En unión con las almas del Purgatorio
Fuente:
Autor: www.reinadelcielo.org
¡Cuantos misterios esconde la Voluntad de Dios!. Y muchos de ellos sólo se nos
revelarán cuando ya sea tarde para corregir nuestro rumbo, y no nos quede otra
opción más que someternos a la Justicia de Dios. ¡Si pudiéramos hablar con las
almas purgantes, cuantos consejos nos darían!. Ellas nos enseñarían que la
diferencia más grande entre el infierno y el Purgatorio radica en que mientras
en el fuego eterno las almas blasfeman y rechazan a Dios (llevando al infinito
el rechazo y odio que tuvieron en vida), en el Purgatorio las almas buscan y
desean a Dios. Y es ese el mayor castigo: no tener a Dios. Pero también es el
mayor consuelo el saber que lo tendrán, luego de purificarse y ser almas dignas
de estar en el Reino, en Su Presencia por toda la eternidad.
Ellas nos dirían que no desperdiciemos la gracia de poder hacer que el
sufrimiento sirva para evitar la purificación por la que ellas pasan, ya que
mientras en vida las buenas obras, el amor y el dolor suman y preparan el alma,
en el Purgatorio solo queda sufrir y esperar el momento de subir al Cielo. ¡Que
desperdicio el nuestro!. Ellas nos ven malgastar nuestro día en banalidades que
luego deberemos pagar, sometidos a la Justicia Perfecta de Dios. Y que nos
dirían nuestros ángeles custodios, viendo que vamos camino al sufrimiento, como
niños que irresponsablemente juegan al borde del precipicio, inconscientes del
peligro que los acecha. Las almas purgantes y los ángeles son testigos de
nuestros errores, y con enorme amor ruegan a Dios para que cambiemos nuestro
rumbo y busquemos a Jesús, que lo deseemos con un corazón que reconoce que sólo
Dios cuenta.
Imaginen que inútil aparece para estas almas todo nuestro superficial mundo,
nuestras preocupaciones, mientras tenemos tiempo y la oportunidad de mostrarle a
Dios que podemos entrar a Su Reino por el camino del Amor Perfecto, esto es, por
medio de la fe, la esperanza y la caridad.
En el Purgatorio se ama, se ama sin limites, y se arrepiente el alma de tanta
ceguera vivida en la vida terrenal. Ellas esperan el consuelo de María y de San
Miguel, de los ángeles que acuden en su apoyo, recordándoles que después del
sufrimiento tendrán la gloria de llegar al gozo infinito. Allí se pide oración:
cuando ellos reciben el amor de los que aun estamos aquí hecho alabanza a Dios,
no sólo se consuelan sino que acortan su sufrimiento. Y lo devuelven cuando
llegan al Cielo, intercediendo por quienes los supieron ayudar a disminuir sus
sufrimientos.
¿Quieres hacer un buen negocio, el mejor de todos?. Une tu alma a las de las
almas purgantes, ora por ellas, siente que estás unido a su dolor y las
consuelas, mientras ellas adquieren la luminosidad que les permita subir a la
Gloria. Verás entonces que los dolores de aquí adquieren un significado
distinto, son un trampolín para el crecimiento del alma, te hacen sentirte unido
a Dios, trabajando para El. Pocas obras son tan agradables a Jesús y María como
la oración de quienes se unen espiritualmente a las almas purgantes. Es un ida y
vuelta, un fluir de alabanzas que sube y baja, y que ayuda tanto a unos como a
otros.
Un día se escuchó, durante la segunda guerra mundial, una multitud aplaudiendo y
aclamando en la iglesia de Santa María de la Gracia, en San Giovanni Rotondo.
Pero a nadie se vio allí, por lo que los pocos que estaban presentes preguntaron
a San Pío de Pietrelcina que había ocurrido. El les dijo: “he estado rezando
durante muchos días por los soldados que mueren en el campo de batalla, y una
multitud de ellos ha venido a agradecerme porque han salido del Purgatorio y han
entrado al Cielo”. La oración de Pío, poderoso intercesor ante Dios, les había
acortado el sufrimiento.
Oremos por las almas purgantes, porque serán ellas las que intercederán por
nosotros cuando tengamos que purificar nuestra alma. Y serán entonces ellas las
que nos darán la bienvenida al Cielo, cuando Dios en Su Infinita Misericordia
nos conceda esa Gracia.
¡Trabajemos por ello, tenemos nuestra vida para lograrlo, ese es el sentido de
nuestra presencia aquí!.