Vivir de cara al Padre

Autor: P. Horacio Bojorge

Capítulo 7: Santificado sea tu nombre




1) La primera petición del Padre Nuestro es el primer deseo del Corazón Filial. El Hijo vive de cara al Padre y su misión consiste en dar a conocer al Padre. El Hijo tiene el pleno conocimiento del Padre. El Hijo es ciencia del Padre. El conocimiento del Padre es el ser del Hijo; que es engendrado por vía de conocimiento. Verbo mental del Padre para distinguirlo de alguna manera nuestra palabra vocal o bucal. Consubstancial al Padre, para distinguirlo de nuestros conceptos, accidentales y no substanciales. Verbo interior, consubstancial, por el cual el Padre se dice enteramente a sí mismo, al Hijo y en el Hijo de manera perfecta.
2) El primer deseo del corazón filial, manifiesta el ser filial. Porque el Hijo es conocimiento del Padre, nada hay en el Hijo que no esté en el Padre, ni nada hay en el Padre que no se diga en el Hijo. Por eso, el Hijo anhela que el Padre se diga en sí mismo y nos inculca la misma pasión que tuvo como hombre, encarnado, en su naturaleza humana. ¡Que el Padre se muestre santo a sí mismo! ¡Que el Padre manifiesta su santidad!
3) El deseo no se expresa en forma imperativa ¡Santifica tu nombre! Pues no es una orden sino un pedido ¡Que te des a conocer como santo! Así se expresa el ansia de la revelación del Padre inseparable de la revelación del Hijo y de la condición filial de los hijos: “Que te conozcan a ti y a tu enviado Jesucristo” . Un conocimiento que no es puramente teórico, sino existencial: “mis ovejas me conocen a mí como me conoce el Padre y yo a él” . Que se consume la revelación de las personas divinas y de sus creyentes: “Nadie conoce quién es el Hijo [¡ni quién es hijo!] sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo, y aquél a quien el Hijos se lo quiere revelar” .
4) Porque, naturalmente, la santidad del Padre no puede manifestarse sino en su Hijo y en los discípulos de su Hijo, que aprendan de él a Vivir como el Hijo, a vivir como Hijos. Que reciban del Hijo el conocimiento del Padre, que es la vida eterna: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti y a tu Hijo y enviado" .
5) Por eso la primera petición puede entenderse como un ruego de que el Padre se muestre santo en su Hijo y en sus Hijos, los discípulos del Hijo. Que engendre a sus hijos a su imagen y semejanza, en la misma santidad y justicia filial que se manifestó en su Hijo encarnado. Vivo reflejo de la santidad del Padre. "El que me ha visto a mi, ha visto al Padre" . El que ve a un cristiano verdadero, ve al Padre que lo engendra.
6) La primera petición pide por lo tanto, que el Padre, Agente de santificación, Fuente de toda santidad, manifieste su santidad en sus hijos, en uno mismo y en los demás, engendrándonos para que todos los hombres puedan conocerla a través de nosotros. Dicha obra la lleva a cabo el Padre por comunicación de su misma santidad al engendrarlos en una divina regeneración: comunicación de su vida divina que es amor: caridad, justicia, santidad.

Qué es la santidad
7)
¿Qué significa santidad? ¿Cómo debemos entender este misterioso atributo divino que usamos a menudo más por lo que nos sugiere que por lo que en verdad significa.
8) La santidad es el resultado de la conjugación de otros dos atributos divinos: Su grandeza y su caridad. Por su grandeza, Dios es trascendente y merece ser adorado. Por su caridad se comunica y relaciona, bondadoso y misericordioso, y merece ser alabado por su bondad.
9) Si se afirma uno de los dos atributos con detrimento del otro, se falsea el significado del atributo de la santidad. La santidad resulta del hecho de que su trascendencia ontológica no impide su cercanía amorosa, su presencia, ni su acción histórica, salvífica.
10) Algunos teólogos, como Karl Barth, por el deseo de salvar la trascendencia, la afirman a costa de la comunión, la alianza y la cercanía. A Dios, totalmente Otro, la creatura no puede tocarlo ni comunicarse con él. Como consecuencia se hace inútil la oración, pues no llega a sus oídos o no lo mueve a responder. Y tampoco influye en la vida humana, porque no lo afecta nuestra bondad, ni tampoco nuestro pecado. En su versión vulgar, esta visión suele expresarse así: "¡Mire si a Dios le va a interesar lo que nos pasa!", "¡mire si Dios va andar ocupándose de estas pequeñeces!". En esta visión, la reverencia ahoga la piedad.
11) Otros, por deseo de acentuar la cercanía, sacrifican la memoria de su grandeza y de su trascendencia. Entonces el Hijo encarnado se convierte exclusivamente en "mi amigo Jesús" o es, confianzudamente, "el flaco". Entonces también, el Padre se convierte en el Barba, o El viejo. Lo que aquí se pierde es la reverencia por afán de intimidad y confianza. La piedad se convierte en irreverencia.
12) Por ambos caminos se llega a la pérdida del sentido de la santidad y de lo sagrado. En el crisol de la in-cultura dominante se los suma o mezcla a ambos, reforzándose mutuamente en sus efectos de desacralización y secularización. Por un lado Dios se inmanentiza y por otro lado la naturaleza, la historia, la política, la psicología, la sociología, se divinizan panteísticamente . Es decir: Dios se convierte en parte de la naturaleza de este mundo y este mundo se convierte en la realidad última y absoluta, suficiente por sí misma para sí misma. Principio y fundamento de una reinterpretación de todo el lenguaje de la fe cristiana en clave de inmanencia, centrada en el hombre. Ya no es el hombre quien ha de servir a Dios, sino Dios quien está al servicio del hombre: “para una vida más humana” y Jesús es “el hombre para los demás”.
13) Insensiblemente se retrocede así, en la práctica, a posiciones ante la vida que son de antigua data. Véase por ejemplo lo que profesa creer un pagano de los tiempos de Cristo y de San Pablo: “El Universo, esta totalidad a la que se han complacido en llamar cielo, cuyo circuito abarca todo lo existente, debe ser considerado como la divinidad, eterna, inmensa, ni engendrada ni susceptible de desaparecer jamás. Escrutar lo que pueda haber fuera de él, no tiene importancia para el hombre y la mente humana no puede conjeturarlo. El mundo es sagrado, eterno, inmenso, todo entero en la totalidad. Más aún: él lo es todo; siendo infinito, parece limitado; siendo lo más cierto de todas las cosas, parece incierto; abarca en sí todo lo exterior y lo interior; él es a un mismo tiempo la obra de la naturaleza y la naturaleza misma” .
14) A este tipo de hombre, tan antiguo y sin embargo tan moderno, se refiere San Pablo cuando dice: “lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables, porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus vanos pensamientos y su corazón necio se entenebreció, jactándose de sabios se volvieron ignorantes y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén" .
15) Volviendo a las actitudes a las que nos referíamos más arriba, ellas se reflejan, naturalmente, en liturgia, pastoral, espiritualidad, arte sagrado y catequesis. En la liturgia tiende a predominar un afán pedagógico que desplaza la meta teocéntrica y cultual convirtiendo la instancia de culto en una instancia de catequesis antropocéntrica. En pedagogía catequística se impone el método que postula partir del hecho de vida entendido y practicado en sentido modernista, y se considera inadecuado comenzar presentando el misterio revelado mediante el anuncio del kerygma para suscitar la fe. Un método que parece haber descreído de que la fe se suscita por la predicación. En arte sagrado y litúrgico, así como en las ilustraciones catequísticas, se generaliza una nueva forma de iconoclastia que rechaza el icono y la imaginería religiosa tradicionales y prefiere sustituirlas por estilizaciones o por caricaturas.
16) Lo que está detrás de estas preferencias y amputaciones, es la ideología religiosa de la herejía modernista . Ésta sostiene que no tenemos acceso a Dios a través de una revelación histórica sino que Dios se revela al hombre en su propia conciencia, en una experiencia o sentimiento interior. Para el modernismo Dios es tan trascendente a la historia que no puede manifestarse en ella. Por otro lado, es tan inmanente a la naturaleza del hombre y a su conciencia que el hombre puede experimentarlo en sí mismo, aunque sea en forma de sentimiento confuso o símbolos imaginarios . Esta ideología combina, así, la negación de los dos atributos que componen la santidad, tanto como atributo divino cuanto como condición del hombre justo, en comunión de santidad con Dios santo.
17) La fe católica, por el contrario, salvaguarda la verdad del atributo de la santidad. Dios se revela históricamente, en su Hijo encarnado: "habiendo hablado de muchas maneras, en los últimos tiempos nos habló en su hijo" . Y "a los que creen en su nombre, les concedió poder ser hechos hijos de Dios" . El hombre que acepta con fe la revelación histórica predicada, puede acceder a las experiencias que derivan de la fe, pues es el medio adecuado para la comunicación con Dios y la vía de la divina regeneración. La revelación histórica salvaguarda la libertad divina para revelarse.
18) Es esencial tener claro el atributo de santidad divina, porque de lo contrario no es posible la santidad para el hombre. Dios es el modelo ejemplar, el arquetipo divino, el fundamento de la conducta del fiel y del pueblo creyente. “Sed Santos porque yo Yahveh vuestro Dios soy santo” . Imperativo que reasume Jesús en términos de caridad perfecta y misericordia, invitando a ser perfectos y misericordiosos “como vuestro Padre celestial” . Pedro enseña que en esta invitación de Jesús se cumple la invitación del Levítico a la santidad:”Como el que os ha llamado es santo, así sed vosotros santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Sed santos porque santo soy Yo” .

Íconos bíblicos de la santidad
19) ¡Santo, Santo, Santo! cantan los serafines en la visión de Isaías (6, 3), expresando e interpretando lo que Isaías ve: a Dios sentado en un trono excelso y elevado, (aposentado en su trascendencia inaccesible, en el trono de su trascendencia), pero el borde de cuyo manto llena el templo (haciéndose así cercano y accesible al suplicante). El gesto de los suplicantes en la antigüedad era aferrarse al borde del manto para impetrar un favor.
20) Esta misma combinación de lejanía ontológica y cercanía existencial se refleja en el dicho del libro de la Sabiduría que comprende la misericordia como expresión de la omnipotencia: “Tú te compadeces de todos porque todo lo puedes” (Sb 11, 23). El creador es el salvador. El omnipotente es el aliado por amor de elección y predilección.
21) Yahvé es Dios del cielo y de la tormenta, creador y todopoderoso, soberano absoluto. Los cielos, la tormenta, el mar, los vientos, el terremoto, son epifanías de su Creador y Señor. Sin embargo, ni su poder, ni su libertad, pueden decirse sus atributos característicos o fontales. Lo característico del Dios bíblico es ser un Dios de Alianza, o sea un Dios que se vincula por amistades y compromisos con hombres y se comporta como El Dios Pariente [Go’el], o el Dios de los Patriarcas. El ámbito privilegiado de su epifanía es el de lo interpersonal. El Dios Pariente asegura los bienes de la promesa: la libertad, la tierra, los hijos, la vida. Es el vengador de sangre, el libertador de los esclavos, el levir, el que rescata la tierra. Como dice Isaías: “Tu redentor (=goel] es el santo de Israel” (Isa 41, 14)
22) El nombre “Yo soy el que soy” revelado a Moisés (Ex 3, 14) incluye el sentido “Yo soy el que está”, ya que el verbo hebreo hayah significa “ser y estar”. Un estar que implica una presencia activa: “Estuve con vuestros padres y estaré con vosotros”. El que se revela en la zarza como el Dios de los antepasados, se revela inmediatamente como “El que es, está y estará” actuando en favor de su pueblo elegido. Ese aspecto lo explicitará en Isaías cuando revela su nombre Emanuel, “Immanu-El” = “Dios [está, estará] con nosotros” Este nombre es la fórmula de asistencia, propia de los contextos de guerra santa, en los que Dios promete intervenir activamente en la vida del pueblo como su Go’el, su pariente fiel y poderoso: Dios de los ejércitos, vengador de sangre, garante de la libertad, la vida en la tierra..
23) Otrosí: Dios dice por Isaías: "Los cielos son mi trono y la tierra el escabel de mis pies" (Isaías 66, 1-2). Los cielos dicen la grandeza de Dios y de su poder que gobierna los astros: "El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento pregona la ora de sus manos" (Salmo 18, 2). La tierra, como escabel, banquillo bajo donde apoya los pies el que se sienta en el trono, habla de su cercanía providente, sabia y amorosa a los hombres que habitan la tierra. Está por un lado la epifanía uránica de Dios y por otro su epifanía amorosa, en el orden de los vínculos interpersonales, familiares . Las epifanías cósmicas y celestiales quedan así subordinadas a la epifanía en lo interpersonal, que es el ámbito de la suprema revelación de Dios: el amor, la caridad, el vínculo amoroso interpersonal.
24) El Salmo 98 tiene la estructura de un trisagio: proclama tres veces la santidad de Dios. En él alternan la adoración por la grandeza y la alabanza por sus intervenciones históricas de amor a su pueblo.
"El Señor reina tiemblen las naciones; sentado sobre querubines, vacile la tierra; 2 grande es Yahveh en Sión. Excelso sobre los pueblos todos; 3 loen tu nombre grande y venerable: santo es él. 4 Poderoso rey que el juicio ama, tú has fundado el derecho, juicio y justicia tú ejerces en Jacob. 5 Exaltad a Yahveh nuestro Dios, postraos ante el estrado de sus pies: santo es él. 6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, Samuel entre aquellos que su nombre invocaban, invocaban a Yahveh y él les respondía. 7 En la columna de nube les hablaba, ellos guardaban sus dictámenes, la ley que él les dio. 8 Yahveh, Dios nuestro, tú les respondías, Dios paciente eras para ellos, aunque vengabas sus delitos. 9 Exaltad a Yahveh nuestro Dios, postraos ante su monte santo: santo es Yahveh, nuestro Dios.
25) Las obras de la creación muestran mejor la trascendencia divina y las obras de la salvación su cercanía providente y amorosa. La creación de la nada, la inmensidad del cielo y el universo creado, las desmesuradas dimensiones del espacio y del tiempo de la obra creadora, hablan de la grandeza y la trascendencia del creador, que ni es interior, ni coextensivo, ni se confunde con su obra de creación
26) De la cercanía amorosa de Dios, habla la conservación de la creación en el ser, la providencia en el gobierno mediante las leyes físicas y naturales, mediante la revelación de sí mismo y del orden moral, de su nombre Goel: pariente providente, que prepara la revelación del Padre a través de la encarnación del Hijo.
27) Ambos aspectos se reflejan ya en el primer relato de la creación, concebido como la preparación de un gran banquete, que culmina en una comida de comunión, en el que Dios sirve de comer a sus invitados a la existencia (Gn 1,29)
28) Jesús retoma la revelación de la creación como banquete y lo explica como prefiguración del banquete de bodas del Hijo, que revela los desposorios de amor de Dios con la creatura, del trascendente con lo contingente e inmanente. Del Increado con sus creaturas.

Del parentesco a la filiación
29) La teología de la Alianza, es lo que la fe bíblica tiene de afable, en el sentido opuesto a lo inefable. La Alianza define y explica muy bien el núcleo característico y caracterizante, individual e individuante de la religión bíblica respecto de otras religiones.
30) El comportamiento del Dios de la Alianza es el fundamento, el modelo ejemplar y el precedente posibilitante a la vez, del comportamiento, de la moral del pueblo de la Alianza.
31) Esa conducta divina se define por dos términos que son casi atributos divinos. Jen gracia, amor; y Jésed misericordia. Por gracia y misericordia Dios elige. Ellas son también las dos virtudes del antes y después de la Alianza, las virtudes del Dios de la Alianza. Jen y jésed, la gracia y la misericordia divina expresan la Alianza. La Alianza debe perdurar y perpetuarse, expandirse y universalizarse por ejercicio de gracia y misericordia, primero dentro del pueblo mismo de la Alianza y después a nivel de toda la Humanidad.
Pero he aquí que la gracia y la misericordia, jen y jésed, son, en el ámbito de la fe bíblica que los acuña, términos que pertenecen a la vez al ámbito de las relaciones religiosas (es decir divino-humanas) y al ámbito de las relaciones familiares y sociales (es decir inter-personales).
32) Pertenece al corazón oculto e inefable (difícilmente expresable y por eso raramente mencionado) de la cultura bíblica, el hecho de que las relaciones entre los hombres y las relaciones entre Dios y los hombres se conciben como análogas y se expresan mediante categorías comunes como los términos jen y jésed, que expresan la faceta de la cercanía de Dios que compone su atributo de santidad.
33) Esto sugiere que en la revelación bíblica Dios ha hecho de las relaciones interhumanas, y particularmente en las relaciones familiares de parentesco, el ámbito preferencial de su autorrevelación o epifanía. Los justos bíblicos han experimentado la epifanía divina como una comunicación interpersonal, como una vinculación de parentesco. Dios se les ha revelado como Dios pariente de los patriarcas, como Goel de sus descendientes, el pueblo elegido.
34) De ahí, que los vínculos familiares deban vivirse a imitación de las virtudes divinas, del divino pariente y auxiliador de los patriarcas. Según exige la ley de santidad del Levítico: la vida de familia se ha de vivir en santidad y pureza sexual (Lev 18, 1-30). Las conductas lujuriosas de las cultura egipcia y cananea son opuestas a la epifanía divina en la santidad de la familia porque divinizan la fuerza sexual sacándola del contexto de la caridad que se da a conocer en la autorrevelación del Dios Pariente.
35) La separación freudiana de sexualidad y vinculación amorosa en santidad familiar significa pues una regresión gigantesca a estados de civilizaciones que desaparecidas a consecuencia precisamente de dicha separación
36) Que Dios se manifieste ahora como el Padre santo de nuestro Señor Jesucristo y que sus discípulos se conviertan, por regeneración divina, en sus hermanitos más pequeños, se comprende, así, como el “cumplimiento” de la Ley y los profetas. Los reengendrados han sido por lo tanto santificados. En esta regeneración, el Padre se ha manifestado santo. Ellos desean ahora manifestar en sus vidas la misma santidad del Padre. Y lo piden como gracia: santificado sea tu nombre [en nosotros y en todos los que lleguen a ser tus hijos]

Juan 17, 3
Juan 10, 14-15
Lucas 10, 22
Juan 17, 3
Juan 14,8
Se convierte en parte de la naturaleza creada
El panteísmo es la doctrina filosófica que no ve diferencias entre el cosmos y la divinidad.
Cayo Plinio Segundo, Apodado el Viejo, en su. Historia Natural, Libro II (1)
Romanos 1,19-23
Nada habría que objetar a este método si se practicara correctamente. Lo que es objetable y perjudicial ha sido la práctica muy extendida de entenderlo y practicarlo en sentido modernista. Para más explicaciones sobre este punto que solamente se puede aludir aquí, reenviamos a un anexo al final de este capítulo.
San Pío X, Encíclica Pascendi Dominici Gregis sobre los errores modernistas
Como en la teoría psicológica de Carl Jung
Hebreos 1, 1
Juan 1, 12
Levítico 19,2
Mateo 5, 48; Lucas 6,36
1ª Pedro 1,15-16
Uránica, del griego Ouranos, Cielo. Es la epifanía en las realidades celestiales: firmamento, sol, luna, estrellas, cometas…
Los cielos y la tierra son testigos invocados por Dios en sus alianzas con Israel (Deuteronomio 4, 26) porque el cielo y la tierra, que son "la obra de sus manos" (Salmo 101, 26), dan testimonio del poder y la grandeza de Dios, tanto como la Alianza muestra su cercanía por el amor de predilección, la elección, la vocación y la misión. Los cielos y la tierra pasarán, pero las palabras de Cristo no pasarán (Marcos 13, 31; Lc 21, 33; Mt 24, 35). Isaías 66, 1-2 es alegado por Jesús para prohibir el juramento por el cielo o la tierra (Mateo 4, 34s) El cielo y la tierra, creaturas cuyo ser tiene apoyo en la palabra de la Verdad. El versículo de Isaías es citado por el mártir Esteban (Hechos 7, 49).