribución una alternancia de coros y solistas, conforme a las exigencias del culto litúrgico. Lo que sí es claro es la necesidad de distinguir los diversos momentos psicológicos del poeta, que se adaptan a las tres partes del salmo: pasado, presente y futuro. En este supuesto desaparece la confusión y aun contraposición de ideas en el mismo plano conceptual.

La alusión a la larga prueba de postración del pueblo israelita supone que el salmista vive después del exilio babilónico, cuando aún no se habían salvado los primeros grandes obstáculos para la reconstrucción nacional. El estilo de la lengua es clásico. No hay motivos para retrasar su composición hasta los tiempos macabaicos.

La liberación pasada (1-4).

1 Al maestro de coro. Salmo de los hijos de Corél. 2Has sido complaciente con tu tierra, ¡oh Yahvé! Has hecho volver a los cautivos de Jacob. 3 Has perdonado la iniquidad de tu pueblo y has ocultado todos sus pecados. 4 Has apartado todo tu furor y has alejado el ardor de tu cólera.

El salmista reconoce los beneficios de Yahvé antes de formular nuevas súplicas. Por su poder han vuelto los cautivos israelitas, haciendo caso omiso de los pecados de su pueblo. Israel hubiera merecido un castigo más severo por sus infidelidades, pero la misericordia y magnanimidad divinas se han sobrepuesto a las exigencias de la estricta justicia.

Súplica de plena restauración (5-8).

5 Vuélvete a nosotros, Dios de nuestra salvación, y haz cesar tu resentimiento contra nosotros. 6 ¿Vas a estar irritado siempre contra nosotros y vas a prolongar tu cólera de generación en generación? 7¿No vas a devolvernos la vida para que tu pueblo pueda gozarse en ti? 8Haznos ver, ¡oh Yahvé! tu piedad y danos tu ayuda salvadora.

Después de reconocer la benevolencia divina en el pasado, el poeta avanza en el pensamiento y se fija en la situación presente, tan deplorable. La obra de Yahvé ha quedado a medias, porque Israel aún no ha alcanzado la plena restauración, y, por tanto, es preciso que continúe ayudándole, deponiendo su enojo y resentimiento contra él. Es preciso que devuelva la vida a la nación, conforme a las antiguas profecías mesiánicas 2. Sólo así el pueblo de Yahvé podrá gozarse plenamente en su Dios. La plenitud de la vida nacional será la mejor prueba de la manifestación de la piedad de Yahvé para con su pueblo. En un arranque de confianza, el salmista clama por la ayuda salvadora del Omnipotente, Señor de Israel.

El glorioso futuro mesiánico (9-14).

9 Yo escucho lo que dice Dios, Yahvé; que sus palabras son paz para su pueblo y para sus piadosos y para cuantos se vuelven a El de corazón3. 10Sí, su salvación está cercana de los que le temen, para habitar la gloria en nuestra tierra. 11 Se han encontrado la piedad y la fidelidad, se han dado el abrazo la justicia y la paz; 12 brota de la tierra la fidelidad y mira la justicia desde los cielos. 13 Yahvé mismo otorgará el bien, y nuestra tierra dará sus frutos. 14 Va delante de su faz la justicia, y la paz seguirá sus pasos 4.

En estilo profético-oracular, el salmista anuncia que Dios va a dar una palabra de esperanza en contestación a su ansiada súplica. Después de tantos sinsabores, Dios les va a hablar de paz, pero sólo participarán de esta promesa los que se vuelvan a El de corazón. La hora de la ira y del resentimiento ha pasado para traer la salvación a los que le temen. La gloria de Yahvé — su manifestación esplendente en el templo — se va a manifestar en la tierra5. Hasta ahora Yahvé mantenía una actitud de reserva y mutismo respecto de su pueblo; pero ahora va a colmarlo de favores. Como consecuencia de su intervención divina se van a encontrar (la formulación está en perfecto profético) la piedad y la fidelidad: la fidelidad de los hombres va a corresponder a la piedad de Yahvé; y como consecuencia de su justicia salvadora se implantará la paz y la reconciliación definitiva. Llega la hora en que la fidelidad brotará en la sociedad como un fruto espontáneo de la tierra, correspondiendo a la justicia - salvación — de Dios, que está en los cielos 6, No sólo cu el orden moral se dará una transformación total, sino que también en el material la tierra se mostrará feraz, dando sus frutos en correspondencia a la benevolencia de Yahvé, que otorga el bien y la bendición. El salmista se sitúa en las perspectivas de los vaticinios proféticos mesiánicos7. Con una vigorosa personificación presenta a Yahvé habitando en medio de su pueblo, llevando como acompañantes a la justicia y a la paz 8; son su guardia de honor 9. Con esta perspectiva esperanzadora cierra el salmista su composición, llena de emotivos sentimientos y de resonancias mesiánicas.

1 Cf. Sal 75 1; 84:1. — 2 Cf. Os 6:2; Hab 2:4; Ez 37:3s; Sal 71:20; 80,18. — 3 Así según los LXX. El TM: "para que no caigan en su presunción"; seguido por la Bib. de Jér. — 4 El TM: "colocará sobre el camino sus pasos." Nuestra versión es similar a la de la Bib. de Jér., que supone una ligera corrección. — 5 Cf. Sal 26:8; Ez 1:28; 43:2-5. — 6 Cf. Saf 72:3; Is 45:8; Sal 33:12-15; 53:3 — 7 Cf. Is 4:2; 3:23; Jér 31:12.14; Sal 72:16; Lev 26:4. — 8 Cf. Sal 89:15; 97:2; Is 40:10; 58:8; 62:11. — 9 En Hab 3:5 se presenta a Yahvé escoltado por los flagelos de la desolación.

 

Salmo 86 (Vg 85): Petición de Auxilio Divino.

Esta composición salmódica puede caracterizarse como una lamentación individual de un perseguido que confía su desesperada causa a Yahvé. Sus desahogos llevan el sello de la sencillez y de la humildad más subidas. Sus frases están salpicadas de reminiscencias de otros salmos. La composición se divide en tres partes netas: a) súplica confiada a Yahvé (1-7); b) acción de gracias (8-13); c) nueva súplica, pidiendo la liberación de los enemigos que injustamente le atacan (14-17).

La anomalía de esta distribución ha hecho pensar a muchos críticos que en este salmo encontramos al menos dos fragmentos de origen diverso que han sido yuxtapuestos 1. Debido a las numerosas referencias a otros salmos y a otras partes de las Escrituras, los comentaristas comúnmente suponen que el salmo es de composición tardía, ciertamente posterior al exilio. No obstante, el título lo atribuye a David, lo que resulta anómalo en esta colección "elohístiea", El estilo es sobrio, sin apenas metáforas.

Súplica confiada a Dios (1-7).

1 Oración. De David. Inclina, Yahvé, tus oídos y óyeme, porque estoy afligido y soy un menesteroso. 2 Guarda mi alma, pues que soy tu devoto; salva, mi Dios, a tu siervo, que en ti confía. 3 Ten piedad de mí, ¡oh Yahvé! pues te invoco todo el día. 4 Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, ¡Señor! alzo mi alma. 5 Pues tú eres, Señor, indulgente y bueno y de gran piedad para los que te invocan. 6 Escucha, ¡oh Yahvé! mi oración y atiende a la voz de mi plegaria. 7 En el día de mi angustia te llamo, porque me has de escuchar.

Con frases estereotipadas en el Salterio, el autor expresa sus ideas y deprecaciones 2. Todo el salmo es un mosaico de frases que conocemos por otras composiciones, pero que expresan bien el estado de adicción y de confiada súplica del devoto de Yahvé. Este se siente con derecho a procurarse la protección del que es el centro de su vida espiritual. Su misma vida de piedad es una causa suficiente para atraer su atención 3. Angustiado por las contradicciones, el salmista se siente profundamente abatido, y pide que se levanten sus ánimos. Yahvé es indulgente y está más pronto a perdonar que a castigar 4; por eso tiene completa confianza en que ha de ser escuchado 5.

Promesa de acción de gracias (8-13).

8 No hay, Señor, en los dioses semejante a ti, y nada hay que iguale tus obras. 9 Todas las gentes que tú hiciste, vengan, Señor, a postrarse ante ti y honren tu nombre. 10 Pues que tú eres grande y obras maravillas, tú eres el solo Dios. ll Enséñame, ¡oh Dios! tus caminos, para que ande yo en tu fidelidad y mi corazón únicamente tema tu nombre. 12 Yo te alabaré, Señor, Dios mío, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre por siempre. 13 Pues tu piedad ha sido grande para mí por haber liberado mi alma del fondo del averno.

Agradecido por haber sido salvado de un peligro de muerte (v.13), el salmista entona un himno de alabanza a Yahvé, que no tiene igual entre los dioses de los otros pueblos. La frase tiene su antecedente bíblico en textos arcaicos 6, y no prueba que el salmista admita la existencia real de otros dioses, pues en el v.10 declara paladinamente que sólo Yahvé es Dios. Siguiendo con su propensión a utilizar frases hechas bíblicas, el poeta expresa su admiración por Yahvé, ante el que no pueden contender los supuestos dioses de otras naciones. Llevado de su entusiasmo por la grandeza de su Dios, invita a todas las gentes a reconocer su soberanía, ya que todos son obra suya7. Por otra parte, su trascendencia es absoluta, y sólo Yahvé merece los honores de la divinidad (v.10) 8.

Supuesta esta grandeza única de Yahvé, el salmista le pide que le muestre sus caminos — su voluntad — para no separarse en nada de El, de forma que su corazón permanezca centrado en torno a El y le siga con toda fidelidad (v.11). En su experiencia personal ha sentido la mano del Todopoderoso, y por eso promete una alabanza constante al que ha liberado a su alma — su vida — de las tenebrosidades de la región de los muertos, el seol o averno (v.1s).

Nueva súplica de liberación (14-17).

14 ¡Oh Dios! gentes soberbias se alzan contra mí, una banda de violentos buscan mi alma, y no te prestan ninguna atención9. 15Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, magnánimo y de gran piedad y fidelidad10. 16Vuélvete hacia mí y ten piedad de mí; fortalece a tu siervo y salva al hijo de tu esclava. 17Haz conmigo un signo de bondad, y, viéndolo, confúndanse los que me odian; pues tú eres Yahvé, que me socorres y me consuelas.

Esta sección parece más adaptada al contexto de la sección primera (1-7), pues en ella se determinan las causas de la gran angustia que embarga el alma del salmista: gentes soberbias y sin escrúpulos religiosos atentan contra su vida H. Pero, con todo, el piadoso sabe que tiene a su lado a Yahvé, pues es siempre compasivo y está dispuesto a perdonar sus posibles faltas que hayan causado la actual hostilidad contra él12. Por ello, con toda confianza suplica a Dios que le salve de la crítica situación en que se halla: es su esclavo, entregado a su servicio, como el nacido de la esclava de la casa 13. Por ello puede estar seguro de su fidelidad. Confiado en su magnanimidad, le pide un signo en que muestre su bondad en su favor, quedando así avergonzados y confundidos los que injustamente conspiran contra él. La asistencia extraordinaria de Yahvé sería una prueba de que el salmista perseguido tenía el beneplácito y la aprobación divinas 14.

1 Ewald sugiere que los v.14-17 constituían un poema independiente, semejante a la primera sección. Schrnidt, en cambio, cree que el salmo primitivamente estaba constituido por los v.1-7 y 14-17. Es la opinión de Podechard, — 2 Cf. Sal 31:8a; 711:2b; 102:3b; 53:3a; 35:10; 37 141 40:1sa, — 3 Cf. Sal 25:203; 57:2-3. — 4 Cf. Ex 20:6; 35:6; Núm 14:18. — 5 Cf. Sal 5:2-3; 28:2; 130,2; 17:6; 77:3. — 6 Cf. Ex 15:1 s; Sal 89:7; Dt 3:24. — 7 Cf. Sal 22:28-29; 66:4; 102:16. — 8 Cf. Sal 83:19; 2 Re 19:15. — 9 Líf. el TM… — 10 Lit, nardo a la ira" (magnanimo). — 11 Cf. Sal 54:6. — 12 Sal 103.8; m 4; 111.; 2 Par 30 9, — 13 Cf. Ex 21:2s; Sal 116:16; 25:16a. — 14 Algún autor piensa en la señal de Dios en una ordalía del templo (Mowinckel).

 

Salmo 87 (Vg 86): La Gloria de la Jerusalén Mesianica.

Esta composición tiene el aire de un himno procesional, en el que intervienen las voces de los peregrinos que se sienten dichosos al pisar el suelo sagrado de la ciudad santificada por la presencia de Yahvé y centro de la comunidad teocrática israelita. Iluminados por los antiguos vaticinios mesiánicos, la ciudad aparece a sus ojos como centro de la nueva teocracia futura mesiánica, a la que tendrán acceso gentes nacidas en Mesopotamia, Egipto, Filistea y Etiopía. Las expresiones tienen un aire profético, y se distinguen por el estilo vigoroso, lleno de lirismo arrebatador. "Es terso, abrupto, enigmático, semejante a un oráculo profético..."1 Sión es presentada como la metrópoli del reino universal de Yahvé, al que los miembros de todas las naciones tienen acceso como ciudadanos de la teocracia gloriosa: la ciudadanía de Sión es conferida a todos como si hubieran sido nacidos en la ciudad santa. La perspectiva, pues, del salmista empalma con las grandes profecías universalistas mesiánicas 2.

Los eternos rivales de Israel reconocerán la soberanía de Yahvé y se sentirán dichosos de formar parte de la nueva teocracia, con Sión por capital. Jerusalén se convierte así en la ciudad de Dios y madre de los pueblos: la orgullosa Egipto, la antigua Babilonia, Tiro, la reina del comercio, y hasta la lejana Etiopía se sentirán llamadas a formar parte del nuevo orden de cosas. Este universalismo empalma con las más brillantes profecías mesiánicas. Aunque no pocos críticos modernos traten de minimizar este horizonte universalista, proponiendo que el salmista piensa sólo en los judíos de la diáspora, sin embargo, la mención de Etiopía y de Tiro parecen más bien suponer que el pensamiento del hagiógrafo se dirige a los gentiles de estas regiones, en otro tiempo hostiles al pueblo de Dios,

En los vaticinios de la última parte del libro de Isaías se alude a esta vinculación de todos los pueblos a Sión como madre de todas las naciones; es la perspectiva del salmo, cuya composición habrá de ponerse en la época persa, justamente en los tiempos en que fueron redactados los vaticinios del Trito-Isaías. El universalismo se va abriendo paso frente al particularismo judaico, como se reflejará en la literatura sapiencial didáctica de los últimos tiempos del judaísmo.

Sión, ciudad de Dios y madre de los pueblos.

1 De los hijos de Coré. Salmo-cántico 3. Fundación suya sobre los santos montes. 2Ama Yahvé las puertas de Sión más que todas las moradas de Jacob. 3Muy gloriosas cosas se han dicho de ti, ciudad de Dios. Selah. 4 Contaré a Rahab y a Babilonia entre los que me conocen; he aquí a la Filistea y a Tiro juntamente con Etiopía. ¡Estos allí nacieron! 5 Y Sión dirá: "Este y el otro han nacido en ella4, y es el Altísimo el que la sostiene." 6Inscribirá Yahvé en el libro de los pueblos: "Este nació allí." Selah. 7Y cantarán saltando de júbilo: "En ti están mis fuentes todas."

Jerusalén tiene un título único de honor: ha sido fundada por el propio Dios sobre los montes santos, las colinas de Sión y Moría, sobre las que se asentaba la primitiva ciudad 5. Para el salmista, la vida de la ciudad santa comienza con el establecimiento de Yahvé en la colina de Sión6. Jerusalén, en realidad, es una ciudad muy antigua, que en las cartas de Tell Amarna (s.XV a.C.) se la llama "Urusalimu." Al ser tomada a los jebuseos por David, se le cambió el nombre en "ciudad de David."7 Después de la edificación del templo de Salomón, se convirtió en centro religioso excepcional para todos los israelitas. Más tarde, en el 621 a.C., Josías lo declaró

santuario único nacional 8.

El salmista desahoga líricamente sus sentimientos de devoción para con la ciudad santa por excelencia, y contempla las puertas de Sión rebosantes de peregrinos procedentes de todas partes. Es en ellas en las que Yahvé tiene sus complacencias por encima de todas las moradas o localidades de Jacob-Israel.

Es la ciudad de Dios, que tiene los destinos más gloriosos, conforme a lo que se dice en Sal 48:3: "El monte de Sión, delicia de toda la tierra, se yergue bello al lado del aquilón de la ciudad del gran rey." El salmista piensa en las profecías mesiánicas que hablan del esplendor de la futura Jerusalén 9, y por eso dice con énfasis: Muy gloriosas cosas se han dicho de ti, pues es la ciudad de Dios 10. Siguiendo el estilo oracular profético, habla Dios, declarando la universalidad de las gentes que acuden a la ciudad santa. De todas partes le conocen y admiten su soberanía: de Egipto, designado con el nombre de Rahab — monstruo marino que personificaba a la nación del Nilo 11 —; de Babilonia, de Fenicia (Filistea y Tiro) y de Etiopía se acercarán a Sión para rendir homenaje a Yahvé como único Dios. Es el eco de los vaticinios mesiánicos universalistas de los profetas 12. Yahvé los reconoce solemnemente como nacidos en Sión: Estos allí nacieron (v.4c). Por este decreto adquieren todos los derechos y privilegios de los oriundos de Jerusalén: son ciudadanos de Sión.

El salmista, haciéndose eco de las palabras divinas antes formuladas, comenta el gran honor que han recibido todos: Este y el otro han nacido en ella. Esta nueva ciudadanía es obra del propio Dios, y por ello indestructible, como la misma ciudad: es el Altísimo el que la sostiene (ν.5). Para que nadie pueda disputar los derechos a los nuevos ciudadanos, Yahvé los inscribirá en el registro de los pueblos: Este nació allí (v.6). Con un bello antropomorfismo, el poeta presenta a Dios haciendo cuidadosamente el censo de los pueblos y declarando públicamente el cambio de ciudadanía de los prosélitos que se. acercan a Sión para recibir los derechos de los nacidos en ella. Uno detrás de otro, escribe: Este nació allí13.

Los nuevos ciudadanos responden a esta iniciativa de Dios con un canto de alabanza: En ti están mis fuentes todas (v.7). La expresión es enigmática, y hay que relacionarla con las "fuentes de salvación" de Is 12:3 14 Yahvé, y por El la ciudad santa, es la fuente de alegría y de felicidad de los que se acercan a El y le reconocen como Soberano. La expresión de los nuevos ciudadanos tiene eco en los peregrinos de todos los tiempos, que se suman a las manifestaciones profesionales y cantan la gloria de Jerusalén, morada de Yahvé.

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 518. — 2 Cf. Is 2:2-4; Miq 4:1-3; Ts ττ,το; 18:7; 19,tos; 44:5; 6o:1s; Sof 2:2; 3,ο-το; Zac 2:11; 8.20-23. — 3 Sobre el sentido de los Tνtulos véase ccm. a 84:1; 73:1; 75:1, — 4 La.s /i/6. de Jet., siguiendo a los J_XX: "Mas a Sión le dirá cada uno: Madre, porque en ella es nacido cada uno." Calés: "A Sión se dirá: Madre, ¡cuántos hombres han nacido!" — 5 Quizá santos montes sea un plural poético para designar al monte por excelencia, Sión. — 6 Cf. 2 Sam 6:1. — 7 Cf. 2 Sam 5:1s. — 8 Cf. 2 Re 23:1s; Sal 68:17; 132:13; 48:2-3; 76:3. — 9 Cf. Is 2:2s; 51:9; 11:10; 16:205; Sal 6o:1s. — 10 Cf. Sal 48:3. — 11 Cf. Is 30:7. Rahab es símbolo también del caos primitivo (Sal 89:11), — 12 La conversión de las gentes ha sido anunciada en Is 2:2-4; Miq 4:1-2; Is ιι,ιο; 19:25; 44:5; 49.12.21. — 13 Sobre los registros de los ciudadanos vιase Sal 69:27; Is 4:3; Ez 13:9; Esd 2:62. — 14 Cf. Sal 36:8s; 84:5; Ez 47:1; Jl 3:18; Zac 14:8.

 

Salmo 88 (Vg 87): Oración de un Afligido en Peligro de Muerte.

El salmista es un fiel piadoso atacado de una grave enfermedad desde su juventud, y por ello aislado de la vida social y aun cíe sus allegados y amigos íntimos. En tono deprecatorio y con no poca resignación expone el doliente su triste situación, apelando a un milagro de la omnipotencia divina que le libre de la muerte segura. Tiene conciencia de que la enfermedad le ha sido enviada por Dios; sin embargo, no hay quejas contra este modo de proceder de la Providencia. Para mover a Yahvé a que le libre de la muerte, recuerda que en la región tenebrosa de los muertos no podrá continuar alabándole.

Se ha dicho de este salmo que es el "más triste de todo el Salterio. Es un grito patético del que sufre sin alivio. En otros salmos la luz penetra a través de las nubes al fin; aquí la bruma es más oscura al final. Es sintomático que la última palabra es oscuridad."1 No protesta como Job, alegando su inocencia; pero tampoco tiene conciencia de pecado; únicamente expone su situación, sin averiguar las causas morales de su enfermedad. Llevado de su ardiente fe, pide una curación milagrosa, pues sus esperanzas de ultratumba son sombrías: los difuntos están abandonados en la región del Seol, de la que no es posible salir y en la que no hay comunicación afectiva con Dios, que constituye su centro espiritual.

Podemos dividir la composición en tres partes: a) el doliente está al borde del sepulcro, abandonado de sus amigos (2-8); b) ¿No hará Yahvé un milagro para salvarlo? (9-13); c) ¿Por qué Dios le rechaza? (14-19). Algunos autores han sugerido que el doliente es el tipo de Israel sufriendo en el exilio, y, por tanto, que sus quejas tienen un carácter nacional colectivo 2; sin embargo, nada insinúa de modo concreto que el salmo tenga este sentido colectivo; generalmente se le interpreta como una lamentación individual al estilo de otros salmos. No hay reacciones fuertes, como en el libro de Job; ni deseos de venganza, ni expresiones desesperadas. Es difícil determinar la época de su composición. Como hay alguna palabra aramea, los críticos en general se inclinan por un origen postexílico.

Al borde del sepulcro, abandonado de todos (1-8).

1 Al maestro del coro. Cántico de los hijos de Coré. Sobre la "enfermedad." Para la "aflicción." Maskil. De Ernán ezraíta 3. 2¡Oh Yahvé, Dios mi Salvador! Grito de día y gimo de noche ante ti. 3Llegue mi oración a tu presencia, inclina tu oído a mi clamor. 4Pues harta de males está mi alma, y mi vida al borde del sepulcro. 5Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; soy ya hombre sin fuerzas. 6Abandonado entre los muertos 4, como los traspasados que yacen en el sepulcro, de quienes ya no te acuerdas, y que fueron arrancados a tus manos. 7Hasme puesto en lo profundo de la hoya, í entre las tinieblas, las sombras abismales. 8 Pesa tu ira sobre mí y has desencadenado contra mí todos tus furores 5.

Utilizando frases estereotipadas del Salterio, el poeta declara su situación angustiosa6. Día y noche suspira por la ayuda divina. Víctima de una grave enfermedad — ¿lepra, parálisis? —, el salmista se siente al borde del sepulcro7. Como su mal es incurable, nadie hace nada por remediarlo, contándolo ya entre los que bajan a la fosa 8. Destinado a una muerte prematura, se considera como los traspasados por la espada, que ya en el seol están como fuera del alcance de su providencia 9. En aquella región tenebrosa de sombras abismales, el difunto siente la orfandad de Dios. El salmista paciente se siente ya cerca de esta triste situación, porque Yahvé ha derramado sobre él todos sus furores, que le anegan como olas devastadoras 10.

¿No puede Yahvé hacer un milagro y salvarle? (9-13).

9 Has alejado de mí a mis conocidos, me has hecho para ellos abominable; estoy encerrado y no tengo salida. 10 Mis ojos languidecen por la aflicción; te invoco, ¡oh Yahvé! todo el día, y tiendo mis manos hacia ti. 11 ¿Harás tú ya prodigio alguno para los muertos? ¿Se levantarán las sombras para alabarte? 12 ¿Contará alguno en el sepulcro tu piedad y en el averno tu fidelidad? 11. 13 ¿Será conocido prodigio alguno tuyo en las tinieblas, ni tu justicia en la tierra del olvido?

Como Job, el paciente se siente abandonado de sus allegados 12; le consideran maldito de Dios, y bajo este aspecto les resulta abominable. Si la enfermedad que sufría era la lepra, se comprende bien este clima de separación, impuesto por exigencias higiénicas 13. Se siente como un prisionero sin salida, agarrotado por la enfermedad, mientras que languidecen sus ojos, agotados por el sufrimiento. Por otra parte, el pensamiento de ultratumba le aterra, ya que en el seol no puede alabar a su Dios. Conforme a la mentalidad de la época, piensa que Dios no se preocupa de los que moran en la región de los muertos, y, por tanto, no es concebible un prodigio en favor de ellos. Por eso ansia que Dios le cure milagrosamente antes de cerrar los ojos a la vida, ya que no es concebible que Yahvé le vuelva a resucitar una vez que ha entrado en la región tenebrosa. Allí las sombras — en heb. refaim: espíritus débiles, sin consistencia, como en ectoplasma — no pueden proclamar las alabanzas de Dios 14. Aquélla es la tierra del olvido por excelencia 15, y no se conciben relaciones amorosas recíprocas de Yahvé y las sombras.

¿Por qué Dios le rechaza? (14-19).

14 A ti clamo, pues, ¡oh Yahvé! y mis plegarias van a ti desde la mañana. 15 ¿Por qué, ¡oh Yahvé! me rechazas y me escondes tu rostro? 16 Soy un mísero afligido y lánguido desde mi mocedad, soportando tus terrores hasta desfallecer. 17 Derrámanse sobre mí tus furores y me aniquilan tus espantos. 18 Todo el día me rodean como aguas, y todas a una me envuelven. 19 Has alejado de mí amigos y compañeros, y son mis parientes las tinieblas.

Sumido en la mayor soledad, no le queda al paciente otra cosa que clamar a su Dios implorando auxilio. No tiene conciencia de culpabilidad y se pregunta por qué le ha entregado a tal situación, ocultando su rostro y abandonándole 16. Toda su vida, desde sus tiernos años, ha sufrido incesantemente, víctima de los terrores mortales enviados por Yahvé 17. Parece como si Dios le cercara con sus furores y desahogos coléricos (v.17). Dada la mentalidad religiosa de los antiguos hebreos, todo ocurre porque Dios lo quiere, pues en su filosofía de la vida no tienen importancia las causas segundas. No distinguen entre voluntad positiva y permisiva divina, y todo lo engloban, atribuyéndolo directamente a Dios. El salmista se siente así como un náufrago a punto de ahogarse en medio de las aguas u olas amenazadoras de Yahvé (v.18)18. Sus consideraciones se cierran con un pensamiento sombrío: se siente solo y no tiene otros consoladores y parientes que las tinieblas: ¡se siente abandonado de sus amigos, de sus familiares y de Dios! Job había declarado: "Diré a la podredumbre: ¡Tú eres mi padre! y a los gusanos: ¡Mi madre y mis hermanos!" 19; pero al final recupera la salud y es rehabilitado en la sociedad. En cambio, el salmista cierra ex abrupto su composición sin luces de esperanza, lo que es único en las deprecaciones del Salterio. Por eso son muchos los autores que suponen que falta algún fragmento alusivo al auxilio divino librándole de la muerte, como es ley en otras composiciones salmódicas similares.

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 523. — 2 Hipótesis de Teodoro de Mopsuestia, Calmet, Wethe, Gheyne, Briggs. — 3 Sobre el sentido de los títulos véase com. a Sal 75:1; 73:1; 84:1. Enfermedad: traducción problemática del hebreo almajlat. Aflicción: en hebreo le annoth, que puede significar "para responder," corno si aludiera a alternancia de coros. Ernán ezraítat probablemente es el levita músico que aparece en i Par 15:17; r Re 4:31. — 4 Abandonado: es inseguro el sentido de la palabra hebrea. En los LXX se traduce por "libre." La Bib. de Jér.: "Excluido entre los muertos." — 5 LitVel TM: "quebrantamientos" u olas rompientes. — 6 Cf. Sal 22:3; 17:6. — 7 Cf. Sal 107:18; Prov 2:18; 5:5; 7:29. — 8 Cf. Sal 28:1; 30,4; 143:7. — 9 Cf. Is 38:1"; Sal 6:6; 30,10; 63:10; 86:13; Εκ 32:24. — 10 Cf.Sal42:8. — 11 En hebreo Abaddón (perdición), nombre del seol (cf. Job 26:6; 28:22; 31:12; Prov 15:11; 17:20; Ap 9:11). — 12 Cf. Job 19:135; Sal 31:10; 38:12. — 13 Cf. Lev 13.46; 2 Par 26:21; Job 31:34. — 14 Cf. Is 26:14; 38.18; Sal 6:6; 30,10; 31:13; 115:17; Job 14:21. — 15 Cf. Ecl 9.s-6,10; Eclo 14:16; 17:22-23. Sobre el seol véase M. G., Cordero, La vida de ultratumba según la mentalidad popular de los antiguos hebreos: "Salmanticensis," 1 (1954) p.343-364. — 16 Cf. Sal 74:1; 10,1.11. — 17 Cf. Sal 55:6; Job 20:25. — 18 Cf. Sal 18:5-17; Lam 3:54; Jon 2:4. — 19 Job 17:14.

 

Salmo 89 (Vg 88): Quejas por la Humillación del Rey.

Podíamos distinguir cinco secciones en este salmo, de contenido bastante heterogéneo: a) exposición sumaria de la promesa de protección a la dinastía davídica (1-5); b) himno de alabanza a la omnipotencia y fidelidad divinas (6-19); c) comentario poético a la promesa divina sobre la dinastía de David (20-38); d) quejas por la actual humillación de la dinastía davídica (39-46); e) plegaria por el restablecimiento pleno de Israel como nación (47-52).

El poeta se plantea el problema de la compatibilidad de las antiguas promesas divinas sobre la perennidad de la dinastía davídica y la realidad cruel de su actual postergación humillante como consecuencia de una guerra devastadora, que muy bien puede ser la invasión de los babilonios que terminó con la destrucción de la ciudad en el 586 a. C. El salmista parece que vive en el exilio o forma parte de los repatriados que asisten a la lenta restauración de la nación.

La sección de los v.2-19 quizá sea un himno anterior cíe los tiempos gloriosos de la dinastía, utilizado por el poeta para contraponerlo a la triste situación actual. El estilo brillante de la primera parte (2-19) contrasta con el oscuro y deslavazado del resto del salmo. Con todo, se adapta a la marcha general del pensamiento: "majestad y esplendor en el himno; elegancia y claridad en el oráculo; en la elegía, a la vez vehemencia y audacia familiar, melancolía y languidez..."1

Preludio: la promesa divina a David (1-5).

1 Maskil. De Etán ezraíta 2. 2 Cantaré siempre lats piedades cíe Yahvé y daré a conocer por mi boca de generación en generación tu fidelidad. 3Porque dijiste: "La piedad es eterna." Cimentaste en los cielos tu fidelidad. 4 "He hecho alianza con mi elegido, he jurado a David, mi siervo: 5 Afirmaré por siempre tu prole y estableceré tu trono por generaciones." Seláh.

Antes de abordar el tema de la promesa divina hecha a David y su descendencia, el poeta declara solemnemente que las relaciones de Yahvé con su pueblo y sus fieles se desarrollan siempre conforme a las exigencias de su piedad y fidelidad: Dios es tardo a la ira y pronto a la misericordia, castigo hasta la cuarta generación, pero perdona, hasta la milésima 3. Este modo de proceder de Yahvé da ánimos al salmista para abordar el problema de las relaciones históricas de su Dios con Israel, su pueblo. La piedad y la fidelidad son dos atributos de Yahvé que permanecen por siempre, y, por tanto, son indefectibles y aplicables a todas las situaciones. Yahvé es el mismo de los tiempos antiguos, cuando protegía a su pueblo; por consiguiente, no puede abandonarlo cuando éste se halle en situaciones críticas. La fidelidad de Yahvé a sus promesas tiene sus cimientos en los cielos, que son inconmovibles; por eso, sus promesas llevan el sello de la estabilidad inalterable. Y entre ellas sobresale la declarada a David.

Los v.4-5, redactados en estilo oracular profetice, son un paréntesis en este himno, que se continúa en el v.6. La formulación divina está calcada en el relato de 2 Sam 7:5.8.26, aunque no es cita directa, ya que en el libro de Samuel no se menciona la alianza y el juramento. El poeta, pues, dramatiza el relato histórico sobre la promesa hecha a David, a través de Natán, sobre la perennidad de su dinastía: "Suscitaré a tu linaje después de ti... y afirmaré tu reino... Yo estableceré su trono por siempre."4 Yahvé ha empeñado, pues, su palabra de garantizar la permanencia de la dinastía davídica, y esto llena de esperanza al salmista, porque sabe que las palabras de su Dios son inconmovibles. Los destinos, pues, del pueblo israelita están en buenas manos, y asegura la permanencia de la dinastía davídica.

Himno a Yahvé, Creador del universo y Rey de Israel (6-19).

6 Los cielos cantan tus maravillas, ¡oh Yahvé I, y tu fideli-dad en la asamblea de los santos. 7 ¿Quién sobre las nubes comparable a Yahvé, quién semejante a Yahvé entre los hijos de Dios? 8 Terrible es Dios en el consejo de los santos, grande y formidable sobre todos los que le rodean. 9 Yahvé, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú? Eres poderoso, oh Yahvé! ceñido de tu fidelidad. 10 Tú dominas la soberbia del mar; cuando se embravecen sus olas, tú las contienes. 11 Tú hollaste a Rahab como a un traspasado, y con la fuerza de tu brazo dispersaste a tus enemigos. 12 Tuyos son los cielos, tuya la tierra; el orbe y cuanto lo llena tú lo formaste, 13Tú creaste el aquilón y el austro; el Tabor y el Hermón saltan (al oír) tu nombre. 14 Tú tienes un brazo lleno de vigor; fuerte es tu mano, y excelsa tu diestra. 15 La justicia y el juicio son el sostén de tu trono, y la piedad y la verdad tus heraldos, 16Bienaventurado el pueblo que sabe exclamar: andará, ¡oh Yahvé! a la luz de tu faz. 17 Se alegrarán cada día en tu nombre y se enorgullecerán en tu justicia. 18 Porque tú eres el esplendor de nuestra fuerza, y por tu benevolencia se acrecienta nuestro poderío. 19 Pues de Yahvé es nuestro escudo, y nuestro rey del Santo de Israel.

La grandeza de Dios es declarada en todas las maravillas de la naturaleza, y su fidelidad reconocida por el consejo de los santos, los seres angélicos que forman su corte de honor y su consejo en el gobierno del mundo 5. Nadie puede medirse con El entre los que habitan sobre las nubes — los ángeles —, a los que enfáticamente se denomina hijos de Dios, es decir, estrechamente vinculados a El6. La presencia de Dios en la corte celestial infunde temor y reverencia, porque no tiene igual entre los espíritus celestiales que constituyen el consejo de los santos. Características suyas son el poder y la fidelidad a sus promesas. Estas son indefectibles, pues se basan en la omnipotencia divina.

Y el poder divino se manifiesta en el dominio de las fuerzas de la naturaleza y en la dirección de la historia de la humanidad, imponiendo su voluntad a los pueblos más soberbios. La fuerza del Creador se hizo patente en la domesticación del mar, sujetando sus olas y poniendo orden en el caos primitivo con la victoria total sobre Rahab, el monstruo marino, símbolo de las fuerzas caóticas del océano7. Rahab simboliza también a Egipto 8, y sin duda que el salmista alude al poder de Dios, manifestado no sólo en la obra de la creación, sino en la derrota de los egipcios en el mar Rojo al liberar a los israelitas de la esclavitud faraónica: hollaste a Rahab... y dispersaste a tus enemigos (v.11).

El mundo pertenece a Dios por ser Creador: los cielos, la tierra y todo lo que constituye su ornato: lo que lo llena 9. La naturaleza misma parece reconocer esta soberanía indiscutible de Dios. El poeta presenta a los dos montes Tabor y Hermán dando saltos de júbilo para celebrar la gloria del nombre de Dios. Son los dos montes que más se destacan en la Palestina septentrional: el primero sobresale en la llanura de Esdrelón, y el segundo, en Siria, siempre con nieves perpetuas, cerraba el horizonte de la tierra santa de Yahvé 10.

Pero este poder de Yahvé no es ciego, sino que se rige por los atributos de su justicia y fidelidad, juntamente con la piedad, que van delante de El como heraldos de su majestad (v.1) 11. Por eso, el salmista declara dichoso al pueblo que puede andar a la luz de su faz, siendo objeto de su benevolencia y protección 12 y reconociéndole con aclamaciones desbordantes 13. La manifestación del poder de Yahvé es fuente de alegría y de satisfacción, porque todos se sentirán orgullosos de las manifestaciones de su justicia. Gracias a su protección pueden los israelitas sentirse orgullosos, y en ese sentido Yahvé es el esplendor de la fuerza de su pueblo (v.18). Esta vinculación a Yahvé se da principalmente en el representante de la nación, el rey, el escudo o defensor del pueblo 14. Como representante de Dios, el rey pertenece de un modo especial al Santo de Israel, es decir, al Ser trascendente, aunque vinculado por un pacto histórico al pueblo elegido 15.

La alianza indisoluble de Yahvé con la dinastía davídica (20-38).

20 Tú en otro tiempo hablaste en visión a tus piadosos, y dijiste: "He dado mi ayuda a un valiente, he exaltado a un elegido del pueblo; 21 he hallado a David, mi siervo; le he ungido con mi óleo consagrado, 22 al que mi mano sostendrá constantemente y mi brazo fortalecerá. 23 No le sorprenderá enemigo ni le abatirá el inicuo. 24 Exterminará ante él a sus opresores y quebrantará a los que le aborrecen. 25 Serán con él mi fidelidad y mi piedad, y en mi nombre se alzara su poder 16. 26 Pondré su mano en el mar, y su diestra en los ríos. 27 El me invocará, diciendo: "Tú eres mi padre, mi Dios y la Roca de mi salvación." 28 Y yo le haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra. 29 Yo guardaré con él eternamente mi piedad, y mi alianza con él será fiel. 30 Haré subsistir por siempre su descendencia, ( y su trono como los días del cielo. 31 Si traspasan sus hijos mi Ley y no caminan según mis juicios, 32 si violan mis preceptos y no guardan mis mandamientos, 33 castigaré con la vara sus transgresiones y con azotes sus iniquidades. 34 Pero no apartaré de él mi piedad ni faltaré a mi fidelidad. 35 No quebrantaré mi alianza y no retractaré cuanto ha salido de mis labios. 36 Una cosa he jurado por mi santidad, no engañaré a David. 37 Su descendencia durará eternamente, y su trono (permanecerá) ante mí cuanto el sol, 38 y como la luna subsistirá eternamente, y será testigo fiel en la nube."

El poeta, basándose en los relatos bíblicos sobre la elección de David y en la promesa hecha a su dinastía 17, pone en boca de Yahvé la decisión de protegerle contra todos los enemigos. El piadoso a quien se dirigen las palabras divinas puede ser el profeta Natán, que recibió la revelación divina sobre la permanencia del trono davídico 18, o el propio David, objeto de la promesa. En todo caso, éste es el elegido del pueblo por intermedio del profeta Samuel, que lo ungió como rey en nombre de Dios 19, Por eso se le llama siervo de Dios y ungido 20. Como consecuencia de esta elección divina está la protección constante que experimentará toda su vida 21 frente a los ataques de los enemigos 22. En virtud del auxilio divino llegará a dominar desde el mar (el Mediterráneo) hasta los ríos (Eufrates, el río por excelencia): los límites de la tierra santa según las antiguas promesas 23.

En lenguaje poético expresa el salmista lo que se dice en 2 Sam 7:14a: "Yo le seré a él Padre, y él me será mi hijo. Si obrare el mal, yo le castigaré con varas de hombres y con azotes de hijos de hombres; pero no apartaré de él mi misericordia... Permanente será tu casa para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad." El salmo expresa estos mismos pensamientos con circunlocuciones bellísimas, que destacan las relaciones paternales de Yahvé con la dinastía davídica. David se convierte así en el primogénito de Yahvé, y, en consecuencia, se halla exaltado sobre todos los reyes de la tierra 24. La alianza hecha a su persona se continuará en su posteridad, que mantendrá la realeza por siempre, mientras duren los cielos (ν.30) 25.

Es tal la alianza que ha hecho Yahvé con David, que no abandonará a su posteridad aunque sean infieles a la Ley y a los preceptos del Señor sus descendientes: los castigará por sus transgresiones, pero la promesa de proteger a la dinastía permanecerá (v.35) 26. Yahvé ha empeñado su palabra y no puede retractarla, ni engañar a David con una promesa vana: su descendencia permanecerá por siempre, y su trono subsistirá mientras dure el sol y la luna (ν.36). Esta serα testigo del cumplimiento de las palabras del Señor 27.

Quejas por la actual humillación de la dinastía davídica (39-46).

39 Pero, con todo, has rechazado, despreciado, y te has irritado contra tu ungido. 40 Has roto la alianza con tu siervo, has profanado, (echando) a tierra, su diadema. 41 Has abierto brechas en todas las murallas, has reducido a escombros sus fortalezas. 42 Cuantos pasan por el camino la saquean; es el oprobio de sus vecinos. 43 Has robustecido la diestra de sus opresores, has alegrado a todos sus adversarios. 44 Has embotado el filo de su espada y no le has socorrido en el combate. 45 Has hecho desvanecer su brillo, echando por tierra su trono. 46 Has acortado los días de su juventud y le has cubierto de oprobio.

Frente a las espléndidas promesas de protección solemnemente juradas por Yahvé respecto de la dinastía davídica, está la cruel realidad presente, pues el ungido de Yahvé — el rey — ha sido vilipendiado, quedando así quebrada la alianza que antes había hecho con su pueblo. Las expresiones son audaces, pero no insultantes; es el reflejo de la tragedia de un alma piadosa que tiene fe en la palabra divina, pero que no ve su cumplimiento en la realidad. Para el salmista, la actual postración de la realeza se debe únicamente a Dios, que ha permitido la victoria de los enemigos; por eso dice con toda crudeza: has profanado su diadema. En su perspectiva teológica no tienen relieve lo que nosotros llamamos causas segundas: para él la voluntad permisiva y positiva de Dios tienen el mismo valor práctico. Los enemigos, inducidos por él, han destruido la ciudad 28, y así la ciudad santa es el oprobio de sus vecinos, que irónicamente comentan el abandono de la misma por su Dios 29. Probablemente alude el salmista a los edomitas, samaritanos, moabi-tas y árabes, que se aprovechaban de la derrota de Judá para obtener lucros indebidos. Todo ello es obra de Yahvé, que ha robustecido a sus enemigos, negando, en cambio, el auxilio al pueblo elegido en el momento de la batalla y embotando el filo de su espada (v.44) 30. La queja no puede ser más sangrienta. ¿Dónde está, pues, la antigua, promesa de protección incondícionada? El antiguo brillo del cetro de David se ha enmohecido, y su trono glorioso echado a tierra. Y, sobre todo, el fin trágico del rey ha colmado la amargura de los fieles yahvistas: destronado en plena juventud y llevado en cautividad, cubierto de oprobio (v.46). El salmista parece aludir a la triste suerte de Jeconías, llevado en cautividad en el 598 31, o a Sedéelas, último rey de Judá, hecho prisionero por las tropas de Nabucodonosor en el 586 a. C., cuando huía hacia Jericó 32.

Súplica de auxilio y de liberación (47-53).

47 ¿Hasta cuándo, Yahvé, estarás siempre escondido y arderá tu ira como fuego? 48 Acuérdate de cuan breve es la vida 33 y de cuan para poco hiciste a todos los hijos de los hombres. 49 ¿Quién es el hombre que viva y no haya de ver la muerte? ¿Quién puede librar su alma del poder del "seol"? 50 ¿Dónde están tus antiguas piedades, ¡oh Señor! las que por tu fidelidad juraste a David? 51 Acuérdate, Señor, del oprobio de tus siervos y de cómo llevo yo en mi seno las afrentas de los pueblos 34, 52las que arrojan tus enemigos, oh Yahvé! sobre los pasos de tu ungido. 53 Bendito sea Yahvé por siempre. Amén. Amén.

En tono suplicante, el salmista interpela a su Dios, pues no comprende su conducta para con su pueblo: ¿por qué permanece enojado, sin acordarse de las antiguas promesas? 35 Para mover a piedad a Yahvé, recuerda la brevedad de la vida 36 y el triste destino del hombre en ultratumba, en la región tenebrosa del seol 37. Teniendo en cuenta esta triste situación del hombre, debe Yahvé acelerar el restablecimiento de la nación, para que sus ciudadanos la vean y puedan disfrutar de una paz agradable en los pocos años que les quedan de vida.

Con espíritu de compunción y humildad, el salmista recurre a Yahvé, pues está en juego la suerte de sus sierros, cubiertos ahora de oprobio; por otra parte, los enemigos del pueblo elegido son los enemigos de Dios. El rey es el ungido de Yahvé, que es afrentado inconsideradamente. Todo esto debe mover al Dios de Israel a manifestar su poder en favor de los suyos.

El v.53 cierra con la consabida doxología el libro tercero del Salterio, y es adición del compilador general de los salmos.

1 J. Cales, o.c., II p.i4O. — 2 Sobre el título véase com. a Sal 74:1. Etán: 1 Re 4:31. — 3 Cf. Ex 20:5-6. — 4 2 Sam 7:12. 5 Cf. Job 2:1; 15:15; Zac 14:5; Dan 8:13. — 6 Cf. Job ι,ι; 2:1s; Is 6:1s; Sal 29:13. — 7 Cf. Is 51:9-10; Sal 74:12-15; véase A. lods, Quelques remarques sur les poémes my-thologiques de Ras Shamra et leurs rapports avec V A.T.: "Rev. d'Hist. et Phil. reí." (1936) p. 113-no; p.dhorme, Choix des textes reí Assyro-babüoniens p.53-7· — 8 Cf. com. a Sal 87:3. — 9 Cf. Sal 76:16-17; 24:1-2. — 10 Cf. Sal 98:8; Is 44:23; Jer 46:18; 19:1; 65:11-12. — 11 Cf. Sal 85:14; 61:8; Prov 16:12; 25:5. — 12 Cf. Sal 4:7; 31:17; 44:4; 67:2; 80,4-8. — 13 Cf. Sal 27:5; 33:2; 81:1; 95:1. — 14 Cf. Sal 47:8; 61:7-8; 63:12; 84:10; Sam 2:10. — 15 Cf. Sal 71:21. — 16 Lit. "su cuerno," símbolo del poder. — 17 Cf. 2 Sam 7:4-17. — 18 Cf. 2 Sam 7:17. — 19 Cf. Sam 16:1-12s. — 20 Cf. 2 Sam 3:18; 7:5-8; Sal 78:69. — 21 Cf. Sam 18:12.14; 2 Sam 5:10. — 22 Cf. 2 Sam 23:5; Jer 33:20-22; Sal 132:11-12. — 23 Cf. 1 Re 5:1; Dt 11:24; Gen 15:18; Ex 23:31; Sal 72:7; 80:10. — 24 Israel es llamado "primogénito" de Yahvé (Ex 4:22; Jer 31:9; Dt 26:19; 28:1). — 25 Cf. Dt 11:21; Bar 1:11; Eclo 45:15. — 26 Cf. Núm 30:12; Dt 23:23. — 27 Cf. Jer 31:35-36; 33:203.25. Algunos autores entienden la palabra testigo de Dios, que habita sobre las nubes. — 28 Cf. Sal 80,13; Lara 1:12; 2:15. — 29 Cf. Sal 4-M4-15 — 30 Lit.: "haces volver el filo de la espada." — 31 Cf. 2 Re 24:8. — 32 Cf. 2 Re 25:1s. — 33 El TM: "acuérdate, yo, qué vida." Los LXX: "Acuérdate cuál es mi sustancia" o base. — 34 TM: "yo llevo en mi seno todos los numerosos pueblos." Los LXX: "el oprobio llevo en mi seno de parte de todos los numerosos pueblos." — 35 Cf. Sal 13:2. — 36 Cf. Sal 39:5; 78:39; 119:84. — 37 Cf. Sal 30:4-10; 49:15.20; 86:13; 115:17.

 

Libro Cuarto.

Salmo 90(Vg 89): Meditación Sobre la Vida Humana.

Comúnmente se admite la existencia de dos poemas, originalmente diversos, en este salmo: a) contraposición de la eternidad de Dios y brevedad de la vida humana; b) relaciones de Dios e Israel: plegaria pidiendo la rehabilitación de la nación, postrada en la aflicción.

En estilo bellísimo y pintoresco, con abundancia de metáforas, el salmista canta en la primera parte la grandeza de Dios, Señor del universo, anterior a la formación de los montes, para quien mil años son como un día. Frente a esta grandeza divina está la pequenez e indigencia del hombre, hecho de la tierra, sin consistencia, y cubierto de pecados, que excitan la ira divina. Por sus faltas, la vida humana transcurre triste y en constante turbación. "Es un canto emotivo, de elevación casi único. A la seriedad del pensamiento sobre la pequenez de la vida humana corresponde la solemnidad y tonalidad grave de expresión. Pero, aunque esté bajo el golpe del dolor y de una punzante melancolía, el poeta no se deja arrastrar por ella fuera de Dios ni de la confianza en El... Su manera es demasiado viril para entregarse a estériles lamentaciones..." 1

Según el título, este salmo es de Moisés, al que se le llama "varón de Dios," como en Dt 33:1 2. Entre los antiguos Padres ya se discutió la verosimilitud del título, y aunque la mayoría de ellos lo atribuyen a Moisés 3, San Agustín cree que es de David, puesto en labios de Moisés por ficción literaria 4, Los críticos modernos piensan que el salmo es de composición múltiple, y en el fragmento de los v.8-12 descubren un marcado sello sapiencial con no poco parecido con Job 4:17-21 5. El último fragmento (13-17) es considerado generalmente como posterior al exilio, mientras que el primer poema tiene un marcado sello arcaizante, que nos lleva a los tiempos primeros de la monarquía.

La eternidad de Dios y la pequenez del hombre (1-6).

1 Oración de Moisés, varón de Dios. Señor, tú has sido refugio para nosotros de generación en generación. 2 Antes de ser engendrados los montes y de ser formada la tierra y el orbe eres tú, ¡oh Dios! desde la eternidad y para siempre. 3 Haces volver al hombre al polvo, diciendo: "Volved, hijos de Adán!" 4Porque mil años son a tus ojos como el día de ayer, que pasó; como una vigilia de la noche. 5 Los arrebatas; son como un sueño mañanero, como hierba que se marchita: 6 a la mañana florece y crece, a la tarde se corta y se seca.

El ν. ι parece adiciσn redaccional del compilador, que ha pretendido unir el contenido del primer poema (2-12) con el segundo (13-17), en que se trata de Israel bajo la protección divina.

A Dios es anterior a la misma constitución de los montes, que en la literatura bíblica son símbolo de la máxima estabilidad y antigüedad6. A esta eternidad aplastante de la divinidad, el poeta opone la realidad de la vida humana, efímera, y ello por decreto del mismo Dios (v.3). Por imperativo superior, el hombre tiene que volver al polvo, lo que es un eco del castigo divino impuesto a la primera pareja humana después del pecado 7. El salmista no alude a la tragedia del pecado original, pero supone que la muerte ha sido impuesta al hombre por la voluntad del Creador.

La eternidad de Dios se mide por milenios, que para El cuentan como un día 8, o aún menos, como una vigilia de la noche: un tercio de la misma 9. La vida del hombre, en cambio, es pasajera, como un sueño mañanero 10, o como musgo, que brota por la mañana y por la tarde se seca 11. Las metáforas son bellas y reflejan bien el carácter efímero de la vida humana, que no es más que una ilusión.

La cólera divina y los pecados del hombre (7-12).

7Pues nos consume tu ira y nos conturba tu indignación. 8 Has puesto nuestras iniquidades frente a ti, nuestros (pecados) secretos a la luz de tu faz, 9Pues todos nuestros días transcurren bajo tu ira, y acaban nuestros años como un suspiro. 10La duración de nuestros años es de setenta, y óchenla en los más robustos; pero en su mayor parte no son más que penas y vaciedad, porque pasan veloces, y volamos. 11¿Quién conoce el poder de tu cólera y tu indignación en lo que debes ser temido? 12 Enséñanos, pues, a contar nuestros días para que lleguemos a tener un corazón sabio.

La brevedad de la vida es un misterio, y el salmista encuentra la razón de ello en los pecados del hombre, que excitan la ira divina. Las iniquidades del hombre están siempre desafiando a la justicia divina, y aun los pecados más secretos resaltan ante su faz. Por eso, la vida del hombre no sobrepasa los ochenta años 12, y aun éstos están llenos de amarguras y penalidades, en las que se siente la vaciedad y el disgusto. Por otra parte, los hombres no miden el alcance de la cólera divina, y así se entregan alegremente al pecado, sin pensar que en ello les va la vida. El salmista suplica, en este supuesto, que Dios le dé a entender la brevedad de la vida para saber vivir con la conciencia de su limitación, y, en consecuencia, organizándola conforme a las exigencias del temor de Dios, que es el principio de la sabiduría 13.

Ansias de rehabilitación nacional (13-17).

13 Vuélvete, ¡oh Yahvé! ¿hasta cuándo?., y ten compasión de tus siervos. 14 Sacíanos, desde la mañana, de tu gracia, para que exultemos y nos alegremos todos los días. 15 Alégranos por tantos días que nos humillaste, por tantos años como probamos la desgracia. 16 Que tu obra sea vista de tus siervos, y tu magnificencia (brille) sobre sus hijos. 17 Sea sobre nosotros la suavidad de Yahvé, nuestro Dios, y confirma la obra de nuestras manos a nuestro favor. Sí, afianza la labor de nuestras manos.

En la sección anterior, el salmista trataba de las relaciones de Dios con el ser humano en su proyección humana, sin restricción alguna; en cambio, ahora la perspectiva se estrecha y se consideran las relaciones de Yahvé con sus siervos, los pertenecientes al pueblo elegido. El tono es más confiado: desaparece el Dios lejano, sumido en la eternidad, para aparecer el Yahvé providente que se preocupa de los problemas de su pueblo. El salmista se hace eco de una tragedia nacional: los que forman el pueblo de Dios han sido humillados y afligidos. Y, en un arranque de impaciencia, el poeta exlama: ¿Hasta cuándo?14 No concibe que su Dios permanezca mucho tiempo apartado de su pueblo, y con tono confiado le dice: Vuélvete. Siente el vacío de su presencia, y por eso pide que muy pronto, desde la mañana, haga sentir su gracia, es decir, su comunicación benevolente y protectora, sembrando así la alegría y la confianza en sus siervos, que están desolados. No comprende el alejamiento sistemático del que es su Protector desde los tiempos antiguos.

Los años de humillación y de postración nacional exigen ahora una compensación proporcionada de alegría en la intimidad con Yahvé (v. 15). No concreta las circunstancias de la desgracia nacional, pero bien puede ser el exilio babilónico o la penosa situación que siguió a la repatriación. Llevado de su fe ciega en Dios, le pide que manifieste su obra, es decir, su intervención milagrosa en favor de ellos, brillando así su magnificencia como Dios omnipotente y Señor de la historia'. La oración termina con el deseo de que la suavidad o benevolencia de Yahvé bendiga y confirme el trabajo cotidiano de los que luchan por salir de una difícil situación económica como consecuencia de una postración nacional.

1 R. Kittel, citado por J. Calés, o.c., II 155. — 2 Cf. Jos 14:6. — 3 Así opinan Eusebio: PG 23:1124; San Atanasio: PG 27:396; San Jerónimo: PL 22:1169. — 4 San Agustín: PL 38:1141.1149. Siguen esta opinión San Belarmino y Calmet. — 5 Cf. Sal 111:10; Prov 1:7; 2:1s. — 6 Cf. Dt 33:155; Sal 65:7; 104:8; Job 15:7; Prov 8:255. — 7 Cf. Gen 3:16. — 8 Cf. 2 Pe 3:8; Sal 102:13.25-28. — 9 Cf. Jue 7:19. — 10 Cf. Sal 76:6; Jer 51:39 — 11 Cf. Is 40:6-8; Sal 103:15; Job 14:1-2; Eclo 14:18. — 12 Cf. 2 Sam 19:33. En Eclo 18:8 se eleva el tope a cien años. — 13 Sal 111:10; Prov 1:7; Tob 4:17-21. — 14 Cf. Sal 6:4.

 

Salmo 91 (Vg 90): A la Sombra del Todopoderoso.

Este poema tiene un marcado carácter didáctico y canta la protección qué dispensa Dios al que se confía a su providencia. Se divide en dos partes netas: a) seguridades conferidas al que se confía a Dios (1-13): habla el salmista dirigiendo la palabra al fiel; b) confirmación de las declaraciones anteriores por un oráculo divino (14-16): habla directamente Dios. La primera parte se caracteriza por el estilo brillante con atrevidas metáforas: el salmista enumera las ventajas de confiarse al Altísimo. Las expresiones son muchas veces hiperbólicas, y, por tanto, no se han de tomar al pie de la letra, como si el fiel tuviera un procedimiento talismánico de evitar las calamidades de la vida. La confianza en Dios no evitará al justo morir de la peste, la guerra y el hambre, ni estará al abrigo necesariamente de las desgracias de la vida. Pero el salmista quiere recalcar que la Providencia divina vela paternalmente por el fiel que a ella se confía, y, en consecuencia, le salvará cíe muchas situaciones de peligro.

El lenguaje del salmo tiene muchas analogías con Dt 32 y con otras composiciones sapienciales 1. La doctrina del poema se resume en la frase de San Pablo: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? 2 El fiel se encuentra a la sombra de la protección divina como el huésped en casa bien abastecida y segura. Se halla como el pajarillo bajo las alas de la madre, como el soldado apostado en inexpugnable fortaleza. El Omnipotente pone a disposición de sus fieles a los ángeles para que les guíen y protejan. Dios no abandona a los suyos. En la perspectiva del salmista no está la retribución en ultratumba, y por eso urge la necesidad de que la protección divina se extienda en esta vida al fiel. En la perspectiva cristiana, esta vida está condicionada a las exigencias de la eterna, y, por tanto, Dios puede permitir que sus fieles sufran aquí toda clase de calamidades, con tal de preservarlos incólumes para el más allá. La panorámica neotestamentaria difiere grandemente de la del A.T., aun en los espíritus más selectos desde el punto de vista religioso, como son los salmistas.

No es posible determinar la época de composición del salmo. Las concomitancias literarias que tiene con el Deuteronomio hace pensar que sea posterior a este libro (redactado probablemente en el siglo VIII a.C.) 3. El poema parece traslucir una situación de paz sin grandes contorsiones político-sociales, y, por tanto, bien puede atribuirse a los mejores tiempos de la monarquía israelita.

Las ventajas de confiarse a Dios (1-13).

1 El que habita al amparo del Altísimo y mora a la sombra del Todopoderoso, 2 diga a Dios: "Tú eres mi refugio y mi ciudadela, mi Dios, en quien confío." 3 Pues El te librará de la red del cazador y de la peste extermin adora 4; 4 te cubrirá con sus plumas, hallarás seguro bajo sus alas, y su fidelidad te será escudo y adarga. 5 No tendrás que temer los espantos nocturnos, ni las saetas que vuelan de día, 6 ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en pleno día. 7 Caerán a tu lado mil, y a tu derecha diez mil; a ti no te tocará. 8 Con tus mismos ojos mirarás, y verás el castigo de los impíos. 9 Teniendo a Yahvé por refugio tuyo, al Altísimo por tu asilo 5, 10 no te llegará la calamidad ni nc acercará la plaga a tu tienda. 11 Pues te encomendará a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos, 12 y ellos te levantarán en sus palmas para que tus pies no tropiecen en las piedras; 13 pisarás sobre áspides y víboras y hollarás al leoncillo y al dragón.

Algunos autores suponen que el salmo comenzaba con la frase consabida: "Bienaventurado el que habita...," como en otras piezas del Salterio6. Sin embargo, hace sentido tal como está ahora el principio del salmo. El poeta invita al fiel que se halla bajo la protección del Altísimo a que estreche más sus relaciones afectivas con El, reconociéndole como único sostén de su vida. Los vocablos Altísimo (en heb. Elyon) y Todopoderoso (en heb. Shadday) son arcaizantes y muy del gusto de los poetas aún recientes 7; por eso, de suyo no prueban arcaísmo de la composición. La metáfora de la sombra aplicada a Dios es corriente en la Biblia 8, lo mismo que la de la ciudadela 9. Son símiles muy expresivos para reflejar la confianza que inspira la protección divina.

Después el salmista enumera los diversos peligros que pueden sobrevenir al hombre; y en primer lugar la hostilidad de los que buscan su ruina. Estos son comparados a cazadores que colocan la red para capturarlo como a ingenuo pajarillo 10. La peste exterminadora vuelve a aparecer en el v.6 como uno de los grandes peligros que acechan al hombre. Si se lee según los LXX, "de la palabra nociva," se aludiría a las calumnias de los enemigos que conspiran contra el justo, y haría perfecto paralelismo con el estilo anterior, exactamente como se dice en Sal 38:18: "Tiénden me lazos los que buscan mi vida..., todo el día están maquinando engaños."

Con una nueva metáfora, el salmista enseña que el que se confía a Yahvé está en la situación del pajarillo bajo las alas de la madre n. La fidelidad de Yahvé a sus promesas de protección será siempre como un escudo protector contra toda eventualidad 12. Y especifica.a continuación los posibles peligros imprevistos: los espantos nocturnos, provenientes, o bien de un ataque enemigo por sorpresa en las altas horas de la noche, o las pesadillas perniciosas durante el sueño. Las saetas que vuelan de día pueden ser las flechas del enemigo que ataca en pleno día, o, metafóricamente, los rayos solares, que en pleno día fomentan la transmisión de las epidemias 13, las cuales pueden ser enviadas por el mismo Dios 14. El salmista, quizá, inspirándose en el relato sobre la mortandad de los asirios durante la noche cuando asediaban Jerusalén 15, habla de los estragos nocturnos y diurnos de las epidemias.

El poeta parece trabajar sobre el "Cántico de Moisés," donde se anuncian los terribles castigos a los incumplidores de la Ley: "Amontonaré sobre ellos males y males, lanzaré contra ellos todas mis saetas, los consumirá el hambre, los devorará la fiebre y la nauseabunda pestilencia. Mandaré contra ellos los dientes de las fieras y el veneno de los reptiles, que se arrastran por el polvo; a los que fuera estén los matará la espada, y a los de dentro el espanto."16 Vemos que, en este fragmento lírico, las saetas (hambre, fiebre y pestilencia), el espanto y el peligro de fieras y de animales venenosos son castigos enviados por Dios. Son justamente los términos que utiliza el salmista para describir los diversos peligros que amenazan al hombre, contra los que es buen conjuro el confiarse a Yahvé. Las plagas y pestilencias son personificadas poéticamente en ángeles exterminadores mandatarios de Yahvé 17.

Para insistir más en el grado de seguridad conferida al fiel, el poeta presenta a éste en medio de la batalla, en la que cruje el venablo y caen las saetas por doquier, haciendo miles de víctimas, pero sin alcanzarle a él (v.7). Por otra parte, el justo tendrá la satisfacción de ver a sus enemigos, los impíos, cayendo bajo los golpes mortíferos de Dios, conforme a la teoría de la retribución en esta vida comúnmente aceptada en el A.T. 18 El salmista insiste en que, contando con la protección divina, el fiel yahvista está libre de calamidades y plagas (v.10). La Providencia divina llega hasta poner a sus angeles como custodios de los suyos para que no les alcance ningún mal. La expresión del poeta es bellísima: los ángeles levantarán en sus manos a los fieles para que al andar no tropiecen y caigan 19. Es más, el que está bajo la protección divina podrá caminar pisando animales venenosos sin ser mordido 20. La expresión ha de entenderse en sentido hiperbólico, para encarecer el cuidado excepcional que Yahvé tiene de los suyos.

Oráculo divino confirmatorio (14-16).

14 "Porque se adhirió a mí, yo le libertaré; yo le defenderé, porque conoce mi nombre. 15 Me invocará él, y yo le responderé; estaré con él en la tribulación, le libertaré y le glorificaré. 16 Le saciaré de días y le haré ver mi salvación."

Sin indicación alguna se introduce un oráculo divino para confirmar las declaraciones anteriores del salmista 21: Yahvé se siente obligado a libertar y proteger al que en todas las circunstancias permanece adherido a El, reconociéndole como Dios: conoce mi nombre, expresión que equivale a hacer profesión de yahvismo 22. Por eso le invoca en la tribulación, seguro de que su Dios no le dejará abandonado. Yahvé promete escucharle y liberarle, rehabilitándole socialmente y glorificándole ante los que han sido testigos del auxilio divino prestado 23. Finalmente, otorgará al fiel el mayor bien anhelado en el A.T.: una vida prolongada y feliz 24, cumpliendo así las antiguas promesas a los que fueran fieles a la Ley 25. La perspectiva es netamente viejotestamentaria, y no encontramos en el salmo atisbos mesiánicos. El ideal es la áurea mediocridad que caracteriza no pocos escritos sapienciales del A.T.

1 Cf. Job 5:19-26; Prov 3:23-26; Sal 121:1s. — 2 Cf. Rom 8:31. — 3 Los LXX tienen por título del salmo: "Alabanzas del cántico de David." — 4 Los LXX y Vg: "palabra," leyendo mimddebar en lugar del middéber del TM. — 5 Asilo. Así según los LXX. El TM: "morada." — 6 Cf. Sal 11, 32; 41; 112; 119; 128. — 7 Cf. Gén 17:1; 28:3; 35:11; 43:14; Ex 6:5. — 8 Cf. Sal 17:8; 36:8; 57:2; 61:5; 63:8. — 9 Cf. Sal 18:3; 31:4; 71:3; 144:2; 14:6; 46:2; 61:4; 68:8-Q. — 10 Cf. Sal 124:7; Os 9:8; Sal 7:16; Jer 18:22. — 11 Para el símil cf. Sal 17:8; Dt 32:11; Mt 23:37. — 12 Cf. Sal 5:13; 35:2; 84:12. — 13 Cf. Sal 121:6; 2 Re 14:185. — 14 Cf. Sal 38:3; Job 33:18; Lam 3:123. — 15 Cf. 37:36; Ex 12:29, muerte de los primogénitos. — 16 Cf. Dt 32:233. — 17 Cf. Is 37:36. Entre los babilonios existía la creencia de que Namtaru, mensajero de Nergal, dios de la región de los muertos, traía las pestilencias a los vivientes para poblar el Araliu." Cf. P. Dhorme, La religión assyrobabylonienne p.?6. — 18 Cf. Sal 37:34. — 19 Este texto es aducido por el tentador de Cristo en el desierto. Cf. Mt 4:6. — 20 Cf. Is 11:8; Lc 10,19. — 21 Cf. Sal 12:6; 75:3; 95:8; 20:7-9; 85:93. — 22 Cf. Sal 9:11. — 23 Cf. Sal 50:1. — 24 Cf 30:20; Prov 3:3.16; Sal 50:23. — 25 Cf fix 20:12; 23:26.

 

Salmo 92 (Vg 91): Alabanza de la Providencia Divina.

En estilo altamente lírico, el poeta canta las glorias de Yahvé, su proceder providencialista, premiando a los buenos y castigando a los impíos. Este tema de la retribución moral es abordado aquí, pero no en estilo sapiencial, como en otras composiciones salmodicas 1. El salmista exulta gozoso por el recto gobierno divino en la historia. Los impíos no perciben que su prosperidad es efímera y que, al fin, recibirán el merecido. Los justos se alegrarán al ver la manifestación esplendente de la justicia divina. El salmista habla en nombre de la comunidad de fieles yahvistas, que viven de las promesas de su Dios, y por eso alaba al justo, que prosperará como árbol frondoso a la sombra del Omnipotente.

Desde el punto de vista literario, el salmo es una mezcla de himno de alabanza y de acción de gracias, con concesiones al estilo didáctico. El paralelismo sinónimo es frecuente con un ritmo bastante regular. El estilo es vigoroso, lleno de frescura y concisión.

Respecto de la fecha de composición del salmo, nada se puede afirmar con seguridad, pues, de un lado, la lengua es clásica y, por otra parte, hay ciertas concomitancias literarias con fragmentos bíblicos de la época sapiencial.

Yahvé es digno de ser alabado (1-7).

1 Salmo. Cántico. Para el día del sábado 2. 2 Bueno es alabar a Yahvé y cantar a tu nombre, ¡oh Altísimo! 3 publicar de mañana tu piedad y de noche tu fidelidad, 4 al salterio decacordio y a la lira, con las melodías del arpa. 5 Pues me has alegrado, ¡oh Yahvé! con tus hechos, y me gozo en las obras de tus manos. 6 ¡Qué magníficas son tus obras, oh Yahvé! ¡Cuan profundos son tus pensamientos! 7 No conoce esto el hombre necio, no entiende esto el insipiente.

Conforme al módulo literario de los himnos, el poeta declara la conveniencia de publicar las grandezas de su Dios 3. El nombre de Yahvé resume la historia de protección del Altísimo hacia el pueblo de Israel y para con sus fieles. Por eso, a las horas del sacrificio de la mañana y de la tarde, es necesario publicar la piedad y fidelidad de Yahvé, que son los dos atributos que le caracterizan en relación con el pueblo elegido. Por pura misericordia lo ha escogido entre los pueblos, y, en virtud de la fidelidad a las promesas dadas en la alianza sinaítica 4, se revela constantemente como protector del mismo. El salmista ha sentido personalmente la mano bienhechora de su Dios, y por eso se ha alegrado con sus hechos y portentos 5. Meditando en sus misteriosas acciones providenciales, el fiel yahvista comprende la magnificencia de las obras divinas y de sus misteriosos pensamientos, que guían el hilo cíe la historia de cada alma y de los pueblos (v.6). Pero no es dado a todos conocer los misterios de la Providencia, pues la arrogancia se cierra a los altos pensamientos6. El ser humano que no tiene sensibilidad moral y espiritual no puede comprender la mano de Dios en la vida humana (v.7).

La desastrosa suerte de los impíos y la dicha de los. rectos (8-16)

8 Si germinan los impíos como la hierba y florecen todos los obradores de iniquidad, es para ser destruidos por siempre jamás. 9 Pero tú eres excelso por la eternidad, ¡oh Yahvé! 10 Pues he aquí que tus enemigos, ¡oh Yahvé! perecerán 7, y serán dispersados todos los que obran el mal. ll Pero exaltarás mi cuerno como el del búfalo y me ungirás de fresco óleo, 12 y mis ojos contemplarán a mis enemigos8, y mis oídos oirán a los malvados que se alzan contra mí. 13 Florecerá el justo como la palmera, crecerá como el cedro del Líbano. 14 Plantado en la casa de Yahvé, florecerá en los atrios de nuestro Dios. 15 Fructificarán aun en la senectud, y estarán llenos de savia y verdor 16 para anunciar cuan recto es Yahvé, mi Roca, en el que no hay iniquidad.

Entre las cosas que no entiende el estulto es que la prosperidad de los impíos es efímera; florecen como la hierba, pero al fin se secan 9. Por encima de ellos está Yahvé, excelso por la eternidad; por tanto, inmutable en sus designios de justicia y equidad. Sus enemigos tendrán un triste fin, mientras que el justo verá exaltado su poder — su cuerno como el del búfalo 10 —, y Dios le ungirá misteriosamente con la alegría del triunfo 11: la hora de ver a sus enemigos perecer recibiendo su merecido 12.

La suerte del fiel yahvista es envidiable, pues florecerá como la palmera y como el vigoroso cedro del Líbano, árboles ambos centenarios, mientras que la vida de los impíos es efímera y se seca como hierba que nace en la mañana. El salmo termina con una frase calcada en Dt 32:4: "El es la Roca. Sus obras son perfectas, "no hay en lil iniquidad."

1 Cf. Sal 37; 49; 73 — 2 La indicación es litúrgica, y, sin duda, añadida por el compilador levítico. El Talmud dice que se cantaba el sábado por la mañana al inmolarse el cordero. — 3 Cf. Sal 105; 106; 22:2-is. — 5 Cf. Sal 143:1. — 4 Cf. Sal 89:1; 5:2; 63:5. — 6 Cf, Sal 40,11; 73:22; 84:8; 73:11.21-·; — 7 un el TM se repite — por díptografía — este estiro. — 8 El verso está confuso en la redacción, pero la idea general es clara. — 9 Cf. Sal 37:1-2.7.9.20. — 10 Cf. Sal 22:22; 89:18; 148:14; Sam 2:1; Dt 33:17. — 11 Cf. Sal 23:5; 45:8. — 12 Cf. Sal 37:34; 54:9; 91-8.

 

Salmo 93 (Vg 92): Yahvé, Rey de la Creación.

Es éste un himno grandioso en el que se canta la magnificencia de Dios como Soberano del universo. A pesar de ser sumamente breve, impresiona su lenguaje, lleno de la más altísima teodicea. Los salmistas han sabido captar el mensaje divino de la creación, que es un reflejo de la grandeza de Yahvé. Por esta soberanía superior deben ser acatados sus testimonios y mandamientos. Pero, además, Yahvé tiene su morada en Israel, y ésta es fuente de santidad para los que a ella se acercan.

No convienen los autores al determinar la fecha de composición de este magnífico himno, y así, mientras unos lo adjudican a la época de Salomón l, otros lo retrasan hasta el tiempo de los Macabeos 2. Se citan supuestas dependencias de la fraseología del Deutero-Isaías 3, pero el salmo es tan>breve, que no se pueden probar estas concomitancias literarias.

"El estilo, rápido y sonoro, con su armonía imitativa y sus repeticiones jadeantes, su pasaje precipitado de la tercera a la segunda persona, sus figuras brillantes y atrevidas, hacen del minúsculo poema una deliciosa pequeña obra maestra"4.

1 Reina Yahvé, se vistió de majestad, vistióse de poder Yahvé y se ciñó; cimentó el orbe: no se conmoverá. 2 Firme tu trono desde el principio, desde la eternidad eres tú. 3 Alzan los ríos, ¡oh Yahvé! elevan los ríos su voz, alzan los ríos su estrépito. 4 Más que los bramidos de las aguas tumultuosas, más que los furores del mar 5 es magnífico Yahvé en la alturas. 5 Tus testimonios son verídicos en grado sumo; conviene a tu casa la santidad, ¡oh Yahvé! por el transcurso de los días.

En la obra de la creación se manifestó el poder de Yahvé, al poner orden en el caos primitivo y al sujetar las fuerzas indómitas de los mares. Una de las maravillas de la obra divina es haber cimentado el orbe en una masa acuosa movible sin que el orbe se conmueva.-.Según las ideas cosmológicas hebraicas, la tierra descansaba en unos pilares sobre el abismo de aguas saladas. La obra de Dios es, pues, un prodigio de equilibrio, digno de su sabiduría y omnipotencia6. Como Soberano del universo, tiene Yahvé su trono firme descansando en la bóveda celeste, sobre las cimas de las montañas7. Y esta permanencia del trono divino es desde la eternidad: antes que se organizara el cosmos.

Asentado en su trono celeste, Yahvé domina las fuerzas del mar 8, cuyos oleajes y ríos no llegan hasta EL El ruido ensordecedor de sus olas, lejos de empañar su magnificencia, es un himno a su poder superior.

El v.5 parece una adición litúrgica: la perspectiva conceptual cambia, pues el poeta habla ahora de las vinculaciones de Yahvé con su pueblo a través de su santuario de Jerusalén. Sus leyes son, en realidad, testimonios verídicos de su voluntad 9; sus promesas son, por ello, indefectibles; y su presencia en la casa de santidad — el templo jerosolimitano — es una prenda de fidelidad a sus promesas de protección a su pueblo y a los que sigan sus mandatos, y esto, no momentáneamente, sino por el transcurso de los días, presentes y futuros: por siempre.

1 Opinión de Herkenne. — 2 Así Hitzig y Olshausen. — 3 Hipótesis de Briggs. — 4 J. Calés, o.c., II p.179· — 5 Lit. "los rompientes (u olas) del mar1." — 6 Cf. Gen 1:2.9-12. — 7 Cf. Sal 11:4; 14:2; 18:7-10; 19:5; 24:21; 65:7-8; 74:13-14. — 8 Cf. Job 38:8-11; Sal 24:2; 104:5-9; Is 51:9-10; Sal 74:12-14; — 9 Cf. Sal 19:8; 111:8.

 

Salmo 94 (Vg 93): Invocación a Dios como Juez.

Como en otros salmos, en éste se plantea el problema de la retribución moral,1 aunque concretando el problema a las relaciones de Yahvé con los israelitas 2. El salmista se hace eco de una situación lastimosa de Israel oprimido, sin determinar si ello obedece a una invasión extranjera o a la conducta desaprensiva de jueces y gobernadores inicuos de la nación. En un arranque cíe sentimiento de justicia, el poeta pide la intervención divina para castigar tanta insolencia y soberbia insoportables. Esta idea domina la primera parte del salmo (1-11). En la segunda, en cambio, en nombre de Israel y en nombre propio, fomenta los sentimientos de confianza y de fe en Yahvé como protector de los justos y castigador de los inicuos (12-23). El salmista tiene experiencias propias sobre esta conducta retributiva de Dios, y basa, sobre todo, sus convicciones en la fe en la justicia divina indefectible. Como es ley en estas composiciones sapienciales, el salmista termina lanzando imprecaciones contra los impíos.

Desde el punto de vista literario, se mezclan el tono deprecativo, imprecativo y aun didáctico sapiencial, sobre todo en la segunda parte. El estilo es variado y vigoroso, sin amaneramientos convencionales.

Según el título de la versión griega, esta composición es obra de David, y así lo supone algún autor antiguo 3; pero los críticos modernos niegan comúnmente esta paternidad davídica; y, corno en la mayor parte de los salmos, clan lechas muy divergentes sobre su composición: época de Manases (s.VII a.C.)4, época persa5, época de los Macabeos 6. Las concomitancias conceptuales con algunos libros sapienciales, como Job y Proverbios, hacen pensar que el salmo fue redactado en época posterior al destierro babilónico.

Apelación a Yahvé contra los opresores (1-11).

1 ¡Dios de las venganzas, Yahvé; Dios de las venganzas, muéstrate! 2 Álzate, Juez de la tierra; da a los soberbios su merecido. 3 ¿Hasta cuándo los impíos, ¡oh Yahvé! hasta cuándo los impíos triunfarán, 4 hablarán proterva y jactanciosamente y discursearán con arrogancia todos los obradores de iniquidad? 5 Aplastan, Yahvé, a tu pueblo, oprimen a tu heredad. 6 Asesinan a la viuda y al peregrino, y a los huérfanos dan muerte. 7 Y se dicen: "No ve Yahvé, no entiende el Dios de Jacob." 8 Entended, necios del pueblo; vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis cuerdos? 9 El que hizo el oído, ¿no va a oír? 7; y el que formó el ojo, ¿no va a ver? 10El que instruye a las gentes, ¿no va a reprender? El que enseña al hombre la sabiduría... 11 Conoce Yahvé los pensamientos de los hombres (y sabe) cuan vanos son.

En tono enfático, no exento de nerviosismo e inquietud, el poeta se dirige directamente a Yahvé, al que define como Dios de las venganzas, expresión que equivale a Dios justiciero. A El compete castigar al impío y manifestar su justicia en favor de sus fieles 8. Para la sensibilidad religiosa del salmista, la moral ha sido ultrajada en extremo, y es precisa la intervención punitiva del Juez de la tierra 9. Los malvados se enorgullecen insolentemente de sus crímenes y atropellos, y esta situación está clamando por la intervención justiciera del Omnipotente l0. El tono cíe protervia y arrogancia de los que impunemente pasan por encima de todas las exigencias de la equidad exaspera al alma del justo atribulado e in-comprendido. La maldad domina por doquier; el pueblo israelita, la heredad de Yahvé11, es atropellado inconsideradamente;. y las víctimas son precisamente las de las clases desheredadas: viudas, peregrinos y huérfanos, la trilogía habitual en las recriminaciones proféticas 12. Esto clama por la venganza divina inmediata.

Por otra parte, la insolencia va unida al cinismo y ateísmo práctico más descarado, pues con toda impudencia declaran los malvados que Yahvé no se preocupa de lo que pasa en la sociedad, pues no entiende (v.7). Del hecho de que no intervenga castigándolos, deducen la consecuencia de que está ausente de la vida humana 13. Para ellos, pues, resulta pueril la postura de los yahvistas fieles, que se sacrifican por mantener su integridad moral y espiritual. El salmista, ante tanta estolidez, hace una llamada a la cordura (v.8), ya que Dios contempla todo desde arriba, y su intervención justiciera será inexorable cuando llegue el momento oportuno señalado por su providencia.

En estilo sapiencial discursivo, el poeta recuerda que por necesidad tiene Yahvé que estar presente a las cosas de los hombres; si El ha formado los órganos visuales y auditivos, no va a estar privado de ellos 14. Y, por otra parte, el que impone reglas de vida a los hombres, instruyéndoles en sus caminos, no va a desinteresarse de su cumplimiento (v.10). El argumento es parecido al de Abraham en el coloquio con Dios sobre el destino de Sodoma: "El juez de la tierra toda, ¿no va a hacer justicia?"15 De modo similar, si Yahvé ha impuesto unas normas de vida, necesariamente ha de reprender a los incumplidores de ellas, pues contrarían a su expresa voluntad. Por otra parte, a Dios no se le escapa la vaciedad de los pensamientos humanos (v.11), y, por tanto, puede calibrar el grado de culpabilidad de cada uno.

Yahvé instruye y sostiene a los justos en las pruebas (12-23).

12 Bienaventurado el hombre a quien tú educas, ¡oh Yahvé! al que instruyes por tu ley, 13 para que esté tranquilo en los días aciagos, en tanto que se cava para el impío la fosa. i4 Pues no abandona Yahvé a su pueblo, no desampara su heredad, ] 5 sino que devolverá la justicia al juicio, y en pos de ella (irán) los rectos de corazón. 16 ¿Quién se levantará por mí contra los malvados? ¿Quién estará conmigo contra los obradores de iniquidad? 17 Si Yahvé no me hubiera ayudado, por poco habitaría ya mi alma en la morada del silencio. 18 Apenas decía yo: "Vacilan mis pies," tu piedad, ¡oh Yahvé! me sostenía. l9 Y en las muchas angustias de mi corazón, alegraban mi alma tus consuelos. 20 ¿Puede ser acaso. aliado tuyo el tribunal de malvados que forja la iniquidad bajo pretexto de ley? 2l Conspiran contra el alma del justo y condenan la sangre inocente. 22 Pero Yahvé es para mí una ciudadela, y mi Dios es la Roca de mi salvación. 23 El arrojará sobre ellos su misma perversidad, y con su misma malicia los aniquilará; los hará perecer Yahvé, nuestro Dios.

El salmista se consuela y consuela a los yahvistas declarando que son los predilectos cíe Yahvé, al ser educados conforme a sus preceptos salvadores. Sólo viviendo conforme a la ley divina puede el hombre encontrar la tranquilidad en los días aciagos, pues sabe que a su lado está Dios con su omnipotencia salvadora. Al contrario, la prosperidad del impío es aparente, pues sin darse cuenta se le está cavando la fosa (ν.13). El sνmil es el de los cazadores que preparan la fosa y la cubren para que en ella caiga la presa 16. La seguridad del justo se basa en las promesas de Yahvé, que nunca abandonará a su pueblo ni a sus fieles 17. Israel es su heredad 18, y, en consecuencia, no puede desinteresarse de sus destinos históricos. Por eso, aunque ahora la administración de la justicia esté en manos de jueces corrompidos, llegará el momento en que volverá la justicia al juicio, es decir, la equidad volverá a presidir los tribunales judiciales para bien del pueblo sufrido. Entonces llegará la hora de los rectos de corazón, que la seguirán ilusionados (v.15).

Hablando en nombre propio, el salmista expone su situación personal, reconociendo la intervención divina en su favor. Frente a los malvados está Yahvé (v.16). En situaciones críticas ha sentido su providencia salvadora, pues sin su intervención, ahora estaría en la morada del silencio, la región tenebrosa de los muertos 19. Cuando sentía sus pies resbalar, el apoyo divino le sostenía, y la asistencia divina era el único consuelo en sus horas amargas.

Dios no puede aliarse con los que conspiran contra su ley 20, conspiran contra el inocente, derramando su sangre. En cambio, está siempre con el justo para salvarlo; y al final terminará por hacer justicia sobre los impíos, lo que para los fieles yahvistas es una satisfacción, ya que se ven rehabilitados en el reconocimiento de su virtud y de sus esperanzas en Yahvé Salvador 21.

1 Cf. Sal 49; 73. — 2 Cf, 1Sarn 12:33; Eclo 32:22-23; 33:1-3; 47:22. 3:10-11; 96:10. — 3 teodoreto de ciro: PG 80,1629. — 4 Así Háfevy. — 5 Hipótesis de Hitzig, Duhm, Briggs. — 6 Opinión de Podechard, — 7 Hizo: el TM "plantó." — 8 Cf. Dt 33:2; Sal 50:2; Nah 1:2; Rom 12:19; Sal 80:2. — 9 Cf. Gen 18:25; Sal 9:20; 50:6; 75:8. — 10 Cf. Sal 74:10; 82:2; 90:13. — 11 Cf. Sal 14:4; 28:9; 78:71; 83:4. — 12 Cf. Dt 11:18-19; 12:29; 16:11-14; 24:17-21; 27:19; Zac 7:10; Sal 10:14:18; 68:5,- — 13 Cf, Sal 58:9; 73:11. — 14 Cf. Sal 33:13-15; Prov 20:12; Ex 4:11, — 15 Gen 18:25. — 16 Cf. Sal. 7:16; 35:8: 57:7. — 17 Cf, i Sara 12:22; Jer 1:7; Rom 11:1-3. — 18 Cf. Ex 19:5. — 19 Cf. Sal 115:17; 9:18. — 20 Cf. Sal 31:14; 35:1s; 55:19. — 21 Cf. Sal 9:10; 18:3; 34:9; 40:3; 48:4; 59:10.

 

Salmo 95 (Vg 94): Exhortación a la Alabanza y Obediencia de Yahvé.

Este salmo se divide en dos partes netas: a) himno de alabanza a Yahvé, Creador del mundo y protector de Israel (1-7c); b) oráculo divino sobre la incredulidad e indocilidad de los israelitas (7d-11). El salmista invita a no imitar a la generación perversa del desierto. Bajo este aspecto, esta composición tiene semejanzas con Sal 81. En la primera parte se destaca el carácter litúrgico procesional del himno, que ha sido compuesto para alguna festividad religiosa solemne. En el transcurso de la procesión, un levita invita a no ser rebeldes como los antepasados, que excitaron la ira de Yahvé en el desierto.

En la versión de los LXX, también este salmo es adjudicado a David, y así es aceptado por el autor de la Epístola a los Hebreos 1, que no hacía sino acomodarse a lo que decía el título del texto griego que manejaba. Pero el estilo del lenguaje no es arcaico. Generalmente, los críticos se inclinan por una fecha de composición postexílica en razón de la dependencia literaria de la segunda parte de Isaías (c.44). Las nuevas generaciones que volvían del exilio estaban defraudadas con los modestos comienzos de la restauración, muy diversos de las idealizaciones proféticas de Is 40-52. El salmista parece responder a este estado de descontento y depresión nacional.

Himno de Alabanza al Creador (1-7c).

1 ¡Venid, cantemos jubilosamente a Yahvé! Cantemos golosos a la Roca de nuestra salvación! 2 Lleguémonos a El con alabanzas, aclamémosle con salmos. 3 Porque Dios grande es Yahvé, Rey grande sobre todos los dioses, 4 que tiene en sus manos las profundidades de la tierra y suyas son también las cumbres de los montes. 5 Suyo es el mar, pues El lo hizo; suya la tierra, formada por sus manos. 6 Venid, póstremenos en presencia de El, doblemos nuestra rodilla ante Yahvé, nuestro Hacedor. 7 Porque El es nuestro Dios, y nosotros el pueblo que El apacienta y el rebaño que El guía.

Como es de ley en los himnos, el poeta invita a sus compatriotas a asociarse a sus alabanzas en honor del que constituye la salvación del pueblo 2. La historia de Israel es la historia de las manifestaciones protectoras de Yahvé. El salmista aprovecha la ocasión de una asamblea solemne para invitar al pueblo a tomar parte en esta manifestación gozosa de reconocimiento a Yahvé. En primer lugar, es digno de toda alabanza por ser el Creador, que a su vez está por encima de todos los dioses o seres angélicos, que constituyen su corte de honor·3. Todo le pertenece desde las profundidades de la tierra a las cimas de los montes, el mar y la tierra seca 4. Todo es obra de sus manos. El ser humano no puede explorar las profundidades de la tierra 5 ni las del mar 6, Sólo el supremo Hacedor puede llegar hasta sus escondites.

Pero este Dios universal, Señor de la naturaleza, es también Dios de Israel, en cuanto que está vinculado a él por una alianza histórica: es su pueblo, que apacienta como Pastor7. Es el símil más apropiado para reflejar las relaciones históricas de Yahvé con el pueblo hebreo.

Invitación a la docilidad espiritual (7b-ll).

7b Si pudierais hoy oír su voz: 8 "No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de Masa en el desierto, 9 donde me tentaron vuestros padres, me probaron a pesar de haber visto mis obras. 10 Cuarenta años anduve desabrido de aquella generación, y tuve que decirme: Este es un pueblo de extraviado corazón, que desconoce mis caminos. 11 Por eso les juré en mi ira que no entrarían en mi reposo."

El salmista, dramatizando el canto procesional, invita a oír la voz de Dios y a mostrarse más dóciles que la generación del desierto. Una voz oracular quiere prevenirlos contra la exigencia de tentar a Dios pidiendo manifestaciones portentosas, como hicieron los antepasados en las estepas sinaíticas. Estos, a pesar de haber sido testigos de los prodigios al salir de Egipto 8, exigieron un milagro en Meribá y en Masa. Ambos nombres son simbólicos: el primero significa "querella," porque en Rafidim se "querelló" Israel a Yahvé porque no les daba agua. Y allí hizo un milagro, proporcionándoles agua de la roca 9. El mismo milagro volvió a repetirse en la zona de Cades 10. Masa significa "tentación," porque los israelitas "tentaron" a Yahvé reclamando un milagro: me probaron a pesar de haber visto mis obras de salvación de la esclavitud faraónica. Esta actitud de desconfianza y rebeldía persistió durante los cuarenta años de estancia en el desierto 11. El resultado fue que Yahvé se disgustó de esta generación y decidió que no entrara en la tierra de Canaán: el reposo.

Por su corazón extraviado no supieron captar el valor de los caminos y preceptos de su Dios 12. Fueron por ello excluidos de la tierra de promisión, el reposo conferido por Yahvé a los hijos de Israel. El salmista recuerda esta trágica historia para que sus contemporáneos se guardaran de tentar a Yahvé como la generación del desierto, para no ser reprobados como estos desdichados antepasados. La invitación es puesta en boca de Dios para hacer más impresión en el auditorio.

1 Heb 3:7-4:13. — 2 Cf, Dt 32:15; Sal 62:3.7; 89:27. — 3 Cf. Ex 15:11; Sal 47:3; 96:4-5; 77:14; 97:9; 136:2. Quizá el.salmista alude a los supuestos dioses de otros pueblos, sobre los que está Yahvé. — 4 Cf. Job 34:8s; Jer 31:37; Sal 24:2; 89:12. — 5 Cf. Job 38:16. — 6 Sal 24:2. — 7 Cf. Jer 23:1; Ez 34-31; Sal 74:1. — 8 Cf. Ex 17:2.7; Sal 78:19.57. — 9 Cf. Ex 17:1-7. — 10 Cf. Núm 20:2-13. — 11 Cf. Núm 14:22-35; Dt 1:345; Sal 106:24-27. — 12 Cf. Sal 58:4; Is 29:24; 53:6.

 

Salmo 96 (Vg 95): Alabanza al Señor, Único Dios y Rey del Universo.

Este salmo se divide netamente en tres secciones: a) invitación a Israel para que le alabe en el santuario como Dios único (1-6); b) invitación a las naciones a asociarse a estas alabanzas, porque ha creado el mundo y gobierna los pueblos con equidad (7-10); c) invitación a la naturaleza a regocijarse ante Yahvé, que rige el mundo con justicia (11-13). Este himno de alabanza forma parte del cántico que se inserta en i Par 16:23-33, y que, según el relato, fue compuesto para David con motivo del traslado del arca a Jerusalén. No obstante, los críticos modernos consideran este cántico como una pieza postiza insertada por un compilador posterior, por tanto, no se debe deducir de él el origen davídico de nuestro salmo.

El universalismo que se respira en este salmo parece un eco de los vaticinios de la segunda parte del libro de Isaías (c.40-66). El establecimiento del reinado universal de justicia sobre todos los pueblos domina el pensamiento del salmista como el del profeta isaiano. Abundan las reminiscencias de otros salmos 1 que se sitúan en la misma panorámica. El estilo es florido y lleno de lirismos. Desde el punto de vista doctrinal, encontramos un verdadero esquema de teodicea: afirmación de su monoteísmo y enumeración de sus atributos.

Los LXX adjudican también este salmo a David: "Cántico de David cuando se edificó la casa después de la cautividad," lo que históricamente no es imaginable. Algunos autores tratan de arreglar esta aparente contradicción diciendo que es de David, pero que fue cantado en la inauguración del templo segundo de Zorobabel. Pero el poema no tiene nada de arcaico, ni en el fondo ideológico ni en la forma literaria. Como, por otra parte, no son pocas las concomitancias literarias y conceptuales con la segunda parte del libro de Isaías, los comentaristas modernos suponen comúnmente que el salmo es postexílico, aunque no posterior al siglo ni, ya que aparece en el fragmento de los Paralipómenos.

Invitación a los israelitas a alabar a Yahvé (1-6).

l Cantad a Yahvé un cántico nuevo, cantad a Yahvé la tierra toda. 2 Cantad a Yahvé y bendecid su nombre, anunciad de día en día su salvación. 3 Contad su gloria entre las gentes, en todos los pueblos sus maravillas. 4 Porque grande es Yahvé y digno de toda alabanza, terrible sobre todos los dioses, 5 pues todos los dioses de los pueblos son vanos ídolos; pero Yahvé hizo los cielos. 6 Delante de El la majestad y la magnificencia, en su santuario la fortaleza y el esplendor.

Las nuevas gracias que Yahvé otorga constantemente a su pueblo, y, en general, a las criaturas, requieren que se le entone un cántico nuevo: expresiones frescas de alabanza y de acción de gracias. El salmista se dirige primeramente a los israelitas, según se deduce de la mención del santuario en el v.6; pero asocia inmediatamente a toda la tierra a las alabanzas que va a proferir. Yahvé tiene una dimensión universal, pues aunque esté vinculado especialmente a Israel, sigue siendo el Soberano de todo el orbe creado 2. Los fieles deben recordar cada día la salvación obrada por Yahvé en favor de su pueblo y de todos los que a El se acogen. Las perspectivas nacionalista y universalista se entrelazan en la mente del poeta, que considera el santuario de Jerusalén como morada de Yahvé en la tierra, punto de atracción de las miradas de todos los pueblos 3. La historia de Israel es la historia de la manifestación salvadora de Yahvé: primero al sacarlo de la esclavitud faraónica, y después liberándolo de la cautividad babilónica.

Todos los pueblos deben conocer las maravillas en favor de su pueblo, pues redundan en su gloria4. Como ser trascendente destaca sobre todos los supuestos dioses de los otros pueblos, los cuales son, en realidad, vanos ídolos sin vida 5. Con sus gestas ha demostrado que sólo El es el Dios viviente, capaz de proteger a su pueblo, mientras que las divinidades de los otros pueblos son impotentes para salvarlos. Yahvé tiene un título único de poder: hizo los cielos, lo más excelso de la creación. El mundo es su obra, y, por tanto, sólo El puede intervenir en la historia de la humanidad6. Como Rey soberano del universo, lleva de escolta de honor a su majestad y magnificencia, juntamente con su fortaleza y esplendor (v.6). Estos atributos se manifiestan en su santuario, los cielos — morada permanente de Yahvé como ser trascendente — y el templo de Jerusalén, lugar santificado con su presencia como "Santo de Israel," es decir, vinculado a los destinos históricos del pueblo elegido, el cual, por otra parte, es instrumento suyo para dar a conocer su salvación a los otros pueblos. Por eso se invita a narrar sus proezas entre las gentes.

Invitación a las naciones a asociarse a las alabanzas a Yahvé (7-10).

7 Dad a Yahvé, oh familias de los pueblos! dad a Yahvé la gloria y el poderío. 8 Dad a Yahvé la gloria de su nombre, tomad ofrendas y venid a sus atrios. 9 Inclinaos ante Yahvé con ornamentos santos. ¡Tema ante El toda la tierra! 10 Decid entre las gentes: "¡Reina Yahvé!" Pues El afirmó el orbe, y no se conmueve. Juzga con equidad a los pueblos.

Supuesta su divinidad y su carácter de Creador, todos los pueblos están obligados a darle gloria y reconocer su poderío. Por ello deben acudir con sus ofrendas a los atrios del templo de Jerusalén, donde tiene· su morada terrestre. La invitación supone la perspectiva universalista que encontramos ya en Is 2:2-4: todos los pueblos confluyen hacia Sión para ser adoctrinados en la ley de Yahvé. Aquí, conforme a las perspectivas de la segunda parte del libro de Isaías, se les invita a traer sus ofrendas de reconocimiento. Todos deben acercarse con ornamentos santos o vestidos de ceremonia para participar en su culto, como lo hacen los sacerdotes7. Todos deben acatar la realeza de Yahvé, que reina sobre todos los pueblos y gobierna con sentido de equidad y de justicia. Como el orbe, cimentado por Yahvé, no se conmueve, así todo encuentra su sitio cuando es Yahvé el que dirige las riendas de la vida social.

Invitación a la naturaleza a alabar a Yahvé (11-13).

11 Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, truene el mar y cuanto en él se contiene. 12 Salte de júbilo el campo y cuanto hay en él, y exulten todos los árboles de la selva 13 ante la presencia de Yahvé, que viene, porque viene a juzgar la tierra" Regirá el orbe con justicia, y a los pueblos con equidad.

Toda la naturaleza debe participar en esta alegría sonora en honor del Creador: la tierra, el mar, el campo y los arboles de la selva 8. Estas apelaciones a la naturaleza para asociarse a la gloria de los repatriados en la nueva teocracia son características de la segunda parte del libro de Isaías 9. Toda la creación debe entonar un himno de alabanza, que sea como el eco del himno de los seres humanos, que se asocian al culto de Yahvé en Jerusalén en un preludio de la inauguración de los tiempos mesiánicos: ante la presencia de Yahvé, que viene a juzgar la tierra. El horizonte es netamente escatológico: se acerca el gobierno de Yahvé sobre toda la sociedad humana 10. Con El viene el reinado de la justicia y de la equidad. Es el cumplimiento de los antiguos vaticinios mesiánicos 11.

1 Cf. Sal 33:3; 40,4: 47:2; 98:1; I49.I4 Is 42:10; Sal 9:12; 105:1; 95.3! 48:2; 29:1; 9:9- — 2 Cf. Is 66:18; Sal 9:1; 98:15; 96.18, — 3 Cf. Is 2:2-4. — 4 Sal 98:1-3; Is 42:10s; 43:1-8; 45:1s. — 5 Cf. Is 40:183; 44:93. — 6 Cf. Is 45:25-26; 45:14-17; 46:1s; 43:3; 85:10-12; 89:15. — 7 Cf. Sal 29:3. — 8 Cf. Sal 98:7. — 9 Cf. Is 44:23; 49.13- — 10 Cf. Sal 2:10; 9:9; 98:10. — 11 Cf. Is 42:10s; 44:23; 49:23; 55.12

 

Salmo 97 (Vg 96): La Manifestación Gloriosa de Yahvé.

Este salmo empalma, por el contenido, con el precedente, y en él se destaca la perspectiva escatológica: Yahvé vendrá a imponer un reinado de justicia y de equidad. El poeta, en estilo dramático y entrecortado, presenta ya a Yahvé a punto de ejercer sus funciones judiciarias para dar un veredicto equitativo y justo.

Podemos distinguir bien dos secciones en el salino: a) profecía de índole escatológica (1-7): se acerca el fin del estado actual de cosas para nacer un nuevo mundo, inaugurado por Yahvé, que va a establecer su reino en toda su plenitud, en el que se destacarán los valores de justicia y fidelidad; b) invitación a la general alegría por tan importante acontecimiento. Como en el salmo anterior, encontramos aquí predicado el monoteísmo más estricto, juntamente con el anuncio de un nuevo estado de cosas que se asemeja al anunciado en los vaticinios mesiánicos. La naturaleza, con sus grandiosas manifestaciones, le rinde homenaje; los mismos dioses de los otros pueblos se postran ante él. Esto señala el triunfo de los fieles, que ven así cumplidos sus más íntimos anhelos.

El valor literario de esta composición es juzgado así por un comentarista: "El autor de este salmo no era un poeta muy original, pero era un maestro himnógrafo. Apenas tiene una frase en el salmo que no haya sido tomada de prestado; pero del lenguaje de los salmistas y de los profetas anteriores ha compuesto un precioso mosaico que es digno de las circunstancias…"1 Particularmente parece depender de la segunda parte de Isaías y de otras composiciones salmódicas 2.

En la versión alejandrina se atribuye también este salmo a David, pero las analogías literarias con los fragmentos deutero-isaianos y con otras composiciones del Salterio nos obligan a retrasar la composición del mismo a los tiempos que siguieron a la cautividad babilónica.

La majestuosa teofanía de Yahvé-Rey (1-7).

1 Yahvé reina! Gócese la tierra, alégrense las muchas islas. 2 Hay en torno de El nube y calígine; la justicia y el juicio son la base de su trono. 3 Precédele fuego, que abrasa en derredor a todos sus adversarios; 4 sus rayos alumbran el mundo; tiembla la tierra al verle. 5 Derrítense como cera los montes ante Yahvé, ante el Señor de toda la tierra. 6 Anuncian los cielos su justicia, y todos los pueblos ven su gloria. 7 Quedan confundidos todos los adoradores de los simulacros, los que se glorían de sus ídolos. Se postran ante El todos los dioses.

Ante el nuevo orden moral, basado en el equilibrio y la equidad, debe la naturaleza tomar parte en el regocijo general; toda la tierra va a participar de las consecuencias benéficas del reinado de Yahvé, y por eso debe saludar alborozada la aparición del Rey de justicia 3. Hasta las lejanas islas — países costeros del Mediterráneo — deben sentirse dichosas de la aparición del Soberano de la tierra.

Conforme al módulo tradicional, el poeta describe la aparición de Yahvé envuelto en nube y calígine para velar su majestad, pero precedido del fuego, que es el símbolo de la atmósfera aislante de santidad que rodea al Dios de Israel4. El fuego purifica y aisla; por ello simboliza bien la zona de separación entre el Creador y la criatura, entre el Dios santo y la criatura contaminada. El salmista presenta al fuego abrasando a los adversarios de su Dios. Nadie puede oponerse a su acción justiciera. Como Rey omnipotente, va sembrando el terror por doquier, fulgurando los rayos que con su resplandor alumbran la tierra, que se estremece a su paso. La teofanía está calcada en la tradicional del Sinaí: Yahvé hablando desde la cima del monte en medio de relámpagos y truenos para impresionar al pueblo, reunido al pie de la montaña sagrada 5. A su paso se derriten los montes, que constituyen la parte más sólida de la tierra. El salmista parece inspirarse en el cántico de Habacuc: "Llega Dios de Teman... Su majestad cubre los cielos, y la tierra se llena de su gloria. Su resplandor es como la luz; de sus manos salen rayos. Delante de El va la mortandad, y a su zaga el azote.

Si se detiene, hace temblar la tierra, y si mira, conmueve las naciones. Los montes eternos se resquebrajan, se abajan los eternos collados..."6

Pero esta manifestación majestuosa de Yahvé no es preludio de cosas siniestras, sino la alborada de una época de justicia; por ello los cielos la anuncian alborozados, mientras que, abajo, los pueblos asisten a la manifestación esplendente de su gloria (v.6). El triunfo de Yahvé señala, por otra parte, el fin de la idolatría. Es la hora de la decepción de los que se arrodillaban ante los ídolos 7. Y el poeta presenta a los simulacros de los gentiles postrados en signo de acatamiento ante el Dios de Israel (v.7) 8.

El regocijo de los santos por la manifestación de la justicia divina (8-12).

8 Oyó Sión y se alegró; regocijáronse las hijas de Judá por tus juicios, ¡oh Yahvé! 9 Porque tú eres, Yahvé, el Altísimo sobre toda la tierra, inmensamente ensalzado sobre todos los dioses. 10 Aborreced el mal los que amáis a Yahvé, que El guarda las almas de los piadosos, librándolos de la mano de los impíos. 11 Ya alumbra la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. 12 Alegraos en Yahvé, ¡oh justos! y alabad su santo recuerdo.

El poeta canta en esta segunda parte la impresión agradable sentida por los que han sido fieles a Yahvé al asistir a la manifestación de su justicia retributiva. Sión, testigo de tantas injusticias y atropellos, se estremeció de alegría al anunciarse el cumplimiento de los juicios de Yahvé. Con la capital se alegraron las ciudades filiales: las hijas de Judá 9. Yahvé es el Altísimo — título del dios de Melquisedec y de Baal en Ras Shamra — sobre toda la tierra. Las divinidades de los otros pueblos pretendían gobernar sobre el territorio de su nación; pero Yahvé domina la panorámica del universo, por ser el Creador. Está por encima de todos los dioses 10, lo que no implica reconocimiento de la existencia de éstos, sino simplemente es una declaración de que los supuestos dioses de los otros pueblos no pueden medir su fuerza y dominio con el Dios de Israel. En el v.6 se les llama despectivamente simulacros o elilim (ídolos en el sentido de "vacíos," sin vida).

Supuesta la grandeza del Dios de Israel, el salmista invita a los fieles yahvistas a no seguir las sendas del mal y del pecado. Yahvé tiene especial providencia de las almas o vidas de los piadosos, que a El se confían. En los momentos de peligro los salva de las artimañas de los impíos n. Ha llegado la luz o felicidad para el justo; con ella se colma la alegría de los rectos de corazón, porque se manifiesta Yahvé protegiendo a los suyos y castigando a los malvados 12. El poema termina con una exhortación a los justos para que se alegren por el triunfo de su Dios, alabando su nombre. Lit.: "su santo recuerdo." El nombre divino expresa la esencia de la divinidad, y bajo este aspecto es como un eco o recuerdo de su presencia entre los hombres 13.

1 A. F. Klrkpatrigk, O.C., 579. — 2 Cf. v.1 y Sal 93; 99; 96:10-11; Is 42:10-12; 5L5; Sal 89:153; Sal 48:12; 93:19; 32:11. — 3 Cf. Is 49:13; Sal 96:11; Is 42:1-12; 51:5. — 4 Cf. Ex 19:16; 20,21; Dt 5:22; Ex 33:10; Sal 18:8-16; 85:14; 89:15. — 5 Cf. Ex 19:8; 24:153. — 6 Hab 3:3s. — 7 Cf. Is 42:17; 45:16-17. — 8 Los LXX traducen "ángeles" en vez de dioses. — 9 Cf. Núm 21:25.32; Jos 14:45 ; Jue 11:25; Sal 48:12. — 10 Cf. Sal 47:3; 83:19; 95:2. — 11 Cf. Sal 37:29; 34:21. — 12 Cf. Sal 27:2; 36:10; Is 5:30; 42:16; Sal 112:4; Job 12:25. — 13 Cf. Ex 3:15; Sal 135:14.

 

Salmo 98 (Vg 97): Canto de Alabanza a Dios después de la Liberación.

En este brevísimo salmo encontramos dos fragmentos salmodíeos de distinta procedencia: a) acción de gracias por una liberación (1-3); b) anuncio del reino escatológico de Yahvé, siguiendo la perspectiva de los dos salmos anteriores (4-9). La versificación es diferente en ambas secciones, y el contenido ideológico también diverso. La primera parte parece hacerse eco de la liberación de la cautividad babilónica, que es el nuevo gran portento de Yahvé en favor de su pueblo, como el paso del mar Rojo lo había sido en la antigüedad al formarse la nación israelita. Todos los pueblos han sido testigos de las últimas maravillas del Dios de Israel. Esto indica que Yahvé sigue siendo el Dios poderoso de los primeros tiempos y ha mostrado la fidelidad a sus promesas salvadoras sobre su pueblo.

En la segunda parte se invita a toda la tierra a exultar porque se acerca el advenimiento de Yahvé como Juez para inaugurar un reinado de justicia y equidad, como se declaraba en los salmos anteriores. Será una intervención deslumbrante que ofuscará a los prodigios del pasado.

También en este salmo son muchas las citas implícitas de textos de la segunda parte del libro de Isaías y de otras composiciones del Salterio. Todo esto hace pensar que ha sido compuesto, yuxtaponiendo dos fragmentos diversos que al principio tenían vida independiente, por un autor que vive después del exilio.

Acción de gracias por una liberación (1-3).

1 Salmo. Cantad a Yahvé un cántico nuevo, porque El ha hecho maravillas; han vencido su diestra y su santo brazo. 2 Ha manifestado Yahvé su salvación y ha revelado su justicia a los ojos de las gentes. 3 Se ha acordado de su benignidad y de su fidelidad a la casa de Israel; todos los confines de la tierra vieron la victoria de nuestro Dios.

Las. proezas nuevas de Yahvé exigen entonar un nuevo cántico que refresque el eco de los antiguos portentos. De nuevo se ha manifestado victoriosamente su diestra invencible y su santo brazo o poder sagrado. Característica de la divinidad es la trascendencia, que para los hebreos se reflejaba en la idea de santidad, que incluía incontaminación y separación. Por eso, la expresión santo brazo equivale aquí a omnipotencia desbordante, fuera de toda comparación con lo humano 2. La nueva salvación obrada por Yahvé ha servido para manifestar la justicia divina ante las gentes (v.2). El verso está calcado en Is 52:10: "Yahvé ha descubierto su santo brazo a los ojos de todas las gentes, y todas las extremidades de la tierra verán la salvación de nuestro Dios." En el v.3 se resume Sal 106:44-46. Esta victoria salvadora de Yahvé ha tenido lugar porque Yahvé se ha acordado de los compromisos con su pueblo, manteniendo así su fidelidad como en otras memorables ocasiones. Todos los pueblos son testigos de esta manifestación salvadora del Dios de Israel.

El advenimiento de Yahvé como Jaez (4-9).

4 Saltad de júbilo ante Yahvé toda la tierra, haced resonar los gritos, las ovaciones y los salmos. 5 Cantad a Yahvé con la cítara, con el arpa y con voces de cantos. 6 Con las trompetas y sones de bocina, saltad de júbilo ante el rey Yahvé. 7 Resuene el mar y cuanto él contiene, el mundo y todos sus habitantes. 8 Batan palmas los ríos, regocíjense a su vez los montes 9 delante de Yahvé, que viene a juzgar la tierra, y juzgará el mundo con justicia y a los pueblos con equidad.

Con frases estereotipadas, el salmista invita a todos los habitantes del orbe a mostrarse exultantes por el advenimiento próximo del Juez de la tierra. No se alude para nada a la liberación de Israel. La perspectiva es más amplia. A este júbilo de los habitantes de la tierra debe responder la exultación de la naturaleza inanimada: el mar, los ríos y los montes 3. Yahvé va a inaugurar los tiempos mesiánicos, gobernando con justicia y equidad. Esto es algo nuevo en la historia, y por eso la misma naturaleza inanimada debe asociarse al triunfo moral que va a dominar la sociedad en el nuevo orden de cosas4.

1 Cf. Is 42:10; 43:5-8, — 2 Cf. Sal 111:9. — 3 Cf. Sal 96:12; Is 55:12; Hab 3.10. — 4 Cf. Is 11:7s.

 

Salmo 99 (Vg 98): Gloria del Señor en Su Santo Monte.

Este salmo se divide en dos partes netas, separadas por un estribillo: a) grandeza de Yahvé, que mora en Sión (1-5); b) la santidad del Dios de Israel (6-9). También aquí encontramos la idea de un reinado de Yahvé. El anuncio de su advenimiento debe hacer temblar a todos los que se acerquen a El, pues ante todo es el Santo y trascendente, incompatible con el pecado. Esto exige que el que quiera vivir bajo su égida debe también "santificarse" purificando sus costumbres y viviendo conforme a las normas de equidad y justicia que presidirán el nuevo orden de cosas.

Desde el punto de vista literario podemos caracterizar este salmo como un himno de alabanza, con exhortaciones a la observancia de la ley. Las expresiones son altamente líricas. Su composición data probablemente de los tiempos postexílicos. Por su contenido encuadra dentro de los salmos sobre el "reino de Dios."

Yahvé, Rey soberano, amigo de la rectitud (1-5).

1 ¡Yahvé reina! ¡Tiemblen los pueblos! Se asienta entre los querubines; la tierra vacila. 2 Grande es Dios en Sión y excelso sobre todos los pueblos. 3 Que alaben tu nombre, grande y temible: es el Santo. 4 Y tú eres el Rey poderoso que ama la justicia: tú estableciste la rectitud y el derecho, tú hiciste en Jacob justicia. 5 Ensalzad a Yahvé, nuestro Dios, y postraos ante el escabel de sus pies: ¡es el Santo!

En los salmos anteriores, la idea del reinado de Dios evocaba la consiguiente exultación, ya que iba a inaugurar el triunfo de la equidad y de la justicia. Pero ahora el salmista insiste en la trascendencia y majestad divina de Yahvé, que se asienta entre los querubines. La fórmula es estereotipada en la literatura bíblica para ponderar la grandeza de Yahvé 1. Desde allí domina todo el panorama del universo y preside la historia humana 2.

Supuesta la soberanía de Yahvé sobre el Universo, el salmista indica que, a pesar de su residencia permanente en los cielos, también habita en Sión; y en la colina sagrada se muestra grande y excelso con sus portentos a favor de su pueblo. Desde ella preside también a todos los pueblos, ya que a través de Israel lanza un mensaje de salvación a todas las gentes. Yahvé es ante todo el Santo, con todo lo que implica este adjetivo de trascendencia e incontaminación 3. Como tal, ama la justicia y la establece en Jacob, su pueblo elegido. El salmista piensa en la historia de Israel y en su Ley, centro de su vida teocrática. Bajo este aspecto, el pueblo hebreo es un faro luminoso, ante las naciones.

Yahvé escachó y protegió a sus fieles siervos (6-9).

6 Moisés y Aarón (fueron) entre sus sacerdotes, y Samuel con los que invocan su nombre; invocaban a Yahvé, y El los respondía. 7 Les hablaba en columna de nube, y guardaban sus testimonios y la Ley que les dio. 8¡Oh Yahvé, Dios nuestro Tú los escuchabas, y fuiste para ellos un Dios indulgente, aunque castigaste sus pecados. 9Ensalzad a Yahvé, nuestro Dios, y postraos ante su monte santo, porque Santo es Yahvé, nuestro Dios.

El salmista destaca en esta segunda parte las relaciones especiales de Yahvé con los dirigentes de la clase sacerdotal, no insistiendo sobre su calidad de oferentes de sacrificios, sino en su oficio de mediadores4: invocaban y les respondía. Yahvé les hablaba desde la nube que velaba su majestad5; a Samuel le hablaba desde el arca de la alianza, sobre la que planeaba la gloria de Dios 6. Moisés no fue sacerdote en sentido estricto, pero en nombre de Dios consagró a Aarón y a sus hijos 7, aspersionó al pueblo con la sangre de las víctimas al hacerse la alianza sinaítica 8 e intercedió por el pueblo en el monte sagrado 9. Aarón fue el verdadero sacerdote, y, como tal, intercedió por su pueblo pecador 10. Samuel fue famoso por la eficacia de su oración 11. En Jer 15:1, Dios cita a Moisés y a Samuel como modelos de intercesión.

El salmista, pues, se hace eco de esta tradición y la recuerda para aleccionamiento de sus contemporáneos. Ellos recibieron los testimonios de Yahvé, plasmados en la Ley, que debían cuidadosamente guardar. No obstante, el salmista recuerda también las faltas de esos amigos de Dios, por las que les castigó severamente. Parece aludir a la falta de confianza expresada por Moisés y Aarón a propósito de las aguas milagrosas 12. Por ella fueron privados de entrar en la tierra de promisión 13. De Samuel no se narra en la Biblia ninguna falta por la que haya sido castigado ni reprendido.

El salmo se termina con una exhortación a prestar homenaje a Yahvé, pero en su santo monte de Sión. A pesar de ser el Creador y tener su morada habitual entre los querubines en el cielo, Yahvé tiene sus preferencias por Israel, y por eso se muestra propicio especialmente en el santuario de Jerusalén. Allí está el sacerdocio legítimo, sucesor de Aarón, y allí radicaba la capital de la monarquía presidida por la dinastía davídica, que había sido consagrada por el propio Samuel.

1 Cf. Sal 93:1; 18:8-10; 2 Sam 6:2; Sam 4:4; 2 Re 19:15; Sal 80,2. — 2 Cf. Ez i.is; Dan 3:53-56; Ap 4:75. — 3 Véase P. van imschoot, Théologie de l'Ancien Testament (París 1954) I — 4 Cf. Ex 17:11-13; 32:11-14; Núm 14:1; Ex 38:15; Sam 7:8-12; 12:16-125. — 5 Cf. Ex 19:9; 33:9-10; Núm 12:5. — 6 Cf. 1 Re 8:10-12. — 7 Cf. Lev 8:1s. — 8 Cf. Ex 24:8. — 9 Cf. Ex 17:115. — 10 Cf. Núm 17:1 1-15· — 11 Cf. Sam 7:8-9; I2:16s; Eclo 46:16-19. — 12 Cf. Núm 20,20. — 13 Cf. Núm 27:13-14; Dt 3:23-26; Ex 32:1-6; Núm 12:1s; 20:12.24.

 

Salmo 100 (Vg 99): Invitación a la Acción de Gracias al Señor.

Este himno tiene un marcado carácter litúrgico, y es considerado como una especie de doxología al conjunto de los "salmos del reino" (93; 96-100), que acabamos de estudiar. Se destaca por su aire netamente lírico y alegre. Debió de ser escrito para una procesión, de modo que fuera cantado alternativamente por los coros cuando se llegaba al templo. En sus frases se mezcla el himno de alabanza y de acción de gracias. La panorámica universalista está en consonancia con Is 53:6-7: "Y a los extranjeros allegados a Yahvé para servirle y amar su nombre... que sean fieles a mi pacto; yo los llevaré al monte de mi santidad y yo los recrearé en mi casa de oración... Porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos."

Supuesta esta perspectiva universalista, podemos creer que este salmo ha sido compuesto, como los anteriores "salmos del reino," después del exilio, cuando esta doctrina del "reino de Dios" adquirió particular importancia en los medios piadosos israelitas.

La fidelidad de Yahvé.

1 Salmo de acción de gracias. Aclamad a Yahvé la tierra toda, 2 Servid a Yahvé con júbilo, venid gozosos a su presencia. 3 Sabed que Yahvé es Dios, que El nos hizo, y suyos somos: su pueblo y la grey de su pastizal. 4 Entrad por sus puertas dándole gracias, en sus atrios alabándole; dadle gracias y bendecid su nombre. 5 Porque bueno es Yahvé; es eterna su piedad, y perpetua por todas las generaciones su fidelidad.

Quizá este salmo se cantaba cuando se entraba en el santuario para ofrecer el sacrificio de acción de gracias 1, y en ese caso tiene perfecta explicación el título. El salmista invita a toda la tierra a asociarse a esta manifestación de alabanza 2. Yahvé es el Creador del hombre, y, en consecuencia, se le debe no sólo homenaje, sino servidumbre. Pero, además, Yahvé es el plasmador de la nación israelita como colectividad nacional. Por eso, los israelitas son su pueblo y su grey 3. Con la conciencia de constituir el pueblo elegido, los hijos de Israel deben entrar por las puertas del templo de Jerusalén dando gracias por los beneficios que han recibido a través de la historia4. Yahvé no ha cambiado en su modo de ser, mostrando su protección ahora como en otros tiempos, pues es bueno, y su piedad benevolente hacia los suyos permanece por siempre 5. Es fiel a sus promesas, porque está vinculado a Israel con una alianza histórica, pues sus obras son sin arrepentimiento.

1 Cf. Lev 7:11. — 2 Cf. Sal 66, 1; 98:5. — 3 Cf. Sal 46:11; Dt 7:9- — 4 Cf. Sal 96:9 — 5 Cf. Jer 33:11; Sal 89:2.