Selección de
«50 PREGUNTAS ACERCA DE LA VIDA Y DEL AMOR»
Comunidad del L'Emmanuel. http://WWW.emmanuel-info.com/es/dossiers/50q.
 

I. AMOR... SIEMPRE AMOR

 

 1.
¿Qué es amar?
2.
¿Cómo podemos estar seguros de que amamos de verdad a alguien?
3.
¿Y las discusiones... los conflictos?
 

 

1. ¿Qué es amar?

¡Amar es fantástico! ¿Cómo vivir sin amar y ser amados? Pero, ¡cuidado! No es oro todo lo que reluce y las apariencias engañan. La mujer de mi vida no es la mujer de una noche. En amor, conformarse con poco es no saber lo que es amor.

Existen muchas formas de amor: la amistad, el amor entre padres e hijos, el amor al prójimo, el amor mutuo de un hombre y una mujer que se unen en matrimonio, el amor que nos invade al alcanzar el bien supremo...

Para encontrar el verdadero amor entre un hombre y una mujer, debemos preguntarnos primero por qué nos sentimos atraídos hacia la otra persona:

• ¿por interés o egoísmo?
• ¿por el placer que siento al estar con él o por el que sentimos al estar juntos?
• ¿por lo que siento por el otro?

Es fácil darse cuenta de que una relación que se base en estos puntos es imperfecta ya que tiende a reducir al otro a mero objeto. Para mí, el otro es un instrumento y en realidad, sólo pienso en mi mismo...

Amar de verdad es amar al otro por lo que es. Un amor profundo es, sobretodo, sentirme tan atraído por el otro que sólo desee su felicidad. No le amo por lo que puede aportarme sino por lo que es. En una relación así, las dos personas podrán compartir sentimientos, placer o ayudarse uno al otro. Pero la base de la relación es la propia persona, más allá de sus cualidades o defectos.

A mi parecer, el amor es el resultado de una decisión libre: Querer amar al otro, pensar en el otro de forma libre y decidida. No se puede amar verdaderamente sin sacrificar una parte de nuestra libertad en favor del otro. Esta decisión debe ser recíproca puesto que de no ser así no podrá existir una verdadera relación: Querer hacer feliz a quien me ama contribuye a mi propia felicidad. Eso es amar: entregarse libre y mutuamente.

Claro que no siempre es tan fácil. A todos nos afectan los cambios de humor, la monotonía de la vida cotidiana, los problemas y también nuestro egoísmo. El amor es frágil... ¿te querré todavía dentro de veinte años?, ¿aguantaré sus defectos?, ¿es posible el amor eterno?, ¿en la desgracia y en la enfermedad?

En realidad, si nuestra relación es resultado de una decisión libre y recíproca podrá afianzarse. El amor no se da y ahí se acaba todo. El “flechazo“ no lo es todo ya que, por muy intenso que sea, no es más que una fuerte emoción que no manifiesta forzosamente un amor profundo.

Como toda relación personal, el amor se construye y profundiza con el tiempo a medida que la confianza en el otro va creciendo. El amor debe cuidarse y renovarse cada día con gestos y actitudes que demuestren al otro el lugar privilegiado que ocupa en nuestra vida. Los acontecimientos, las penas o las alegrías compartidas pueden contribuir a reforzar la relación, siempre que, más allá de las dificultades, contemos cada vez más el uno con el otro.

El amor no es, pues, simple fusión de dos personas sino entrega mutua de dos seres libres con todo lo que son: cuerpo, corazón y alma, así como el bien precioso que es nuestra vida. La lógica del amor es aspirar a una entrega definitiva. Sólo una decisión recíproca y de por vida permite al ser humano alcanzar el amor absoluto y puede colmar nuestro corazón.

Para el cristiano, la fuente y el modelo de todo amor es Dios. Él es el amor por encima de todo amor, feliz o desgraciado. Él nos ama antes de que amemos y nos ama aún cuando ya no somos amados. ¿No es éste el “bien supremo” que buscamos?

 

2. ¿Cómo podemos estar seguros de que amamos de verdad a alguien?

La experiencia nos enseña, a veces dolorosamente, que en este terreno no siempre se ven las cosas claras. Si no se está seguro de si mismo o de los propios sentimientos no es posible recurrir a pruebas o signos tangibles. Esto explica porque el amor no es una idea que se pueda definir o un fenómeno material que se pueda medir: el amor es el resultado de una decisión. Y por tanto, tomando una frase de San Buenaventura: “El amor es la medida del amor y su criterio es el amor“. A pesar de todo, existen algunos trucos “prácticos” aunque no exhaustivos:

¿Amo a mi amigo/a a quien amo o lo que me gusta es el amor que siento por él/ella? A veces podemos estar tan inmersos en nuestros sentimientos amorosos que podemos dejar de prestar atención al otro...

Por eso, la pregunta adecuada no debería ser “¿le amo? “ sino “¿deseo amarle?“, puesto que el amor no es tanto un sentimiento sino una decisión, una elección, un “querer amar“.

Finalmente, no olvidemos que el amor es una relación... ¡entre dos personas! Sólo se puede hablar de amor si es recíproco. El mejor medio de verificarlo es, pues, preguntárselo (¡en la ocasión adecuada y con tacto!) a quien es objeto de tan profundos sentimientos...

 

3. ¿Y las discusiones... los conflictos?

¿Qué diríais de una pareja que no discutiera nunca?, ¿no os preguntaríais si uno no ha absorbido al otro?

 Lo extraordinario de que hombre y mujer sean diferentes es que las diferentes maneras de ver las cosas contribuyen a que se enriquezcan mutuamente, siempre y cuando se molesten en escucharse e intentar comprenderse. Intercambiar puntos de vista, discutir, incluso a veces de forma acalorada, hace que el amor crezca gracias a un mejor conocimiento.

Claro que, y todos lo sabemos aún sin estar casados, puede suceder que se esté tan obcecado en las propias ideas y en imponerlas que no se quiera escuchar al otro de ninguna de las maneras Y entonces, estalla. Pero no es grave, si no va seguido de comentarios irónicos o acusatorios ya que todos esos comentarios sin importancia hieren al otro porque no le respetan. En estas situaciones reaccionaremos de acuerdo con nuestro temperamento: explotando, encerrándonos en el mutismo y en la amargura, contraatacando. Del amor a la guerra hay un paso y el miedo y la desconfianza están al acecho.

Guardarse dentro los rencores y amarguras, fomentar el desacuerdo, he aquí el veneno para el amor. La enfermedad es grave, pero no mortal...

¿El remedio? Acabar con los malos sentimientos y no dejar que la imaginación nos venza. “Aún te quiero“, decía una niña a su hermana consentida. La decisión de volver a amar, de volver a abrir nuestro corazón al otro, de acogerle y aceptarle tal como es, de mirarle con nuevos ojos, esto es el perdón. No es hacer borrón y cuenta nueva como si no hubiera pasado nada, sino volver a empezar a pesar de todo con nuevas fuerzas y esperanzas. “Te pido perdón por todas la veces que no lo he hecho desde que nos casamos, es decir, desde hace veinte años“, “fue como si nos casáramos de nuevo, contaba la mujer, nuestra pareja ha vuelto a nacer“.

En toda vida hay conflictos pero el perdón, en lugar de matar el amor, puede contribuir a hacerlo crecer.