Vivir de cara al Padre

Autor: P. Horacio Bojorge

Capítulo 9: Hágase tu voluntad




La obediencia filial


Obedecer a Dios es escuchar su Palabra
1)
Obedecer viene del latín ob-audire, que quiere decir escuchar, oír atentamente lo que alguien dice, prestar oído. En el Antiguo Testamento, se invita al pueblo a obedecer a Dios, invitándolo a escuchar la voz del Señor: Shemá Israel, escucha Israel .
2) Expresiones sinónimas de este escuchar son también: guardar en el corazón, guardar en la memoria, practicar, grabar en el corazón las palabras de Dios, no olvidarlas nunca: “Poned estas palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, atadlas a vuestra mano como una señal, como recordatorio ante vuestros ojos. Enseñádselas a vuestros hijos, hablando de ello cuando estés en casa y cuando vayas de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las escribirás en los postes de entrada de tu casa y en tus puertas” .
3) Jesús nos va a remitir a las palabras que salen de la boca del Padre como al Pan del cual él tiene hambre y del cual vive realmente el hombre . Si en el Antiguo Testamento Dios habló en el pasado y se lo escucha guardando memoria, al Hijo y a los hijos les habla continuamente y se lo escucha prestando atención espiritual: a las inspiraciones interiores del Espíritu Santo, a los profetas de la comunidad, al magisterio profético infalible del Papa y de la Iglesia y a las instancias de autoridad jerárquica legítimas.

Obediencia y desobediencia
4)
Las Sagradas Escrituras nos hablan de la obediencia y la desobediencia desde las primeras páginas hasta las últimas. Con la desobediencia de Adán y Eva empieza la historia del pecado de la humanidad y con la obediencia de María empieza la historia de la salvación, que culmina y se consuma con la obediencia filial de Jesús, cabeza del Cuerpo Místico que es la Iglesia, y ha de completarse con la obediencia de sus miembros. La Iglesia obedece a Cristo y Cristo al Padre .
5) Podríamos decir que desobediencia es el nombre propio de la incredulidad y del pecado y obediencia es el nombre propio de la fe y de la caridad filial: Obedecer a Jesús, es creer en él, obedecer al Padre es amarlo como hijo, y amarlo como hijo es obedecerle.
Hijo es el que hace la voluntad del Padre: “No todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos - es decir, en la condición filial - sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” .
6) Discípulo es no solamente el que escucha a Jesús Maestro, sino el que pone en práctica lo que le oye decir: “Todo el que escuche mis palabras y las ponga en práctica es como el que edifica sobre roca” . El que no, es como quien edificó sobre arena.
7) María es dichosa, es bienaventurada porque escuchó la voz de Dios y la obedeció. Jesús proclama a su Madre María como Bienaventurada, porque escuchó la palabra de Dios y la puso en práctica: “Estando Jesús diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer del pueblo, y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! Pero él le dijo: “Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan” es decir los obedientes.
8) Por eso María fue Madre y como Madre, Maestra del Niño Jesús obediente a Dios: “No sabían que tengo que estar en lo de mi Padre?” . En lo de: en la Casa Padre y en sus cosas. En este momento María pasa de Maestra a discípula de Jesús, hijo obediente del Padre celestial.

Galería de desobediencias
9)
La primera desobediencia es la de Eva y Adán. Eva oye a la serpiente, desoye a Dios y Adán por escuchar a Eva desoye a Dios.
10) La desobediencia del Pueblo elegido al profeta Moisés, es arquetipo de la rebeldía del pueblo a la voluntad de Dios, que se manifestará en la desatención a la voz de Dios trasmitida por los profetas.
11) Entre esas múltiples y frecuentes desobediencias está la desobediencia que incuba en el pedido al juez y profeta Samuel de que Dios les de un rey. De esta desobediencia del pueblo que pide un rey, nacerá la desobediencia de su rey Saúl, que escucha al pueblo en vez de escuchar a Dios que le había hablado a través de Samuel.
12) A la desobediencia del rey Saúl le presta la Sagrada Escritura especial atención y la trata atenta y largamente. Aquí la enseñanza de la Escritura acerca de la naturaleza de la desobediencia alcanza una cumbre: Desobedecer a Dios es como un pecado de idolatría
13) La mayoría de los reyes de Israel y de Judá fueron desobedientes. Hasta Salomón, lo fue al final de su vida. Es debido a esa interminable cadena de desobediencias de los reyes y de idolatrías del pueblo, que Israel y luego Judá son llevados al exilio y a la esclavitud lejos de la tierra prometida.
14) Esta situación de rebeldía universal es la que pinta san Pablo en la Carta a los Romanos: “No hay un justo ni uno solo” . “Dios nos encerró a todos en la cárcel de la desobediencia para tener con todos misericordia” .
Dios nos habló de muchas maneras y por fin en su Hijo…
15)
Leemos en la Carta a los Hebreos: “Dios, que de muchas maneras y de diversas cosas había hablado en el pasado a nuestros Padres, por medio de los profetas; en estos últimos días nos habló por medio de su Hijo” .
16) Si obedecer a Dios tiene que ver con escuchar a Dios, parece lógico que para cada forma de hablar de Dios corresponderá una forma diversa de obediencia. Y cuanto más perfecta es la forma de hablar, tanto más perfecta ha de ser la forma de escuchar y de obedecer.
17) Una es la forma de hablar que tuvo a los patriarcas. A esa forma de hablarles corresponde la obediencia de ellos y de sus familias. Otra es la forma de hablar que tuvo Dios con Moisés, cara a cara, en el Sinaí y en el Tabernáculo. Arón y María murmuran contra él diciendo: “¿Es que el Señor no ha hablado más que a Moisés? ¿No ha hablado también con nosotros?” (Núm. 12, 2). El Señor los corrige: “Escuchad mis palabras: si hay entre vosotros un profeta, en visión me revelo a él y hablo con él en sueños. No así con mi siervo Moisés, él es de toda mi confianza al frente de mi casa; cara a cara, boca a boca hablo con él, abiertamente y no en enigmas y contempla la imagen del Señor. ¿Por qué habéis osado hablar contra mi siervo Moisés?” . A esta forma de hablar corresponde también la forma de obedecer, como siervo, de Moisés, que fue el más humilde de los hombres, y el más fiel de los servidores de Dios, hasta que advino el Hijo: “Moisés - como lo llama el Señor: mi siervo Moisés - era un hombre humilde más que hombre alguno sobre el haz de la tierra” .
18) Más tarde hablará Dios a los profetas para recordar su Alianza a su pueblo y sobre todo a los reyes impíos y reclamar de ellos la pureza del culto, la obediencia debida a la Ley de la Alianza del Sinaí.
19) Pero la forma perfectísima de hablar, es la que tiene el Padre con su Hijo y la que su Hijo, que es su Palabra, nos comunica por voluntad del Padre. Él es el Hijo obedientísimo y que nos enseña el camino de la obediencia filial. Es tan perfecta su obediencia a la Palabra del Padre, que el Hijo mismo es la Palabra del Padre. Él es de Dios y por eso escucha su Palabra: “El que es de Dios - el hijo engendrado por el Padre - escucha la palabra de Dios” . En él se dice, se expresa, se espeja el Padre, en forma perfectísima. Jesús dice: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” y análogamente afirma que “El que me oye a mí oye al Padre” cuando dice en otras palabras: “Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado” . Él solamente puede obrar lo que ve obrar a su Padre y las obras que recibe de su Padre: “El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre” .

Jesús es maestro de la obediencia filial
20)
A La palabra de Dios a su Hijo, corresponde la escucha perfecta del Hijo. La Carta a los Hebreos nos presenta esta obediencia de Cristo como la razón de ser de la encarnación y como el verdadero y perfecto sacrificio agradable a Dios en cumplimiento de la voluntad del Padre: “Por eso al entrar [Cristo] en este mundo dice: No quisiste sacrificios ni ofrendas pero me has formado un cuerpo. Ni te agradaron los holocaustos o los sacrificios por el pecado. Entonces dije: ¡heme aquí! Vengo - como está escrito de mí en el comienzo del libro - porque quiero hacer ¡oh Dios! Tu voluntad . Dice primero: No quisiste ni sacrificios ni ofrendas. Ni te agradaron los holocaustos o los sacrificios por el pecado - cosas todas ofrecidas conforme a la Ley - entonces - añade - ¡heme aquí! Vengo a hacer ¡oh Dios! Tu voluntad. Abroga lo primero para establecer lo segundo. Y en virtud de esta voluntad somos salvados, merced a la oblación, de una vez para siempre, del cuerpo de Cristo” .
21) He aquí el paso del culto de la Ley, del culto del Antiguo Testamento, al culto del Nuevo Testamento que consistirá en hacer la voluntad del Padre como Jesucristo. El Hijo no solamente está atento a su voluntad, sino a su beneplácito.
22) Discípulo de Cristo es el que aprende de él la escucha filial de la palabra del Padre. Esta manera filial de escuchar la voz del Padre es una nueva forma de obediencia: la obediencia filial, que es la obediencia perfecta, porque es la escucha perfecta de la Palabra perfecta del Padre, que es su Hijo muy amado. La obediencia filial, como escucha perfecta con el corazón, en el Espíritu Santo, en Espíritu y en Verdad, corresponde al modo perfecto de hablar Dios, como Padre, a través de su Hijo, derramando Espíritu filializador. Esta obediencia atiende al querer del Padre como a la complacencia del Padre.
23) Esta obediencia perfecta se llama también perfecta justicia que supera la justicia de los escribas y fariseos: “Si vuestra justicia , no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” .
24) Esta escucha atenta y obediencia filial a la Palabra del Padre imitando a Jesús, nos hace no solamente discípulos suyos, sino hermanos, porque nos hace hijos del Padre como Él lo es, primogénito de muchos hermanos: “Los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos” .

La semejanza de imagen la da el Espíritu que clama ‘Abba’ y hace obedientes.
25)
Esta condición de hermanos la declara Jesús en múltiples oportunidades: “Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” . “Y extendiendo la mano hacia sus discípulos dijo: ‘Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y madre” . “No el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos - es decir en la condición filial - sino el que hace la voluntad de mi Padre” . “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen” . “Bienaventurados más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan” .
26) Esa escucha de la palabra de Dios pasa por escuchar al Hijo, o lo que es lo mismo creer en él y obedecerle: “Este es mi hijo amado en quien me complazco, escuchadle” . “A los que creen en su nombre les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios” . Como puede verse la fe, es otro de los nombres de la obediencia. Por eso se dice que la fe viene, como la obediencia, por el oído: “La fe viene por el oído, y el oír por la Palabra de Cristo” .

Formas Eclesiales de la obediencia filial
27)
La obediencia filial se hace obediencia eclesial. Dios habla en la Iglesia por mediaciones: los apóstoles, enviados de su hijo y por sus sucesores que trasmiten la tradición y las Sagradas Escritura legítimamente interpretadas por el Magisterio infalible del Papa y de los obispos unidos a él. Hay además profetas y doctores, carismáticos, animados por el Espíritu Santos. Además, todo el pueblo de Dios es ahora un pueblo profético, donde “vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán”, pues escucharán la palabra de Dios y la cumplirán obedientemente (en la medida que vivan como hijos según el Espíritu)
28) En conclusión: según las Sagradas Escrituras, obedecer a Dios es escuchar como hijos atenta y permanentemente a un Dios que es Padre porque no cesa de engendrarnos con su palabra, y nos habla permanentemente en su Hijo y su Iglesia, con su Espíritu. Y la complacencia del Padre es que obedezcamos a su Hijo. “El que a vosotros escucha a mí me escucha y el que me escucha a mí, escucha al que me envió” .


Deuteronomio 4,1; 5,1.23; 6,4; 9,1
Deuteronomio 11, 18-20
Juan 4, 32-34; Mateo 4,4
Efesios 5, 24; 1ª Corintios 3, 22-23
Mateo 7,21
Mateo 7, 24
Lucas 11, 27.28
Lucas 2, 49
Romanos 3,10; ver Salmo 14,1
Romanos 11, 32
Hebreos 1,1-2
Números 12, 6-8
Números 12, 3
Juan 8, 47
Juan 14, 9
Juan 7, 18
Juan 5, 14
Cita del Salmo 40, 7-9
Hebreos 10, 5-10
Es decir, la justicia filial que consiste en la perfecta obediencia filial
En el Reino de los Cielos, es decir: en la condición de hijos. Mateo 5, 20
Romanos 8,29
Marcos 3, 35
Mateo 12, 50
Mateo 7, 21
Lucas 8, 21
Lucas 1, 28
Mateo 17, 5; Marcos 8, 7; Lucas 8, 35
Juan 1, 12
Romanos 10, 17
Lucas 10, 16