Vivir de cara al Padre
Autor: P. Horacio Bojorge
Capítulo 10: Jesús el nuevo Josué
El Explorador del Padre
1) Ya he expuesto en otras oportunidades la doctrina evangélica de la Divina
Regeneración . Quiero ahora desarrollar un aspecto de la enseñanza de Jesús,
deteniéndome en la interpretación de su diálogo con Nicodemo, en que Jesús se
presenta como el nuevo Josué, que introduce en la Patria celestial, de la que la
Tierra Prometida era prefiguración.
2) Jesús le dice a Nicodemo: “En verdad en verdad te digo que el que no
nazca de nuevo y de lo alto no puede ver el Reino de Dios’. Le dice Nicodemo:
‘¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno
de su madre y nacer?’ Le respondió Jesús: ‘En verdad en verdad te digo que el
que no nazca de nuevo y de lo alto no puede entrar en el Reino de Dios’. Lo
nacido de la carne es carne, lo nacido del Espíritu es espíritu. No te asombres
de que te haya dicho: tenéis que nacer de nuevo y de lo alto. El viento sopla
donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es
todo el que nace del Espíritu. Respondió Nicodemo: ‘¿Cómo puede ser eso?’ Jesús
le respondió: ‘¿Tú eres maestro en Israel y no sabes esto?’” .
3) En este texto, Jesús le explica a Nicodemo la necesidad de la
re-generación. Se trata de ser engendrado de nuevo, de nacer de nuevo y de lo
alto. La preposición griega ánothen significa ambas cosas. Y Juan intenta
hacer valer su ambivalencia. Es también un nacimiento que viene de lo alto, de
Dios Padre y que es obra del Espíritu Santo, a Quien la Iglesia se complace en
llamar “Señor y dador de vida”.
4) Jesús parece aludirle a Nicodemo un texto del Eclesiastés que él
debería conocer como maestro de la Ley: “¿Tú eres maestro en Israel e ignoras
estas cosas?” . El texto del Eclesiastés al que parece aludir Jesús, dice: “Así
como no conoces el camino del espíritu en el vientre de la mujer encinta, así
tampoco sabes la obra de Dios que todo lo hace” . El Eclesiastés reconoce en la
obra divina de la generación humana un misterio en el que interviene el Espíritu
divino. Todo hombre es amasado de la tierra pero en todo hombre sopla Dios un
Espíritu de vida, que le llega en el secreto del seno materno, en forma
misteriosa e inalcanzable a la experiencia y el conocimiento humano. De manera
semejante, el Espíritu obra en el secreto del corazón de cada hijo de Dios, el
misterio de su segunda generación “de lo alto”.
5) Jesús traspone a la entrada en la Vida divina los hechos de la Entrada
en la Tierra Prometida, frustrada por la incredulidad de la generación del
desierto, y postergada para reservarla a una nueva generación. La generación de
dura cerviz no creyó a los exploradores Caleb y Josué, que les dan buenas
noticias de ella. Y sí creyeron a los exploradores acediosos, que calumniaron la
tierra de Dios oponiéndole sus miedos humanos. Aquéllos hechos prefiguraban el
testimonio del Nuevo explorador Jesús acerca del Padre, de la nueva generación y
de la entrada en el Reino de Dios.
Jesucristo, el testigo revelador de Dios Padre
6) Jesús se presenta a Nicodemo como el nuevo Josué al que no se le cree.
“En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos
testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.
Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas
del cielo? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del
hombre” . Los que no creen son "la generación incrédula", "la generación del
desierto". Como descreyeron el testimonio de Josué y Caleb acerca de esta
tierra, descreen ahora al explorador celestial y a su testimonio sobre el Cielo.
"A Dios nadie lo vio jamás, el Hijo único que está vuelto hacia el seno del
Padre, él nos lo ha contado" . "Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del
cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo" . Juan el Bautista les reprocha
que no hayan aceptado el testimonio de este explorador: "El que viene del
cielo... da testimonio de lo que ha visto y oído pero su testimonio nadie lo
acepta" .
La Tierra Prometida, figura de la Patria celestial
7) En el episodio narrado en Números 14, 20-31, se advierte que los que han
despreciado el testimonio del explorador fiel, no verán ni entrarán en la
Tierra Prometida. Ellos son una comunidad, un pueblo, una generación incrédula,
que quedará tendida en el desierto y no verá ni entrará en la tierra. Entrarán
sus hijos, una nueva generación, que prefigura la de los hijos de Dios en
oposición a la de los hijos de la carne, o más dramáticamente aún, la generación
perversa, o raza de víboras. Esa nueva generación de la que se habla en el libro
de los Números es aludida como punto de referencia en el diálogo con Nicodemo,
para anunciar una nueva generación de hombres "nacidos de nuevo y de lo alto" y
una Tierra celestial que es Dios mismo y de lo que habla Jesús, como nuevo Josué
y nuevo Caleb, explorador de lo desconocido.
8) Conviene notar que este es el único pasaje de su evangelio en que Juan
utiliza la expresión Reino de Dios. Jesús entiende y explica a Nicodemo
lo que es el Reino de Dios, en términos de la nueva condición filial. Es lógico,
en ese contexto de referencias bíblicas, que para acceder a la condición filial
haya que nacer de nuevo y de lo alto, y solamente de este modo se pueda verla y
entrar en ella.
9) Jesús contrapone, en su argumentación a Nicodemo, una generación
carnal a otra generación espiritual. Los rabinos hablaban de "la generación
-malvada- del diluvio", "la generación - agobiada por la esclavitud - de egipto",
la "generación - incrédula y de dura cerviz - del desierto". No se trataba pues
de una terminología desconocida para Nicodemo. Jesús, que hablará de la raza o
"generación de serpientes" le reprocha a Nicodemo que siendo experto en las
Sagradas Escrituras, no le entienda el planteo de una nueva generación, nacida
de lo alto, es decir, de Dios, y que baja de las nubes como el Hijo del Hombre,
con quien él se identifica.
En griego: palingenesia, anagenesis. En el libro Anuncio del Sermón de la
Montaña – Ed. Lumen, Bs. As.-México 2004, páginas 127 ss - he expuesto ya
globalmente la doctrina sobre la Divina Regeneración. Aquí he querido retomar en
detalle solamente este pasaje evangélico, esencial para contemplar con más
profundidad este misterio de nuestra fe.
En griego: gennethé anothen: nazca de nuevo y de lo alto. La preposición anothen
es ambivalente: de nuevo, de lo alto.
Juan 3, 3-10
Juan 3, 10
Eclesiastés 11, 5
Juan 3, 11-13
Juan 1, 18
Juan 3, 13
Juan 2, 31-32
Números 14, 22-23
Números 14, 30