EL RACISMO ES PECADO, DICE LA SANTA SEDE

VATICANO, 5 Set. 01 (ACI).- En el marco de una conferencia mundial sobre el racismo que casi naufragó tras la retirada de la delegación norteamericana e israelí, el Arzobispo Diarmuid Martin, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, recordó la posición del Vaticano sobre este problema mundial: el racismo es pecado.

Al hablar durante la Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia relacionada, que se celebra en Durban (Sudáfrica) del 31 de agosto al 7 de septiembre, Mons. Martin señaló que el racismo es “un pecado” y fundamentalmente, “una mentira, un concepto inventado deliberadamente para crear división en la humanidad”. “Esta Conferencia debe centrarse en la verdad: la verdad que concierne a la dignidad humana, la verdad concerniente a la unidad fundamental de la familia humana. Es una Conferencia sobre la fundación ética de una nueva comunidad mundial”.

“La Santa Sede reconoce la contribución insustituible que la familia de las Naciones Unidas ha dado y da para afrontar la desigualdad y la exclusión en el mundo actual”. “Esta Conferencia marcará seguramente un nuevo y significante paso en los esfuerzos de la comunidad de las naciones”, afirmó.

La erradicación del racismo, subrayó el Prelado, no es un proceso fácil; éste requiere que “examinemos la realidad de la historia, no para permanecer atrapados en el pasado, sino para empezar a construir honestamente un futuro diferente”.

Mons. Martin también recordó las palabras del Papa Juan Pablo II, quien ha afirmado que “No se puede ser prisionero del pasado: es necesaria para cada uno y para los pueblos, una especie de ‘purificación de la memoria’”. Para esa purificación, dijo el Prelado, es necesario que “analicemos con honradez nuestra historia personal, comunitaria y nacional y reconozcamos aquellos aspectos menos nobles que han contribuido a la marginación de hoy, para de esa manera reforzar nuestro deseo de hacer de la era de la globalización una era de encuentro, incorporación y solidaridad”.

Educación y Familia

Refiriéndose a continuación a la cuestión de los emigrantes y refugiados, Mons. Martin subrayó que el fenómeno de las migraciones puede engendrar prosperidad y ayudar a reducir las desigualdades, favoreciendo el encuentro entre las culturas. “Pero hoy en día, los emigrantes, sobre todo aquellos que vienen de un contexto cultural diferente pueden ser fácilmente objeto de discriminación racial, de intolerancia, de explotación y de violencia”, agregó.

Monseñor Martin puso de relieve el “papel fundamental de la educación en la lucha contra el racismo. Dicha educación debe empezar en la familia”. Y la familia “debe ser la primera escuela en la que son firmemente rechazadas las raíces del comportamiento racista”. Por otra parte, añadió, los medios de comunicación “tienen una responsabilidad especial para evitar toda provocación de sentimientos racistas”.

“Hablando hace unos días sobre esta Conferencia –continuó–-, Juan Pablo II hizo un llamamiento a todos los creyentes, afirmando que no podemos llamar verdaderamente a Dios padre de todos si rechazamos tratar como a hermanos a todas las personas, creadas a imagen de Dios”.

Finalmente, el Arzobispo Martin manifestó el deseo de que “uno de los frutos de la Conferencia sea el comienzo de una nueva cooperación internacional entre gobiernos, sociedad civil, grupos religiosos y medios de comunicación, e individuos previsores y valientes, para trabajar juntos y ayudar a construir una imagen de la humanidad que realmente vive en unidad. Este es en efecto el designio de Dios para la familia humana”.