El Rosario, «herramienta fabulosa de creatividad»
Entrevista a la autora de «Orar con el Rosario»
RÍO GRANDE (ARGENTINA) , domingo, 12 junio 2005 (ZENIT.org).-
La profesora universitaria Cristina González Alba, casada y con seis hijos,
propone hacer del Rosario una práctica diaria que cada día sea distinta.
En esta entrevista a Zenit explica qué «rezar el Rosario no es lo mismo que
orar» y cuenta algunas de las iniciativas que ha organizado para que la gente se
acerque a esta práctica devocional.
Cristina González Alba, sevillana de nacimiento, enseña Derecho, Historia y
Ética en la Universidad de Río Grande, en Tierra del Fuego. Es autora de «Orar
con el Rosario», editado en España por la
Editorial Descleé de Brouwer.
--¿En qué sentido descubrir el Rosario le cambió la vida?
--Cristina González: Quizás la frase cambiar la vida sea un poco literaria y no
del todo exacta. Lo que sí me hizo fue madurar y crecer en vida interior. Yo
recé el Rosario desde que era pequeña, en casa. Luego seguí haciéndolo como una
buena rutina en mi vida.
Y un día descubrí la cantidad de posibilidades y recursos espirituales que me
brindaba el Rosario. Por ejemplo, podía elegir un misterio del Rosario de cada
día y convertirlo en el tema de mi oración.
Podía quedarme con una frase o salmo de la misa, o de la liturgia, y añadirlo
después del rezo de cada misterio. Repetirlo después de cada misterio me sirvió
para descubrir que lo podía seguir repitiendo durante el día en distintos
momentos para tener presencia de Dios.
Leer o recordar el pasaje del evangelio de cada misterio me llevaba a sacar de
ahí un punto de lucha para ese día. Entonces el Rosario se convirtió en el hilo
conductor de mi vida interior y eso me hizo crecer espiritualmente y algo así
como "ordenar" mi vida de oración.
El Rosario dejó de ser para mí una práctica aislada para convertirse en la
fuente de donde sacaba propósitos, jaculatorias etc. que iban alimentando mi
vida religiosa
--Usted diferencia «orar» de «rezar» con el Rosario. ¿En qué se distinguen?
--Cristina González: Mas que diferenciar podríamos decir que el concepto orar
abarca el concepto rezar. Se empieza rezando y se termina orando. A veces a la
oración no le tomamos gusto porque no sabemos dar ese paso.
Rezar es la manifestación exterior de orar. Orar es la actitud interior del que
reza. El que ora reza, pero no todo el que reza ora. Y el Rosario es una oración
que por ser repetitiva y rutinaria se puede prestar a la distracción y a la
repetición sin reflexión. A sólo rezar y olvidarnos de orar.
Hay quien considera que una oración espontánea vale más, y no se da cuenta de
que el Rosario es una herramienta fabulosa de creatividad y de espontaneidad.
Hasta el mejor de los artistas necesita materia para crear.
Sólo Dios crea de la nada. Un escultor puede hacer una figura de cerámica
maravillosa pero ha necesitado antes del barro. El Rosario sería ese barro. Lo
podemos rezar nada más, y dejarlo como está, o podemos, a través del arte de la
oración, convertirlo en una figura de artesanía espiritual.
--Propone «hacer de la rutina del Rosario de cada día una novedad». ¿Cómo se
consigue este aspecto novedoso?
--Cristina González: Se consigue poniendo cada día todo nuestro arte en
convertir esa masa de barro en una figura de artesanía, cada día distinta y cada
día con un esfuerzo nuevo y una creatividad renovada.
El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Dios crea, el hombre es
creativo, porque se parece a Dios. Dios crea por amor y el hombre alcanzará la
plenitud de su creatividad en la medida en que lo haga por amor. El amor a Dios
nos lleva a levantarnos cada día con el ánimo de hacer nuevas todas las cosas,
para El.
--¿Con qué método ha conseguido que el Rosario forme parte de la vida diaria
de mucha gente?
--Cristina González: Esa fue mi primera idea. Yo descubrí que el Rosario podía
ser el hilo conductor de mi vida interior y lo vivía dentro del ámbito de mi
vida de oración, como algo entre Dios y yo.
Cuando el papa Juan Pablo II escribió la carta apostólica «El Rosario de la
Virgen María» me di cuenta de que no sólo era un arma para mí, sino que el Papa
quería transmitir la idea de un Rosario meditado, orado, que alimentara nuestra
vida.
Esa frase final de la carta donde dice «que este llamamiento mío no sea en
balde» me animó a empezar a transmitir este modo que yo estaba descubriendo de
rezar. Y el modo de presentarlo fue haciendo grupos de oración donde no íbamos a
rezar el Rosario sino a trabajar el Rosario.
Probé distintos métodos y se logró que muchas personas se aficionaran al
Rosario. Unas veces alguien traía preparada una meditación, otras veces traían
la jaculatoria final, otras, ahí mismo, de la lectura de los misterios
«inventábamos» una pequeña oración y la llevábamos escrita a casa para repetirla
durante el día. Hay quien la ponía en la nevera pegada con un imán hasta el
siguiente rosario o la pegaba en la agenda, como un compromiso personal.
--¿Cómo se puede presentar de manera atractiva el rosario a los jóvenes y a
los no tan jóvenes?
--Cristina González: Con imaginación hay muchas maneras de presentar el Rosario
de un modo atractivo. Los jóvenes son creativos. Hay que darles el barro y
decirles que les está permitido crear.
Hay que respetar la estructura básica, que es lo que distingue el Rosario de
otra oración, o sea, los cinco misterios, las diez avemarías, el padrenuestro y
el Gloria, y a partir de ahí podemos hacer lo que nos de la gana, y cada día una
cosa.
Los grupos de jóvenes pueden sacar del Rosario el eslogan o lema de la semana,
del colegio o la parroquia, pueden rezar un misterio en grupo y meditar el
pasaje de ese Evangelio, sacar una conclusión y ofrecerla a otras personas o
hacer un cartel en el aula de catequesis.
Todo resulta. Incluso plantear un curso de formación siguiendo la temática del
Rosario, que sería como evangelizar de la mano de la Virgen.
También es bueno que sea cada vez uno o dos los que preparen el rezo del Rosario
del día o la semana, y dirijan el rezo incluyendo, por ejemplo, alguna pregunta
para pensar después de cada misterio o algún comentario breve y personal.
Es importante que entiendan que el hombre es cuerpo y alma, y que esa repetición
de oraciones, contra la que ellos a veces se rebelan, no se debe obviar, porque
nos ayuda a relajarnos, a estar serenos y mejor predispuestos a una buena
meditación.
Es algo que hay que ayudarles a experimentar, buscando lugares aptos y
tranquilos, que inviten al recogimiento, como un jardín o un paseo por la playa.
Los jóvenes necesitan experimentar lo religioso, tocarlo con sus manos.
En una ocasión un grupo de mujeres nos preparamos para la Semana Santa
reuniéndonos todos los martes de cuaresma a rezar y meditar los misterios
dolorosos, y terminábamos con un examen de conciencia o reflexión que preparaba
cada una durante la semana. Como nos dio tan buen fruto lo repetimos los
domingos de Pascua, con los misterios gloriosos, y después, en el Adviento,
meditando los gozosos.