Autor: Roberth Phoenix
Fuente: Pax Dei
La Renovación Católica y la vida en el Espíritu
Partiendo de un pequeño grupo de oración, la experiencia se ha difundido con el
ímpetu de un nuevo Pentecostés, hasta hacerse presente en numerosos países del
mundo.
La
Renovación Católica y la vida en el Espíritu
En el mundo actual es demasiado difícil vivir como cristianos, contando solo
con nuestros propias fuerzas, porque somos tan humanos emocional e
intelectualmente que necesitamos y debemos permitir que el amor de Dios toque
nuestros corazones y nuestras mentes. Hoy en día hay millones de Católicos en
el mundo no hablan solamente de un Pentecostés histórico, sino que dan un
testimonio claro y poderoso de un Pentecostés personal, de sus propias
experiencias, de la presencia y obra del Espíritu Santo.
¿Quién serías si no recordaras nada de tu pasado?...
La historia de un país es lo que determina su identidad, valores y traza los
parámetros de su futuro. En la Iglesia no funciona distinto. El espíritu Santo
dio origen a la Iglesia. La Iglesia nace en Pentecostés, cuando el Espíritu
Santo es enviado para “Santificar indefinidamente a la Iglesia y para que de
este modo los fiele s tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo
espíritu” (LG 4;EF 2,8).
“El Espíritu de Dios, con admirable providencia quía el curso de los tiempos y
renueva la faz de la tierra” (GS 26) “Signo de la comunión y de la unidad de
la Iglesia en Cristo es el apostolado asociado de los fieles laicos, las
diversas formas de asociarse pueden representar, una preciosa ayuda para
llevar una vida cristiana coherente con las exigencias del Evangelio y para
comprometerse en una acción misionera y apostólica” (CL 29).
Esto implica aceptar que también los movimientos eclesiales tienen una
formación histórica que comienza en un momento determinado. Dentro de las
diversas formas del apostolado laical a partir del Concilio Vaticano II,
surgió la llamada Renovación Católica Carismática en el Espíritu Santo durante
el verano-otoño de 1967. Esta experiencia espiritual se ha extendido a los
cinco continentes del mundo y por tal razón la Santa Sede el 8 de julio de
1993 pub licó un Decreto reconociendo a ICCRS (Servicio Internacional de la
Renovación Carismática Católica), como un “cuerpo para la promoción de la
renovación Carismática Católica con personalidad jurídica”, según el canon 116
del CIC (Pontificium Concilium por Laicis. 1565/93 AIC-73).
La Renovación Católica Carismática en el Espíritu Santo es un Movimiento de
renacimiento espiritual bajo el signo de Pentecostés, que lleva a una vivencia
de Dios o de la fe semejante a las primeras comunidades cristianas por sus
características: oración espontánea en pequeños grupos y asambleas, donde hay
un contacto vital con la Sagrada Escritura y se realiza un servicio de la
caridad a los hermanos de fe. Es un Pentecostés hoy, donde la gracia del
espíritu se distribuye a cada uno según Él quiere.
El acontecimiento de renovación espiritual mundialmente conocido como
Renovación Católica Carismática en el Espíritu Santo, fue suscitado por Dios
en el año de 1967 en los Estados Unidos don de un pequeño grupo de la
Universidad Católica de Duquese, en Pittsburg, experimentó una profunda
renovación espiritual. Trasformados por esta renovación de la experiencia de
salvación en el Espíritu, se sintieron personalmente llamados a vivir un nuevo
y más profundo seguimiento de Cristo y decidieron empezar un estilo de vida
diferente. Partiendo de este pequeño grupo de oración, la experiencia se ha
difundido con el ímpetu de un nuevo Pentecostés, hasta hacerse presente en la
actualidad en numerosos países del mundo.
En México
A nuestro país llega a finales del año de 1970, cuando se celebra en la ciudad
de México el primer retiro de Renovación en el Espíritu Santo apoyado por el
actual Monseñor Carlos Talavera y dirigido por el padre Harol Cohen, S.J. de
Nueva Orleáns, Estados Unidos y del cual surgió el primer grupo de oración. A
partir de entonces y sobre todo del Primer Congreso celebrado un año después,
esta grandiosa obra del Espíritu Santo con s us espléndidos frutos se ha
multiplicado y difundido por toda la República Mexicana.
Ésta renovación llegó a la ciudad de Puebla en el año de 1973 por iniciativa
del P. Salvador Martínez, misionero del Espíritu Santo, quien organiza un
grupo de personas para asistir a la segunda comunidad de San José el Altillo
en México, y tomar el curso de iniciación. A partir de ese curso se logran
mantener con la fortaleza del Espíritu Santo, doce personas coordinadas por el
P. Salvador y la señora Alicia Martínez de Gómez (D.E.P.), éstos grupos logran
multiplicarse por casi toda la Arquidiócesis.
La llegada a Puebla de la Renovación a pesar de ser inesperada, no planificada
y más aún, incomoda para mucha gente, fue después de un tiempo de prueba, de
desprecios e incomprensiones; reconocida como obra del Espíritu Santo y
produjo buen fruto en el terreno fértil previsto por el Concilio. Pues por fin
se entendió que la Renovación Católica Carismática no trae nada nuevo a la Ig
lesia sino que
simplemente revela y renueva aquello que ya posee.
Con ocasión de la celebración de los 30 años de la Renovación Carismática
Católica, en la ciudad de Puebla, me puse a platicar con algunos de los
fundadores del movimiento como Luis Gerardo Reyes Ramírez, quien recuerda que
le preguntaban como un católico de familia tradicional y, mas aún, católico de
apariencias podía haberse vuelto Carismático. La respuesta es que cuando la
misa no significaba nada para él y solo por aparentar confesaba y comulgaba,
se iba dando cuenta lo poco que Dios significaba en su vida, y entonces
escuchó el llamado del Señor a través de un primo enfermo y de algunas
personas que fueron el instrumento para abrir una puerta por donde la luz
llegó a su vida. Como resultado de todo esto, un día después del curso de
iniciación que recibió en San José el Altillo en México, su fe se revivo y
regresó a la Iglesia con un nuevo sentido de compromiso y dirección.
Él, al igual que muchos, vivió muchas maravillas que el Señor realizaba y
sigue realizando, pero que para él al iniciarse en ese camino era algo
sorprendente, pues Dios actuaba en el mundo de hoy como hace 2000 años. Así
los iniciadores del movimiento en nuestra ciudad, vivieron gozándose en el
Señor y también con algunos momentos duros pero con un gran fruto, con grandes
criticas de los mismos sacerdotes y hermanos católicos de otros grupos de
apostolado. Cuestionando: ¿Serán católicos o protestantes? Era la hora de la
determinación y de dar respuesta: ¡Si! ¡Católicos! Hijos de la Iglesia con un
gran amor a María, al Santo Padre, a los sacramentos con especial veneración a
la Santa Eucaristía. ¡Si¡ Católicos, apostólicos y romanos. Los hermanos a los
que quizás no querían, o por lo menos, no aceptaban.
Obedecer, obedecer, obedecer y mil veces obedecer. Éste sometimiento a la voz
de Dios, a nuestros sacerdotes y obispos les valió poco a poco el
reconocimiento como hijos de la Iglesia.
Éste movimiento caminaba ya en la Iglesia de Puebla con hombres y mujeres en
ningún modo superiores como cristianos, con una nueva y más rica fe que
deseaban permitir que el Espíritu Santo cumpliera una misión mas importante en
sus vidas. Su meta era servir a la misión de la Iglesia ayudando a otros a
crecer en la fe, reconociendo que todos somos llamados a vivir por el Espíritu
y a ponernos al servicio de la Iglesia y del mundo.
Es sin embargo a partir de 1987, en la circular 16/87 del gobierno
eclesiástico del Arzobispado de Puebla, que Mons. Rosendo Huesca tiene a bien
dar a la Renovación su reconocimiento como Movimiento Eclesial para lo cual
nombra como Asistente Diocesano al P. Luis Ruiz Velásquez quien junto con el
P. Humberto Vargas Rivera, Vicario Episcopal de los laicos, debieron
constituir un equipo de coordinación diocesana.
De esta manera muchos laicos de nuestra Arquidiócesis han podido tener un
encuentro con Jesús vivo y verdadero, Se ñor y salvador, que ha cambiado las
vidas de todos ellos que hoy nos comparten sus testimonios de vida: “Jesús
cambió todo, supe que Él estaba ahí, Él estaba en esa oración, Jesús vivo
quería llenar mi corazón, Jesús dice tengo sed, Él tenía sed de mi, de mi
vida, de mi alma, el me quería para Él. Él me amo como nadie como nadie ha
podido amarme ni me amará jamás, ni mis padres, ni mis hijos, ni mi esposa.
Nadie me podrá amar más que Jesús. El hizo que mi vida tuviera sentido, el
verdadero sentido del amor misericordioso de Dios, que sin importar mi gran
pecado, mis grandes ofensas, Él llega hasta a mi y me enamora de Él. Hoy
después de 30 años puedo decir como San Pablo, me esforzaré y caminaré hasta
alcanzar la corona de la gloria”.
En el mundo actual es demasiado difícil vivir como cristianos, contando solo
con nuestros propias fuerzas, porque somos tan humanos emocional e
intelectualmente que necesitamos y debemos permitir que el amor de Dios toque
nuestros corazones y nuestras mentes. El amanecer de un nuevo milenio trae
consigo temores y expectativas. Ahora las expectativas están cifradas en las
nuevas generaciones.
Hoy en día hay millones de católicos en el mundo no hablan solamente de un
Pentecostés histórico, sino que dan un testimonio claro y poderoso de un
Pentecostés personal, de sus propias experiencias, de la presencia y obra del
Espíritu Santo. Éste grupo esta formado por cardenales, obispos, sacerdotes,
religiosas y laicos de todo tipo, de todas las edades y de todo nivel social.
Cada uno de ellos han entrado en una nueva relación con Jesucristo a través
del poder del Espíritu Santo, y se puede decir que en el centro de esta
experiencia se encuentra una nueva conciencia de la presencia de Dios.
Hoy, muchos de los que hemos sido parte de éste movimiento hemos aprendido que
para empezar a vivir en plenitud todo lo que Dios desea para nosotros, antes
que nada debe reavivarse nuestro cristianismo de la infa ncia en el Espíritu
Santo; es decir, volver al primer amor con el que el nos conquisto la primera
vez. En cada uno de nosotros, esta experiencia, se da de modo distinto.
Nuestro Señor no es un Dios de métodos y técnicas, pero si de relaciones. Al
agradecer al Señor por todo lo que ha hecho en estos 30 años de la Renovación
Carismática Católica en Puebla, me doy cuenta que todavía hay mucho más por
hacer.
Entonces vuelvo a preguntar: ¿Quién serías si no recordaras nada de tu
pasado?... La historia de la Iglesia es lo que determina su identidad, valores
y traza los parámetros de su presente y de su futuro. Compartamos pues esta
maravillosa buena nueva de salvación, para que futuras generaciones disfruten,
de la misma manera que tu y yo lo hemos hecho, del amor y la misericordia de
Dios renovándonos día a día.