LAS TÉMPORAS
«Las
Témporas -dice el Misal- son días de acción de gracias y de petición que la
comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de
las cosechas, al reemprender la actividad habitual». La celebración ha sido
fijada en España para el día 5 de octubre, pues su localización en el calendario
e incluso su duración dependen de las Conferencias Episcopales de cada país,
dada la disparidad de las estaciones. Nos estamos quejando de la sequía, aquí,
en otros lugares de inundaciones, en otros de huracanes y catástrofes en
transportes aéreos, etc. Nos urge, pues la oración, la invocación a la
protección de los Santos con sus letanías, ¿por qué no acudimos a Dios para que
libre a la humanidad de tanta calamidad? El día de las Témporas es un día
propicio para esta oración colectiva. Y esto es lo que se propone este
Reportaje. Hacer ver la importancia de este día y de esta plegaria.
INSTITUCION ANTIQUISIMA
Las Témporas, y las Rogativas, son una antiquísima institución litúrgica
vinculada a las cuatro estaciones del año, para reunir a la comunidad, instando
al ayuno y a la oración, para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y
pedir su bendición sobre el trabajo de los hombres. Nacieron en Roma y se
difundieron con la liturgia romana. Al principio se celebraban en otoño,
invierno y verano, en los meses de septiembre, diciembre y junio. Por los
sermones de San León Magno se conoce el significado de estas jornadas
penitenciales. .
Léxicamente la palabra témpora significa tiempo de ayuno en cada una de las
estaciones del año. Litúrgicamente en la ordenación anterior a la reforma del
Vaticano II se celebraban las témporas correspondientes al inicio del invierno,
de la primavera, del verano y del invierno. Era el tiempo designado también,
junto con las plegarias, rogativas y ayuno, para conferir las Órdenes sagradas.
Yo recibí el Subdiaconado el 21 de septiembre, el Diaconado el 21 de diciembre y
el Presbiterado el 31 de mayo, Vigilia de Pentecostés.
En la actual ordenación la iglesia celebra una sola vez al año el día de la
acción de gracias. Es un día al final del verano en el que agradece los frutos
de las cosechas, auque no se puede limitar este gesto elemental a un día
determinado. En cada día y en cada momento hay motivos para dar gracias a Dios
por el don de la vida. Dar gracias es un rasgo fundamentalmente cristiano y
humano. La dialéctica humana funciona en términos de "doy para que me des", pero
la dialéctica divina se cambia por estos otros: "Me has dado mucho y por eso te
doy gracias". Dar gracias cuesta muy poco, pero si sale del corazón es la más
noble expresión de un sentimiento humano.
ORACION DE ALABANZA
Dar gracias también por la enfermedad, ya que puede ocurrir que se necesite como
medicina del espíritu y por eso hay que dar gracias también por la enfermedad.
La oración de alabanza es la más excelsa, también la gratitud, debe salir del
corazón. Eso agrada mucho a Dios, como lo demuestra en la queja de Jesús en el
caso de los leprosos. De los diez leprosos, nueve de ellos quedaron curados, el
décimo creyó y fue salvado. No es lo mismo curar que salvar. La curación se
produce en el exterior. La salvación afecta a la totalidad de la persona. Uno de
los diez leprosos se mostró agradecido y en ese gesto encontró la fe y la
salvación. Los nueve restantes sólo encontraron la curación.
NACIERON EN ROMA
Las Témporas nacieron en Roma y se difundieron con la liturgia romana. Al
principio tuvieron lugar en las estaciones del otoño, invierno y verano, en los
meses de septiembre, diciembre y junio. Por algunos sermones de San León Magno
se conoce el significado de estas jornadas penitenciales, que comprendían la
eucaristía, además del ayuno. Pretender relacionarlas con cultos naturalistas
pre-cristianos es pura imaginación, aunque es evidente su relación con la vida
agraria, propia de aquellos tiempos. Las Témporas son un acercamiento mutuo de
la liturgia y la vida humana, en el afán de encontrar en Dios la fuente de todo
don y la santificación de la tarea de los hombres. Hoy, considerada la extensión
de la Iglesia y su presencia en los pueblos más diversos, se imponía una
revisión y una adaptación de esta vieja celebración litúrgica, que ya no tiene
por qué ser agraria ni campesina únicamente, sino que puede ser muy bien urbana
y cercana a las preocupaciones del hombre del cemento. Lo importante es que se
viva y se celebre la obra de Dios en el hombre y con la ayuda del hombre; con un
espíritu de fe y de acción de gracias del creyente, que sabe que lo temporal
tiene su propia autonomía, pero sin romper con Dios y sin ir en contra de su
voluntad salvadora: «Todo es vuestro; pero vosotros sois de Cristo, y Cristo, de
Dios» (1 Cor 3,22).
Ciclo vital
La piedad popular está atenta al desarrollo del ciclo vital de la naturaleza:
mientras se celebran las "témporas de invierno", las semillas se encuentran
enterradas, en espera de que la luz y el calor del sol las haga germinar. Tiempo
de súplica al Señor y de meditación sobre el significado del trabajo humano,
colaboración con la obra creadora de Dios, realización de la persona, servicio
al bien común, actualización del plan de la Redención. Coronarás el año con tus
bienes, Señor, y serás la esperanza del confín de la tierra. Terminada la
recolección de las cosechas y el periodo anual de descanso la Iglesia celebra
las Témporas. Se convierte también en tiempo propicio para pedir ayuda al Señor
para recomenzar de nuevo en las actividades del trabajo normal y en construcción
de la vida interior de cada persona, su maduración en Cristo. Agradecer y pedir
son dos modos de relacionarnos con Dios. Tenemos muchas necesidades, a la vez
que hemos recibido mucho y lo debemos agradecer. Si no nos damos cuenta de lo
que recibimos, no nos sentimos obligados a agradecer con amor.
LA GRATITUD
Siempre podemos ofrecer nuestro agradecimiento que, si es sincero, basta. El que
no es agradecido es sumamente pobre. Quien no da gracias a Dios es porque no
está convencido de deberle nada. Pero a Dios se le debe todo. Un rabino daba
gracias a Dios "por todo". - "¡Pero si no tienes nada!", le replicó otro que le
oía. A lo que respondió: "Yo necesitaba la pobreza y Dios me la ha dado".
El camino de amor pasa por la gratitud: Lo recordaba al pueblo Moisés: “No te
olvides del Señor. No sea que cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques
casas hermosas y las habites, cuando críes tus reses y ovejas, aumentes tu plata
y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor tu Dios,
que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto
inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua,
que te saco agua de una roca de pedernal”. La vida de Jesus es una continua
acción de gracias al Padre. Cuando va a resucitar a Lázaro, habla con su Padre:
“Padre, te doy gracias porque me has escuchado”. Antes de le multiplicación de
los panes, Jesús tomo los panes y, dando gracias, dio a los que estaban
recostados, e igualmente los peces... En la institución de la Eucaristía, antes
de pronunciar las palabras sobre el pan y el vino, el Señor dio gracias. Por eso
podemos decir, según Juan Pablo II -que su oración, y toda su existencia
terrena, se convirtió en revelación de esta verdad fundamental enunciada por la
Carta de Santiago: Todo don bueno y toda dadiva perfecta viene de arriba,
desciende del Padre de las luces... (Sant 1, 17)-. La acción de gracias es como
una restitución, porque todo tiene en El su principio y su fuente. Demos gracias
al Señor Nuestro Dios, decimos con la Iglesia en el centro de la liturgia
eucarística. Nada hay más justo y necesario que dar gracias al Señor todos los
días de nuestra vida, y el mayor agradecimiento a Dios es amar nuestra condición
de hijos suyos. San Pablo dice a los paganos que, habiendo conocido a Dios, no
le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias.
MOTIVOS PARA DAR GRACIAS
Este año hemos recibido plenitud de dones del Señor: unos claros y visibles;
otros, quizá más valiosos, han quedado ocultos: peligros del alma y del cuerpo
de los que hemos sido librados; personas a las que hemos conocido y que tendrán
una importancia decisiva en nuestra salvación; gracias y ayudas; acontecimientos
que quizás hemos negativos, enfermedades, fracasos, veremos que han sido regalos
de Dios. Nuestra vida entera es un bien inmerecido. Por eso las acciones de
gracias deben ser continuas. En el Prefacio de la Misa, recordamos que es
nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre
santo. ¡Dios mío, gracias! Y el alma se llena de paz, porque entiende que de
aquello que parece poco grato o no deseable, Dios sacará mucho fruto. Este
gracias es como el leño que Dios mostró a Moisés, que arrojado en las aguas
amargas, las trocó en dulces (Ex 15, 25). Con la acción de gracias continua, la
petición reiterada, porque son muchas las ayudas que necesitamos, sin las cuales
no podremos seguir el camino del crecimiento.
PEDID Y RECIBIREIS
Aunque el Señor nos concede muchos dones sin que se los pidamos, ha dispuesto
concedernos otros si se los pedimos con la fuerza de la oración. Es necesario
que pidamos, es preciso orar siempre y no desfallecer con la seguridad de que
nuestras oraciones serán siempre atendidas. Dios mismo es garante de que todo lo
que pidamos se nos concederá. “Pedid y se os dará, buscad y encontrareis, llamad
y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama
se le abre”. Cuanto mas pedimos, más nos acercamos a Dios, más crece nuestra
amistad con El. En la tierra, cuando hay que pedir un favor a un poderoso se
busca un lazo que nos una a el, el momento oportuno, en que se encuentre de buen
animo... Dios siempre está dispuesto a escucharnos. “¿Acaso si alguno de
vosotros, si un hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da
una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a
vuestros hijos, ¿cuánto mas vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que
se las pidan?.
JESUS MARTI BALLESTER