Retiro para los catequistas

Tema: Los catequistas nos alimentamos de la Palabra y de la Eucaristía

Objetivo:

Reflexionar como catequistas en la importancia de alimentarnos de la Palabra de Dios y de la Eucaristía, para que orientados con la carta encíclica (La Iglesia vive de la Eucaristía), nuestra tarea tome mayor fuerza nutriéndose de este doble banquete.

AMBIENTACIÓN DEL LUGAR:

Algunos carteles con frases alusivas al tema, motivos Eucarísticos y de la Biblia.

1.       MOTIVACIÓN

a)  Lo que queremos con este retiro:

Tener un encuentro con la Palabra y la Eucaristía.

·         Actuar decididamente en la escucha de la Palabra.

·         Motivarnos a comulgar siempre, sabiendo que solo a través de la Eucaristía nos configuramos con Cristo.

·         Vivir mejor esta cuaresma

 

b)  Ambientación.

Cantos:

v     Tu Palabra me da vida.

v     Eucaristía milagro de amor.

v     Mi pensamiento eres Tú Señor.

2.       CELEBRACIÓN

Preparar anticipadamente el altar para colocar: la Biblia; sobres que contengan cada uno frases alusivas a la Palabra de Dios, y un cesto con pan para cada uno de los participantes.

Monición inicial

Hermanos nos hemos reunidos para dar Gracias a Dios, por el don de la Palabra y por la Eucaristía, Cuerpo de Cristo.

Que la Palabra de Dios, nos ayude a comprender sus designios y que el Cuerpo y la Sangre de Cristo nos transforme en Testigos Auténticos.

Catequistas, recordemos que nuestra Madre la Iglesia nunca ha dejado de repartir a sus hijos, el alimento de la vida eterna: La Palabra y el Cuerpo de Cristo.

Este paso se hace en dos momentos:

a) platicar por parejas y

b) compartirlo en el grupo en general:

Se invita a que cada participante tome un pan, dando un espacio y motivando a la reflexión, para que relacionen el pan que tienen en su mano con la Palabra y con la Eucaristía. (Sugerimos, que cada quien le de la aplicación conveniente de acuerdo a su realidad.)

Quien preside proclama la siguiente oración.

Señor, Dios Nuestro que nos has dejado tu Palabra, en la Sagrada Biblia y nos alimentas con el pan que es Cristo, Infunde en cuantos hemos participado en esta Celebración la Alegría de tu Luz y tu Verdad, para seguir el camino hasta la plenitud de tu Visión, te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Todos: Amén.

3.       SALGAMOS AL ENCUENTRO

DE LA PALABRA.

Se integran grupos de catequistas para una mejor participación, los cuales leen los siguientes párrafos.

a)  (segunda carta a Timoteo 3, 16-17).

En primer lugar, San Pablo dice a Timoteo que toda Escritura ha sido inspirada por Dios y es útil para enseñar, para persuadir, para corregir, para educar en la virtud, de modo que el ministro de Dios se prepare bien para toda obra buena.

b)  Directorio General para la Catequesis No. 70.

En la comunidad cristiana, los discípulos de Jesucristo se alimentan en una doble mesa: «La de la Palabra de Dios y la del Cuerpo de Cristo». Cf. DV 21. El Evangelio y la Eucaristía son su constante alimento en el peregrinar hacia la casa del Padre. La acción del Espíritu Santo hace que el don de la «comunión» y el compromiso de la «misión» se ahonden y se vivan de manera cada vez más profunda.

Todos somos servidores de la Palabra. Nadie está por encima de ella sino todos a su servicio. Todo oyente y proclamador de la Palabra debe tener amor a la Verdad, pues la verdad que transmite y profundiza es la Verdad primera (Cf. Jn. 14, 6) el mismo Dios. (Cf. EN 78). Todos estamos llamados a ser  verdaderos discípulos y proclamadores auténticos de la Palabra Viva.

c)  La Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar (San Ireneo).

Carta Encíclica de S.S. Juan Pablo II

Ecclesia de Eucaristía

(La Iglesia vive de la Eucaristía).

CAPITULO I

d) No. 11

«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado» (Icor 11, 23), instituyó el Sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre. Las Palabras del Apóstol Pablo nos llevan a las circunstancias dramáticas en que nació la Eucaristía. En ella está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la pasión y muerte del Señor. No sólo lo evoca sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el Sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos. Esta verdad la expresan bien las Palabras con las cuales, en el rito latino, el pueblo responde a la proclamación del «misterio de la fe» que hace el Sacerdote: «Anunciamos tu muerte, Señor». La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sean muy valiosos, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación. Ésta no queda relegada al pasado, pues» todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos...

Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y «se realiza la obra de nuestra redención» Este sacrificio es tan decisivo para la Salvación del género humano, que Jesucristo lo ha realizado y ha vuelto al Padre sólo después de habernos dejado el medio para participar de él, como si hubiéramos estado presentes. Así, todo fiel puede tomar parte en él, obteniendo frutos inagotablemente. Ésta es la fe de la que han vivido a lo largo de los siglos las generaciones cristianas. Ésta es la fe que el Magisterio de la Iglesia ha reiterado continuamente con gozosa gratitud por tan inestimable don. Deseo, una vez más, llamar la atención sobre esta verdad, poniéndome con vosotros, mis queridos hermanos y hermanas, en adoración delante de este Misterio: Misterio grande, Misterio de misericordia. ¿Qué más podía hacer Jesús por nosotros? Verdaderamente, en la Eucaristía nos muestra un amor que llega «hasta el extremo» (Jn 13,1), mi amor que no conoce medida.

CAPITULO II

e)  No. 24

El don de Cristo y de su Espíritu que recibimos en la comunión eucarística colma con sobrada plenitud los anhelos de unidad fraterna que alberga el corazón humano y, al mismo tiempo, eleva la experiencia de fraternidad, propia de la participación común en la misma mesa eucarística, a niveles que están muy por encima de la simple experiencia convival humana. Mediante la comunión del cuerpo de Cristo, la Iglesia alcanza cada vez más profundamente su ser «en Cristo como unidad de todo el género humano».

A los gérmenes de disgregación entre los hombres, que la experiencia cotidiana muestra tan arraigada en la humanidad a causa del pecado, se contrapone la fuerza generadora de unidad del cuerpo de Cristo. La Eucaristía, construyendo la Iglesia, crea precisamente por ello comunidad entre los hombres.

La Iglesia celebra y experimenta en la Palabra y en la Eucaristía al Dios con nosotros que cumple sus promesas:

«Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos»

(Mt. 28, 20) La Iglesia continúa celebrando con la esperanza gozosa de la venida definitiva de su Señor en la escucha de la Palabra y en el alimento glorioso de nuestro Señor Jesucristo.

(MR.404).

f)  Directorio General para la Catequesis No. 128.

La Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica se presentan como dos puntos de referencia para inspirar toda la acción catequizadora de la Iglesia en nuestro tiempo:

ü       En efecto, la Sagrada Escritura, como «Palabra de Dios escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo» DV 9  y el Catecismo de la Iglesia Católica, como expresión relevante actual de la Tradición viva de la Iglesia y norma segura para la enseñanza de la fe, están llamados, cada uno a su modo y según su especifica autoridad a fecundar la catequesis en la Iglesia contemporánea.

ü      La catequesis transmite el contenido de la Palabra de Dios según las dos modalidades con que la Iglesia lo posee, lo interioriza y lo vive: como narración de la Historia de la Salvación y como explicitación del Símbolo de la fe. La Sagrada Escritura y el Catecismo de la Iglesia Católica han de inspirar tanto la Catequesis Bíblica como la Catequesis Doctrinal, que canalizan ese contenido de la Palabra de Dios.

En este empeño por escuchar y hacer propia la Palabra de Dios encontramos en María nuestra madre, un modelo a seguir: «necesitamos, como María nos enseña, tener la capacidad de escucha y hacer silencio. Abrir todos los días el oído para escuchar como discípulos (Cf Is. 50, 4) y que esa escucha se convierta en disponibilidad total.

4.       PARA REFLEXIONAR Y COMPARTIR

1.  ¿Qué dices tu, catequista de estos textos o enseñanza de la Iglesia, cuál te impresionó más?

2.  ¿Qué papel ha desempeñado en tu vida de catequista la Sagrada Escritura?

3.  ¿Qué puede hacer un catequista para amar más la Sagrada Escritura y la Eucaristía y que al mismo tiempo lleguen a ser sustento y vigor en su vida?

4.  ¿Qué relación existe entre la Sagrada Escritura y la catequesis?

5.  ¿La Santísima Virgen María, cómo se relacionó con la Palabra de Dios?

6.  ¿Cuáles son los signos visibles de la presencia de Dios entre nosotros?

Se hace plenario

Aquí se deja un momento de descanso.

5.  CELEBREMOS EL ENCUENTRO

Se preparan para el encuentro con Jesús en la misa.

(Se sugiere tomar las lecturas del tiempo de cuaresma.

·         Llevar la Sagrada Escritura en Alto en la procesión.

EUCARISTÍA

·         Monición Inicial:

Hermanos catequistas: la Iglesia venera de igual modo la Sagrada Escritura como lo hace con el cuerpo de Cristo. Nunca a cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y el Cuerpo de Cristo.

Dispongámonos a participar en esa doble mesa de la Palabra de Dios y de la Eucaristía como culmen de nuestro retiro espiritual para que vivamos más intensamente esta cuaresma y salgamos iluminados por la Palabra de Dios y fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre del Señor Jesús.

Se sugiere darle realce a la liturgia de la Palabra, por ejem. Poniendo la Biblia en el altar, para que acompañe toda la celebración. Después de la escucha de la Palabra se de un espacio de reflexión. Etc.

En lugar de peticiones se sugiere sea acción de gracias

Vamos a expresar a Jesús nuestro agradecimiento por darnos su Palabra y la Eucaristía como centro, fuente y culmen de nuestra vida cristiana, con las siguientes aclamaciones:

Todos responden:

Gracias Señor,

por la Palabra y la Eucaristía

¡Gracias Jesús, por que en la Palabra y en la Eucaristía, eres centro fuente y culmen de nuestra vida cristiana!

¡Gracias Jesús, por que nos invitas a escuchar tu Palabra y a comer de tu Cuerpo y a beber de tu Sangre para seguir caminando y trabajando por la construcción de tu reino en nuestro mundo!

¡Gracias Jesús, porque tu Palabra nos instruye y nos muestra el camino que todo cristiano, y, sobre todo, que todo catequista debe seguir!

¡Gracias Jesús, porque con tu Palabra, tú enseñaste a los apóstoles, fuiste el mejor maestro, enséñanos a proclamar tu Palabra con fidelidad!

¡Gracias Jesús, porque al alimentarnos de tu Palabra, de tu Cuerpo y tu Sangre, nos das los medios necesarios para lograr la finalidad de la catequesis, que es: tener ese contacto íntimo contigo!

¡Gracias Jesús, porque nos das tu Palabra, camino seguro y obligado para todo catequista.

(Quien preside proclama la siguiente oración)

Señor Jesucristo, concédenos vivir de acuerdo a lo que escuchamos en tu Palabra y de acuerdo a lo que celebramos en la Eucaristía para que seamos signos de amor en nuestro mundo, tú que vives y reinas por los siglo de los siglos.  Amén.

·         Monición a las ofrendas

Te presentamos Señor el pan y el vino, que se convertirán en el alimento de nuestro diario caminar de cristianos catequistas; y juntamente con ellos te presentamos la Biblia con el compromiso de hacer de ella el alimento de nuestra vida espiritual y así mejorar en nuestra labor de sembradores de la Palabra de Dios.

El Cirio. Te lo presentamos Señor como signo de que en nuestro Bautismo recibimos la luz, con ella tú nos guías y nos invitas a guiar a nuestros hermanos.

Conclusiones de los trabajos de equipo, como signo de que queremos comprometernos y hacer vida lo que en este retiro hemos reflexionado.