Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, V.E.
Escritos del P. Ariel Álvarez Valdéz
Sobre el demonio y las enseñanzas del P.
Álvarez Valdés
CONSULTA AL PADRE MIGUEL FUENTES:
Estimado Padre:
Hace un tiempo atrás me dieron a leer un artículo escrito por el sacerdote Ariel
Alvarez Valdés donde, según me pareció entender, la Iglesia ya no sostenía más
la existencia del demonio y se decía que los casos de posesión diabólica que
aparecen en los Evangelios no eran tales sino en realidad enfermedades
psicológicas que, en los tiempos de Jesús, se pensaban causados por el diablo.
Esto ha dejado tambaleando mis creencias al respecto. ¿Es así, en realidad? ¿Por
qué, entonces, la Iglesia no lo dice públicamente para que no sigamos engañados?
RESPUESTA DEL PADRE MIGUEL FUENTES:
La existencia del demonio es una verdad de nuestra fe; y los casos que en los
Evangelios son relatados como posesiones diabólicas y exorcismos realizados por
Jesús, son realmente lo que dicen ser. No hay que dejarse llevar por cualquier
viento de doctrina ni aceptar acríticamente las opiniones personales de
cualquier aventurero teológico, por más títulos que ostente. Tenga en cuenta que
la norma de fe es la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, no los
teólogos ni los exégetas. Estos se equivocan cada vez que se apartan de la
doctrina definida por la Iglesia.
Respecto al caso que usted menciona, el artículo en cuestión fue publicado en
diciembre de 1995 bajo el título: «¿El diablo y el demonio son lo mismo?». Las
posiciones sostenidas allí por el autor han sido criticadas por la autoridad de
la Iglesia y, en mérito del autor hay que indicar que públicamente se ha
retractado de ellas. En efecto, según noticia de Aciprensa 11/09/2001, el P.
Alvarez Valdés ha sintetizado sus posiciones erróneas en las siguientes:
Afirmaciones erróneas
1. “No es posible la posesión diabólica, en el sentido de que un ser personal se
introduzca dentro de otra persona, lo posea y lo obligue a tender hacia el mal
en contra de su voluntad”.
2. “Los casos de posesión diabólica siempre son enfermedades a las que la
ciencia de aquel tiempo no encontraba respuesta natural”.
3. “Jesús vino a enseñar religión, no medicina. En este sentido Jesús permaneció
dentro de los límites de la concepción judía de aquel tiempo. Los presuntamente
poseídos eran en realidad enfermos, pero como la gente explicaba aquellos
trastornos y su curación mediante el lenguaje de ‘posesión’ y ‘exorcismo’, Jesús
no tenía porqué hablar con términos distintos de los que eran familiares en
aquel tiempo”.
4. “A la altura de nuestros actuales conocimientos, tanto científicos como
bíblicos, no es posible seguir creyendo en la existencia de los demonios”.
5. “(La Iglesia) lentamente ha ido abandonando su creencia en las posesiones”.
6. “En 1984 Juan Pablo II publicó el nuevo Ritual Romano en el que elimina
definitivamente la ceremonia misma del exorcismo, de la Iglesia Católica”.
7. “En el siglo II la Iglesia preguntó a los científicos de la época por qué
ciertas personas tenían comportamientos sumamente extraños y le contestaron:
están endemoniados. Ante esto, creó la ceremonia del exorcismo. En el siglo XX
la Iglesia vuelve a hacer la misma pregunta a los científicos, y ahora éstos
contestan: tienen raras patologías, cuyas causas a medias ya se conocen.
Entonces (la Iglesia) suprimió el exorcismo”.
De estas afirmaciones el Padre Alvarez Valdés ha dicho en una carta pública:
“Por medio de la presente quiero retractarme de estas afirmaciones, y reconocer
que eran erróneas y contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica, a la que
amo y deseo servir fielmente desde mi ministerio. Especialmente a la luz del
nuevo Ritual del Exorcismo, recientemente aparecido... Asimismo quiero dejar en
claro que me someto, como siempre procuré hacerlo, a todo lo que la Santa Madre
Iglesia cree y enseña, y que deseo permanecer siempre unido a ella”.
Esperamos que el sacerdote cuestionado continúe con la revisión de sus
enseñanzas en los demás temas que también sostiene de modo controvertido, como
es la historicidad de muchos hechos bíblicos, en particular del Antiguo
Testamento y de la infancia de Nuestro Señor, del pecado original, etc.