¿Por qué no se pueden conciliar el cristianismo y la santería?
Debemos conservar la pureza de nuestra fe.
Carta Pastoral de Mons. Eduardo Boza Masvidal
Se está produciendo un
fenómeno en nuestro pueblo cubano del exilio que nos debe preocupar
profundamente a todos los que queremos una Cuba verdaderamente cristiana. Me
refiero al auge de la Santería y del sincretismo religioso, especialmente en
algunas zonas como Miami, Nueva York, y Nueva Jersey, hasta el punto de que ya
la Santería ha sido admitida oficialmente como una "religión" a la par con las
demás en algunos estados de los Estados Unidos.
Quizás en el fondo de todo esto subyace un ansia de lo
sobrenatural como contrapeso al vacío espiritual de una sociedad secularizada
y tecnificada, unido a una deficiente atención religiosa por la diversidad de
idioma y de costumbres. No es mi propósito detenerme aquí a estudiar las
causas de este fenómeno, sino sólo fijarme en algunos puntos que nos ayuden a
superarlo positivamente y hacer un llamado a todo nuestro pueblo para que
conservemos la pureza de nuestra fe.
Origen
El origen de la Santería en Cuba es perfectamente
explicable. Poco después del descubrimiento, junto con los conquistadores,
vinieron los misioneros que hicieron una profunda labor evangelizadora y
sembraron en nuestro pueblo la semilla de la fe cristiana. Pero cuando se
cometió aquella tremenda injusticia de traer de Africa negros como esclavos,
arrancados inhumanamente de su patria y de su familia, aquellos hombres no
pudieron ser debidamente evangelizados. Ni los sacerdotes sabían sus lenguas
africanas ni ellos entendían el español. Se les hacia ir a la iglesia y
practicar la religión católica, pero sin que hubiera habido una verdadera
conversión: por dentro ellos seguían pensando en sus dioses paganos, "y cuando
veían en los templos católicos las imágenes de los santos cristianos, sin
ninguna mala intención de su parte, los identificaban con alguno de sus
dioses, con los que les encontraban algún parecido o algún punto de contacto.
Así nació y fue crecien do esa mezcla y confusión religiosa que después se
extendió aún a personas de otro origen y raza.
¿Por qué no se pueden conciliar el cristianismo y
la Santería?
Vamos a señalar dos o tres diferencias fundamentales:
1- El cristianismo es monoteísta, cree en un solo
Dios. El Dios cristiano es el Dios de la Biblia, uno en naturaleza y trino en
personas, Creador y Señor de todas las cosas. Esta creencia en un solo Dios es
tan fundamental en nuestra fe, que para defenderla lucharon mucho los profetas
en el Antiguo Testamento, ya que el pueblo de Israel tenía constantemente la
tentación de volverse hacia los dioses de los pueblos paganos vecinos y los
profetas les hacían una crítica dura e irónica haciéndoles ver que esos eran
dioses falsos, hechura de manos humanas, que tienen ojos y no ven, tienen
oídos y no oyen, tienen boca y no hablan y es por eso que la ley de Moisés les
prohibía hacerse imágenes para apartarlos de esa tentación. Jesucri sto es ese
único y verdadero Dios hecho hombre por amor a nosotros.
La Santería, en cambio, es politeísta, cree en muchos
dioses, cuyos nombres ha dado a las imágenes de la Virgen María y de los
santos cristianos. Pero la Virgen María y los santos cristianos no son dioses;
son puras criaturas humanas, personas reales que han existido, y en su vida
han dado ejemplo de fidelidad a Dios y de santidad de vida. Es algo
completamente distinto.
2- El cristianismo es una religión de amor. Ese único
Dios verdadero es un Padre que nos ama y al que nosotros amamos. En la oración
acudimos a El con confianza de hijos y en su Providencia descansamos
confiados.
La Santería, en cambio, es la religión del temor, del
miedo. Hay que hacer cosas para librarse de males y apartar poderes maléficos,
o para tener suerte y hacer propicios los dioses. Se teme mas que se ama.
3- El cristianismo nos lleva a hacernos mejores, a
transformar nuestra vida. En la medida en la que vayamos viviendo de verdad
tenemos que hacernos mejores, vencer nuestros defectos y adquirir más
virtudes, más dominio de nosotros mismos, más caridad, más humildad, más
espíritu de servicio, en una palabra, más santidad.
La Santería, en cambio, se queda en prácticas
externas, en ritos y ceremonias que no nos transforman por dentro y que
adquieren cierto sentido mágico cuyo efecto depende de los actos en sí, sin
que nos cambiemos interiormente.
Normas pastorales
Nuestra actitud con las personas que practican la
Santería no ha de ser una actitud cerrada, de rechazo total, sino una
invitación a la reflexión y a la purificación de la fe:
1- Un llamado a no mezclar. La Iglesia Católica, en el
Concilio Vaticano II, proclamó el principio de la libertad religiosa, o sea,
el respeto que merece cada hombre que sinceramente y de buena fe practica una
religión. Por eso la Iglesia mira con ese respeto las religiones africanas pa
ra aquellos que han nacido en ellas y allí tratan sinceramente a Dios. Pero a
lo que no hay derecho es a la mezcla de elementos de dos religiones distintas,
no siendo así una cosa ni otra. Esto que en su origen tuvo una explicación
razonable y sin mala fe, como apuntábamos anteriormente, no la sigue teniendo
cuando ya no existen esas razones. Si creemos en los dioses africanos,
digámoslo claramente y esa será entonces nuestra religión; si somos
cristianos, seámoslo de verdad y aceptemos nuestra fe en toda su pureza.
2- Aprovechemos los elementos válidos que hay en toda
religión para purificarlos a través de una verdadera labor evangelizadora. El
Concilio Vaticano II en la declaración "Nostra Aetate" sobre la "Iglesia
Católica y las Religiones no Cristianas", dice que en toda religión hay "un
destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombre" aunque esté también
mezclada con muchos errores. Así hemos de partir de estos elementos positivos
que hay en la Santería para llevar a una verdadera fe. Así por ejemplo, la
creencia en Dios. Estas personas no son ateas ni materialistas. Creen en lo
sobrenatural, en un ser supremo. Aquí ya tenemos un poco de terreno ganado. Lo
que hay que hacer es purificar esa idea de Dios hasta llegar al Dios Uno,
Creador y Señor, al Dios Padre, al Dios Amor. Estas personas dan culto a los
santos. Habría que partir de ahí para llegar a lo que es verdaderamente un
santo, que no es un ser mitológico, sino un ser real, cuyo nacimiento y vida
conocemos, que amó heroicamente a Dios y al prójimo y nos dio un ejemplo y nos
señala un caminó.
Ciertamente, esta labor evangelizadora es dura, lenta
y difícil, y sería más fácil rechazar todo y quedarnos tranquilos pensando que
somos los verdaderos cristianos, pero entonces no estaríamos acercando estas
personas al verdadero Dios.
Hay un último punto que creo no se puede pasar por
alto: la explotación comercial de la Santería, y esto sí debe merecer nuestra
repuls a y condenación. Vemos corno proliferan las llamadas "Botánicas" en las
cuales se venden toda clase de objetos, yerbas, pomadas, collares, etc. por
personas que muchas veces no creen absolutamente en nada de eso, pero la hacen
porque esa les deja dinero y es un buen negocio. No se puede explotar así la
fe del pueblo. Es algo absolutamente reprobable ante Dios y es un signo más de
la entronización del dios "dinero" que para muchos es el supremo valor.
Que estas palabras sirvan de invitación a todos para
vivir un cristianismo auténtico y profundo, sin mistificaciones ni
deformaciones, alimentado en la palabra de Dios contenida en la Biblia, y que
la devoción a la Santísima Virgen María de la Caridad. nuestra Madre y
Patrona, sea para nosotros camino para ir a Jesús y formar así un pueblo
verdaderamente cristiano.
-Monseñor Eduardo Boza Masvidal, 24 de octubre, de
1977
Mon. Boza fue obispo auxiliar de La Habana hasta que
fue expulsado por el régimen comunista de Cuba. Reside en Los Teques,
Venezuela.