"TALLER DE CRISTOLOGÍA"

OSCAR GONZÁLEZ JARA

GUIÓN DE REUNIONES

PADRES CATEQUESIS 1ª COMUNIÓN

COLEGIO SAN MATEO

OSORNO - CHILE

 

COLEGIO SAN MATEO

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

OSORNO - CHILE

 

 

Presentación:

En el Colegio San Mateo existe desde hace 7 años la Catequesis de Primera Comunión, con el programa que tienen todas las diócesis del país. En nuestro colegio realizan esta catequesis los alumnos de 4º y 5º básico con sus respectivos padres. Ha sido una muy buena instancia para evangelizar a las familias que llegan al colegio.

Dentro del programa de formación para estos papás existe el tema de Cristología, o más bien un acercamiento al conocimiento de la Persona de Jesús. Este tema normalmente lo dan o presentan diferentes personas, generalmente padres jesuitas que no siempre permanecen en el colegio, o diferentes profesores, de tal modo que cada año los énfasis son diferentes, también la metodología de la presentación es diferente, a veces solo expositiva, a veces participativa o a modo de taller.

La idea de preparar este guión de reuniones sobre algunos aspectos de la persona de Jesús, es para lograr que todos los papás que participan en catequesis puedan contar con un mínimo de búsqueda, reflexión y conocimiento de la persona de Jesús, que los anime y entusiasme a seguir creciendo en su fe. Por otro lado este material podría ser de gran ayuda para que pueda manejarlo una persona que no necesariamente tenga gran experticia en el tema. Con ciertas adaptaciones, creo que también este guión puede ser utilizado con otros grupos de personas.

Estos papás y mamás en su mayoría no tienen mayor formación religiosa, son de una situación socio - económica y educacional heterogenea, generalmente asisten a la Catequesis porque es importante para ellos que sus hijos "cumplan con el requisito de hacer la primera comunión", sin embargo, hay un buen número de ellos que tiene grandes deseos de crecer, aprovechan la oportunidad y contribuyen a la formación y crecimiento de otros padres de familia. También se involucran en otras actividades de servicio en el colegio, tales como: asesorar Comunidades de Vida Cristiana de Enseñanza secundaria, asesorar grupos de trabajos sociales, animadores y guías de la misma catequesis de Primera Comunión, junto a otras tareas de servicio. Por eso el intento de hacer un aporte a su crecimiento en la fe.

Respecto del trabajo realizado en la preparación de este guión, puedo decir que aprendí mucho, no puedo separar lo que obtuve en conocimientos de la riqueza humana y espiritual, porque a través de este trabajo y lo estudiado durante este año, siento que el Señor me ha regalado su cercanía y el entusiasmo para seguir trabajando en su Proyecto.

El guión de reuniones como expresé antes, espero pueda tener un uso que ayude a otros. En el aporte teórico frente a los temas preferí transcribir literalmente lo escrito por los autores, ya que esto mantiene las ideas originales sin riesgo de interpretaciones erróneas.

En cuanto al contenido general de las reuniones han sido separados en temas para efectos de estudio y trabajo, pero los cuatro temas se relacionan y tocan por todos lados. Si queremos conocer y seguir a Jesús, es mejor hablar de su persona, no podemos separar su humanidad y divinidad, como tampoco el Padre del Hijo. Sucede lo mismo con el Reino la pedagogía y la misericordia de Jesús.

Lo importante es sentir que Dios Padre nos ama tanto que se hace hombre a través de Jesús, su Hijo, quien llegó a morir por nosotros y por fidelidad amorosa al Padre. Jesús nos muestra cómo es el Padre, nos da a conocer el Reino, a través de una pedagogía que convence, porque nos enseña con su vida, nos enseña sobre la Vida Verdadera y se acerca más, nos acompaña más, cuando nosotros creemos estar más lejos de Él, cuando sufrimos, cuando lo negamos, cuando no aceptamos su amor. Ahí esta para recordarnos que se hizo hombre para amar a todos los hombres y mujeres, pero especialmente a los que ayer marginados, hoy excluidos, le necesitan más.

 

TEMARIO DE LAS REUNIONES:

1.- JESÚS HUMANO Y DIVINO

2.- JESÚS MAESTRO

3.- JESÚS ACOMPAÑANTE EN EL DOLOR

4.- EL REINO

 

 

 

METODOLOGÍA DE LAS REUNIONES:

Cada tema ( reunión ) se desarrollará aproximadamente en 90 minutos, en el siguiente esquema:

  1. Oración inicial, que el guía dirige con una Lectura Bíblica y una oración referente al tema. (5 minutos)

  2. Introducción, esta es una presentación que hace el guía a todo el grupo de papás y mamás, sobre el tema que será tratado en la reunión. (5 minutos)

  3. Preguntas personales, cada participante de la reunión contesta dos preguntas en forma escrita e individual. Estas preguntas apuntan a que el papá o mamá reflexione y busque en su experiencia personal lo que ha pasado con el tema que se está tratando, ( contexto y experiencia personal). (15 minutos)

  4. ¿Y que nos dice la Escritura? Se sugieren dos lecturas para que los papás puedan rezar, reflexionar y confrontar su experiencia personal. Además se sugieren dos lecturas adicionales para que el guía de la reunión tenga más opciones de selección. Después que cada papá haya leído y reflexionado su lectura se junta en grupo con otros papás para compartir libremente su reflexión y finalmente cada grupo pone en común sus opiniones o conclusiones.( reflexión personal y grupal) (30 minutos)

  5. Demos razón de nuestra Fe, esta es una parte importante de la reunión, el guía recoge lo que los papás han expresado en la parte anterior de la reunión y hace una exposición basándose en la lectura de textos de autores que han escrito sobre el tema tratado, estos van anexados a cada reunión.(Reflexión) (20 minutos)

  6. ¿A qué me mueve esta Reflexión – Oración? Cada participante en forma personal escribe a manera de oración, propósito o compromiso, acciones concretas que desea realizar producto de lo vivido en la reunión, la hoja en la que han escrito es para cada persona, no es necesario compartirla porque puede ser muy personal. ( Acción). (10 minutos)

  7. Oración final y síntesis, El guía invita a recoger a través de la oración lo vivido por los participantes en la reunión, ya sea con peticiones o acciones de gracias. (Evaluación) (10 minutos)

 

 

 

TEMA 1

"JESÚS HUMANO Y DIVINO"

1.- Oración inicial:

Lectura de Juan 1, 14; se invita a tener una breve oración personal, silenciosa sobre la lectura y luego se reza el Padre Nuestro.

2.- Introducción :

General mente al hablar de la humanidad y divinidad de Jesús, terminamos por hacer una separación que no nos permite acercarnos a la persona de Jesús. Muchas veces nuestra posición frente a estos dos aspectos de la persona de Jesús, obedece a la experiencia y formación que hemos tenido desde nuestra infancia, por lo tanto para algunos Jesús es más divino que humano, para otros el Jesús en que creen es más humano que divino y para otros es humanidad y divinidad "en una sola Persona".

En esta reunión intentaremos conocer, reflexionar y orar lo que nos dice nuestra experiencia, el evangelio y algunos autores frente a este tema.

3.- Preguntas personales:

  1. ¿ Quién es Jesús para mi ?

  2. ¿ Qué rasgos humanos y divinos conozco de Jesús?

4.- ¿Y qué nos dice la Escritura?

Dispongámonos a leer las lecturas sugeridas en ambiente de oración y luego compartamos en grupo nuestras reflexiones.

Otras lecturas sugeridas:

5.- Demos razón de nuestra fe.

A continuación se presentan dos textos, de dos autores, que han desarrollado el tema de La Humanidad y Divinidad de Jesús. Estas lecturas son principalmente para que el guía de la reunión las lea y se prepare para hacer una breve exposición del tema. ( Ver anexo 1)

6.- ¿ A qué me mueve esta reflexión – oración?

Después de haber conocido reflexionado y orado sobre la persona de Jesús. ¿Qué estoy dispuesto a hacer por el Señor?

7.- Oración final
El guía recoge Peticiones y acciones de gracias referentes al tema

tratado.

Anexo No 1

" El Hombre Jesús de Nazaret, "revelación de Dios"

José María Castillo S. S.j.

En los escritos del Nuevo Testamento, se dice, en distintos sitios y desde diversas tradiciones, que el hombre Jesús de Nazaret fue ( y sigue siendo para nosotros) la revelación de Dios. Dicho de otra manera, Jesús es quien nos ha dado a conocer quién es Dios y cómo es Dios.

Esto es lo que se dice claramente, ante todo, en el evangelio de Juan: "A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único del Padre… es quien nos lo ha dado a conocer" ( Jn 1, 18). Al afirmar que a Dios nadie lo ha visto jamás, el evangelio no se refiere simplemente, como es lógico, a que Dios no es un objeto visible para nuestros ojos. Eso ya lo sabe todo el mundo. Cuando el evangelio dice que a Dios nadie lo ha visto jamás lo que quiere afirmar es que Dios no está a nuestro alcance y que, por tanto, no lo podemos conocer. Y cuando el mismo evangelio asegura que ha sido el Hijo único del Padre quien nos lo ha dado a conocer, lo que está diciendo san Juan es que Jesús, el hombre Jesús, es quien nos ha enseñado el misterio profundo de Dios. En aquel hombre, que fue Jesús, aprendemos todo lo que tenemos que saber sobre Dios. Y es claro que, según el evangelio, nosotros no tenemos otro camino ni otro medio para enterarnos de cómo es Dios.

Esto mismo queda más claro aún en unas palabras que el mismo Jesús le dijo al apóstol Felipe. Este hombre le pidió un día a Jesús: " Señor, muéstranos al Padre, y con eso tenemos bastante" (Jn 14, 8). En los escritos del Nuevo Testamento, el "Padre" es "Dios". Por tanto, cuando Felipe le pide a Jesús que le muestre al Padre, en realidad, lo que le pide es que le diga cómo es Dios. Ahora bien, la respuesta de Jesús es clara y determinante: "Tanto tiempo estoy con vosotros, ¿ y todavía no me conoces Felipe?" (Jn 14, 9). Lo que aquí llama la atención es que Felipe pregunta por el conocimiento de Dios, pero Jesús le responde refiriéndose al conocimiento de él mismo, de Jesús. Y es que el propio Jesús añade enseguida algo que es el secreto de todo: "Quién me ve a mi, ve al Padre" (Jn 14, 9)

(…) el hombre Jesús de Nazaret es quien nos revela a Dios. Es decir, a Dios lo podemos conocer en Jesús, por medio de Jesús, en su persona y su vida.

(…) a Dios se le conoce, no elevándose por encima de lo humano o huyendo de la humanidad, sino todo lo contrario. A Dios se le conoce y se le encuentra en lo humano y través de lo humano. No sabemos si Dios pudo escoger otros caminos para darse a conocer a nosotros. Pero el hecho es que escogió el camino o, si se prefiere, el medio de lo humano.

(…) Dios se nos ha dado a conocer en la persona y en la vida de un hombre concreto y determinado. En la persona y en la vida del hombre que fue Jesús de Nazaret. Ahora bien, esto quiere decir que Dios se nos ha revelado en la vida de un hombre que nació pobre, que vivió entre los pobre y gentes marginales de su tiempo, y que murió como un delincuente y entre malhechores, como el más famoso de ellos. O sea, Dios no escogió a cualquier hombre para darse a conocer. Dios vio claramente que, para darse a conocer, tenía que ser a través de un pobre, de un hombre marginal, perseguido, mal visto y despreciado. Todo esto no pudo ser una casualidad. Ni tampoco una circunstancia cualquiera. Ni siquiera se trata de que así Dios nos enseñaba a nosotros a ser pobres y despreciados. Entre otras cosas; porque ser pobres y despreciados es una desgracia y una humillación que Dios no puede querer para nadie. Sin duda, la explicación de todo esto tiene que estar en otra cosa.

En el evangelio de Juan, hay unas palabras que nos dan la clave para entender este asunto. Se trata de aquello que se dice en el prólogo de este evangelio: "La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn1, 14). La "Palabra" (Logos) es, no sólo la revelación de Dios, sino que es Dios mismo (Jn 1, 1-2). Por eso, cuando el evangelio afirma que la palabra se hizo carne, no se trata solamente de que Dios se dio a conocer en un hombre, sino de que Dios se hizo hombre. O sea, Dios se hizo presente en aquel hombre concreto que fue Jesús. Pero lo más importante no es esto. Lo más serio, y también lo más desconcertante, es que Dios se hizo presente, en el mundo, como sarx. De ahí que el evangelio no dice que la palabra se hizo "hombre", sino dice: la Palabra se hizo "carne". Ahora bien, en el lenguaje de aquel tiempo, hablar de carne( sarx ) era lo mismo que hablar de lo más débil de la condición humana. Por eso Jesús les dijo a sus discípulos, en el huerto de Getsemaní, que "el espíritu es valiente, pero la carne es débil" (Mt 26, 41). Es más, para san Pablo, en la carne no hay nada bueno (Rom 7, 18), porque en ella lo único que hay es la ley del pecado (Rom 7, 25). Es decir, la "carne" es debilidad y una debilidad tan grande que de ella brota la maldad. Lo cual, naturalmente, es la peor debilidad que podemos tener y sufrir los seres humano.

Por lo tanto, decir que a Dios lo conocemos y lo encontramos en "un" hombre ( el hombre Jesús de Nazaret) es lo mismo que decir que a Dios lo encontramos y lo conocemos en la debilidad. O sea, no solo se trata de que a Dios lo encontramos en lo humano, sino que se trata de que a Dios ( al Dios que nos reveló Jesús) solamente podemos conocerlo y encontrarlo en lo más débil de nuestra pobre condición humana.

(…) cuando se trata de hablar de Dios, no se puede empezar pensando en el Dios que nos enseñaron los filósofos y los sabios de este mundo, el Dios que se define por el poder, el poder infinito, al que llamamos el "Omnipotente". Si empezamos por ahí y luego le aplicamos eso a Jesús, entonces nos sale un Jesús que no se parece en nada al que nació en el establo (entre basura y animales), vivió como un pobre trabajador que se quitaba el hambre como podía, y finalmente acabó sus días colgado entre delincuentes como un vulgar malhechor. Por el contrario, si empezamos por Jesús, el hombre Jesús de Nazaret, entonces lo que tenemos que hacer es aplicarle a Dios lo que la gente veía en aquel Jesús, que precisamente atraía tanto a los más pobres, a los más desgraciados y a los más pecadores. O sea, para decirlo claramente: no se trata de afirmar que Jesús es infinitamente sabio, poderoso, inmenso y todo lo demás que se le suele aplicar a Dios. Todo eso será verdad. Pero en realidad no sabemos cómo es ni cómo se explica. Entonces, lo que tenemos que hacer es empezar por Jesús y decir que Dios es tan bueno y tan humano como fue Jesús. Decir también que Dios es tan sencillo como fue Jesús. Y decir que Dios está tan cerca de todo lo que es debilidad, en este mundo, como estuvo Jesús. En resumidas cuentas: el asunto de Dios y de Jesús no se resuelve aplicándole a Jesús los atributos infinitos del Dios que hemos construido los hombres, a fuerza de pensar, sino que se resuelve aplicándole a Dios lo que nos enseñó Jesús con su vida, sus costumbres y su manera de comportarse con todo el mundo, tal como lo cuentan los evangelios. En definitiva, la cuestión está en saber si nos fiamos más de lo que pensamos nosotros o de lo que nos enseña Jesús ".

Tomado de :

José María Castillo S. S.j.

Cuadernos de Espiritualidad. CEI (Centro de Espiritualidad Ignaciana )

marzo - abril 2001

"Jesús Persona y Proyecto".

Capítulo 2: Jesús y Dios.

Páginas: 15-21

 

"JESÚS: EL HOMBRE DIOS Y EL DIOS HOMBRE"

Leonardo Boff.

 

La mayoría de los intentos de esclarecer la divinidad y la humanidad de Jesús parten del análisis de la naturaleza humana o divina, o bien del significado de la persona. Nosotros intentaremos un camino inverso: procuraremos entender al hombre y a Dios a partir de Jesús mismo. En Jesús se reveló el hombre en su máxima radicalidad y también quién es el Dios humano: No es, pues, el análisis abstracto de la humanidad y de la divinidad lo que permite esclarecer el misterio de Jesús de Nazaret, que fascinó a los apóstoles hasta el punto de llamarlo Dios. Por el contrario, es la cristología la que permite elaborar una antropología.

Del testimonio de los evangelios y de lo que hemos dicho sobre el extraordinario equilibrio, la fantasía creadora y originalidad de Jesús resulta que su vida fue una existencia totalmente orientada y vivida para los otros y para el gran Otro ( Dios). Jesús estaba absolutamente abierto a los demás, no discriminaba a nadie y abrazaba a todos en su amor ilimitado, en especial a los descalificados religiosa y socialmente ( Mc 2, 15-17). El amor a los enemigos que él predicó ( Mt 5, 43) lo vivió personalmente, perdonando a los que lo clavaron en cruz (Lc 23, 34-46). No poseía esquemas prefabricados, ni moralizaba, ni censuraba a los que venían a él: "Al que venga a mí no lo echaré fuera" (Jn 6, 37). Liberal ante la ley era riguroso en exigir un amor que ata a los hombres con lazos más liberadores que los de la ley. Su muerte no fue solamente consecuencia de su fidelidad a la misión liberadora que el Padre le confió; fue también fidelidad a los hombres, a los que amó hasta el fin

(Jn 13, 1).

Jesús estaba vacío de sí mismo. Por eso podía ser completamente colmado por los otros, a quienes recibía y escuchaba tal como se presentaban: Daba igual que fueran mujeres o niños, publicanos o pecadores, una prostituta o un teólogo, tres ex guerrilleros (convertidos después en sus discípulos) o unos piadosos como los fariseos. Jesús fue un hombre que se entendió siempre a partir de los otros: su ser fue continuamente "un ser para los demás". Particularmente con el gran Otro, Dios, él cultivó una relación de extrema intimidad. Llama a Dios Abba, Padre, en un lenguaje que se asemeja a la confianza y a la entrega segura de un niño ( Mc14, 36; cf. Rom 8, 15; Gál 4, 6).

El mismo se siente su hijo( Mt 11, 27; Mc 12, 6; 13, 52). Su relación íntima con el Padre no manifiesta indicio alguno de complejo de Edipo: es transparente y diáfana. Invoca a Dios como Padre, no se siente como un hijo pródigo que regresa y se arroja arrepentido en los brazos paternos. Jesús jamás pide perdón ni alguna gracia para sí. Suplica liberación del dolor y de la muerte (Mc 14, 36 per.; Mc 15, 34-37; Jn 11, 41-42), pero no quiere realizar su voluntad, sino la del Padre ( Mc 14, 36). Su última palabra es de serena entrega: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23, 46). Encuentra el sentido de su vida solamente a partir de Dios, para quien está absolutamente abierto. San Juan, legítimamente, hace decir a Jesús: "Yo no puedo hacer nada por mi cuenta:…porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado" (Jn 5, 30). Su intimidad con el Padre era tan profunda que en el mismo Juan encontramos las siguientes palabras: "Yo y el Padre somos uno". Porque se abrió y se entregó a Dios con absoluta confianza __ y eso constituye su modo típico de existir, que es el existir de la fe __, Jesús, como enseñó el concilio de Calcedonia, no poseía la hipóstasis, la subsistencia, el permanecer en sí mismo y para sí mismo Estaba absolutamente vacío de sí mismo y completamente colmado de la realidad del Otro, de Dios Padre. Se realizaba radicalmente en el Otro, no siendo nada para sí, sino todo para los otros y para Dios. Fue en la vida y en la muerte, la simiente de trigo que muere para dar vida, el que pierde la vida para ganarla (cf. Mt 10, 39). La falta de personalidad humana (hipóstasis o subsistencia) no constituye imperfección en Jesús, sino su máxima perfección. El vaciarse significa crear espacio interior para ser llenado por la realidad del otro. Saliendo de sí, el hombre queda más profundamente en sí mismo; dando, recibe y posee su ser: Jesús fue hombre por excelencia, el ecce homo, porque su radical humanidad fue conquistada no por la autárquica y ontocrática afirmación del yo, sino por la entrega y comunicación de su yo a los otros y para los otros, especialmente para Dios, hasta identificarse con los otros y con Dios. El modo de ser de Jesús como "ser para los demás" Nos permite descubrir cuál es el verdadero ser y existir del hombre. La existencia del hombre sólo adquiere sentido cuando se entiende como una total apertura y como un nudo de relaciones que se orienta en una múltiple dirección: hacia el mundo, hacia el otro y hacia Dios". Su vivir verdadero es un "vivir con". Por eso solamente a través del tú llega el yo a ser lo que es. El yo es un eco del tú y, en su última profundidad, una resonancia del tú divino. Cuanto más se relaciona el hombre y sale de sí más crece en sí mismo y llega a ser hombre. Cuanto más está en el otro, más está en sí mismo y se torna yo. Cuanto más estaba Jesús en Dios, más estaba Dios en él. Cuanto más el hombre-Jesús estaba en Dios, más se divinizaba. Cuanto más estaba Dios en Jesús, más se humanizaba. Jesús-hombre estaba de tal manera en Dios, que se identificó con él. Dios estaba en tal medida en Jesús–hombre, que se identificó con él; Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios. Si alguien acepta en la fe que Jesús fue el hombre que puede relacionarse y estar en Dios hasta sentirse de hecho su Hijo –en ello reside la identidad personal de Jesús con el Hijo eterno -, y si alguien acepta en la fe que Dios en tal puede vaciarse de sí mismo (cf. Flp 2, 7) hasta llenar la total apertura de Jesús, hasta hacerse hombre él mismo, ése acepta y profesa lo que nosotros los cristianos profesamos y aceptamos como la encarnación: la unidad inconfundible e inmutable, indivisible e inseparable de Dios y del hombre en uno y el mismo Jesucristo, siendo Dios siempre Dios y el hombre radicalmente hombre.

Jesús fue la criatura que Dios quiso y creó para que pudiera existir totalmente en Dios y que, cuanto más unida estuviera a Dios más se hiciera ella misma; esto es, hombre. De ese modo, Jesús es verdaderamente hombre y también verdaderamente Dios. Pero también podemos decir lo contrario: así como la criatura Jesús es más ella misma cuanto más está en Dios, de forma análoga Dios es tanto más él mismo cuanto más está en Jesús y asume su realidad. Es evidente que, en Jesús, Dios y el hombre constituyen una unidad. Ante Jesús, el creyente está frente a Dios y al ecce homo en fundamental inmediatez. Jesús-hombre no es el receptáculo exterior de Dios, como el vaso frágil que recibe la esencia preciosa, Dios. Jesús-hombre es Dios mismo cuando entra en el mundo y cuando él mismo se hace historia: "Y la palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros" (Jn 1, 14). Dios conoce un hacerse sin perder nada de su ser. Cuando él se hace y se convierte en devenir e historia, surge el que nosotros llamamos Jesucristo. Verbo encarnado. La mayoría de los cristianos no se ha acostumbrado aún a esta idea. El Dios experimentado y vivido por el cristianismo no es solo el Dios trascendente, infinito, llamado ser o nada, sino el Dios que se hizo pequeño, que se hizo historia, mendigó amor, se vació hasta la aniquilación (cf. Flp 2, 7), conoció la nostalgia, la alegría de la amistad, la tristeza de la separación, la esperanza y la fe ardientes; un Dios que solo podía ser así siendo realmente infinito, amor absoluto y autocomunicación, que creó el cosmos y la historia para posibilitar su entrada en ellos. De aquí se deduce que la creación debe ser pensada a partir de Cristo. El fue el primer pensamiento de Dios, el que encierra dentro de sí al propio cosmos.

J/RSD/H-NUEVO: La total apertura de Jesús a los otros y al gran Otro no se reveló solamente en el tiempo de su existencia terrestre, donde "él pasó haciendo el bien" (Hch 10, 38). La resurrección manifestó toda la profundidad de la comunión y apertura de Jesús. El Jesús terrestre, antes de la resurrección, estaba sujeto a las coordenadas del espacio y del tiempo, a las limitaciones del cuerpo carnal. Pero por la resurrección surgió el hombre nuevo, no ya carnal, sino pneumático, para quien el cuerpo no es límite, sino total presencia cósmica y comunión con la totalidad de la realidad. El Cristo resucitado la ocupa toda, llevando a cabo, en grado máximo, su ser en los otros y para los otros. La encarnación no debe ser pensada solamente a la luz del Jesús de Nazaret sárquico, participante de nuestras limitaciones y fragilidades, sino que debe ser contemplada a la luz de la resurrección, en la que se reveló, en su total evidencia y transparencia, lo que se escondía en Jesús de Nazaret: la universal y máxima apertura a toda la realidad cósmica, humana y divina, hasta el punto de que Pablo puede decir de Jesús resucitado que es "todo en todas las cosas" (Col 3, 11)."

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Tomado de:

 

"Jesús: El Hombre Dios y el Dios Hombre"

Leonardo Boff

CD: Fe y Vida, José Luis Caravias S.J.

 

 

TEMA 2

"JESÚS MAESTRO"

1.- Oración inicial:

Lectura de Marcos 4, 1-9; se invita a tener una breve oración personal, silenciosa sobre la lectura y luego se reza el Padre Nuestro.

2.- Introducción :

Jesús es "Maestro" por excelencia, él sabe como llegar a quienes quiere enseñar, su manera de enseñar es siempre contextualizada, sabe dar ejemplos, pregunta, interpela; él sabe que el importante es el que aprende, no el que enseña. Entre sus "estrategias" más importante se destaca: su enseñanza a través del testimonio, vive lo que enseña, su metodología es siempre "participativa", enseña principalmente "con el corazón" y enseña para alcanzar la libertad y la "Felicidad Verdadera".

Como padres que queremos lo mejor para nuestros hijos profundicemos un poco más y reflexionemos sobre Jesús maestro y así podamos tener consistencia en la comunicación de la fe a nuestros hijos.

3.- Preguntas personales:

  1. ¿ Qué es lo más importante que me ha enseñado Jesús?

  2. ¿ Es posible que yo pueda enseñar al estilo de Jesús? ¿ Cómo?

4.- ¿Y qué nos dice la Escritura?

Dispongámonos a leer las lecturas sugeridas en ambiente de oración y luego compartamos en grupo nuestras reflexiones.

Otras lecturas sugeridas:

5.- Demos razón de nuestra fe.

A continuación se presenta un texto, de Carlos Mesters, en el que ha desarrollado el tema de La Padagogía de Jesús. Esta lectura es principalmente para que el guía de la reunión la lea y se prepare para hacer una breve exposición del tema. ( Ver anexo 2)

6.- ¿ A qué me mueve esta reflexión – oración?

Después de haber conocido, reflexionado y orado sobre la forma como Jesús enseñaba. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para enseñar como Jesús lo hacía y para enseñar "su mensaje"?

7.- Oración final
El guía recoge peticiones y acciones de gracia referentes al tema

tratado.

Anexo 2

LA PEDAGOGÍA DE JESÚS

Carlos Mesters O.C.

" La gente se asombra de su enseñanza, porque enseñaba con autoridad, no como los letrados" ( Mc. 1, 22-27) Enseñar era lo que más hacía Jesús ( Mc. 2, 13; 4, 1-2; 6, 34). Era su costumbre ( Mc. 10, 1). El pueblo gozaba con oírlo y se admiraba ( Mc. 12,37; 1 22. 27; 11, 18). Jesús tenía un modo muy personal de decir las cosas en su enseñanza ( Mc. 4, 2; 12, 38). Enseñaba con autoridad ( Mc. 1, 22.27). Utilizaba parábolas y hacía que participara la gente: " Quien tenga oídos que escuche!" ( Mc. 4, 9 ). Partía de los acontecimientos y de las preguntas del pueblo ( Mc. 2, 18-19; 3, 23-29).

No hacía cursos ni daba conferencias. No era una enseñanza sistemática, sino una comunicación que le nacía de la abundancia del corazón, en las formas más variadas: comparaciones que hacen pensar al pueblo, conversaciones intentando esclarecer los acontecimientos, como dando cuenta de lo que Él piensa y hace, discusiones que tienen su polémica, críticas que denuncia lo falso y erróneo. Cualquiera fuera la forma, siempre era un testimonio de lo que Él vivía.

Nuevo contenido

Más de quince veces dice el evangelio de Marcos que Jesús enseñaba. Pero casi nunca qué enseñaba. ¿ A Marcos no le interesaba el contenido? Depende de lo que Ud. entienda por contenido.

En primer lugar, el contenido nunca está desligado de la persona que lo comunica. Jesús era una persona acogedora( Mc 6, 34). Quería mucho al pueblo. La bondad y el amor que se manifiesta en sus palabras forman parte del contenido. Son su temperamento. Un contenido bueno sin bondad es como leche derramada.

En segundo lugar , Marcos define el contenido de la enseñanza de Jesús como " Buena noticia de Dios" ( Mc 1, 14). La buena Noticia procede de Dios y revela algo sobre Dios. Nos hace saber que Dios es Padre. En todo la que hace y dice Jesús se traslucen los rasgos del rostro de Dios. Manifiesta la experiencia que Él tiene de Dios como Padre. Revelar a Dios como Padre es la fuente y la finalidad de la Buena Noticia de Jesús.

En tercer lugar , el mensaje que Jesús comunica se percibe no solo por las palabras, sino más bien por los gestos y el modo como Jesús se relaciona con el pueblo.

Si leemos así el evangelio de Marcos, a pesar de que no tiene muchos discursos y enseñanzas, todo en Él se transforma en una gran enseñanza asombrosa, "dada con autoridad" ( Mc 1, 22. 27), que revela la presencia del Reino en medio del pueblo:

Éstas son algunas sentencias extraídas al correr tan solo los seis primeros capítulos del evangelio de Marcos. (…). De verdad que la enseñanza de Jesús era otra comparada con la de los escribas. Era una Buena noticia para el pueblo: "Acudan a mí, los que andan cansados y agobiados y yo les aliviaré" ( Mt 11,28). Jesús revelaba un nuevo rostro de Dios, en el que el pueblo se reconocía y con el que se alegraba. " ¡ Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra! porque, ocultando estas cosas a los entendidos, se las revelaste a los ignorantes. Sí, Padre, esa ha sido tu elección" ( Mt 11, 25-26).

(…) He aquí algunos episodios en los que se trasluce el modo cómo Jesús formaba a sus discípulos y discípulas para la misión:

Son pequeños ejemplos de ayuda fraterna con los que Jesús, el maestro, da forma humana a la experiencia que Él mismo tiene del Padre".

Tomado de :

Carlos Mesters O. C.

Con Jesús a contramano…en defensa de la Vida.

CD: Fe y Vida, José Luis Caravias S.J.

TEMA 3

"JESÚS ACOMPAÑANTE EN EL DOLOR"

1.- Oración inicial:

Lectura de Romanos 5, 1-8; se invita a tener una breve oración personal, silenciosa sobre la lectura y luego se reza la oración de San Ignacio.

2.- Introducción :

En general cuando en nuestras vidas la estamos pasando mal, tenemos dos actitudes frente a Jesús. Por un lado nos alejamos, sintiéndonos muy indignos de estar cerca de Él, o sintiendo que Jesús nos ha abandonado, porque "nos está pasando la cuenta" por algo malo que hicimos, y en definitiva lo que estamos haciendo es cerrar la puerta al Señor cuando Él más quiere estar junto a nosotros, y de hecho lo está. La segunda es una actitud de entrega y abandono absoluto en el Señor. Reconociendo que no somos merecedores de su misericordia, pero que por puro amor y por gratuidad de ese amor, Jesús quiere acompañarnos ahí, en esos momentos de más dolor y angustias.

Busquemos juntos lo que Jesús nos quiere decir sobre su amor y presencia en nuestras vidas en los momentos que más quiere hacerse presente.

3.- Preguntas personales:

  1. ¿ En algún momento difícil de mi vida he sentido a Jesús a mi lado?

    ¿ De qué manera?

  2. ¿ Cómo creo que se manifiesta hoy el acompañamiento de Jesús a su pueblo?

4.- ¿Y qué nos dice la Escritura?

Dispongámonos a leer las lecturas sugeridas en ambiente de oración y luego compartamos en grupo nuestras reflexiones.

Otras lecturas sugeridas:

5.- Demos razón de nuestra fe.

A continuación se presentan dos textos , de dos autores, que han desarrollado el tema de la Misericordia y la Solidaridad de Jesús. Estas lecturas son principalmente para que el guía de la reunión las lea y se prepare para hacer una breve exposición del tema. ( Ver anexo 3)

6.- ¿ A qué me mueve esta reflexión – oración?

Después de haber conocido, reflexionado y orado sobre cómo Jesús nos acompaña a través de la misericordia y la solidaridad. ¿Qué estoy dispuesto a hacer para compartir con Jesús esta importante "misión de acompañar" a otros?

7.- Oración final
El guía recoge peticiones y acciones de gracias referentes al tema

tratado.

 

 

Anexo 3

La misericordia de Jesús:

Juan Miguel Leturia M. S.J.

(…) San Pablo nos invita a tener "Los mismos sentimientos que Cristo Jesús, el cual, siendo de condición divina no se aferró a sus prerrogativas, sino que, despojándose tomó la condición del servidor, hecho hombre entre los hombres; se humilló y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Filip. 2, 5-8). ¿ Qué mayor prueba podríamos pedir del amor que Dios nos tiene? Jesús mismo es la prueba del amor incondicional de Dios.

Jesús nos anuncia la misericordia sin límites del Padre de los cielos fundamentalmente de tres maneras: contando cuentos, invitando a comer, y entregando libremente su vida en la cruz, para que nosotros tengamos vida y la tengamos en abundancia.

1.- NARRANDO PARÁBOLAS: son varias las "Parábolas de Misericordia" que cuenta Jesús. Detengámonos un momento en la del Hijo Pródigo o despilfarrador (Lc 15, 11-31). El joven no solo despilfarra su fortuna: al pedirle la herencia a su padre, en el fondo le ha deseado la muerte. La respuesta del padre es salir a esperarlo todos los días con los brazos abiertos. Cuando el joven regresa, consciente de su culpa, no hay ni una recriminación de parte del padre: Nada de "¿Qué pasó con la plata?" o " ves como vuelves por no seguir mis consejos" ni "por esta vez pase, pero que no se repita". Sólo abrazos y besos. Es el joven quien no puede convencerse de tanta misericordia e insiste en su indignidad, en que ha perdido el derecho a ser tratado como hijo, en que está sucio…El Padre lo abraza, ordena hacer fiesta, preparar alhajas y un banquete. Perdón y acogida incondicionales. "Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse" (Lc 15, 7).

Mediante sus narraciones; Jesús permite identificarse con los pecadores, A TODOS los que se sienten de algún modo impuros y excluidos, los que se han apartado de "la casa del Padre". Así en la historia del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37), el que se comporta según Dios, el que muestra misericordia, es precisamente un hereje, uno de los aborrecidos samaritanos. Y lo que Jesús predica, también lo pone en obra mostrándonos la misericordia de su Padre al acoger a los niños, leprosos, publicanos y centuriones romanos, prostitutas y otros "pecadores públicos". Es la aceptación incondicional __ y no la recriminación__ la que permite convertirse y cambiar la vida, para bien: Como en el caso de la mujer adúltera de Juan 8 ( según la tradición, santa María Magdalena),o la samaritana de Juan 4 ( la mujer dice feliz: "Me ha dicho todo lo que he hecho, ¿ no es este el Cristo?". Efectivamente, Jesús le ha señalado que tiene varios "maridos", pero no hay reproche en su voz, sino la invitación a recibir el don de Dios), o el publicano Zaqueo: "Hoy la salvación ha entrado a esta casa, …el Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que estaba perdido" (Lc. 19, 1-10).

2.- INVITANDO A COMER: otra forma que usa Jesús para acoger y reconciliar a los excluidos e impuros, es compartiendo frecuentemente con ellos la mesa, más allá de todo "respeto humano". Por lo que fue ampliamente criticado, especialmente por los fariseos, quienes llegaron a acusarlo de glotón y bebedor, pero sobre todo de rodearse de pecadores: "dime con quien andas…" (Lc. 5, 27-30; Lc.11, 37; Lc. 19, 7). Para los judíos de su tiempo, la "pureza ritual era algo muy serio y había muchas formas de perderla (por enfermedad, menstruación, por no cumplir con abluciones y otros ritos, por pecados, por contactos con gente impura, etc.). Mucha gente vivía así marginada de la plena comunión y participación social. Jesús no solamente comparte y se deja tocar por gente "impura", sino que hace lo que siempre y en todas partes se ha considerado signo de confianza y amistad: Los invita a comer. Acepta invitaciones a comer con los pecadores, pero también los invita Él: "este hombre recibe a los pecadores y come con ellos" ( Lc. 16, 1). Y nos propone: " Cuando des un banquete, no invites a tus parientes, amigos, sino a los pobres, inválidos, cojos y ciegos…" Lc. 14, 12-13).

La multiplicación de los panes (Mc. 6, 30; Mt. 14,13; Lc. 9, 12; Jn. 6, 1), en que Jesús da de comer a miles de personas, es un signo de la Mesa del Reino, donde el Padre no quiere que sobre ningún puesto ( Lc. 14, 22-23). Por último, Jesús festeja a sus discípulos en la CENA Pascual, donde instituye la Eucaristía y el Sacerdocio, les promete el envío del Espíritu Consolador y anticipa su entrega en la cruz.

3.- LA CRUZ: Si nos quedara alguna duda de la Misericordia sin límites del Padre, revelada en y por Jesús de Nazaret, la muerte de éste en la cruz por nuestra salvación, es la prueba definitiva de ese amor infinito. A veces, en momentos oscuros de la vida nos permitimos dudar del amor de Dios…

¿ Realmente me quiere, a mí? ¿ Cómo me muestra su amor? La respuesta está en la cruz, esa misma cruz desde la cual Jesús abre las puertas del Paraíso a Dimas ( el "buen ladrón", en realidad un feroz terrorista), y luego a todos nosotros.

Jesús resucitado, después de la pesca milagrosa (Jn. 21, 1-17), llama aparte al fanfarrón de Pedro, que tres veces lo había negado, a pesar de todas sus bravatas. A ese Pedro humillado, culpable, avergonzado, le da así la oportunidad de rehabilitarse, con una finura impresionante. " ¿Pedro, me amas?…apacienta mis ovejas". No le basta una vez, le reitera la pregunta tantas veces como hubo negaciones de Pedro, permitiéndole así rehabilitarse plenamente. Enfrenta la situación (en lugar de "correr sobre ella un tupido velo") para ayudar a Pedro a re-formular su Amor. No sólo le concede el perdón sino que le devuelve su misión de gobernar y pastorear la Iglesia. Es un perdón sin condiciones. Nada de te perdono, pero comprende que ya no puedes ser apóstol, ni menos piedra angular". La misericordia del Señor no tiene límites.

Esa finura y esa pregunta, Jesús las tiene que haber aprendido de María. Podemos imaginar a María tejiendo en el suelo, y Jesús de unos dos años jugando a su lado. De pronto el niño se incorpora y le abraza el cuello. María dulcemente la pregunta: "Jesús, ¿cuánto me quieres? Y el niño sonriendo abre sus bracitos de par en par y exclama "Te quiero todo esto".

En uno de esos momentos difíciles, le hice al Señor la misma pregunta que Él hiciera a Pedro. "¿Señor, me quieres?" Por toda respuesta, igual que Jesús niño, abrió sus brazos en cruz, me dijo " Te quiero todo eso", y murió para que yo tuviera vida."

Tomado de:

Juan Miguel Leturia S.J.

Cuadernos de Espiritualidad, CEI ( Centro de Espiritualidad Ignaciana)

No 119 – 120, enero – febrero 2000

" Jubileo 2000 El Señor" Autores varios.

Artículo: "El Señor de la Misericordia"

Páginas: 68-71

 

 

 

III TEOLOGÍA DE LA CRUZ

Jûrgen Moltmann

Cristo murió gritando "Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" y toda teología cristiana intenta darle una respuesta a esa pregunta: Pero , ¿existe realmente una respuesta a esa pregunta? ¿Acaso las teologías cristianas no son a menudo como los amigos de Job, que le quieren aclarar el porqué de su sufrimiento, mientras que él no quiere dejarse consolar? A continuación abordaremos algunas preguntas que surgen frente a la cruz de Cristo y a su experiencia del abandono de Dios.

¿ Por qué Dios abandonó a Cristo en la cruz?

Podemos encontrar una primera respuesta en Pablo y en Juan: Dios lo ha entregado "por nosotros"; Dios lo hizo por amor a nosotros. Pablo razona del siguiente modo: El Dios que levantó a Cristo de los muertos es el mismo Dios que lo "entregó" a la muerte en cruz. En el abandono del Cristo crucificado, que grita:" Dios mío, ¿por qué?", Pablo ya oye la respuesta: "El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?"(Rom 8, 32). ¿Fue ésta también la voluntad de Cristo? Pablo afirma que sí y habla del "Hijo de Dios" que "se entregó a sí mismo por mí" ( Gal 2, 20). ¿ Quiere decir entonces que Dios sacrificó a su "propio Hijo" y lo dejó morir solo y dolorido en la cruz? En ese caso Dios no solamente sería un Dios apático, sino también un Dios cruel. No, dice Pablo, pues cuando Cristo, el Hijo de Dios, sufre la muerte, entonces el Padre de Jesucristo sufre la muerte del Hijo único amado. Si el Hijo muere en la cruz abandonado por Dios, entonces también Dios, el Padre, sufre su separación del Hijo. Así sufren ambos, aunque de manera distinta: Cristo sufre la muerte, Dios sufre la muerte del Hijo. Por consiguiente, la Pasión de Cristo sacude a Dios mismo y llega a ser la Pasión de Dios. Pablo lo expresa en la conocida frase "Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo" (2 Cor 5, 19). Si Dios Padre estaba en Cristo el Hijo, entonces los sufrimientos de Cristo también son los sufrimientos de Dios y también Dios experimenta la muerte en la cruz de Cristo. ¿Cómo podemos concebir que Dios, por un lado, es quien entrega a Cristo al desamparo y que, por el otro, es al mismo tiempo quien existe y está "en Cristo" ? Pablo no nos facilita información al respecto. Sin embargo, hay un viejo relato judío que nos puede dar un indicio acerca de este misterio:

"Cuando el Santo, bendito sea, venga a liberar a los hijos de Israel del destierro, le dirán: Señor del mundo, tú eres quien nos dispersaste entre los pueblos al expulsarnos de nuestra patria, y ahora ¿eres tú quien nos conduce allí nuevamente? Y el Santo, bendito sea, les dirá a los hijos de Israel: Cuando vi que habíais dejado mi patria yo también la dejé, para volver a ella junto con vosotros" ( E.Wiesel, der mitleidende

Gott).

Dios acompaña, Dios sufre con nosotros. Por lo tanto, donde vaya Cristo, el Hijo de Dios, allí también irá el Padre.

Por consiguiente, en la entrega del Hijo puede reconocerse la entrega de Dios, pues de otra forma no podría afirmarse en el evangelio de Juan: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (14, 9). En el abandono divino de Cristo, Dios sale de sí mismo, deja su cielo y está presente en Cristo, para llegar a ser el Dios y Padre de los abandonados . Cristo muere exclamando a Dios, por quién se siente abandonado. ¿Dónde está Dios en los acontecimientos del Gólgota? Está en el Cristo que muere. Hay muchas respuestas a la pregunta de "por qué", y ninguna es satisfactoria. La pregunta acerca de "dónde" es más importante, pues su respuesta es Cristo mismo.

¿Con qué fin asumió Dios este sufrimiento de Cristo?

¿Qué sentido tiene el cruel acontecimiento del Gólgota? Esta pregunta tiene dos respuestas. En primer lugar, lo hizo para estar con nosotros en nuestro sufrimiento y en nuestro dolor: se trata de solidaridad de Dios con nosotros. En segundo lugar, lo hizo por nosotros en nuestra culpa, para liberarnos de su peso: se trata de la expiación divina a favor nuestro. ( Esta segunda respuesta no la transcribiremos, pues nuestro énfasis por el momento está puesto en el tema de la solidaridad)

  1. La Cristología de la solidaridad: Cristo nuestro hermano

Los evangelios relatan la historia de la Pasión de Cristo como la historia de un progresivo auto-despojamiento por parte de Cristo. Sus discípulos varones huyen después de su arresto por los romanos, uno lo traiciona, otro lo niega__ y Cristo pierde su identidad como su maestro__ . Los sacerdotes de su pueblo lo entregan a los romanos __ y Cristo pierde su identidad como judío __. Pilato lo hace torturar y permite que destruyan su cuerpo. Es ejecutado como "enemigo de la humanidad" ( por un Imperio romano que pretende representarla) __ y Cristo pierde su vida__ . El himno de Filipenses resume este camino de humillación de la siguiente manera:

Se despojó de sí mismo

tomando condición de siervo (…)

Se humilló a sí mismo

obedeciendo hasta la muerte

y muerte en cruz ( Flp 2).

Si Dios va dondequiera que vaya Cristo, si Dios mismo estaba en Cristo, entonces Cristo trae la comunión con Dios a quienes están tan humillados y despojados como él. La cruz de Cristo se encuentra entre las cruces innumerables que bordean el camino de los poderosos y violentos, desde Espartaco hasta los campos de concentración, los hambrientos y los "desaparecidos" en América Latina.

Los sufrimientos de Cristo no son exclusivamente sus sufrimientos, sino que incluyen nuestros sufrimientos y los sufrimientos de este tiempo. Su cruz se erige fraternalmente entre nuestras cruces como señal de que Dios mismo participa en nuestros sufrimientos y carga con nuestros dolores. El "Hijo sufriente del Hombre" llegó a ser uno de nosotros a tal punto que los seres humanos innumerables y anónimos, torturados y abandonados, son sus hermanos y hermanas. Ésta fue la experiencia de conversión del arzobispo Óscar Arnulfo Romero a los 59 años en el Salvador: "En los crucificados de la historia se le reveló el Dios crucificado (…). En los ojos de los pobres y oprimidos de su pueblo vislumbró el desfigurado rostro de Dios"

(Jon Sobrino).

Cristo se entregó a esta humillación y este abandono para hacerse hermano de los humillados y abandonados y para llevarles el reino de Dios. No nos ayuda por medio de milagros sobrenaturales, sino en virtud de su sufrimiento, de sus heridas. " Sólo el Dios sufriente puede ayudar" escribió Dietrich Bonhoeffer en su celda de condenado a muerte. Dios siempre nos ayuda en primer lugar sufriendo con nosotros: "Si en el sheol me acuesto, allí te encuentras" ( Sal 139, 8). Por ende, no nos puede separar ningún sufrimiento de esta comunión con el Dios que sufre con nosotros. El Dios de Jesucristo es el Dios solidario con las víctimas y los que sufren.

Tomado de:

Jûrgen Moltmann

"Cristo para nosotros hoy"

Capítulo 2, La Pasión de Cristo y el dolor de Dios

Páginas 36 - 38

Editorial Trotta

ISBN: 84 – 8164 – 169 - 3

 

 

TEMA 4

"EL REINO"

1.- Oración inicial:

Lectura de Romanos 12, 9-19; se invita a tener una breve oración personal, silenciosa sobre la lectura y luego se reza el Padre Nuestro.

2.- Introducción :

A menudo relacionamos el Reino de Dios con un reino que no es de este lugar ,siempre lo relacionamos con un premio que alcanzaremos "si nos portamos bien", entonces nuestra manera de vivir es más bien un comportamiento para "ganar o perder el premio" al final del viaje, según como nos hayamos portado, y no vivimos de un amor maduro como consecuencia de un conocimiento y seguimiento de Jesús aquí y ahora.

Veamos cuánto podemos profundizar y conocer del Reino en la reunión de esta tarde.

3.- Preguntas personales:

a)¿ Qué imagen tengo yo del Reino de Dios?

b)¿ De lo leído o escuchado de la Biblia que pasaje me representa mejor el Reino de Dios?

4.- ¿Y qué nos dice la Escritura?

Dispongámonos a leer las lecturas sugeridas en ambiente de oración y luego compartamos en grupo nuestras reflexiones.

Otras lecturas sugeridas:

5.- Demos razón de nuestra fe.

A continuación se presenta un texto tomado del libro de Piero Coda: "Dios entre los hombres" en el que nos escribe sobre el Reino. Esta lectura es principalmente para que el guía de la reunión la lea y se prepare para hacer una breve exposición del tema. ( Ver anexo 4)

6.- ¿ A qué me mueve esta reflexión – oración?

Después de haber conocido, reflexionado y orado sobre el Reino de Dios. ¿Cómo estoy dispuesto a trabajar con Jesús para la construcción del Reino aquí y ahora?

7.- Oración final
El guía recoge peticiones y acciones de gracias referentes al tema del

Reino y termina con la oración de San Ignacio.

Anexo 4

EL REINO.

Piero Coda

 

1,- EL SIGNIFICADO DEL ANUNCIO DEL REINO: DIOS, EN JESÚS, SE HACE PRESENTE EN MEDIO DE LOS HOMBRES.

__ En primer lugar se trata de un acontecimiento que coincide con la misma predicación y con el mismo ministerio del Nazareno.

"Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: " El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘ Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros" " ( Lc 17, 20-21).

Israel esperaba la venida de JHWH en medio de su pueblo: Jesús afirma __de modos diversos, pero sustancialmente convergentes __que a través de su anuncio y de su acción Dios interviene de forma decisiva y definitiva en medio de su pueblo. Por tanto, ya desde el inicio, no es posible separar el anuncio y la obra de Jesús de su propia persona.

__ La llegada del Reino será reconocida a través de los signos concretos que, sin embargo, deben ser correctamente interpretados, en sintonía con la presencia de JHWH en la historia del hombre.

" Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una señal del cielo. Mas él les respondió: " Al atardecer decís: ‘ Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un rojo de fuego’, y a la mañana ‘ Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío’. ¡ Conque sabéis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir las señales de los tiempos!" " ( Mt 16, 1-3)

¿ Cuáles son estos "signos" que interpretados, muestran el acontecimiento del Reino? Son las palabras de Jesús y su kerigma, su praxis y sus gestos de salvación para con los pobres y los humildes, su misma existencia, la comunidad mesiánica que se agrega en torno a él: todas estas cosas, que describiremos con detalle más adelante, hablan __ según Jesús—de sí mismo, testimonian que Dios está obrando en él.

__ El Reino es un acontecimiento que acontece en el corazón del hombre, porque alcanza a su relación con Dios, pero se manifiesta también en las relaciones entre los hombres. Podríamos decir que la llegada del Reino es un acontecimiento que tiene una estructura dialógica, interpersonal. Por un lado, invita al hombre a "convertirse", a redescubrir y a abrirse a una relación nueva con Dios; por otro lado, y en consecuencia, modifica también la relación entre hombre y hombre. Sin esta implicación personal __que Jesús denomina, en continuidad con la experiencia de trato de JHWH con Israel propia del Antiguo Testamento, fe, creer en Dios que obra en Él y a través de Él __ no se entra en el acontecimiento del Reino de Dios.

En resumen, Jesús de Nazaret anuncia una buena noticia, una noticia de alegría, porque está produciéndose un acontecimiento prometido y esperado: la irrupción de JHWH en la historia, que interpela al corazón del hombre, y que, a través de esta implicación, provoca una llegada nueva y plena del Reino de Dios en la existencia de cada hombre y, como consecuencia, en la relación entre los hombres.

 

 

 

2.- EL CONTENIDO DEL ANUNCIO DEL REINO: DIOS ES PADRE QUE

PERDONA A LOS PECADORES Y LIBERA A LOS POBRES

Si examinamos el kerigma y la praxis de Jesús, podemos concluir que el contenido de este acontecimiento viene definido por dos polos inseparables.

__ El primero es la revelación, o mejor, la autocomunicación de un Dios que es Padre que perdona y libera a los hombres. Este evento se constata sobre todo en el hecho de que en Jesús ( a través de sus palabras y de su praxis de vida) podemos percibir una relación de intimidad profunda , muy particular con Dios. En el evangelio de Mateo se narra una exclamación de Jesús, que es reveladora de lo que era la experiencia más profunda de su relación con Dios:

" Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre

le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar"

( Mt 11, 25-27).

Esta expresión muestra que en el núcleo de la experiencia de Jesús se da una relación íntima con JHWH, experimentado como Padre. Esta experiencia nos es también transmitida por un término que Jesús privilegia, Abbá ( cf. Mc 14, 36), un término usado en lenguaje familiar, por parte de los pequeños, para designar a su papá. Lo que más impresiona es que en Jesús exista esta relación de intimidad profunda, casi desconcertante con Dios, sin que esto quite respeto y obediencia ( ¡ al contrario, se ponen de relieve! ): algo que destaca en el mismo hecho de que este término no se usaba generalmente en la tradición religiosa hebrea en referencia a Dios, porque era demasiado íntimo y familiar.

No por casualidad, cuando Jesús enseñe "su" oración a los discípulos, les enseñará el "Padre Nuestro" .

__ El segundo polo es el anuncio y el testimonio de esta paternidad – cercanía de Dios en primer lugar y con predilección hacia los pobres, los últimos, los pequeños, los pecadores. En las Bienaventuranzas, está sintetizada de forma insuperable __ como una magna charta__, la predicación y la acción de Jesús: puesto que posee la experiencia de que Dios es paternidad cercana y liberadora, por eso se dirige a los pobres, a los afligidos, a los que tienen hambre y sed de justicia… diciéndoles: "Dios está cerca de ti, te salva y te libera". En otras palabras, Jesús se convierte con su anuncio de misericordia y su praxis de amor y de liberación en el rostro de Dios que es su Padre.

El Reino, este acontecimiento que Jesús predica y realiza, tiene, por tanto, dos extremos: parte de Dios y va derecho en búsqueda del último de los hombres. La paternidad de Dios es universal, alcanza a todos los hombres, pero al manifestarse no puede sino privilegiar a quien necesita más esta paternidad. Como sucede con una madre, que ciertamente ama por igual a cada uno de sus hijos, pero, por este motivo, ama más al hijo que es menos afortunado que los otros o necesita mayor comprensión y perdón; de este modo, lo que caracteriza la acción de Jesús es que comienza por los últimos, entendidos en el sentido ético-religioso y también en el sentido social.

Estas son las "coordenadas" fundamentales de la venida del Reino que se verifican y autentifican recíprocamente".

Tomado de:

Piero Coda

"Dios entre los Hombres"

Capítulo segundo: El proyecto mesiánico de Jesús de Nazaret.

Páginas: 58-62

Edit. Ciudad Nueva, 1993

ISBN: 84-86987-52-0