Judit.

 

Introducción.
1. Antecedentes del Asedio de Betuli (c.1-7). 2. Yahve Triunfa Sobre Nabucodonosor (c.7-16).

 

Introducción.

 

División del libro y texto.

Dos partes cabe distinguir en el libro: 1) Antecedentes al asedio de Betulia (c.1-6). 2) Victoria del pueblo judío (c.7-16).

El texto hebreo o arameo, en que fue escrito originariamente el libro, se perdió desde muy antiguo. Orígenes no lo conoció y San Jerónimo afirma que revisó la antigua versión latina basándose en un ejemplar escrito en arameo.

El texto griego se ha conservado en tres formas principales: 1) la de las unciales Β A S; 2) forma peculiar de los códices 19 y 108; 3) texto del manuscrito 58 (Vaticano Reginense), del que dependen los textos de la Vetus Latina y Pesitta. Los manuscritos 19 y 108 representan el texto de Luciano, y en ellos se inspiran la versión aramea y la Vulgata. San Jerónimo, a instancias de sus amigos, tradujo el libro precipitadamente, fijándose más en el sentido que en la letra del texto. Quiso él acabar con la multiplicidad viciosa de manuscritos — no dice si eran griegos — y pone en latín lo que encontró en un texto aramaico. "Huic (ludit) unam lucubratiuncu-lam dedi, magis sensum e sensu, quam ex verbo verbum transfe-rens. Multorum codicum varietatem vitiosissimam amputavi; solum ea, quae intelligentia integra in verbis Ghaldaeis invenire po-tui, Latinis expressi" (Trae, ad Jdt: PL 29:39). Se sospecha que el texto aramaico utilizado por San Jerónimo era más una paráfrasis de estilo targúmico que una simple versión del texto hebreo primitivo.

Se conocen tres textos hebraicos de Judit con carácter midrástico, que de ninguna manera pueden identificarse con el texto hebreo primitivo. Dos de ellos fueron publicados por A. Yellineck 1, y el tercero por M. Gaster 2. Este último coloca la historia de Judit en la época del sitio de Jerusalén por Seleuco, no mencionándose a Nabucodonosor ni Holofernes 3. El texto de nuestro comentario se ajusta al texto griego publicado en la edición que hizo Sixto V del texto de los LXX, teniendo asimismo a la vista el texto editado por A. Rahlfs 4.

 

Autor y fecha de composición.

Llámase libro de Judit por ser ella la protagonista, no por haberlo escrito. No podemos determinar quién fue su autor ni fijar la fecha de su composición. Se ha dicho que su autor lo fue también del libro del Eclesiástico5, lo que nos confirma todavía más en nuestra impresión de que el libro fue escrito en tiempos posteriores al destierro. Las razones que se aducen para una fecha anterior a la cautividad carecen de valor 6. Grintz fija la data de la composición en el período persa. Dos testimonios explícitos tenemos en el libro que hablan de la cautividad como de un acontecimiento histórico: 4:2-3; 5:19. Por consiguiente, se excluye toda fecha de composición anterior a Darío.

En el libro se vislumbran no pocos elementos persas. En efecto, la frase que se aplica a Nabucodonosor de "gran rey, señor de toda la tierra," es el título que se daba a los reyes persas. La invocación de Dios como "Dios del cielo" es peculiar de los persas (Esd 5:6; papiros de Elefantina); el ejército invasor era persa (16:10); Holofernes y Bagoas son nombres de origen persa. Las armas que utiliza el ejército (akinakés, 13:6; 16:9) tienen el mismo origen, así como la expresión "preparar la tierra y el agua" (2:7).

Pero el mismo examen revela la presencia de elementos helenísticos. Alejandro fue el primer monarca que se arrogó, aun en vida, honores divinos. Su ejemplo fue seguido por los seléucidas, especialmente por Antíoco Epifanes, que mandó colocar en el templo de Jerusalén la estatua de Júpiter Olímpico y grabar en sus monedas las palabras "Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo." Una costumbre helenista es la de adornarse con coronas de laurel (3:7; 15:13)·.

La importancia que se da a las observancias legales, más minuciosas que en la Ley misma (10:5); la devoción hacia Jerusalén, al templo y al sacerdocio; la moda de los arcaísmos, sugieren la época de Ben Sirach (180 a.C.) o la de los Macabeos. Estos indicios, unidos a las analogías que presentan con los apócrifos, jubileos y Salmos de Salomón, pueden situar al autor y la fecha de composición del libro hacia el año 70. Aventurando todavía una hipótesis, cabe conjeturar que el autor escribió su libro a instancia de los fariseos, deseosos de glorificar con el seudónimo de Judit a su bienhechora, la reina y viuda Alejandra (76-67 a.C.). Que el autor escribió su libro en Palestina, está fuera de duda.

 

Finalidad del libro.

El autor del libro de Judit se propuso una finalidad concreta al escribirlo. Quien lo lea de corrida y superficialmente creerá que su autor no tuvo otro empeño que el de narrar una serie de hechos históricos. Pero detrás de esta corteza histórica se perfila claramente una idea religiosa directriz, que acaso ocupa el primer plano en la mente del autor sagrado, conducente a demostrar la providencia y fidelidad divinas hacia su pueblo escogido. Dios sometió a Israel al crisol de la prueba (8:27) con el fin de tantear hasta dónde llegaba su fidelidad. Permitió que éste se encontrara al borde del abismo, pero intervino en el momento crítico y lo salvó.

 

¿Judit libro histórico?

Hemos dicho que bajo la corteza histórica se vislumbra en el libro el desarrollo de una tesis religiosa. Pero cabe preguntar: ¿Tiene solidez esta corteza o más bien es una pantalla de que se sirvió el autor como de medio apto para proponer una enseñanza religiosa? En otras palabras: Los hechos que figuran en el libro, ¿corresponden en todo o en parte a una realidad objetiva o deben considerarse como ficción creada por el autor? Estas preguntas no están lanzadas al azar, sino que las sugieren las múltiples antinomias históricas y geográficas del libro. Sabido es que las dificultades de por sí no son suficientes para que dudemos inmediatamente de la historicidad de un libro bíblico, que aparentemente se presenta como tal; pero son un toque de atención que obliga al exegeta a un examen más detenido del texto.

Las dificultades históricas de mayor relieve del libro de Judit son las siguientes: 1) De Nabucodonosor, que reinó en Babilonia desde 604 hasta 562, se dice que era rey de los asirios. 2) Se afirma que el mencionado monarca reinó en Nínive, capital de Asiría, que fue destruida el año 612 por la acción combinada de Nabopolasar y Ciaxares. 3) Dícese (1:5) que Nabucodonosor combatió y derrotó a Arfacsad, rey de los medos. 4) Por el texto se deduce que en los días de la invasión de Holofernes no había rey en Israel; un sumo sacerdote, Joaquín, asistido por un consejo de ancianos, ejercía el poder supremo. 5) Hacía poco que los judíos habían subido de la cautividad de Babilonia y habían edificado el templo (538-458). 6) El general en jefe del ejército de Nabucodonosor es llamado Holofernes, nombre de origen persa, no babilónico; dígase lo mismo del nombre del eunuco Bagoas. ¿Cómo pudo Nabucodonosor reinar sobre Nínive, destruida antes de subir él al trono? ¿Por qué se llama rey de los asirios, cuando en realidad lo fue de Babilonia? ¿Cómo pudo combatir a Arfacsad, monarca que no figura en el catálogo de los reyes medos y persas? Sabido es que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y al templo, enviando a los judíos a la cautividad de Babilonia; ahora bien, ¿cómo puede armonizarse esta noticia con la de que habían los judíos reedificado la ciudad y el templo y de que habían subido hacía poco del cautiverio? ¿Cómo se explica que un rey de Babilonia reine sobre los asirios, en Nínive, y tenga como generalísimo de su ejército a un persa?

A estas dificultades de orden histórico se juntan otras de carácter geográfico y topográfico. El libro de Judit, escribe De Vaux, demuestra una arrogante indiferencia por la historia y la geografía. El itinerario del ejército de Holofernes (2:21-28) es un desafío a la geografía. Ante las dificultades mencionadas, y teniendo en cuenta los modos de decir y narrar empleados por el autor sagrado, pierde terreno la sentencia tradicional, que admitía la historicidad total del libro, y cobran actualidad las opiniones de los partidarios de una exégesis más libre y más ajustada a lo que realmente quiso decir y expresar el autor.

El pensamiento actual sobre el género literario de Judit lo resume Lefévre en estos términos: "Solamente pueden darse dos hipótesis: o los hechos se ocultan cuidadosamente por el empleo de seudónimos, o el autor escribe, con una finalidad didáctica, una historia ficticia, utilizando para ello elementos sacados de épocas muy distintas7. Existe una corriente entre los exegetas que tratan de encajar dentro de un marco histórico determinado los hechos y el ambiente general que se supone en el texto. A este fin se han hecho tentativas para identificar al personaje que se esconde bajo el nombre de Nabucodonosor. Se han barajado más de quince nombres, que abarcan un período de unos mil años, desde Adadnirari III (787 a.C.) hasta Adriano (138 d. C.) 8.

Puede ser que, al utilizar el autor sagrado el nombre de Nabucodonosor, quisiera reunir en él los rasgos más salientes de todos y cada uno de los antiguos monarcas orientales y griegos, cuyo distintivo era el orgullo, la impiedad, la ambición y el odio hacia Yahvé y a su pueblo elegido. Para el autor, Nabucodonosor es una figura sintética, ejemplar, simbólica y apocalíptica. Es el adversario poderoso e impío del pueblo de Israel. Es un monarca que sobrevive a sí mismo, ya que ataca a Israel incluso en los tiempos posteriores a la cautividad. Es un personaje de todos los tiempos y de ninguno en particular. No es nombre concreto; es una fuerza, una idea encarnada. Es el orgullo personificado, es Satanás (Stein-Mann, 24). Aquior, lo mismo que Nabucodonosor, tiene en el texto función de tipo (Cazelles).

En cuanto al personaje central, Judit, se identifica en 16:4 con la nación judía. Según De Vaux, "Judit, palabra que significa la judia, representa el partido de Dios, identificado con el de la nación" 9. Es probable que Judit "no sea otra que Jael de Jue 4:5, transformada, primeramente por los de Elefantina y últimamente por los judíos de Leontópolis, en la heroína que conocemos con el nombre de Judit." 10

Como escribimos en otro lugar n terminamos este apartado diciendo que con datos extraídos de la historia de la lucha secular de los pueblos paganos contra Israel compuso el autor sagrado una narración, en la que hechos sucedidos en diversos períodos históricos forman unidad por razón de la identidad de fines que les atribuye. Se barajan nombres, reales o fingidos, de personajes, con preferencia de tiempos antiguos. Según el P. Guillet, una de las leyes del género apocalíptico es la de sintetizar la historia en visiones globales 12. Son muchos actualmente los que clasifican a Judit entre la literatura apocalíptica. Lo que ésta proclama con lenguaje pro-fético, lo dice nuestro autor empleando el estilo simple de un relato 13.

 

Valor doctrinal de Judit.

Es un libro fundamentalmente religioso. La tesis central del mismo se plantea en 5:20-21. Especial providencia de Dios por el pueblo de Israel mientras éste le sea fiel, no solamente rechazando la idolatría, sino evitando aun las más leves transgresiones legales. Puede permitir Dios que le sobrevengan grandes calamidades, pero aun entonces debe Israel esperar en Dios, que permite estos males para probar su fidelidad, no para castigarle.

El pecado es el gran enemigo de la alianza. El mayor de todos es la idolatría; pero también otras faltas menos graves debilitan los lazos de la alianza. Quienes juzgan las acciones de Judit con un enfoque moderno, le achacan varios pecados: mentira, seducción, acción voluntaria de ponerse en peligro próximo de pecar, asesinato de Holofernes, utilización de medios ilícitos para lograr un bien. Pero no es el de Judit un libro de casos de conciencia, ni aun de edificación, sino más bien un tratado teológico. Ningún pecado le recrimina el autor sagrado, que ve en ella un instrumento débil del que se sirve Dios para castigar a los enemigos de su pueblo. Por el hecho de que su pureza salió ilesa de las provocaciones de Holofernes, a quien decapitó, algunos teólogos consideran a Judit como figura de la Inmaculada Concepción. A María se aplican las palabras de 15:9.

 

Canonicidad.

Se clasifica entre los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Según Orígenes 14 y San Jerónimo 15, los judíos leían el libro. Muchos Padres de los siglos n y ni consideran el libro como parte integrante de la Biblia 16. Por dudar de su canonicidad, San Jerónimo no puso mucho esmero en su traducción o revisión de un texto aramaico. Pero el mismo santo Doctor cambió de parecer (Epist. 65: PL 12:623; 25:1394) al verse libre de los prejuicios rabínicos. Afirma San Jerónimo que el concilio de Nicea "in numero sanctarum scripturarum computasse" al libro de Judit (PL 39,39) 17·

 

1 Beth ha-Midrasch (Leipzig 1853),

2 An Unknown Hebrew versión of the history of Judith: "Proceedings of the Society oí d blical Archaeology," 16 (1893-94) 156-163.

3 C. Meyer, Zur Entstehungsgeschichte des Buches Judith: B 3 (1922) I93-2O3·,

4 Stuttgart 1952. Sobre la cuestión textual véase A. M. dubarle, Les textes diverse Uvre de Judith: VT 8 (1958) 344-373·

5 A. Jansen, Der verschollene Verfasser des Buches Judith: "Theologie und Glaube," 4 U912) 269-277.

6 B. Mariahi, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 277-278,

7 Introduction a la Bible I (1957) 1747.

8 Véase Soubigou, Miller; G. Brunner, Der Nabuchodonosor des Buches judith (Berlín 1959).

9 Bible de Jérusalem (1956) 493-494.

10 J. Edgar Bruns, The genealogy of Judith: “The Catholic Bibljcal Quarterly,” 18 (1956) Ϊ9-22; Judith orjael: ibid., 16 (1954) 12-14.

11 "Verdad y Vida," U.

12 Thémes Bibliques (París 1951) 137-38-

13 Lefévre, Judith: DBS 1319; arnaldich, l.c., 99-100.

14 Epist. ad lulianurri Africanwn 13: PG 11:80.

15 Praefatio in Libr. ludith: PL 29:3?

16 Clemente De Alejandría, Strom. 2:17: PG 8:969; orígenes, De oratione i3"2: PG 11:452.

17 Véase A. M. Dubarle, La mentían de Judith dans la littérature ancienne, Juíve et cnn~ tienne: RB 66 (1959) 514-549·

 

 

1. Antecedentes del Asedio de Betuli (c.1-7).

 

Dos reyes en escena (1:1-4).

1 Era el año duodécimo del reinado de Nabucodonosor, que reinó sobre los asirios en la gran ciudad de Nínive en los días de Arfacsad, rey de los medos, que reinó sobre los medos en Ecbatana, 2 a la que rodeó de un muro construido de piedras labradas, de tres codos de altura y seis de largo, siendo la altura del muro de setenta codos, y de cincuenta su anchura. 3 Levantó torres en las puertas hasta la altura de cien codos, y el ancho de sus cimientos era de sesenta codos. 4 Construyó sus puertas, que se levantaban hasta setenta codos, siendo su ancho de cuarenta, para dar paso a sus fuerzas poderosas y a la muchedumbre de sus infantes.

 

Por haber arrasado el país en sus incursiones bélicas, por la profanación del templo y por la humillante deportación a Babilonia fue Nabucodonosor, a juicio de los judíos, el prototipo del soberano despótico, cruel e impío. Dícese en el texto que "reinó sobre los asirios, en la gran ciudad de Nínive." Por documentos cuneiformes se conoce la lista completa de los reyes de Asiría desde 930 hasta 612 antes de Cristo, fecha en que fue destruida la ciudad por Gyaxares y Nabopolasar, no figurando en los mismos ningún rey con el nombre de Nabucodonosor. ¿Cómo explicar esta anomalía histórica? Los exegetas han identificado a Nabucodonosor con Asurbanipal (669-626), Darío I (521-486), Artajerjes III Oco (358-337), etc. Con estas hipótesis no se solucionan las dificultades históricas del libro. La misma incertidumbre presenta la mención de Arfacsad, rey de los medos, cuya identificación debe ser correlativa con la de Nabucodonosor. Ningún rey lleva este nombre. Como personal figura en Gen 10:22; 11:10.

Fue Ecbatana la capital del reino de los medos y más tarde residencia de verano de los monarcas persas (Esdr 6:2). Fue fundada hacia el año 700 antes de Cristo, por Deyoces, hijo de Phaortes. Situada en una región montañosa, en la encrucijada de las comunicaciones de Persia con el valle del Eufrates, tenía un comercio muy floreciente. Se habla de Ecbatana en Tob 3:7; 6:7; 2 Mac 9:3. Las fortificaciones de Ecbatana eran impresionantes 1, Según Heródoto (I 98-99; II 153), siete murallas concéntricas, de la misma altura, con las almenas de diversos colores, custodiaban el palacio real y sus tesoros. El codo de que habla el texto debe ser el babilónico, que equivale aproximadamente a 0:52 metros. De ahí que las medidas de las fortificaciones traducidas en metros son las siguientes: 1) piedras labradas: 3:12 metros de largo por 1:56 de ancho; 2) altura de las torres: 52 metros, con una anchura de 31:20; 4) puertas: medían 36:40 metros de alto por 20:80 de anchura,

 

Nabucodonosor combate a Arfacsad (1:5-6).

5 En aquellos días combatió Nabucodonosor contra Arfacsad en la gran planicie, esto es, en los confines de Ragau. 6 Le habían salido al paso todos los habitantes de la montaña, todos los ribereños del Eufrates, del Tigris y del Hidaspes; y en la llanura de Arioc, el rey de los elamitas y muchísimos pueblos se juntaron para hacer frente a los hijos de Jeleal (caldeos).

 

La expresión "en aquellos días," de sabor hebraico, debe entenderse del año 17 de Nabucodonosor, según el texto griego del v.13, o del año 12 del mismo, conforme a la Vulgata. El combate que anuncia en este versículo, y cuya descripción se hace en los v.13 y 16, tuvo lugar en la gran llanura que se extiende en los confines de Ragau. ¿En dónde emplazar esta gran planicie? En la inscripción de Bischtun de Darío I (año 520) se cita dos veces la región de Raga. El historiador Tolomeo (6:2:6) habla de una llanura de nombre Ragiana. Existe actualmente la ciudad Rai a 160 kilómetros al noroeste de Ecbatana. En resumen, se desconoce el emplazamiento exacto de la ciudad de Ragau. Entre los aliados de Arfacsad se cuentan las tribus de la meseta del Irán occidental (Zagros), los ribereños del Eufrates, del Tigris y del Hidaspes. Se ignora a qué río corresponde este último. Se descarta el Hidaspes, llamado hoy Geh-lam, en el Panjab, y que desemboca en el Indo. También son aliados los habitantes de la llanura de Arioc, rey de los elamitas o elymeos. Arioc es un personaje que se menciona en Gen 14:1 como rey de Elasar (rex Ponti, según la Vulgata). Se desconoce el emplazamiento concreto de esta llanura.

Con la frase "de modo que fueron muchos los pueblos que se juntaron a las huestes de los hijos de Queleud" (Yeleal) se pondera la potencia de los confederados contra Nabucodonosor. "Hijos de Queleud," frase que la Vulgata omite, pueden ser, o bien los caduseos, los caldeos, o los pueblos de la región de Quilmad (Ez 27:23), que el talmudista traduce por Media y los LXX por Carmenia, que corresponde a la región llamada actualmente Kerman, al sudeste de Persia (Stummer, Vaccar1).

 

Mensaje de Nabucodonosor (1:7-12).

7 Después mandó Nabucodonosor, rey de los asirlos (un mensaje) a todos los habitantes de Persia, a todos los de las regiones occidentales, a Cilicia, Damasco, al Líbano y al Antelíbano, a todos los de la costa del mar, 8 a los del Carmelo, a Galaad, a Galilea la alta, a la gran llanura de Esdrelón, 9 y a los moradores de Samaría y a sus ciudades, a los del otro lado del Jordán, hasta Jerusalén, Betana, Quelos, Cades, hasta el río de Egipto; a Tafna, Rameses y a toda la tierra de Guesen, 10 hasta por encima de Tafnis y de Menfis, y a todo Egipto hasta los confines de Etiopía. 11 Despreciaron todos los moradores de la tierra el mensaje de Nabucodonosor, rey de los asirlos, y no se le asociaron para la guerra, porque no le temían, porque a sus ojos era un don nadie. 12 Enfurecióse grandemente Nabucodonosor contra todas estas gentes, y juró por su trono y por su señorío que se vengaría y devastaría con su espada todos los territorios de Cilicia y de Damasco y de Siria y a todos los moradores de Moab, a los hijos de Amón y a toda la Judea, y a todos los que moran en Egipto hasta los confines de los dos mares.

 

Según el texto, envió Nabucodonosor su mensaje a pueblos del este y del oeste.

En la lista del grupo extremo occidental se sigue una línea geográfica de nordeste a sudoeste: Cilicia, Damasco, Líbano, Antelíbano, "la costa del Mar," con la Fenicia y territorio de los filisteos. Del territorio de Palestina cita los pueblos del Carmelo, que entran en el elenco porque el autor sagrado coloca a Betulia en el ámbito geográfico del Carmelo, hacia su extremidad sudoriental. Del Carmelo se pasa a Galaad, región situada al otro lado del Jordán, entre el Yaboc y el Yarmuc. Es la primera vez que se habla en la Biblia de la Alta Galilea como término geográfico. La extensa y fértil planicie enclavada en la Baja Galilea, delimitada al sur por el Carmelo y los montes de Samaría y al norte por los de Galilea, es llamada en el libro de Judit (1:8; 3:9; 4:6; 7:3) llanura de "Esdrelón." La expresión "al otro lado del Jordán" es ambigua, y puede designar la TransJordania o la Cisjordania, según el lugar en que se sitúe el historiador. Aquí el punto de referencia de Nabucodonosor es Asiria, y, por lo mismo, la frase citada se refiere a los territorios de la Cisjordania. La tierra de Guesen corresponde a la región de Gosen, en la cual moraban los israelitas durante su permanencia en Egipto.

Menfis es la antigua capital del Bajo Egipto, llamada Nof en hebreo (Is 19:13; Jer 2:16).

Los pueblos de occidente despreciaron el mensaje de Nabuco-donosor. La Vulgata dice: "Omnes uno animo contradixerunt." Todos desecharon su invitación de apoyarle en la lucha contra Arfacsad. A sus ojos, el monarca era un rey aislado políticamente, incapaz, por lo mismo, de hacer frente con las armas a todas las naciones unidas. A los mensajeros del rey se les negaron incluso los presentes de ritual.

 

Nabucodonosor jura vengarse (1:13-16).

13 Había puesto en movimiento sus fuerzas contra el rey Arfacsad en el año diecisiete; le venció en batalla campal y aniquiló todo el poder de Arfacsad, toda su caballería y todos los carros, 14 y se apoderó de sus ciudades, llegando hasta Ecbatana, haciéndose dueño de sus torres y devastando sus calles y convirtiendo en oprobio toda su belleza. 15 Se apoderó de Arfacsad en las montañas de Ragau, y le atravesó con sus propias armas y acabó con él. 16 Vuelto Nabucodonosor a Nínive con todo su ejército y con todos los que se le habían unido, muchedumbre incontable de guerreros, descansó allí y banqueteó con su ejército por espacio de ciento veinte días.

 

Nabucodonosor jura por su trono que se vengará del ultraje inferido. La expresión equivale a jurar por la divinidad, de la cual era él el representante en todo su imperio. La soberbia del rey es tanta, que no puede concebir que pueblo alguno se atreva a contradecir sus designios. Jura vengarse de Moab, de Amón (2 Re 24:2; Gen 12:5) y de Judea, cuyas naciones se mencionan por el designio literario del autor de preparar la narración ulterior del libro. El amonita Aquior es una figura relevante del libro (5:1; 6:20; 11:9-11; 14:5-10). La mención de Judea es un toque de alerta para el lector. Los pueblos se equivocaron al valorar la potencia bélica de Nabucodonosor. Solo, con su propio ejército, presentó batalla a Arfacsad, derrotándole completamente en batalla campal y aniquilando todo su ejército, compuesto de infantería, caballería y carros de combate. Los datos que anteriormente había señalado el texto (1:2-4) sobre Ecbatana daban la impresión de que era una ciudad invulnerable; pero no hay potencia humana capaz de oponerse al poder e ímpetu de Nabucodonosor.

 

Consejo de oficiales en palacio (2:1-3).

1 El año dieciocho, el veintidós del primer mes, se corrió en el palacio de Nabucodonosor, rey de los asirios, que iba a tomar venganza de toda la tierra, como lo había dicho. 2 Llamó a todos sus oficiales y a todos sus grandes, y confirió con ellos sus se cretos planes, resolviendo poner en ejecución toda la maldad que había proferido su boca contra la tierra. 3 Fueron de parecer que se destruyese a cuantos no se sometieran a los decretos del rey.

 

Herido en su amor propio, planea Nabucodonosor un ejemplar castigo de las naciones rebeldes a su llamamiento. Corría el año dieciocho de su reinado, el veintidós del mes de Nisán, es decir, a principios de abril, "tiempo en que los reyes suelen ponerse en campaña" (2 Sam 11:1), cuando en el palacio del rey se bosquejó el plan de ataque. Según Jer 32:1; 52:29, el año dieciocho del Nabucodonosor histórico coincide con la fecha en que el mencionado rey se apoderó de Jerusalén (año 587). El autor ha querido asociar la memoria del año más triste para los judíos con el desquite por manos de Judit; el sacrilegio de Nabucodonosor señala el comienzo de su caída.

 

Holofernes, generalísimo del ejército (2:4).

 

4 Terminado el consejo, llamó Nabucodonosor, rey de los asirios, a Holofernes, general de su ejército, que era el segundo después de él.

 

Un rey de Babilonia que reina sobre los asirios en la ciudad de Nínive tiene a un persa como generalísimo de sus tropas. Que el nombre de Holofernes sea de origen persa, lo prueban tanto su terminación como la analogía con otros nombres de la misma procedencia, como Artafernes, Datafernes. ¿Qué personaje se esconde bajo este nombre que recuerda el mugido de un buey en una caverna? (Claudel). Según Eusebio1, con ocasión de la campaña contra Egipto, Artajerjes III Oco deportó a Hircania, a orillas del mar Caspio, a muchos judíos. En esta misma campaña 2 destruyó y conquistó Jericó, lugar en donde se habían congregado los levantiscos judíos, hecho que tuvo lugar hacia el año 351. Según Diodoro Sículo (31:19:2-3), un cierto Holofernes, hermano del rey de Capadocia, Ariarates, combatió al lado de Artajerjes contra los egipcios. El mismo Diodoro (16:47:4) menciona al muy influyente eunuco Bagoas (12:11; 13:3; 14:14). Aunque el nombre de Bagoas era muy común 3 entre los eunucos y aunque el nombre de Holofernes se halla en otras partes, es, sin embargo, muy casual que se hable de los dos en una misma narración. La mención de éste y del eunuco Bagoas, ¿basta para identificar a Holofernes con Artajerjes III? ¿No es diametralmente opuesto el papel de Holofernes en la obra de Diodoro y el que juega en el libro de Judit? Aquél regresa victorioso a Persia, seguido de una caravana de judíos, camino del destierro; éste cae muerto por la acción de una mujer israelita. Concluyamos diciendo que el hagiógrafo ha escogido el nombre de Holofernes con el fin de asociarlo al de otros enemigos de los judíos.

 

Holofernes recibe consignas del rey (2:5-14).

Y le dijo: 5 Esto ordena el rey grande, el señor de toda la tierra: En saliendo de mi presencia, tornarás contigo hombres que confíen en sus fuerzas; de infantes, hasta ciento veinte mil y caballos con sus jinetes, doce mil; 6 e invadirás toda la tierra de occidente por haber desobedecido la orden de mi boca. 7 Les intimarás que me preparen la tierra y el agua, porque en mi furor saldré contra ellos y cubriré toda la haz de la tierra con los pies de mis soldados, y la entregaré al saqueo; 8 y sus heridos llenarán los barrancos y los torrentes, y el río se desbordará lleno de sus muertos; 9 y conduciré sus cautivos hasta los extremos confines de la tierra. 10 Empezarás por ocupar todo su territorio, y si no se te rinden, me los reservas para el día del castigo. 11 Mas para los rebeldes no haya perdón; sean entregados a la muerte y al saqueo toda su tierra. 12 Por mi vida y por la fuerza de mi imperio, que cuanto dije lo ejecutaré por mi mano. 13 No dejes de cumplir ni una palabra de tu señor, antes las ejecutarás exactamente según te lo ordeno y sin dilación."

 

"El gran rey" es una expresión que usaban los reyes de Asiría (2 Re 18:19; Is 36:4) y de Persia (Est 13:1; 16:1). Yahvé es el único que puede ostentar el título de "rey de toda la tierra" (Miq 4:13; Zac 4:14; Sal 47:3; Jer 32:27). Los reyes de Asiría se llamaban a sí mismos "reyes de las cuatro regiones." El autor sagrado ha puesto en boca del monarca una oratoria más ambiciosa con el fin de poner de relieve su soberbia, que le llevó a arrogarse un título propio de la divinidad. Al paso de Holofernes y de su ejército seguirá la visita real, que acabará por aniquilar a los pueblos que no se rindieron. La frase "preparar la tierra y el agua" se halla en los documentos persas4 para significar que las naciones, en señal de sumisión, debían poner a disposición del vencedor todo cuanto necesitara para el traslado y mantenimiento de las tropas durante su permanencia en ellas. La orden es formal: "que tu ojo no perdone a ninguno" (Deut 7:16; Ez 20:17). En confirmación de sus palabras jura Nabucodonosor por su vida y por su imperio (1 Re 17:12; 18:10; 2 Re 2:2-4-6; Is 49:18) que ejecutará cuanto dijo. En opinión de Scholz, sólo Dios emplea esta fórmula de juramento (Núm 14:21-28); los hombres juran por Dios vivo (Jue 8:19). De ello se infiere que Nabucodonosor se atribuye un poder sobrehumano.

 

Movilización general (2:14-18).

14 Partió Holofernes de la presencia de su señor y tomó consigo a todos los magnates, generales y capitanes del ejército asirio; 15 pasó revista a las tropas escogidas para la guerra, según le había ordenado su señor, hasta ciento veinte mil infantes y doce mil arqueros a caballo, 16 y los ordenó como se ordenan las muchedumbres guerreras. 17 Tomó, además, carnellos, asnos y mulos, para la impedimenta, en cantidad muy grande; ovejas, bueyes y cabras 18 para su aprovisionamiento, y vituallas en cantidad para toda la gente, y asimismo mucho oro y plata del tesoro del rey.

 

A Holofernes, "el segundo después del rey" (2:4), que no asistió al consejo secreto de "sus servidores y magnates" (2:2), le fue confiado el reclutamiento y la puesta en marcha de un poderoso ejército. Pasó revista a sus tropas escogidas, infantes y arqueros a caballo (2 Crón 14:7; 17:17; 1 Sam 31:3; 1 Re 22:34; Jer 4:29; 6:23) y los organizó militarmente. Aparte de este ejército escogido, reunió gran cantidad de bestias de carga y animales para el servicio de la tropa.

 

Un ejército en marcha (2:19-21).

19 Luego se puso en marcha con todo su ejército; y, adelantándose al rey Nabucodonosor, cubrió toda la haz de la tierra, hacia el occidente, con sus carros, jinetes e infantes escogidos; 20 y una abigarrada muchedumbre como la langosta, incontable como el polvo de la tierra, que se les agregó. 21 Partieron de Nínive, caminando durante tres días por la llanura de Bectelet, y asentó su campamento desde Bectelet hasta carca de la montaña, a la derecha de la Cilicia superior.

 

Se complace el autor sagrado en ponderar la potencia del ejército de Holofernes, tanto por su calidad como por el número. Del texto parece desprenderse que el ejército de Holofernes estaba encargado de marchar en vanguardia con el fin de someter las naciones que Nabucodonosor debía ocupar. Esta muchedumbre se compara, por su gran número, a la invasión de langosta proveniente del desierto o al polvo de la tierra (Jos 11:4; Jue 7:12). El autor sagrado junta nombres del abigarrado mosaico de nacionalidades situadas al norte de Palestina y pasea por ellas el rulo del ejército de Nabucodonosor con el fin de presentar al monarca como señor y dueño de todo el mundo conocido, enfrentándolo con el diminuto pueblo de Betulia.

 

Luchas en el Asia Menor (2:22-23).

22 Y tomó todo su ejército, sus infantes, sus jinetes y sus carros; partió de allí en dirección a la montaña. 23 Rompió por Put y Lut, devastó a los hijos de Rarses y a los de Ismael, que habitan los linderos del desierto hacia el mediodía de los Quelos.

 

El v.23 es una verdadera cruz para los intérpretes. A menudo se mencionan juntos en el Antiguo Testamento los nombres de Put y Lut (Jer 46:9; Ez 27:10; 30:5). ¿En dónde localizar ambos pueblos? Según Stummer, Put es un pueblo de África (Gen 10,6; 1 Crón 1:8; Jer 46:9; Ez 27:10; 30:5; 38,5; Neh 3:9); Lut puede ser, o bien Lidia (Gen 10,22), o un pueblo norteafricano (Gen 10:13;1 Grón 1:11, etc.). En Is 66:19, los dos nombres se asocian a Javán, Tarsis y a "las islas lejanas, que no han oído hablar nunca de mi nombre (Yahvé)," de lo cual se infiere que su localización debe buscarse en el extremo occidental del Asia Menor. Sin embargo, la predilección del autor por la antigüedad hace sospechar que al mencionar Put y Lut tuvo en la mente los textos de Gen 10:6-13-22.

 

Combates en Mesopotamia (2:24-26).

24 Pasó el Eufrates y, atravesando la Mesopotamia, tomó por asalto todas las ciudades fuertes del torrente Abrona hasta el mar. 25 Se apoderó de todo el territorio de Cilicia, derrotando a cuantos se le opusieron, llegó hasta los confines de Jafet por la parte del mediodía, enfrente de la Arabia. 26 Cercó a todos los hijos de Madián, dio al fuego sus tiendas y saqueó sus apriscos.

 

Con el fin de solucionar la dificultad del regreso del ejército a su punto de partida, cambian algunos comentaristas el orden actual por el siguiente: v.21-26. Con ello se obtiene un desplazamiento de Holofernes más en consonancia con los datos geográficos de que disponemos hoy. Del v.23 se desprende que, una vez dominadas las naciones del Asia Menor y ya en territorio de Siria, pronto para descender a Palestina, torció Holofernes hacia el este con el fin de someter las tribus nómadas acampadas entre Palmira y el Eufrates. En el v.24, el ejército de Holofernes cruza de nuevo el río y presenta batalla a los pueblos situados entre los ríos Eufrates y Tigris. En la primera campaña, Holofernes siguió la ribera del Eufrates; en esta segunda ataca Cilicia y lleva sus tropas hacia "los confines del norte" (Ez 38:6). Según Gen 10:1-2, los hijos de Jafet se establecieron en la orilla meridional del mar Negro, en los alrededores de los lagos Van y Urmia y junto a las riberas del Caspio. No se ha explicado todavía satisfactoriamente la presencia en el texto de la palabra "Arabia"; la mayoría de los autores la consideran como glosa.

 

Por tierras de Siria y Fenicia (2:27-28).

27 Descendió luego a la planicie de Damasco en los días de la recolección del trigo, incendió todos los campos, destruyó sus rebaños y vacadas, saqueó sus ciudades, asoló sus campiñas e hirió toda su juventud al filo de la espada. 28 Temor y temblor se apoderó de toda la costa, de los moradores de Sidón y de Tiro y de los habitantes del Sur, de Ocina, de Jamnia. Los habitantes de Azoto y Ascalón se llenaron asimismo de miedo.

 

Holofernes desciende de los confines del norte a la llanura en los días de la siega del trigo, a fines de abril y principios de mayo (Gen 30:14). Como en el v.1 se dice que el consejo se tuvo hacia primeros de abril, asombra la rapidez de las campañas del ejército de Holofernes. La ciudad de Damasco se halla situada en la fructífera y bien regada llanura de Guta (2 Re 5:12; Jer 49:25), en un lugar por donde pasa la gran ruta caravanera que une Egipto con Mesopotamía. Existía la bárbara costumbre de incendiar las mieses (Jue 15:4-8) para sumergir a los pueblos en la indigencia. Llama la atención este comportamiento de Holofernes en relación con la noticia de la Vulgata, según la cual contaba él con el trigo de Siria para su ejército (2:9: frumentum ex omni Syria in transitu suo paran constituit). Es muy probable que el autor haya imputado a Holofernes la conducta que solían seguir otros conquistadores. En el v.20 se habla de una incontable muchedumbre que se agregó a las fuerzas de choque, engrosando continuamente el ejército con el alistamiento de guerreros de los pueblos conquistados. A medida que las tropas se acercan a Palestina se intensifican los actos conducentes a sembrar el pánico y el terror entre los pueblos. Ante ello, los pueblos prefieren pactar antes que lanzarse a un combate en el que llevarían las de perder.

 

Rendiciones en masa (3:1-5).

1 Y le enviaron mensajeros con propuestas de paz, diciendo: 2 "Mira, nosotros somos siervos del gran Nabucodonosor, nos postraremos en tu presencia para que hagas con nosotros según tu arbitrio. 3 Nuestras majadas, con todo nuestro territorio, y todos nuestros trigales, nuestros rebaños y vacadas, y los apriscos de nuestros ganados, todo está a tu disposición; dispon de todo según te plazca. 4 Y nuestras ciudades con sus moradores, siervos tuyos son; ven y haz con ellos como bien te parezca." 5 Llegados los hombres a Holofernes, le hablaron en esta forma.

 

Los pueblos de Fenicia y los del litoral de Palestina prefirieron ser esclavos de Nabucodonosor a perder la vida. De ahí que mandaran mensajeros con el ruego implícito de que se les perdonara la vida. Los delegados ponen a disposición de Holofernes las majadas (epauleis), los campos de trigo, ganado mayor y menor, los apriscos, las ciudades con sus habitantes. Por tres veces consecutivas expresan ellos su total entrega (v.2; 3-4). El autor hace hincapié en el temor y servilismo de los pueblos gentiles. Esta disposición de ánimo contrasta con la actitud valiente y confiada de Israel, que, puesta su confianza en Dios, resiste al invasor en defensa de sus valores espirituales y nacionales.

 

Duro trato de los vencidos (3:6-8).

6 Descendió él con su ejército a la costa y puso guardianes en las ciudades fuertes, y de ellas enroló en su ejército gente escogida. 7 Toda la región le recibió con coronas, danzas y panderos. 8 Devastó todo su territorio y taló sus bosques sagrados, y ordenó destruir todos los dioses de aquella tierra para que sólo a Nabucodonosor adorasen todas las naciones y le invocaran como a Dios todas las lenguas y todas las tribus.

 

Descendió (katébe) Holofernes de las llanuras de Damasco a la costa fenicia acompañado por tropas de choque. A pesar de tantas muestras de sumisión, no pudieron los mencionados pueblos aplacar la ira del general persa. Los pueblos salíanle a recibir con cánticos y danzas. Estas muchedumbres, que se adornaban con coronas y danzaban al son del tambor, no parecen inspirarse en costumbres orientales. En la Biblia se habla de estas manifestaciones de alborozo en la época griega (Ecl 32:1; Sab 2:8). Véanse, sin embargo, tales manifestaciones en Judit 11:34; 1 Sam 18:6. Aparece que Holofernes no dañó a los pueblos en sus bienes materiales. El castigo se reduce a talar los bosques sagrados que crecían alrededor de los santuarios y hacer añicos las imágenes de Baal y Astarté y de cuantos dioses tenían, para entronizar en su lugar a Nabucodonosor. La conducta de Holofernes se ajusta a las concepciones antiguas orientales en lo referente a las relaciones entre la divinidad, el rey y el pueblo. Dios conquista el país y a él se someten los dioses locales, que deben retirarse ante el vencedor y cederle el puesto.

Solían los reyes asirios llevar en sus triunfantes campañas las efigies de los dioses del país vencido, que eran sustituidas por las divinidades del vencedor. Al destruir Holofernes los símbolos locales, pretendía obligar a que "sólo a Nabucodonosor adorasen todas las naciones y le invocaran como a Dios todas las lenguas y todas las tribus." ¿Se arrogaron los reyes asirio-babilónicos el título de dios? Muchos monarcas se gloriaban de ser los representantes de Dios en la tierra, sus vicarios y lugartenientes, pero no llegaron nunca a proclamarse a sí mismos dioses. Los reyes asirios, dice Barucq, no manifestaron nunca esta pretensión. En Dan 3:1-5 no se dice que la estatua representara al rey divinizado. Nuestro texto puede ser una crítica de las exigencias de Antíoco IV. Los seléucidas, a ejemplo de Alejandro Magno, fueron los primeros en arrogarse honores divinos y obligar a que se les llamara oficialmente dioses. Antíoco Epifanes hizo acuñar monedas con el título "Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo." Se reserva para este lugar la declaración blasfema de Holofernes con el fin de enfrentar al más poderoso monarca de la tierra con el Dios de los hebreos.

 

Holofernes en Esdrelón (3:9-10).

9 Llegado al llano de Esdrelón, cerca de Dotan, frente a la gran llanura de Judá, 10 asentó su campo entre Gaba y Escitópolis, donde permaneció un mes esperando toda la impedimenta de su ejército.

 

Holofernes impuso sus condiciones de paz a las ciudades de Fenicia y de Filistea que se la habían rendido. Desde las ciudades de la Filistea (Gaza, Ascalón, Asdod) podía Holofernes marchar hacia el este y atacar a Jerusalén, pero determinó volver sobre sus pasos en dirección noroeste, alcanzar la llanura de Esdrelón en un punto cercano a Dotáin e ir a acampar en un lugar entre Gaba y Escitó-polis. Era Dotáin una población cananea situada al norte de Siquem, a 40 kilómetros al sur de Nazaret y junto a la actual carretera que une esta última ciudad con Jerusalén. El campamento de Holofernes estaba entre Gaba y Escitópolis. La primera de estas ciudades puede corresponder a Gibleam, Gelboé, al sur de Beisán. Escitópolis era el nombre que recibió en el período helenístico la antiquísima ciudad de Betsán. Aquí esperó Holofernes los servicios auxiliares del ejército antes de aventurarse a su lucha contra los judíos. En las luchas que van a comenzar entre Holofernes e Israel se enfrentan dos potencias: la del mal, en cuyo ejército militan todos los enemigos del yahvismo, y la del bien, o sea la del Dios de los judíos. De Judea no ha recibido Holofernes propuesta de rendición, y sospecha que será dura la campaña para reducir aquel país. La llanura de Esdrelón formaba parte de Israel, pero su ocupación por Holofernes no exacerba el orgullo judío. Los judíos, dice el texto, "se turbaron" cuando el enviado de Nabucodonosor apuntó hacia Jerusalén y su templo (4:2).

 

Pánico en Judea (4:1-3).

1 Así que los hijos de Israel que moraban en Judá oyeron todo cuanto había hecho a los gentiles Holofernes, general en jefe del ejército de Nabucodonosor, rey de los asirios, y cómo había saqueado todos los templos y los había destruido, 2 sintieron grandísimo miedo y se turbaron por Jerusalén y por su templo del Señor, su Dios; 3 pues recientemente habían subido de la cautividad, y hacía poco que se había reunido todo el pueblo de Judea, y el mobiliario y el altar y la casa habían sido santificados después de su profanación.

 

La noticia de que Holofernes destruía y saqueaba los templos cayó como una bomba sobre Israel. El texto supone la unidad nacional. Tanto los de "Judá" como los "hijos de Israel" forman parte de la nación hebraica. No se alude al reino del Norte (Israel) ni al del Sur (Judea), sino al pueblo que adora a un mismo Dios en su templo de Jerusalén. A pesar de su mucho temor (sfodra, sfodra, que corresponde al hebraico meod, meod), sabrán reaccionar hasta morir con tal de impedir que Holofernes repita en Jerusalén lo que hizo con los pueblos que se le rindieron. El pánico de los judíos era tanto más explicable cuanto que "recientemente" (prosfatos) habían subido de la cautividad y hacía poco (neosti) que se había reunido el pueblo en Judea en torno al templo.

¿Pertenece el v.3 al texto original? En dicho versículo se mencionan tres acontecimientos: 1) regreso de la cautividad; 2) reagrupación del pueblo en Judea; 3) purificación del templo y de su mobiliario. ¿De qué cautividad y repoblación habla el autor? Del famoso exilio de Babilonia y de la repoblación de Judea bajo la égida de Esdras y Nehemías. Impresionados por consideraciones religiosas, reaccionaron los judíos y decidieron morir antes que ver saqueado y destruido el templo (oikós, casa) del Señor. Si el pueblo judío está dispuesto a morir para defender a Yahvé y su templo, ¿no "les protegerá Dios y será con ellos" (5:21) al ver su buena disposición?

 

Resistencia al enemigo (4:4-5).

4 Enviaron, pues, a toda la región de Samaría y sus aldeas a Betorón, Belmain, Jericó, Joba, Aisora y al valle de Salem, 5 y ocuparon todas las cimas de los montes altos y amurallaron sus aldeas, y se aprovisionaron de vituallas en previsión de la guerra, pues recientemente habían recogido la cosecha de sus campos.

 

Se enviaron mensajeros a toda la región para anunciar el propósito de resistir a Holofernes. El sujeto del verbo enviar son los hijos de Israel, de que se habló en el v.1. Llevaban los enviados la orden de que se ocuparan las cimas de los montes, se adueñaran de los desfiladeros de las montañas, se amurallaran las ciudades y se hicieran provisiones. Se menciona en primer lugar la "región de Samaría," porque se hallaba amenazada directamente. Ninguna alusión a la enemistad existente entre samaritanos y judíos después del exilio (Esd 4:1-5; Neh 4:33-35; Jo 4:9)· Toda la retahila de lugares geográficos se suprimen en la Vulgata, la cual se limita a decir: "Y enviaron a toda la región de Samaría hasta Jericó." No es de suponer que el autor sagrado tenga mucho interés en dar a este elenco un valor geográfico estricto. Los israelitas habían segado ya (2:27), lo cual nos dice que los hechos narrados tienen lugar en los meses de junio-julio, o sea en pleno verano de Palestina.

 

Suma sacerdote y estratega (4:6-8).

6 Escribió Joaquín, que por aquellos días era sumo sacerdote en Jerusalén, a los moradores de Betulia y de Bet-Omestaim, enfrente de Esdrelón, ante la llanura que está junto a Dotan, 7 diciéndoles que resistiesen en las subidas de las montañas, pues por ellas era el acceso a Judea, y como éste era estrecho, sería fácil aun a sólo dos hombres impedir el paso a los que llegaban. 8 Ejecutaron los hijos de Israel las órdenes de Joaquín, el sumo sacerdote, y del senado de todo el pueblo de Israel, que tenía su asiento en Jerusalén.

 

Habiendo dado el autor un carácter religioso al ataque de Holofernes, era lógico que fuera el sumo sacerdote el que, en nombre de Dios, se enfrentara contra el general impío. Además de su cargo religioso, reunía en su persona la autoridad política suprema de la nación, ayudado en este cometido por un senado (gerousia; 2 Mac 11:27). No había en Jerusalén ni rey ni gobernador; un sacerdote rige los destinos de la nación hebraica. La sede del mismo estaba en Jerusalén. Supone el texto la existencia de un santuario central y nacional en Jerusalén. El sumo sacerdote Joaquín (Vulgata Eliacim) figura en la línea de los sumos sacerdotes en Neh 12:10; 12; 26.

Betulia tiene la misión de aplastar la soberbia de Nabucodonosor. No hay duda de que el texto localiza la ciudad al norte de Samaría, no lejos del desfiladero que conduce a la planicie de Esdrelón. Según el texto, se hallaba Betulia en la subida de un monte al pie del cual brotaba un manantial (6:11; 7:3.7)· Entre la ciudad y el campo de Holofernes (7:1-3) se extendía una pequeña planicie. Judit y su sierva atravesaron el campamento, "rodearon el valle y subieron al monte de Betulia" (13:10). Se hallaba cerca de Dotáin (4:6). La corriente más en boga entre los exegetas tiende a localizar Betulia en Sheik Shibel, a quince kilómetros al noroeste de Sanur y a ocho al sudoeste de Djenin. Entre Sheik Shibel y Dotáin se extiende la planicie de Schael Arrabeh, que produce abundantes pastos por la abundancia de aguas que manan de dos manantiales. Con los datos que se dan en los capítulos siguientes se puede llegar a una localización más exacta de Betulia. La orden de Joaquín era de ocupar las pendientes o subidas (anábaseis) de la montaña, porque por ellas era el acceso (eisódos) a Judea. Era fácil impedir el paso de los que, dada la estrechez del desfiladero (prosbasis), veíanse obligados a caminar de dos en dos. El tránsito de la planicie de Dotáin a Esdrelón es mucho más ancho de lo que supone el texto, cuyas palabras deben entenderse en sentido hiperbólico.

 

Oraciones, ayunos y sacrificios (4:9-12).

9 Todos los hijos de Israel clamaron con gran instancia a Dios y se humillaron con gran fervor; 10ellos, sus mujeres y sus hijos, todos los extranjeros o jornaleros, y sus esclavos, vistiéronse de saco. 11 Todos los israelitas, las mujeres y los niños, los moradores de Jerusalén, se postraron ante el santuario, cubriéndose de ceniza sus cabezas; mostraron sus sacos al Señor y revistieron de saco el altar. 12 Todos a una clamaron al Dios de Israel, pidiéndole con ardor que no entregase al saqueo sus hijos ni diese sus mujeres en botín, ni las ciudades de su heredad a la destrucción, ni el santuario a la profanación y al oprobio, regocijando a los gentiles.

 

Comprende el pueblo que, "si no guarda Yahvé la ciudad, en vano vigilan sus centinelas" (Sal. 127). La única fuerza efectiva con que contaba Israel era el favor de su Dios, que se había comprometido a no entregar a su pueblo predilecto en manos de los enemigos, a menos que le fuera infiel. Bien decía Aquior a Holofernes que, si en Israel no "había ninguna culpa o pecado contra su Dios," pasara de largo y no le molestara, porque su Dios lo protegerá y será con él (5:20-21). La iniciativa de prepararse a la lucha con armas espirituales parte del pueblo. El autor del libro se contagia de este fervor religioso. Únicamente en este lugar se menciona el acto de revestir el altar del santuario con un saco. Para más forzar a Yahvé, "extendían sus sacos ante el Señor" (v.11), a la manera de Ezequías, que "desplegó ante Yahvé" (2 Re 19:14) las cartas de Senaquerib. La ley mosaica sólo prevé un día de ayuno oficial al año, el día grande de la Expiación (Lev 16:29; 23:27; Núm 29:7). En los libros de Ester, Tobías y Judit se percibe mejor que en otros la importancia creciente que toma el ayuno en la piedad de los ambientes judíos (Est 4:1-3; 9:32; 14:2;Tob3.10-11; 12:8; Jud 4:8-10; 8:6; 9:1; 12:9) 1.

 

Los sacerdotes, solidarios con el pueblo (4:13-15).

13 Escuchó el Señor sus clamores y miró su aflicción. Ayunaba el pueblo todos los días en toda Judea y en Jerusalén ante el santuario del Señor omnipotente. 14 Joaquín, sumo sacerdote, y todos los sacerdotes que asistían en la presencia del Señor y le servían, ceñían de saco su cintura al ofrecer el holocuasto perfecto y los votos y las ofrendas del pueblo, 15 y echaban cenizas sobre sus tiaras, y clamaban al Señor con todas sus fuerzas pidiendo que se dignase visitar a toda la casa de Israel.

 

En la Vulgata se representa a Eliacim (Joaquín) de viaje por todo Israel, exhortando a todos a perseverar en la oración y en el ayuno, prometiéndoles la ayuda divina. Los sacerdotes dan ejemplo a los fieles, que se solidarizan con ellos. El sumo sacerdote, los simples sacerdotes y los levitas clamaban al Señor con todas sus fuerzas al ofrecer el holocausto perpetuo y los votos y las ofrendas del pueblo. En vez de echar la ceniza sobre la cabeza, como los laicos, lo hacían "sobre sus tiaras" (kidareis (Ex 28:40; 29:9).

En este capítulo se describe la reacción del pueblo judío al anuncio de la presencia de Holofernes en sus fronteras. Pensar en una rendición era temerario, mayormente después de la conducta de Holofernes para con los que pactaron con él. La oposición bélica que se planea es más ideal que efectiva; la verdadera fuerza del pueblo judío se halla en su vida religiosa y moral.

 

Holofernes ante la resistencia de Israel (6:1-4).

1 Llegó a noticias de Holofernes, generalísimo del ejército asirio, que los hijos de Israel se preparaban para la guerra; que habían cerrado las entradas de las montañas y habían fortificado todas las cumbres de los montes altos y colocado barreras en el llano. 2 Montado en cólera, llamó a todos los príncipes de Moab, a los capitanes de Amón y a todos los sátrapas de la costa, 3 y les habló en estos términos: "Decidme, hijos de Canaán, ¿qué pueblo es ese que mora en las montañas? ¿Qué ciudades habitan? ¿Cuál es el número de sus soldados? ¿En qué está su fuerza y su poder? ¿A quién tienen por rey y jefe de su ejército? 4¿Por qué desdeñan venir a mi encuentro, a diferencia de todos los moradores del occidente?"

 

Dos fuerzas opuestas se hallan frente a frente. Holofernes vivaquea en las inmediaciones de Betsán. Le llegan noticias de que Israel se prepara a la lucha; de que los judíos han cerrado las entradas (diodol) de los montes, fortificado sus cumbres (4:5) y sembrado de obstáculos las llanuras. La audacia de Israel tiene la virtud de inquietar el ánimo de Holofernes. La guerra relámpago que había practicado hasta ahora se acaba en el límite de la frontera con Judea. En vez de atacar, pierde el tiempo coleccionando consejos y escuchando informes. Llama a los príncipes de Moab, a Jos generales de Amón y a los sátrapas del litoral para cerciorarse acerca del pueblo judío. La encuesta gira en torno a un triple tema: 1) étnico-histórico; 2) estratégico y político; 3) psicológico.

Aquior demuestra tener un conocimiento profundo de la historia del pueblo de Israel. Su testimonio es tanto más valedero en cuanto que él es príncipe y jefe de Amón, pueblo que no tuvo relaciones amistosas con Israel (Núm c.22-24; Deut 23:4; Jue 10:7-11:33; 1 Sam 11:1). Aquior demuestra simpatía hacia Israel y pone mucho calor en sus palabras, lo que recuerda el episodio de Balaam al bendecir contra su voluntad al pueblo de Israel (Núm c.22-24). Exalta la protección de Yahvé sobre su pueblo. En prueba de sus buenos servicios, Aquior "quedó agregado a la casa de Israel" (14:10), al igual que lo fue Rahab en otro tiempo, y por idénticos motivos (Jos 2:9-11). Sin embargo, en Deut 23:4 se decía que "amonitas y moabitas no serán admitidos ni aun a la décima generación; no entrarán jamás."

La situación descrita en todo el capítulo no exige un período histórico determinado, sino que puede ajustarse a todo el decurso de la historia del pueblo judío, a todo lo largo y ancho de la historia de Israel. A la tesis defendida por Aquior opone Holofernes esta otra: Nabucodonosor es el único dios, y las armas darán razón de un pueblo indefenso que ha tenido la osadía de oponérsele. Los dos poderes, material y espiritual, se enfrentan en una lucha de la cual, ya desde ahora, se vislumbra el fin.

 

Prehistoria de Israel (5:5-9).

5 Le contestó Aquior, jefe de todos los hijos de Amón: "Escuche mi señor una palabra de boca de tu siervo, y te diré la verdad acerca del pueblo que habita estas montañas próximas adonde tú estás, que no saldrá mentira de la boca de tu siervo, 6 Este pueblo es originario de Caldea; 7 habitaron primero en la Mesopotamia; y por no seguir a los dioses de sus padres, que vivían en la Caldea, 8 la abandonaron y dejaron su culto para adorar al Dios del cielo, el Dios que se les había dado a conocer. Los padres los arrojaron de la presencia de sus dioses, y ellos huyeron a Mesopotamia, donde habitaron muchos días. 9 Les dijo su Dios que salieran de sus moradas, y se encaminaron a la tierra de Canaán, donde peregrinaron, enriqueciéndose de oro y plata y muchos rebaños.

 

Según Aquior, Israel es originario de Caldea (Gen 11:28-31), desde donde emigró Abraham estableciéndose en Jarán (Gen 11:31; 12:4). El motivo de este desplazamiento fue por no querer adorar a los dioses de sus padres, establecidos en Caldea. Abraham rompió con la tradición idolátrica de sus antepasados para adorar al "Dios del cielo" (Esdr 5:11ss; 6:9; Papiros de Elefantina).

 

Permanencia en Egipto (5:10-17).

"10 Bajaron a Egipto, porque el hambre había invadido la tierra de Canaán, y se instalaron allí, donde hallaron alimentos, multiplicándose hasta hacerse incontable su número, u Pero se levantó contra ellos un rey de Egipto, que los oprimió con trabajos de hacer ladrillos, y los humillaba, convirtiéndolos en esclavos. 12 Clamando a Dios, hirió éste toda la tierra de Egipto con plagas, para las cuales no había cura, hasta que los arrojaron los egipcios de su presencia.

 

La protección divina sobre Israel se revela también en el tiempo que permaneció en Egipto. Si Yahvé escuchó a su pueblo y castigó a Egipto, ¿no puede acontecer ahora lo mismo?

 

13Secó su Dios el mar Rojo delante de ellos 14 y los encaminó al Sinaí y a Cadesbarne; y, arrojando a todos los que moraban en el desierto, 15a habitaron en la tierra de los amorreos, y con su poder aniquilaron a todos los habitantes de Hesebón.

 

Mientras el texto griego consigna los hechos de la salida de Egipto y el paso del mar Rojo, la Vulgata subraya el carácter milagroso de ambos episodios.

 

"Atravesaron luego el Jordán, y se posesionaron de la montaña; 16 expulsaron pronto a los cananeos, a los fereceos, a los jebuseos, a los siquemitas y a todos los guergueseos, y habitaron mucho tiempo en esta tierra. 17 Todo les fue bien mientras no pecaron contra Dios, porque éste, que aborrece la iniquidad, estaba con ellos.

 

Por una providencia extraordinaria de Dios penetraron los israelitas en Canaán, apoderándose en un principio de la región montañosa, por no poder enfrentarse en las tierras bajas con los carros de combate de los cananeos. Ellos recibieron esta tierra en herencia (ekleronómesan). La permanencia pacífica de los israelitas en la Tierra Prometida estaba condicionada a su fidelidad al pacto de la alianza. La prosperidad y la ruina de Israel dependen de su adhesión al mismo.

 

Pecado y arrepentimiento (5:18-19).

"18 Pero cuando se apartaron del camino que les había señalado, luego fueron destruidos con muchas guerras y llevado! cautivos a tierra extraña, y el templo de su Dios convertido e ruinas, y sus ciudades ocupadas por los enemigos. 19 Ahora q se han convertido a su Dios, han subido de la región en donde estuvieron dispersos, y se apoderaron de Jerusalén, donde está su santuario, y se establecieron en la montaña, que estaba despoblada.

 

Los principios señalados por Aquior se confirman con dos acontecimientos: cautividad y regreso a la tierra. En el exilio encontró Israel ocasión propicia para reflexionar sobre las causas que lo motivaron. Para muchos, la cautividad significaba el fracaso de la doctrina de la alianza y un indicio de la impotencia de Yahvé para salvaguardar a su pueblo frente a sus enemigos. Para otros, en cambio, impresionados por la predicación de los profetas, este desastre nacional fue el principio de una total y sincera conversión a Yahvé. Gracias a ello les ha sido posible a los israelitas poder regresar (nuper, añade la Vulgata) a su patria.

 

Conclusión (5:20-21).

"20 Ahora, pues, dueño y señor: ¿Hay escándalo en este pueblo? Si hay en él alguna culpa o pecado contra su Dios, entonces subamos, que los derrotaremos. 21 Pero si no hubiese en ellos iniquidad, pase de largo mi señor, porque su Dios los protegerá y será con ellos, y vendremos a ser objeto de oprobio ante toda la tierra."

 

Del discurso de Aquior puede Holofernes deducir que las preguntas que él dirigió al estado mayor indican un desconocimiento de la situación. Lo importante y justo hubiera sido cerciorarse de si Israel tenía o no culpa o pecado contra Dios. En caso afirmativo puede atacarle, seguro de conseguir la victoria; en caso contrario, pase de largo.

 

Efectos del discurso (5:22-24).

22 Y así que acabó Aquior de pronunciar estas palabras, todo el pueblo, que estaba en torno de la tienda, rompió en murmullos de reprobación. Los magnates de Holofernes y todos los moradores de la costa y de la región de Moab pidieron que Aquior fuese descuartizado. 23 "Porque nunca temeremos — decían — nada de los hijos de Israel. Es un pueblo sin ejército, sin fuerza para sostener una lucha dura. 24 Subamos, pues, y serán pasto de todo tu ejército, señor Holofernes."

 

Mal eco encontró el discurso de Aquior entre los seguidores de Holofernes. Ninguno de ellos dejóse impresionar por la tesis teológica desarrollada, estando todos acordes en admitir que las armas son las que deciden las batallas. A la concepción religiosa yahvista de la historia oponen Holofernes y su estado mayor la fuerza de las armas.

 

Intervención de Holofernes (6:1-9).

1 En cuanto cesó el tumulto de las gentes que rodeaban al consejo, dijo Holofernes, general en jefe del ejército asirio, a Aquior y a los moabitas, en presencia de todo el pueblo extranjero: "¿Quién eres tú, Aquior, y vosotros, mercenarios de Efraím, para profetizar como lo habéis hecho hoy, diciendo que no luchemos contra la nación israelita porque la protege su Dios? 2 ¿Qué dios hay si no es Nabucodonosor? 3 Este ha enviado su ejército y los borrará de la faz de la tierra, sin que su Dios pueda librarlos; pero nosotros, siervos de Nabucodonosor, los aplastaremos como a un solo hombre, y no podrán resistir el empuje de nuestra caballería. 4 Con ella inundaremos su tierra, y bañaremos en sangre sus montañas, y llenaremos de cadáveres sus valles, y no podrán mantenerse en pie delante de nosotros, y todos enteramente perecerán, dice el rey Nabucodonosor, señor de toda la tierra, y sus palabras no quedarán sin cumplimiento. 5 Pero tú, Aquior, mercenario de Amón, que tales discursos has tenido este día de tu insensatez, no volverás a ver mi rostro hasta que yo no haya castigado a esa nación de huidos de Egipto. 6 Cuando yo vuelva, atravesará tu cuerpo el hierro de mi ejército, y la muchedumbre de mis lanceros tu costado, y caerás bañado en tu sangre. 7 Mis siervos te llevarán a la montaña y te pondrán en una de las ciudades de la subida, 8 y no perecerás hasta que con ellos seas aniquilado. 9 Ya que tan firme esperanza tienes de que no sean conquistados, no se abata tu rostro. De cuanto he dicho, ni una palabra caerá en el vacío."

 

Acallado el tumulto popular, intervino Holofernes violentamente. En presencia de Moab y de toda la muchedumbre de extranjeros increpó a Aquior y a los mercenarios de Amón. Su ejército les demostrará que se han equivocado al meterse en profetas de mal agüero. Holofernes rechaza la posibilidad de que el Dios de Israel, pueblo formado como "huidos de Egipto," pueda prevalecer contra el omnipotente Nabucodonosor. Anuncia la derrota completa de Israel, que no podrá resistir el empuje de su caballería. Aquior será testigo de este desastre. Holofernes no menciona el nombre de Betulia, pero da a entender que los judíos preparan la resistencia "en una de las ciudades de la subida." Estaba tan creído Nabucodonosor de su victoria, que no temía que Aquior revelara a los de Betulia sus planes guerreros. Pero la razón fundamental por la cual Aquior es entregado y colocado en Betulia es para que, una vez cortada la cabeza de Holofernes, diera fe de que era la del generalísimo del ejército de Nabucodonosor.

 

Aquior es llevado a Betulia (6:10-13).

10 Luego ordenó Holofernes a los siervos que estaban a su lado en la tienda que tomasen a Aquior y le llevaran a Betulia, entregándole a los israelitas. 11 Cogiéronle los siervos de Holofernes, y le condujeron fuera del campamento, que estaba en el llano, y le llevaron del llano a la montaña, a las fuentes que están por debajo de Betulia. 12 En cuanto los de la ciudad los vieron, tomaron sus armas y salieron a la cima del monte. Los honderos se mantuvieron en sus puestos y arrojaron piedras sobre los asirios. 13 Pero ellos, ocultándose en los repliegues de la montaña, amarraron a Aquior y le abandonaron a raíz del monte, volviéndose a su amo.

 

Por las palabras del texto se deduce que no existía un frente continuo, sino focos aislados de resistencia. De ahí que los siervos de Holofernes penetraran en territorio israelita y se acercaran a Betulia. Al divisarlos los hombres de la ciudad, en vez de salir a su encuentro y rechazarles, subieron a la cima del monte, desde donde los honderos lanzaban piedras contra los intrusos.

 

Aquior con los jefes de Betulia (6:14-17).

14 Bajaron de la ciudad los hijos de Israel, dieron con él y le desataron, y, llevándole a Betulia, le entregaron a los jefes de la ciudad. 15 Eran éstos en aquellos días Ocias, hijo de Mica, de la tribu de Simeón; Abrís, hijo de Otoniel, y Carmis, hijo de Malquiel; l6 los cuales convocaron luego a los ancianos de la ciudad. Todos los jóvenes y las mujeres concurrieron también a la asamblea, y, puesto Aquior en medio del pueblo, le interrogó Ocias acerca de lo sucedido. 17 Dióles cuenta él de los discursos habidos en la sesión de Holofernes, y de lo que había dicho a los príncipes asirios, y de las insolencias proferidas por Holofernes contra los israelitas.

 

Una vez regresaron los asirios a su campamento, descendieron los hombres del pueblo a la falda del monte; hallaron a Aquior y, desatándolo, le entregaron a los jefes (arjontes) de la ciudad, pertenecientes a la tribu de Simeón. El autor del libro trata de rehabilitar a Simeón, poco afortunado en la bendición de Jacob (Gen 49:5-7), y cuya tribu llevó siempre una vida lánguida y deslucida (2 Crón 15:9; 34:6), fundida con la tribu de Judá. Judit (9:2-4) alaba a Simeón por "haberse vengado de los extranjeros que habían violado a una doncella." Los otros dos arjontes eran Cabris (Núm 26:45; Gen 46:17) y Carmis (Jos 7:1; 1 Crón 2:7).

 

Oraciones y banquetes (6:18-21).

18 Postrándose en tierra el pueblo, clamaron a Dios, diciendo: 19 "Señor, Dios del cielo, mira el orgullo de éstos y apiádate de nuestro linaje humillado, y pon hoy tus ojos en el rostro de tus santos." 20 Consolaron a Aquior y le alabaron grandemente. 21 Ocias le sacó de la asamblea y le condujo a su casa, donde le dio un banquete, al que invitó a todos los ancianos. Toda aquella noche estuvieron invocando el auxilio del Dios de Israel.

 

Durante aquella noche perseveraron en la oración, invocando el auxilio de Dios. En este momento crucial para la ciudad no existen preparativos de carácter militar y estratégico. Saben ellos que la victoria o la derrota está en manos de Dios.

 

1 Chroru 2: PG 19:486.

2 Solino, 35:4-

3 Pliió, Hist. Natur. 13:41: Eία vocant spadones, qui apud eos etiam regnaverg.

4 Ηerόdοtο,6:48-49·

1 T. Chary, Les prophétes et le cuite a partir de l'exil (París 1955) 200-201,

 

 

2. Yahve Triunfa Sobre Nabucodonosor (c.7-16).

 

Los asíríos frente a Betulia (7:1-3).

1 Al día siguiente dio órdenes Holofernes a todo su ejército y a las tropas auxiliares de prepararse para atacar a Betulia, ocupando las subidas de los montes y haciendo ya la guerra contra los hijos de Israel. 2 Entonces se dispusieron todos sus hombres de armas y la masa de sus guerreros, en número de ciento setenta mil infantes y doce mil jinetes, fuera de la impedimenta y de la muchedumbre de los hombres que iban con ella, que era muy grande, 3 acamparon en el valle junto a Betulia, cerca de la fuente, y se desplegaron a lo ancho, hasta Dotan, Belmáin, y a lo largo desde Betulia hasta Ciamón, que está frente a Esdrelón.

 

Holofernes obra rápidamente. Al día siguiente de haber deportado a Aquior a Betulia, manda que su ejército marche en dirección a esta ciudad, que se ocupen las vertientes de las montañas y que se establezca contacto con el enemigo. Hemos hablado ya del emplazamiento de esta heroica y enigmática ciudad (4:4-6), que, a lo más, disponía de unas murallas levantadas precipitadamente al anuncio de la llegada del ejército de Holofernes. Teniendo en cuenta todos los datos desparramados en todo el libro, no se llega a identificar el lugar de Betulia; pues si de una parte figura en la entrada de Esdrelón, al norte de Samaría, de otra se dice que salió una procesión de Betulia en dirección a Jerusalén, lo cual significaría que los participantes en ella recorrieron un centenar de kilómetros (16:18). De ahí que algunos exegetas dudan incluso de la existencia real de una ciudad con este nombre. Obsérvese la pasividad de las otras ciudades frente al ejército invasor. Ninguna le hace frente, ni se ponen obstáculos a las maniobras tácticas del mismo. Holofernes tiene la obsesión de Betulia, en donde cree radica la máxima resistencia por parte de los judíos.

 

Consternación de los israelitas (7:4-5).

4 Cuando los israelitas vieron tanta muchedumbre, quedaron consternados, y unos a otros se dijeron: "Ahora sí que van a devorar éstos toda la haz de la tierra, y ni los altos montes, ni los valles, ni los collados podrán soportar su peso." 5 Y tomando cada uno sus armas, encendieron hogueras sobre las torres y permanecieron guardándolas toda aquella noche.

 

Desde la ciudad contemplaron los de Betulia la marcha del ejército asirio, que estrechaba el cerco. Al ver tanta muchedumbre, les asalta la idea de que el enemigo devorará toda la haz de la tierra (Núm 22:4) y de que el suelo cederá a su paso. Aunque las noches en Palestina sean algo más frescas que el día (Mc 14:54; Lc 22:55), no es probable que tuvieran necesidad de fuego los centinelas de las murallas, dada la estación en que se produjo el asedio (4:5). Más bien encendieron hogueras, o para divisar los movimientos del enemigo en torno a los muros, o para darle la sensación de que los habitantes de la ciudad estaban alerta (1 Mac 12:28-29).

 

Estratagema de Holofernes (7:6-7).

6 Al día siguiente hizo desfilar Holofernes toda su caballería a la vista de los israelitas que estaban en Betulia; 7 examinó las subidas de la ciudad y recorrió las fuentes de sus aguas, apoderándose de ellas y estableciendo puesto de guardia, para volverse luego a su gente.

 

Exploró Holofernes personalmente los accesos de la ciudad, reconoció los manantiales que surtían de agua a Betulia y los ocupó. Antes (v.3) se dijo que el ejército acampó en el valle, junto a Betulia, "cerca de la fuente." Desde este momento Betulia se encuentra cercada por todas partes, no quedándole más dilema que entregarse o resistir. No cabe esperar ayuda de las otras ciudades, ni de la misma ciudad de Jerusalén, que contemplan la heroica resistencia de Betulia, apoyando su causa con ayunos y oraciones, pero sin enviar soldado alguno.

 

Otro consejo dado a Holofernes (7:8-15).

8 Entonces se acercaron a él los príncipes de Esaú, los jefes de Moab y los capitanes de la costa, diciéndole: 9 "Escuche nuestro señor una palabra, si quieres que no sufra quebranto tu ejército. 10 Este pueblo de los israelitas no confía en sus lanzas, sino en las alturas de los montes en que habitan; y, en efecto, no es fácil dominar la cima de sus montes. 11 Ahora bien, señor, no luches contra ellos como se lucha en batalla campal, y evitarás que caiga un solo guerrero. 12 Quédate tú en el campamento y ten en guardia todo tu ejército; pero haz que tus siervos se apoderen de las fuentes de agua que brotan a raíz del monte, 13 porque de ella se abastecen todos los moradores de Betulia. La sed los matará, y acabarán por entregarte la ciudad, mientras que nosotros y nuestro pueblo subimos a las cimas de los montes próximos y acampamos en ellas para guardarlas e impedir que salga de la ciudad hombre alguno. 14 Así el hambre los consumirá a ellos, a sus mujeres y a sus hijos, y antes que los alcance la espada quedarán tendidos en las calles de su propia ciudad, 15 dándoles tú el merecido por su malvada conducta de no haber salido a tu encuentro en son de paz."

 

El designio de Holofernes era atacar la ciudad y acabar con ella, confiado en su superioridad. Considerando las cosas humanamente, era ésta la mejor solución. Pero mercenarios de los pueblos vecinos de Israel, tales como los "príncipes de Esaú," o sea los idumeos, los jefes de Moab y los capitanes de las ciudades filisteasde la costa mediterránea, aconsejan al generalísimo de Nabucodonosor que estreche el cerco y espere a que los habitantes de Betulia se entreguen, acosados por el hambre y la sed. Estos consejeros conocen bien la geografía de Betulia.

 

Asedio de Betulia (7:16-22).

16 Fueron bien recibidas por Holofernes y todos sus siervos estas palabras, y al punto ordenó ejecutar cuanto se había dicho. 17 Los hijos de Amón levantaron el campo, y con ellos cinco mil asirios, que acamparon en el valle y ocuparon las aguas y los manantiales de agua de los israelitas. 18 Subieron los hijos de Esaú y los de Amón, y acamparon en la montaña, frente a Dotáin. Pusieron luego una división hacia el mediodía, hacia el este, contra Ecrebel, que cae cerca de Husi, sobre el torrente de Mocmur, y el resto del ejército asirio acampó en el llano, cubriendo toda la haz de la tierra. Las tiendas y la impedimenta se extendían en inmensa muchedumbre, con todas sus gentes, que eran en extremo numerosas.19 Los hijos de Israel clamaron al Señor, su Dios, pues perdieron el ánimo al verse cercados por sus enemigos, sin posible escape. 20 El campo de los asirios, su infantería, sus carros y su caballería, los tuvieron cercados por espacio de treinta y cuatro días; de manera que a los habitantes de Betulia se les agotaron todas las aguas, 21 quedaron vacías las cisternas, sin que tuviesen para beber a saciedad un día, y el agua se les distribuía con medida. 22 Desmayaban las mujeres y los niños; los jóvenes desfallecían de sed y caían sin fuerza en las calles de la ciudad y en los pasos de las puertas.

 

Señala la Vulgata el detalle de que se pusieron cien centinelas en cada fuente. Los edomitas y parte de los amonitas ocuparon las cumbres de los montes vecinos, "frente a Dotáin." Un tercer destacamento fue enviado hacia el mediodía, "hacia el este, contra Ecrebel, que cae cerca de Cus, sobre el torrente de Mocmur." Los comentaristas de Judit identifican generalmente a Ecrebel con Aqrabeh, a catorce kilómetros al sudoeste de Naplusa, que bajo la dominación romana fue capital de la toparquía Acrabatene. A ocho kilómetros al noroeste de Acrabe se encuentra Quzah, la antigua Cus. El torrente Mocmur debe identificarse con algún wadi al mediodía de la capital samaritana. Si estas identificaciones corresponden a la realidad, resulta que Holofernes cortó toda comunicación, ocupando un inmenso territorio al mediodía, este y norte de Betulia.

En todo este despliegue de fuerzas no encuentra Holofernes ninguna oposición de parte de los israelitas. Los habitantes de Betulia comprendieron que estaban completamente cercados. Al cabo de treinta y cuatro días se agotaron las provisiones de agua. Cortado el acceso a las fuentes, sus habitantes viéronse obligados a utilizar exclusivamente el agua recogida en las cisternas durante el tiempo de lluvia. También estas reservas se agotaron, sin que hubiera posibilidad de ser rellenadas en breve plazo por razón de hallarse en los meses de junio y julio (2:47; 4:5), en cuyo tiempo no llueve en Palestina.

 

Motín en la ciudad (7:23-29).

23 Se amotinó todo el pueblo contra Ocias y contra los jefes de la ciudad: jóvenes, mujeres y niños, y clamaron a grandes voces contra los ancianos, diciendo: 24 "Sea Dios juez entre nosotros y vosotros por habernos sometido a tamaña injusticia, no proponiendo tratos de paz a los asirios. 25 Ahora ya no hay para nosotros auxilio, y Dios nos ha entregado en sus manos para que ante ellos caigamos de sed y suframos completa ruina. 26 Ahora, pues, llamadlos y entregad la ciudad al saqueo de las gentes de Holofernes y de todo su ejército. 27 Más ventajoso nos será entregarnos a ellos, porque siquiera, siendo siervos suyos, viviremos y no veremos con nuestros ojos la muerte de nuestros niños y consumidas nuestras mujeres y nuestros hijos. 28 Os conjuramos por el cielo y la tierra, por nuestro Dios y Señor de nuestros padres, que nos castiga según nuestros pecados y según las transgresiones de nuestros padres, que desistáis." 29 Se produjo un gran llanto en medio de la asamblea, y todos a una clamaron a grandes voces al Señor Dios.

 

Betulia no estaba preparada para sostener un largo asedio. Además de la falta de provisiones, no estaban dispuestos sus habitantes a morir por la defensa de su Dios y de su ciudad. La orden de resistir emanaba del sumo sacerdote Joaquín (4:6), pero no iba acompañada con la promesa de una ayuda bélica eficaz.

 

Respuesta de Ocias (7:30-32).

30 Díjoles Ocias: "Tened ánimo, hermanos; esperemos cinco días, en los cuales volverá sobre nosotros su misericordia el Señor, nuestro Dios, que no nos abandonará hasta el fin. 31 Si pasados estos días no nos viniera ningún auxilio, yo haré lo que pedís." 32 Despidió al pueblo, y se fue cada uno a su puesto, a los muros y a las torres de la ciudad, y a las mujeres y a los niños los mandó a sus casas. Grande era el abatimiento que dominaba en la ciudad.

 

Desde el punto de vista puramente humano, la guerra de Holofernes contra Betulia puede compararse a la lucha de un elefante con una hormiga. Ya hemos visto que Betulia no cuenta con ninguna ayuda militar exterior de parte de sus hermanos de raza, a pesar de "ser un pueblo numeroso" (5:10). Los guerreros de la villa son casi inexistentes. No se señala su número, no se dice que disparen una sola flecha ni que intenten una salida desesperada. Su población se compone de mujeres quejumbrosas, de niños y hombres débiles, cuya aspiración es rendirse al ejército invasor antes que morir por su fe. Las mismas autoridades de Betulia se muestran incapaces, débiles, oportunistas y de poca fe. De una parte temen los alborotos del pueblo, y de otra, la justicia de los sitiadores.

 

Judit, la heroína (8:1-3).

1 Entonces lo supo Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de José, hijo de Ociel, hijo de Helcías, hijo de Elías, hijo de Quelcías, hijo de Eliab, hijo de Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasadai, hijo de Israel. 2 Su marido, Manases, era de su misma tribu y familia y había muerto en los días de la siega de la cebada. 3 Hallándose con los atadores de haces en el campo, cogió una insolación, y cayó en el lecho, y murió en Betulia, su ciudad. Diéronle sepultura en la de sus padres, en el campo que hay entre Dotáin y Belarnón.

 

Cuando el pueblo pedía a gritos la rendición, en el momento crucial en que las autoridades de Betulia habían señalado un plazo de cinco días para entregarse, surge inesperadamente Judit, la heroína. No escoge Dios a un profeta, a un guerrero, sino a una viuda retirada en un cobertizo que se había fabricado en el techo de su casa. Cuanto más débil sea el instrumento, más visible será la intervención de Dios en favor de Betulia. ¿Quién es esta mujer que salva a su pueblo de una catástrofe inminente? ¿Es un personaje ideal, simbólico, creado por el autor, o una mujer de carne y hueso? Era una viuda ideal, tal como la concibiera más tarde San Pablo (1 Tim 5:5). En Betulia era la única persona que confiaba ciegamente en Dios. Su mismo nombre es revelador: Judit, Yehudith, femenino de Yehudi, significa la judía, nombre que llevó una mujer de Esaú, de origen jeteo (Gen 26:34). Las dudas acerca de la existencia real de la heroína se fundan en el nombre que lleva, Yehudith, y en su propio testimonio. En efecto, el término Yehudith puede ser gentilicio y simbolizar la nación judía en su ideal de vida religiosa. En el cántico que siguió a la victoria, Judit misma se identifica con el pueblo judío (15:4-6). No existen razones poderosas para dudar de la existencia real de Judit, pero tampoco se dan argumentos ciertos que obliguen a admitirla. Lo primero que debe hacerse para resolver esta cuestión es examinar el género literario empleado por el autor en este libro. El carácter inspirado del mismo es indiferente a esta cuestión 1.

 

Vida ejemplar de Judit (8:4-8).

4 Vivía en su casa Judit, guardando su viudez hacía tres años y cuatro meses. 5 Habíase hecho un cobertizo en el terrado de la casa y llevaba saco a la cintura, debajo de los vestidos de su viudez. 6 Ayunaba todos los días, fuera de los sábados, novilunios, las solemnidades y días de regocijo de la casa de Israel. 7 Era bella de formas y de muy agraciada presencia. Su marido, Manases, le había dejado oro y plata, siervos y siervas, ganados y campos, que ella por sí administraba. 8 Nadie podía decir de ella una palabra mala, porque era muy temerosa de Dios.

 

Al morir su marido, decidió Judit vivir perpetuamente en la viudez (16:26), Teniendo en cuenta que las hebreas contraían matrimonio entre los doce y quince años y que Bagoas la llama paidiske e halé, niña hermosa, cabe suponer que quedó viuda muy joven. Al producirse la invasión de Betulia se cumplían tres años y cuatro meses de su viudez (Vulgata: tres años y seis meses). De su matrimonio con Manases no tuvo descendencia, no quejándose contra Dios de no habérsela dado, como hicieron otras mujeres hebreas menos piadosas (1 Sam 1:8-20). Vivía retirada con su esclava (16:26) en un cobertizo que se fabricó en el terrado de su casa, o sea, la alliyyah, la habitación alta (Jue 3:23-25; 2 Sam 19:1; 2 Re 4:10). A una mujer tan perfecta en el cumplimiento de sus deberes religiosos debía Dios mirar con ojos de complacencia. Aunque las restantes gentes de Betulia tuvieran una fe vacilante, Dios les perdonaría en atención a las virtudes heroicas de Judit, de la cual nadie podía hablar mal. Su sensibilidad religiosa y su viudez eran factores que facilitaban su cometido de intercesora delante de Dios para salvar a su pueblo elegido.

 

Judit se entrevista con las autoridades (8:9-10).

9 Llegaron a los oídos de Judit las desatinadas palabras que el pueblo había dirigido al jefe; vio cuan abatidos estaban por la escasez del agua y supo asimismo la respuesta de Ocias, jurando entregar la ciudad a los asirios pasados cinco días. 10 Envió a su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes, e hizo llamar a los ancianos de la ciudad Ocias, Cabris y Garmis.

 

La prestigiosa mujer no tomó parte en el motín del pueblo. Por la servidumbre pudo enterarse de la situación y de la decisión tomada por las autoridades. Gran prestigio debía de gozar Judit entre los dirigentes del pueblo, ya que se dirigieron obedientes a casa de Judit tan pronto como su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes (Gen 24:2), les comunicó el deseo de su ama.

 

Judit increpa a los dirigentes de Betulia (8:11-15).

11 Y cuando llegaron les dijo: "Escuchadme, príncipes de la ciudad de Betulia: No es acertado lo que hoy habéis dicho al pueblo, como tampoco el juramento que habéis interpuesto entre Dios y vosotros, diciendo que entregaríais la ciudad a vuestros enemigos si en esos días no viniere el Señor en vuestro auxilio. 12 ¿ Quiénes sois vosotros para tentar a Dios, los que estáis constituidos en lugar de Dios, en medio de los hijos de los hombres? 13 ¿Al Dios omnipotente pretendéis poner a prueba? ¿No acabaréis de aprender? 14 Si no podéis sondear la profundidad del corazón humano ni comprender sus pensamientos, ¿cómo vais a escudriñar a Dios, el Creador de todas las cosas; a penetrar su mente y comprender sus pensamientos? De ningún modo, hermanos, irritéis al Señor, Dios nuestro, 15 que, si no quisiera ayudarnos en los cinco días, poder tiene para protegernos en el día que quisiere o para destruirnos en presencia de nuestros enemigos.

 

La valiente mujer se encara con los príncipes de la ciudad (6:14-15; jefes, ancianos) por haberse atrevido a fijar a Dios un plazo de cinco días dentro de los cuales debía acudir en su ayuda; pasado aquel tiempo, ya no tenían necesidad de El. El proceder de las autoridades equivalía a un ultimátum. Ellos se obligaron con juramento a entregar la ciudad a los enemigos, y este juramento debía cumplirse necesariamente. El hecho de exigir a Dios que se decida a intervenir en el plazo de cinco días, ¿no equivalía a un atentado contra su soberanía divina? Hay que esperar pacientemente y con confianza la hora de Dios. Las autoridades de Betulia hacen mal en discutir sus designios. Una sola solución es viable: humillarse ante El y callar. A diferencia de Job (38:2-40,2; 7; 8; 42:3), el autor de Judit pone más de relieve la confianza filial en Dios. Su concepción de la eficacia de la oración se asemeja a la cristiana.

 

Motivos de confianza (8:16-20).

16 No pretendáis hacer fuerza a los consejos del Señor, Dios nuestro, que no es Dios como un hombre que se mueve con amenazas, ni como un hijo del hombre que se rinde. 17 Por tanto, esperando la salud, clamemos a El que nos socorra. Si fuese su beneplácito, oirá nuestra voz. 18 Porque no hay en nuestra generación ni se conoce en nuestros días tribu, ni familia, ni región, ni ciudad que adore dioses fabricados, como sucedía en los tiempos antiguos, 19 por causa de los cuales fueron entregados nuestros padres a la espada y al saqueo y cayeron con gran estrago delante de sus enemigos. 20 Pero nosotros no conocemos otro Dios fuera de El, por donde esperamos que no nos desatenderá ni a nosotros ni a ninguno de nuestro linaje.

 

Por la ley de la alianza, Dios se comprometió a ayudar a Israel y defenderlo de sus enemigos con tal de que observara su Ley y permaneciera fiel a un puro monoteísmo (Lev 26:1-8; Deut 28:1-7; Jue 2:7-23; 1 Sam 7:3), Tan segura está Judit de la eficacia de esta promesa, que se atrevió a decir a Holofernes: "Nunca nuestro linaje es castigado, ni la espada prevalece contra ellos si no han pecado contra Dios" (11:10). La situación religiosa actual de Israel es fundamentalmente buena, porque, al revés de los tiempos antiguos, no existe en la generación actual ni se conoce familia, región ni ciudad que adore a falsos dioses. Por este pecado de idolatría, contra el cual clamaba Jeremías (7:17-20; 14:7-15), fueron entregados los judíos a la espada y al saqueo. En los momentos actuales no existe este funestísimo pecado en Israel; luego hay motivos de esperar la ayuda de Dios. El autor del libro de Judit considera como pecado leve el amotinamiento del pueblo, porque sus protestas están más bien dictadas por el estómago vacío que por falta de confianza en Dios. Tampoco concede excesiva gravedad a la conducta de los magistrados de Betulia, que obraron más bien por cobardía que por malicia.

 

Desastrosas consecuencias de una capitulación (8:21-27).

21 Considerad que, si nosotros fuéramos tomados, toda Judea sería destruida, y nuestro santuario saqueado, y entonces Dios nos pediría cuenta de su profanación. 22 Y la matanza de nuestros hermanos, y el cautiverio de la tierra, y la desolación de nuestra heredad, la haría el Señor recaer sobre nuestras cabezas en medio de las naciones a quienes sirviéramos, siendo escarnio y ludibrio a los ojos de nuestros dueños. 23 Ni sería nuestra servidumbre para nuestro bien; antes en nuestra deshonra la volvería el Señor, Dios nuestro. 24 Y ahora, hermanos, mostremos a nuestros conciudadanos que de nosotros pende no sólo nuestra vida, sino que el santuario, el templo y el altar sobre nosotros se apoyan. 25 Demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos prueba igual que a nuestros padres. 26 Recordad cuanto hizo con Abraham, cómo probó a Isaac y qué cosas sucedieron a Jacob en Mesopotamia de Siria cuando apacentaba las ovejas de Labán, su tío. 27 Pues así como aquéllos no los pasó por el crisol sino para examinar su corazón, así también a nosotros nos azota, no para castigo, sino para amonestación, de los que le servimos.

 

La suerte de Jerusalén, del templo y de toda la nación depende de la actuación de los habitantes de Betulia. Si, para evitar una situación crítica, de momento los magistrados de Betulia se rinden al enemigo, serán responsables ante Dios de las espantosas consecuencias de su cobardía y poca fe. Judit acumula razones con el fin de elevar la moral de los ancianos de Betulia: el país sería arrasado; sus habitantes, asesinados o deportados; el templo, saqueado. El ejemplo de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob debe estimularles a la resistencia. Dios los pasó por el crisol para examinar su corazón, no para castigarlos. De la misma manera azota a los de Betulia, no a título de castigo, sino con el fin de someter a prueba su confianza en Dios. Judit proclama que Dios castiga y azota a sus amigos con el único fin de purificarlos y santificarlos con la práctica de las virtudes (Proν 3:12; Sab 11:5-10; Eci 2:3-5). La recomendación que hace Judit de dar gracias a Dios por las pruebas a que les sujeta, es considerada por muchos como una interpolación cristiana (Rom 5:3-5; Hebr 12:5-11).

 

Respuesta de Ocias (8:28-31).

28 Ocias le respondió: "Todo cuanto has dicho es salido de un buen corazón, y no hay quien a tus palabras pueda oponerse a nada. 29 No es hoy cuando tu sabiduría se descubre; desde el principio de tus días conoció todo el pueblo tu inteligencia y tu buen corazón. 30 Pero es mucho lo que el pueblo padece por la sed, y esto nos obligó a hablar como hablamos y a hacer el juramento que no quebrantaremos. 31 Ruega por nosotros, tú que eres mujer piadosa, y el Señor enviará lluvia que llene nuestras cisternas para que no perezcamos."

 

Con palabras halagadoras para Judit, Ocias reconoce su clara inteligencia y su gran corazón, pero le da a entender que no puede cambiar la decisión tomada en atención a los sufrimientos del pueblo, que muere de sed, y por el juramento que hizo, y que debe cumplirse inexorablemente (Jos 9:19; Jue 11:35; 2 Sam 21:1-8). La única solución está, dice Ocias, en que Dios nos mande lluvia que llene las cisternas, lo que equivale a pedir un milagro. La época de las lluvias en Palestina se extiende desde octubre hasta mayo, y sólo por un milagro (1 Sam 12:17) se da una lluvia torrencial durante los meses de junio y julio (Jos 10:11). Ocias no entiende la teología de la historia de Israel, tal como se la explica y comprende Judit. Es posible que teóricamente tenga razón Judit; pero en la práctica, parece decir Ocias, no se ve que Dios se muestre solícito en cumplir su compromiso con Israel. Por lo demás, la voluntad salvífica de Dios debe manifestarse en el plazo de cinco días, porque un juramento debe cumplirse necesariamente.

 

Judit expone sus planes (8:32-36).

32 Díjoles Judit: "Escuchadme: Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza. 33 Vosotros estaos esta noche a la puerta; yo saldré con mi sierva, y en los días que pusisteis por término para entregar la ciudad a vuestros enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano. 34 No tratéis de averiguar mis planes, que no os lo manifestaré mientras no haya dado remate a lo que me propongo ejecutar." 35 Y le contestaron Ocias y los jefes: "Vete en paz y que el Señor vaya delante de ti para que nos vengues de nuestros enemigos." 36 Y, saliendo del cobertizo, se fueron.

 

De repente saca Judit a las autoridades de la situación embarazosa en que se encontraban. El plan que les propone no es improvisado; lo ha meditado bien en su soledad, porque también ella debía de tener noticia de cómo andaban las incidencias del sitio de Betulia. Sabe también que tendrá éxito el plan que ha trazado.

 

Rostro en tierra (9:1).

1 Judit, postrándose rostro a tierra, echó ceniza sobre su cabeza y descubrió el cilicio que llevaba ceñido. Era precisamente la hora en que se ofrecía en Jerusalén, en la casa de Dios, el incienso de la tarde, cuando clamó Judit con gran voz al Señor, diciendo:

 

Consciente de la responsabilidad que había cargado sobre sus hombros, Judit postróse en tierra en actitud suplicante, echó ceniza sobre sus cabellos (4:11) y, quitándose las prendas exteriores con que se había revestido, dejó ver el vestido o túnica de penitencia que llevaba a raíz de sus carnes. El autor sagrado hace coincidir este momento solemne, del cual pendía la salvación de Israel, con la hora en que se ofrecía en Jerusalén el incienso de la tarde (Ex 30:7; 34:3; Sal 141:2) y en la hora en que se encendían las lámparas del santuario (Ex 30:8). En todo el libro tiene el hagiógrafo su pensamiento fijo en el templo de Jerusalén (4:2-3; 6-8:11-15; 5:19; 8:21-25; 9:8-13).

 

Judit evoca el recuerdo del pasado (9:2-5).

2 "Señor, Dios de mi padre Simeón, en cuya mano pusiste la espada para vengarse de los extranjeros, los cuales soltaron la cintura de una virgen para deshonrarla y desnudaron sus muslos para confusión, profanando su seno para su oprobio. 3 Porque tú dijiste: No será así. Y ellos lo hicieron. Por esto entregaste sus príncipes a la muerte, y su lecho, avergonzado por su engaño, siendo engañado a su vez, a la sangre. Y heriste a los esclavos con los poderosos, y a los poderosos en sus tronos. 4 Diste sus mujeres al saqueo, y sus hijas al cautiverio, y todos sus bienes en reparto entre tus hijos amados, los cuales se inflamaron en tu celo y abominaron la contaminación de su sangre y te invocaron en su auxilio. ¡Oh Dios, Dios mío! Escucha también a mí, que soy viuda. 5 Pues fuiste tú el autor de aquellos hechos y de cuantos le precedieron y siguieron, y lo presente y lo futuro tú lo dispusiste, y lo que tú dispusiste se hizo.

 

Judit pertenecía a la tribu de Simeón. Se recuerdan hechos del pasado que Dios permitió que sucedieran para bien de su pueblo. Uno de ellos fue la manera como Simeón vengó el honor ultrajado de su hermana Dina (Gen 34:1-29). Simeón fue en aquella ocasión instrumento de Dios para vengar a una virgen de Israel por el ultraje inferido por un extranjero. El hecho de Dina y sus consecuencias tienen relación con la hora presente. Dina y Judit se exponen a perder el honor; pero así como Dina obró con ligereza al salir "sola para ver a los hijos de aquella tierra" (Gen 34:1), Judit sale fuera de la ciudad por inspiración divina y después de un maduro examen y largas oraciones y penitencias. Los hermanos de Dina, Leví y Simeón, se enfurecieron por el ultraje hecho a ella, y, espada en mano, penetraron en la ciudad y mataron a todos los varones. Los otros hijos de Jacob se arrojaron sobre los muertos y saquearon la ciudad "por haber sido deshonrada su hermana" (Gen 34:27). Jacob recrimina la conducta de los hermanos por la crueldad del hecho y por las funestas consecuencias que puede acarrearles (Gen 34:30; 49:5-7). Judit, en cambio, alaba aquella explosión patriótica y religiosa de su antepasado (Gen 34:31). Para Judit, la violación de Dina fue un atentado al honor del alma judía. El malvado Si-quem del Génesis es el prototipo de Holofernes, y la joven viuda se imagina tener en sus débiles manos la fuerza y vigor de Simeón, y, como él, sabrá vengar la audacia y osadía del que pretende ahora destruir a Israel. Lo que hizo Siquem "era una cosa que no debía hacerse" (Gen 34:7; 2 Sam 13:12). En el v.3 se anuncia la ley del talión, al decir que sobre aquel mismo lecho en que se consumó el engaño y seducción de Dina, perpetróse también la muerte del seductor y de sus cómplices. Judit se vengará del impío Holofernes dándole muerte en aquel lecho donde él pretendía abusar de ella. De la hazaña de Judit se "hablará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza" (8:32) y nadie se atreverá a reprobar su conducta. Gomo en el caso de Siquem, saldrán de la ciudad todos los habitantes de Betulia y saquearán el campamento asirio, entonando a continuación grandes alabanzas a la que en adelante será llamada "el orgullo de Jerusalén y la gloria de Israel" (15:9).

 

Momento crucial (9:6-8).

"6 Tú planeaste lo que estaba por venir, y sucedía como tú lo habías decretado, y se presentaba a ti, diciendo: Heme aquí. Pues todos tus caminos están dispuestos, y previstos tus juicios. 7 Mira que los asirios tienen un ejército poderoso, se engríen de sus caballos y jinetes, se enorgullecen de la fuerza de sus infantes, tienen puesta su confianza en sus broqueles, en sus lanzas, en sus arcos y en sus hondas, y no saben que tú eres el Señor que decide las batallas, cuyo nombre es Yahvé, 8 Quebranta su fuerza con tu poder, pulveriza su fuerza con tu ira, porque han resuelto violar tu santuario, profanar el tabernáculo en que se posa tu glorioso nombre y derribar con el hierro los cuernos de tu altar.

 

Tanto la historia de la humanidad en general como la del pueblo elegido en particular son obra de Dios. A él pertenece el pasado, el presente y el porvenir. Por voluntad divina se han presentado los asirios en las puertas de Palestina. Como en otro tiempo los egipcios confiaban en sus armas y fueron aniquilados (Ex 14:19-29), también los asirios se enorgullecen de sus infantes, de sus caballos y de sus jinetes. Pero no saben que basta que Dios dirija su vista hacia el campo asirio, como hizo con los egipcios (Vulgata), para ser aniquilados. Dios ama a los humildes y aborrece el orgullo de las naciones paganas (Ez 25:6-7; 28:6-10; 30:6; 31:10). A la viuda humilde, Dios la ensalzará; al general orgulloso lo humillará.

 

Súplica anhelante (9:9-14).

 

"9 Pon los ojos en su soberbia, descarga tu cólera sobre su cabeza, dame a mí, pobre viuda, fuerza para ejecutar lo que he premeditado. 10 Hiere con la seducción de mis labios al siervo con el príncipe y al príncipe con el siervo, y quebranta su orgullo por mano de una mujer, 11 Que no está tu poder en la muchedumbre, ni en los valientes tu fuerza; antes eres tú el Dios de los humildes, el amparo de los pequeños, el defensor de los débiles, el refugio de los desamparados y el salvador de los que no tienen esperanza. 12 Sí, sí. Dios de mis padres y Dios de la heredad de Israel, Señor de los cielos y de la tierra, Creador de las aguas, Rey de toda la creación, escucha mi plegaria 13 y dame una palabra seductora que cause heridas y cardenales en aquellos que han resuelto crueldades contra tu alianza, contra tu santa casa, contra el monte de Sión, contra la casa que es posesión de tus hijos. 14 Haz que todo tu pueblo y cada una de sus tribus reconozca y sepa que tú eres el Dios de toda fortaleza y poder y que no hay otro fuera de ti que proteja al linaje de Israel."

 

La figura de Holofornes se describe con frases que se aplican a los agentes de Satanás. ¿Es posible que Judit triunfe de las fuerzas del mal coligadas? Ella es débil; es el símbolo de una raza indefensa ante la potencia de un imperio pagano que domina el mundo conocido. Uno de los motivos que le mueven a depositar su esperanza en Dios lo encuentra Judit en las páginas de la Biblia en que Yahvé aparece como el protector de los humildes y de los pobres, amparo de los pequeños, refugio de los desamparados y salvador de los que no tienen esperanza (1 Sam 2:7; Is 13:11; 14:4; Sal 9:10; 10:14; 18:28; 22:25; 35:10; 72:12, etc.). No es la venganza personal lo que impele a Judit a obrar, sino un interés religioso. Pide "una palabra seductora" como única arma que puede blandir contra el impío Holofernes, que amenaza destruir todo lo que Israel considera como más santo y venerable: la alianza, el templo, Jerusalén, lugar este último donde se reúnen los hijos de Dios (Deut 32:5-19; Is 1:2; Sab 9:7; 12:19-21). El discurso de Judit está a tono con la seriedad del momento. En todo él, en prosa rimada, se vislumbra su matiz poético, un estudiado patetismo, que va creciendo poco a poco hasta desbordar en las últimas palabras. Las ideas se exponen atropelladamente a impulsos del fuego que consumía su corazón, abrasado, como su padre Simeón, por el celo de Dios y por el honor de su pueblo. Al finalizar la última estrofa, tanto Judit como el autor del poema tienen la segundad de que la suerte del ejército invasor está echada. En el libro de Judit Yahvé no habla, y menos todavía en el de Ester, pero obra.

 

Preparativos de Judit (10:1-5).

1 Una vez que cesó de clamar al Dios de Israel y acabó todo esto, 2 se levantó de su postración, y, llamando a la esclava, bajó a la casa en que solía morar los sábados y las festividades. 3 Se quitó el saco que llevaba ceñido y se despojó de los vestidos de viudez; bañó en agua su cuerpo, se ungió con ungüentos, aderezó los cabellos de su cabeza, púsose encima la mitra, se vistió el traje de fiesta con que se adornaba cuando vivía su marido, Manases; 4 calzóse las sandalias, se puso los brazaletes, ajorcas, anillos y aretes y todas sus joyas, y se quedó tan ataviada, que seducía los ojos de cuantos hombres la miraban. 5 Entregó a su sierva una bota de vino y un frasco de aceite, llenó una alforja de panes de cebada, de tortas de higos y de panes limpios, envolviéndolo iodo en paquetes, y se lo puso a la esclava a las espaldas.

 

Confortado su espíritu con la oración (9:2-14), adorna su cuerpo para seducir a Holofernes y prenderle en las redes de sus encantos femeniles. Arranca de su cuerpo cualquier prenda que recuerde el hábito penitente de su viudez, baña su cuerpo, se unge con mirra (Cant 5:5; Est 2:12), adereza su cabellera (Cant 4:1), que "prendió con la mitra" (16:10; Is 3:20) o turbante, y se viste el traje de fiesta que llevaba en vida de su marido. Según lo que se dice en 16, i o, este vestido consistía en una "túnica de lino." "Sus sandalias arrebataron los ojos de los asirios" (16:11). Según Scholz, las sandalias de las mujeres de alcurnia eran preciosas, con adornos de oro y purpura Sabía Judit que sus planes debían realizarse en el plazo máximo de cinco días (7:31; 8:30). Si carga su alforja con algunos productos alimenticios, no es tanto por la incertidumbre sobre el tiempo que permanecerá entre los asirios cuanto por no contaminarse con los alimentos extraños e impuros (12:2; Tob 1:10; Dan 1:8). Preveía ya desde ahora que las alforjas tendrían una finalidad trágica (13:10). Por "panes de cebada" debe entenderse la cebada tostada, producto llamado qalí (Jos 4:5; Rut 2:14; 1 Sam 25:18), muy apropiado para los viajes. En cuanto al "pan limpio," podemos conjeturar que se refiere al pan cocido a la manera judía, bajo la ceniza. Judit se muestra más exigente que la misma Ley (Lev 17:10-14; Núm 19:14)" en la cual no se habla de panes rituales. A estas provisiones añade la Vulgata el queso o leche para beber (Job 10:10).

 

En las puertas de la ciudad (10:6-10).

6 Al salir por la puerta de la ciudad de Betulia, encontró al prefecto de la ciudad, Ocias, y a los ancianos Cabris y Carmis, 7 los cuales, al verla y notar su rostro mudado y sus ricos vestidos, quedaron sobremanera maravillados de su belleza, y le dijeron: 8 "Dios, el Dios de nuestros padres, te dé gracia y lleve a cabo tus proyectos para gloria de Israel y exaltación de Jerusalén." Y adoraron a Dios. 9 Ella les dijo: "Ordenad que se me abran las puertas de la ciudad, y saldré a realizar lo que con vosotros he hablado." Y ordenaron a los jóvenes que le abriesen las puertas, como ella había dicho. 10 Hicierónlo así, y Judit salió, seguida de su esclava. La gente de la ciudad estuvo mirándola hasta que, bajando el monte, atravesó el valle y la perdieron de vista.

 

Una ciudad amurallada tenía diversas puertas, pero una era la principal. En ésta se hallaban los jefes de Betulia preparados para desear feliz éxito a Judit en la empresa que iba a llevar a cabo. Barruntaron ellos que el arma que debía esgrimir Judit era su belleza, y, por lo mismo, le desean que Dios aumente sus encantos para que pueda llevar a cabo sus proyectos. Los centinelas de los muros seguían atónitos sus pasos y no sabían qué admirar más, o la belleza de la joven viuda o su valentía y arrojo. Dios guiaba sus pasos para que no encontrara tropiezo alguno en su hazaña.

 

Entre los asirlos (10:11-13).

11 Siguiendo la dirección del valle, caminaron hasta que les salió al paso una avanzada de los asirios, 12 que la cogieron y le preguntaron: "¿Quién eres tú y de dónde vienes y adonde vas?" A lo que ella contestó: "Soy una hija de los hebreos, que voy huyendo de su presencia, porque están a punto de seros dados en presa. 13 Voy a presentarme a Holofernes, general en jefe de vuestro ejército, para comunicarle noticias verdaderas; quiero indicarle el camino por donde puede subir y dominar toda la montaña, sin que perezca ni uno solo de sus hombres."

 

Señala la Vulgata que ambas mujeres descendían de la montaña hacia las primeras horas de la madrugada ("circa ortum diei"). Las avanzadas de los asirios estaban bastante lejos de Betulia, de manera que los centinelas de la ciudad no pudieron divisar el momento del encuentro de Judit con los soldados de Holofernes. A las preguntas de éstos respondió Judit que era una mujer judía que huía de Betulia antes de que la ciudad fuese entregada a ellos, y que deseaba entrevistarse con Holofernes. Las palabras de Judit, que no corresponden a la verdad escueta, no se diferencian de las estratagemas que se consideraban lícitas por aquel entonces. El autor sagrado alaba y recomienda lo que hay de virtud (patriotismo, piedad y fortaleza) en las obras de Judit, y suspende su juicio al referir los medios que utilizó para salvar a su pueblo.

 

Hacia la tienda de Holofernes (10:14-23).

14 Cuando oyeron tales palabras y contemplaron su rostro, que les pareció maravilloso por su extraordinaria belleza, le dijeron: 15 "Has salvado tu vida apresurándote a bajar a nuestro señor; ve, pues, a su tienda, que de los nuestros te acompañarán hasta entregarte a él. 16 Cuando estés en su presencia, no temas, comunícale esas noticias y serás bien recibida." 17 Escogieron de ellos cien hombres, que la acompañaron a ella y a su sierva, conduciéndolas a la tienda de Holofernes. 18 Corrió por las tiendas la voz de su venida, y se juntó un gran concurso en el campamento, que la rodeó mientras estuvo fuera de la tienda de Holofernes, esperando ser presentada. 19 Todos se maravillaban de su belleza, y por ésta, de los hijos de Israel, diciéndose unos a otros: "¿Quién se atreverá a despreciar a este pueblo que tales mujeres tiene? No se debe dejar ni una sola de éstas, porque las que quedaren serían capaces de seducir a toda la tierra." 20 Salieron los que hacían la guardia cerca de Holofernes y todos sus siervos, y la introdujeron en la tienda. 21 Hallábase Holofernes descansando en su lecho, bajo un dosel tejido de púrpura y oro y cuajado de esmeraldas y otras piedras preciosas. 22 En cuanto se la anunciaron, salió a la antecámara, precedido de lámparas de plata. 23 Llegada Judit a presencia de Holofernes y de sus servidores, todos se quedaron maravillados de la belleza de su rostro. Postróse ante él, pero los servidores la levantaron.

 

La belleza de Judit pone en movimiento a todo el campamento asirio. A su paso hacia la tienda de Holofernes despertaba Judit oleadas de entusiasmo, y los soldados se alineaban delante de sus tiendas, fijando sus ojos sensuales sobre el desconcertante rostro de la viuda de Betulia. Obligada a esperar ante las habitaciones privadas de Holofernes, pronto un grupo de oficiales y soldados rodeó la comitiva. La guardia de Holofernes y sus ayudantes de campo interrogaron a Judit en la tienda del general. Se componía el edificio de diversos departamentos (Is 54:2), ocupando el lecho del generalísimo el lugar más aislado del mundo exterior. El uso de lámparas demuestra que los hechos sucedían de noche (11:3) o a primeras horas de la madrugada, antes de la aurora. Ahora bien, si Judit llegó de noche a la tienda de Holofernes, ¿cómo pudieron los soldados admirar su rostro a su paso hacia la tienda de Holofernes? Dice el texto que a los soldados el rostro de Judit "les pareció maravilloso por su extraordinaria belleza." Al autor sagrado pasó inadvertido este detalle en su afán de pasear a su heroína por entre los soldados del campamento y rodear los acontecimientos con detalles dramáticos, que únicamente tenían en su mente el valor de medios para un fin.

 

Entrevista con Holofernes (11:1-4).

1 Díjole Holofernes: "Ten buen ánimo, mujer, y no te intimides, que yo nunca hice daño a nadie que estuviera dispuesto a servir a Nabucodonosor, rey de toda la tierra. 2 Si ese tu pueblo que habita en la montaña no me hubiera despreciado, nunca yo levantara contra ellos mi lanza; pero ellos lo han querido. 3 Ahora dime por qué has huido de ellos, viniéndote a nosotros. En verdad te has salvado. Ten ánimo, que salva serás esta noche y en lo futuro. 4 Nadie se atreverá a ofenderte; antes todos te harán bien, como se hace a los siervos de mi señor el rey Nabucodonosor."

 

Postróse Judit a los pies de Holofernes. Estos rasgos de femineidad desarmaron al general persa. Trata el generalísimo asirio de explicar a Judit que él y su dueño no abrigan ningún odio personal contra Israel; aún más, en contra de su voluntad, se vio obligado a declararle la guerra, por haberle menospreciado los judíos al hacerle frente y no querer someterse libremente (5:4) y por no haber salido a su encuentro, como hicieron los otros pueblos (3:1-7).

 

Discurso de Judit (11:5-19).

 

5 Judit le respondió: "Oye las palabras de tu esclava y deja que te hable tu sierva, que no dirá a mi señor esta noche cosa que no sea verdad. 6 Si sigues las indicaciones de tu esclava, seguramente que Dios acabará por ti el negocio y no fracasará mi señor en su empresa. 7 Pues por la vida de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y por el poder de quien te ha enviado para reducir al buen camino a todos los vivientes, que no sólo los hombres serán por ti reducidos a su servidumbre, sino que aun las mismas fieras del campo y los ganados y las aves del cielo, por tu fortaleza, vivirán bajo el gobierno de Nabucodonosor y de toda su casa. 8 En verdad, a nuestros oídos ha llegado la fama de tu sabiduría y la de tu gran inteligencia, y por toda la tierra se ha corrido la noticia de que tú eres el mejor de todo el reino, el que más vale por la ciencia y el más admirable por el arte de la guerra. 9 Sabemos las palabras que Aquior habló en tu consejo y hemos oído sus dichos, pues las gentes de Betulia se apoderaron de él, y él les comunicó todo lo que había hablado en tu presencia. 10 Por esto, dueño y señor mío, no eches en olvido ninguna de sus palabras; guárdalas en tu corazón, que son verdaderas. Nunca nuestro linaje es castigado ni la espada prevalece contra ellos si no han pecado contra Dios. 11 Ahora, para que mi señor no sea rechazado y fracase, ya la muerte se abate sobre ellos y se apodera de ellos el pecado con que han irritado a su Dios. Seguramente que han cometido un gran pecado, 12 ya que se les han agotado las provisiones, el agua escasea y han resuelto matar sus ganados, y beber su sangre, y comer cuanto Dios en sus leyes les ordenó que no comieran, 13 y hasta las primicias del trigo, los diezmos del vino y del aceite, que, como cosas santas, están reservadas a los sacerdotes que en Jerusalén asisten en la presencia de nuestro Dios, a pesar de que a ninguno del pueblo le es lícito tocarlo con las manos. 14 Han enviado mensajeros a Jerusalén, donde también sus moradores han hecho lo mismo, para que obtengan el perdón del senado; 15 y sucederá que en cuanto les llegue la noticia lo harán, y entonces, para ruina suya, te serán entregados. 16 Por lo cual yo, tu sierva, sabedora de todas esas cosas, huí de ellos, y Dios me envía a ejecutar en ti una cosa de que se maravillará toda la tierra cuando la oyeren. 17 Pues tu sierva es temerosa del Dios del cielo, a quien día y noche sirve. Por ahora me quedaré aquí, señor mío, y a la noche me iré al valle a orar a mi Dios; 18 y cuando ellos hayan cometido esos pecados, él me lo dirá y yo vendré a comunicártelo. Tú entonces saldrás con tu ejército, al que nadie podrá resistir. 19 Yo misma te guiaré por en medio de Judea hasta llegar a Jerusalén, y haré que te sientes en medio de ella y los conduzcas como ovejas sin pastor. Ni un perro ladrará contra ti. Todo esto me ha sido comunicado por revelación, y para anunciártelo he sido yo enviada."

 

Judit confirma la tesis de Aquior de que Israel es invencible mientras no peque contra su Dios, y añade en tono de escarnio: "Guárdalas en tu corazón, que son verdaderas." Hasta el momento habíase mantenido Israel fiel a su Dios; pero en la actualidad, debido a las estrecheces de la comida y bebida, corre hacia la muerte, por observarse en ellos síntomas de desorden (atopía) y de pecado (amartema). ¿En dónde está este pecado? En que, "agotadas las provisiones y escaseando el agua, han resuelto abalanzarse (epibelein) sobre sus ganados (kténesin), decididos a devorar todo lo que Dios en sus leyes ha prohibido comer." El pecado no está en comer la carne de los animales, sino en beber su sangre (Lev 17:10-14; Deut 12:23-25; 1 Sam 14:31-34). Tan pronto como hicieren esto, serán entregados a Holofernes, porque, habiendo pecado, Dios se desentiende de ellos.

Existe también la posibilidad de que, acuciados por el hambre y la sed, pongan en práctica su loco designio de comer y beber lo que está reservado exclusivamente a los sacerdotes, cosa que no puede hacerse ni aun contando con la autorización del consejo de ancianos de Jerusalén. Como se ve, Judit exagera el alcance de la Ley (Lev 22:1-16), que autoriza el uso de estos alimentos en casos de necesidad (1 Sam 21:4-7)1. Judit asegura a Holofernes que le avisará cuando sus paisanos hayan cometido los pecados mencionados (amartémata), y se ofrece entonces a guiarle "por medio de Judea hasta llegar a Jerusalén" (11:19).

Se presenta como mujer piadosa que alaba a Dios noche y día. En la Ley no se prescribía la oración durante la noche, pero solían entregarse a esta práctica las personas piadosas (Sal 42:9; 119:62). Judit alega esta práctica en vistas a la consecución de sus planes. Como las noches son propicias para las comunicaciones de Dios con los hombres, Judit asegura a Holofernes que, durante la oración nocturna, Dios le anunciará el preciso momento en que los de Betulia cometerán los pecados previstos. Entonces será la hora apropiada para el ataque. Termina Judit su largo discurso diciendo que todo cuanto ha dicho le ha sido comunicado por revelación, lo cual debe decidir a Holofernes a creer en la veracidad de sus palabras.

 

Respuesta de Holofernes (11:20-23).

 

20 Mucho agradaron semejantes discursos a Holofernes y a todos sus servidores, y, maravillados de su sabiduría, decían: 21 "De un extremo a otro de la tierra no hay mujer de tan hermoso rostro y de tan discreías palabras." 22 Contestóle Holofernes: "Bien ha hecho Dios en enviarte delante del pueblo para entregarlo en nuestras manos y perder a los que desprecian a mi señor. 23 Cuanto a ti, muy hermosa eres y muy discreta en tus palabras. Si haces cuanto has dicho, tu Dios será mi Dios y tendrás un asiento en la casa del rey Nabucodonosor, y tu fama se extenderá por toda la tierra."

 

No acertó Holofernes a vislumbrar la hiel que rezumaban las palabras de Judit. Un oriental no teme anexionar un dios más a su panteón nacional. En las palabras de Holofernes hay más dosis de cortesía que de sinceridad.

 

Agasajos y atenciones (12:1-4).

 

1 Mandó Holofernes que la alojaran en donde guardaba su vajilla de plata, y dispuso proveerle la mesa de sus propios manjares y darle a beber de su vino. 2 Pero Judit dijo: "No comeré de tus manjares, pues podrían ser para mí tropiezo; comeré de lo que traigo conmigo." 3 Holofernes le contestó: "Y cuando se agoten las provisiones que traes, ¿de dónde podremos traer otras semejantes para darte? Porque no hay entre nosotros ninguno de tu nación." 4 A lo que contestó Judit: "Juro por tu vida, mi señor, que no consumirá tu sierva las provisiones que consigo trae antes que Dios realice por mi mano lo que tiene resuelto."

 

Había llegado la hora de retirarse a descansar después de una noche de ajetreo. En la tienda de Holofernes había muchos aposentos (10:20-22). Por deferencia, Judit fue alojada en la "cámara de los tesoros" (Vulgata), en la cual se guardaba la vajilla de plata. Se le señala una habitación con carácter permanente, porque opina Holofernes que Judit será su huésped por muchos días. Ella aceptó el alojamiento, pero rehusó los ofrecimientos que le hacía respecto de los alimentos y de la bebida "para que no haya escándalo." Los manjares impuros serían un tropiezo para ella. Sabía Judit que, aun en el supuesto de comerlos inconscientemente, transgredía con ello una regla que concernía a la pureza legal, y que, por consiguiente, Dios se alejaría de ella (Dan 1:8; Tob 1:12; 2 Mac 6:18-7:2). La simple transgresión material de una prohibición era ya un pecado, una ofensa hecha a Dios.

 

Judit inicia su plan de vida (12:5-9).

 

5 La introdujeron los servidores de Holofernes en la tienda y durmió hasta medianoche; y se levantó hacia la vigilia matutina. 6 Y mandó recado a Holofernes, diciendo: "Ruego a mi señor ordene que sea permitido a tu sierva salir a hacer oración." 7 Y ordenó Holofernes a los de la guardia que no la estorbasen. Permaneció tres días en el campamento, saliendo cada noche al valle de Betulia para bañarse en el agua de la fuente que estaba dentro del campamento. 8 Y en cuanto subía del baño, oraba al Señor, Dios de Israel, que encaminase sus pasos para exaltación de los hijos de su pueblo. 9 Luego que entraba limpia, permanecía en la tienda hasta que le traían la comida, a la caída de la tarde.

 

Los acontecimientos se suceden rápidamente; era necesario aprovechar el tiempo para cumplir su misión antes del plazo fijado para la rendición de Betulia (7:31). Judit se entrevistó con Holofernes a altas horas de la madrugada. Una vez hecha la presentación, tanto Holofernes como ella fuéronse a sus respectivas cámaras a descansar. Judit durmió hasta media noche. No se concibe que durmiera hasta esta hora y que, al despertar, mandara recado a Holofernes para que le autorizara a salir al campo. Algunos solucionan la dificuitad traduciendo el aoristo apésteilen en sentido de pluscuamperfecto: "Había enviado a decir." Alega Judit motivos religiosos para salir a bañarse a aquellas horas intempestivas y en un sitio vecino a Betulia. En el v.7 se dice que salía para bañarse, y de esta manera purificarse de las impurezas que pudo haber contraído en el trato con los gentiles (Ex 30:17-21; Sal 26:6; Act 16:13). Es curioso ver a una viuda joven y de extremada belleza deambular sola, de noche, por el campamento asirio y tomar sus baños en la fuente custodiada por "cinco mil asirios" (7:17). No se comprende tampoco cómo Holofernes accedió a una petición que podía poner en peligro su estrategia. Esta circunstancia del baño fue creada para realzar más el puritanismo de Judit y para facilitar el regreso de la misma a Betulia después de la muerte de Holofernes.

 

Bagoas el anfitrión (12:10-14).

10 Al cuarto día dio Holofernes un banquete sólo a sus servidores, sin invitar a ninguno de sus oficiales. π Υ al eunuco Bagoas, que tenía la intendencia de todas las cosas, le dijo: "Ve y persuade a esa mujer hebrea que tienes encomendada que venga acá a comer y beber con nosotros. 12 Sería vergonzoso que despidiéramos a tal mujer sin tener comercio con ella; porque, si no la conquistáramos, se iría riendo de nosotros." 13 Salió Bagoas de la presencia de Holofernes y vino a Judit, diciéndole: "No vacile esta hermosa sierva en venir a mi señor, para ser honrada de él y alegrarse bebiendo vino con nosotros, haciéndose este día como una hija de los asirios que asisten en el palacio de Nabucodonosor." 14 Judit le contestó: "¿Quién soy yo para contradecir a mi señor? Todo lo que fuere grato a sus ojos lo haré con presteza, y será esto motivo de alegría para mí hasta el fin de mi vida."

 

Entre los antiguos orientales se encomendaba a los eunucos la custodia del harén, y no pocas veces se les conferían cargos de gran responsabilidad. A Holofernes le hastiaba la vida cenobítica de la joven judía y no veía la hora de poseerla. Buscando una ocasión propicia, pensó en celebrar un gran banquete, al cual se invitaría a Judit y a los íntimos colaboradores del general. Pudo excluir del banquete tanto a los oficiales del ejército como a los de los servicios auxiliares, y admitir tan sólo a los de su guardia personal. Judit acepta sin titubear, convencida de encontrar en este festín la ocasión propicia para acabar con Holofernes. Coincidía aquel banquete con la noche del cuarto día. Terminaba al día siguiente el plazo señalado por Ocias (7:31). Nótese que también en este libro como en el de Ester juegan un gran papel los banquetes, que deciden situaciones muy comprometidas.

 

En la sala del festín (12:15-20).

15 Y, levantándose, se atavió Judit con su traje y con todo su aderezo juvenil. Su sierva fue y le preparó en el suelo, enfrente de Holofernes, las pieles que para su uso cotidiano había recibido de Bagoas, para comer recostada sobre ellas. 16 Entrando Judit, se recostó. El corazón de Holofernes, fuera de sí, iba tras ella; su espíritu se turbó y abrigaba un deseo ardiente de unirse a ella. Desde el día que la vio estaba aguardando una ocasión para seducirla. 17 Díjole Holofernes: "Bebe y alégrate con nosotros." 18 Y contestó Judit: "Beberé, sí, señor, porque desde los días de mi nacimiento no había apreciado tanto la vida como hoy." 19 Tomó lo que la sierva le había preparado, y comió en presencia de Holofernes, 20el cual se alegró sobremanera con ella, y bebió tanto vino cuanto jamás lo había bebido desde el día que nació.

 

Debía Judit en este momento crucial herir el corazón de Holofernes con sus encantos juveniles. Asiste al banquete, pero, a pesar del ambiente sensual, supo mantenerse digna de su misión. Se recuesta sobre las pieles de su uso y come y bebe de lo que trajo consigo. Esta manera de instalarse en la mesa era considerada como un lujo en Israel antes del exilio (Ez 23:41). Antiguamente, los judíos se sentaban para comer (1 Sam 20:24). Ester se tendió en un diván durante el banquete (Est 7:8). Holofernes se halla en el paroxismo de la pasión, que iba in crescendo, enardecida por la presencia de la hermosura de la joven (paidíske e halé). Con la pretensión de quebrantar su entereza con el vino, Holofernes la invitaba a beber, lo que hizo él copiosamente. Mientras él acariciaba el pensamiento de poseerla en breve, se alegraba ella pensando que su misión salvadora estaba para realizarse de un momento a otro. Los sendos vasos de vino que ingería Holofernes serían el principio de su ruina.

 

El golpe decisivo (13:1-l0).

1 Cuando ya se hizo tarde, los siervos de Holofernes se salieron aprisa, y Bagoas cerró por fuera la tienda e hizo a todos retirarse de la presencia de su señor, y se fueron a sus lechos, pues estaban rendidos, porque el banquete había sido largo. 2 Quedó Judit sola en la tienda, y Holofernes tendido sobre su lecho, todo él bañado en vino. 3 Dijo Judit a su sierva que se quedase fuera de la alcoba y aguardara su salida como en los días pasados, añadiéndole que saldría a la oración. Lo mismo había dicho a Bagoas. 4 Habíanse ido ya todos, sin quedar nadie, ni pequeño ni grande, en la estancia. Puesta entonces en pie junto al lecho de Holofernes, dijo en su oración: "Señor, Dios todo poderoso: Mira en esta hora la obra de mis manos, para exaltación de Jerusalén, 5 pues ésta es la ocasión de acoger tu heredad y de ejecutar mis proyectos, para ruina de los enemigos que están sobre nosotros." 6 Y acercándose a la columna del lecho, que estaba a la cabeza de Holofernes, descolgó de ella su alfanje; 7 llegándose al lecho, le tomo por los cabellos de su cabeza, y dijo: "Fortaléceme, Dios de Israel, en esta hora." 8 Y con toda su fuerza le hirió dos veces en el cuello, cortándole la cabeza. 9 Envolvió el cuerpo en las ropas del lecho, quitó de las columnas el dosel, y, tomandole, salió en seguida, entregando a la sierva la cabeza de Holofernes, 10aque ésta echó en la alforja de las provisiones, y ambas salieron juntas como de costumbre.

 

El banquete se había prolongado, y todos estaban rendidos por el sueño y el vino. Holofernes, no pudiéndose valer por sí mismo, fue arrastrado al departamento donde dormía, quedando tendido, inconsciente, sobre el lecho, vomitando el vino en cantidades hasta bañarlo. Bagoas, que ejecutaba puntualmente el plan prefijado por su amo, despidió a todos los presentes, menos a Judit, que debía pasar aquella noche en compañía de Holofernes. Antes de retirarse tiró la cortina (14:15) de la alcoba para no violar la intimidad de aquel encuentro del general con la joven viuda de Betulia. Judit recordó a Bagoas que, como en noches anteriores, saldría también aquélla para hacer oración. Judit cree llegada la hora de actuar aprovechando el estado inconsciente de Holofernes. En su oración no se vislumbra ningún odio personal ni deseo de venganza. En aquellos momentos Judit obra por puro patriotismo y por motivos religiosos. Jerusalén, la capital teocrática, está en peligro; la herencia de Yahvé puede pasar a manos extrañas. Una vez asegurado el auxilio del Dios de Israel, Judit avanza, se coloca junto a la columna del lecho, descuelga de ella su cimitarra (ten akimaken), se aproxima hasta rozar su cuerpo, agarra con la izquierda la cabellera desgreñada del general y con la cimitarra en su mano derecha descarga dos certeros golpes en el cuello de Holofernes, quedando la cabeza separada del tronco. El cuerpo del general rodó al suelo (14:15), envolviéndolo Judit con las ropas del lecho, acaso para empapar la sangre que a borbotones salía de la herida. Como trofeo y para que empapase la sangre que chorreaba de la cabeza, llevóse consigo el dosel que cubría las columnas del lecho (13:15). La cabeza de Holofernes fue entregada a la sierva, que la colocó en la alforja (pera) de las provisiones. Era llegada la hora de la oración, y ambas salieron como de costumbre.

 

Camino de Betulia (13:10-13).

10b Atravesando el campamento, rodearon el valle y subieron al monte de Betulia, hasta llegar a las puertas de la ciudad. 11 Gritó de lejos Judit a los que hacían guardia sobre las puertas: "Abridnos, abridnos las puertas; Dios, nuestro Dios, está con nosotros, para mostrar una vez más su fuerza en Israel y su poderío contra los enemigos, corno hoy acaba de hacerlo." 12 Y en cuanto los hombres de la ciudad oyeron su voz, se dieron prisa en bajar a la puerta, y avisaron a los ancianos de la ciudad. 13 Todos, desde el pequeño hasta el grande, concurrieron, porque era para ellos inesperada la llegada de Judit. Abrieron la puerta, las recibieron, y, encendiendo fuego para alumbrar, las rodearon."

 

No dice que se purificara esta noche Judit en las aguas del torrente ni que se acercara a ellas. En 11:17 y 12-6 alega Judit que debía salir a "orar a mi Dios"; en 12:7 se dice que salía cada noche "para bañarse en el agua de la fuente." La alegría que produjo su llegada a Betulia fue indescriptible. A pesar de la hora intempestiva, todos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, grandes y pequeños, corrieron a las puertas de la ciudad. La presencia de los ancianos era necesaria tanto para dar la orden de abrir las puertas como para ser testigos del triunfo de Judit. En contra de lo que dice el texto, debían todos esperar la vuelta de Judit, tanto más cuanto que expiraban las horas concedidas para entregar la ciudad.

 

Triunfo total (13:14-17).

14 Judit, levantando la voz, les dijo: "Alabad a Dios, alabadle; alabad a Dios, que no ha apartado su misericordia de la casa de Israel: antes, por mi mano, ha herido esta noche a nuestros enemigos." 15 Y sacando de la alforja la cabeza, se la mostró, diciendo: "Ahí tenéis la cabeza de Holofernes, el general en jefe del ejército asirio, y ahí el dosel bajo el que yacía en su embriaguez aquel a quien el Señor hirió por la mano de una mujer. 16 Yo juro por el Señor, que me ha guardado en todos rnis pasos, que mi rostro le sedujo para perdición suya, pero que no cometió contra mí pecado alguno que pudiera mancillarme o avergonzarme." 17 Todo el pueblo quedó estupefacto, y, doblando las rodillas, adoraron a Dios, diciendo a una voz: "Bendito seas, Dios nuestro, que has aniquilado en este día a los enemigos de tu pueblo."

 

Judit reclama para Dios toda la gloria de haber triunfado sobre los enemigos. Dios no ha olvidado todavía a su pueblo; hoy como ayer y como siempre, Yahvé mantiene fielmente sus promesas mientras el pueblo se hace digno "de ellas. La cabeza de Holofernes y el dosel de su cama atestiguan su victoria sobre el general asirio. La heroína quiere salir al encuentro de posibles torcidas interpretaciones, afirmando que sería blasfemo pensar que permitió Yahvé que ella saliera triunfante comprometiendo su honor y su virtud. Con energía vuelve a insistir diciendo que Holofernes no cometió contra ella pecado (amartema) alguno. De ahí que no debe avergonzarse de su hazaña, porque no se ha repetido en ella la aventura de Dina (9:2; Gen c.34).

 

Palabras de Ocias (13:18-20).

18 Ocias le dijo: "Bendita tú, hija del Dios Altísimo, sobre todas las mujeres de la tierra, y bendito el Señor Dios, que creó los cielos y la tierra y te ha dirigido hasta aplastar la cabeza del jefe de nuestros enemigos. 19 Tus alabanzas estarán siempre en la boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios. 20 Haga El que esto sea para tu eterna gloria y cólmete de todo bien, pues no has perdonado tu vida por librar a tu pueblo. En nuestra caída has sido su socorro, andando rectamente en la presencia de nuestro Dios." Y el pueblo contestó: "Amén, amén."

 

Ocias pone de relieve que, en momentos difíciles para el pueblo, Judit no duda en exponer su vida para salvarle. Esto y su inquebrantable confianza en Dios la ha exaltado sobre todas las mujeres (Jue 5:24; Lc 1:42). La escena recuerda Gen 14:19.

 

1 J. E. Burns, Thegenealogy Ofjudith: "Thecatholic Biblical Quarterly," 18 (1956) 19-22.

1 Virgilio, Aen. 1:336:7; "Virginibus Tyriis Mos Est. Purpureoque Alte Suras Vincere Cothurno."

2 Sum. Theol 1-2 9.Uo 3.3 Ad 3.

1 L. Arnaldich, El pecado en el libro de Judit: "Verdad y Vida," ιό (1958) III.

 

 

La Liberación (14:I-16-25).

 

Judit, estratega (14:1-5).

 

1 Y díjoles Judit: "Oídme, hermanos: Coged esta cabeza y colgadla de las murallas. 2 Y en cuanto amanezca y el sol se derrame sobre la tierra, tome cada uno sus armas, y salid todos los hombres de guerra fuera de la ciudad, con el jefe al frente; haréis ademán de bajar al valle contra los puestos de guardia de los asirios, pero sin bajar. 3 Ellos, tomando sus armas, se encaminarán a su campo para despertar a los jefes del ejército asirio, e irán a la tienda de Holofernes,· y al no hallarle, se apoderará de ellos el temor y huirán ante vosotros. 4 Se unirán a vosotros en la persecución todos los habitantes de toda la montaña de Israel y los desbarataréis por los caminos. 5 Pero antes de hacer esto llamad a Aquior el amonita, para que vea y reconozca la cabeza del que despreció a la casa Israel y nos lo envió como destinado a la muerte."

 

Judit explota su triunfo a fondo y rápidamente. Llama hermanos a los habitantes de Betulia (7:30; 13:18). Como último acto de humillación y afrenta, recomienda que se suspenda la cabeza de Holofernes en la parte externa del muro (1 Sam 17:54; 1 Mac 7:47; 2 Mac 15:25). Propone, además, una salida simulada, con el fin de que, al querer comunicar los soldados esta novedad a su jefe, caigan en la cuenta de que ha sido asesinado, lo que originará gran revuelo y desorientación en el ejército. La estrategia de Judit no parece la más acertada; pero la Providencia divina se encargará de superar las deficiencias de la ciencia humana. Podía subsistir la duda de que Judit traicionara al pueblo presentando como cabeza de Holofernes la de cualquier soldado u oficial del campo asirio, porque ningún ciudadano de Betulia había visto jamás al generalísimo de Nabucodonosor. Pero allí estaba Aquior, que podía reconocer si se trataba o no de la cabeza de Holofernes.

 

Testimonio de Aquior (14:6-10).

 

6 Hicieron venir a Aquior de casa de Ocias. Cuando aquél llegó y vio la cabeza de Holofernes en las manos de un hombre en medio de la asamblea del pueblo, cayó sobre su rostro, sintiéndose desfallecido. 7 Levantáronle, se arrojó a los pies de Judit y, humillándose en su presencia, dijo: "Bendita seas tú en todas las tiendas de Judá y en todas las naciones. Cuantos oigan tu nombre quedarán asombrados. 8 Dime ahora lo que has hecho en estos días." Y en medio de todo el pueblo le contó Judit cuanto había hecho desde el día de su salida hasta el momento en que les hablaba. 9 Cuando acabó de hablar, prorrumpió el pueblo en grandes aclamaciones y resonaron en la ciudad los gritos de alegría. 10 Viendo Aquior lo que el Dios de Israel había hecho, creyó en El, y se circuncidó la carne de su prepucio, y hasta el día de hoy quedó agregado a la casa de Israel.

 

No fue necesario que Judit invitara a Aquior a certificar la autenticidad de aquel trofeo; su vista le impresionó tanto, que cayó desmayado en tierra. Quien había sido testigo de la arrogancia y orgullo de aquel poderoso general no podía comprender que fuera ahora su cabeza el escarnio del pueblo. Con la muerte de Holofernes desaparecía la amenaza que pesaba sobre su cabeza (6:6). Una vez recuperado, entona un canto a Judit, inspirándose en el poema de Débora (Jdt 5:24) y repitiendo conceptos expresados por Ocias (13:18) y repetidos más tarde por Joaquín (15:9-10). A petición de Aquior, repite Judit los pormenores de su proeza. Impresionado Aquior por la intervención palpable de Dios, que guió los pasos de Judit, abjuró de su religión y creyó firmemente (sfodrd) en el Dios de Israel. Con la circuncisión quedó incorporado al pueblo elegido él y toda su descendencia.

 

Los de Betulia, a la ofensiva (14:11-13).

 

11 En cuanto despertó la aurora, colgaron del muro la cabeza de Holofernes, y todos los hombres de Israel tomaron sus armas y en escuadrones salieron a las subidas del monte. 12 Así que los asirios los vieron, dieron aviso a sus oficiales, y éstos a sus jefes y a sus generales. 13 Llegando a la tienda de Holofernes, dijeron al que estaba de guardia: "Di que despierten en seguida a nuestro señor, porque estos esclavos se han atrevido a bajar contra nosotros en son de guerra, pretendiendo aniquilarnos."

 

Los asirios no podían divisar la cabeza de Holofernes colgada del muro, por hallarse fuera de su alcance visual. Esta cruel exhibición tenía como finalidad primaria humillar al jefe vencido y enardecer el ánimo de los sitiados. De conformidad al plan estratégico trazado por Judit (14:2), todo el pueblo empuñó las armas y salió a las subidas del monte. Las avanzadas asirías dieron parte a sus jefes inmediatos, transmitiéndose la noticia ordenadamente hasta llegar a oídos del que estaba de guardia, al cual dijeron: "Despierta a nuestro señor, porque los esclavos (duolo1) se han atrevido a bajar contra nosotros en son de guerra."

 

Consternación de Bagoas (14:14-19).

 

14 Entró Bagoas y llamó agitando la cortina de la tienda, pues suponía él que estaría durmiendo con Judit. 15 Y como nadie le respondía, corrió la cortina, y, entrando en la alcoba, le encontró tendido sobre el estrado, muerto y con la cabeza cortada. 16 Gritó en medio de llantos, lamentos y fuertes voces, y rasgó sus vestiduras. 17 Entró luego en la tienda en que estaba alojada Judit y, no hallándola, salió corriendo al pueblo y gritó: 18 "¡Esas esclavas nos han traicionado! Una mujer hebrea ha echado la confusión en la casa del rey Nabucodonosor. Holofernes está en tierra y sin cabeza!" 19 Cuando los jefes del ejército asirio oyeron tales palabras, rasgaron sus vestiduras y quedaron consternados, levantándose en medio del campo gran griterío y alboroto.

 

Bagoas era el hombre de confianza de Holofernes; era él quien había preparado el banquete en busca de un pretexto para rendir la virtud de Judit. Sabía él que, una vez celebrado el festín, quedaron solos en la alcoba Holofernes y Judit (13:3-4)· Estaba completamente convencido de que Holofernes "estaría durmiendo con Judit" (v.14). Se llegó hasta la misma cortina que cerraba la alcoba, dio unas palmadas (krouein) y agitó la cortina. Como nadie le respondía, atrevióse a mirar dentro, y ¡cuál no fue su estupor al contemplar el cuerpo de su dueño en el suelo, decapitado, bañado en su propia sangre l En el paroxismo del dolor, gritó, lloró, sollozó, dio tuertes alaridos y rasgó sus vestiduras. Acaso la muerte de su señor suponía la suya, por negligencia. Al hallar vacío el cuarto de Judit, sospechó que fuera ella la autora del crimen.

 

El ejército invasor, desbaratado (15:1-3).

 

1 Llegada la noticia a los que estaban en las tiendas, quedaron fuera de sí por lo sucedido, 2 apoderándose de ellos el temor y el espanto, tanto, que ya no se vio hombre al lado de su compañero, porque todos a una se dispersaron, huyendo por los caminos del llano y de la montaña. 3 Los que estaban acampados en la montaña en torno de Betuiia se dieron a la fuga; y entonces los hijos de Israel, todos sus guerreros, se lanzaron sobre ellos.

 

Aunque algo pudieron contribuir a esta desbandada espectacular las noticias de la muerte de Holofernes y el ataque de los de Betuiia, sin embargo, el factor principal debe buscarse, según la mente del autor del libro, en el hecho de que "arrojó Yahvé en medio de ellos la turbación ante Israel" (Jos 10:10; Gen 35:5; Jue 7:21; 2 Sam 5:24; 2 Re 7:6; 2 Crón 13:15; 14:12).

 

Israel al ataque (15:4-7).

 

4 Envió Ocias mensajeros a Betmastai, a Coba y a todos los confines de Israel que comunicasen lo sucedido, para que todos se lanzasen sobre los enemigos hasta acabar con ellos 5 Cuando esto oyeron los hijos de Israel, todos a una se echaron sobre ellos, y los desbarataron hasta Coba; y asimismo los que habían venido de Jerusalén y de toda la montaña, porque t: bien a ellos había llegado la noticia de lo acontecido en el campo enemigo. Los habitantes de Galaad y de Galilea les infligieron una gran derrota, hasta pasar de Damasco y sus confines. 6 Los restantes moradores de Betuiia cayeron sobre el campamento de los asirios y lo saquearon, enriqueciéndose grandemente. 7 Los hijos de Israel, al volver de la persecución, se adueñaron de lo restante, y las aldeas y las alquerías que había en la montaña y en el llano se apoderaron de mucho botín, porque era éste enormemente grande.

 

El tímido Ocias se muestra enérgico y dinámico al ver que sus enemigos huían precipitadamente. Aprovechando la coyuntura de que el ejército invasor levantó el sitio, envió mensajeros a todo Israel para que se lanzaran todos contra sus enemigos. El escenario cambia de decoración rápidamente. Un pueblo hambriento y muerto de sed, desmoralizado, apático, más amante de su vida que de los valores sobrenaturales y patrióticos, se reanima de improviso y se encara con un numerosísimo ejército. Como en Gen 14:15, los habitantes de Betuiia y de las ciudades mencionadas persiguen al ejército enemigo hasta Coba, al norte de Damasco. Esta acción fue posible solamente en virtud de las promesas: "Mi terror te precederá. y todos tus enemigos volverán ante ti la espalda" (Ex 23:27).

 

Congratulación oficial (15:8-10).

 

8 Joaquín, sumo sacerdote, y el senado de los hijos de Israel, que moraba en Jerusalén, vinieron para contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel y para ver a Judit y darle la enhorabuena. 9 En cuanto entraron en su casa, todos a una le aclamaron, diciendo: "Tú, orgullo de Jerusalén; tú, gloria de Israel; tú, honra de nuestra nación; 10 por tu mano has hecho todo esto; tú has realizado esta hazaña en favor de Israel. Que se complazca Dios en ella. Bendita seas tú del Señor omnipotente por siempre jamás." Y todo el pueblo respondió: "Amén."

 

Mientras duraba el saqueo del campamento asirio, el sumo sacerdote Joaquín, con el senado (gerousía) de los hijos de Israel, vinieron para ver a Judit e intercambiar con ella palabras de paz (eirene). La proeza de Judit reviste interés nacional, y, por lo mismo, es justo que la suprema autoridad religiosa y política vaya a darle la enhorabuena. Pero el sumo sacerdote y la gerousía reconocen que la victoria se debe a la intervención eficaz de Yahvé, que ha utilizado los servicios de una viuda a título de instrumento. La Iglesia aplica a la Virgen las alabanzas que las autoridades dirigen a Judit.

 

Aclamación popular (15:11-13).

 

11 Por espacio de treinta días estuvieron saqueando el campamento. A Judit le dieron la tienda de Holofernes, con toda la argentería, y los lechos, y los cojines, y todos los muebles. Ella lo tomó y puso sobre la muía, y, unciendo los carros, lo cargó sobre ellos. 12 Todas las mujeres de Israel se reunieron para verla y aclamarla, y organizaron danzas en su honor. Cogió tirsos en sus manos y se los dio a las mujeres que iban con ella, 13 todas coronadas de olivo, y a cuantos las acompañaban. Delante de todo el pueblo, guiando la danza de las mujeres iba Judit, y todos los hombres de Israel la seguían armados] ceñidas las sienes con coronas y cantando himnos.

 

Con el fin de poner de relieve la magnitud de la victoria alcanzada, habla el texto de un saqueo del campo asirio por espacio de treinta días. A Judit se le reserva la tienda de Holofernes, toda la argentería (12:1), los lechos, la vajilla y todo el mobiliario. Judit cargó todo ello sobre una muía y sobre unos carros, que, por el contexto siguiente, debían tomar el camino que les conduciría a Jerusalén.

A medida que el cortejo iba avanzando hacia Jerusalén, salíanle al encuentro las mujeres de Israel, que organizaban danzas en su honor (Ex 15:20; Jue 11:34; 21:21-23; 1 Sam 18:6; Jer 31:4-13). Judit, por su parte, proveía de tirsos (tyrso1) a las mujeres que la acompañaban. Se empleaban los tirsos en el culto de Dionisios. Todas las mujeres de la comitiva ostentaban sobre sus cabezas coronas de laurel o de olivo, según la costumbre griega. Judit iba delante dirigiendo la danza de las mujeres, mientras los hombres caminaban armados, ceñidas las sienes con coronas y cantando himnos. La procesión se organiza e inicia en Betulia o en un lugar cercano donde estaba el campamento de los asirios. Allí empezó Judit su canto, que terminó al llegar la comitiva a Jerusalén. También los hombres armados cantaban himnos durante la procesión. Todo este contexto supone que Betulia se encontraba cerca de Jerusalén.

 

Cántico de Judit (16:1-4).

Es considerado como una de las mejores composiciones de la poesía hebraica, comparable a los famosos cánticos de Moisés (Ex 15:1-31) y de Débora (Jue c.5) *. Puede dividirse en tres partes. En la primera habla la heroína empleando la primera persona del singular; en la segunda, el sujeto de la oración se halla en primera persona del plural, lo que se ha interpretado como si fuera un estribillo puesto en boca del pueblo; en la última parte vuelve a emplearse el singular, siendo Judit la que habla. Este mismo cambio de sujeto se observa en el cántico de Débora (Jue 5:2-31).

 

Invitación a la alabanza (16:1-4).

 

1 Y comenzó Judit este cántico de acción de gracias, y todo Israel a una respondía: 2 "Entonad a mi Dios con tímpanos. Cantad a mi Señor con címbalos, entonadle un salmo nuevo, ensalzad e invocad su nombre. 3 Porque el Señor es Dios que acaba con las guerras; 4 porque en su campamento, en medio del ejército, me libró del poder de mis perseguidores.

 

Como en otras situaciones bíblicas análogas (Ex 15:1; Núm 21:17; Jue 5:1), Judit entonó un cántico de acción de gracias por la victoria conseguida, al cual todo Israel a una debía responder, conforme al rito antifónico de la antigüedad.

 

Invasión de Asar (16:5-8).

 

"5 Vino Asur de las montañas del Norte, llegó con las miríadas de su ejército, cuya muchedumbre obstruía los valles y cuya caballería cubría los collados. 6 Pensó él que abrasaría mis términos, que daría mi juventud a la espada, que estrellaría contra el suelo mis niños de flecho, que daría en botín mis jóvenes, que repartiría mis doncellas. 7 El Señor omnipotente los aniquiló por mano de una mujer. 8 No cayó su caudillo a manos de jóvenes, ni le hicieron tajos de titanes, ni soberbios gigantes pusieron en él la mano; Judit, hija de Merarí, con la hermosura de su rostro le paralizó.

 

Contra el campamento de Yahvé dirigió Nabucodonosor "las miríadas de su ejército." Vino del Norte, siguiendo la clásica ruta de las invasiones de Palestina, junto a la costa mediterránea, a través de los desfiladeros de las montañas. Al héroe de tantas batallas ganadas en ruta hacia Palestina no se le concedió el honor de morir herido por la espada de los gibborim, de los fuertes, como en otro tiempo murió Goliat (1 Sam 17:52); ni fueron los hijos de los titanes (titánon) los que le hirieron, ni soberbios gigantes los que le abatieron, sino Judit, la hija de Merarí, que prendió al campeón del ejército en las redes de sus encantos femeninos.

 

Judit seduce a Holofernes (16:9-11).

 

"9 Se despojó del hábito de su viudez, para exaltación de los que quedaban en Israel. Se ungió el rostro con perfumes, 10º tomo sus cabellos con la mitra, se puso la túnica de lino para seducirle. 11 Sus sandalias arrebataron los ojos del asirio, y su belleza cautivó su alma, y el alfanje segó su garganta.

 

A partir del v.7 habla Judit en tercera persona. Se describe con orgullo y jactancia la belleza que ofuscó la mente de Holofernes. Judit era viuda; vivía alejada de la sociedad, vestía las ropas de la viudez, escondiendo bajo ellas el vestido de penitencia que mortificaba sus carnes (8:5). Cuando sonó la hora de salvar a su pueblo, se cubre con sus mejores galas, unge su rostro, recoge sus cabellos bajo el turbante (Is 3:2), se adorna con toda suerte de collares y brazaletes y calza las sandalias que debían arrebatar los ojos del impúdico asirio (Cant 7:2). Todos estos soberbios atavíos no tenían más finalidad que servir de armas para acabar con la vida de Holofernes, No podía concebirse mayor humillación que perecer en manos de una mujer viuda.

 

Pánico entre los pueblos (16:12-14).

 

12 Se estremecieron los persas de su audacia, y los medos se pasmaron de su temeridad. 13 Dieron gritos de júbilo mis humildes, y exultaron mis débiles. Mas los asirios se estremecieron de espanto, alzaron el grito y se dieron a la fuga. 14 Hijos de madres jóvenes los atravesaron, y como a siervos huidos los hirieron; perecieron de las filas de su señor.

 

La fama de la proeza de Judit pasó las fronteras. Todos los imperios, al tener noticia de ella, se estremecieron. Si una mujer pudo contra el mayor ejército de entonces, ¿qué sucedería si Israel emprende la ofensiva? Dios persigue al enemigo, que huye desordenadamente. Pero ni aun en la huida les fue concedido una muerte honrosa, por cuanto los atravesaron con sus lanzas hijos de sirvientas o de mujerzuelas (korasíon), hiriéndoles de muerte los hijos de los desertores. Con esto quiérese responder a las injurias proferidas por Holofernes contra Israel (5:23; 6:5).

 

Grandeza y poderío del Señor (16:15-19).

15 Cantaré al Señor un cántico nuevo. 16 Señor, grande eres tú y glorioso, admirable en poder, insuperable.17 A ti te sirve la creación entera, porque tú dijiste, y todo fue hecho; enviaste tu aliento, y él lo vivificó, y no hay quien resista a tu voz.18 Los montes se agitarán por las aguas en sus cimientos, las rocas se derretirán como cera ante tu rostro. A los que te temen te muestras propicio, 19 Porque es poco para ti el sacrificio de suave olor, y es nada toda la grasa para tus holocaustos. Sólo el que teme al Señor es siempre grande.

 

De las cosas terrenas, de casos concretos en que se manifiesta la grandeza y el poder de Dios, pasa el salmista a fijar su atención en el Todopoderoso, al que entona un cántico nuevo para celebrar su grandeza, su gloria, poderío y trascendencia. Habló el Señor, y los seres fueron hechos (egenézesan, Sal 33:9; 104:30; 148:5); envió su soplo, y fue construido (oicodómesen), no habiendo nadie que pueda oponerse a su mandato.

Porque Dios es el creador del universo, ejerce sobre él un dominio absoluto; todos los seres le obedecen y sirven (Sal 25:14; 97:5; 103:13). A la presencia de Yahvé se derrite el granito de los montes; la tierra tiembla sobre sus columnas, hundidas en las aguas del abismo (Sal 24:2); destilan los cielos, y las nubes se deshacen en agua (Jue 5:4-5).

 

Castigo de los enemigos (16:20-21).

 

"20¡Av de las naciones que se levanten contra mi pueblo! El Señor omnipotente los castigará en el día del juicio, 21 dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y gemirán de dolor para siempre."

 

Termina el canto con una seria amonestación a los enemigos de su pueblo. Perecerán las naciones que se atreven a levantar sus manos contra Israel.

El fuego y los gusanos en la carne de los enemigos de Israel son el símbolo de la muerte espeluznante que espera a todos sus enemigos. Antíoco Epifanes vio cómo manaban gusanos de sus carnes, que caían a pedazos, apestando a todos en derredor (2 Mac 9:9). Los profetas (Jl 4:1-4; Is 66:24; Eci 7:17) recuerdan que el castigo del impío en el día del juicio será el fuego y el gusano. Judit pide para el enemigo de su pueblo un juicio severo y la condenación eterna. Esta será también la suerte del pecador, que será arrojado a la gehenna, donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga (Mc 12:46) y en donde será el llanto y crujir de dientes por toda una eternidad.

 

Sacrificio en Jerusalén (16:22-24).

 

22 Llegados a Jerusalén, adoraron a Dios, y, luego que el pueblo se hubo purificado, ofrecieron sus holocaustos, sus votos y sus ofrendas. 23 Ofreció Judit todos los muebles de Holofernes, que el pueblo le había regalado, y el dosel que había cogido de la tienda, y lo dio en ofrenda al Señor. 24 El pueblo pasó tres meses alegre en Jerusalén ante el santuario, permaneciendo Judit con ellos.

 

La procesión, que se había iniciado en el campamento asirio, llegó a Jerusalén. Era el templo de Jerusalén la meta hacia la que apuntaba directamente Holofernes con el fin de entronizar en él a Nabucodonosor. Al llegar la comitiva al templo se postraron todos ante Yahvé. Por haber contraído impurezas legales al contacto con los cadáveres enemigos (Núm 19:11; 31:19), se purificaron antes de ofrecer a Dios sacrificios. Los que en épocas de apuro hicieron sus votos y promesas al Señor, las cumplieron, dice el texto de la Vulgata. Un sacrificio especial ofreció Judit al entregar al anatema (herem) todo el ajiur de Holofernes y el dosel de su tienda (15:11). La fiesta se prolongó tres meses. Acaso haya aquí una hipérbole para expresar que a una gran victoria y a un saqueo de un mes (15:11) correspondía un largo período de regocijo (Est 1:4; 2 Mac 6:30-40· 7:18).

 

Últimos días de Judit (16:25-28).

25 Pasados aquellos días, se volvió cada uno a su heredad, y Judit partió para Betulia y moró en su posesión, y fue por toda su vida ilustre en toda la tierra. 26 Muchos la pretendieron; pero ningún varón la conoció en todos los días de su vida desde el día que murió Manases, su marido, y se reunió con su pueblo. 27 Llegó a muy anciana en la casa de su marido, 28 alcanzando la edad de ciento cinco años. A la esclava le dio la libertad. Murió Judit en Betulia y fue sepultada en la gruta de Manases, su marido.

 

Regresó Judit a su casa de Betulia, donde continuó el mismo género de vida que llevaba antes de realizar su hazaña (8:4-8). El tiempo corría también para Judit, que alcanzó la edad de ciento cinco años. Dios premia a sus fieles servidores con una vida larga y pacífica (Gen 23:1; 25:7; 35:28; 50,26). Una mujer de vida ejemplar, consagrada enteramente al servicio de Dios y de su pueblo, debía gozar de una larga vida. Como los patriarcas (Gen 23:19; 49:29.32), fue sepultada en una caverna excavada en la roca, descansando cabe a los restos de su marido, Manases.

 

Recuerdo de Judit (16:29-30).

 

29 La lloró la casa de Israel por espacio de siete días. Antes de morir repartió su hacienda con los más próximos parientes de su marido, Manases, y con los más próximos de su misma familia. 30 En los días de Judit, y por mucho tiempo después de su muerte, no hubo nadie que infundiera temor a los hijos de Israel.

 

Según la costumbre (Gen 50,10; Eci 22:10; 1 Sam 31:13), el duelo duró siete días. Antes de morir quiso cumplir con el espíritu de la Ley, que mandaba conservar el patrimonio dentro de la tribu o familia (Lev 25:10; Núm 27:5-11). Después de su muerte gozó Israel de paz por mucho tiempo, no osando sus enemigos levantar su mano por estar vivo en ellos el recuerdo del triunfo. Como los jueces de Israel Que 3:11; 3:30; 5:32; 8:28), también ella supo inculcar a su pueblo el cumplimiento de los deberes religiosos que impone el pacto de la alianza, por ser un valladar contra las incursiones del enemigo. En sus manos tiene Dios las riendas de la historia; los imperios son instrumentos que maneja a su libre albedrío, utilizándolos a veces para castigar a su pueblo infiel y otras para su exaltación.

 

1 H. L. Jansen, La Composition Du Chant Du Judit: "Acta Orientalia," 15 (1936) .63-71·