Rehusa ser intimidado para vencer la tentacion

Muchos cristianos se asustan y se desmoralizan con pensamientos tentadores, se sienten culpables porque no están "por encima" de la tentación. Se sienten avergonzados por el solo hecho de ser tentados. No han entendido correctamente en qué consiste la madurez. Nunca podremos dejar atrás la tentación.

En un sentido puedes considerar la tentación como un cumplido. Satanás no tiene que tentar a los que están haciendo su mala voluntad; ya son de él. La tentaciónn es una señal de que Satanás te odia, no de tu debilidad o mundanalidad. También es una parte normal del ser humano y del hecho de vivir en un mundo caído. No te sorprendas ni te asustes o descorazones por ser tentado. Sé realista en cuanto a la incapacidad de evitar la tentación; nunca podrás evitarla completamente. La Biblia dice: "Cuando sean tentados...", no dice "si son tentados". Pablo aconseja: "Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano" 1 Corintios 10:13.

No es un pecado ser tentado. Jesús lo fue, sin embargo nunca pecó (Hebreos 4:15). La tentación sólo se convierte en pecado cuando cedes ante ella. Martín Lutero dijo: "Usted no puede impedir que los pájaros vuelen encima de su cabeza, pero puede impedir que hagan un nido en su cabello". No puedes impedir que el diablo te sugiera determinados pensamientos, pero sí puedes decidir no darles cabida o actuar con base en ellos.

Por ejemplo, muchas personas no distinguen la diferencia que hay entre la atracción física o la excitación sexual y la lujuria. No son lo mismo. Dios nos creó como seres sexuales, y eso es bueno. La atracción y la excitación son respuestas naturales, espontáneas y dadas por Dios a la belleza física, mientras que la lujuria es un acto deliberado de la voluntad.

La lujuria es la opción de cometer en tu mente lo que te gustaría hacer con tu cuerpo. Puedes sentirte atraído o incluso excitado y, sin embargo, decidir no pecar por lujuria. Muchas personas, sobre todo los varones cristianos, se sienten culpables porque las hormonas que Dios les dio se les alborotan. Cuando automáticamente una mujer atractiva les llama la atención, suponen que es lujuria y se sienten avergonzados y condenados. Pero la atracción no es lujuria hasta que se le da cabida.

Realmente, cuanto más te acercas a Dios, tanto más Satanás tratará de tentarte. En cuanto llegaste a ser un hijo de Dios, Satanás, como un mafioso que contrata asesinos a sueldo, "puso precio a tu cabeza". Eres su enemigo, y él está tramando tu caída.

A veces, mientras oras, Satanás sugerirá un pensamiento raro o malo simplemente para distraerte y avergonzarte. No te alarmes ni te avergüences por eso, pero comprende que Satanás le tiene miedo a tus oraciones e intentará hacer cualquier cosa para detenerlas. En lugar de condenarte con "¿Cómo se me ocurrió un pensamiento así?", piensa que es una distracción de Satanás e inmediatamente vuelve a concentrarte en Dios.