Vivir de cara al Padre

Autor: P. Horacio Bojorge

Capítulo 14: Anexo IV


LA REGENERACIÓN

SAN JUSTINO


“Vamos ahora a explicar cómo nos consagramos a Dios los renovados por Cristo.
A todos los que han aceptado como verdadero lo que les hemos enseñado y explicado, y se han comprometido a vivir según estas enseñanzas, se los exhorta a que pidan perdón a Dios de los pecados cometidos, con oraciones y ayunos, y nosotros nos unimos también a sus oraciones y ayunos.
Después los conducimos hasta el lugar donde se halla el agua bautismal, y allí son regenerados del mismo modo que lo fuimos nosotros, es decir, recibiendo el baño de agua en el nombre del Padre, Dios y Señor de todos, y de nuestro salvador Jesucristo y del Espíritu Santo.
Jesucristo dijo, en efecto: El que no nace de nuevo no podrá entrar en el reino de los cielos. Y para todos es evidente que no es posible que, una vez nacidos, volvamos a entrar en el seno materno.
También el profeta Isaías nos enseña de qué manera apartan de sí el pecado los que han faltado y se arrepienten. He aquí sus palabras: Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid, y litigaremos – dice el Señor -. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como lana. Pero, si no sabéis obedecer, la espada os comerá. – Lo ha dicho el Señor -.
La razón que para esto aprendimos de los apóstoles es ésta:
“En nuestra primera generación fuimos engendrados de un modo inconsciente por nuestra parte y por una ley natural y necesaria , por la acción del germen paterno en la unión de nuestros padres, y sufrimos la influencia de costumbres malas y de una instrucción desviada.
Mas para que tengamos también un nacimiento, no ya fruto de la necesidad natural e inconsciente , sino de nuestra libre y consciente elección , y consigamos por el agua el perdón de los pecados anteriormente cometidos, se pronuncia sobre aquel que quiere ser engendrado y está arrepentido de sus pecados el nombre del Padre, Señor y Dios de todos ; y éste es el único nombre que aplicamos a Dios, al llevar a la piscina bautismal al que va a ser bautizado.
Nadie hay, en efecto, que pueda llamar por su nombre propio al Dios inefable , y, si alguien se atreviese a decir que puede ser capaz de ello, daría pruebas de una locura sin remedio.
Este baño se llama iluminación, porque son iluminadas las mentes de los que aprenden estas cosas. Pero, además, el que es iluminado es también lavado en el nombre de Jesucristo (que fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato), y en el nombre del Espíritu Santo, que anunció de antemano, por boca de los profetas, todo lo referente a Jesús”.


GREGORIO NISA

Ha llegado el reino de la vida y ha sido destruido el imperio de la muerte.
Ha hecho su aparición un nuevo nacimiento, una vida nueva, un nuevo modo de vida, una transformación de nuestra misma naturaleza.
¿Cuál es este nuevo nacimiento? El de los que nacen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios.
Sin duda te preguntarás: “¿Cómo sucede esto?” Pon atención que te lo voy a explicar en pocas palabras.
Este nuevo germen de vida es concebido por la fe, es dado a luz por la regeneración bautismal, tiene por nodriza a la Iglesia, que lo amamanta con su doctrina y enseñanzas, y su alimento es el pan celestial; la madurez de su edad es una conducta perfecta, su matrimonio es la unión con la Sabiduría

Referencias
San Justino, Apología primera, Cap. 61 [PG 6, 419-422] en: Padres Apologistas Griegos (s. II) Ed. Daniel Ruiz Bueno (Madrid 1954, BAC 116) pp. 250-251; Véase en la Segunda lectura del Oficio de Lecturas del miércoles de la tercera semana de Pascua, Liturgia de las Horas Tomo II, pp. 716-717
prôtên génesin
anágkên gegennêmetha
hopôs mê anagkês tekna mêde agnoias ménômen
alla proairéseôs kai epistêmês
anagenêthénai
to tou patrós tôn holôn
onoma gar tô arretô Theô oudéis ejei eipein
El Primogénito de la nueva creación. De las disertaciones de san Gregorio de Nisa, obispo, Disertación I Sobre la resurrección de Cristo PG 46, 603-606 Oficio de Lectura del lunes V de Pascua, Liturgia de las Horas T. II p. 829-830