Epístola a Tito.

 

Introducción.

Breve Biografía de Tito. Ocasión de la carta. Estructura o plan general. Saludo epistolar, 1:1-4. Selección de presbíteros dignos, 1:5-9. Lucha contra los falsos doctores, 1:10-16. Deberes propios de cada estado, 2:1-10. Fundamento dogmático de estas exigencias, 2:11-15. Deberes generales del cristiano, 3:1-11. Noticias varias, 3:12-14. Saludos y bendición final, 3:15.
 

 

Introducción.

 

Breve Biografía de Tito.

Aunque el libro de los Hechos no menciona nunca a Tito, su nombre aparece doce veces en las epístolas paulinas: 2 Cor 2:13; 7:6.13.14; 8:6.16.23; 12:18; Gal 2:1.3; 2 Tim 4:18; Tit 1:4. Gracias a estos datos podemos reconstruir, aunque imperfectamente, su biografía.

Aparece por primera vez en la historia durante la asamblea o concilio de Jerusalén, en compañía de Pablo (cf. Gal 2:1-3). Expresamente se dice ahí (Gal 2:3) que era de origen gentil. Probablemente pertenecía a la comunidad de Antioquía, formando parte del grupo de fieles que, por encargo de aquella iglesia, acompañaron a Pablo y Bernabé en su viaje a Jerusalén (cf. Act 15:2). Nada volvemos a saber ya de él hasta el tercer viaje apostólico de Pablo, cuando éste, primero desde Efeso (cf. 2 Cor 2:13; 7:6-14) y luego desde Macedonia (cf. 2 Cor 8:16), le envía a Corinto con misiones delicadas. No consta que estuviera con Pablo en Roma durante su cautividad. Pero vemos que, al final ya de la vida del Apóstol, éste le deja encargado de la iglesia de Creta (cf. Tit 1:5), y que poco después le manda ir a verse con él en Nicópolis (cf. Tit 3:12), desde donde probablemente lo envió con alguna misión a Dalmacia (cf. 2 Tim 4:10). La tradición eclesiástica, ya desde Eusebio 358, le ha considerado como el primer obispo de Creta. El Martirologio romano celebra su fiesta, de obispo confesor, el 26 de enero.

 

Ocasión de la carta.

La ocasión de esta carta de Pablo es la misma, salvo las diferencias de lugares y personas, que motivó la carta primera a Timoteo: dar instrucciones a Tito en orden al buen gobierno de los fieles.

La fecha de composición es también prácticamente la misma, sin que podamos precisar cuál de las dos cartas ha sido escrita primero y cuál después. Como a Timoteo le dejó al frente de la iglesia de Efeso (cf. 1 Tim 1:3), así a Tito le dejó al frente de la de Creta: "para que acabases de ordenar lo que faltaba y constituyeses por las ciudades presbíteros" (Tit 1:5). Se trata, evidentemente, de tiempos posteriores a la primera cautividad romana, pues anteriormente no parece que esa isla hubiera sido evangelizada por Pablo. De hecho, Lucas nada dice en los Hechos, silencio que sería difícil de explicar, dada la minuciosidad con que nos cuenta los viajes del Apóstol. Además, cuando el Apóstol iba preso camino de Roma y la nave se detiene brevemente en Creta (cf. Act 27:7-13), no hay indicio alguno de que hubiese cristianos por esos lugares, sino que nos son presentados como totalmente nuevos.

La carta estaría escrita por Pablo desde Grecia, o quizá desde Macedonia, ordenando a Tito que vaya a encontrarse con él en Nicópolis, donde piensa pasar el invierno (cf. Tit 3:12).

 

Estructura o plan general.

La carta es breve y con un argumento totalmente afín al de la primera a Timoteo: resistir a la propaganda de doctrinas malsanas, organizar las iglesias, custodiar intacto el depósito de la fe.

Damos a continuación el esquema:

Introducción:

Saludo epistolar (1:1-4).

Cuerpo de la carta: Instrucciones varias a Tito (1:5-3:11).

1) Selección de presbíteros dignos y lucha contra los falsos doctores (1:5-16).

2) Deberes propios de cada estado (2:1-15).

3) Deberes generales del cristiano (3:1-11).

Epílogo:

Noticias varias (3:12-14) y saludos (3:15).

 

Saludo epistolar, 1:1-4.

1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y al conocimiento de la verdad, que se ajusta a la piedad, 2 en la esperanza de la vida eterna, que prometió desde los tiempos eternos el Dios que no miente, 3 y que en el tiempo prefijado manifestó su palabra por la predicación a mí confiada según el mandato de nuestro Salvador, Dios: 4 a Tito, hijo mío verdadero según la fe común, la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.

 

El saludo de esta carta es más amplio que de ordinario y tiene cierto parecido con el de la carta a los Romanos. Parece que San Pablo, al extenderse de este modo en el saludo, trata de destacar ya desde un principio su autoridad, y, consiguientemente, la de Tito su enviado, a fin de impresionar más a los falsos doctores de Creta.

El título de "siervo de Dios" (v.1) solamente es empleado por San Pablo en esta ocasión; de ordinario se llama "siervo de Jesucristo" (cf. Rom 1:1; Flp 1:1). En el fondo, viene a ser lo mismo, recalcando su total consagración a Dios, hasta en lo más profundo de su existencia. La expresión "conforme (κατά) a la fe. y al conocimiento de la verdad” indica la finalidad del apostolado de Pablo y no es sino la ampliaciσn de su título de apóstol: conseguir que los escogidos de Dios (cf. Ef 1:4) lleguen a la fe y al conocimiento de la verdad (cf. Rom 1:5; 10:14-15). Esta verdad, añade, no es una verdad meramente especulativa, sino que está ordenada a "la piedad," es decir, a hacer que los hombres den a Dios el culto debido, viviendo según su voluntad (cf. 1 Tim 2:2-4). Y aun sigue más adelante el Apóstol: esa consecución de la fe y de la verdad no son sino medios en orden a conseguir la vida eterna, que Dios nos tenía prometida desde toda la eternidad, pero cuya promesa ha sido manifestada ahora por medio del Evangelio, del que Pablo es heraldo (v.2-3; cf. 2 Tim 1:9-11). Esta "esperanza" escatológica del cristiano (v.2) es algo que Pablo recalca constantemente (cf. 1 Tes 1:10; Rom 8:24; Col 1:5; 2 Cor 4:17; Ef 1:18).

El apelativo de "hijo verdadero," que Pablo aplica a Tito (v.4), lo empleó ya también respecto de Timoteo (cf. 1 Tim 1:2). Las demás expresiones del v.4, augurándole "gracia" y "paz," son las normales en sus cartas (cf. Rom 1:7).

 

Selección de presbíteros dignos, 1:5-9.

5 Te dejé en Creta para que acabases de ordenar lo que faltaba y constituyeses por las ciudades presbíteros en la forma que te ordené. 6 Que sean irreprochables, maridos de una sola mujer, cuyos hijos sean fieles, que no estén tachados de liviandad o desobediencia. 7 Porque es preciso que el obispo sea inculpable, como administrador de Dios; no soberbio, ni iracundo, ni dado al vino, ni pendenciero, ni codicioso de torpes ganancias, 8 sino hospitalario, amador de los buenos, modesto, justo, santo, continente, 9 guardador de la palabra fiel; que se ajuste a la doctrina, de suerte que pueda exhortar con doctrina sana y argüir a los contradictores.

 

En su viaje por Oriente, después de haber sido liberado de la cautividad romana, Pablo evangelizó la isla de Creta. Su permanencia en la isla debió de ser bastante breve, solicitado por atenciones pastorales en otras regiones, dejando a Tito encargado de "acabar de ordenar lo que faltaba" y de "constituir por las ciudades presbíteros" (v.5).

Estos "presbíteros" eran los que habían de llevar de modo inmediato y directo el peso pastoral de las comunidades; de ahí la insistencia de Pablo a Tito en que se haga una cuidadosa selección (v.6-9). Las condiciones exigidas son casi idénticas a las señaladas en 1 Tim 3:2-7, hablando del "obispo." Entre las que faltan está la de "no neófito" (cf. 1 Tim 3:6), sin duda porque lo que era posible en Efeso no lo era en Creta, cuya cristiandad acababa de fundarse. Es de notar que el término "presbítero" del v.5 queda sustituido por el de "obispo" en el v.7. Y es que ambos términos eran entonces sinónimos, como ya explicamos ampliamente en la introducción a i Tim; únicamente que el de "obispo" (lit. = inspector) describía la función mejor que el de "presbítero" (lit. = anciano). Algo así como hoy los términos "párroco" y "pastor de almas."

 

Lucha contra los falsos doctores, 1:10-16.

10 Porque hay muchos, indisciplinados, charlatanes, embaucadores, sobre todo los de la circuncisión, J1 a los cuales es preciso tapar la boca, que revuelven del todo las casas, enseñando lo que no deben, llevados del deseo de torpe ganancia. 12 Bien dijo uno de ellos, su propio profeta: "Los cretenses, siempre embusteros, bestias malas y glotones," 13 Verdadero es tal testimonio. Por tanto, repréndelos severamente, para que se mantengan sanos en la fe, 14 que no den oídos a las fábulas judaicas y a los preceptos de los hombres que reniegan de la verdad. 15 Todo es limpio para los limpios, mas para los impuros y para los infieles nada hay puro, porque su mente y su conciencia están contaminadas. 16 Alardean de conocer a Dios, pero con las obras le niegan, abominables, rebeldes e incapaces de toda obra buena.

 

Entre las condiciones exigidas a los "presbíteros" está, de modo muy principal, el que posean "sana doctrina," de modo que puedan combatir debidamente los errores (cf. v.9). Esto da pie al Apóstol para hablar de los falsos doctores (v.10-16). Parece que no predicaban públicamente, sino que iban de casa en casa propalando sus doctrinas (v.11; cf. 2 Tim 3:6).

Estos falsos doctores, que, en gran parte al menos, eran de origen judío (cf. v.10), son de las mismas tendencias que los de Efeso, aludidos en las cartas a Timoteo (cf. 1 Tim 1:3-7; 4-3; 6:3-5; 2 Tim 2:14-18; 3:1-9).

De los falsos doctores pasa Pablo a los cretenses en general (v. 12), alegando una cita del poeta cretense Epiménides (siglo vi a. C.), por cierto no muy honorífica para sus compatriotas. San Pablo añade que Epiménides dijo mucha verdad (v.13a); de ahí que no tenga reparo en llamarle "profeta" (v.12a), aunque es obvio que sólo sea en sentido muy amplio y por cierta afinidad con los auténticos profetas 359. Extraña un poco que Pablo hable tan duramente de los cretenses, pues se trata de una carta que había de ser leída en la comunidad. Pero no hay que olvidar que es una cita, y cita de un cretense, y a Pablo le convenía hacer resaltar el peligro de los falsos doctores, sin andar con fórmulas diplomáticas. La recomendación a Tito es de que proceda con firmeza contra los cretenses a fin de preservar la fe (v.13-14). En los v. 15-16 San Pablo alude de nuevo a los falsos doctores, fustigando dos cosas: el que traten de distinguir entre alimentos puros e impuros (cf. Col 2:21-22; 1 Tim 4:3) y el que alardeen de piedad y lleven luego una conducta indigna (cf. Col 2:23; 2 Tim 3:5).

 

Deberes propios de cada estado, 2:1-10.

1 Cuanto a ti, habla de modo conveniente y ajustado a la sana doctrina. 2 Que los ancianos sean sobrios, graves, discretos, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia. 3 De igual modo, que las ancianas observen un porte santo, no sean calumniadoras, ni esclavas del vino, sino buenas maestras, 4 para que enseñen a las jóvenes a amar a sus maridos y a cuidar de sus hijos, 5 a ser prudentes y honestas, hacendosas, bondadosas, dóciles a sus maridos, a fin de que no sea infamada la palabra de Dios. 6 Asimismo a los jóvenes exhórtales a ser ponderados en todo, 7 mostrándote tú ejemplo de buenas obras, de integridad en la doctrina, de gravedad, 8 de palabra sana e irreprensible, para que los adversarios se confundan, no teniendo nada malo que decir de nosotros. 9 Que los siervos estén sujetos a sus amos, complaciéndoles en todo, y no contradiciéndo-les 10 ni defraudándoles en nada, sino mostrándose fieles en todo, para hacer honor a la doctrina de Dios nuestro Salvador.

 

En contraste con las enseñanzas de los falsos doctores, que revuelven las casas y destrozan la vida de familia (cf. 1:11), Tito debe ajustar su predicación a la "sana doctrina" (v.1).

Y, a fin de concretar más, San Pablo va especificando cómo debe instruir a las diversas clases de fieles, atendida su edad, sexo y condición: primeramente,, respecto de los ancianos (v.2); luego, respecto de las ancianas y las jóvenes (v.3-5); a continuación, respecto de los jóvenes (v.6-8), y finalmente, atendida no ya la edad o sexo, sino la condición social, respecto de los siervos (v.9-10). En este elenco de deberes de cada una de las clases de fieles, San Pablo usa vocablos corrientes en el helenismo y en la moral natural, pero informándolo todo de un espíritu nuevo, procedente de Dios y de su gracia salvadora (cf. v.2.5.10).

Es curioso observar que, hablando de la instrucción a las jóvenes (v.4-5), no así al hablar de las otras categorías de personas, San Pablo supone expresamente la colaboración de personas de su sexo ya mayores. Notemos también cómo, respecto de la instrucción a los jóvenes (v.6), aparte el ejemplo que debe darles el mismo Tito (v.7-8), San Pablo resume todo en un consejo: ser ponderados en todo (σωφρονεΐν περί πάντα). Se trata de la σωφροσύνη, virtud muy alabada entre los griegos, y tambiιn en estas cartas pastorales (cf. 2:2.5. 12; 1 Tim 2:9.15; 3:2), consistente en saber observar mesura y ponderación en todas las ocasiones, con dominio de sí mismo, sin condescender con los impulsos juveniles. En cuanto a los consejos a los siervos (v.9-10), son prácticamente los mismos que en 1 Tim 6:1-2.

 

Fundamento dogmático de estas exigencias, 2:11-15.

11 Porque se ha manifestado la gracia salutífera de Dios a todos los hombres, 12 enseñándonos a negar la impiedad y los deseos del mundo, para que vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo, 13 aguardando la bienaventurada esperanza y la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús, 14 que se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y adquirirse un pueblo propio, celador de obras buenas. 15 He aquí lo que has de decir, exhortando y reprimiendo con todo imperio. Que nadie te desprecie.

 

Todas esas virtudes que Pablo exige a las diversas categorías de fieles (cf. v.2-10) tienen su fundamento en Cristo, quien, con su venida al mundo, nos ha hecho visible la voluntad que Dios tiene de salvar a todos los hombres y nos ha enseñado cómo debemos vivir (v.11-12), al mismo tiempo que alienta nuestro trabajo con la esperanza de la gloria del cielo y de su gloriosa manifestación en la parusía. El, que ofreció su vida por nosotros para adquirirse un pueblo santo (v.13-14; cf. Rom 3:24-25; Act 15:14). Esto, que constituye la verdadera doctrina, es lo que Tito debe exponer con toda energía, haciendo valer la autoridad que le da su cargo (v.15).

Evidentemente, es éste uno de los pasajes de las cartas de San Pablo más cargado de doctrina, resumen de su teología. Como es corriente en él, no se contenta con señalar preceptos y reglas de vida práctica, sino que se eleva a los principios, indicando las razones profundas que justifican esas exigencias. En este caso lo hace mediante una especie de himno a la "gracia" de Dios (v. 11-14). Parece que el lenguaje está inspirado en escenas, entonces frecuentes, de monarcas que hacían su solemne manifestación (έττιφάνειαν) al pueblo y repartνan numerosos beneficios, llamados colectivamente "gracia," recibiendo a cambio de sus subditos el apelativo de "salvadores." Pablo se vale de esta terminología áulica, sin duda muy expresiva para sus lectores, aplicándola a Jesucristo y a su obra de salud. Sentimos aflorar aquí toda la doctrina paulina de la justificación, obra gratuita de Dios (cf. Rom 3:21-24; 13:14; Gal 6:14). La aparición (επιφάνεια) de Jesucristo en el mundo, haciendo visible la "gracia" o amor benéfico de Dios, fue un continuo reparto de beneficios (v.1 1-12.14), que tendrá su consumación cuando llegue la segunda aparición en la parusía (v.13); El es nuestro “gran Dios y Salvador” (.του μεγάλου Θεού και σωτηροβ ημών Ίησοΰ Χρίστου). Con razσn se ha hecho notar que hay aquí una neta afirmación de la divinidad de Jesucristo, pues ambos nombres "Dios" y "Salvador" se aplican a la misma persona, dado que llevan el mismo artículo, el que precede al adjetivo "grande"; ni Pablo habla nunca de la venida gloriosa del Padre en la parusía, sino sólo de la de Cristo (cf. Col 3:4; 2 Tes 2:8; 1 Tim 6:14; 2 Tim 4:8). Por lo demás, ya encontramos una expresión parecida en Rom 9:5.

 

Deberes generales del cristiano, 3:1-11.

1 Amonéstales que vivan sumisos a los príncipes y a las autoridades; que las obedezcan, que estén prontos para toda obra buena; 2 que a nadie infamen, que no sean pendencieros; que sean afables y muestren para con todos los hombres una perfecta mansedumbre. 3 Pues nosotros fuimos también alguna vez necios, desobedientes, extraviados, esclavos de toda suerte de concupiscencias y placeres, viviendo en la maldad y en la envidia, dignos de odio, y aborreciéndonos unos a otros; 4 mas cuando apareció la bondad y el amor hacia los hombres de Dios, nuestro Salvador, 5 no por las obras justas que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, nos salvó mediante el baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo, 6 que abundantemente derramó sobre nosotros por Jesucristo, nuestro Salvador, 7 a fin de que, justificados por su gracia, seamos herederos, según nuestra esperanza, de la vida eterna. 8 Verdadero es el dicho, y quiero que acerca de ello seas categórico, para que aprendan a ejercitarse en buenas obras los que han creído en Dios. Esto es lo bueno y útil para los hombres. 9 En cambio, evita las cuestiones necias, las genealogías, las contiendas y debates sobre la Ley, porque son inútiles y vanas. 10 Al sectario, después de una y otra amonestación, evítale, 11 considerando que está pervertido; peca, y por sí mismo se condena.

 

En esta última parte de su carta, San Pablo recuerda a Tito algunas instrucciones de carácter general que debe inculcar a todos los fieles.

Primeramente, la obediencia y sumisión a las legítimas autoridades (v.1), tema de que el Apóstol ya trató más ampliamente en Rom 13:1-7 y se da como supuesto en 1 Tim 2:1-2. Luego la tolerancia y mansedumbre en las relaciones con los demás, procurando no lastimar al prójimo con palabras ofensivas (v.2; cf. 1 Tim 3:3; 2 Tim 2:23-24). Se refiere San Pablo sobre todo a los paganos; por eso, como estímulo que ha de mover a los cristianos cretenses a ser atentos y considerados con ellos, les recuerda su propio pasado, lleno también de vicios (v.3; cf. Ef 2:2-3; Col 3:7), de cuyo estado salieron, no en virtud de obras o méritos propios, sino por la sola bondad de Dios (v.4~7; cf. Rom 3:20-25; Ef 2:4-9).

Al hablar San Pablo (v.5) de "baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo" (δια λυτροΰ παλιγγενεσίας και άνακαι-νώσεωβ πνεύματος αγίου), se está refiriendo evidentemente al bautismo, medio del que Dios ha querido servirse para justificarnos y salvarnos. Es llamado así, porque el bautismo mediante la acción invisible del Espíritu Santo opera en nosotros una verdadera regeneración y renovación, en virtud de la cual pasamos del estado de muerte y de pecado, en que nacemos, al estado de hijos de Dios, participantes de la gracia divina, herederos de la gloria del cielo, en unión con Jesucristo, al que nos incorpora (cf. Rom 6:3-4; 2 Cor 1:22; 5:17; Gal 6:15; Ef 5:26; Jn 3:5-7). Es posible que los v.5-6, que tan maravillosamente expresan la acción de la Santísima Trinidad en la santificación del hombre, recojan expresiones de algún antiguo himno bautismal. En el v.7, nuevamente encontramos la referencia a la "esperanza" escatológica del cristiano, cosa frecuente en Pablo (cf. 1:2-3). Todo esto, que es una gran verdad (cf. 1 Tim 1:15), debe inculcar Tito con firmeza a los cretenses (v.8).

También ha de procurar evitar las contiendas y cuestiones necias, a que son tan dados los falsos doctores (v.g; cf. 1 Tim 1:4-7). Al que haga propaganda de sus particulares ideas religiosas erróneas, que le amoneste una y dos veces, y, si sigue obstinado en permanecer de espaldas a la verdad (cf. 1:14), que le considere como excluido de la Iglesia (v.10-11; cf. 1 Tim 1:20; 1 Cor 5:11; Mt 18:15-17).

 

Noticias varias, 3:12-14.

12 Cuando mande a ti a Arte mas o a Tíquico, date prisa a venir a verme a Nicópolis, porque tengo el propósito de pasar allí el invierno. 13 A Zenas, el jurisconsulto, y a Apolo, mira de proveerlos solícitamente para el viaje a fin de que nada les falte. 14 Y que los nuestros aprendan a ejercitarse en buenas obras para atender a las apremiantes necesidades, y que no sean hombres infructuosos.

 

Antes de terminar la carta, Pablo da a Tito algunas noticias y encargos. Son detalles tan concretos, que difícilmente se explicarían de no suponer a Pablo autor de la carta. De ahí que muchos autores que niegan la autenticidad paulina consideran este final como un fragmento de alguna carta del Apóstol, hoy perdida. Lo mismo vale para 2 Tim 4:9-11. Le dice primeramente que, una vez que le haya mandado a Artemas o a Tíquico, vaya a verle a Nicópolis, donde piensa pasar el invierno (v.12). Aunque había entonces varias ciudades con el nombre de Nicópolis (= ciudad de la victoria), todo hace pensar que se trata de Nicópolis en el Epiro, que es la más cercana a los lugares por donde entonces andaba San Pablo. De Artemas no tenemos dato alguno más; en cambio, Tíquico nos es ya conocido (cf. Ef 6:21; 2 Tim 4:12).

A continuación (v.15) el Apóstol habla de dos personajes, Zenas y Apolo, quienes, a lo que parece, se encontraban entonces con Pablo y debían de tener que hacer algún viaje pasando por Creta. Tal vez de regreso a Alejandría, de donde Apolo era originario (cf. Act 18:24). Es posible que sean ellos los portadores de la carta. El Apóstol, conforme era entonces costumbre entre amigos y conocidos (cf. Rom 15:24; 1 Cor 16:6.11), encarga a Tito de que los "provea" de lo necesario para el viaje. De Zenas, al contrario que de Apolo (cf. 1 Cor 1:12; 16:12), no tenemos ningún otro dato.

En el v.15 Pablo hace una recomendación general de caridad práctica, tomando ocasión de la recomendación precedente para con los dos huéspedes.

 

Saludos y bendición final, 3:15.

15 Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros.

 

Son los saludos protocolarios, que más o menos se hallan en todas las cartas. Primeramente para Tito, de parte de los que se hallan con Pablo, que no los nombra, aunque es de creer que Tito sabía de quiénes se trataba. Luego para todos los fieles cretenses en general, con el apelativo "los que nos aman en la fe," quizás para hacer distinción con los amantes de novedades atraídos por la predicación de los falsos doctores.

La bendición final es la acostumbrada en todas las cartas.

 

358 Cf. Hist. eccl 3:4-Biblia comentada- 6b — 359 Sin duda que la frase de Epiménides era proverbial entre el pueblo, y, por tanto, el que la emplee el Apóstol no demuestra que poseyera amplio conocimiento de los clásicos. Era un poeta muy conocido y al que, a lo que parece, muchos le daban cierto carácter de oráculo divino. Plutarco dice de él que "era amigo de los dioses e informado de las cosas divinas" (Plut., Solón, 12).