Encuentro
de Benedicto XVI con un millón de jóvenes en Polonia
Saludo íntegro
CRACOVIA, domingo, 11 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos las palabras que dirigió el Papa a un millón de jóvenes con los que
se reunió en el parque Blonie, en Cracovia, el sábado 27 de mayo pasado, durante
su viaje apostólico a Polonia, patria de Juan Pablo II. Benedicto XVI describió
aquella experiencia como «bellísima» (Zenit,
31 mayo 2006).
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VIAJE APOSTÓLICO
DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
A POLONIA
SALUDO DEL SANTO PADRE
ENCUENTRO CON LOS JÓVENES
Cracovia-Błonie, sábado 27 de mayo de 2006
Queridos jóvenes amigos:
¡Os doy mi cordial bienvenida! Vuestra presencia me alegra. Doy gracias al Señor
por este encuentro con el calor de vuestra cordialidad. Sabemos que "donde están
dos o tres reunidos en el nombre de Jesús, él está en medio de ellos" (cf. Mt
18, 20). ¡Pero vosotros sois hoy aquí muchos más! Por esto os doy las gracias a
cada uno de vosotros. Así pues, Jesús está aquí con nosotros. Está presente
entre los jóvenes de la tierra polaca, para hablar con ellos de una casa que no
se desplomará jamás, porque está edificada sobre roca. Es la palabra evangélica
que acabamos de escuchar (cf. Mt 7, 24-27).
Amigos míos, en el corazón de cada hombre existe el deseo de una casa. En un
corazón joven existe con mayor razón el gran anhelo de una casa propia, que sea
sólida, a la que no sólo se pueda volver con alegría, sino también en la que se
pueda acoger con alegría a todo huésped que llegue. Es la nostalgia de una casa
en la que el pan de cada día sea el amor, el perdón, la necesidad de
comprensión, en la que la verdad sea la fuente de la que brota la paz del
corazón.
Es la nostalgia de una casa de la que se pueda estar orgulloso, de la que no se
deba avergonzar y por cuya destrucción jamás se deba llorar. Esta nostalgia no
es más que el deseo de una vida plena, feliz, realizada. No tengáis miedo de
este deseo. No lo evitéis. No os desaniméis a la vista de las casas que se han
desplomado, de los deseos que no se han realizado, de las nostalgias que se han
disipado. Dios Creador, que infunde en un corazón joven el inmenso deseo de
felicidad, no lo abandona después en la ardua construcción de la casa que se
llama vida.
Amigos míos, se impone una pregunta: "¿Cómo construir esta casa?". Es una
pregunta que seguramente ya os habéis planteado muchas veces en vuestro corazón
y que volveréis a plantearos muchas veces. Es una pregunta que es preciso
hacerse a sí mismos no solamente una vez. Cada día debe estar ante los ojos del
corazón: ¿cómo construir la casa llamada vida? Jesús, cuyas palabras hemos
escuchado en el pasaje del evangelio según san Mateo, nos exhorta a construir
sobre roca. En efecto, solamente así la casa no se desplomará.
Pero ¿qué quiere decir construir la casa sobre roca? Construir sobre roca quiere
decir ante todo: construir sobre Cristo y con Cristo. Jesús dice: "Así pues,
todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el
hombre prudente que construyó su casa sobre roca" (Mt 7, 24). Aquí no se trata
de palabras vacías, dichas por una persona cualquiera, sino de las palabras de
Jesús. No se trata de escuchar a una persona cualquiera, sino de escuchar a
Jesús. No se trata de cumplir cualquier cosa, sino de cumplir las palabras de
Jesús.
Construir sobre Cristo y con Cristo significa construir sobre un fundamento que
se llama amor crucificado. Quiere decir construir con Alguien que, conociéndonos
mejor que nosotros mismos, nos dice: "Eres precioso a mis ojos, ...eres
estimado, y yo te amo" (Is 43, 4). Quiere decir construir con Alguien que
siempre es fiel, aunque nosotros fallemos en la fidelidad, porque él no puede
negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2, 13). Quiere decir construir con Alguien que se
inclina constantemente sobre el corazón herido del hombre, y dice: "Yo no te
condeno. Vete, y en adelante no peques más" (cf. Jn 8, 11). Quiere decir
construir con Alguien que desde lo alto de la cruz extiende los brazos para
repetir por toda la eternidad: "Yo doy mi vida por ti, hombre, porque te amo".
Por último, construir sobre Cristo quiere decir fundar sobre su voluntad todos
nuestros deseos, expectativas, sueños, ambiciones, y todos nuestros proyectos.
Significa decirse a sí mismo, a la propia familia, a los amigos y al mundo
entero y, sobre todo, a Cristo: "Señor, en la vida no quiero hacer nada contra
ti, porque tú sabes lo que es mejor para mí. Sólo tú tienes palabras de vida
eterna" (cf. Jn 6, 68). Amigos míos, no tengáis miedo de apostar por Cristo.
Tened nostalgia de Cristo, como fundamento de la vida. Encended en vosotros el
deseo de construir vuestra vida con él y por él. Porque no puede perder quien lo
apuesta todo por el amor crucificado del Verbo encarnado.
Construir sobre roca significa construir sobre Cristo y con Cristo, que es la
roca. En la primera carta a los Corintios san Pablo, hablando del camino del
pueblo elegido a través del desierto, explica que todos "bebieron... de la roca
espiritual que los acompañaba; y la roca era Cristo" (1 Co 10, 4). Ciertamente,
los padres del pueblo elegido no sabían que esa roca era Cristo. No eran
conscientes de que los acompañaba Aquel que, cuando llegaría la plenitud de los
tiempos, se encarnaría, asumiendo un cuerpo humano. No necesitaban comprender
que apagaría su sed el Manantial mismo de la vida, capaz de ofrecer el agua viva
para saciar la sed de todo corazón. Sin embargo, bebieron de esta roca
espiritual que es Cristo, porque sentían nostalgia del agua de la vida, la
necesitaban.
Mientras caminamos por las sendas de la vida, a veces quizá no somos conscientes
de la presencia de Jesús. Pero precisamente esta presencia viva y fiel, la
presencia en la obra de la creación, la presencia en la palabra de Dios y en la
Eucaristía, en la comunidad de los creyentes y en todo hombre redimido por la
preciosa sangre de Cristo, esta presencia es la fuente inagotable de la fuerza
humana. Jesús de Nazaret, Dios que se hizo hombre, está a nuestro lado en los
momentos felices y en las adversidades, y desea esta relación, que es en
realidad el fundamento de la auténtica humanidad. En el Apocalipsis leemos estas
significativas palabras: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi
voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,
20).
Amigos míos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca
significa también construir sobre Alguien che fue rechazado. San Pedro habla a
sus fieles de Cristo como de una "piedra viva, desechada por los hombres, pero
elegida, preciosa ante Dios" (1 P 2, 4). El hecho innegable de la elección de
Jesús por parte de Dios no esconde el misterio del mal, a causa del cual el
hombre es capaz de rechazar a Aquel que lo ha amado hasta el extremo. Este
rechazo de Jesús por parte de los hombres, mencionado por san Pedro, se prolonga
en la historia de la humanidad y llega también a nuestros días.
No se necesita una gran agudeza para descubrir las múltiples manifestaciones del
rechazo de Jesús, incluso donde Dios nos ha concedido crecer. Muchas veces Jesús
es ignorado, es escarnecido, es proclamado rey del pasado, pero no del hoy y
mucho menos del mañana; es arrumbado en el armario de cuestiones y de personas
de las que no se debería hablar en voz alta y en público. Si en la construcción
de la casa de vuestra vida os encontráis con los que desprecian el fundamento
sobre el que estáis construyendo, no os desaniméis. Una fe fuerte debe superar
las pruebas. Una fe viva debe crecer siempre. Nuestra fe en Jesucristo, para
seguir siendo tal, debe confrontarse a menudo con la falta de fe de los demás.
Queridos amigos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca
quiere decir ser conscientes de que habrá contrariedades. Cristo dice: "Cayó la
lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra
aquella casa..." (Mt 7, 25). Estos fenómenos naturales no sólo son la imagen de
las múltiples contrariedades de la condición humana; normalmente también son
previsibles. Cristo no promete que sobre una casa en construcción no caerá jamás
un aguacero; no promete que una ola violenta no derribará lo que para nosotros
es más querido; no promete que vientos impetuosos no arrastrarán lo que hemos
construido a veces a costa de enormes sacrificios. Cristo no sólo comprende la
aspiración del hombre a una casa duradera, sino que también es plenamente
consciente de todo lo que puede arruinar la felicidad del hombre. Por eso, no
debéis sorprenderos de que surjan contrariedades, cualesquiera que sean. No os
desaniméis a causa de ellas. Un edificio construido sobre roca no queda exento
de la acción de las fuerzas de la naturaleza, inscritas en el misterio del
hombre. Haber construido sobre roca significa tener la certeza de que en los
momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se puede confiar.
Amigos míos, permitidme que insista: ¿qué quiere decir construir sobre roca?
Quiere decir construir con sabiduría. Con razón Jesús compara a quienes oyen sus
palabras y las ponen en práctica con un hombre sabio que ha construido su casa
sobre roca. En efecto, es insensato construir sobre arena cuando se puede hacer
sobre roca, teniendo así una casa capaz de resistir a cualquier tormenta. Es
insensato construir la casa sobre un terreno que no ofrece garantías de resistir
en los momentos más difíciles. Tal vez sea más fácil fundar nuestra vida sobre
las arenas movedizas de nuestra visión del mundo, construir nuestro futuro lejos
de la palabra de Jesús, y a veces incluso contra ella. Sin embargo, es evidente
que quien construye de este modo no es prudente, porque quiere convencerse a sí
mismo y a los demás de que en su vida no se desatará ninguna tormenta, de que
ninguna ola se estrellará contra su casa. Ser sabio significa tener en cuenta
que la solidez de la casa depende de la elección del fundamento. No tengáis
miedo de ser sabios; es decir, no tengáis miedo de construir sobre roca.
Amigos míos, una vez más: ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir
sobre roca quiere decir también construir sobre Pedro y con Pedro, pues a él el
Señor le dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). Si Cristo, la
Roca, la piedra viva y preciosa, llama a su Apóstol piedra, significa que quiere
que Pedro, y con él toda la Iglesia, sean signo visible del único Salvador y
Señor.
Ciertamente aquí, en Cracovia, la ciudad predilecta de mi predecesor Juan Pablo
II, a nadie sorprenden las palabras acerca de construir con Pedro y sobre Pedro.
Por eso os digo: no tengáis miedo de construir vuestra vida en la Iglesia y con
la Iglesia. Sentíos orgullosos del amor a Pedro y a la Iglesia a él encomendada.
No os dejéis engañar por quienes quieren contraponer a Cristo y a la Iglesia.
Sólo hay una roca sobre la cual vale la pena construir la casa. Esta roca es
Cristo. Sólo hay una piedra sobre la cual vale la pena apoyarlo todo. Esta
piedra es aquel a quien Cristo dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18). Vosotros, los jóvenes, habéis conocido bien
al Pedro de nuestro tiempo. Por eso, no olvidéis que ni aquel Pedro que está
observando nuestro encuentro desde la ventana de Dios Padre, ni este Pedro que
ahora está delante de vosotros, ni ningún Pedro sucesivo estará nunca contra
vosotros, ni contra la construcción de una casa duradera sobre roca. Al
contrario, con su corazón y con sus manos os ayudará a construir la vida sobre
Cristo y con Cristo.
Queridos amigos, meditando en las palabras de Cristo sobre la roca como
fundamento adecuado para la casa, no podemos menos de notar que la última
palabra es una palabra de esperanza. Jesús dice que, a pesar de la furia de los
elementos, la casa no se desplomó, porque estaba fundada sobre roca. Con estas
palabras nos infunde una extraordinaria confianza en la fuerza del fundamento,
la fe que no teme ser desmentida porque está confirmada por la muerte y
resurrección de Cristo. Esta es la fe que, años después, confesará san Pedro en
su carta: "He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa, y
el que crea en ella no será confundido" (1 P 2, 6). Ciertamente "no será
confundido...".
Queridos jóvenes amigos, el miedo al fracaso a veces puede frenar incluso los
sueños más hermosos. Puede paralizar la voluntad e impedir creer que pueda
existir una casa construida sobre roca. Puede persuadir de que la nostalgia de
la casa es solamente un deseo juvenil y no un proyecto de vida. Como Jesús,
decid a este miedo: "¡No puede caer una casa fundada sobre roca!". Como san
Pedro, decid a la tentación de la duda: "Quien cree en Cristo, no será
confundido". Sed testigos de la esperanza, de la esperanza que no teme construir
la casa de la propia vida, porque sabe bien que puede apoyarse en el fundamento
que le impedirá caer: Jesucristo, nuestro Señor.
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